Lectio Divina – Jueves II de Pascua

“El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano”

1.- Oración introductoria.

Señor, al estar contigo estos momentos de oración, quiero afirmarme en mi realidad de ser persona abierta al mundo de Dios. Un mundo cerrado en mí mismo o en las cosas de este mundo es un mundo pequeño, finito, intrascendente. El hombre está hecho de barro y de un soplo divino. El barro nos ata a las realidades de este mundo y el soplo nos supera y nos apunta a un mundo invisible pero maravilloso. “Hay algo en el hombre que supera al hombre mismo”. Y yo, en mi oración, soy testigo de que eso es verdad

2.- Lectura reposada de la Palabra de Dios. Juan 3, 31-36

El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él».

3.- Qué dice la Palabra de Dios.

Meditación-reflexión

En este evangelio “arriba y abajo” son algo más que simples adverbios de lugar. Arriba significa “trascendente” el mundo del Espíritu, el mundo de Dios. Abajo hace relación a nuestro pequeño mundo “inmanente” cerrado en sí mismo. Desde el momento en que Dios ha determinado “encarnarse” en este mundo, el cielo ha bajado a la tierra y la tierra ha subido al cielo. Por eso dice Jesús que “el que cree en el Hijo tiene vida terna”. Por eso es peligroso oponer lo humano y lo divino; lo espiritual y lo material. Lo humano no se opone a lo divino sino a lo “inhumano” a los bajos instintos, a lo bestial que todavía queda en el hombre herido por el pecado y de lo cual debe liberarse. Persona espiritual no es aquella que sólo se dedica a las cosas espirituales y se desentiende de este mundo, sino la persona que posee el Espíritu de Jesús y se va liberando de todo aquello que le “despersonaliza”. Por eso el santo es el más humano, el más cercano, el más libre, el más misericordioso. De Teresa de Jesús se dice: “Tanto más humana cuanto más divina y tanto más divina cuanto más humana”.

Palabra del Papa

“Los que participan en la vida divina, forman la familia de Dios. En ella, al modo de la familia humana, hay relaciones de paternidad y filiación, de fraternidad, y el clima apropiado para que estas relaciones se estrechen y se refuercen cada vez más. A esta familia no se pertenece por generación natural, sino por generación de fe, de amor y de esperanza. Las puertas de la casa familiar están siempre abiertas: Todos los hombres están invitados a entrar, pero ninguno obligado. Los caminos por los que se llega al solar familiar del Padre son muy variados: los hay rectos y los hay tortuosos; unos son más largos y otros son más cortos. Todos llevan sin embargo a la casa del Padre. A lo largo de la historia ha habido y habrá quizá quienes no quieran entrar y se queden fuera, pero el que entre pasará a disfrutar de los beneficios de la familia de Dios”. (Papa Francisco)

4.- Qué me dice este texto hoy a mí”. (Silencio).

5.- Propósito.  Hoy viviré lo humano y lo divino de una manera sencilla y coherente.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Al acabar la oración, lo que me sale de dentro es darte gracias. Gracias por el misterio de la Encarnación que me hace valorar mi cuerpo y todas las realidades humanas. Gracias porque puedo vivir lo humano y lo divino sin ninguna tensión sino con coherencia, con gozo, con espíritu unificador.

ORACIÓN POR LA PAZ.

«Señor Jesús, Príncipe de la Paz, mira a tus hijos que elevan su grito hacia ti: Ayúdanos a construir la paz. Consuela, oh Dios misericordioso, los corazones afligidos de tantos hijos tuyos, seca las lágrimas de los que están en la prueba, haz que la dulce caricia de tu Madre María caliente los rostros tristes de tantos niños que están lejos del abrazo de sus seres queridos. Tú que eres el Creador del mundo, salva a esta tierra de la destrucción de la muerte generalizada, haz que callen las armas y que resuene la dulce brisa de la paz. Señor Dios de la esperanza, ten piedad de esta humanidad sorda y ayúdala a encontrar el valor de perdonar». (Parolín, Secretario del Estado Vaticano)

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Comentario – Jueves II de Pascua

Jn 3, 31-36

El que viene…

Era uno de los títulos que se daba a Dios en el Antiguo Testamento. Dios es el que está continuamente viniendo.

