Lectio Divina – Jueves IV de Cuaresma

“Él (Juan) era la lámpara que arde y alumbra”

1.- Oración introductoria.

Señor, en este momento de oración que yo voy a tener contigo, te suplico que me descubras el sentido profundo de las Escrituras. Nos dices que Moisés escribió de ti. A veces me aburren las lecturas del A.T. Hoy quiero leerlas con esta nueva luz que tú me das. Voy a verte a ti en ellas. Así su lectura me resultará no sólo interesante sino apasionante. Me acercaré a los profetas y te leeré a ti. Me acercaré a los salmistas y te escucharé a Ti. Me acercaré al Cantar de los Cantares y me enamoraré de Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros mandasteis enviados donde Juan, y él dio testimonio de la verdad. No es que yo busque testimonio de un hombre, sino que digo esto para que os salvéis. Él era la lámpara que arde y alumbra y vosotros quisisteis recrearos una hora con su luz.Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, ni habita su palabra en vosotros, porque no creéis al que Él ha enviado. Vosotros investigáis las escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. La gloria no la recibo de los hombres. Pero yo os conozco: no tenéis en vosotros el amor de Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a ése le recibiréis. ¿Cómo podéis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros, y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que os voy a acusar yo delante del Padre. Vuestro acusador es Moisés, en quién habéis puesto vuestra esperanza. Porque, si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque él escribió de mí. Pero si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

Qué bonitas las palabras que dedica Jesús a su primo Juan: “Lámpara que arde y alumbra”. Sólo el que arde puede alumbrar. Sólo cuando las lámparas están llenas de aceite, están aptas para recibir al esposo. Las lámparas sin aceite, brillan un momento y se apagan. Son como fuegos artificiales. Sólo el que arde puede alumbrar. Sólo el que arde puede incendiar. Los apóstoles en el día de Pentecostés llevaban “lenguas de fuego”. Y salieron del Cenáculo dispuestos a incendiar el mundo con el fuego del amor.

“Moisés escribió de mí”. Es una bonita clave para leer todo el Antiguo Testamento. Escribieron de ti Moisés, los Profetas, los Sabios, los Salmistas. Por eso dirá San Agustín: “Si leo el A.T y no descubro en él a Cristo, su lectura me parece sosa y aburrida. Pero si descubro en ella a Cristo, su lectura se me hace sabrosa y embriagadora”.  El A.T. es como la madre fecunda que lleva a Cristo en sus entrañas. Es curioso que en este trocito de evangelio salga “nueve veces” la palabra “testimonio”.  Hoy la gente no busca maestros sino “testigos”. Los maestros enseñan de lo que han aprendido en los libros; los “testigos” narran lo que han visto y oído. Son viajeros que cuentan lo que han descubierto en ese Océano infinito de Dios.

Palabra del Papa

“La convicción, la fe en que Dios existe, no es una información como otras. Muchas informaciones no nos importan si son verdaderas o falsas, pues no cambian nuestra vida. Pero, si Dios no existe, la vida es vacía, el futuro es vacío. En cambio, si Dios existe, todo cambia, la vida es luz, nuestro futuro es luz y tenemos una orientación para saber cómo vivir. Por eso, creer constituye la orientación fundamental de nuestra vida. Creer, es decir: «Sí, creo que tú eres Dios, creo que en el Hijo encarnado estás presente entre nosotros», orienta mi vida, me impulsa a adherirme a Dios, a unirme a Dios y a encontrar así el lugar donde vivir, y el modo como debo vivir. Y creer no es sólo una forma de pensamiento, una idea; como he dicho, es una acción, una forma de vivir. Creer quiere decir seguir la senda señalada por la palabra de Dios”. (Homilía Benedicto XVI 15 de agosto de 2006). 

