Lectio Divina – Jueves después de Ceniza

«Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame”

1.- Oración introductoria

Señor, siempre que me asomo a este evangelio me asusto. Hay que tomar la cruz. No puede haber cristianismo sin cruz. Es lo que nos dices. Pero en este evangelio de Lucas, esa cruz a la que tú te refieres no es esa Cruz tuya tan pesada, sino la cruz de la vida. Dame tu gracia para cargar con ella, sin olvidar tu promesa: “resucitar al tercer día”. Es verdad que no hay Resurrección sin Cruz, pero no es menos verdad que no hay Cruz que no termine en Resurrección. Haz, Señor, que la luz de la Pascua ilumine mi camino en esta cuaresma.

2.- Lectura sosegada de la Palabra. Lucas 9, 22-25

En aquel tiempo, dijo Jesús: «El Hijo del hombre debe sufrir mucho, y ser reprobado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser matado y resucitar al tercer día». Decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?».

3.- Qué dice el texto bíblico.

Meditación

Este primer anuncio de la Pasión debió de impresionar mucho a las primeras comunidades. Aparece en los tres evangelios sinópticos. Los tres insisten en la paradoja de que para ganar hay que saber perder. El que vive sólo para conservar su vida, la estropea, la malogra. Vivir es más vivir. La existencia es una pro-existencia, un vivir para dar vida a los demás.  Hay un detalle en el Evangelista Lucas que no está ni en Marcos ni en Mateo. Dice que hay que llevar la cruz “cada día”. La Cruz no es un episodio de la vida. Toda la vida debe quedar impregnada del sentido de la Cruz. Normalmente no se nos pide que carguemos con la Cruz pesada de Jesús, pero sí debemos construir la Cruz con las mil y mil astillas de cosas que nos molestan, que nos hacen sufrir cada día. Por otra parte, Jesús jamás ha hablado de la Cruz sin hablar, al mismo tiempo, de la Resurrección. No se trata de dar todo sin recibir nada; se trata de ser “sobrepasados” por el don. Al final triunfará el bien sobre el mal. Y el sufrimiento y la muerte serán derrotados.

Palabra del Papa

“Este misterio de comunión, que hace de la Iglesia signo del amor del Padre, crece y madura en nuestro corazón, cuando el amor, que reconocemos en la Cruz de Cristo y en el cual nos sumergimos, nos hace amar del mismo modo que nosotros somos amados por Él. Se trata de un Amor sin fin, que tiene el rostro del perdón y la misericordia. Pero la misericordia y el perdón no deben quedarse en palabras bonitas, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la fe ha transformado nuestro corazón y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios. Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Este es un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a ir siempre más allá sin cansarnos nunca, con la certeza de ser sostenidos por la presencia paterna de Dios”. (Homilía de S.S. Francisco, 16 de diciembre de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra. (Guardo silencio)

5.-Propósito
Intentaré superar las contrariedades y dificultades que forman mi cruz de este día.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Jesucristo, hoy he aprendido que debo llevar la cruz “cada día”. En este día que comienza quiero aceptar todo lo que tenga de negativo, limitado o adverso. Es una manera de llevar la cruz. Y para que ésta no se haga demasiado pesada voy a recordar que Tú la llevaste primero, mucho más grande y pesada, y la llevaste por amor. Así quedaba todavía más claro el inmenso amor que nos tenías.  Gracias, Señor, por querernos tanto.

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Comentario – Jueves después de Ceniza

Lc 9, 22-25

La cruz es el camino hacia la plenitud de la vida,
y la condición indispensable para seguir a Jesús.

Jesús decía a sus discípulos: «Es preciso que el Hijo del Hombre padezca mucho y que sea rechazado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes, y por los escribas y sea muerto y resucite al tercer día.”

Desde el segundo día de cuaresma, la liturgia nos sitúa delante de lo esencial de la cuaresma: es una subida hacia la Pascua… una marcha hacia la vida en plenitud… una ascensión hacia las cumbres de la alegría, del gozo…

Dios se propone que tengamos vida, felicidad… Pascua está al final del camino. Yo voy hacia la Pascua.