El que viene de arriba…

Transcendencia divina.

El que procede de la tierra es terreno y habla de la tierra. El que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído…

Estas fórmulas nos ponen de entrada en la diferencia existente entre el evangelio de San Juan, y el de los otros tres. Marcos, por ejemplo, nos muestra un Jesús «Poderoso en palabras y en actos», —que corresponde a las afirmaciones que encontramos aquí, en San Juan—, pero es un Jesús que impone el silencio sobre su dignidad divina…

Juan, por el contrario, no cesa de poner en la boca de Jesús afirmaciones de «origen celeste».
¿Cómo explicar esta diferencia de lenguaje?

Se ha dicho alguna vez que el «cuarto evangelio» se habría hecho eco de una enseñanza más elevada, reservada a auditorios más intelectuales… Hay algo de verosímil en esta observación. Pero esto no lo explica todo.

Los exégetas ordinariamente piensan más bien que san Juan ha prestado a Jesús, hasta un cierto punto, su propia manera de expresarse, mientras que los otros tres evangelistas han conservado más literalmente las palabras de Jesús en su forma primitiva.

Esto no quiere decir que Juan haya inventado estas fórmulas; pero que, reflexionando sobre las palabras de Jesús a la luz de la resurrección, las ha interpretado desde el interior cargándolas de toda su contemplación del misterio pascual.

Aquel a quien Dios ha enviado habla palabras de Dios, pues Dios no le dio el espíritu con medida.
Estamos en pleno misterio divino.

El Padre ama al Hijo. Ha puesto en su mano todas las cosas.

Es exactamente lo que los tres evangelios sinópticos no cesan de afirmar. No es pues un evangelio nuevo, Mateo, Lucas, Marcos exponen también ante nuestros ojos un Jesús que no cesa de hablar de «su Padre»; pero Juan vuela rápido hasta las cumbres de la Trinidad… y llega muy pronto a las relaciones intimas que existen entre «el Hijo y el Padre y el Espíritu».

El que cree en el Hijo tiene la vida eterna.

El que rehusa creer en el Hijo no verá la vida, sino que está sobre él la cólera de Dios.

El pensamiento de san Juan es un pensamiento cíclico que vuelve a hablar sin cesar de un cierto número de temas, es a la manera de las olas del mar…

«Creer»… o «rehusar creer»… tal es el dilema radical. «Vivir»… o «no vivir»… tal es el resultado.

Para Juan, para Jesús el no-creyente voluntario no «vive» está muerto. Es verdad que hoy puede uno preguntarse, si un cierto número de los que se afirman no-creyentes han hecho, realmente, tal opción. «El mismo Jesús, en la cruz excusaba a sus verdugos diciendo’, «no saben lo que hacen». No es cosa nuestra. Nadie en la tierra tiene derecho de juzgar que un tal es creyente o no-creyente. Pero queda en pie a palabra de Jesús: “el que rehusa creer no verá la vida». Severa invitación a verificar la cualidad de mi propia Fe. La Fe no es una cosa ya hecha. ¿Va creciendo mi Fe?

Noel Quesson
Evangelios 1

Aparece el Señor, y todo amanece

El domingo pasado, aquellos que eran amigos y apóstoles, estaban con las puertas cerradas a cal y canto; hoy tímidamente y al aire libre. Aquel día paralizados y petrificados por el miedo; hoy más sueltos aunque sin tener demasiado claras las ideas. Entonces asustadizos por los acontecimientos que se habían dado en Jerusalén; en este instante vueltos a la normalidad en su ser pescadores…pero con las redes vacías.

