Lectio Divina – San Isidoro

San Isidoro de Sevilla

“Vosotros sois la sal… vosotros sois la luz”

1.- Oración introductoria.

Señor, el evangelio de hoy se presta para hacer una bonita oración con las dos imágenes tan bellas que pones en la vida de un buen cristiano: Ha de ser sal y ha de ser luz. No dices que los cristianos debemos tener sal y luz. Debemos “ser” sal y luz. La sal y la luz no es un añadido a nuestra vida cristiana sino su esencia. Cristianos apagados hay muchos. Cristianos sosos todavía más. Haz, Señor, que yo sea un cristiano “luminoso” y un cristiano “saleroso”.

2.- Lectura reposada del evangelio. Mateo 5, 13-16

«Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Aunque la sal y la luz no tienen nada en común, hay un aspecto en el que coinciden. Ninguna de las dos es provechosa por sí misma. La sal sola no sirve de nada para la salud, solo es útil cuando acompaña a los alimentos. La luz no se puede ver, es absolutamente oscura hasta que tropieza con un objeto. ¡Qué interesante! Resulta que cada uno de nosotros separados de los demás, no somos absolutamente nada. Mi existencia solo tendrá sentido en la medida que pase a formar parte de los demás disolviéndome en ellos. ¡Bonita tarea la de los cristianos! Existimos no para nosotros mismos sino para los demás. Lo nuestro es iluminar  un mundo envuelto en tinieblas, totalmente desorientado,  sin saber adónde va. Un mundo que ha perdido el norte y el sentido de la vida. Lo nuestro es sazonar un mundo demasiado soso, demasiado cansado y aburrido.  Lo nuestro no es ser fuegos artificiales que deslumbran un momento y se apagan. Lo nuestro tampoco es decir cuatro chistes para entretener a los demás. Lo nuestro es descubrir en Jesús la belleza y el sentido profundo de la vida. Lo nuestro es reivindicar para los hombres y mujeres de este mundo el derecho a ser felices.

Palabra del Papa.

¿Quiénes eran aquellos discípulos? Eran pescadores, gente sencilla… Pero Jesús los mira con los ojos de Dios, y su afirmación se entiende precisamente como consecuencia de las Bienaventuranzas. Él quiere decir: si seréis pobres de espíritu, si seréis mansos, si seréis puros de corazón, si seréis misericordiosos… ¡Ustedes serán la sal de la tierra y la luz del mundo! Para comprender mejor estas imágenes, tengamos en cuenta que la ley judía prescribía poner un poco de sal sobre cada oferta presentada a Dios, como un signo de alianza. La luz, entonces, para Israel era el símbolo de la revelación mesiánica que triunfa sobre las tinieblas del paganismo. Los cristianos, el nuevo Israel, reciben, entonces, una misión para con todos los hombres: con la fe y la caridad pueden orientar, consagrar, hacer fecunda la humanidad. Todos los bautizados somos discípulos misioneros y estamos llamados a convertirnos en un Evangelio vivo en el mundo: con una vida santa daremos «sabor» a los diferentes ambientes y los defenderemos de la corrupción, como hace la sal; y llevaremos la luz de Cristo a través del testimonio de una caridad genuina. Pero si los cristianos perdemos sabor y apagamos nuestra presencia de sal y de luz, perdemos la efectividad.» (Ángelus de S.S. Francisco, 9 de febrero de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.-Propósito: Hoy me comprometo a no pensar en mí mismo sino a pensar sólo en los demás.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, cada vez que estoy contigo me doy cuenta de que la vida es breve y la debo aprovechar al máximo. No me puedo permitir una vida mediocre, vulgar, vacía. Estando contigo y escuchando el evangelio descubro lo maravilloso que debe ser vivir como Tú has vivido. Tú sí que has sido LUZ Y SAL. Luz para alumbrar a las naciones y sal para dar sabor y alegría a todo el mundo. Haz que yo sea una pequeña lamparita encendida y un granito de sal bien sazonada.

