Lectio Divina – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre”

1.- Oración introductoria.

         Señor, de nuevo estoy a tu lado.  Para mí la oración no es un lujo sino una necesidad. Yo necesito comer y beber; dormir y respirar. Gracias porque también siento necesidad de rezar. Así puedo asegurar siempre mi oración. Si no sintiera esa dulce necesidad de estar contigo, me olvidaría de orar. ¿Y qué sería yo sin oración? Sería como una planta que no se riega, como un día sin sol, como una noche sin estrellas.

2.- Lectura reposada del Evangelio según san Marcos 7, 14-23

Llamó otra vez a la gente y les dijo: Oídme todos y entended. Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, pueda contaminarle; sino lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Quien tenga oídos para oír, que oiga. Y cuando, apartándose de la gente, entró en casa, sus discípulos le preguntaban sobre la parábola. Él les dijo: ¿Conque también vosotros estáis sin inteligencia? ¿No comprendéis que todo lo que de fuera entra en el hombre no puede contaminarle, pues no entra en su corazón, sino en el vientre y después se elimina en lugares retirados? – así declaraba puros todos los alimentos-. Y decía: Lo que sale del hombre, eso es lo que contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las intenciones malas: fornicaciones, robos, asesinatos, adulterios, avaricias, maldades, fraude, libertinaje, envidia, injuria, insolencia, insensatez. Todas estas perversidades salen de dentro y contaminan al hombre.

3.- Lo que dice el texto bíblico

Meditación-Reflexión

La religión de Jesús es una religión del corazón. Nada se decide desde fuera; y nada que viene de fuera puede ser malo. Dios ha hecho buenas todas las cosas. Somos nosotros, con nuestro comportamiento, los que las hacemos malas. Y esa es nuestra enfermedad.  Como decía San Juan de la Cruz: “La enfermedad no es otra cosa que la falta de amor”. Jesús quiere que tengamos una mirada positiva hacia todo lo creado. Son hermosas las montañas, los valles, los ríos, los bosques, el mar, los árboles frutales, y también todos los animales. Y todo lo ha creado Dios para que lo cultivemos, lo usemos bien y lo disfrutemos. Dios quiere que tengamos una mirada limpia sobre las cosas, los animales y, sobre todo, sobre las personas creadas a su imagen y semejanza. La creación entera debe ser una verdadera “escala de Jacob” para ascender hasta Dios. Si el pecado ha desdibujado y, a veces, borrado el verdadero sentido de la creación, que sea el nuevo Adán, Jesucristo, el que nos devuelva el paraíso perdido. Que sea Jesús el que me haga sentir los “pasos de Dios” que nuestros padres sentían en el paraíso.

Palabra del Papa

“Cristo también pone en tela de juicio el «ojo», que es el símbolo de la intención del corazón y que se refleja en el cuerpo: un corazón lleno de amor vuelve el cuerpo brillante, un corazón malo lo hace oscuro.

¡Que el Señor nos cambie el corazón! Y así nos salvará. Nos protegerá de los tesoros que no nos ayuden en el encuentro con Él, en el servicio a los demás, y también nos dará la luz para ver y juzgar de acuerdo con el verdadero tesoro: su verdad. Que el Señor nos cambie el corazón para buscar el verdadero tesoro y así convertirnos en personas luminosas y no ser personas de las tinieblas”. (S.S. Francisco, 21 de junio de 2013, homilía en misa matutina en capilla de Santa Marta). 

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Haré hoy un esfuerzo por mirar toda la creación con una mirada limpia y transparente.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su palabra. Ahora yo le respondo con mi oración.

Hoy, antes de terminar mi oración, quiero pedirte que me des un corazón limpio, un corazón bueno, un corazón transparente. Nosotros que contaminamos los ríos, ensuciamos los mares, talamos los árboles, te pedimos que no contaminemos también la “ecología del corazón”. Que nunca ensuciemos ese corazón tan bello que tú nos has dado. Haz nuestros corazones semejantes al tuyo.

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Comentario – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Mc 7, 14-23

Nada hay en el exterior del hombre… que entrando en él pueda mancharle. Lo que sale del corazón… esto es lo que mancha al hombre.

El que tenga oídos para oír, que oiga.

Cuando se hubo retirado de la muchedumbre, y entrado en casa, los discípulos le preguntaron por el significado de la parábola.

Volvemos a encontrar pues el procedimiento ya usado por Jesús para la formación más intensiva de su grupito de discípulos.

¿Soy yo también de los que buscan comprender mejor? ¿Tengo «oídos para escuchar» la palabra secreta de Dios? ¿Sé ir más allá de la envoltura de las palabras del evangelio?