4.- Qué me dice este texto hoy a mí. (Guardo silencio)

5.-Propósito. Hacer un rato de lectura del A.T en clave cristiana.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Te quiero agradecer, de todo corazón, las nuevas enseñanzas que hoy me has dado. Te buscaré en el Antiguo Testamento como aquel que busca con ansiedad tesoros escondidos. Beberé en las dos copas: la del A.T y la del N.T. sabiendo que en ambas copas yo beberé a Cristo.

Oración por la paz.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar» (Parolín, Secretario del Estado Vaticano).

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Comentario – Jueves IV de Cuaresma

Jn 5, 31-47

Escuchar la voz de Dios..

El Padre que me ha enviado, Él da testimonio de Mí.

Yo no doy testimonio de Mí mismo…

Yo no recibo testimonio de hombre…

Jesús es consciente de estar en comunicación con lo invisible.

Dios está ahí con Él.

Vosotros no habéis oído jamás su voz.

No habéis visto jamás su faz.

Para Jesús, esta voz y esta faz ¡son algo real! Habla de ellos con amor, como quien los conoce bien. Jesús, que ha gustado de la intimidad de Dios, quisiera hacer partícipes de ese gozo a los demás. Sabe lo que significa ser amado de Dios. Sabe cuán terrible es para el hombre la ausencia de Dios. Es la mayor desesperación… que nada puede reemplazar. Es patente hoy, en nuestro mundo ateo, a qué vacío y soledad suele enfrentarse el hombre.

Señor Jesús, haznos descubrir la «faz» de nuestro Padre; que oigamos su «voz».

No tenéis su palabra en vosotros, porque no habéis creído…

Hacer habitar, tener en sí la Palabra de Dios.

Uno de los esfuerzos privilegiados de la Cuaresma es «hacer que la Palabra de Dios habite más en nosotros»: una especie de familiaridad… vivir con…

No existe un procedimiento automático para esto. Pero tampoco esto se hará solo.

Escudriñáis las Escrituras… Dan testimonio de mí.

La meditación asidua es, ciertamente, un medio de «hacer habitar la Palabra» en nosotros. Fijar la mente, la imaginación en una escena evangélica… Repetir, interiorizar una frase.

No tenéis en vosotros el amor de Dios.

Es la razón por la cual los judíos no ven, ni oyen.

Tampoco nosotros correspondemos a menudo a la «visita» de Dios, por falta de amor.

Dios es amor. Quien no ama, no conoce a Dios.

Entre el Padre y el Hijo, la cuestión es de amor.

Te lo ruego, Señor. Ayúdame a amarte. Haz que yo sea «amor» de pies a cabeza, para que pueda revelar algo de ti.

Me pregunto, a veces, cómo podría yo revelarte, Señor, a los que te ignoran: pero se trata de que el amor mismo sea atrayente y revelador.

Tantos hombres, a mi alrededor, parecen ignorar a Dios y vivir sin El.

¿Cómo vais a creer vosotros, que recibís la gloria unos de otros… y no os preocupáis lo más mínimo de la gloria «que procede del Único»?…

Sí, sería necesario orientar la búsqueda en esa dirección.

Pues si uno se queda dando vueltas, siempre en lo humano, no hay modo de salir del cielo desesperante «producción-consumo»… producir para destruir…

Haría falta que el hombre levantase un poco la cabeza y valorase en sí mismo sus aspiraciones al infinito, al absoluto…

Encontrar a Dios. Escuchar a Dios. Contemplar a Dios.

Noel Quesson
Evangelios 1

Aprendamos a mirar con mirada limpia

1.- Muy cerca de nosotros hay una señora que cuida niños, hijos de mujeres de vida alegre (a ellas habría que preguntarles sobre la alegría de sus vidas) y tiene tres hermanos de madre, pero no de padre. El mayor se está preparando para recibir la Primera Comunión y el otro día le preguntaron qué evangelio le gustaría que se leyese en la ceremonia de su Primera Comunión. Y el niño contestó: “el de la adultera”. Respuesta que dejó helados a los presentes. ¿Y que te gusta de ese evangelio?, pregunta al fin uno del grupo. Y el niño que es consciente de quien es su madre, contesta: “pues que Jesús dijera que el que esté libre de pecado que tire la primera piedra… Con estas palabras el niño redime a su madre como Jesús redimió a la adultera,

2.- Y por eso, Jesús en cuclillas mira a la tierra, siente vergüenza de los acusadores, porque sabe de sus vidas íntimas.