Pero el camino es la cruz, es el sufrimiento y la renuncia. Un solo modelo, un solo principio, un solo esfuerzo cuaresmal: imitar a Jesús, seguir el camino que El siguió.

De ahí la importancia primordial de la oración, de la meditación, para poner realmente a Cristo ante nuestros ojos, en nuestros corazones y en nuestras vidas.

Si alguno quiere venir en pos de mí…

Tú has sido el primero en pasar por ello, Señor.

Quisiera vivir esos cuarenta días a tu lado, contigo «siguiéndote».

— «En verdad ¿quieres acompañarme?

— Bien lo quisiera, Señor. Dame ánimo y valor para ello.

Niéguese a sí mismo…

Es verdad, paso demasiado tiempo «pensando en mí»; y sin embargo sé muy bien que esa postura es contraria al amor.

Amar es olvidarse… no pensar más en sí mismo… ser y vivir para los demás.

Dios es amor. Por esto renunció a sí mismo, por amor nuestro. «No hay amor mayor que el de dar la vida por aquellos que ama». «Siendo de condición divina no quiso ávidamente mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó…». Jesús es el hombre que de una manera total, definitiva e infinitamente, ha renunciado a sí mismo… para estar total, definitiva e infinitamente vuelto hacia los demás.

Jesús vuelto hacia el Padre.

Jesús vuelto hacia sus hermanos.

Amar es crucificante… pero es también expansionante. Paradoja de la cruz.

Vivir según el evangelio no es una vida «en agua de rosas»: es una vida que requiere valentía, energía, vigor, ascesis.

Y me siga…

¡Tú caminas delante, Señor! Tú, el primero, has renunciado a ti mismo.

— Tú me dices: «No es en broma que Yo te he amado.»

— Lo sé. Y yo ¿qué seré capaz de hacer, en cambio?

Quien quisiere salvar su vida la perderá; Pero quien perdiere su vida por amor a mí, la salvará.

¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si él se pierde y se condena?

El sacrificio no es pues un valor en sí mismo. No se trata de renunciar por el placer de renunciarse. La renuncia es negativa.

Su finalidad es positiva: se trata de «salvarse»…

El hombre no se expansiona sino dándose, renunciando a sí mismo, pero la renuncia conduce a la expansión, en plenitud.

Noel Quesson
Evangelios 1

Un pueblo hambriento

1. – En el Evangelio de hoy, tal vez, se resume de una manera plástica las tentaciones que Jesús tuvo que soportaren su vida y que tuvo que superar para cumplir con la Misión que el Padre le había encomendado y por los caminos del Padre, no por los de los hombres.

El pueblo hambriento, que había comido pan hasta saciarse, le buscaría para hacerle Rey. Sus discípulos iban a tratar de defenderle con espadas y emplear la violencia del fuego para castigar a quien no le recibían. Y los fariseos iban a exigirle milagritos para creer en Él. Todo esto le resultaba fácil, pero Él venía a convencer al hombre por amor. Amor que conlleva siempre sufrimiento por incomprensión, además de desagradecimiento, mala interpretación y aún rechazo. Y Jesús optó por el camino del amor.

2. – En un día como hoy, se le graba a uno en el corazón la frase del Evangelio: “Y Jesús sintió hambre”. Hambre de no tener qué llevarse a la boca. Hambre de ver que alrededor no hay más que piedras. Jesús tuvo la experiencia angustiosa del hambre. Y Jesús se compadeció de la muchedumbre hambrienta y, aunque “no sólo de pan vive el hombre”, Jesús les dio para comer.

Y desde esa penosa experiencia, Jesús iba a decir más tarde: “tuve hambre y me disteis de comer”. Y nos iba a enseñar a pedir, cada día, nuestro pan para no pasar hambre al Padre que está en el cielo.

3. – Y ese Padre Nuestro, ¿qué pensará ante nuestro mundo que muere de hambre?

* Ese Padre que dijo donde Jesús sigue sintiendo hambre: “Verdee la tierra hierba verde y árboles frutales que den frutos según su especie. Y ¿qué vio que era bueno?”

