Lectio Divina – La Visitación de la Virgen María

LA VISITACION DE MARIA

1.- Oración Introductoria.

Señor, personalmente me llaman la atención estas primeras palabras: “En aquellos días”. La Visitación no la realizó la Virgen ni el primer día ni el segundo. Los primeros días después de la Encarnación María se quedó  contemplando el Misterio que ni Ella era capaz de comprender. “El ángel la dejó”.  Así acaba el relato. La dejó sola, la dejó en paz, la dejó estremecida, la dejó gustando, saboreando el Misterio. Y es que, cuando Dios irrumpe en una criatura, como sucedió en María, hasta los mismos ángeles estorban.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 1,39-56

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea, y entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: «Tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor». Entonces dijo María: «Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega de generación en generación a los que lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos los colmó de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel, su siervo, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia, para siempre». María permaneció con Isabel unos tres meses, y se volvió a su casa. Palabra del Señor.

3.- Qué dice el texto

Meditación-reflexión

Se puso en camino deprisa hacia la montaña. El servicio es lo suyo. Sabe que el Verbo se ha encarnado en ella. Es la madre del Hijo de Dios pero no se le han subido los humos a la cabeza. Es la de siempre, la servidora, y por eso va a visitar a su prima que la necesita. Y va con gozo, con prontitud, con garbo…Alguien ha descrito este viaje como “la primera procesión eucarística”. A mí me da devoción el ver a María  sumergida en una oración cósmica. Canta con el sol, con la luna, con las estrellas, y también con los pájaros, con los montes, con la acequia llena de agua, con los pastos del páramo, con las praderas cubiertas de rebaños, con los valles vestidos de mieses.  Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.  ¡Qué abrazo aquel! Son dos mujeres preñadas de historia que simbolizan dos alianzas, dos testamentos, dos pueblos: el antiguo y el nuevo. Y los dos se abrazan en un abrazo íntimo y estrecho. Juan, el último de los profetas, salta de júbilo en el vientre de su madre. Con ese salto de júbilo recibe Israel a Jesús.  El A.T. llevaba a Cristo en sus entrañas. Isabel se llenó del Espíritu Santo. Sólo aquel que está lleno puede llenar. A este mundo vacío de Dios no lo llenarán los mediocres, los superficiales, los tibios, los frívolos, los pasotas… Lo llenará los que estén llenos de Dios. Si siempre ha sido conveniente la oración en los sacerdotes, catequistas y evangelizadores, ahora se hace necesaria, imprescindible…María se convierte en la primera evangelizadora, la primera que da a su prima la buena noticia de la salvación. Isabel  agradece a María el servicio material de ayudarle a fregar unos platos o limpiar la casa, pero ante todo agradece  el servicio de la fe…”Dichosa tú, la creyente”…la que me da el Espíritu, la que me habla de Dios. Todo servicio que hacemos a nuestros hermanos se quedará manco si no les damos el servicio de la fe.

Palabra del Papa

“No habían pasado siquiera tres años y a tu hijo le anunciaban pronta muerte. ¿Dónde aprendió a amar de tal manera, que ni la misma muerte tortuosa le aplacó el deseo de amar? Detrás de Él hubo una madre que le amó de tal manera, que le enseñó a mirar constantemente más allá de su propia vida. Amándolo tanto lo habías preparado a amar. Te dejaría, María. Y lo despedirías con la misma confianza con que lo diste a luz.Cambiaste la humanidad, Madre mía, engendrando al mismo Dios que se encarnó. Tú tan sólo una criatura, pero tan generosa. Tan sólo una criatura, pero tan silenciosa. Tan sólo una criatura, pero tan comprensiva. Tan sólo una criatura, pero llena de gracia. Tan sólo una criatura, pero la Madre del Señor. Tan sólo una criatura, pero también mi madre.Creíste. Feliz seas, Madre mía, que creyendo abriste el mundo al mismo Dios; y el mismo Dios nos vino a redimir. He ahí a mi madre. He aquí a tu hijo, he aquí a tu hija. Quiero caminar contigo hasta la cruz y escuchar a mi Señor decir «he ahí a tu madre». Ángelus S.S. Papa Francisco, 15 de agosto de 2016)