Estaban tan acostumbrados a vivir al calor y al amparo del Maestro que se habían olvidado hasta de trabajar para vivir y, cuando regresan a lo de siempre, la suerte les da la espalda: ¡no hemos pescado nada!

¡Cuántos momentos y sucesos entrañables les vendrían a la memoria de aquellos hombres!; tormentas calmadas; Pedro sobre las aguas; curaciones; resurrecciones; idas y venidas; ¡todo! (pensaría alguno para sus adentros) fueron horas felices que quedaron para siempre en el pasado:

-Allá en el mar de Galilea Jesús los constituyó en el grupo de los “doce”.

-En la arena sus ojos se cruzaron con los de Jesús….oyeron su voz y, dejándolo todo, lo siguieron.

-Al murmullo de las aguas, tranquilas pero llenas de vida, contemplaron absortos la multiplicación de los panes y de los peces.

2.-Uno a uno, ¡ay si hablase Tiberíades!, repetiría la misma propuesta con la misma respuesta: ¡seguidme!… ¡contigo iremos Señor!

Y, en el amanecer, cuando aquellos amigos que parecían vencidos por una pesca estéril e infructuosa, cuando el silencio era tenso por la ausencia de Aquel que en el corazón estaba presente…. de nuevo suena la misma voz con llamada al ánimo y a la esperanza, a la insistencia y al desafío: ¡echad de nuevo las redes!

-Lo desconocido se hace amigo

-Los ojos cansados se transforman en asombro

-El ayer, de repente, se actualiza, se retoma… ¡amanece con el Señor!

Y se rompen y saltan por los aires, una vez más, esquemas y redes, sayales y olas, tristezas y sufrimientos, dudas y noches oscuras.

¡Al amanecer, una vez más, Jesús lo hace todo nuevo! En el amanecer de aquel día, el intuitivo Juan, supo reconocer al que en una mesa de Jueves Santo le dejó que reclinase en su pecho. ¡Es el Señor!

Los gestos se repetían con la complicidad de los que nunca jamás olvidaron. Después de “cortarse el fuego” amanece. Jesús, como una luz frente a la oscuridad. Sin su presencia todo esfuerzo habría sido en balde. Con su aparición toda expectativa se queda corta. ¡Es el Señor!

3.- A pie de tierra, el Resucitado (que habla, bendice, indica y comparte) que tiene mucho de Señor y otro tanto de “siervo mayor” se sienta y los hace sentar a los que un día llamó en ese mismo lugar para que descubran en la amabilidad y en la afabilidad, en la sencillez y en el servicio, en la amistad y en el compartir… sigue tan vivo como aquella primera vez….como la primera vez de aquel encuentro inolvidable en el lago. ¡Es el Señor!

Y la noche, que infundía temor y cólera, abatimiento y desesperanza, se transforma en una jornada resplandeciente e iluminada por la presencia de Aquel que, una vez más, les sorprende, les llena y les habla con palabras y gestos de amigo. ¡Es el Señor!

Y con el Señor las cosas toman un cariz totalmente distinto. El trabajo se convierte en misión y la iglesia, a pesar del cansancio, retoma el impulso perdido sabiendo que, cuando Cristo está en el centro, nada es imposible para Aquel que la sostiene. ¡Es el Señor!

4.- ¿Con qué signos se acerca hoy el Resucitado hasta nosotros?

-No con redes o seminarios rebosantes de peces o llamados al sacerdocio…..y sí con rostros cargados de tristezas y de miserias. Con rostros doloridos por fracasos e incomprensiones, luchas y desatinos, dejadez o desencanto.

-No con brasas o dinámicas de trabajo en las que a veces nos malgastamos y nos empeñamos en una agenda interminable……y sí con una llamada responsable a ser iglesia, mejor iglesia, con menos círculos cerrados y alejándonos de la imagen de un simple cortijo donde unos pocos dirigen, y los demás bregan y dejan la piel en la pesca (cada día más difícil) de ese mar inmenso que es el mundo que nos rodea.