* Ese Padre que mandó: “Pululen las aguas, un pulular de vivientes y pájaros vuelen sobre la tierra. Y ¿vio que era bueno?”

* Ese Padre que ordenó: “Produzca la tierra vivientes según su especie, animales domésticos, reptiles y fieras”. Y ¿vio que era bueno?

* Ese Padre que entregó todo al hombre diciendo: “Os entrego todas hierbas que engendran semillas y los árboles frutales. Os servirá de alimento”. Y vio Dios todo lo que había hecho y vio que era muy bueno.

¿Qué pensará ese Padre Nuestro cuando se le mueren de hambre, sus hijos, en sus brazos, cada día? Porque la tierra que les dio para su alimentación o está esquilmada por la avaricia de unos pocos, o, está en barbecho perpetuo, subvencionada por el Estado para que no produzca demasiado, o, está en manos de una minoría que banquetea como el rico Epulón mientras Lázaro muere de hambre a su puerta.

4. – A fuerza de comer alimentos en conserva y enlatados, hemos perdido contacto con esa Madre Tierra que Dios nos dio a todos para que nos diera el pan nuestro de cada día. Esas frutas, esas verduras, esas legumbres, ese pan de cada día, ha perdido el sabor de la tierra madre que nos los da. Hemos perdido el agradecimiento a esa tierra y a ese Padre que está en el cielo. Hemos perdido el sentido comunitario de la posesión de la tierra, hecha para alimentar a todos por igual.

Tendríamos que volver a esa pobreza, a esa dependencia directa de la tierra y de la lluvia del cielo, para darnos cuenta de que no es propiedad privada.

Tendríamos que pensar en lo que nos ha dicho la primera lectura: “mi padre fue un arameo errante”. Seamos de la familia que seamos, a cierta altura de nuestro tronco familiar está ese “arameo”, aferrado al terruño, tratando de sacar de él el alimento para su familia. Convencido de que el mismo derecho que tiene él de sacar alimentos de la tierra, lo tiene su vecino.

5. – Padre Nuestro danos hoy nuestro pan de cada día.

+ Padre, que ninguno de tus hijos se vea privado de los frutos de la tierra.

+ Padre, que ninguno sufra la angustia de no tener pan para sus hijos.

+ Padre, que todos quepamos en una misma mesa aunque nos toque menos a todos.

+ Padre, que no se te mueran de hambre más hijos en tus brazos.

José María Maruri, SJ

Bendito seas, Padre

Bendito seas, Padre,
por este tiempo tan oportuno,
para la conversión y el encuentro,
que Tú concedes gratis
a todos tus hijas e hijos que andamos
desorientados por los caminos de la vida.

Bendito seas, Padre,
porque llamas a cada hombre y mujer,
sea cual sea su historia o su vida,
a emprender cada día,
de manera más personal y consciente,
su compromiso de seguir a Jesús,
tu Hijo y nuestro Hermano.

Bendito seas, Padre,
por despertarnos
de nuestros dulces sueños,
tan vaporosos e infecundos, por interpelarnos
en lo radical de la vida,
por liberarnos de nuestras falsas seguridades,
por poner al descubierto nuestros ídolos
secretos que tanto defendemos
e intentamos justificar.

Bendito seas, Padre,
porque nos das tu Espíritu,
el único que puede convertirnos,
el único que puede darnos un corazón de hijos,
el único que puede atravesar
nuestros pensamientos,
el único que puede guiarnos
por la senda del Evangelio,
el único que hace posible
nuestra vuelta a tu seno.

¡Bendito seas, Padre,
por este tiempo tan propicio!

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el Evangelio

• En toda la misión, Jesús viene a enfrentarse al mal (“cuarenta” (2), símbolo de un periodo de tiempo largo). Pero en toda su misión Jesús esta “lleno del Espíritu Santo” (1): es el Espíritu Santo quien conduce toda la misión de Jesús (Lc 1,35; 3,16.22; 4,14.18; 10,21).