4.- Qué me dice hoy a mí este texto del evangelio ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito. Hoy haré todo con la prontitud, la alegría y la ilusión con que hizo María ese viaje a visitar a su prima.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, uno mi alabanza a la alabanza de María y con ella te doy gracias por tantas gracias que me has dado a lo largo de mi vida. Como María yo también te digo: ¿Qué has mirado en mí? No cabe duda: lo poco que valgo, lo poco que tengo, lo poco que soy. Crear es hacer algo de la nada. Y yo sin ti no soy nada; y sin embargo, sigues actuando a través de mí. Gracias por esta creación silenciosa y continuada.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR UCRANIA

Tú que nos enseñaste que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno, ten piedad de nosotros, aleja la guerra y demás violencias malignas y permítenos llegar a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en las armas, sino en un diálogo profundo.

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Comentario – Martes VII de Pascua

Jn 17, 1-11

Hacia el final de su última reunión con sus discípulos, la tarde del Jueves santo, el tono de Jesús cambia. Juan nos lo muestra rogando al Padre como a su único interlocutor.

Jesús, levantando los ojos al cielo, añadió:

Una actitud corporal de oración.

Los «ojos» de Jesús… expresan la actitud de todo su ser.

«Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique’.

Este verbo «glorificar» se repetirá cuatro veces en unas pocas frases. Esta palabra expresa una densidad de oración de una intensidad extrema: la «gloria», para toda la tradición bíblica, era lo propio de Dios. La palabra hebrea «Kabód» sugiere la idea de «peso». A diferencia de nuestra lengua, la ‘ Gloria» no es pues sobre todo este «brillante exterior del renombre» que desgraciadamente puede existir sin valor real… sino que justamente es aquel peso real de un ser lo que define su importancia efectiva.

Lo que Jesús pide a Dios, su Padre, es que esta Gloria divina se manifieste a la hora misma de su muerte.

El dará la vida eterna a todos los que Tú le diste y la vida eterna es que te conozcan a ti, único Dios verdadero y a tu enviado, Jesucristo.

La gloria de Dios, es la salvación del hombre, y la salvación del nombre, es el conocimiento de Dios.

La «vida»… «conocer a Dios».

La «vida eterna…»

Esta vida ha empezado ya en la medida en que avanzamos en este conocimiento, que no es sobre todo un avanzar intelectual, sino la unión de todo nuestro ser con Dios. Ciertas personas muy sencillas tienen un profundo conocimiento de Dios, que no alcanzan a tener jamás ciertos sabios.
¡Danos, Señor, este conocimiento vital de ti!

He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran y Tú me los diste y ellos han puesto por obra tu palabra.

La segunda palabra importante, después de la de glorificar es la de “dar”:  en la única página del evangelio de hoy ,Jesús la pronuncia diez veces…

El Padre ha «dado» poder al Hijo…

ha «dado» la Gloria al Hijo…

ha «dado» palabras al Hijo

«da» la vida eterna a los nombres…

«da» las palabras del Padre a los hombres…

Sí, la obra de Jesús, es hacer participar a la humanidad en todo lo que ha recibido del Padre. Dar. Darse. Actitudes esenciales del amor.

Todo lo que es mío es tuyo, todo lo que es tuyo es mío.

Es una de las más perfectas definiciones del amor, de la Alianza. He aquí lo que Jesús decía de Dios, he aquí lo que Él decía a Dios.

¿Puedo yo mismo repetirlo pensando en Dios?

Pensando también en todos aquellos a quienes creo amar… Verdaderamente ¿hago participar de lo mío a los demás? ¿Es verdad también que no guardo nada?

Señor Jesús, ven a enseñarnos a amar de verdad.

Noel Quesson
Evangelios 1

Música – Domingo de Pentecostés

Entrada:  La Alianza nueva CLN 253; Espíritu Santo guíanos (Cantos varios)Ven Espíritu divino CLN-255;
En Latin: Introito: Spiritus Domini (Canto Gregoriano)
Aspersión del agua: Vida Aquam. CLN .  A82  Canto Gregoriano
Misa de pascua: Lux et origo. O Gloria: De Palazón CLN C 4.
Salmo y Aleluya:Envia tu Espiritu Señor (Propio)
Secuencia: Veni Sancte spiritus (Gregoriano)  
Ofertorio: Veni creator Spiritus CLN 251; Ven Espiritu divino CLN 258
Santo: CLN I7.
Aclamación al Embolismo: 1 CLN-M 3
Comunión: Oh Señor envía tu Espíritu CLN 252; Ven Espiritu divino CLN 258
Final:   Regina coeli. CLN. 303;  Reina del cielo CLN  324.

