Lectio Divina – Martes III de Cuaresma

¿Cuántas veces tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?

1.- Oración introductoria.      

Señor, hoy vengo a ti para que me ayudes a perdonar como Tú quieres que yo perdone. No quiero, como Pedro, poner límites al perdón. Quiero perdonar como Tú me perdonas: siempre, del todo, sin condiciones. Por el perdón que Tú me das, descubro el amor que Tú me tienes. Ojalá que aquellos a quienes amo sepan descubrir el amor a través de mi perdón generoso e incondicional.

2.- Lectura reposada de la Palabra del Señor. (Mt. 18, 21-35)

En aquel tiempo, acercándose Pedro a Jesús le preguntó: Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Y les propuso esta parábola: el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: «Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.» Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: «Paga lo que debes.» Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: «Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.» Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: «Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?» Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

El capítulo 18 de San Mateo es llamado “discurso eclesial” es decir, elementos necesarios para que una comunidad o grupo cristiano pueda funcionar. Y nos dice: hay que ser como niños, hay que atender a los pequeñitos, hay que practicar la corrección fraterna. Y, al final, como lo más importante, hay que perdonar de corazón. Se consideraba buen judío aquel que estaba dispuesto a perdonar hasta cuatro veces. Cuando San Pedro propone hasta siete (número perfecto) esperaba de Jesús un elogio a su gran generosidad. Pero Jesús no le dice hasta siete veces sino “hasta setenta veces siete”.  Y es como decir: ¿Me pides una medida para el perdón? Te lo voy a decir: “Hay que perdonar sin medida”. Y pone a continuación una explicación con una hermosa parábola. Un señor debía diez mil talentos. Es una enorme exageración (El talento era una medida de la antigüedad que consistía en llenar un platillo de una balanza con monedas de oro fino). A pesar de todo, la deuda le fue perdonada. Y ése, a quien se le perdonó esa inmensa deuda, no quiso perdonar a quien le debía sólo unos denarios (unos pocos euros) Está claro que ese señor que nos ha perdonado a todos una inmensa deuda ha sido Dios. Si Dios es así, que nos perdona todo, y nos perdona siempre, ¿Cómo no me ruborizo y se me cae la cara de vergüenza al no ser yo capaz de perdonar una pequeña deuda a mis hermanos?

Palabra del Papa.

«Los límites del mal los delimita la Divina Misericordia. Esto no implica que todo el mundo se salve automáticamente por la Divina Misericordia, disculpando así todo pecado, sino que Dios perdonará a todo pecador que acepte ser perdonado. Por eso, el perdón, la superación del mal, pasa por el arrepentimiento. Y si el perdón constituye el límite al mal (¡cuántas lecciones se podrían sacar de esta verdad para superar los conflictos armados!), la libertad condiciona, en cierto modo, a la Divina Misericordia. Dios, en efecto, arriesgó mucho al crear al hombre libre. Arriesgó que rechace su amor y que sea capaz, negando en realidad la verdad más honda de su libertad, de matar y pisotear a su hermano. Y pagó el precio más terrible, el sacrificio de su único Hijo. Somos el riesgo de Dios. Pero un riesgo que se supera con el poder infinito de la Divina Misericordia» (Benedicto XVI, 30 de abril de 2011).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Si tengo algún enemigo, hoy mismo voy a dar el primer paso de acercamiento hacia él.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, Tú eres grande perdonando porque eres grande amando. Sólo un corazón tan grande como el de Dios puede perdonar a quienes le están asesinando en el calvario. Haz que, a la hora de perdonar, no mire al hermano sino a Ti. Si miro al hermano siempre yo tendré la razón y el otro es el que debe venir a mí. Pero si antes de perdonar te miro a Ti, me quedo sin argumentos.

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Comentario – Martes III de Cuaresma

Mt 18, 21-35

Perdonar, condonar las deudas

Se acercó Pedro a Jesús y le preguntó: Si mi hermano peca contra mí… ¿Cuántas veces he de perdonarle? ¿Hasta siete veces?