**Siente vergüenza de que se cite la ley de Dios para condenar a una hija de Dios, tanto más querida, cuanto más desgraciada.

**Siente vergüenza de ser Él la causa de la situación en que ahora se encuentra aquella pobre mujer, ya que se la traen para buscarle una emboscada, y tal vez en lo hondo del corazón la pediría perdón a ella.

**Siente vergüenza de oírnos hablar de mujeres de mala vida sin recriminar las filas de hombres formadas para comprar esos cuerpos, como quien compra un esclavo en pleno siglo XXI.

**Siente vergüenza de oírnos hablar con desprecio de madres solteras sin acordarnos de ese irresponsable que ha abandonado a su hijo.

El que esté libre de pecado que tire la primera piedra

¿Les miró con ira como hizo en aquella ocasión cuando curó en sábado al hombre de la mano seca? Tal vez ni de mirada de ira fueron dignos aquellos acusadores, por eso Jesús vuelve a bajar su mirada al polvo de la tierra.

3.- No hay mayor castigo para el hombre que el que Dios no fije en él su mirada, en la mirada va el corazón, cuántas veces con una mirada comienza todo…

–miró Jesús a Juan y Andrés y los hizo sus discípulos.

–miró a Zaqueo subido al árbol y entro en su casa la salvación.

–miró con cariño al joven rico porque cumplía los mandamientos.

–miró a Pedro que lo niega y Pedro lloró amargamente.

–mira Jesús a la adultera con el perdón del Padre del Hijo Pródigo. Y la anima a no pensar más en el pasado sino en eso nuevo que ha empezado en su corazón, en eso que empieza a echar brotes en ella regado por el agua de Dios que hasta en el desierto puede hacer milagros como nos dice Isaías.

“Tampoco yo te condeno, no peques más…” ¿Se olvidaría jamás aquella pobre mujer de la mirada de Jesús?

4.- Aprendamos a mirar a los demás con mirada limpia, sin descubrir sucias intenciones tantas veces imaginadas.

Desarmemos nuestra mirada de toda carga de desprecio y odio con la que podamos hundir para siempre a quien vino necesitando nuestra ayuda.

Aprendamos del Señora tener una mirada que sepa encontrar siempre el granito de oro que hay sin duda en el corazón de cada hombre por muy pervertido que esté.

Si nos damos cuenta de que lo único que vemos en los demás son sombras y defectos, posiblemente los enfermos somos nosotros. Que el Señor nos mire con bondad y convierta nuestras cataratas en visión clara, limpia y bondadosa. Dejémonos mira por el Señor…

José María Maruri, SJ

Tus dibujos en el suelo

Tus dibujos en el suelo
han tenido un efecto sorprendente:
el círculo moralista y acusador
se ha roto y, a solas contigo,
por primera vez, me he sentido libre.

Tus dibujos en el suelo han sido
el primer espejo no engañoso
que me ha hecho ver mi rostro triste;
mi ser pobre y vacilante,
mis miedos de siempre.

Tus dibujos en el suelo han creado
un silencio penetrante,
pues han puesto al descubierto
la trágica parodia que vivimos
cuando nos creemos diferentes.

Tus dibujos en el suelo
me han devuelto la dignidad perdida,
cuando tu dedo suave y firme,
con el polvo de siempre
y mis lágrimas pérdidas,
ha plasmado mi nuevo rostro sonriente.

Después te has incorporado,
serenamente has mirado mis ojos,
me has besado como nadie
y has dicho al aire:
vete y vive; ya sabes.

Y yo no me he atrevido a abrazarte.
Pero todos tus dibujos del suelo tatuados
en mi piel para siempre.