¿»Lejos de la muchedumbre», de corazón a corazón con Jesús, me pregunto sobre el «sentido» de sus palabras?

¿Tan faltos estáis de inteligencia? Este será un tema cada vez más frecuente en san Marcos: la ininteligencia de los mismos discípulos. Ver ya en Mc 4, 13 ¿No comprendéis?».

Empezamos a entrever por algunas frases de ese estilo, de qué modo Jesús ha debido encontrarse aislado, incluso entre sus mejores amigos. Atacado por sus enemigos.

Incomprendido por sus amigos; Jesús, por la profundidad misma de su personalidad misteriosa, estaba solo.

Paso unos instantes contemplando este sufrimiento del corazón de Jesús.

¿No comprendéis que…? Y Jesús, pacientemente, reemprende en la intimidad con sus discípulos, la explicación de lo que ya ha tratado de hacer comprender a la muchedumbre y a los fariseos.

No olvidemos que 40 años más tarde, cuando Marcos escribía este relato, la cuestión de los «alimentos prohibidos» no estaba aún completamente resuelta: los Hechos de los Apóstoles, el primer Concilio de Jerusalén, las Epístolas de san Pablo se hacen eco de las divergencias entre Pedro y Pablo en esas cuestiones. ¿Había que imponer a los paganos que entraban en la Iglesia las estrictas costumbres de la alimentación «pura e impura» que eran tradicionales entre los judíos?

Así Jesús declaraba puros todos los alimentos.

Cuando se sabe la importancia que para cada nación, o para cada provincia tienen las costumbres culinarias… se adivina que Jesús tenía sobre ello una visión amplia, universal, liberadora. La fe y la verdadera religión hacia Dios no están ligadas a estas costumbres.

Jesús se retrotrae en relación a los hábitos culturales de su propio pueblo. Es una ley esencial de la misión, -como nos lo ha recordado el Decreto conciliar sobre «La actividad misionera en la Iglesia»: «Los misioneros deben familiarizarse con las tradiciones nacionales y religiosas de los pueblos a evangelizar…, descubrir con alegría y respeto las simientes que el Verbo depositó y están escondidas en las diversas culturas…» Descubrir los valores de culturas que no son las nuestras. Al declarar que «todos los alimentos son puros, Jesús contravenía gravemente una tradición de su pueblo… pero lo hacía para abrir la Iglesia a todos los que no tenían esas tradiciones judías. Jesús pensaba en los paganos.

De dentro del corazón del hombre proceden los pensamientos perversos: las fornicaciones, los hurtos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las maldades, el fraude, la impureza, la envidia, la blasfemia, el orgullo. Todas estas maldades proceden del interior del hombre y lo manchan.

Pero Jesús pensaba también en los judíos y en todos los hombres. Todos tenemos necesidad de re-descubrir lo esencial desde el interior. Y es la simple conciencia universal, la moral más natural, lo que Jesús revalora.

Ninguna costumbre nacional, ninguna tradición de los antiguos, de los antepasados, puede ir en contra de esas leyes esenciales que todo hombre recto reconoce en el fondo de su conciencia.

Noel Quesson
Evangelios 1

¿Qué nos quiere decir hoy Jesús?

Bienaventuranzas – Lucas 6, 17.20-26

En aquel tiempo bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerususalén de la costa de Tiro y Sidón. El, levantando los ojos hacia sus discípulos, les dijo: Dichosos los pobres, / porque vuestro es el Reino de Dios. Dichosos los que ahora tenéis hambre, / porque quedaréis saciados. Dichosos los que ahora lloráis, / porque reiréis. Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero ¡ay de vosotros los ricos, / porque ya tenéis vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros los que estáis saciados, / porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, / porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas

Explicación

Jesús decía cosas tan importantes y hablaba al corazón de tal modo que, muchos, se reunían junto a él para escucharle. Sus palabras eran nuevas, y su modo de hablar era tan original que resultaba convencer a muchos de los que le escuchaban. Decía, por ejemplo : Seréis felices si no hacéis del dinero lo más importante para vivir. Desead mucho ( eso es tener hambre y sed ) la justicia y la paz . Que vuestro corazón sea tan sensible como para llorar con los que sufren. No tengáis miedo a quienes os puedan amenazar por ser amigos míos.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Escuchad y entended todos: […] lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”.Creo que esta verdad es ratificada desde nuestra experiencia personal ¿verdad? La pregunta que se me ocurre hacerle a Jesús en la oración de hoy es, Señor, ¿cómo limpiar mi interior? Lo mismo que limpiamos la casa, lavamos la ropa, el coche, o nos duchamos, ¿y yo por dentro? ¿Cómo me limpio? ¿No necesito purificarme, oxigenarme, purgarme…? No sé tú, yo al menos necesito hacerlo. Y como todas las cosas, esto necesita tiempo, como lo necesitan las tareas de limpieza anteriormente descritas.

