Lectio Divina – Conversión de san Pablo

Conversión de San Pablo

Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio

1.- Ambientación.

Señor, en la fiesta de la conversión de San Pablo, dame la gracia de experimentar, como el Apóstol, la alegría de la verdadera fe en Jesús. A Pablo no le hizo feliz el cumplimiento exacto y riguroso de las leyes de los fariseos. A Pablo le hizo feliz una persona, la persona de Jesús. Haz, Señor, que hoy me encuentre vivencialmente contigo. Haz que pueda decir con él: “Desde que he conocido a Jesucristo, todo lo considero basura”.

2.- Lectura reposada del evangelio: Marcos 16, 15-18

En aquel tiempo se apareció Jesús a los Once y les dijo: Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

         Hoy día la Iglesia celebra con júbilo la conversión de San Pablo. Para la Iglesia es mucho más importante este milagro interior del corazón que la resurrección de Lázaro (milagro a la vista de todos). Y nosotros debemos dar cada día más importancia a lo que Dios hace en el corazón de cada uno que a las apariciones externas, que tanto nos gustan. El supremo don para nosotros es el Espíritu Santo. San Pablo, tanto se dejó trabajar por el Espíritu que, al final, ni él mismo se conocía. “Vivo, pero no yo. Es Cristo quien vive en mí” (Gal. 2,20). Lo más importante de Pablo es que ha sabido colocar a Cristo en el Centro: en el centro del Cosmos, en el centro de la Iglesia, en el centro del mundo, en el mismo corazón del Padre. Viene a decirnos: O Cristo está en el centro o no está en ninguna parte. Para un cristiano, Cristo no es un paralelo, sino un meridiano que atraviesa todos los paralelos de su existencia.

Palabra del Papa.

“Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros: ¡vayan!, ¡anuncien! La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose… Jesús los envía a todas las naciones. A todas las gentes. Y en ese “todos” de hace dos mil años estábamos también nosotros. Jesús no da una lista selectiva de quién sí y quién no, de quiénes son dignos o no de recibir su mensaje y su presencia. Por el contrario, abrazó siempre la vida tal cual se le presentaba. Con rostro de dolor, hambre, enfermedad, pecado. Con rostro de heridas, de sed, de cansancio. Con rostro de dudas y de piedad. Lejos de esperar una vida maquillada, decorada, trucada, la abrazó como venía a su encuentro. Aunque fuera una vida que muchas veces se presenta derrotada, sucia, destruida. A «todos» dijo Jesús, a todos, vayan y anuncien; a toda esa vida como es y no como nos gustaría que fuese, vayan y abracen en mi nombre. Vayan al cruce de los caminos, vayan… a anunciar sin miedo, sin prejuicios, sin superioridad, sin purismos a todo aquel que ha perdido la alegría de vivir, vayan a anunciar el abrazo misericordioso del Padre. Vayan a aquellos que viven con el peso del dolor, del fracaso, del sentir una vida truncada y anuncien la locura de un Padre que busca ungirlos con el óleo de la esperanza, de la salvación. Vayan a anunciar que el error, las ilusiones engañosas, las equivocaciones, no tienen la última palabra en la vida de una persona. Vayan con el óleo que calma las heridas y restaura el corazón”. (Homilía de S.S. Francisco, 23 de septiembre de 2015).

4.- Que me dice hoy a mi este texto ya meditado. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Pedir al Espíritu Santo que me convierta, que me vaya transformando poco a poco en discípulo fiel a Jesús.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, cuando pienso en el Apóstol Pablo, siento vergüenza al comparar su vida con la mía.  En él no hay un “sí” y un “no” sino que después de haberse encontrado con Jesús sólo hay un sí, un sí total a Dios y a los hermanos. Lo que predicaba era la glosa de su vida. Y por eso convencía. Dame, Señor, el fuego que ardía en el corazón de Pablo.

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Comentario – Martes III de Tiempo Ordinario

Mc 3, 31-35

Marcos, después del altercado con los escribas «venidos de Jerusalén», reemprende el relato comenzado en el versículo 21 y que leímos el sábado último: «su familia vino para llevárselo, pues afirmaban: «Está fuera de sí.» 

Jesús entra en una casa, y la muchedumbre acude.

La «muchedumbre» está siempre ahí. 

Vinieron su madre y sus hermanos, y desde fuera le mandaron llamar. 

Su madre es María. La conocemos bien. Por Lucas y Mateo sabemos qué actitud ejemplar de Fe, de búsqueda espiritual ha tenido siempre a lo largo de todos los acontecimientos y circunstancias de la infancia de Jesús. 

Pero tratemos de ponernos, momentáneamente, en la actitud de los primeros lectores de Marcos, que no tenían aún los evangelios de Lucas ni de Mateo. Procuremos olvidar lo que sabemos por los otros evangelios. Es la primera vez que oímos hablar de ¡»su madre»! Es el primer pasaje de Marcos que evoca a María. ¡Y es para decirnos «esto» de ella! 

Verdaderamente ¡el evangelista no busca adornar su narración! Si su relato saliera de su imaginación, de su admiración, no hubiera escrito esto. Autenticidad algo áspera del evangelio según San Marcos. Son cosas difíciles de decir y que no se inventan. ¡La familia de Jesús no comprende! Y quiere recuperarlo. 