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el Evangelio

• En el primer versículo, Jesús está en Jerusalén y, se retira al monte de los Olivos, después de concluir la semana de las fiestas de las Tiendas (7, 37). El texto no nos dice qué hizo Jesús en el monte de los Olivos. Este lugar sirvió para Jesús y su grupo, durante las veces que estuvieron en Jerusalén, de espacio de retiro, descanso, e intuimos a Jesús en oración (Lc 22, 39-42).

• En los sinópticos nos narran una sola venida de Jesús a Jerusalén, el cuarto Evangelio nos habla de tres. Este texto está situado en la segunda venida, la cual está situada en un contexto de peligros y amenazas contra Jesús por parte de la élite judaica de Jerusalén (7, 2). Ahora, el segundo día, Jesús está ahí de nuevo, en el templo, enseñando (8, 2-3), desafiando a la institución, la autoridad constituida y aceptando abiertamente el conflicto, sólo que ahora es muy sutil.

• Sí, nos está situando en la Pascua de Jesucristo: pasar de muerte (5) a la vida (11).

• A Jesús le tienden una trampa (6: «le preguntaban para comprometerlo y poder acusarlo»). Es una trampa jurídico-legal y religiosa. Tiene que posicionarse entre la Ley de Moisés, es decir, la tradición de la revelación, y una mujer que fue cogida en flagrante adulterio. Su respuesta parece no tener salida: o se sitúa contra la revelación, lo cual será una manifestación pública y notoria de la falsedad de su mensaje y mexicanismo, o se sitúa contra la mujer, lo que a su vez contradiría toda la novedad de su enseñanza sobre la solidaridad con el excluido y la misericordia de Dios.

• Si la mujer fue sorprenda en flagrante adulterio ¿dónde está el hombre? Según Dt 22, 22 y Lv 20, 10 tanto el hombre como la mujer deben ser apedreados. ¿Por qué no han traído también al hombre? Estamos ante una provocación evidente. Delante de Jesús está la mujer porque es socialmente insignificante (porque tiene mucho menos valor social que el hombre). Jesús tiene que definirse entre la Ley o los excluidos; entre la institución o la misericordia. Este conflicto adquiere mayor importancia porque ocurre en el corazón institucional del legalista y el dogmatismo: el templo.

  • Es cierto que la Ley era muy dura para las personas que cometían adulterio Dt 22 y Lv 20. Pero también tenemos el dato antropológico que los colectivos se pueden dejar llevar por la necesidad de sacrificar a alguien siempre que tienen un problema. El sacrificio tiene un efecto tranquilizado, hasta que aparece otro problema comunitario. En este caso, si la víctima para sacrificar no es la mujer, será Jesús (Lc 22-23; Jn 18-19).

• La élite social y religiosa esgrime el imperio de Ley y sus instituciones contra la persona de Jesús. Pero son ellos los primeros que han incumplido la Ley (la han falseado para condenar a la débil y dejar escapar al fuerte) (Dt 1, 17). Queriendo coger a Jesús en contradicción, ellos mismos dejan al descubierto las contradicciones de toda una estructura y sus instituciones que en nombre de la ley de Dios crean un sistema jerarquizado de dominación y exclusión.

• Según la tradición jurídica de Israel, en un juicio, lo que salva o condena al reo es el testimonio de dos hombres -el testimonio de las mujeres no era válido- y las pruebas no son lo decisivo; en caso de condenación, los dos testigos tienen el privilegio de tirar la primera piedra contra la víctima (Dt 17, 7).

• Jesús no entró en la trampa dialéctica, se puso a ¿dibujar?, ¿escribir?, ¿garabatear? en el suelo. Es estéril intentar descubrir qué escribió, eso es secundario; lo prioritario es que argumenta con el silencio.

