Lc 11, 29-32
Convertirse, cambiar de vida, hacer penitencia.
Como concurriesen las turbas alrededor de Jesús, comenzó a decirles: «Esta generación es una generación mala; reclama un «signo».
La palabra «generación» es siempre empleada por Jesús en modo peyorativo. Es una alusión típica a un momento de la Historia del pueblo de Israel, la primera «generación», la del desierto, la de los cuarenta años primeros… la que ha pasado su tiempo reclamando «signos de Dios. «Cuarenta años esta generación me ha disgustado… estas gentes no han conocido mis caminos… y no obstante veían mis acciones…» (Salmo, 95, 9-10) También en tiempos de Jesús, y en los nuestros… se seguía pidiendo a Dios que se mostrara, que manifestara su poder.
¡Si Dios escribiera su nombre en el cielo! ¡Si Dios aplastara a los malos! ¡Si bajase de la cruz y se enfrentase con los que le injuriaban! ¡Si movilizase, de hecho, a «doce legiones de ángeles» para no ser arrestado por un escuadrón de soldados romanos! En fin, ¿por qué Dios no se manifiesta a los ateos… para que sea imposible seguir dudando?
Y no les será dada otra señal que la de Jonás.
Si Dios pusiera un «signo en el cielo», dejaría de ser Aquel que ha escogido ser. Aplastaría. Nadie podría resistirle… Ahora bien, Dios ha elegido ser el «servidor», el que ama a los hombres, y que espera discretamente su respuesta confiada y libre. Dios no quiere forzar la mano. Las postraciones de los esclavos no le dicen nada.
Porque como fue Jonás señal para los ninivitas, así también lo será el Hijo del hombre para esta generación.
Sí, las gentes de Nínive no tuvieron grandes cosas como signos.
¡Jonás no hizo ningún milagro sensacional! Simplemente pronunció su mensaje e invitó a la «conversión».
¿Realmente me afecta la «invitación» a cambiar de vida que el Hijo del hombre me transmite y que la Iglesia me repite en ese tiempo cuaresmal?
Los ninivitas se levantarán en el juicio contra esta generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonás y hay aquí más que Jonás.
Hicieron penitencia… sin otro signo que la predicación del profeta.
Yo conozco bien la conversión y el cambio que Dios espera de mí.
¿Qué es lo que yo voy a hacer durante toda esta cuaresma?
La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y los condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón y hay aquí algo más que Salomón.
Los habitantes de Nínive: la gran ciudad pagana… La Reina de Saba: princesa pagana… He aquí a los que Jesús pone como ejemplo. Ellos se esforzaron.
Y nosotros, hemos recibido mucho más que ellos. Hemos oído a Jesús, tenemos los sacramentos a nuestra disposición, tenemos sus divinas Palabras.
Señor, dame un corazón nuevo.
Señor, otórgame la valentía necesaria para esos cambios que debo llevar a cabo.
Repíteme, Señor, la urgencia de esta conversión. El Juicio se acerca. Mañana puede ser demasiado tarde. ¿Estaré yo también «condenado» con esta generación mala que pedía signos?
Noel Quesson
Evangelios 1