1.- ¡Feliz Pascua de Resurrección! Así de entusiastas nos hemos de mostrar, cantar, proclamar y recordar por todos los rincones donde nos encontremos: ¡Ha resucitado el Señor!
Es, esta gran noticia, la que sostiene nuestra fe. Por muchas veces que la celebremos y pregonemos, lejos de parecer antigua, ha de recobrar fuerza y vitalidad, por el testimonio y la convicción con que nos ha sido transmitida desde tiempos de los mismos apóstoles. ¡Ha resucitado el Señor!
Buena noticia porque, en medio de tanta muerte y de tristes crónicas que nos preocupan, el Señor nos ofrece una salida: si El murió, nosotros moriremos. Si El resucitó, nosotros resucitaremos.
Hoy, al lado de este gran acontecimiento, la ciencia, la razón, la matemática o toda especulación, se quedan cortas y, el Señor, vence por goleada: Dios resucitó al Señor, y con El, a todos nosotros. ¿Creemos esto? ¿Somos conscientes de que estamos hablando, profesando y cuidando los cimientos de nuestra fe?
2.- ¡Feliz Pascua de Resurrección! El Señor ha pasado. Ha sido aclamado e injuriado, lacerado y levantado en una cruz, enjuiciado y crucificado, enterrado….pero no ha sido derrotado. “Volveré” nos dijo. ¡Ya lo creo que ha vuelto! ¡Pero con una vida eterna en sus manos! ¡Con vida suficiente para todos! Con las marcas de su pasión en el cuerpo pero, sobre todo, con el gran regalo que, muchos hombres ya quisieran conseguir por sí mismos para venderlo luego a alto precio: la vida eterna. A Dios, el coste por dárnosla a nosotros, le ha salido alto, ¡Cristo!
En esta noche, y sería bueno pensarlo así, han sido rotas las cadenas de la muerte que nos tenía maniatados, esclavos. Era un túnel sin salida. Era el gran enigma por resolver. Con Dios todo ello ha sido resuelto: ¡tendremos un mañana feliz!
La noche más dramática de la humanidad es precisamente aquella que se cierne sobre ella: la muerte.
La noche más luminosa de la cristiandad es la que estamos celebrando: la vida. ¡Cómo no vamos a entonar un cántico de alabanza y un triple aleluya pascual!
3.- Innumerables hermanos nuestros lo vieron y lo pregonaron: ¡ha resucitado! Y, desde entonces, por los cuatro puntos cardinales de nuestra tierra, esta confidencia, ha ido transmitiéndose como el gran legado de Jesucristo.
Esta noche santa ilumina toda la historia de la humanidad. Muchos, es cierto, seguirán viviendo en la oscuridad. Otros ni saben todavía que están llamados a una nueva vida. Pero, nosotros, porque lo sabemos y lo creemos, lo celebramos, lo cantamos y lo vivimos: ¡ha resucitado el Señor! ¡Aleluya!
Ya que tenemos la suerte de haber conocido este gran prodigio, el Señor Resucitado, no podemos esconderlo por más tiempo. Nuestra vida ha de ser traspasada , hasta dar un vuelco, por el efecto de la resurrección. Ya no tienen sentido los llantos ni las tristezas, los desencantos ni los desencuentros: ¡estamos llamados a una nueva vida! ¡Jesús Resucitó!
Esta noche, es la noche a través de la cual pasamos de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, de la orfandad a la amistad definitiva con Dios sellada en Nueva Alianza por Jesucristo. ¡Gracias Dios mío! ¡Tu cruz, aunque escándalo a primera vista, ha resultado ser victoria!
4.- Qué alegría, vivir todo esto y, espontáneamente comunicarlo a cuantos nos rodean. ¿Seremos capaces? ¿Diremos aquello de “es verdad ha resucitado”? No nos podemos asomar al sepulcro vacío y permanecer absortos e impasibles con los ojos puestos en el sudario. Nosotros somos hombres y mujeres del resucitado. No seguimos ni creemos por sus reliquias: ¡sus hechos nos han dejado impresionados! ¡Su Resurrección es motivo de optimismo y de liberación! ¡No moriremos definitivamente!
¿Por qué, hermanos, cuesta tanto entender y creer todo esto a amigos nuestros que –se dicen cristianos?
En esta Vigilia Pascual, que precede a mañana de la Pascua, no somos meros admiradores de Jesús. No somos fans de Jesús de Nazaret. Somos herederos de su misma suerte. Estamos llamados a descubrir su testamento espiritual, luego cumplirlo y, al final, disfrutarlo con la vida de la Resurrección.
Que el fruto primero, de esta Vigilia Pascual, la Vigilia de la Luz, la Vigilia de la Vida, la Vigilia del esplendor y del resplandor de la fe, sea precisamente ser hijos de la luz, irradiar y contagiar la alegría de nuestra vivencia cristiana.
Cristo no ha muerto ¿Quién ha dicho eso? ¡Vivo y eternamente vivo! Y, por la cuenta que nos trae a la humanidad sometida al absurdo de la muerte, creamos firmemente, y que no nos cueste demasiado creerlo: Jesús Resucitó y estamos llamados a gozar de esa misma vida. Entre otras razones, la más poderosa, porque lo ha hecho Dios. ¡Feliz Pascua de Resurrección!
5.- QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Que, el hombre, ya no conocerá
la muerte para siempre
Que, el pecado, ha sido con creces perdonado
Que, la vida, vence sobre el horizonte oscuro
Que, la luz, brillará –en un futuro- permanentemente.
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Bajaste al sepulcro y, al tercer día, regresaste
Bajaste al sepulcro sólo, y subes con vida para todos
Bajaste al sepulcro muerto,
y regresas con una vida resucitada
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Estábamos con grilletes esclavos de la muerte,
y ahora libres
Estábamos preocupados por la noche oscura,
y ahora cantamos a pleno día
Estábamos llenos de dudas, y el sepulcro abierto
nos da una certeza: ¡VIVES!
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Te sentimos vivo, operante, activo y presente
Te sentimos cercano en el amor
y alentando nuestra esperanza
Te sentimos dándonos impulso y calor
para ser hombres nuevos
Te sentimos soplando las brasas de nuestra Fe
para que nunca se apague
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Si Tú has vuelto, nosotros volveremos
Si Tú no has muerto para siempre,
nosotros resucitaremos un día
Si Tú has muerto por unos días,
nosotros moriremos por unas noches
Si Tú has vuelto después de tanto,
nosotros volveremos después de todo
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Hemos pasado del sinsentido a la comprensión de todo
Hemos pasado de la inquietud a la paz
Hemos pasado de la tierra al cielo
Hemos pasado de los dioses a Dios
Hemos pasado del odio al amor
Hemos pasado de la muerte a la VIDA
¡QUÉ GRAN NOTICIA, SEÑOR!
Correremos hacia los vivos: ¡ESTAS VIVO!
Correremos hacia la fraternidad: ¡ERES AMOR!
Correremos hacia el pan: ¡ERES EUCARISTIA!
Correremos hacia iglesia: ¡ES COSA TUYA, SEÑOR!
Correremos hacia la vida:
¡ERES RESURRECCIÓN, SEÑOR!
Javier Leoz