Pedro ha tenido disgustos con alguien. Se ha pecado contra el. Se le ha perjudicado. Alguien se le ha puesto en contra, o le ha discutido acaloradamente, o ha cometido con él una injusticia. No se trata de la gravedad de la falta. Pero, de todos modos a causa de la dificultad que se siente para perdonar, Pedro debe haber sido afectado en lo más vivo.

Nos encontramos en la esfera de las «relaciones» humanas, en las que «juegan» las faltas contra el «gran mandamiento», en la que nacen y se mantienen los conflictos y las indiferencias, en la que las heridas son más vivas porque se las cree definitivas. «Si mi hermano peca contra mí…» Para comprender vitalmente la pregunta de Pedro y la respuesta de Jesús, es preciso que yo aplique este caso a mi propia vida: ¿quién me hace sufrir? Mis relaciones humanas, ¿con quién me resultan muy difíciles? ¿A quién debo perdonar?

Dícele Jesús: «No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

La cifra siete, que pone Pedro, era simbólica. Para un judío de entonces, era una cifra sagrada, que simboliza la perfección.

Pero Jesús, hace estallar esta perfección, y la lleva a su máximo: el perdón, el amor… debe ser absolutamente ilimitado.

Ciertamente esto va más allá de lo «razonable». ¿Incluso si el hermano no da señales de enmienda, si recae siempre en el mismo pecado contra mí…? Sí, Jesús, parece que va por ahí: incluso si no se llega a una mejoría externa de la relación afectiva, es necesario que en el fondo de nosotros mismos cese toda enemistad, toda dureza, todo resentimiento. Exigencia evangélica. Exigencia cuaresmal.

Estas dos cifras -7 y sus múltiplos- eran en el Génesis 4, 23, la expresión de la escalada de la violencia: los hijos de Caín se vengan 77 veces, el mal se multiplica en progresión geométrica; la violencia atrae la violencia. «He matado a un hombre por mi herida. Si Caín fue vengado 7 veces, Lamech lo será 77 veces.» La desmedida del perdón pedido por Dios corresponde a esta proliferación del odio: hay que invertir el proceso. «No os dejéis vencer por el mal, antes bien, venced el mal con el bien. (Rm 12, 21)

El reino de los cielos es comparable a…

Sí, entramos en otro universo. Impacto social del evangelio.

Un hombre tenía una deuda de 10.000 talentos, que le fue condonada… Pero, se le debía 100 denarios que continuó exigiendo…

Hay que traducir en moneda actual estas dos cifras para comprender la enormidad de lo que Jesús quiere decirnos: ¡unos 1.020.000.000 de pesetas, y 1.700 pesetas! La desproporción de ambas deudas es desmesuradísima.

Una vez más no hay que intentar aplicar todos los detalles de esta parábola a lecciones espirituales. Lo que cuenta es su sentido global. Lo que es inverosímil humanamente hablando, resulta ser estrictamente verdadero, y desconcertante, en el caso de Dios. ¡Sólo Dios es capaz de hacer semejantes condonaciones!

Te condoné toda tu deuda. ~No debías tú también tener piedad de tu compañero, como la tuve yo de ti?

Para Jesús, la inmensidad del perdón de Dios, su amor sin medida, su misericordia sin tregua y sin límite es lo que debe suscitar nuestra misericordia respecto a nuestros hermanos.

Y el mismo Pedro fue objeto de este amor infinito…

Noel Quesson
Evangelios 1

Música – Domingo IV de Cuaresma

Entrada: Me invocarán. CLN. A 12;  Errante voy, soy peregrino CLN 715; Dios es fiel CLN 117;
Introito en latín: Laetare, Ierusalem
Misa de Cuaresma (Canto Gregoriano)
Salmo y versiculo antes del Evangelio: Gustad y ved  (Propio)
Ofertorio: Attende Domine CLN. 101
Santo: CLN-I2)
Comunión: Danos un corazón CLN-718);  Nos has llamado al desierto CLN 126; Ten piedad, Dios mío. CLN-111. Desde lo hondo CLN 529;
Final: Te damos gracias, Señor. Nº 1 (Himno de visperas –Cuaresma.) O bien Silencio.