Oración de los fieles – Domingo de Pentecostés

Estamos reunidos en tu nombre como aquella primera Iglesia. Ante nuestros temores y problemas te pedimos Señor que envíes tu Espíritu y nos fortalezca. Repetimos:

SEÑOR, CONCÉDENOS LOS DONES DE TU ESPÍRITU

1. – Que el Espíritu Santo derrame sobre el Santo Padre, Francisco, el don de Piedad, para que sea ejemplo de las actitudes de Jesucristo ante todos los hombres. OREMOS

2. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que están alejados el don del Temor de Dios, para que les sirva de guía a la hora de encaminar sus pasos en esta vida hacia la casa del Padre. OREMOS

3. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los enfermos y los que sufren el don de Fortaleza para que este estímulo les lleve a sobrellevar con alegría sus dificultades. OREMOS

4. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los que viven entre luchas y enfrentados el don de Entendimiento para que llegue pronto a ellos la verdadera paz nacida del respeto mutuo. OREMOS

5. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los dirigentes de todas las naciones el don de Sabiduría para que guíen a sus pueblos por caminos de Paz, justicia y prosperidad. OREMOS

6. – Que el Espíritu Santo derrame sobre los trabajadores de toda índole el don de Ciencia para que realicen sus tareas con afán y con entusiasmo. OREMOS

7 – Que el Espíritu Santo derrame sobre todos nosotros, presentes en la Eucaristía, el don de Consejo para que estemos atentos a acompañar a aquellos que andan desanimados y cansados. OREMOS

Padre envía el Espíritu Santo en este nuevo Pentecostés para que llene con su gracia todos los lugares de la tierra, atienda toda súplica de tu pueblo y nos dé fuerzas para caminar hacia la casa del Padre. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor

Amen.


Cristo, nos envía el Espíritu Santo para que nos ayude en nuestras necesidades. Vamos a presentar al Padre nuestras peticiones con la seguridad que da el sabernos amados por Él.

ENVÍA SEÑOR TU ESPÍRITU Y REPUEBLA LA FAZ DE LA TIERRA.

1 – Envía, Señor, tu Espíritu de Sabiduría sobre la iglesia. Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, diáconos y todas las personas que con su servicio ayudan a la Iglesia, para que reciban la luz necesaria a la hora de expandir el mensaje de Cristo. OREMOS

2. – Envía, Señor, tu Espíritu de Fortaleza. Te pedimos por todos los que lo están pasando mal, los enfermos, los parados, los que están solos, los que no se sienten amados, los que no te encuentran… OREMOS.

3. – Envía, Señor, tu Espíritu de Caridad. Por los pobres, por los carentes de amor, de comprensión, de solidaridad, para que encuentren una mano generosa que les ayude en su necesidad. OREMOS.

4. – Envía, Señor, tu Espíritu de Entendimiento. Te pedimos por los gobernantes, por los que tienen poder para tomar decisiones, por los responsables de hacer que cesen las guerras, para que lleguen a un entendimiento que haga vivir en paz a los hombres. OREMOS.

5. – Envía, Señor, tu Espíritu de Piedad. Para que sepamos vivir en cercanía con el Señor, rechazando todo lo que nos hace romper la amistad con Dios y con los hermanos. OREMOS.

6. – Envía, Señor, tu Espíritu de Alegría. Por todos los que se Confirman en estos días, para que lleven a todos la alegría que supone vivir desde Cristo. OREMOS.

7. – Envía, Señor, tu Espíritu de Bondad. Por todos los que se dedican a los demás, tanto si difunden la Palabra de Dios, como si ayudan a otros en sus necesidades, para que Dios les conceda la humildad, la sencillez y el desprendimiento que este servicio conlleva. OREMOS.

8. – Envía Señor, tu Espíritu de Generosidad. Por las necesidades de todos los que compartimos esta Eucaristía (un momento de silencio) para que el Señor nos ayude a solucionarlas con la mayor generosidad. OREMOS.

Señor, siempre atento a nuestras necesidades, deseamos que estas súplicas sean bien recibidas Ti, Dios Padre Nuestro, con la seguridad de que Tú siempre escuchas a tus hijos.