ORACIÓN POR LA PAZ.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano)

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Comentario – Martes II de Pascua

Jn 3, 7-15

Respondió Nicodemo: «¿Cómo puede ser esto?»

San Juan, más que los otros evangelistas, ha notado las controversias, las preguntas que los interlocutores hacían a Jesús.

Mas que grandes discursos Jesús dialogaba.

Aquí, hay que imaginarnos a Nicodemo frente a Jesús. Es una conversación. Mi plegaria debería ser a veces así: hacer preguntas a Jesús.

Jesús le dijo: «¿Eres maestro en Israel y no sabes ésto?»

Incluso el más sabio entre los «maestros» no puede comprender. Toda la ciencia de Israel es incapaz de saber lo que revela Jesús. Conocer el Espíritu de Dios es imposible al hombre, incluso al más inteligente.
Nicodemo, «maestro de Israel», es invitado a hacerse pequeño… debe renunciar a todo lo que sea su ciencia… es necesario que «nazca de nuevo».

¿Me fío yo quizá de mis propias luces?

¿Acepto humildemente no entenderlo todo en las cosas de la fe? ¿No hay en mí también algo de ese orgullo de Nicodemo que hubiera querido captar toda la verdad?

Sí, efectivamente, hablamos de lo que conocemos, damos testimonio de lo que hemos visto… Solamente Jesús tiene la experiencia inmediata de las cosas de Dios: ¡habla de lo que conoce, dice lo que ha visto!

La Fe es ésto: ver con los ojos de Jesús… Es confiar en la palabra de Jesús… es dejarse introducir por El en su dominio divino.

La más humilde viejecita, que haya entregado su vida a Jesús y crea en El, tiene un mayor conocimiento sobre Dios que el más sabio de los teólogos y filósofos.

Y vosotros no recibís nuestro testimonio… Si hablándoos de cosas terrenas no creéis…

Desde el comienzo el evangelio según San Juan es dramático. Hace notar la incredulidad. Subraya las reacciones de los hombres frente a las afirmaciones de Jesús.

Y esto es siempre verdad en el día de hoy: hay que tomar partido por o en contra de Jesús. No es un drama del pasado. Los contemporáneos de Jesús representaban a los hombres de todo tiempo:

—o bien se acepta su Palabra, aún sin comprenderlo todo y se es «creyente’…

—o bien se acepta su Palabra, aún sin comprenderlo todo y se es «creyente …

Hoy tenemos demasiada tendencia a pensar que la incredulidad es un fenómeno reciente. Jesús subraya aquí la responsabilidad del hombre que no cree: «no recibís mi testimonio… no creéis…».

¿Cómo creeréis cuando os hable de «cosas celestiales»? Nadie sube al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Ya en los tres evangelios sinópticos el título de «Hijo del hombre» era utilizado, en referencia al profeta Daniel, para decir «el origen celeste» de Jesús. Juan acentúa esta revelación hablando de «¡descender» del cielo!

Jesús es aquél que viene del cielo y remonta al cielo.

El cielo es su verdadera patria. Dios es su medio ambiente.

Así es preciso que sea «levantado» el Hijo del hombre, para que todo el que creyere en El tenga la vida eterna. Jesús conocerá el sufrimiento y la muerte —»levantado» en la cruz—. Fue ya anunciado desde el comienzo del evangelio. Pero es así como comunica la «vida divina». La «vida eterna» a los que creen.