Oración de los fieles – Domingo IV de Tiempo Ordinario

Hoy, sentimos en nuestro interior el dolor de habernos alejado de Ti, con la misma humildad y sencillez del hijo pródigo te presentamos nuestras necesidades. Oremos diciendo:

VOLVERÉ A LA CASA DEL PADRE

1. – Por el Papa, obispos y sacerdotes para que sigan anunciando la bondad infinita de un Padre que acoge a todos. OREMOS

2. – Por los que dirigen las naciones para sean capaces de compartir entre todos los pueblos los frutos de la tierra. OREMOS

3. – Por todos los que han fallecido y ya no están entre nosotros, para que Dios los acoja en su seno y les de la Vida Eterna. OREMOS

4. – Por los que viven alejados de Dios, para que imitando al Hijo Pródigo, reconozcan su culpa y vuelvan al Padre de la misericordia. OREMOS

5. – Por los inmigrantes y todos aquellos que viven lejos de su tierra, para que encuentren siempre el calor y la acogida en los pueblos de destino. OREMOS

6. – Por los que preparamos con ilusión la Pascua del Señor, para que aprovechemos este tiempo favorable y demos muerte al hombre viejo. OREMOS

Señor, tu pueblo camina siguiendo los pasos que tu marcaste primero, atiéndenos y concédenos lo que confiados te pedimos. Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Señor: a Ti que siempre perdonas, reconcilias, acoges, traemos nuestras deficiencias y necesidades, para que tu corazón de Padre nos ayude a superarlas.

DANOS LA GRACIA DELA RECONCILIACIÓN.

1. – Por la Iglesia, sacramento del amor de Dios en el mundo; para que no se canse de abrir, cada día, la mesa donde acoger a todos los que lleguen con hambre. OREMOS

2. – Por el Papa, los obispos, sacerdotes; para que tengan preparado “el traje, las sandalias y el anillo” a todos los que vuelven cansados de las injusticias de la vida. OREMOS

3. – Por todos los que trabajan para salvar tantas injusticias como se nos presentan; para que les dé fuerza y valor a fin de que no se desanimen, ni se cansen de amar. OREMOS

4. – Por los padres de familia cuyos hijos les presentan la difícil decisión de querer abandonar el hogar; para que mantengan la puerta abierta y los brazos extendidos para cuando decidan volver. OREMOS

5. – Por los hijos que somos incapaces de ayudar a los hermanos “pródigos” a volver, y hasta protestamos porque el Padre celebra su llegada. OREMOS

6. – Por los que estamos aquí, para que no nos quedemos sentados plácidamente, sino que nos pongamos en pie y emprendamos el camino de la reconciliación y la vuelta al Padre. OREMOS

Señor de la vida, Tú que sólo quieres que el pecador se arrepienta y viva, danos fuerza para reconciliarnos con los que todavía estamos enojados.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Martes III de Cuaresma

Se nos olvida a menudo: lo que procede no es que tengamos una idea de Dios y tratemos de ver en qué medida Jesús y su palabra se ajustan a ella. No, ¡a Dios le hemos conocido en Jesús! Por eso toda experiencia de discipulado, de aceptación del Evangelio, supone ir renunciando a  ideas previas sobre Dios, el ser humano, la vida, e ir acogiendo lo que Jesús vive, enseña, representa y propone. El rey de la parábola perdona toda la deuda; Jesús invita a perdonar setenta veces siete. Pero, ¿no será mejor dosificar el perdón no vaya a ser que los pecadores se acostumbren a ese perdón barato?, ¿no convendrá ser menos drástico e ir poco a poco?