Si te fijas en el final del evangelio, se termina con una lista de trece maldades que salen todas ellas de ese interior, ¡como para no hacer limpieza! Sí, hay que hacerla por salud personal, para curar el corazón, para vivir con paz interior, para mejorar nuestras relaciones con los demás, para quererme más a mí mismo, para hacerle sitio a Jesús, para apartar al Tentador y destruir su “huerto”, para ser más feliz… necesito “purificarme”, limpiar mi interior.

Vuelvo a la pregunta inicial: Jesús, ¿cómo? E imaginándomelo a mi lado, mirándome con cariño y una sonrisa en sus labios, puedo escuchar un susurro: “utiliza las mediaciones que te he dado”. Claro, yo tengo la intención y el deseo, pero no bastan para que la gracia (el amor curativo de Cristo) actúe, son necesarias las mediaciones, las fibras ópticas por donde circula la gracia con toda su potencia. La más fuerte y poderosa ha sido elevada a la categoría de sacramento, precisamente por ser la más eficaz: la reconciliación.

Reconcíliate contigo mismo, con los que te fastidian, con Jesús que te espera. No lo hagas de manera aislada, cerrado sobre ti mismo, utiliza la mediación de la Iglesia donde se expresa la fuerza curativa de Cristo, donde entras en comunión con todos, con múltiples oraciones que en el cielo y en la tierra interceden por tu perdón y tu paz en la alegría de la reconciliación. Sí, la paz; así lo reza la fórmula de la absolución “Dios todopoderoso… te conceda por el ministerio de la Iglesia el perdón y la paz. Y yo te absuelvo…” Claro que no es la única mediación, pero es la más poderosa. Están el examen, los escrutinios, el proyecto personal, etc. Pero de vez en cuando hay que lavar con jabón del bueno y frotar bien lo sucio.

La reina de Sabá aparece hoy en la primera lectura. No olvidemos la queja de Jesús respecto a esta extranjera: “La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón,  y aquí hay algo más  que  Salomón»  (Mateo  l  2,42).  ¿Tomamos en serio y aprovechamos bien la sabiduría que nos enseña cada día, sobre todo en las lecturas de la misa, el auténtico Maestro que Dios nos ha enviado, Jesús?

Juan Lozano, cmf

Meditación – Miércoles V de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles V de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 7, 14-23):

En aquel tiempo, llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo: «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Cuando dejó a la gente y entró en casa, le pidieron sus discípulos que les explicara la parábola. Él les dijo: «¿También vosotros seguís sin entender? ¿No comprendéis? Nada que entre de fuera puede hacer impuro al hombre, porque no entra en el corazón, sino en el vientre y se echa en la letrina» (Con esto declaraba puros todos los alimentos). Y siguió: «Lo que sale de dentro del hombre, eso sí hace impuro al hombre. Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los malos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

En el evangelio de hoy, Marcos 7, del 14 al 23, la palabra nos presenta la discusión de Jesús con los fariseos acerca de lo que es puro e impuro. Es un relato que tiene un simbolismo muy grande pero una vigencia aún más grande todavía. Por eso te propongo que meditemos algunos puntos:

El primero es “vivir en la libertad”. Jesús habla sobre la pureza y la impureza, pero no como se entendía hasta ese momento. Y acordate que en el judaísmo de esa época no se comían algunos alimentos porque eran considerados impuros. Entonces, no es que el Señor habla de lo que se puede o no se puede comer, porque deja en claro que nada es impuro, sino que va más allá. Él dice que lo que hace impuro al hombre es lo que sale de él, lo está en el corazón, no algo exterior. Fíjate qué interesante que es esto porque uno puede estar como inmerso en la impureza y no darse cuenta. Impureza en todo sentido, ¿eh?: lo que vemos, lo que hablamos, lo que escuchamos, las intenciones en el pensar y en el actuar también. Muchas veces nos acostumbramos a esas cosas y nuestros corazones van perdiendo eso de lindo y puro que nos quiere regalar el Señor. Por eso, ¿cómo se logra la pureza? Bueno, el Señor nos da una clave: empezando primero por nuestros corazones. Es decir, ir lavando nuestro interior para tener realmente una novedad. ¿Cuál es la novedad más grande que te viene a traer el Señor? Que hay algo que Dios sueña para vida, y que ese algo es la libertad. Una libertad que no consiste en hacer lo que uno quiere solamente, sino en ir y encontrarle un sentido, un propósito a cada acción. Descubrir qué hace que hagas una cosa y no otra. Dios nos pensó para ser felices, para estar en amistad con Él. ¿Querés ser libre verdaderamente? Bueno, recordá que Él siempre te va a amar y te va a sostener.