Noel Quesson
Evangelios 1

Cantos – Domingo III de Pascua

Entrada: Cristo resucitó, Aleluya A-13(Apéndice)   La vida venció a la muerte (Cantos varios) Aleluya, es la fiesta del Señor.  CLN. 214
¡En Latin. Introito: Introito: Jubilate Deo
Aspersión del agua: Vida Aquam. CLN .  A82  Canto Gregoriano
Misa de pascua: Lux et origo.
Salmo y Aleluya: Te ensalzaré, Señor  (Propio)
Ofertorio: O filii et filiae. CLN. 232   O Música  de  Òrgano
Santo: CLNI 12. de Jaúregui.
Comunión: Quédate con nosotros CLN-028;   Tú eres  uestra Pascua CLN 011 Beberemos la copa de Cristo ClN 0 10:
Final: Regina coeli. CLN. 303
N. B. Cantos para la misa con Niños de primera Comunión.

Oración de los fieles – Domingo III de Pascua

Es tiempo de dejarnos ayudar por el Señor, solo estando a su lado podremos dar fruto, presentamos nuestras plegarias diciendo:

SEÑOR, AYÚDANOS A DAR FRUTO

1. – Por el Papa Francisco, para que como hizo Moisés guíe a tu pueblo a lo largo del desierto, para llegar a la morada de Dios, la Tierra Prometida. OREMOS

2. – Por los gobernantes y los políticos para que dejando a un lado disputas y enfrentamientos, unan sus esfuerzos para el bienestar de sus pueblos. OREMOS

3. – Por aquellos que viven tristes, solos o necesitados para que encuentren en la Iglesia la alegría que Dios nos trae. OREMOS

4. – Por aquellos cuya fe es débil para que experimenten la compasión y la misericordia del Señor. OREMOS

5. – Por aquellos que se desesperan por la falta de frutos en su trabajo, para que siguiendo el ejemplo del evangelio redoblen su esfuerzos con ilusión y paciencia. OREMOS

6. – Por todos nosotros, para que en este tiempo favorable, miremos hacia dentro y cambiemos aquellas cosas que no nos acercan a Dios. OREMOS

Señor, sé paciente con tu pueblo y concédele con largueza lo que con humildad te pide. Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Nos ponemos en presencia de Jesús resucitado para pedirle que escuche todas esas necesidades que hacen nuestra vida sombría y pesarosa; para poder salir al mundo, llenos de alegría, a comunicar que la vida tiene sentido.

SEÑOR, AYÚDANOS A RESUCITAR

1. – Por la Iglesia, portadora del mensaje de salvación; para que lleve, a toda la comunidad de creyentes, esa fe auténtica que nos haga disipar tanta incertidumbre. OREMOS.

2. – Por el Papa y demás pastores de la Iglesia; para que muestren a los hombres que la resurrección no es una utopía, sino la autenticidad de una nueva vida hecha realidad por Jesús. OREMOS

3. – Por todos los que están tristes, porque carecen de lo fundamental; para que un hecho tan trascendente como la resurrección devuelva a sus almas la confianza de que para Dios no hay imposibles. OREMOS.

4. – Por los pueblos, las naciones, por todo el mundo; para que entiendan que solamente en la reconciliación, el perdón y el amor puede llegar la resurrección que tanto necesitamos. OREMOS

5. – Por las familias; para que la alegría y la esperanza presidan tantos hogares en los que se ha instalado la desesperanza, el querer tener más, llegar más alto, dominarse unos a otros, haciéndoles vivir una vida insoportable. OREMOS

6. -Por todos los que estamos aquí cuyas peticiones calladas Dios conoce; para que seamos fermento de gozo, libertad, salvación, amor… en esta sociedad que huye del compromiso y la exigencia. OREMOS

Señor, concédenos la gracia de la resurrección para que llegue la verdadera alegría y la verdadera confianza a todos nosotros.

Te lo pedimos por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

Amén

Comentario al evangelio – San Isidoro

Se puede ser santo y sabio. San Isidoro fue el hombre más docto de su tiempo. Había nacido en Cartagena (Murcia) el año 560. Huérfano de padre y madre, fue confiado a su hermano Leandro, quien lo educó admirablemente en la vida cristiana. Adquirió una incomparable erudición logrando dominar el latín, el griego y el hebreo. Se hizo monje, y al final, a la muerte de su hermano, fue nombrado arzobispo de Sevilla.

