Lectio Divina – Viernes VII de Tiempo Ordinario

“Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”

1.-Oración preparatoria.       

Señor, yo quiero entender bien lo que Tú piensas de la vida, de nuestros problemas, de nuestros intereses. En el caso de hoy, lo que piensas sobre el amor de los esposos. Dame la fuerza del Espíritu para penetrar en tus sabias palabras ya que éstas y no las palabras humanas van a ser las que orienten nuestra vida.

2.- Lectura sosegada del evangelio según san Marcos 10,1-12

En aquel tiempo Jesús se marchó a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba. Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?» Él les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?» Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla» Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto. Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre» Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto. Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro.

3.-Qué dice el texto bíblico.

Meditación-reflexión

Los dos serán una sola carne. El plan de Dios sobre el matrimonio está claro: que fueran felices, plenamente felices. Dios, antes de entregar a Eva por esposa, somete a Adán a “una experiencia de soledad”. En medio de un jardín maravilloso, se encontraba solo. La belleza de la creación con sus ríos, árboles, flores, pájaros…, no le arrancaba de su soledad. Y esta situación le dio pena a Dios. “No es bueno que el hombre esté solo”. Y, después de un profundo sueño, para que jamás el hombre se creyera que la mujer era obra suya y no regalo de Dios, le entregó a Eva, salida del mismo corazón de Adán. Y, al verla, vino la admiración, la sorpresa, el entusiasmo. ¡Esto sí que es carne de mi carne! En la unión de ambos está la felicidad y en la ruptura, la desgracia. Este era el plan de Dios. ¿Y cuándo ese plan no se cumple por el egoísmo de las personas? Moisés había permitido el divorcio como “mal menor”. Ahora bien, lo que no podía tolerar Jesús era la hipocresía. Mientras el hombre podía separarse de la mujer, “porque había encontrado en ella algo vergonzoso” la mujer nunca podía separarse del hombre. San Marcos interpreta muy bien el pensamiento de Jesús cuando, hablando a gente no judía, dice:” y si ella repudia a su marido”.  Admite que ella tiene el mismo derecho otorgado por Moisés. Naturalmente que el ideal siempre será “volver al amor primero” donde el amor se vive con ilusión, y con una inmensa alegría. Si, a pesar de todo, los corazones se endurecen a causa del egoísmo, habrá que tratarlos con el bálsamo de la misericordia.

Palabra del Papa

“Esta Exhortación de la “Alegría del amor” adquiere un sentido especial en el contexto de este Año Jubilar de la Misericordia. En primer lugar, porque la entiendo como una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo”. (S.S. Francisco, La alegría de amor, exhortación apostólica post sinodal, n. 5).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.- Propósito. Rezaré para que se cumplan los sueños de Dios sobre el matrimonio.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo quiero darte gracias por lo maravilloso que eres, por los sueños tan bonitos que has tenido sobre cada uno de nosotros. Nos has hecho libres para elegir vivir la vocación cristiana en una vida de pareja o vivir la vocación a la vida célibe. Pero en ambos casos siempre has pensado en una vida con amor. Ni quieres matrimonios sin amor, ni quieres curas o monjas sin amor, sin ilusión. Tú eres Amor. Si nos salimos de ti estamos perdidos.