-No en lagos, barcas o reuniones que ponen al descubierto diferencias y discrepancias y siempre con más de lo mismo….y sí con una lectura reposada de su Palabra, con una vuelta a su Evangelio, con una sinceridad de vida, con un trabajar más y más horas en favor de su Reino, con un bajar a la realidad y a la vida de tantos que siguen remando mar adentro pero necesitados de palabras de aliento y de consuelo. ¡Es el Señor!

Malo será que, por estar tan pendientes del micrófono y de las luces, de las flores y de las convocatorias, de los departamentos y de tanto montaje……olvidemos que el Señor nos exige y nos invita echar las redes en otras direcciones y, a veces, hasta con otras personas. Cuando los responsables de la evangelización se empeñan en mantener, al frente de sus estructuras, a agentes de pastoral gastados e indefinidamente perpetuados en los cargos, en vez de aparecer el Señor…..suele surgir el desencanto y la ralentización, no tanto por las ideas, cuanto por la incapacidad limitaciones naturales de llevarlas a cabo.

5.- ¡ES EL SEÑOR!

La oscuridad, se convierte en luz
La esterilidad, en fruto abundante
La apatía, en dinamismo
La vergüenza, en valentía apostólica

¿No lo veis? ¿No lo sentís?
¡Es el Señor!
Y, a su voz, decimos que ¡SI!
Que merece la pena intentarlo de nuevo
Que echaremos las redes en su nombre
Que, incluso con cansancio,
nos lanzaremos aún a riesgo
de perder algo nuestro, por el camino

¡Es el Señor!
Y, cuando sale a nuestro encuentro,
es porque quiere que compartamos su vida
Y, cuando anochece en nuestros afanes,
el Señor, desde la otra orilla,
nos brinda la fuerza necesaria
para que no nos ahogue la desesperanza.

¡Es el Señor!
Cuando amanece con el Señor,
todo cambia de color:
el cansancio desaparece
la mala suerte termina
el esfuerzo inútil da lugar al trabajo fecundo

¡Es el Señor!
Y, cuando uno cree en El,
en silencio cree en El, espera en El y ama en El
Y, cuando uno cree en El,
como Pedro, los ojos se ponen en El, las alabanzas, los pies en la tierra
y la barca dejada en El.

¡Es el Señor!
Y, cuando uno ama como Juan
los labios se atreven a pronunciar
lo que el corazón siente y la fe anima:
¡Es el Señor!

Javier Leoz

Al calor de tu Evangelio

Al calor de tu Evangelio
nos reunimos con gozo
a celebrar nuestra amistad
y cantar a la vida que Tú nos das.

Al calor de tu Evangelio
nos sentimos hijos del mismo Padre,
renovamos la fraternidad
y proclamamos nuestra igualdad.

Al calor de tu Evangelio
compartimos hoy lo vivido
abriendo nuestros corazones
y acogiendo tu brisa y rocío.

Al calor de tu Evangelio
hacemos silencio respetuoso
escuchando a los hermanos
y dialogando contigo.

Al calor de tu Evangelio
soñamos, despiertos, el futuro
y miramos el horizonte
con esperanza de discípulos.

Al calor de tu Evangelio
prendemos fuegos a tu estilo
para que sus llamas y brasas
atraigan a caminantes perdidos.

Al calor de tu Evangelio,
una vez más, comemos y cantamos
recobramos nuestra dignidad
y hacemos comunidad.

Al calor de tu Evangelio
oramos como Tú nos enseñaste,
nos dejamos llevar por tu Espíritu
y danzamos alegremente.

Al calor de tu Evangelio
desaparecen fantasmas y miedos,
nuestros rostros se iluminan
y, poco a poco, nos enamoramos.

Al calor de tu Evangelio
acogemos tu llamada y ruego,
y nos vamos prestos contigo
a ser buena noticia, luz y fuego.