  • El gesto de «escribir», independiente de interpretaciones, ayuda a crear expectativas. Hace que estemos más pendientes de su respuesta.
  • Entre las interpretaciones que se dan a dicho gesto, hay quien dice que podría referirse al profeta Jeremías (Jr 17, 13) que recuerda que es Dios quien juzga a todos los pecadores de Israel, que «será inscritos en el país de los muertos». Por tanto, con este gesto Jesús se dirigía a la conciencia de los acusadores, lo mismo que hace con la frase que les dirige: «El que esté sin pecado…» (7).

• ¿Libre de pecado? Otra vez, según la Ley, sólo Dios está libre de pecado. Quien se atreviese a lanzar una piedra, y proclamar que no tenía pecado, se manifestaba abiertamente contra la Ley: se hacía igual a Dios, ¡sería un blasfemo!

• Jesús revela al Dios que no condena, sino que invita a la conversión. El Dios que opta por comprender, acoger y confiar en la mujer que, aunque culpable, es excluida por su condición de mujer. Dios que opta por el débil y marginado antes que por la institución del templo sus dogmatismos legales.

  • Jesús tiene claro que no se trata de una discusión de poder romano o de Ley. Sabe que quien tiene ante sí es una mujer que tiene que vivir. Y unos hombres que también tienen que vivir. Él no ha venido a condenar sino a salvar (Jn 3, 16-17; 12, 47).

• La «mujer» (3. 10-11), símbolo del pueblo de Dios -Israel y la Iglesia-, pasa de muerte a vida cuando recibe el perdón incondicional y gratuito de Dios. Es lo que como pueblo celebramos en la Pascua.

• Jesús no la condena. Como el padre al hijo pródigo, Jesús le devuelve a la mujer su dignidad de persona y su libertad: «Vete, y en adelante no vuelvas a pecar». Esta postura de Jesús le ocasionará muchos problemas. Los conflictos continuarán a lo largo de todo el capítulo 8, concluyendo, en el v. 59, que Jesús estuvo a punto de sufrir el castigo de la mujer: «Cogieron piedras para apedrearlo, pero Jesús se escondió y salió del templo».

• En el diálogo final entre Jesús y la mujer (10-11) se expresa el diálogo entre Dios y la humanidad. Una humanidad que Él creó y que ama profundamente. Quiere que todo hombre y toda mujer forme parte de su pueblo. Por ello no abandona a ningún miembro de esta humanidad ni al pueblo como tal. Y cuando es Él el abandonado, no condena a nadie sino que extiende la mano para que pueda volver a empezar.

Comentario al evangelio – Jueves IV de Cuaresma

Abiertamente y a escondidas

El testimonio y la mediación, propios de la vocación profética, no constituyen un camino de rosas. Vivir de acuerdo con la Palabra de Dios complica la vida: no sólo no atrae el aplauso social, sino que provoca, además, el rechazo y la persecución. Resulta, por un lado, paradójico que la voluntad de hacer el bien y de vivir conforme al mandamiento del amor, conlleve tales reacciones contrarias. Pero, por el otro lado, no deja de tener su lógica, porque vivir así supone romper con muchos convencionalismos sociales, con muchas formas de comportamiento generalmente aceptadas, y que no son sino expresiones de la idolatría que amenaza siempre al creyente. Testimoniar significa también (aunque no sólo) denunciar. Y la denuncia profética se topa inevitablemente con los límites de la tolerancia social.

También Jesús experimenta las contrariedades de la vocación profética, y con mayor motivo, puesto que él no es sólo un profeta, sino Aquel al que todos los profetas anunciaron. Llama la atención, en el Evangelio de hoy, la aparente contradicción entre la subida a Jerusalén “a escondidas”, y el hecho de que la gente la viera hablar “abiertamente”. Teniendo siempre en cuenta lo que puedan decirnos los especialistas en exégesis bíblica al respecto, tal vez podemos entender con cierta libertad esta aparente contradicción en el sentido de que las necesarias normas de prudencia humana que, sin duda, es preciso adoptar en ocasiones, no deben ser excusa para ocultar el testimonio al que todos los creyentes estamos llamados. No se puede ocultar la luz, no se puede acallar la Palabra, no se puede desoír la llamada del que nos envía para que lo demos a conocer. Tal vez, como síntesis necesaria de prudencia y valentía en el testimonio pueden servir las palabras de la segunda carta a Timoteo: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Tim 4, 2).