• El Espíritu da la fuerza para afrontar las tentaciones (2) y dificultades. Y así Jesús da testimonio a los discípulos, que también serán tentados (Lc 22,3.31.40), y les enseña a rogar por no caer en la tentación (Lc 11,4).

• La primera tentación (3) es la de actuar sin obedecer el Padre. La voluntad del Padre es que el “Hijo” haga el camino de la humanidad. Jesús responde (4) que el auténtico alimento es hacer esta voluntad (lo hace citando Dt 8,3, dónde se expresa la necesidad que tiene la humanidad de la Palabra que sale de la boca del Señor). Hacer la voluntad del Padre – ser hombre con todas las consecuencias – es la única cosa que puede identificar Jesús como “Hijo de Dios”.

• La segunda tentación (5-7) consiste a creer que se puede ser señor del mundo y de las cosas, y que se puede estar por encima de los otros. Se trata de adorar (7) el poder con la adoración que tan sólo Dios, como único Señor del mundo, merece. Jesús responde (8) con la adoración al único Señor de todo (Dt 6,13), el único que está realmente primero y que, aun así, ha venido a ponerse por debajo de todos (Lc 12,37; Fl 2,6-11).

• La tercera tentación (9-11) es la que se produce cuando dudamos si Dios está o no está con nosotros: tentar a Dios, exigirle señales espectaculares para demostrar que está presente. En este caso el diablo manipula la Biblia (Sal 91,11- 12), se la sabe como nadie. Jesús (12) no pide ningún signo porque Dios está con Él (Dt 6,16).

• Esta tercera tentación nos hace contemplar a Jesús al final de su camino, en “Jerusalén” (9), dónde con su Muerte y Resurrección –Pascua– superará definitivamente la prueba del tentador y mostrará plenamente su obediencia al Padre (Lc 23,46).

• El Evangelio de Lucas presenta a Jesús, en su vida pública, como más poderoso que las fuerzas del mal (Lc 10,18- 19). Su presencia devuelve la salud a los hombres y mujeres víctimas del mal (Lc 13,16; Hch 10,38). Pero “el diablo” siempre espera “el momento oportuno” (13) para actuar, y lo aprovechará, sobre todo, en el momento de la Pasión (Lc 22,3.31.53). La Resurrección (Lc 24) será la derrota definitiva de aquel que es el autor de la confusión y la división entre las personas.

Comentario al evangelio – Jueves después de Ceniza

La cruz y los crucificados

“Salió de la ciudad hacia una lugar llamado Calvario. Allí le crucificaron” (Jn 19,17-18). He aquí la razón suprema. Porque Cristo está subido en una cruz puede decirnos con autoridad y poder de fascinar: toma tu cruz y sígueme.

La cruz es la marca de la casa que se graba sobre el cristiano. “La señal del cristiano es la santa cruz”, decía, en sus primeras páginas, el viejo catecismo. La cruz es el sufrimiento, el dolor, la muerte. La cruz de los inocentes y también de los pecadores. Las cruces personales- y las cruces de tantos pueblos malheridos. ¿Por qué tanto dolor? Es el enigma sombrío que atenaza a tantos hombres y mujeres, también de buena voluntad. De entrada, un cristiano no tiene para responder una filosofía. Sólo le queda el silencio respetuoso y mirar al primero de los crucificados, al Cristo del Viernes Santo. Y Cristo no buscó directamente la cruz. Fue consecuencia espontánea de su fidelidad a la tarea encomendada. Lo dice la experiencia de cada día: el que ama frecuentemente encuentra por el camino mil cruces de sacrificio, abnegación, incomprensión y sudores.