«Ahí fuera están tu madre y tus hermanos que te buscan.» Jesús les respondió: «¿Quién es mi madre? y ¿quién son mis hermanos?»

El verdadero parentesco de Jesús no es lo que se piensa ni lo que aparenta. Para Jesús los lazos de la sangre, los lazos familiares, los lazos sociales no son lo primero, son indispensables y reales, pero no es lícito encerrarse en ellos.

¡Su familia no lo comprende! Pero su pueblo, ¡tampoco! Su medio social más natural, Nazaret, será el que más lo rechazará (Mc 6, 1-6). 

Y echando una mirada sobre los que estaban sentados en derredor suyo… 

Marcos utiliza a menudo esta fórmula: la mirada de Jesús. 

Trataré de imaginar esa mirada… y de rezar a partir de ella. 

Dijo: «He aquí mi madre y mis hermanos. Quien hiciere la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.» He aquí un «sumergirse» absolutamente sorprendente en el corazón de Jesús. 

Tiene un corazón universal… grande como el mundo: abierto a toda la humanidad. Se siente hermano de todo aquel que «hace la voluntad de Dios». Esta familia es amplia y grande. ¡No! No se le encerrará en su familia humana inmediata. 

¡El replegarse en sí mismo es contrario, al modo de ser de Jesús! Las únicas fronteras de su familia son el horizonte del mundo entero. 

¿Todo hombre es mi hermano, mi hermana, mi madre, también para mí? La fidelidad a la «voluntad del Padre» ¿es lo primero para mí? Por esta razón, ¡María es doblemente su madre! La verdadera grandeza de su madre, no es haberle dado su sangre, sino el hecho de ser «la humilde esclava de Dios», como nos lo enseñará Lucas cuando escribirá su evangelio, algunos años después. Pero esto nos lo ha dicho ya Marcos, aquí de un modo enigmático.

Señor, ayúdanos a vivir nuestros lazos familiares como un primer aprendizaje y un primer lazo de amor… sin encerrarnos en círculo alguno. 

Noel Quesson
Evangelios 1

Semana de oración por la unidad de los cristianos

A LOS QUE ORGANIZAN LA SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

La búsqueda de la unidad durante todo el año

En el hemisferio norte la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se celebra tradicionalmente del 18 al 25 de enero. Estas fechas fueron propuestas en 1908 por Paul Watson para cubrir el periodo entre la fiesta de san Pedro y la de san Pablo, que tienen un hondo significado. En el hemisferio sur donde el mes de enero es tiempo de vacaciones, las Iglesias adoptan otras fechas para celebrar la Semana de Oración, por ejemplo, en torno a Pentecostés (sugerida por el movimiento Fe y Constitución en 1926), que también es una fecha simbólica para la unidad de la Iglesia.

Teniendo presente esta exigencia de flexibilidad, invitamos a utilizar estos materiales a lo largo de todo el año para expresar el grado de comunión que las Iglesias ya han alcanzado y para orar juntos con el fin de alcanzar la plena unidad querida por Cristo.

Adaptación del texto

Estos materiales se ofrecen dando por supuesto que siempre que sea posible se adaptarán para ser utilizados localmente. Al hacerlo, se deberán tener en cuenta las prácticas litúrgicas y devocionales locales así como el propio contexto socio-cultural. Tal adaptación debería hacerse a través de una colaboración ecuménica. En algunos lugares estas estructuras ecuménicas para adaptar los materiales ya existen; en otros, esperamos que la necesidad de que sean adaptados constituya un estímulo para la creación de estas estructuras.

El uso del material de la Semana de Oración

  • Para las Iglesias y las Comunidades cristianas que celebran juntas la Semana de Oración en un solo momento de oración, se propone un esquema de celebración ecuménica.
  • Las Iglesias y las Comunidades cristianas pueden igualmente incorporar a sus propias celebraciones oraciones y textos de la Semana de Oración. Las oraciones de la celebración ecuménica, del Octavario, u otras oraciones adicionales también pueden utilizarse según se considere oportuno en cada caso.
  • Las Comunidades que siguen la Semana de Oración en sus celebraciones cada día de la semana pueden usar el material propuesto para los ocho días.
  • Las personas que deseen realizar estudios bíblicos sobre el tema de la Semana de Oración pueden usar los textos bíblicos y las reflexiones ofrecidas para el Octavario. Estas reflexiones diarias pueden terminar con una oración conclusiva de intercesión.
  • Las personas que deseen orar en privado, pueden usar este material para focalizar sus intenciones, sintiéndose así en comunión con todos los que oran en el mundo por una mayor unidad visible de la Iglesia de Cristo.

TEXTO BÍBLICO PARA EL 2022

Mateo 2, 1-12

Jesús nació en Belén un pueblo de Judea, durante el reinado de Herodes. Por entonces llegaron a Jerusalén, procedentes de Oriente, unos sabios, que preguntaban:
— ¿Dónde está el rey de los judíos recién nacido? Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.

El rey Herodes se inquietó mucho cuando llegó esto a sus oídos, y lo mismo les sucedió a todos los habitantes de Jerusalén. Así que ordenó que se reunieran los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley para averiguar por medio de ellos dónde había de nacer el Mesías. Ellos le dieron esta respuesta:

— En Belén de Judá, porque así lo escribió el profeta: Tú, Belén, en el territorio de Judá,

no eres en modo alguno la menor entre las ciudades importantes de Judá, pues de ti saldrá un caudillo
que guiará a mi pueblo Israel.