José M. Vegas cmf

Meditación – Jueves IV de Cuaresma

Hoy es jueves IV de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 5, 31-47):

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es verdadero el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio en favor de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su rostro, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no lo creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yohe venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a esesí lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, mecreeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no creéis en sus escritos, ¿cómo vais a creer en mis palabras?».

El evangelio de hoy nos regala este largo diálogo que se viene suscitando entre Jesús y los judíos de su época. Jesús en este texto va a dar innumerables testimonios que hablan a favor de Él como verdadero Mesías y como verdadero Hijo de Dios. Y hay una parte que me resulta de particular singularidad que dice “(las escrituras) dan testimonio de mí y sin embargo ustedes no quieren venir a mí para tener vida”. Me parece que es muy interesante este reproche que le hace Jesús a los judíos de su época: el no querer ir a Él para tener vida. Y trasladándolo a nuestros días y aplicándolo a nuestra vida cotidiana nosotros podemos pensar: “nosotros sí queremos ir a Jesús y nosotros también queremos tener vida”. Claro, uno puede pensar también qué significa esto que está diciendo Jesús y que significa en definitiva tener la misma vida que Jesús o tener vida según el espíritu que anima la misión de Jesús en el mundo. Yo creo que la primera característica de la vida en Jesús pasa porque está centrada en Dios. Una de las características fundamentales que tiene Jesús es que la permanente referencia que Él hace, la hace hacia el Padre. Él se siente enviado. Es decir, el centro del universo no está puesto en Él sino está puesto en el Padre que lo envió. Él realiza obras y signos que en definitiva van a revelar el rostro del Padre. Es decir, Jesús entiende que hay alguien que es más importante que Él. Y ese es el Padre. Entonces nosotros podemos pensar en nuestra vida que tener vida en Jesús significa salir nosotros el centro. Muchas veces andamos por la vida pensando que lo nuestro es lo mejor, que es lo más importante, o es lo único que merece la atención y de a poco nos vamos poniendo en el centro. Y muchas veces no nos damos cuenta y cuando nos despertamos y tomamos conciencia nos damos cuenta que hicimos de nuestro mundo el centro del universo. Y desaparecen entonces Jesús, los hermanos, los que pasan verdaderanecesidad. Y voy cayendo lentamente el olvido y pasos a ser lo que el papa Francisco llama:“un autorreferencial” Entonces es una linda expresión ésta: tener vida en Jesús significa salir yo del el centro y que el centro lo ocupe otro.

Lo segundo que me parece también fundamental es que la vida en Jesús por tanto es un vida que nos reintegra de alguna manera, nos devuelve la dignidad que tenemos de ser verdaderamente Hijos de Dios. Nuestro mérito más grande en la vida, nuestra dignidad másbonita que podemos tener, lo más grande que nos puede pasar a nosotros es justamente esto. No es tanto que hable bien de nosotros, en salir en los diarios, en la televisión, ser noticia; sino que ir lo más importante tiene que ver con ese sentimiento interno que me hace a mí y que me confirma a mí como verdadero Hijo de Dios. Y es lo que en definitiva anida en cada uno de nosotros desde el momento que somos bautizados. Nunca perder de vista eso. ¿Qué es lo más grande que me puede haber pasado en la vida? Ser hijo de Dios, tener la vida de Jesús, vivir también animado por el Espíritu Santo. Y –evidentemente- todo esto: el hecho de centrarme, el hecho de vivir con una dignidad que me es dada por otro y que yo no tengo ningún mérito sino que es todo gratuito, el amor con que Dios me ama es gratis, me lleva necesariamente a quitar la mirada de mí mismo y empezar a mirar a los demás. Y cuando miro los demás me doy cuenta que hay un mundo que sufre, hay un mundo muchas veces sin Dios, hay un mundo sin sentido, hay un montón de necesidades de muchísimos hermanos que necesitan ser satisfechas, que necesitan respuestas, que necesitan atención. Entonces la tercera característica de la vida de Jesús es el servicio. Es decir, una vida que se entrega permanentemente por amor y por amor a todos los hombres,pero especialmente aquellos que sienten la vida y la fe más amenazada. No seamos como los judíos el evangelio sino que seamos varones y mujeres de fe que se animan a creer en Jesús por seguir entregando su misma vida: una vida que se descentra, una vida cuya dignidad más linda es la de ser hijos e hija que Dios, una vida que por tanto entiende que surazón de ser más profunda y más íntima es la de ponerla al servicio de aquellos que más necesitan de la ternura y de la misericordia de Dios. Hermano y hermana será hasta el próximo evangelio si Dios quiere. Los abrazo muy fuerte en el Corazón de Jesús.