Y te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Comentario al evangelio – Visitación de la Virgen María

Hoy celebra la Iglesia la fiesta de la Visitación de María a su prima Isabel. Algunos Padres en los primeros siglos, ya vieron en este camino de María hacia Ain Karem, una primera peregrinación eucarística. María como primer Sagrario, como primera Custodia, si quiere decirse así, porta en sus entrañas a Cristo, Pan de Vida, Hombre bueno, Hijo de Dios vivo.  Y esta presencia íntima no es indiferente al mundo ni se guarda María sus efectos transformadores sólo para ella. ¡Al contrario! 

La alegría de María en el magníficat es contagiosa, da vida, es fecunda. Es una alegría que hace saltar a la criatura en el vientre de Isabel: nace la vida donde sólo había esterilidad. ¿Quién de nosotros no vive alguna faceta de su vida o de gente cercana en pura aridez y esterilidad? ¿a quién de nosotros no hay algo o alguien que le preocupa enormemente y que siente que no será capaz de generar vida y alegría por nada? Esa era la situación de Isabel. Esa situación es la que María visita y bendice y acompaña y canta. Poco tiene que ver esta Mujer Inmaculada con estampas de una humildad sumisa ensimismada en ella misma y en el Hijo de sus entrañas. María, en el Evangelio no es así. La mujer que Dios ensalza en el evangelio no es así.

Puede ser también este un bonito día para contemplar en el abrazo de estas dos mujeres santas, la llamada de Dios a dejar que la vida salte de gozo en todos los lugares y personas que visitamos cada uno de nosotros. Pero si me permitís, una oración especial para que todas las mujeres del mundo y las que formamos parte de la Iglesia, seamos capaces de seguir bendiciendo tanta esterilidad y de dar vida también allí donde aparentemente se nos piden actitudes que poco tienen que ver con esta esclava sencilla, valiente y alegre: la Madre de Jesús.

Ciudad Redonda

Meditación – Visitación de la Virgen María

Hoy celebramos la Visitación de la Virgen María.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 1, 39-56):

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena del Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!».

Y dijo María: «Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador porque ha puesto los ojos en la humildad de su esclava, por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Santo es su nombre y su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen. Desplegó la fuerza de su brazo, dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. Acogió a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como había anunciado a nuestros padres- en favor de Abraham y de su linaje por los siglos». María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa.

Hoy asistimos a uno de los «misterios» de la vida de Cristo: María visita a su prima Isabel, la cual se encuentra embarazada de Juan. Ambas madres han concebido milagrosamente: Santa María, virginalmente; santa Isabel, siendo estéril y de edad avanzada. Tras el largo viaje de la Virgen, se encuentran frente a frente —por primera vez— el Mesías y su precursor.

Es un hito en la historia de la salvación: el Bautista, que es el último de los profetas del Antiguo Testamento, tiene el honor —mediante un sobresalto dentro del vientre de su madre— de señalar como ya presente al Salvador. El afán de servicio y la humildad de María han propiciado este momento tan importante: «empieza» el Nuevo Testamento. Treinta años más tarde, durante el bautismo de Jesús en el Jordán (1er Misterio de la luz), se reiterará solemnemente aquel primer encuentro.

—Santa María, haz que la fe me lleve a la humildad, es decir, a entender la necesidad que tengo de que Dios me salve.

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench

Liturgia – Visitación de la Virgen María

VISITACIÓN DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA, fiesta

Misa de la fiesta (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio II de la Bienaventurada Virgen María. No se puede decir la Plegaria IV.

Leccionario: Vol. IV

  • Rom 12, 9-16b. Compartid las necesidades de los santos; practicad la hospitalidad.
  • Salmo Is 12, 2-6. Es grande en medio de ti el Santo de Israel.
  • Lc 1, 39-56. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

Antífona de entrada          Cf. Sal 65, 16
Los que teméis a Dios, venid a escuchar; os contaré lo que el Señor ha hecho conmigo

Monición de entrada y acto penitencial
Celebramos hoy la fiesta de la Visitación de la bienaventurada Virgen María, con motivo del encuentro con su prima santa Isabel, que estaba embarazada en su ancianidad. Al encontrarse gozosas las dos futuras madres, el Redentor que venía al mundo santificó a su precursor, Juan Bautista, que aún estaba en el seno de Isabel. Al responder María al saludo de su prima, exultante de gozo en el Espíritu Santo, glorificó a Dios con el cántico de alabanza del Magníficat.