Entonces Herodes hizo llamar en secreto a los sabios para que le informaran con exactitud sobre el tiempo en que habían visto la estrella. Luego los envió a Belén diciéndoles:
— Id allá y averiguad cuanto os sea posible acerca de ese niño. Y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber para que también yo vaya a adorarlo.

Los sabios, después de oír al rey, emprendieron de nuevo la marcha, y la estrella que habían visto en Oriente los guió hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de alegría. Entraron entonces en la casa, vieron al niño con su madre María y, cayendo de rodillas, lo adoraron. Sacaron luego los tesoros que llevaban consigo y le ofrecieron oro, incienso y mirra.

Y advertidos por un sueño para que no volvieran adonde estaba Herodes, regresaron a su país por otro camino.

Biblia Traducción Interconfesional (BTI)

INTRODUCCIÓN AL TEMA DEL AÑO 2022

Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo

(Mt 2, 2)

Según el Evangelio de Mateo (2, 1-12), la aparición de la estrella en el cielo de Judea es una señal de la esperanza que durante tanto tiempo el pueblo había aguardado. Es la señal que condujo a los Magos y a todos los pueblos de la tierra al lugar de la manifestación del verdadero Rey y Salvador. Esta estrella es un don, un signo de la presencia del amor de Dios para toda la humanidad. Para los Magos fue la señal de que un rey había nacido. Con su resplandor, guía a la humanidad hacia una luz más intensa, la nueva luz de Jesús, que ilumina a cada persona y nos introduce en la gloria del Padre y en su esplendor radiante. Jesús es la luz que ha entrado en nuestras tinieblas cuando se encarnó en la Virgen María, por obra del Espíritu Santo, y se hizo hombre. Jesús es la luz que traspasó las tinieblas del mundo cuando se anonadó a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte por nuestra salvación. De esta forma ilumina nuestro camino hacia Dios, para que podamos llegar a conocer al Padre y conocer el amor que nos tiene; el amor del que entregó a su Hijo único por nosotros, para que quien crea en él no llegue a perecer, sino que tenga vida eterna.

Los Magos vieron la estrella y la siguieron. Tradicionalmente los comentaristas han considerado las figuras de los Magos como un símbolo de la diversidad de los pueblos conocidos en ese momento, y un signo de la universalidad de la llamada de Dios representada en la luz de la estrella que brilla desde el Oriente. Igualmente la incansable búsqueda del recién nacido por parte de los Magos es expresión del hambre de verdad, bondad y belleza de toda la humanidad que, desde el comienzo de la creación, ha experimentado en su corazón el anhelo de Dios, deseando poder alabarlo. La estrella apareció cuando el Divino Niño nació en la plenitud de los tiempos. Anunciaba la tan esperada intervención salvífica de Dios, que dio comienzo con el misterio de la Encarnación.

Los Magos manifiestan la unidad de todos los pueblos deseada por Dios. Viajan desde países lejanos, y representan diversas culturas, impulsados por la misma hambre de ver y conocer al rey recién nacido, y juntándose en la pequeña casa de Belén, adoran con sencillez y ofrecen sus regalos. Los cristianos están llamados a ser una señal ante el mundo de la unidad que Dios trae consigo. Procedentes de diferentes culturas, razas y lenguas, los cristianos comparten una misma búsqueda de Cristo y un deseo común de adorarlo. La misión del pueblo cristiano es, por tanto, la de ser un signo, como la estrella, que guíe el anhelo de Dios de toda la humanidad hacia Cristo, y convertirse en mediación para que Dios lleve a cabo la unidad de todos los pueblos.

Los Magos rinden homenaje al Niño abriendo los cofres de sus tesoros y ofreciendo sus dones que, desde la antigua tradición cristiana, se han entendido como signos de la misma identidad de Cristo: oro por su realeza, incienso por su divinidad; y mirra presagiando su muerte.

La diversidad de dones, por tanto, es expresión de los distintos puntos de vista que cada tradición cristiana tiene de la persona y obra de Jesús. De manera que, cuando los cristianos se reúnen y abren sus cofres y sus corazones para rendir homenaje a Cristo, todos se enriquecen al compartir los dones de sus diversos puntos de vista.

La estrella surgió en el Oriente (Mt 2, 2). Desde Oriente sale el sol, y desde lo que hoy conocemos como el Próximo Oriente, vino la salvación de nuestro Dios, por su infinita misericordia, bendiciéndonos con el nuevo amanecer que viene de lo alto (Lc 1, 78). Pero la historia del Próximo Oriente se caracterizó, y aún hoy se sigue caracterizando, por conflictos y luchas, y está manchada de sangre y oscurecida por la injusticia y la opresión. Recientemente, a partir de lo que se conoce como la Nakba palestina (término árabe con el que se denomina el éxodo de la población árabe palestina en la guerra de 1948), la región ha padecido una serie de guerras y revoluciones sangrientas, así como el auge del extremismo religioso. La historia de los Magos también está marcada por la oscuridad, como el caso de la orden despótica de Herodes de asesinar a todos los niños de Belén y sus alrededores con menos de dos años (Mt 2, 16-18). La crueldad de este relato resuena a lo largo de la historia del Próximo Oriente y también en su complicado momento presente.