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el Evangelio

• En la “aparición” de Jesús Resucitado, como se nos narra en Emaús de Lucas, los discípulos no reconocen a Jesús enseguida (4): quiere decir que Cristo Resucitado sólo puede reconocerse por medio de la fe.

• El diálogo de Pedro con Jesús (15-19) nos pone ante el servicio en la Iglesia, un servicio de amor (cfr el Buen Pastor Jn 10)

• Todo lo que vive la Iglesia (misión, Eucaristía, ministerio pastoral) parte de la presencia (4) y del reconocimiento del Resucitado (7).

• La misión evangelizadora de la Iglesia, la pesca (6-8), es el resultado de la presencia de Jesús. Los obreros del Evangelio dan fruto cuando permanecen unidos al Resucitado.

• La comida (Eucaristía), en la que es Jesús quien tiene la iniciativa y quien la da (12.13), reconcilia al Señor con los discípulos, que lo habían abandonado.

¿Cómo se reconoce esta vez al Resucitado?

Cuando se le entiende como uno que ha servido con total entrega a la persona. Así cuando en el v.7 se dice que Pedro «se ató la prenda a la cintura » se está aludiendo al atarse el delantal tal como Jesús lo ha hecho en la Última Cena (13,4.5). Lo que equivaldría a decir: la única manera de reconocer al Resucitado es ponerse a servir, atarse el delantal y estructurar la vida desde el servicio al hermano. Servir es el modo de afirmar la fe en la Resurrección (más que en maneras dogmáticas). Por eso no ha de extrañar que en esa comida con la que se sella la Comunión con el Resucitado, éste sea el que les sirva, uno a uno, personalmente: «Cogió el pan y se lo fue dando… «. Por eso al conectar servicio y resurrección se le quita a aquél esa pizca de amargura que inevitablemente le acompaña.

Contemplando la Acción Militante

• La confesión de fe de los Discípulos (7) es fruto de la acción a la que Jesús les ha impulsado (6).

• Una serie de contrastes en torno a la acción, la confesión de fe y la confesión de amor con que juega el evangelista: noche/día; no pescar/pescar; no reconocer/afirmar la fe; no tener comida/tener pan y pescado.

— Los “no” expresan que los Apóstoles están cerrados a todo, a causa de la experiencia de la muerte de Jesús. Nada va bien. No pescan. No ven nada más detrás de una persona cualquiera. Han quedado marcados por un fracaso.

—  Sólo la intervención del Señor hace cambiar las cosas. Una intervención que pasa por algo tan sencillo y común como la petición de compartir su comida (5).

• El Señor interviene en la misma realidad negativa y oscura que están viviendo (3-6). Su acción tiene pasos:

1º les hace tomar conciencia de la realidad: “no tienen nada para comer” (5).

2º Él les invita a volver a probarlo (6); esto es: que por muy negativa que veamos la realidad, no podemos quedarnos paralizados.

3º Después Él toma la iniciativa preparando el almuerzo, preparando el convite e invitando (9-13): “vamos almorzad”. Es Él quien “toma el pan y se lo da”: la Eucaristía también es una acción en la que Jesús tiene la iniciativa y va delante. La Eucaristía re-hace las fuerzas y el amor a Jesús. La Eucaristía es experiencia de amor recibido y dado (15-19).

• La presencia del Resucitado lo ha cambiado todo. Él es el día, la luz que hace ver las cosas de otro modo. Él abre puertas. Habiéndolo reconocido uno ya no puede cerrarlas.