En una secuencia cristiana podríamos señalar estos pasos ascendentes para tomar la cruz. Primero, aceptar la propia cruz; no se busca el dolor pero se lleva serenamente cuando llega. Por supuesto, lejos de toda resignación estoica, sólo unidos a Él. También, sin esperar heroísmos, en la brega de cada día. Qué hermosos ejemplos de renovación personal observamos en gente a la que el dolor, llevado con gallardía cristiana, le ha hecho más fuerte, más madura, más grande. En segundo lugar, saliendo de sí, hay que ayudar a otros a llevar la cruz. Cireneos de tantos hermanos. El acompañamiento, la visita, la palabra oportuna, el servicio de limpiar y preparar alimentos y las largas noches junto a la cabecera son modos excelentes de cumplir lo que nos pide el Maestro. Y finalmente, combatir el dolor. Si podemos evitarlo, seguiremos a Jesús que pasó haciendo el bien y curando toda enfermedad. Aquí están los técnicos de la salud (médicos, sois instrumentos de Dios), las Congregaciones religiosas hospitalarias y de la caridad, los samaritanos que echan aceite y vendan las heridas, los que luchan contra tanta injusticia que deja a muchos pueblos crucificados.

Qué lejos está de Jesús esa manera errónea de llevar la cruz. Ejemplifiquemos: la cruz que es adorno pomposo, la cruz que es gesto rutinario, la cruz que es victimismo dolorista y –lo peor- la cruz que es presentada como “enviada por Dios para probarnos”.

De nuevo, miramos a Cristo en la cruz. Sólo el amor brilla. Y los creyentes atisbamos en seguida cómo comienza la gloria de la Resurrección. Como el alpinista: la ascensión es dura, pero el gozo de la cumbre le da alas.

Ciudad Redonda

Meditación – Jueves después de Ceniza

Hoy es jueves después de Ceniza. 

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 9, 22-25):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día». Entonces decía a todos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina así mismo?».

De alguna manera el evangelio de hoy nos mete de lleno en el espíritu de la Cuaresma y de la Pascua. Nos plantea todo el itinerario. Nos dice lo que va a pasarcon la vida de Jesús: va a sufrir, ser rechazado, condenado, morirá y al tercer día resucitar. De alguna manera es todo el itinerario que vamos a vivir en la liturgia. Sin embargo hay una convicción de este evangelio que me parece importante: renunciar a sí y cargar la cruz, negarse a sí y perder por Jesús. A primera vista parece asustar esto de negarse y renunciar. Creo personalmente que durante mucho tiempo se lo malinterpretó. Porque pareciera que para convertirse y entrar de lleno en la nueva mentalidad propuesta por Jesús y que tiene el Reino como centro, hay que dejar algo, hay que morir a algo, hay que renunciar a algo. Y entonces la perplejidad: ¿No es acaso que por ser cristiano soy más persona? Y entonces… ¿por qué negar, renunciar, morir? Son preguntas esenciales, propias, humanas. Loque se me ocurre como posible respuesta es afirmar con convicción que definitivamente para seguir a Jesús y entrar en la mentalidad del Reino hay que renunciar, negar, perder y morir. El problema es: ¿Y a qué morir? De ninguna manera podemos afirmar que Dios quiere nuestra negación y nuestra muerte a todo lo humano sin más. Si pidiera eso, no sería Dios, o más sería un dios en el que no vale la pena creer.

La propuesta de Jesús es la de poder renunciar a todo lo que nos impide alcanzar la mentalidad de Reino de Dios. A lo que tenemos que morir no es a disfrutar la vida, cuanto a todo aquello que en mi vida no me permite que los demás disfruten de la suya y entre todos disfrutemos. Y entonces sí. Me doy cuenta de que tengo unmontón de actitudes, hábitos, reacciones, que no se condicen con esta propuesta de Jesús, por ende a las que tengo que morir, dejar, sanar, renunciar. Es todo aquello que me impide ser auténtico discípulo misionero de Jesús. Es todo aquelloque me impide reconocer al otro como hermano. Es todo aquello que me ata en milibertad y no me permite ser yo mismo en la originalidad de lo que voy siendo. Cuando uno tiene en claro lo que busca en la vida, cuando se tiene proyecto, cuando se sueña a lo grande y de la mano de la propuesta liberadora de Jesús, uno entiende que tiene que dejar, renunciar y morir a todo aquello que le impide alcanzaresa meta. Entonces, renunciar por renunciar siempre va a ser inhumano, desagradable, imposible. Nadie quiere hacer algo por lo que no encuentra verdadero motivo. Pensemos entonces en nuestras motivaciones. Porque solo uno puede dejar cuando elige algo mejor. No se sigue porque se deja. Se deja porque se sigue. El acento está puesto en lo que quiero ganar, por eso, quiero, deseo y necesito perder. Vivir es fundamentalmente elegir. Elegir es optar. Y optar es renunciar. Renunciar y cargar con una cruz pascual vale la pena no por el esfuerzo en sí mismo,sino por el amor que se quiere tener en la vida. Sólo el amor es digno de fe. Y es digno de fe porque negándose a sí mismo, es capaz de dejarse de mirar a sí mismo para mirar a los demás y ponerse en la piel de ellos, las víctimas. Es el esfuerzo cotidiano por salir de sí y optar por las periferias, por los sobrantes, los que están solos, los que necesitan paz y consuelo, los pobres, los que tienen necesidad de esa originalidad que yo solamente les puedo dar y no otro. Solo el amor puede cambiar el mundo. Hermano y hermana, abrazo enorme en el Corazón de Jesús.