Colabora con Sisebuto, Sisenando y Suintila, reyes godos, a la estabilidad del reino. Restaura la vida monástica. Anima la vida religiosa en aquel imperio romano-visigodo, siendo algo así como el Primado de aquel reino. Escribió obras importantísimas como la Historia de los godos, vándalos y suevos, Hombres Ilustres, Libro de las Sentencias y, sobre todo, Las Etimologías, que viene a ser como una enciclopedia del saber de aquel tiempo. Murió en Sevilla el 23 de abril del año 636.

San Isidoro de Sevilla sirvió a Dios y a los hombres gobernando, escribiendo, organizando, animando, restaurando. Su vida nos está indicando que se puede ser santo y sabio, ciudadano de la ciudad celeste y ciudadano de la ciudad terrestre, fiel a Dios y fiel al mundo, místico e ilustrado contemplativo y comprometido, orante y gobernante.

Podremos ser cristianos normales o seres vulgares, hombres descreídos o personajes mundanos, pero cuando hemos estado en contacto con los santos nos va a ser muy difícil dudar acerca de la verdad del evangelio, de la realidad de Dios, y de que los santos son excelentes humanos que contribuyen con su presencia y sus obras a la iluminación de este mundo.

Ciudad Redonda

Meditación – San Isidoro

Hoy celebramos la fiesta de San Isidoro

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 5, 13-16):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».

Hoy, Jesús nos habla claramente del carácter testimonial de la vida cristiana: «Vosotros sois la sal de la tierra» (Mt 5,13). Así, pues, el que no demuestra lo que cree con su comportamiento y sus obras no puede tenerse por seguidor de Jesucristo, quien nos dio en todo momento el ejemplo de su vida. Vigilemos, pues, para que nuestra existencia no pierda la cualidad de ser sal y luz, ya que entonces «no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres» (Mt 5,13).

Gracias a Dios, tal como dice la Carta a los Hebreos, «estamos rodeados de una gran nube de testigos» (Heb 12,1), santos y santas, que en todo tiempo han dado el sabor cristiano a la vida humana, han preservado las costumbres de la corrupción imperante en el ambiente, y han contribuido a dar brillo a la sabiduría divina. Uno de ellos fue san Isidoro de Sevilla, hombre que, aunando la fe y la cultura, trabajó para preservar el legado intelectual del mundo greco-latino y para innovar a la vez los conocimientos de su época con nuevas aportaciones. Por el método enciclopédico y ordenado de sus Etimologías, avanzándose con mucho a su tiempo, ha sido propuesto como el patrón de los informáticos. ¡Cuando la santidad y la sabiduría se dan la mano, realizan grandes obras para mayor gloria de Dios y bien de la humanidad…!

San Isidoro vio la unión entre sabiduría y santidad como un deber pastoral en bien del pueblo fiel: «El obispo debe tener un conocimiento eminente de la Sagrada Escritura, porque si se limita a tener una vida santa, sólo él se aprovechará. En cambio, si está instruido en la doctrina y en la predicación, podrá instruir a los demás y enseñará a los suyos». Mientras reflexionamos estas palabras de san Isidoro, pidamos a Dios que nos dé doctos y santos pastores, según su corazón.

Rev. D. Joaquim MESEGUER García

Liturgia – San Isidoro

SAN ISIDORO, obispo y doctor de la Iglesia, fiesta

Misa de la fiesta (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio propio. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. IV

  • 1Cor 2, 1-10. Vuestra fe se apoye en el poder de Dios.
  • Sal 118.Lámpara es tu palabra para mis pasos, luz en mi sendero.
  • Mt 5, 13-16.Vosotros sois la luz del mundo.