La misericordia se ríe del juicio, dice la carta de Santiago. Es un misterio, pero el Justo es sobre todo Misericordioso. No hay que comprarle a base de méritos o conquistas; hay que responder a su amor. No hay que enseñarle a ser Dios; hay que aceptar su libérrima voluntad. Ya no hacen falta ni príncipes ni profetas ni jefes, ni holocaustos ni sacrificios. Él sabe de sobra qué desea hacer y cómo. Y, como recordaban las lecturas de hace dos domingos, el que no se reservó ni a su propio Hijo, ¿no nos dará todo con él? (Rm 8, 32).

Acojamos la Palabra, demos gracias, y volvamos a la vida: nos han perdonado mucho; no podemos estrangular a quien sólo nos debe cien denarios.

Ciudad Redonda

Meditación – Martes III de Cuaresma

Hoy es martes III de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 18, 21-35):

En aquel tiempo, Pedro se acercó entonces y le dijo: «Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete veces?». Dícele Jesús: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.

»Por eso el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10.000 talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré’. Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda.

»Al salir de allí aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien denarios; le agarró y, ahogándole, le decía: ‘Paga lo que debes’. Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba: ‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré’. Pero él no quiso, sino que fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: ‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’. Y encolerizado su señor, le entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que le debía. Esto mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano».

El Evangelio de hoy nos habla de la misericordia de Dios y lo hace a través de la respuesta que Jesús le da a Pedro cuando le pregunta cuantas veces hay que perdonar al hermano y Jesús dice con otras palabras “infinitas” y hace la parábola ésta en la que Jesús reprueba el pecado, pero sobretodo el pecado de no tener misericordia, porque si algo no podemos negar es que estamos llamados a perdonar al hermano y debemos estar dispuestos a perdonar 70 veces 7. Otra dimensión de las muchas que nos ofrece este tiempo de la Cuaresma, la Misericordia. La Misericordia es fruto de la Santidad, si no tenemos un ideal de Santidad, es decir de felicidad cristiana en clave de bienaventuranzas no vamos a poder entender, solo quizás racionalmente, no vamos a poder entender existencialmente lo que es la Misericordia. Cuando el Señor nos dice que seamos perfectos como el Padre Celestial es perfecto, de alguna manera está dando la respuesta a lo que plantea el Evangelio de hoy cuando Jesús nos dice “Perdonen 70 veces 7”. Ser Santos, ser Misericordiosos como el Padre en el Cielo es un llamado a todos, no solamente a algunos, especialmente convocados por Dios a una especial consagración, a todos, Dios nos llama a ser Santos. El cristiano, por el mero hecho de estarBautizado está llamado a la plenitud de la vida cristiana, es decir, a vivir como Dios quiere que vivamos, y esto se plasma en la actitud de la Misericordia. Cuando pedimos reparación histórica, cuando pedimos justicia y es bueno que lo hagamos, cuando pedimos que se esclarezcan cosas que están oscuras a veces como crímenes o vejaciones, debemos tener enmarcando en todo esto que no es aguar el pedido sino darle un contenido cristiano, la Misericordia. Porque cuando hay Misericordia se tratan y se ordenan mejor los asuntos temporales, es decir, todo aquello que va aconteciendo en el tiempo de nuestra vida. Porque la vocación cristiana, es una vocación, recordémoslo, sobrenatural, es decir que eleva lo cotidiano y aún rescata todo lo malo, todo lo que hay de impuro de lo cotidiano y desde la Misericordia lo ofrece y lo hace, lo transforma en algo agradable a Dios. Por eso nuestra vida que está llamada a ser una ofrenda a Dios tiene que ser una vida en la caridad, con todos, en primer lugar rezando por los demás, pero también dominando nuestros impulsos de venganza, nuestros resentimientos, nuestras inclinaciones a desear el mal a aquellos que no queremos. Por eso en la vida de todos los días adquirir la santidades crecer en Misericordia, Santificar lo cotidiano, es decir, lo rutinario y hacerlo creativo es desde crecer en Misericordia, de preguntarme que bien puedo hacer yo por los demás, aún por el que esta caído, aún por el que está equivocado. Por eso la Santidad nos lleva a cumplir la misión que hemos recibido de Dios y no encerrarnos en cualquier tipo de encierro. Ciertamente que no existe un modelo de Santidad Misericordioso, pero, ¿por dónde pasa el camino de la Santidad y la Misericordia? Pasa precisamente en saber renunciar a nosotros mismos y descubrir que el gran modelo de nuestra vida es Jesucristo.Les deseo todo bien a todos ustedes queridos jóvenes, queridos hermanos y que el Señor los Bendiga, los acompañe y los haga seguir caminando en estos días de preparación a la pasión, muerte y resurrección del Señor, con el paso firme de que si vamos a estar con Él en el huerto de los Olivos, en la última cena, en la pasión, en la muerte, vamos a estar con Él en la gloria de la resurrección, porque si el grano de trigo no muere, no da fruto. Por eso,perdonar 70 veces 7, es decir, infinitas, es descubrir en el fondo que como Jesús tengo que dar la vida por los demás, que soy feliz cuando soy muy exigente conmigo mismo y muy manga ancha con los demás, y que soy infeliz y me remuerdo en mis propios sentimientos negativos cuando soy híper exigente y no le perdono uno a los demás, y demasiado manga ancha conmigo mismo. Que Dios los Bendiga.