Fue en el Próximo Oriente donde la Palabra de Dios arraigó y dio sus frutos, y la cosecha fue de treinta, sesenta y hasta cien veces más. Y desde el mismo Oriente los apóstoles comenzaron a predicar el Evangelio hasta los confines de la tierra (Hch 1, 8). El Oriente Próximo ha dado miles de testigos y mártires cristianos. Y, aún hoy en día, esta pequeña comunidad cristiana se ve amenazada, por lo que muchos de sus miembros se ven obligados a buscar una vida más segura y en paz en otros lugares. Como la luz del Niño Jesús, la luz del cristianismo del Próximo Oriente está cada vez más amenazada en estos tiempos difíciles.

Jerusalén es un símbolo importante para los cristianos, porque es la ciudad de la paz donde la humanidad fue salvada y redimida. Pero hoy en día la paz ha desaparecido de Jerusalén. Distintos partidos la reivindican, pero sin tener en cuenta a los demás. Incluso el culto y la oración en Jerusalén se han convertido en materia sobre la que se toman medidas políticas y militares. Jerusalén era la ciudad de los reyes, la ciudad en la que Jesús hará su entrada triunfal, aclamado como rey (Lc 19, 28-44). Por eso los Magos esperaban encontrar al nuevo rey recién nacido – según les había revelado la estrella – en esta ciudad real. Sin embargo, la narración nos dice que, en lugar de haber sido bendecida por el nacimiento del Rey Salvador, la ciudad de Jerusalén estaba envuelta en tumultos, al igual que hoy en día.

Hoy, más que nunca, el Próximo Oriente necesita una luz celestial para acompañar a su pueblo. La estrella de Belén es una señal de que Dios camina con su pueblo, siente su dolor, escucha su grito y le muestra su compasión. Nos asegura que, aunque las circunstancias cambien y vengan terribles desastres, la fidelidad de Dios es infalible. El Señor ni duerme ni descansa. Camina al lado de su pueblo y sale a su encuentro cuando está perdido o en peligro. El camino de la fe es este caminar con Dios que siempre vela por su pueblo y que nos guía por las complejas sendas de la historia y de la vida.

Para esta Semana de Oración, los cristianos de Oriente Próximo han elegido el tema de la estrella que surgió en el Oriente por diversas razones. Son muchos los cristianos occidentales que celebran la Navidad, la fiesta más antigua, que también es la fiesta principal para muchos cristianos orientales. Es la fiesta de la epifanía, la revelación de la salvación de Dios a todas las naciones en Belén y en el Jordán. Este énfasis en la teofanía (la manifestación) es, en cierta forma, uno de los tesoros que los cristianos del Próximo Oriente pueden ofrecer a sus hermanos y hermanas de todo el mundo.

La estrella guía a los Magos haciéndolos pasar por el alboroto de Jerusalén, donde Herodes planea el asesinato de vidas inocentes. Todavía hoy en día, en varias partes del mundo, los inocentes sufren violencia y amenazas, y jóvenes familias han de huir de tiranos como Herodes y Augusto. En esas situaciones, los seres humanos buscan una señal que les confirme que Dios está con ellos. Buscan al rey recién nacido, rey de bondad, paz y amor. Pero, ¿dónde está la estrella que les guíe hasta él? La misión de la Iglesia es ser la estrella que ilumine el camino hacia Cristo, que es la Luz del mundo. Siendo estrella, la Iglesia se convierte en signo de esperanza en un mundo lleno de aflicción, y en signo de la presencia de Dios que acompaña a su pueblo en las dificultades de la vida. A través de la palabra y de la acción, los cristianos estamos llamados a iluminar el camino para que Cristo pueda revelarse de nuevo a todas las naciones. Pero las divisiones entre nosotros atenúan la luz del testimonio cristiano y oscurecen el sendero, impidiendo que otros puedan encontrar su camino hacia Cristo. Por el contrario, los cristianos unidos en la adoración a Cristo, abriendo los cofres de sus tesoros en un mutuo intercambio de dones, se convierten en un signo de la unidad que Dios desea para toda la creación.

Los cristianos de Oriente Próximo ofrecen estos recursos para la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos siendo conscientes de que el mundo comparte muchas de las aflicciones y dificultades que ellos mismos experimentan, y de que anhela una luz que lo guíe en el camino hacia el Salvador, que es el único que vence las tinieblas. La pandemia mundial de COVID-19 y la consecuente crisis económica, y el fracaso de las estructuras políticas, económicas y sociales para proteger a los más débiles y vulnerables, han subrayado la necesidad global de que una luz brille en las tinieblas. La estrella que brilló en Oriente, en Oriente Próximo, hace dos mil años nos sigue llamando a acudir al pesebre, donde Cristo nace. Nos conduce allí donde el Espíritu de Dios está vivo y operante, a la realidad de nuestro bautismo, y a la transformación de nuestros corazones.

