VIGILIA PASCUAL EN LA NOCHE SANTA
Misa de la Vigilia Pascual (blanco)
Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio I de Pascua «en esta noche» embolismos propios en las Plegarias Eucarísticas. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV. Despedida con doble «Aleluya».
Leccionario: Vol. I (C)
1ª • Gén 1, 1 -2, 2 Vio Dios todo lo que había hecho, y era muy bueno
- Sal 103. Envía tu espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.
2ª • Gén 22, 1-18. El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe.
- Sal 15. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.
3ª • Éx 14, 15 – 15, 1a. Los hijos de Israel entraron en medio del mar, por lo seco.
- Salmo Éx 15, 1-18. Cantaré al Señor, gloriosa es su victoria.
4ª • Is 54, 5-14. Con amor eterno te quiere el Señor, tu libertador.
- Sal 29. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
5ª • Is 55, 1-11. Venid a mí y viviréis. Sellaré con vosotros una alianza perpetua.
- Salmo: Is 12, 2-6. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación.
6ª • Bar 3, 9-15. 32 – 4, 4.Camina al resplandor del Señor.
- Sal 18. Señor, tú tienes palabras de vida eterna.
7ª • Ez 36, 16-17a. 18-28. Derramaré sobre vosotros un agua pura, y os daré un corazón nuevo.
- Rom 6, 3-11. Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más.
- Sal 117. Aleluya, aleluya, aleluya.
- Mt 28, 1-10. Ha resucitado y va por delante de vosotros a Galilea.
Primera parte
Lucernario en la puerta de la iglesia
Queridos hermanos: En esta noche santa, en que nuestro Señor Jesucristo ha pasado de la muerte a la vida, la Iglesia invita a todos sus hijos, diseminados por el mundo, a que se reúnan para velar en oración. Si recordamos así la Pascua del Señor, escuchando su palabra y celebrando sus misterios, podremos esperar tener parte en su triunfo sobre la muerte y vivir con él en Dios.
Bendición del fuego
Oremos.
OH Dios,
que por medio de tu Hijo
has dado a los fieles la claridad de tu luz,
santifica † este fuego nuevo
y concédenos
que la celebración de estas fiestas de Pascua
encienda en nosotros deseos tan santos
que podamos llegar con corazón limpio
a las fiestas de la eterna luz.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Bendecido el fuego nuevo, un acólito, u otro ministro, lleva el cirio pascual ante el celebrante; este, con un punzón, graba una cruz en el cirio. Después, traza en la parte superior de esta cruz la letra griega alfa, y debajo de la misma la letra griega omega; en los ángulos que forman los brazos de la cruz traza los cuatro números del año en curso.
Mientras hace estos signos, dice:
1. Cristo ayer y hoy,
Graba el trazo vertical de la cruz.
2. principio y fin,
Graba el trazo horizontal.
3. Alfa
Graba la letra alfa sobre el trazo vertical.
4. y omega.
Graba la letra omega debajo del trazo vertical.
5. Suyo es el tiempo
Graba el primer número del año en curso en el ángulo izquierdo superior de la cruz.
6. y la eternidad.
Graba el segundo número del año en curso en el ángulo derecho superior de la cruz.
7. A él la gloria y el poder,
Graba el tercer número del año en curso en el ángulo izquierdo inferior de la cruz.
8. por los siglos de los siglos. Amén.
Graba el cuarto número del año en curso en el ángulo derecho inferior de la cruz.
Acabada la incisión de la cruz y de los otros signos, el sacerdote puede incrustar en el cirio cinco granos de incienso, en forma de cruz, mientras dice:
1. Por sus llagas
2. santas y gloriosas,
3. nos proteja
4. y nos guarde
5. Jesucristo nuestro Señor. Amén.
El sacerdote enciende el cirio pascual con el fuego nuevo, diciendo:
La luz de Cristo, que resucita glorioso,
disipe las tinieblas del corazón y del espíritu.