Comentario al evangelio – Jueves II de Pascua

Estamos en primavera. Mientras escribo, está descargando una tormenta. Está lloviendo a base de bien. No sé porqué se me ha venido a la cabeza que este verano va a haber mosquitos en abundancia. Los mosquitos son bastante molestos, al menos para mí. Cuentan un chiste a este propósito. Dicen que uno, harto por la noche del zumbido de un mosquito, que se posaba en un lugar indeterminado, cerca de su oreja, y harto también de pegarse inútiles bofetadas entre sueños para cazarlo, decidió, contra su pereza, esperarlo con los cinco sentidos bien despiertos. Y, cuando llegó de nuevo zumbando el mosquito, de un manotazo lo atrapó. Se sintió profundamente satisfecho. Lo tenía ya en su mano cerrada, pero no apretada. Y en ese momento se puso a zumbar por los huecos de la mano en que estaba atrapado el mosquito. Antes de terminar con su vida, le decía al mosquito, entre zumbido y zumbido: “molesto, ¿verdad?, molesto”.

Los disidentes pueden parecernos como los mosquitos zumbones del verano, cuando cuestionan lo que para el (des)orden establecido es incuestionable. Resultan molestos. Gente conflictiva. Hasta se pueden hacer odiosos, si no se doblegan y dan la razón a quien cree tenerla por el cargo que ostenta. Sean las que sean, las razones de la disidencia y de la objeción de conciencia resultan un engorro para los custodios encargados de mantener la paz(iencia) y la tranquilidad (que viene de tranca). Es cierto que hay que tener buenas razones para disentir. Pero, sobre todo, hay que tener dignidad y no estar dispuesto a venderse. Ya decía un filósofo: “el hombre tiene dignidad y no precio”.

Los apóstoles son unos disidentes recalcitrantes y molestos. Ante el Consejo, el Sumo Sacerdote les interroga: “¿no os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése?”. Pedro y los apóstoles replican con toda razón: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Así que, desde el inicio, en la Iglesia han tenido un puesto los disidentes. Todavía debieran tenerlo. No habría nada que esconder. No habría que jugar con las palabras, asegurando, para tranquilidad del personal, que él no disiente de la Iglesia, sino que disiente en la Iglesia. Sospecho que quien así habla quiere cubrirse las espaldas, pero es muy posible que no lo logre y, como el mosquito zumbón en la mano del molestado cazador, su historia terminará siendo la crónica de una muerte anunciada. Menos mal que uno cree en la resurrección de los muertos.

Ciudad Redonda

Meditación – Jueves II de Pascua

Hoy es jueves II de Pascua.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 3, 31-36):

El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

El Evangelio de hoy nos pide que nosotros creamos en Jesús para tener vida, para alcanzar la vida eterna. Porque es así, cuando empieza a creer, cuando uno empieza a confiar en Jesús, uno de verdad que empieza tener vida, vida de verdad, vida verdadera, vida plena, vidaen abundancia. Porque antes de Jesús todo era distinto, todo era oscuro y vacío. Antes de Jesús uno siente la sensación de que algo falta. Antes de Jesús nada tenía sentido, uno está desorientado. ¿Vos lo ves así? ¿Cómo era tu vida antes de Jesús? ¿Cómo te sentías? ¿Cómo teiba en la vida? Oh ahora mismo ¿Cómo te va en la vida sin Jesús? Con Jesús la vida cambia, cambia todo y cambia todo para bien. Uno es diferente, la vida es diferente. Ahora con Jesús hay salida, hay rumbo, hay alegría, hay esperanzas. ¿oh no es así? Cuantas veces decimos ennuestras vidas que gracias a la confianza en Jesús nos hemos salvado de muchas cosas, cuantas veces nuestra confianza en Jesús nos llenó de alegría y felicidad. “El que cree en el Hijo tiene Vida Eterna” nos dice el Evangelio de Hoy. Y nosotros estamos invitados a renovar nuestra fe en Jesús vivo y resucitado todos los días. Y más todavía en estos días de Pascua. Jesús ha vencido a la muerte, Jesús ah Resucitado, Jesús nos ha regalado la Vida Eterna. Hoy te invito a que, en algún momento del día, en tu cuarto o en algún lugar de tu casa te hagas un tiempo y reces. Reces a Jesús vivo, que hables, que dialogues con él. Y pedir la gracia de sentir en tu corazón la vida en abundancia que sólo él la puede dar. Pedir la gracia de poder comprender la vida en abundancia que nos da Jesús. Como una ayuda para la meditación podes escuchar la canción que nos gusta mucho a los Jóvenes Argentinos “Vida en Abundancia”. Y así volver a renovar nuestra fe, nuestra confianza en Jesús resucitado que está entre nosotros.