Monseñor Fernando Maletti

Liturgia – Martes III de Cuaresma

MARTES DE LA III SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

            La Cuaresma: La compasión de Dios invita a perdonar.

  • Dan 3, 25. 34-43. Acepta nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde.
  • Sal 24. Recuerda, Señor, tu ternura.
  • Mt 18, 21-35. Si cada cual no perdona a su hermano, tampoco el Padre os perdonará.

Antífona de entrada          Sal 16, 6. 8
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío; inclina el oído y escucha mis palabras. Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme.

Monición de entrada y acto penitencial
Si uno ha recibido un perdón tan grande ¿cómo es posible que no quiera perdonar lo pequeño? Esto nos muestra que el proyecto de perdón requiere un largo camino que hay que recorrer con humildad, y solo es posible cuando brota de un corazón movido a la compasión. ¿Estoy dispuesto/a  a perdonar setenta veces siete?

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    — Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    — Y danos tu salvación.

Oración colecta
SEÑOR, que tu gracia no nos abandone,
para que, entregados plenamente a tu servicio,
sintamos sobre nosotros tu protección continua.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos al Padre, en el nombre de Cristo, que nos exhorta a perdonar sin límites.

1.- Para que el papa, los obispos y los sacerdotes sean ministros del perdón y testigos de verdadera reconciliación. Roguemos al Señor.

2.- Para que los hombres redescubran el sentido del pecado. Roguemos al Señor.

3.- Para que cuantos ejercen la autoridad en la Iglesia y en el mundo imiten la misericordia y ternura del Padre, que está en los cielos. Roguemos al Señor.

4.- Para que la eucaristía nos dé la capacidad de saber siempre perdonar, como Dios nos perdona. Roguemos al Señor.

Dios, Padre nuestro, escúchanos; queremos tener compasión con los demás, como tú la tienes con nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
CONCÉDENOS, Señor,
que este sacrificio de salvación,
purifique nuestros pecados
y atraiga sobre nosotros la ayuda de tu poder.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Cuaresma

Antífona de comunión          Sal 14, 1-2
Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda y habitar en tu monte santo? El que procede honradamente y practica la justicia.

Oración después de la comunión
LA participación en este santo sacramento
nos vivifique, Señor,
expíe nuestros pecados
y nos otorgue tu protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
OH, Dios, maestro y guía de tu pueblo,
aleja de él los pecados que le afean,
para que te sea siempre agradable
y se sienta seguro con tu auxilio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.