Procesión
Encendido el cirio, uno de los ministros toma carbones encendidos del fuego y los pone en el incensario. El sacerdote, según costumbre, impone el incienso. El diácono, o en su ausencia otro ministro idóneo, recibe del ministro el cirio pascual y se organiza la procesión. El turiferario, con el incensario humeante, camina delante del diácono o el ministro que lleva el cirio pascual. Sigue el sacerdote con los ministros y el pueblo, llevando todos en la mano las velas apagadas. A la puerta de la iglesia, el diácono, de pie y levantando el cirio canta:
Luz del Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
El sacerdote enciende su vela del cirio pascual.
Después, el diácono continúa hasta el centro de la iglesia y, de pie y elevando el cirio, canta de nuevo:
Luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
Todos encienden sus velas de la llama del cirio pascual, y avanzan.
El diácono, al llegar ante el altar, de pie y vuelto al pueblo, eleva el cirio y canta por tercera vez:
Luz de Cristo.
Y todos responden:
Demos gracias a Dios.
El diácono pone el cirio pascual sobre un candelero solemne colocado junto al ambón o en medio del presbiterio.
Y se encienden las luces de la iglesia, excepto las velas del altar.
Pregón pascual
Segunda parte:
LITURGIA DE LA PALABRA
Apagadas las velas todos se sientan. Antes de comenzar las lecturas, el sacerdote hace una breve monición al pueblo con estas palabras u otras semejantes:
Queridos hermanos: Con el pregón solemne de la Pascua, hemos entrado ya en la noche santa de la resurrección del Señor. Escuchemos, en silencio meditativo, la palabra de Dios. Recordemos las maravillas que Dios ha realizado para salvar al primer Israel, y cómo en el avance continuo de la historia de la salvación, al llegar los últimos tiempos, envió al mundo a su Hijo, para que, con su muerte y resurrección, salvara a todos los hombres. Mientras contemplamos la gran trayectoria de esta historia santa, oremos intensamente, para que el designio de salvación universal, que Dios inició con Israel, llegue a su plenitud y alcance a toda la humanidad por el misterio de la resurrección de Jesucristo.
Oraciones después de las lecturas
Después de la primera lectura: (La creación: Gén 1, 1-2, 2 ó 1, 1. 26-31a) y el salmo (103 ó 32).
Oremos.
DIOS todopoderoso y eterno,
admirable en todas tus obras,
que tus redimidos comprendan
cómo la creación del mundo,
en el comienzo de los siglos,
no fue obra de mayor grandeza
que el sacrificio de Cristo,
nuestra Pascua inmolada,
en la plenitud de los tiempos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la segunda lectura (El sacrificio de Abrahán: Gén 22, 1-18; ó 1-2. 9a. 10-13. 15-18) y el salmo (15).
Oremos.
OH, Dios,
Padre supremo de los creyentes,
que multiplicas sobre la tierra
los hijos de tu promesa con la gracia de la adopción
y, por el Misterio pascual,
hiciste de tu siervo Abrahán el padre de todas las naciones,
como lo habías prometido,
concede a tu pueblo
responder dignamente a la gracia de tu llamada.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la tercera lectura (El paso del mar Rojo: Ex 14, 15-15, 1) y su cántico (Éx 15).
Oremos.
TAMBIÉN ahora, Señor,
vemos brillar tus antiguas maravillas,
y lo mismo que en otro tiempo manifestabas tu poder
al librar a un solo pueblo de la persecución del Faraón,
hoy aseguras la salvación de todas las naciones,
haciéndolas renacer por las aguas del bautismo;
te pedimos
que los hombres del mundo entero
lleguen a ser hijos de Abrahán
y miembros del nuevo Israel.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la cuarta lectura (La nueva Jerusalén: Is 54, 5-14) y el salmo (29).
Oremos.
DIOS todopoderoso y eterno,
multiplica, fiel a tu palabra,
la descendencia que aseguraste a la fe de nuestros padres,
y aumenta con tu adopción los hijos de la promesa,
para que tu Iglesia vea cómo se ha cumplido ya, en gran medida,
cuanto creyeron y esperaron los patriarcas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la quinta lectura (La salvación que se ofrece gratuitamente a todos: Is 55, 1-11) y el cántico (Is 12).
Oremos.
