Tus dibujos en el suelo
han tenido un efecto sorprendente:
el círculo moralista y acusador
se ha roto y, a solas contigo,
por primera vez, me he sentido libre.
Tus dibujos en el suelo han sido
el primer espejo no engañoso
que me ha hecho ver mi rostro triste;
mi ser pobre y vacilante,
mis miedos de siempre.
Tus dibujos en el suelo han creado
un silencio penetrante,
pues han puesto al descubierto
la trágica parodia que vivimos
cuando nos creemos diferentes.
Tus dibujos en el suelo
me han devuelto la dignidad perdida,
cuando tu dedo suave y firme,
con el polvo de siempre
y mis lágrimas pérdidas,
ha plasmado mi nuevo rostro sonriente.
Después te has incorporado,
serenamente has mirado mis ojos,
me has besado como nadie
y has dicho al aire:
vete y vive; ya sabes.
Y yo no me he atrevido a abrazarte.
Pero todos tus dibujos del suelo tatuados
en mi piel para siempre.
Florentino Ulibarri