Después de encontrarse con el Salvador y adorarlo juntos, los Magos regresaron a sus países por un camino distinto, habiendo sido advertidos en un sueño. Del mismo modo, la comunión que experimentamos en nuestra oración compartida debe inspirarnos a regresar a nuestra vida, a nuestras Iglesias y a nuestro mundo también por nuevos caminos. Transitar un camino distinto es una invitación al arrepentimiento y a la renovación de nuestra vida personal, de nuestras Iglesias y de nuestra sociedad. Seguir a Cristo es nuestro nuevo camino, y, en un mundo volátil y cambiante, los cristianos deben permanecer tan firmes y estables como las constelaciones y los planetas. Pero, ¿qué significa esto en la práctica? Servir al Evangelio hoy exige el compromiso de defender la dignidad humana, especialmente en los más pobres, los más débiles y los marginados. Exige por parte de las Iglesias transparencia y responsabilidad en sus relaciones mutuas y en su relación con el mundo. Esto significa que las Iglesias deben cooperar para proporcionar alivio a los afligidos, para acoger a los desplazados, para confortar a los abatidos y para construir una sociedad justa y honesta. Se trata de una llamada a que las Iglesias trabajen juntas, de manera que los jóvenes puedan construir un futuro conforme al corazón de Dios, en el que todos los seres humanos puedan experimentar la vida, la paz, la justicia y el amor. El nuevo camino entre las Iglesias es el camino de la unidad visible que buscamos con abnegación, valentía y audacia, hasta el día en que «Dios sea soberano de todo» (1 Co 15, 28).

Música – Domingo IV de Tiempo Ordinario

Entrada: ¡Sálvanos, Señor Jesús!, / CLN A14; Como brotes de olivo, CLN 528 ; Iglesia peregrina CLN 408;   Reúne, Señor, a tu Iglesia, MD 189 (789)
En Latin: Laetetur cor quaerentium
Salmo  Responsorial y Aleluya: Mi boca anunciará,  (Propio)
Comunión: ¡Oh, Señor!, delante de ti,(Cantos varios); Señor, yo no soy digno, /CLN O40;Tu noche será luz CLN 124;  Yo soy el pan de vida, CLN O38 Donde hay caridad y amor CLN 026)
Final: Id y enseñad,  / CLN 409

Recursos – Ofertorio Domingo IV de Tiempo Ordinario

PRESENTACIÓN DE UNA COPA

(Un miembro cualquiera de la comunidad hace esta ofrenda, consistente en una copa de cristal bien limpia. Tras dársela al Presidente, dice:)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, yo te ofrezco hoy, en nombre de toda la comunidad y de cada uno de nosotros y de nosotras, esta copa bien limpia, que transparenta su fondo. Con ella va nuestro deseo de ser coherentes y rechazar el fariseísmo en sus múltiples expresiones, que dice lo que no cree y menos aún practica lo que predica.

PRESENTACIÓN DE UNOS EVANGELIOS

(Conviene que lo presente algún agente de la evangelización)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor, te traigo y te ofrezco estos Evangelios y, con ellos, nuestra decisión firme de seguirlos y seguir los pasos de tu Hijo Jesucristo. Ellos son el libro de tus discípulos y discípulas, nuestro libro. De ellos dependen nuestras personas y nuestras vidas. Su cumplimiento lo queremos vivir como la ofrenda de nuestras personas, de nuestro ser y de nuestra existencia. Hoy, queremos unir nuestras vidas a la de tu Hijo Jesucristo. Seguro que Tú, así, nos las aceptas incondicionalmente, pues en tu Hijo se complementa lo que, por nuestra debilidad e infidelidad, somos incapaces de realizar. Lleva, Señor, nuestros deseos a la concreción de la realidad. Para ello te pedimos tu Espíritu Santo, que será nuestra fortaleza.

PRESENTACIÓN DE UN RECIPIENTE CON LEVADURA

(Debe hacer la ofrenda una persona adulta de la comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro, yo te traigo este pequeño recipiente lleno de levadura, una sustancia capaz de transformar una gran cantidad de masa. Y lo hago en nombre de los cristianos y cristianas militantes en esa lucha por crear una sociedad más humana, más igualitaria y más solidaria; esto es, más justa y para todos y para todas. Te ofrecemos las vidas de tantas personas que viven y trabajan para que todo esto sea verdad. Y haznos a nosotros y a nosotras con capacidad de entrega y de servicio para seguir adelante en la causa del Evangelio.

PRESENTACIÓN DE UNA JARRA DE AGUA

(Conviene que sea una jarra de cristal, para que se pueda ver el agua que contiene. La presenta una persona de la Comunidad)

ORACIÓN – EXPLICACIÓN: Señor y Padre nuestro: Jesús nos recuerda en el evangelio, que un vaso de agua dado con amor no quedará sin recompensa. Te presento, en nombre de toda la Comunidad, esta jarra de agua, como expresión de tantos gestos de amor y de fraternidad como se viven en nuestro mundo; muchos de estos gestos, son callados y ocultos. Pero también te ofrecemos con esta jarra nuestro compromiso, concreto y generoso, de ser cercanos y cercanas y solidarios y solidarias, mujeres y hombres que comparten en la sencillez de la vida. Te pedimos que nos ayudes en esta tarea.