DIOS todopoderoso y eterno,
esperanza única del mundo,
que anunciaste por la voz de tus profetas
los misterios de los tiempos presentes,
atiende los deseos de tu pueblo,
porque ninguno de tus fieles puede progresar en la virtud
sin la inspiración de tu gracia.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la sexta lectura (La fuente de la sabiduría: Bar 3, 9-15. 31-4, 4) y el salmo (18).
Oremos.
OH, Dios,
que sin cesar haces crecer a tu Iglesia
con la convocatoria de todas las gentes,
defiende con tu constante protección
a cuantos purificas en el agua del bautismo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Después de la séptima lectura (El corazón nuevo y el espíritu nuevo: Ez 36, 16-28) y el salmo (41-42).
Oremos.
OH, Dios, poder inmutable y luz sin ocaso,
mira con bondad el sacramento admirable de la Iglesia entera
y, en cumplimiento de tus eternos designios,
lleva a feliz término la obra de la salvación humana;
y que todo el mundo experimente y vea
cómo lo abatido se levanta,
lo viejo se renueva
y todo vuelve a su integridad original,
por el mismo Jesucristo,
de quien todo procede.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Gloria
Hemos escuchado las lecturas del Antiguo Testamento, esa larga historia que nos preparaba para la vida nueva de Jesucristo. Ahora, antes de escuchar el anuncio de esta vida nueva, cantemos la gloria de Dios, que es nuestra vida, nuestra luz, nuestro gozo; y aclamemos a su Hijo, resucitado de entre los muertos, porque Él es el Cordero de Dios, el único Santo, el único Señor, el único Altísimo.
Oración colecta
Oremos.
OH, Dios,
que has iluminado esta noche santísima
con la gloria de la resurrección del Señor,
aviva en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial,
para que, renovados en cuerpo y alma,
nos entreguemos plenamente a tu servicio.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Tercera parte:
LITURGIA BAUTISMAL
Monición tras la homilía
Esta noche de la Resurrección del Señor, es la Noche de la Vida Nueva; es la Noche en la que (celebramos y) renovamos el Bautismo que, por la fuerza del Espíritu, nos hace hijos de Dios y hermanos de Jesucristo.
Dispongámonos, pues, a celebrar, en la alegría de la Pascua, el don del agua de la Vida, bendiciendo el agua bautismal y renovando las promesas bautismales, recordando que por el Bautismo, un día morimos al hombre viejo y al pecado, y fuimos incorporados a la Vida Nueva de Cristo.
Si hay bautismos:
Queridos hermanos: acompañemos unánimes con nuestra oración la esperanza de nuestros hermanos que van a la fuente de la regeneración, para que el Padre omnipotente les otorgue todo el auxilio de su misericordia.
Si se bendice la fuente, pero no hay bautismos:
Invoquemos, queridos hermanos, a Dios todopoderoso para que su gracia descienda sobre esta fuente, y cuantos en ella renazcan, sean incorporados a Cristo como hijos de adopción.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros.
San Miguel. Ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios. Rogad por nosotros.
San Juan Bautista. Ruega por nosotros.
San José. Ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo. Rogad por nosotros.
San Andrés. Ruega por nosotros.
San Juan. Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena. Ruega por nosotros.
San Esteban. Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquía. Ruega por nosotros.
San Lorenzo. Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad. Rogad por nosotros.
Santa Inés. Ruega por nosotros.
San Gregorio. Ruega por nosotros.
San Agustín. Ruega por nosotros.
San Atanasio. Ruega por nosotros.
San Basilio. Ruega por nosotros.
San Martín. Ruega por nosotros.
San Benito. Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo. Rogad por nosotros.
San Juan María [Vianney]. Ruega por nosotros.
Santa Catalina [de Siena]. Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Jesús. Ruega por nosotros.
Santos y Santas de Dios. Rogad por nosotros.
Muéstrate propicio. Líbranos, Señor.
De todo mal. Líbranos, Señor.
De todo pecado. Líbranos, Señor.
De la muerte eterna. Líbranos, Señor.
Por tu encarnación. Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección. Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo. Líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores. Te rogamos, óyenos
Si hay bautizos:
Para que regeneres a estos elegidos con la gracia del bautismo. Te rogamos, óyenos
Si no hay bautizos:
Para que santifiques esta agua en la que renacerán tus nuevos hijos. Te rogamos, óyenos
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos
Cristo, óyenos. Cristo, óyenos
Cristo, escúchanos. Cristo, escúchanos.