P. Sebastián García

Liturgia – Jueves IV de Cuaresma

JUEVES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

            La Cuaresma: Arrepentirse de los pecados.

  • Éx 32, 7-14. Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.
  • Sal 105. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
  • Jn 5, 31-47. Hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza.

Antífona de entrada          Sal 104, 3-4
Que se alegren los que buscan al Señor. Recurrid al Señor y a su poder, buscad continuamente su rostro.

Monición de entrada y acto penitencial
A partir de hoy y durante la Semana Santa, la oposición entre los líderes judíos y Jesús irá en aumento.

El pueblo, nosotros, siempre tendemos más a adorar a nuestro propio dios que a aceptar con humildad, conscientes de nuestras limitaciones, que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.

Pero somos suficientemente afortunados de tener a Cristo, un mediador que intercede por nosotros, a quien podemos fácilmente acoger y con quien nos identificamos, porque en él podemos reconocer a uno de nosotros, que opta a favor del pueblo, que nos defiende, que se mezcla y participa con nosotros a pesar de nuestros fallos y defectos.

  • Señor, ten misericordia de nosotros.
    — Porque hemos pecado contra Ti.
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia.
    — Y danos tu salvación.

Oración colecta
IMPLORAMOS deseosos, Señor, tu perdón,
para que tus siervos, corregidos por la penitencia
y educados por las buenas obras,
nos mantengamos fieles a tus mandamientos,
para llegar, bien dispuestos, a las fiestas de Pascua.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos al Padre, por Jesucristo, el Señor, y pidámosle que se acuerde de nosotros, por amor a su pueblo.

1.- Para que la Iglesia sepa dar testimonio de Cristo con sus obras. Roguemos al Señor.

2.- Para que los que no creen puedan reconocer a Cristo en la vida de los creyentes. Roguemos al Señor.

3.- Para que cuantos ejercen autoridad en la Iglesia y en el mundo sepan mostrar a los súbditos el amor con que Dios los ama. Roguemos al Señor.

4.- Para que nuestra comunidad viva la inquietud de interceder continuamente, como Moisés, por las necesidades de la Iglesia y del mundo y de la propia comunidad. Roguemos al Señor.

Señor y Dios nuestro, queremos venir a ti para tener vida. Tuya es la gloria por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
CONCÉDENOS, Dios todopoderoso,
que la ofrenda de este sacrificio
libre siempre de todo mal nuestra debilidad
y nos llene de fortaleza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Cuaresma

Antífona de comunión          Cf. Jer 31, 33
Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo, dice el Señor.

Oración después de la comunión
TE pedimos, Señor,
que nos purifiquen los sacramentos que hemos recibido
y que concedas a tus siervos liberarse de todas sus culpas,
para que se gloríen en la plenitud de la ayuda del cielo
los que se ven agobiados por el peso de su conciencia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
OH, Dios, protector de los que en ti esperan,
bendice a tu pueblo,
sálvalo, defiéndelo, prepáralo con tu gracia,
para que, libre de pecado y protegido contra sus enemigos,
persevere siempre en tu amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.