Yo confieso…

Se dice Gloria.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
que inspiraste a la Virgen María,
cuando llevaba en su seno a tu Hijo, visitar a Isabel,
concédenos que, dóciles al soplo del Espíritu,
podamos siempre cantar con ella tus maravillas.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Haciendo nuestros los sentimientos de María, expresados en su cántico de alabanza, oremos a Dios Padre.

1.- Por la Iglesia, que lleva en su seno, como María, a Jesús, salvación para el mundo entero. Roguemos al Señor.

2.- Por los que viven solos, desamparados, ignorados por sus parientes y convecinos. Roguemos al Señor.

3.- Por las madres en periodo de gestación. Roguemos al Señor.

4.- Por nosotros, que recordamos hoy el ejemplo admirable de María, que visitó a su pariente Isabel y se puso a su servicio. Roguemos al Señor.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR, que sea agradable a tu majestad
este sacrificio nuestro de salvación,
como aceptaste complacido el amor
de la Madre santísima de tu Unigénito.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio II-IV de la Bienaventurada Virgen María.

Antífona de comunión          Lc 1, 48-49
Me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí: su nombre es santo

Oración después de la comunión
OH Dios,
que tu Iglesia proclame las maravillas que hiciste a tus fieles,
y gozosamente descubra siempre vivo en este sacramento
a aquel que san Juan, exultante de alegría, presintió oculto.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
TE pedimos, Señor,
que extiendas tu brazo poderoso
en defensa de tus hijos, y así,
obedientes a tu voluntad de Padre,
se sientan seguros bajo la protección
de tu amor eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Lectio Divina – Lunes VII de Pascua

“Y me dejaréis solo”

1.-Oración introductoria.

Señor, qué hermosas palabras las que nos dices en tu evangelio: Has rogado para que tengamos paz en Ti. Yo no vengo a rezar. ¡Pobre de mí! Yo vengo a que seas Tú mismo el que reces dentro de mí. Yo tampoco quiero mi paz, sino la tuya, la que Tú me das. Mi paz es movediza, como las aguas superficiales del mar. La tuya es estable, oceánica, como las aguas profundas. Señor, dame siempre de esa paz.

2.- Evangelio. Juan 16, 29-33

En aquel tiempo dijeron los discípulos a Jesús: Ahora sí que hablas claro, y no dices ninguna parábola. Sabemos ahora que lo sabes todo y no necesitas que nadie te pregunte. Por esto creemos que has salido de Dios. Jesús les respondió: ¿Ahora creéis? Mirad que llega la hora (y ha llegado ya) en que os dispersaréis cada uno por vuestro lado y me dejaréis solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo! yo he venido al mundo.


3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Jesús, en este evangelio, nos habla de soledad. Y hay dos tipos de soledad. La soledad normal, la que nos acompaña en algún momento de nuestra vida y la “soledad amarga”,la que no esperamos, la que proviene de aquellos que no están con nosotros cuando deberían estar. De ésta ha participado el Señor cuando se queda sin la compañía de aquellos a quienes llamó “para que estuvieran con Él”  (Mc. 3,14) y en el momento en que más los necesitaba lo han dejado solo. Y Jesús se siente solidario de tantas personas abandonadas por sus hijos, por sus nietos, por sus mejores amigos. Pero, en estas circunstancias,  Jesús nos abre un camino de esperanza. ¡EL PADRE! A Jesús nunca le ha abandonado. Como hombre ha tenido “sensación” de abandono, pero en realidad siempre ha estado con Él. Incluso nos ha dicho que de ese Padre uno se puede fiar no sólo hasta la muerte sino hasta “más allá de la muerte”. La Resurrección es la gran respuesta del Padre a la pregunta de Jesús en la Cruz: ¿Por qué me has abandonado?

Palabra del Papa

“La vida es una milicia. La vida cristiana es una lucha, una lucha bellísima, porque cuando el Señor vence en cada paso de nuestra vida, nos da una alegría, una felicidad grande: esa alegría porque el Señor ha vencido en nosotros, con la gratuidad de su salvación. Pero sí, todos somos un poco vagos en la lucha y nos dejamos llevar adelante por las pasiones, por algunas tentaciones, es porque somos pecadores, ¡todos! Pero no se desanimen. Valentía y fuerza, porque el Señor está con nosotros”. (Cf Homilía de S.S. Francisco, 30 de octubre de 2014, en Santa Marta).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.- Propósito: Al final de la jornada me preguntaré: ¿Me he fiado plenamente de Dios, mi Padre?