P. David Pintos

Liturgia – Jueves II de Pascua

JUEVES II DE PASCUA, feria

Misa de feria (blanco)

Misal: Para la feria antífonas y oraciones propias. Prefacio Pascual

Leccionario: Vol. II

  • Hch 5, 27-33. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo.
  • Sal 33. El afligido invocó al Señor, y él lo escuchó.
  • Jn 3, 31-36. El Padre ama al Hijo y todo lo ha puesto en su mano.

Antífona de entrada           Cf. Sal 67, 8-9
Oh, Dios, cuando salías al frente de tu pueblo, guiándolos y acampando con ellos, la tierra tembló, el cielo destiló. Aleluya.

Monición de entrada y acto penitencial
“Dios ha puesto su Palabra en la boca de los hombres para que sea comunicada a otros.  Cuando la Palabra de Dios impacta a una persona, ésta lo comunica a otros. Dios ha querido obligarnos a buscar y encontrar su palabra viva -hecha vida- en el testimonio de un hermano o una hermana, en la boca de alguna persona. Por lo tanto, el cristiano necesita de otro cristiano que le transmita la Palabra de Dios” (Dietrich Bonhoeffer, La Vida Juntos). — El núcleo de nuestra fe es que le debemos una nueva vida a Jesús, por quien hemos vuelto a nacer. El Espíritu   -que Jesús nos da sin medida-   nos impulsa a dar testimonio del mismo Jesús y de su nueva vida en nosotros.

• Tú, que estás siempre a nuestro lado. Señor, ten piedad.
• Tú, que salvas a los abatidos. Cristo, ten piedad.
• Tú, que nos has abierto las puertas del cielo. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios, que estableciste el sacrificio pascual
para la salvación del mundo,
sé propicio a las súplicas de tu pueblo,
para que Jesucristo,
nuestro Sumo Sacerdote que intercede en favor nuestro,
nos reconcilie por aquello que le asemeja a nosotros
y nos absuelva en virtud de su igualdad contigo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Por Jesucristo hemos renacido del agua y del Espíritu. El intercede por nosotros ante el Padre.

1.- Para que la Iglesia se mantenga firme en el convencimiento de que debe obedecer a Dios antes que a los hombres. Oremos.

2.-Para que los abatidos y todos cuantos sufren sientan la cercanía del Padre que los ama. Oremos.

3.- Para que los poderosos de la tierra tengan en cuenta al pobre y al marginado. Oremos.

4.- Para que todos nosotros, que celebramos con gozo la resurrección del Señor, seamos en la vida testigos de lo que aquí celebramos. Oremos.

Atiende, Padre, las oraciones de tu Iglesia. Te las presenta tu Hijo Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SUBA hasta ti, Señor, nuestras súplicas
con la ofrenda del sacrificio,
para que, purificados por tu bondad,
nos preparemos para el sacramento de tu inmenso amor.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio pascual I

Antífona de comunión          Mt 28, 20
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos. Aleluya.

Oración después de la comunión
D
IOS todopoderoso y eterno,

que en la resurrección de Jesucristo
nos has renovado para la vida eterna,
multiplica en nosotros los frutos del Misterio pascual
e infunde en nuestros corazones
la fortaleza del alimento de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
C
ONCEDE, Señor Dios,

a tus fieles encontrar seguridad y riqueza
en la abundancia de tus misericordias
y haz que, protegidos con tu bendición,
se mantengan en continua acción de gracias
y te bendigan rebosantes de alegría.
Por Jesucristo, nuestro Señor.