Oración de los fieles – Domingo IV de Tiempo Ordinario

Con la humildad que nos hace verte Señor de todas las cosas y con la seguridad que nos da el sabernos hijos tuyos, ponemos en tus manos nuestra plegaria: 

TU MISERICORDIA ES ETERNA

1. – Por el Papa, los obispos y sacerdotes, para que el Espíritu de Dios esté siempre sobre ellos, para que anuncien al mundo la Buena Noticia. OREMOS

2. – Por todos aquellos que se sienten perseguidos por proclamar la Palabra de Dios, para que el Señor les asista en la dificultad. OREMOS

3. – Por los gobernantes y los pueblos para que sean capaces de escuchar la Palabra de Dios y rectifiquen aquellas conductas que puedan ofenderle. OREMOS

4. – Por los matrimonios, para que busquen la perfección del amor tal y como la anuncia Pablo. OREMOS

5. – Por nosotros aquí reunidos y cuantos se reúnen en torno al Pan vivo, para que seamos capaces de dar lo mejor de nosotros mismos sin límites. OREMOS

6. – Por todos niños que van a nacer para que “consagrados desde el vientre materno” sean fieles a la voluntad del Señor. OREMOS

Señor, atiende con magnanimidad lo que tu pueblo de ti solicita, por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.


Oremos al Señor nuestro Dios, rico en misericordia y compasivo. Él siempre escucha las súplicas de sus hijos.

ESCÚCHANOS, SEÑOR.

1. – Por el Papa Francisco y por todos los Cardenales de la Iglesia para que el Señor Jesús les incremente su amor hasta el heroísmo. OREMOS

2. -Por la necesidad imperiosa de Evangelizar y por los resultados de la Jornada Pontificia de la Infancia Misionera, siendo el niño un portador notable de la Palabra de Dios. OREMOS

3. – Por los que viven preocupados de tener más; para que comprendan que el hombre se realiza en la donación y el servicio. OREMOS

4. – Por los pobres, los enfermos, los solos; para que encuentren personas capaces de ayudarles en sus necesidades. OREMOS

5.- Por los gobiernos de las naciones; para que miren siempre el bien de todos, ocupándose de los más desfavorecidos. OREMOS

6. – Por nosotros; presentes en la Eucaristía, para que tomemos en serio la responsabilidad que tenemos de ofrecer nuestro amor y servicio a toda la Iglesia. OREMOS

Señor, Tú, que has enviado a Jesús a curar nuestras dolencias y enfermedades, escucha nuestras súplicas.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Conversión de san Pablo

La fiesta de hoy tiene un título inadecuado: Ni en sus cartas ni en el libro de los Hechos se aplica Pablo a sí mismo el término “conversión” o se pone por sujeto del verbo “convertirse”. Si alguien le hubiese preguntado si él era un converso, seguramente lo habría negado con rotundidad: su vida estuvo siempre, antes y después de lo de Damasco, entregada con pasión a la causa de Dios, primero a la del Dios de la alianza con Abrahán, luego a la del Dios que resucitó a su hijo Jesús, que es el mismo Dios. “En cuanto a la búsqueda de la justicia que viene por la Ley [en el judaísmo] era intachable” (Flp 3,6); “lo tengo todo por basura en comparación con el conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por el cual he dejado todo” (Flp 3,8). Pablo fue siempre fiel.

Pero en su vida hubo un antes y un después, y tuvo que vencer resistencias que le impedían avanzar. No es tampoco exacto que Pablo haya perseguido a la Iglesia, aunque él usa esa expresión; él persiguió a un sector del judaísmo que se había hecho cristiano, y que, por ese motivo, buscaba ser salvado por la fe en Jesús y no por determinadas prácticas legales antiguas. Esto Pablo lo vio como menosprecio del tesoro religioso de Israel, y su fidelidad a Dios le obligó a intervenir, incluso quizá violentamente. Su deseo era purificar la propia religión judía, aparentemente maltratada por algunos. Pero Dios le abrió los ojos, como ya se los había abierto a aquellos supuestos trasgresores, y Saulo se unió a ellos, a la nueva forma de culto a Yahvé según lo realizado por él en su hijo Jesús. Pablo percibió que el judaísmo había “crecido”, en cierto modo había alcanzado su meta, pues ya se dejaba guiar por el Mesías en quien había esperado. El judío Saulo, con la fuerza de Dios, se incorporó a ese “crecimiento”, al movimiento mesiánico, a vivirlo y a fomentarlo.

Seguramente no todos nosotros estamos llamados a dar pasos tan espectaculares, pero sí a dejarnos iluminar por Dios para avanzar en el camino de la fe. Y podemos encontrarnos con impedimentos semejantes a los de Pablo: él era el religiosamente autosatisfecho, quizá un tanto orgulloso de su fidelidad; era el que, en los asuntos de Yahvé y su Ley, se las sabía todas. Solo una convulsión por obra de Dios mismo le permitió preguntar “¿Qué debo hacer, Señor?”, ¡él, que lo tenía todo tan claro, desde siempre!

El autor de Hechos expone bien los pasos:

  • ”Dios te ha elegido”. Es una nueva elección sobre la que ya gozaba como israelita; una elección dinámica, que no lo da todo de una vez: irá descubriendo el camino.
  • ”Dios te ha hecho ver y oír a Jesús”. Un encuentro en profundidad: experiencia de  cumplimiento de la esperanza judía, vivir la gran novedad, gozar del cambio de época.
  • ”Dios te hace una encomienda”: trabajar por que todos le conozcan, no solo los judíos.