P. Sebastián García

Liturgia – Jueves después de Ceniza

JUEVES DESPUÉS DE CENIZA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

            La Cuaresma: Elegir entre la vida o la muerte.

  • Dt 30, 15-20. Mira: yo os propongo hoy bendición y maldición.
  • Sal 1. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor.
  • Lc 9, 22-25. El que pierda su vida por mi causa la salvará.

Antífona de entrada          Cf. Sal 54, 17-20. 23
Cuando invoqué al Señor, él escuchó mi voz y me salvó de los enemigos. Encomienda al Señor tus afanes, que él te sustentará.

Monición de entrada y acto penitencial
Ayer iniciamos el camino cuaresmal, que nos conduce a la Pascua. Es camino con horizonte, no caminamos a ciegas, sin saber adonde vamos. Pero el camino hay que recorrerlo; con las circunstancias concretas de cualquier camino; hay que estar preparado para llevarlo a cabo, hemos de alimentarnos, hemos de saber cómo superar los obstáculos que encontremos, con quien contamos; caminar cansados en momentos concretos, dónde buscar ayuda para mantener la constancia en el caminar; y saber disfrutar del paisaje sin que nos distraiga del final del caminar.

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    — Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    — Y danos tu salvación.

Oración colecta
TE pedimos, Señor,
que inspires, sostengas y acompañes nuestras obras,
para que nuestro trabajo
comience en ti, como en su fuente,
y tienda siempre a ti, como a su fin.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, que pone ante nosotros la vida y el bien.

1.- Para que la Iglesia sea como el árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón. Roguemos al Señor.

2.- Para que los creyentes de las diversas religiones no se limiten a guardar las formas externas, sino que busquen una auténtica experiencia de Dios. Roguemos al Señor.

3.- Para que los que ejercen poder o autoridad sobre las personas y los pueblos, ante los conflictos, opten siempre por las soluciones que llevan a una vida humana en condiciones dignas. Roguemos al Señor.

4.- Para que nosotros también nos decidamos a seguir a Cristo, cargado con la cruz de cada día Roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, tú quieres que vivamos y crezcamos; atiende la oración de tu pueblo, que quiere escuchar tu voz, pues tú eres nuestra vida. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
MIRA, Señor, propicio las ofrendas
que presentamos en tu altar,
para que nos obtengan el perdón
y proclamen la gloria de tu nombre.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Cuaresma

Antífona de comunión          Sal 50, 12
Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme.

Oración después de la comunión
TE pedimos, Dios todopoderoso,
después de recibir la gracia del don celestial,
que este sea siempre para nosotros
causa de perdón y salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
DIOS todopoderoso,
que has mostrado a tu pueblo
el camino de la vida eterna,
te pedimos que, a través de él,
nos hagas llegar hasta ti, luz indeficiente.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Martirologio 3 de marzo

ELOGIOS DEL 3 DE MARZO

En Cesarea de Palestina, santos Marino, soldado,y Asterio, senador, mártires en tiempo del emperador Galieno. El primero, delatado por su condición de cristiano por un compañero envidioso, profesó su fe ante el juez con palabras muy claras y, decapitado, alcanzó la corona del martirio. Asterio, por haber honrado el cuerpo del mártir al ajustarle la propia veste con que se cubría, mereció a su vez ser martirizado. (c. 260)

2. En Calahorra, en la Hispania Tarraconense, santos Emeterio y Celedonio, quienes, durante el desempeño de la milicia en los campamentos junto a León, en la provincia romana de Galicia, por confesar el nombre de Cristo en los comienzos de la persecución fueron conducidos a Calahorra, y allí coronados con el martirio(c. s. IV).

