Bienaventurados los payasos

1. – Todavía resuena el evangelio de la semana pasada con las bienaventuranzas. Y, tal vez, a mi se olvidó daros una nueva y así la nueva bienaventuranza que se desprende del Evangelio de hoy sería: “Bienaventurados los Payasos de Circo porque serán hijos del Dios bueno que a nadie toma por enemigo”.

Porque ya me diréis qué es amar al que te hace mal. Dar la túnica al que te quita la capa. Prestar dinero al que te tima. Poner la mejilla al que ya te ha dado la primera bofetada.

¿No os recuerda esta manera de proceder a los tontos del circo que ponen la chaqueta en la misma silla donde les desapareció el sombrero, intentan sentarse, repetidas veces, en la misma silla que un listo retira tirando con una cuerda y que recibe toda bofetada que se pierde en escena?

Bienaventurados los Payasos, pero no lo entendemos y buscamos explicaciones. Sin embargo, lo que dice el Señor está ahí y el que tenga oídos para oír, que oiga: que la Iglesia es el único sindicato de los Payasos de Circo y el Secretario General es Jesús y sus siglas, SPC.

2.- No lo entendemos, porque no llegamos a la profundidad de amor de nuestro Dios que es toda bondad, incapaz de tener a nadie por enemigo. No entendemos la necedad de Dios.

Hay una parábola que pone ante nuestros ojos esa sublime necesidad de Dios. El dueño de la vida envía a sus criados para cobrar lo estipulado con los colonos y éstos los apalean y echan de la viña y vuelve el dueño a enviar nuevos criados y vuelven los colonos a apalear y matar a los criados, y, el dueño de la viña en lugar de llamar a la Policía Nacional —como nos hubiera dictado a nosotros nuestra sabiduría humana—, movido por la necedad de Dios, envía a su hijo, a sabiendas de que lo matarán, y lo matan. Eso no cabe en la cabeza humana, pero sí cabe en el corazón de un Dios tan bueno que es incapaz de admitir como enemigos a los mismos que se declaran como enemigos suyos.

Sabe Jesús que Judas viene a entregarle y se deja besar y le llama amigo: “Amigo ¿a qué has venido?” Y en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Para Jesús, los que lo crucifican, no son enemigos, son gente equivocada. No saben lo que hacen. No en vano, hemos nombrado a Jesús Secretario General del Sindicato de los Payasos de Circo, y, no lo entendemos.

3. – No lo entendemos por lo que nos dice hoy San Pablo: “Que el primer hombre hecho de la tierra era terreno, y, que el segundo, Jesús, es del cielo. Y nosotros somos terrenos y el hombre terreno ama a los que aman, presta a los que saben que le pueden devolver, hace bien a los que le hacen bien.

Así somos los hombres terrenos: muy lejanos al Dios Bueno, que da sin esperar; que llueve sobre justos y pecadores; que a nadie tiene como enemigo y que vive convencido y trata de convencernos de que el amor llegará a vencer al odio.

Jesús, víctima de la enemistad, nos pide que no añadamos más enemistad, que tratemos de poner amor donde haya odio.

¿Qué hacer para no admitir como enemigo al que se porta conmigo como enemigo? David no atravesó a Saúl con su lanza porque fuese un ungido de Dios, pues el peor enemigo está ungido con el amor que Dios le tiene y con la sangre que Dios derramó por él, ¿me atreveré a atravesarle con la lanza de mi enemistad?

Uno empieza a ser mi enemigo cuando yo me dejo contagiar del odio que anida en su corazón. Entonces, empiezo a odiar como él, por eso Dios —que es incapaz de contagiarse con el odio— no puede tener enemigos.

Bienaventurados los Payasos de Circo, hijos de un Dios incapaz de odio y enemistad.

José Maria Maruri, SJ

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