Si hay bautismos, el sacerdote dice la siguiente oración con las manos extendidas
DIOS todopoderoso y eterno,
manifiesta tu presencia
en estos sacramentos,
obra de tu amor sin medida,
y envía el espíritu de adopción
para recrear los nuevos pueblos
que alumbrará para ti la fuente bautismal;
así tu poder dará eficacia
a la humilde acción de nuestro ministerio.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R/. Amén.
Bendición del agua bautismal
OH, Dios, que realizas en tus sacramentos obras admirables
con tu poder invisible,
y de diversos modos te has servido de tu criatura el agua
para significar la gracia del bautismo.
Oh, Dios, cuyo Espíritu, en los orígenes del mundo,
se cernía sobre las aguas,
para que ya desde entonces
concibieran el poder de santificar.
Oh, Dios, que incluso en las aguas torrenciales del diluvio
prefiguraste el nuevo nacimiento,
de modo que una misma agua, misteriosamente,
pusiera fin al pecado y diera origen a la santidad.
Oh, Dios, que hiciste pasar a pie enjuto por el mar Rojo
a los hijos de Abrahán,
para que el pueblo liberado de la esclavitud del Faraón
fuera imagen de la familia de los bautizados.
Oh, Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado por Juan en el agua del Jordán,
fue ungido por el Espíritu Santo;
colgado en la cruz
vertió de su costado agua, junto con la sangre;
y después de su resurrección mandó a sus apóstoles:
«Id y haced discípulos de todos los pueblos,
bautizándolos
en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo»,
mira el rostro de tu Iglesia
y dígnate abrir para ella la fuente del bautismo.
Que esta agua reciba, por el Espíritu Santo,
la gracia de tu Unigénito,
para que el hombre, creado a tu imagen,
lavado, por el sacramento del bautismo,
de todas las manchas de su vieja condición,
renazca, como niño, a nueva vida
por el agua y el Espíritu.
Y, metiendo, si lo cree oportuno, el cirio pascual en el agua una o tres veces, prosigue:
Te pedimos, Señor,
que el poder del Espíritu Santo,
por tu Hijo,
descienda hasta el fondo de esta fuente,
Y, teniendo el cirio en el agua, prosigue:
para que todos los sepultados con Cristo en su muerte,
por el bautismo,
resuciten a la vida con él.
Que vive y reina contigo.
Renovación de las promesas del bautismo
Acabado el rito del bautismo (y de la confirmación), o después de la bendición del agua, si no hubo bautismos, todos de pie y con las velas encendidas en sus manos, renuevan las promesas del bautismo, a no ser que se hubiera hecho junto con los que van a ser bautizados. El sacerdote se dirige a los fieles con estas o semejantes palabras:
Queridos hermanos: Por el Misterio pascual hemos sido sepultados con Cristo en el bautismo, para que vivamos una vida nueva. Por tanto, terminado el ejercicio de la Cuaresma, renovemos las promesas del santo bautismo, con las que en otro tiempo renunciamos a Satanás y a sus obras, y prometimos servir fielmente a Dios en la santa Iglesia católica.
Así pues.
¿Renunciáis al pecado
para vivir en la libertad de los hijos de Dios?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renunciáis a todas las seducciones del mal,
para que no domine en vosotros el pecado?
Todos:
Sí, renuncio.
Sacerdote:
¿Renunciáis a Satanás, padre y príncipe del pecado?
Todos:
Sí, renuncio.
Prosigue el sacerdote:
¿Creéis en Dios, Padre todopoderoso,
creador del cielo y de la tierra?
Todos:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creéis en Jesucristo,
su Hijo único, nuestro Señor,
que nació de Santa María Virgen,
murió, fue sepultado,
resucitó de entre los muertos
y está sentado a la derecha del Padre?
Todos:
Sí, creo.
Sacerdote:
¿Creéis en el Espíritu Santo,
en la santa Iglesia católica,
en la comunión de los santos,
en el perdón de los pecados,
en la resurrección de la carne
y en la vida eterna?
Todos:
Sí, creo.