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, quiero acabar mi oración dándote inmensas gracias por haber conocido  lo importante que es en la vida “descubrir su sentido”, “no sentirse nunca solo”, fiarme de un Dios que estará conmigo hasta  la muerte y hasta más allá de la muerte. Pero, para todo eso, necesito pararme, detenerme y escuchar al Señor que nos dice: MIRAD. Tengo que mirar a Dios con una mirada nueva y profunda. Señor, haz que  me deje mirar por Ti y, con esa misma mirada, mirar también a mis hermanos.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR UCRANIA

Tú que nos enseñaste que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno, ten piedad de nosotros, aleja la guerra y demás violencias malignas y permítenos llegar a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en las armas, sino en un diálogo profundo.

Recibid el Espíritu Santo

A puertas cerradas

El miedo es un mal consejero. Tiene la capacidad de encerrar el corazón humano, quitándole toda esperanza y toda ilusión. Cuando se lo deja avanzar y se lo adopta como forma de vida tiene un poder que quiebra toda convicción. Los Once se repliegan sobre su miedo “a puertas cerradas”, unas puertas que se cierran desde adentro.

Pero una cosa es el miedo provocado cuando las puertas se cierran desde afuera y otra cosa cuando se cierran desde adentro. El primero es el que experimenta un esclavo: a él le han cerrado la puerta de la libertad; el segundo es el que experimenta quien ha sufrido un gran dolor que ha herido existencialmente el corazón.

Ante el primer miedo se puede reaccionar de dos formas: se espera pacientemente la libertad o se vive resignado a no volver a recuperarla. Ante el segundo miedo también se puede reaccionar de dos formas: se buscan motivaciones para asumir la libertad como forma de vida o se termina encapsulado en una autorreferencialidad aislante de la realidad.

Curiosamente, la reacción ante el segundo miedo refleja el movimiento de un sector del corazón eclesial: se buscan las motivaciones para la libertad en la experiencia de la fe, en el Evangelio, en el Reino; o se vive replegado añorando las nostalgias del pasado (aquellas que daban “seguridad”, pero que hoy impiden el dialogo, la búsqueda de la verdad y el bien común).

Una alegría pascual

En la vida Apóstoles hubo dos experiencias fundantes de encuentro con Cristo: la del llamado al seguimiento y la de la mañana de la Resurrección. En ambas experiencias, la alegría y la renovación son un denominador común que se hace proyecto de vida.

Cuando el Resucitado se hace presente en nuestra vida (personal y eclesial), todo es llamado a la alegría y a la renovación. Alegría que no es sólo una experiencia anímica; renovación que no sólo un simple cambio. Alegría y renovación nos recuerdan el corazón de la experiencia del encuentro con Jesús de Nazaret.

La alegría es uno de los signos distintivos de la vida cristiana y marca “una nueva etapa evangelizadora” en la vida la Iglesia, ya que, como dice el Papa Francisco: “con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG 1). En consecuencia, evangelización, santidad y fraternidad son una traducción de la alegría del encuentro con Cristo.

La renovación es una consecuencia de la alegría del encuentro con Jesús. No se trata de un simple cambio de actitudes, valores u opciones. Se trata de una verdadera transformación que invita a mirar la realidad, las personas y los acontecimientos como los mira Dios: con esperanza, con ternura y con paciencia.

Enviados a perdonar

La experiencia de encuentro con el Resucitado hace que se abran dos puertas: la del corazón de los Once y la “del lugar donde se encontraban por miedo” (cf. Jn 19). Si primero no se abren las puertas del corazón, es imposible que se abran las puertas de la Institución, porque un solo un corazón de puertas abiertas tiene la capacidad de contemplar y anunciar al Resucitado.

Las puertas que se abren desde el interior, es decir, desde el encuentro con Jesús Resucitado, son puertas abiertas para el encuentro con el mundo (en clave de diálogo y fraternidad), y para el anuncio del Evangelio (en clave de reconciliación). Y Jesús les concede el Espíritu para que el encuentro con el mundo y el anuncio del Evangelio sea en clave testimonial de alegría pascual y de reconciliación universal.