En segundo lugar, “tener cuidado con lo de afuera”. Vemos también en el pasaje de hoy que el Señor les explica a su apóstoles, porque no alcanzan, no terminan de comprender bien a qué se refería. Hay que tener cuidado con lo que va al corazón, al interior, dice Jesús. Entonces, vivir en la pureza es una gracia que hay que pedir, porque a veces nos alejamos muy fácil de la presencia de Dios. Muchas veces vos y yo también nos hacemos daño, somos orgullosos, buscamos la salida fácil, rifamos nuestra paz por nada, nos cuesta perdonar, herimos a los que están cerca. Bueno, cuántas situaciones, cuántas elecciones y cuántas actitudes que nos dejan como vacíos, que nos hieren, pero que también hieren y lastiman a los que tenemos al lado. Seguramente alguna se te ha ocurrido, ¿no? Por eso tenemos que aprender a decir basta. Tal vez en tu trabajo, en tu casa, con tu familia, en la facultad, incluso en la misma parroquia haya situaciones complicadas, situaciones de pecado en las que nos vamos acostumbrando a vivir, en las que nos volvemos indiferentes o apáticos. Y entonces claro, es muy fácil caer en esto de “y bueno, todo el mundo lo hace, yo también lo voy a hacer”. Es como que vamos justificando lo negativo. Y no estamos hablando de que tenés que armarte una coraza, sino justamente de permitirte ser diferente en este mundo en el que vivís. Pedile al Señor un corazón atento y fíjate cómo podrías vivir esa pureza de corazón hoy.

El tercer y último punto es “trabajar la interioridad”. Sos libre porque fuiste creado a imagen y semejanza de Dios. Por eso, de tu corazón puede venir todo lo bueno, pero, si te descuidás, por el pecado, puede venir todo lo malo también. Depende de vos y de lo que vayas cultivando en tu interioridad, en tu vida espiritual. Por eso hoy dejame que te pregunte cómo estás trabajando ese aspecto de tu vida. ¿Qué es lo que entra y qué es lo que sale de tu corazón? Cultivar tu vida espiritual es meterte en vos mismo y en Dios para que el Espíritu Santo te vaya guiando. Es hacer silencio para descubrir esa voz de Dios, encontrarte con la palabra, con la oración, con los sacramentos, servir a tus hermanos. Bueno, cuántas maneras de trabajar tu interior que Dios te regala. Ahí está esa paz y esa tranquilidad que muchas veces buscamos por fuera. Así que acordate: cada vez que estés alejado, que te estés alejando, pedile al Señor que haga crecer en vos ese querer estar con Él, ese tenerlo presente en el día a día. Pensá entonces, qué signos hoy Dios te está regalando para que puedas encontrarte con Él. Que tengas un buen día, y que la bendición de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo te acompañen siempre. Amén.

P. Matías Burgui

Liturgia – Miércoles V de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA V SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par

  • 1Re 10, 1-10. La reina de Saba percibió la sabiduría de Salomón.
  • Sal 36. La boca del justo expone la sabiduría.
  • Mc 7, 14-23. Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.

Antífona de entrada Sal 6, 3-4
Misericordia, Señor, que desfallezco, cura, Señor, mis huesos dislocados. Tengo el alma en delirio.

Monición de entrada y acto penitencial
En esta eucaristía, nos hacemos eco del grito de dolor de todos los enfermos y pedimos al Señor, varón de dolores, que les dé esperanza consuelo, paciencia, y que les haga comprender la gran eficacia redentora de sus sufrimientos, unidos a los de Cristo en su pasión.

• Tú que eres nuestro consuelo y nuestra esperanza. Señor, ten piedad.
• Tú que eres nuestra fortaleza y nuestra paz. Cristo, ten piedad.
• Tú que eres nuestra vida para siempre. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios,
tú quisiste que tu Hijo unigénito soportara nuestras debilidades
para manifestar el valor de la enfermedad y la paciencia humana;
escucha benévolo nuestras plegarias por los hermanos enfermos,
y concede a cuantos se hallan sometidos al dolor,
la aflicción o la enfermedad, la gracia de sentirse elegidos
entre aquellos que tu Hijo ha llamado dichosos,
y de saberse unidos a Cristo en su pasión para la redención del mundo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos, ahora, esperanzadamente por nosotros y por todos los hombres.