Antífona de entrada          Sb 6, 13
Radiante e inmarcesible es la sabiduría, la ven con facilidad los que la aman y quienes la buscan la encuentran. Aleluya.

Monición de entrada y acto penitencial
Celebramos hoy la fiesta de san Isidoro de Sevilla, obispo y doctor de la Iglesia. Nació alrededor del año 560. Fue discípulo de su hermano Leandro y sucesor suyo en la sede de Sevilla. En su abundante obra literaria nos ha dejado no solo su magisterio episcopal sino también un compendio de todo el saber de su tiempo. Pastor celoso, infatigable, ordena la sagrada liturgia, preside concilios desviviéndose por todos. Murió en Sevilla el año 636. El año 1063 fue trasladado su cuerpo a León, donde hoy recibe culto en la basílica de su nombre.

• Tú, fuente de toda sabiduría. Señor, ten piedad.
• Tu, que haces de tus fieles la sal de la tierra y la luz del mundo. Cristo, ten piedad.
• Tu, que resucitado de entre los muertos eres vida para todos los que te siguen. Señor, ten piedad.

Oración colecta
SEÑOR, Dios todopoderoso,
tú elegiste a San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia,
para que fuese testimonio y fuente
del humano saber,
concédenos, por su intercesión, una búsqueda atenta
y una aceptación generosa de tu eterna verdad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos a Dios Padre, fuente de toda verdad, en esta fiesta de san Isidoro.

1.- Por el Papa y los obispos, pastores y maestros en la fe del pueblo de Dios. Roguemos al Señor.

2.- Por los teólogos, que profundizan en la fe de la Iglesia para exponerla con claridad. Roguemos al Señor.

3.- Por los gobernantes, responsables de la educación y la cultura de sus pueblos. Roguemos al Señor.

4.- Por los que tienen dudas de fe o prejuicios que les impiden creer. Roguemos al Señor.

5.- Por nosotros, que nos alimentamos en la mesa abundante de la palabra de Dios. Roguemos al Señor.

Dios Padre nuestro, que nos has enviado a Jesucristo, camino, verdad y vida, escucha la oración de tu Iglesia, en esta celebración de san Isidoro, intercesor nuestro. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
QUE estas ofrendas, Señor,
fruto del trabajo del hombre,
atraigan tus bendiciones
y nos hagan dóciles al Espíritu de la verdad.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Prefacio

EL MAGISTERIO DE SAN ISIDRO

V/.   El Señor esté con vosotros. R/.

V/.   Levantemos el corazón. R/.

V/.   Demos gracias al Señor, nuestro Dios. R/.

EN verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.

Porque nos concedes la alegría
de celebrar hoy la fiesta de san Isidoro,
y fortaleces a tu Iglesia
con el ejemplo de su vida,
la abundancia de su doctrina y la luz de su saber.
De este modo la instruyes con su palabra
y la proteges con su intercesión.

Por eso,
nos asociamos al júbilo
de los coros celestiales
y, llenos de su misma alegría,
proclamamos tu gloria, diciendo:

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del Señor.
Hosanna en el cielo.

Antífona de comunión          Sb 7, 13-14
Sin engaño aprendí la sabiduría, sin envidia la comparto y no escondo sus riquezas; porque es un tesoro inagotable para los hombres: los que lo adquieren se ganan la amistad de Dios, pues los dones de la instrucción los recomienda. Aleluya.

Oración después de la comunión
A
 los que has alimentado con Cristo, pan de vida,
ilumínalos, Señor,
con las enseñanzas de Cristo, Maestro,
para que en la fiesta de san Isidoro
aprendan tu verdad
y la hagan vida propia en la práctica del amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
SEÑOR,
que se alegre al pueblo cristiano
porque glorificas a los miembros insignes de tu Hijo;
y, pues devotamente celebra la fiesta de san Isidoro,
concédele participar de su suerte
y gozar un día con él de tu gloria eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.