Jesús Resucitado concede el Espíritu para que los Once puedan vivir la misión evangelizadora con la misma radicalidad y el mismo horizonte que lo vivió Él, es decir, para testimoniar que el Padre ama a la humanidad y que quiere su salvación. En consecuencia, la alegría y la renovación también son signos de la presencia del Espíritu que acompaña a la Iglesia en su misión. Ambas son el fundamento para que el anuncio y la vivencia del perdón sea real y significativo.

Pentecostés le recuerda tres cosas a la Iglesia que quiere vivir la sinodalidad: primero, la necesidad de aprender a escuchar y a escucharse (cf. Hch 2,6); segundo, la necesidad de vivir y agradecer el don de la diversidad que hace fecunda y significativa la unidad (cf. 1 Cor), tercero, no tener miedo de abrir las puertas del corazón y de la inteligencia eclesial para salir al encuentro de la humanidad en clave de fraternidad e interlocución.

Fr. Rubén Omar Lucero Bidondo O.P.

Comentario – Lunes VII de Pascua

Jn 16, 29-33

Ahora sabemos que conoces todas las cosas y que no necesitas que nadie te pregunte. En esto creemos que has salido de Dios.

Es el final del último discurso de Jesús después de la Cena. Después de tantas incomprensiones, después de un largo caminar entrecortado de vacilaciones, he aquí que los apóstoles parecen por fin ¡haber llegado a la fe! Por lo menos, esta es una nueva afirmación de su fe… pues el camino doloroso de sus dudas, de sus cobardías y de sus abandonos no está terminado todavía. Jesús, más lúcido que ellos, se lo recordará dulcemente, sin amargura:

Jesús les respondió: «¿Ahora creéis?»

He aquí que llega la hora, y ya ha llegado, en que os dispersaréis cada uno por su lado, y a mí me dejaréis solo.

Sí, la ilusión acecha a los ‘ creyentes» en cada momento, pero sobre todo en la hora de la prueba. Dicen: «sabemos» ‘creemos»… Jesús les ha hecho ya notar varias veces, la presencia de Judas entre ellos. Este les ha dejado desde algunos cuartos de hora antes. Creen ahora tener seguridad en su Fe.

Pero ¡es a cada uno que Jesús anuncia su deserción!

Le abandonarán, le dejarán «solo»…

Y la negación de Pedro será el símbolo del comportamiento de todo el grupo.
Esta Palabra de Jesús está dirigida a mí, como lo está a todos los creyentes: quiere revelar la incapacidad de cada uno de nosotros para traducir efectivamente en nuestros actos, la Fe… que afirmamos sin embargo con nuestros labios al recitar el ‘credo». No, no basta cantar el Credo para enorgullecerse de ser de los que están en la Verdad. ¿Cuántas de nuestras conductas abandonan a Jesús? Señor, haz que seamos humildes. Señor, haced que nuestra vida cotidiana corresponda a lo que afirmamos el domingo.

Pero no estoy solo: el Padre está conmigo.

Cuan emocionante resulta este final de Ya frase de Jesús.

A sus apóstoles acaba de decirles que todos le abandonarán: vosotros me dejaréis solo… ¡pero no!
«No estoy nunca solo… El Padre está conmigo… El, no me abandona nunca… estoy seguro de que puedo contar con Él… El, me ama sin fallo…»

Entretenerse en decir, y en repetir, esta palabra de Jesús… en meditar y volver a meditar esta fórmula… en contemplar y volver a contemplar lo que esto nos revela del «interior de

Jesús».
Y a mí, ¿me llega también la tentación de pensar que estoy «solo»?

Os he dicho esto para que tengáis paz en mí. En el mundo tendréis tribulación. Pero, ¡confiad!; Yo he vencido al mundo.

Jesús nos repite aquí nuestra doble pertenencia: los creyentes están «en el mundo», y «en Jesús»… de aquí nuestros quebrantos y nuestros abandonos. Pero de las dos pertenencias una es más fuerte que la otra: confiad, Yo he vencido «al mundo». Así pues, ya no es el sufrimiento el que domina, sino la paz.

Esta es la última palabra que Jesús dirigió a sus amigos. A partir de este momento, Jesús entrará en el misterio de su última plegaria: en lo sucesivo se dirigirá a su Padre.

Noel Quesson
Evangelios 1