3. En Amasea, en el Ponto, hoy Turquía,santos Cleónico y Eutropio, mártires en la persecución desencadenado bajo el emperador Maximiano, siendo procurador Asclepiódato. (s. IV)

4. En Brescia, en la región de Venecia, en Italia actualmente, san Ticiano, obispo.(c. 526)

5. En la península de Armórica, en Bretaña, actual Francia, san Winwaleo,primer abad de Landevenec, el cual, según la tradición, fue discípulo de san Budoco en la isla de Lavret, y que con su vida ilustró la regla monástica. (533)

6*. En Benevento, en la región italiana de Campania, santa Artelaides, virgen. (c. 570)

7*. En Nonantola, lugar de Emilia-Romaña, también Italia, san Anselmo, fundador y primer abad de este monasterio, en el que durante cincuenta años promovió la disciplina monástica, tanto con sus normas como con el ejercicio de las virtudes. (803)

8. En el monasterio de Oberkaufungen, en Hesse, actual Alemania, santa Cunegunda, que aportó muchos beneficios a la Iglesia junto con su cónyuge, el emperador san Enrique, y que, tras la muerte de este, abrazó la vida cenobítica en el monasterio donde se había retirado. Al morir, hizo a Cristo heredero de todos sus bienes, y su cuerpo fue colocado junto a los restos de su esposo, en Bamberg. (1033/1039)

9*. En Frisia, actualmente Holanda, beato Federico, presbítero, que primero fue párroco en la ciudad de Hallum y después llegó a ser abad del monasterio de Mariengaarde, de la Orden Premostratense. (1175)

10*. En Palermo, en la isla italiana de Sicilia, beato Pedro Geremia, presbítero de la Orden de Predicadores, que, confirmado por san Vicente Ferrer en el ministerio de la palabra de Dios, se entregó por entero a la salvación de las almas. (1452)

11*. En Vercelli, en la región del Piamonte, de nuevo en Italia, beato Jacobino de’ Canepacci, religioso de la Orden de los Carmelitas, preclaro por su dedicación a la oración y la penitencia. (1508)

12*. En Gondar, en Etiopía, beatos Liberato Weisss, Samuel Marzorati, y Miguel Pío Fasoli de Zerbo, presbíteros, de la Orden de los Hermanos Menores y mártires, que murieron lapidados a causa de la fe católica. (1716)

13*. En Vannes, localidad de la Bretaña Menor, en Francia, beato Pedro Renato Rogue, presbítero de la Congregación de la Misión y mártir, que en tiempo de la Revolución Francesa, rechazando el inicuo juramento impuesto al clero, permaneció secretamente en la ciudad para atender con su ministerio a los fieles, y finalmente, condenado a la pena capital, descansó en la misericordia del Señor en la misma iglesia donde celebraba los sagrados misterios. (1796)

14. En Brescia, en la región italiana de Lombardía, santa Teresa Eustoquio (Ignacia) Verzeri, virgen, fundadora del Instituto de las Hijas del Sacratísimo Corazón de Jesús.(1852)

15*. En Bérgamo, también de Lombardía, en Italia, beato Inocencio de Berzo (Juan) Scalvinoni, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos, que brilló por su eximia caridad difundiendo la palabra de Dios y escuchando las confesiones. (1890)

16. En Filadelfia, ciudad del estado de Pensilvania, en los Estados Unidos de Norteamérica, santa Catalina Drexel, virgen, que fundó la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento y utilizó con largueza y buen grado los bienes de su herencia en educar y ayudar a indios y negros. (1955)