A ello responderá con agradecimiento: “por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí” (1Co 15,10); y con entrega: “desde Jerusalén hasta la Iliria, y en todas las direcciones, lo he llenado todo del Evangelio de Cristo” (Rm 15,19). Un discípulo lo reformulará en su nombre: “He combatido el buen combate, he completado la carreara, me he mantenido fiel” (2Tim 4,7).

Severiano Blanco cmf

Meditación – Conversión de san Pablo

Hoy celebramos la Conversión de san Pablo.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 16, 15-18):

En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».

Queridos muchachos y chicas, queridos jóvenes, hoy es la fiesta de la conversión de San Pablo y la Iglesia nos ofrece en la liturgia de hoy, el texto de Marcos 16, 15-18 donde Jesús nos dice que vayamos por todo el mundo, que recorramos la historia, que caminemos la realidad, que no nos quedemos encerrados, pero para algo, para dos cosas, para ayudarlo en dos realidades. Primera: para predicar, es decir para anunciar a Jesucristo; y segundo: para curar, es decir para anunciar la Salvación de Dios. Los obispos en Aparecida, en el número 28, en ese encuentro que ya lleva tres años de concluído y que nos regaló un documento conclusivo muy jugoso donde se nos habla de cómo evangelizar hoy y que es bueno leerlo en esta fiesta de la conversión de San Pablo. Nos habla de la alegría de ser discípulos y siervos de Jesucristo y dice: “En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípulos del Señor y de haber sido enviado con el tesoro del Evangelio, ser cristiano no es una carga, sino un don. Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo Salvador”… y continúa. “La alegría que hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, llegue a todos cuanto yacen al borde del camino pidiendo limosna y compasión”. Porque, dicen los obispos de Aparecida, la alegría del discípulo no es un sentimiento de bienestar egoísta, sino una certeza que brota de la fe, que serena el corazón y capacita para anunciar la buena nueva del amor de Dios. Queridos muchachos y chicas, este es el proyecto de vida, que la fiesta de la conversión de San Pablo y este Evangelio de envío de Marcos 16 nos propone, un proyecto de vida donde el centro de gravedad no sea nuestro propio egoísmo, nuestra mediocridad, o nuestros gustos pasajeros, sino donde el centro y el eje sea Jesucristo el Señor de la historia, aquel a cual pertenecemos y que nos pertenece desde el día de nuestro bautismo y más si estamos confirmados. San Pablo, de perseguidor de los cristianos por el paso de Dios de Jesucristo en su vida, se transformo en el heraldo del Evangelio, en el Apóstol clave que anunció en todo el mundo no judío de aquel momento, es decir entre los paganos, que Jesucristo era el Señor. Y Él con sencillas palabras, luego de ser convertido y de su experiencia de haber perseguido a los cristianos y de haberlo hecho de buena fe seguramente, nos dice a nosotros hoy, que el mejor regalo que puede recibir cualquier persona es conocer a Jesús, porque nosotros, lo mejor que nos ha ocurrido en la vida es haberlo encontrado y lo mejor que podemos hacer en la vida, es darlo a conocer con nuestras palabras, nuestras obras y nuestro gozo. Que Dios los bendiga y que por la intercesión de San Pablo, en esta fiesta de su conversión, podamos cada uno de nosotros encontrar el punto de cocción para que ese corazón que está en cada uno de nosotros, sea todo de Dios y desde ahí este como abierto a los demás y a poder amar (con mayúsculas) y de verdad.

Monseñor Fernando Maletti

Liturgia – Conversión de San Pablo

LA CONVERSIÓN DE SAN PABLO, apóstol, fiesta

Misa de la fiesta (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio I Apóstoles.

Leccionario: Vol. IV

  • Hch 22, 3-16. Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando el nombre de Jesús.

O bien: Hch 9, 1-22. Allí se te dirá lo que tienes que hacer.

  • Sal 116. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.
  • Mc 16, 15-18. Id al mundo entero y proclamad el Evangelio.

Antífona de entrada             2Tm 1, 12; 4, 8
Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que el juez justo tiene poder para velar hasta aquel día por el depósito que se me confió.

Monición de entrada y acto penitencial
Hoy celebramos la fiesta de la conversión del apóstol san Pablo. En torno al año 31 o 32 de nuestra era, viajando hacia Damasco, en la actual Siria, cuando aún perseguía a muerte a los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Para san Pablo lo sucedido significó el vuelco de su vida: fue alcanzado por Cristo hasta el punto de que cuanto para él había sido una ganancia, se convirtió en pérdida. Su conversión hizo de él un cristiano y su existencia pasó a ser la de un apóstol apasionado que se hizo todo para todos.

            Yo confieso…

Gloria

Oración colecta
OH, Dios,
que has instruido al mundo entero
con la predicación de san Pablo, apóstol,
concede a cuantos celebramos hoy su conversión,
avanzar hacia ti, siguiendo su ejemplo,
y ser en el mundo testigos de tu verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
En esta festividad de san Pablo, convertido a Cristo y elegido apóstol suyo, oremos al Señor.

1.- Para que, como san Pablo, todos los cristianos se sientan en comunión con la Iglesia universal y particular. Roguemos al Señor.

2.- Para que también nosotros, siguiendo el ejemplo de san Pablo, conozcamos mejor a Cristo y lo sigamos. Roguemos al Señor.