1.- Para que en la vida de todos haya más amor. Roguemos al Señor.

2.- Para que en todas las regiones del mundo haya más paz. Roguemos al Señor.

3.- Para que en las relaciones entre los hombres haya más justicia y más solidaridad. Roguemos al Señor.

4.- Para que exista un reparto más justo de la riqueza. Roguemos al Señor.

5.- Para que los que sufren enfermedad o soledad encuentren fuerza y esperanza. Roguemos al Señor.

6.- Para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes. Roguemos al Señor.

Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y renuévanos. Condúcenos, a nosotros y a todos los hombres, hacia tu reino. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
OH, Dios,
bajo cuya providencia transcurre cada instante de la vida,
recibe las súplicas y oblaciones que te ofrecemos
implorando tu misericordia a favor de los hermanos enfermos,
y así, quienes tememos por su enfermedad,
nos alegremos de su salud.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Col 1, 24
Completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, a favor de su cuerpo que es la Iglesia.

Oración después de la comunión
OH, Dios,
singular protector en la enfermedad humana,
muestra el poder de tu auxilio con tus siervos enfermos,
para que, aliviados con el auxilio de tu misericordia,
merezcan presentarse sanos en tu santa Iglesia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Martirologio 9 de febrero

ELOGIOS DEL 9 DE FEBRERO 

En Alejandría de Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, que tras sufrir muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe. (c. 250)

2. También en la misma ciudad de Alejandría, pasión de los numerosos santos mártires que, durante la celebración de la Eucaristía en la iglesiafueron asesinados de distintos modos por los arrianos. (s. IV)

3. En Lemelléfa, en la actual Argelia, conmemoración de lossantos Primo y Donato, diáconos y mártires, que por defender el altar de la iglesia murieron en manos de los herejes. (c. 361)

4. En un monte cercano a Apamea, en Siria,san Marón, eremita, muerto después de una vida de áspera penitencia e intensa piedad. Se fundó después, sobre su sepulcro un célebre monasterio, en torno al cual fue configurándose la comunidad cristiana a la que dio nombre. (c. 423)

5*. En el monasterio de Llandaff, en Cambria, actual Reino Unido, san Teliavo, obispo y abad, cuyos eximios esfuerzos pastorales son recordados por muchas iglesias de Cambria, Cornualles y Armórica. (560)

6. En Canosa, en la región italiana de Apulia, san Sabino, obispo, que fue amigo de san Benito y legado de la Sede Romana en Constantinopla, para defender la fe auténtica ante la herejía monofisita.(c. 566)

7. En el monasterio de Hautmont, junto al río Sambre, en Hainaut, en la Francia actual, muerte de san Ansberto, el cual, después de ser abad de Fontanelle, ocupó la sede episcopalde Rouen y fue desterrado por el príncipe Pipino. (c. 695)

8*. En Baviera, en Alemania, conmemoración de san Alto, abad, nacido en Irlanda, que fundó en los bosques de esta región el monasterio que después llevó su nombre. (s. VIII)

9*. En Nocera, en la región italiana de Umbría, san Rainaldo, obispo, primero monje camaldulense en Fonte Avellana, y una vez designado en su cargo episcopal mantuvo las costumbres de la vida monástica. (1222)

10*. En Premiá de Mar, cerca de Barcelona, en España, san Miguel (Francisco Luis) Febres Cordero, religioso de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que durante cuarenta años se dedicó a la educación en la ciudad de Cuenca, en Ecuador, y, trasladado a España, se distinguió por la perfecta observancia de la disciplina de la vida religiosa. (1910)

– Beata Anna Katharina Emmerick (Dülmen, Alemania 1774-1824). Virgen, religiosa agustina.

– Beato Leopoldo de Alpandeire (1864, Granada 1956). Conocido popularmente como Fray Leopoldo, hermano lego de la orden de los Hermanos Menores Capuchinos. La mayor parte de su vida fue fraile limosnero por las calles de Granada, ciudad en la que era conocido por su generosidad hacia los necesitados y su disposición a ofrecerles consejo y comprensión.

– Beata María Teresa Bonzel, en el siglo Regina Christine Wilhelmine (1830- Olpe, Alemania 1905). Fundadora de las Hermanas Pobres Franciscanas de la Adoración Perpetua. De la Eucaristía sacaba la fuerza para dedicarse a los más pobres.

– Beato Giacomo Abbondo (1720- Tronzano Vercellese, en la región de Piamonte, Italia 1788). Sacerdote diocesano que entregó su vida a Dios sirviendo de una manera admirable a los fieles de la parroquia que le fue encomendada.