Y concluye el sacerdote:
Que Dios todopoderoso,
Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos regeneró por el agua y el Espíritu Santo
y que nos concedió la remisión de los pecados,
nos guarde en su gracia,
en el mismo Jesucristo nuestro Señor,
para la vida eterna.
Tras la renovación de las promesas bautismales
Ahora, recordando nuestro propio Bautismo, por el que se nos incorporó a la vida de Dios, vamos (a pasar) a recibir el agua bautismal (, signándonos con la señal de la cruz), haciendo así presente la grandeza de Dios y el compromiso de vida que adquirimos en el Bautismo, cuando renacimos a la Vida Nueva de Cristo Resucitado. Considerémonos esta noche, pues, como si fuésemos bautizados de nuevo.
Ahora, todos los fieles pueden pasar por la pila bautismal y, tomando el agua bendita, se santiguan con ella; o bien, pueden ser asperjados por el sacerdote. Tras la aspersión, y ya desde la sede, tiene lugar la oración de los fieles.
Oración de los fieles
Por medio de Jesucristo el Señor, resucitado de la muerte por el poder del Espíritu Santo, dirigimos en esta noche nuestras súplicas al Padre.
1.- Por todos los que, reunidos en asamblea por todo el mundo, renuevan esta noche su adhesión a Cristo Jesús. Roguemos al Señor.
2.- Por los catecúmenos que, iluminados con la luz de Cristo, se incorporan esta noche a la Iglesia por los sacramentos de la iniciación cristiana. Roguemos al Señor.
3.- Por el papa, por nuestro obispo, por todos los obispos, sacerdotes, diáconos y demás ministros de la Iglesia. Roguemos al Señor.
4.- Por el rey, por el gobierno de nuestro país, por los gobernantes de todos los pueblos y naciones. Roguemos al Señor.
5.- Por toda la humanidad que, rescatada en Cristo de la muerte, todavía sufre en la espera de su plena liberación. Roguemos al Señor.
6.- Por nosotros que, renacidos del agua y del Espíritu, nos disponemos a participar en el banquete de la Pascua y queremos vivir en plenitud el Misterio pascual. Roguemos al Señor.
Señor y Dios nuestro, tú, que, por el poder del Espíritu, has resucitado a Jesús del reino de los muertos para tu gloria y para nuestra salvación, escucha la oración que la Iglesia te dirige en esta santa noche, apoyada en la intercesión del mismo Jesucristo tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos.
Cuarta parte:
LITURGIA EUCARÍSTICA
Antes de la presentación de las ofrendas
Llegamos ahora al momento culminante de esta Noche Santa, en el que Jesús Resucitado se va a hacer presente entre nosotros en el sacramento de la Eucaristía. Así pues, con alegría y con agradecimiento, dispongámonos a celebrar la Liturgia Eucarística de la Pascua.
Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor, con estas ofrendas
la oración de tu pueblo,
para que los sacramentos pascuales que inauguramos
nos hagan llegar, con tu ayuda, a la vida eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Prefacio pascual I: en esta noche.
Antífona de comunión Cf. 1 Cor 5, 7-8
Ha sido inmolada nuestra víctima pascual: Cristo. Así pues, celebremos con los panes ázimos de la sinceridad y la verdad. Aleluya.
Oración después de la comunión
DERRAMA, Señor, en nosotros
tu Espíritu de caridad,
para que hagas vivir concordes en el amor
a quienes has saciado con los sacramentos pascuales.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición solemne
QUE os bendiga Dios todopoderoso
en la solemnidad pascual que hoy celebramos
y, compasivo, os defienda de toda asechanza del pecado.
R/. Amén.
El que os ha renovado para la vida eterna,
en la resurrección de su Unigénito,
os colme con el premio de la inmortalidad.
R/. Amén.
Y quienes, terminados los días de la pasión del Señor,
habéis participado en los gozos de la fiesta de Pascua,
podáis llegar, por su gracia, con espíritu exultante
a aquellas fiestas que se celebran con alegría eterna.
R/. Amén.
Y la bendición de Dios todopoderoso,
Padre, Hijo † y Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros.
R/. Amén.
Despedida
Podéis ir en paz, aleluya, aleluya.
Demos gracias a Dios, aleluya, aleluya.