3.- Para que, leyendo y meditando las cartas de san pablo, crezca nuestra fe y se traduzca en obras. Roguemos al Señor.

4.- Para que nosotros también, como san Pablo, testigo fiel de Jesucristo, sepamos dar buen testimonio del nombre de Cristo. Roguemos al Señor.

5.- Para que pronto llegue el día en el que todos cuantos creemos en Cristo podamos compartir el pan y el cáliz de una misma eucaristía. Roguemos al Señor.

Acoge, Padre bueno, las oraciones de tu pueblo, que celebra la conversión del apóstol san Pablo; te pedimos que sus enseñanzas iluminen siempre a la Iglesia, y a nosotros nos ayude a ser fieles a tu Evangelio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
AL celebrar estos divinos misterios,
te pedimos, Señor, que el Espíritu
nos ilumine con aquella luz de la fe
que alumbró al apóstol san Pablo
para propagar siempre tu gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio I de los apóstoles

Antífona de comunión          Ga 2, 20
Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.

Oración después de la comunión
SEÑOR Dios nuestro,
que los sacramentos recibidos
acrecienten en nosotros aquel ardor de la caridad
que abrasó al apóstol san Pablo
y le impulsó al cuidado de todas las Iglesias.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
• Dios que os ha edificado sobre el cimiento de los apóstoles, por la intercesión gloriosa de san Pablo, apóstol, os llene de sus bendiciones.

• Quien os ha enriquecido con la palabra y el ejemplo de los apóstoles os conceda su ayuda para que seáis testigos de la verdad ante el mundo.

• Para que así obtengáis la heredad del reino eterno, por la intercesión de los apóstoles, por cuya palabra os mantenéis firmes en la fe.

• Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo † y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros y os acompañe siempre.

Martirologio 25 de enero

ELOGIOS DEL 25 DE ENERO

 

Fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol. Viajando hacia Damasco, en la actual Siria, cuando aún maquinaba amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, el mismo Jesús glorioso se le reveló en el camino y lo eligió para que, lleno del Espíritu Santo, anunciase el Evangelio de la salvación a los gentiles. Sufrió muchas dificultades a causa del nombre de Cristo. (c. 67)

2. Conmemoración desan Ananías, discípulo del Señor, que en Damasco bautizó a san Pablo. (s. I)

3*. En Pozzuoli, en la región hoy italiana de Campania, san Artemas, mártir. (s. III/IV)

4. En Cartago, actual Túnez, san Agileo, mártir, en cuyo aniversario de muerte san Agustín ofreció, en su honor, un sermón al pueblo en su basílica.(s. III/IV)

5. En la ciudad de Nazianzo, en la región de Capadocia, hoy Turquía, muerte de san Gregorio, obispo, cuya memoria se celebra el día dos de enero. (379)

6. Conmemoración desan Bretanión, obispo de Tomis, en Escitia, actual Rumanía, que se opuso enérgicamente al emperador arriano Valente y se distinguió por su santidad y por su celo en defensa de la fe católica. (s. IV)

7. En Tabennesi, en la región de Tebaida, en Egipto, san Palemón, anacoreta, hombre asiduo a la oración y de gran austeridad, que fue maestro de san Pacomio. (s. IV)

8. En Clermont-Ferrand, en el territorio de Aquitania, actualmente Francia, san Preyecto, obispo, y Amarino, hombre de Dios, que fueron asesinados por los notables de la ciudad. (676)

9. En Marchiennes, en Fiandre, también en la Francia actual,san Popón, abad de los monasterios de Stavelot y Malmedy, que difundió en muchos cenobios de Lotaringia la observancia de Cluny. (1048)

10*. En Ulm, ciudad de Suabia, actualmente Alemania, beato Enrique Suso, presbítero de la Orden de Predicadores, que soportó pacientemente muchos contratiempos y enfermedades, compuso un tratado sobre la sabiduría eterna y predicó asiduamente sobre el Nombre de Jesús. (1366)

11*. En el lugar de Amándola, en el Piceno, hoy región de Las Marcas, en Italia, beato Antonio Migliorati, presbítero de la Orden de Ermitaños de San Agustín. (1450)

12*. En Mantua, en la región italiana de Lombardía, beata Arcángela (Leonor) Girlani, virgen de la Orden del Carmen, priora del convento de Parma y fundadora del cenobio de Mantua. (1495)

13*. En Tortosa, en España, beato Manuel Domingo y Sol, presbítero, que instituyó la Hermandad de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús, para fomentar las vocaciones sacerdotales. (1909)

14*. En Alessandria, en la región del Piamonte, en Italia, beata María Antonia (Teresa) Grillo, religiosa, que, al quedar viuda, asumió con misericordia las necesidades de los pobres y, después de vender todas sus posesiones, fundó la Congregación de Hermanitas de la Divina Providencia. (1944)

15*. En el campo de concentración de Dachau, cercano a la ciudad de Munich, en Alemania, beato Antonio Swiadek, presbítero y mártir, que en tiempo de guerra, por defender la fe ante quienes seguían doctrinas que negaban la dignidad humana y cristiana, adquirió una corona inmarcesible. (1945)

– Beato Francesco Zirano (1563- Argel, Argelia 1603). Sacerdote de la Orden de los Frailes Menores Conventuales, asesinado por odio a la fe.