Lectio Divina – Jueves III de Pascua

“Nadie puede venir a Mí si el Padre no lo atrae”

1.-Oración introductoria.

Señor, yo vengo hoy a Ti porque necesito ser atraído por Ti. Yo no quiero ser atraído por el dinero, el poder, el sexo, la droga. Todo eso sé que me esclaviza. Y yo, desde que te he conocido a Ti, mi Señor, ya no quiero ser esclavo de nada ni de nadie. Por eso hoy sólo te pido una cosa: que me sienta encadenado siempre por la suave y dulce cadena de tu amor.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Juan 6, 44-51

Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae; y yo le resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Serán todos enseñados por Dios. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre; sino aquel que ha venido de Dios, ése ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera. Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

Me encanta estar apuntado a una religión, como la de Jesús, que habla de atracción, de deleite, de fascinación. Me encanta oír de los labios de Jesús que Dios atrae, que Dios seduce, que Dios encanta. Yo respeto a todos, también a aquellos que necesitan leyes, normas, preceptos, deberes, obligaciones. Los respetos, pero no los sigo. Yo prefiero ser atraído por el amor del Padre, ser seducido por Él, sentirme encantado de vivir en su casa, sentarme a su mesa, comer de su pan, beber de su vino, y cobijarme a la sombra del “árbol de la vida” que crece en su jardín. Sólo una persona “dichosa” puede hacer dichosos a los demás; sólo una persona encantada puede encantar a los demás; sólo una persona “satisfecha” puede llenar de sentido y de ilusión la vida de los demás. Sólo una persona que está contenta y feliz con su Dios, puede bendecir, es decir, hablar bien de Dios. A Dios sólo se le puede encontrar por el camino del amor. Si nos salimos de ese camino, siempre, siempre nos equivocamos y podemos convertir a Dios en un ídolo. DIOS ES AMOR (1Jn. 4,8).

Palabra del Papa.

“Una celebración puede resultar impecable desde el punto de vista exterior. ¡Bellísima! Pero si no nos conduce al encuentro con Jesucristo, corre el riesgo de no traer ningún alimento a nuestro corazón y a nuestra vida. A través de la Eucaristía, en cambio, Cristo quiere entrar en nuestra existencia y permearla de su gracia, para que en cada comunidad cristiana haya coherencia entre liturgia y vida. El corazón se llena de confianza y de esperanza pensando en las palabras de Jesús recogidas en el evangelio: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”. Vivamos la Eucaristía con espíritu de fe, de oración, de perdón, de penitencia, de alegría comunitaria, de preocupación por los necesitados, y por las necesidades de tantos hermanos y hermanas, en la certeza de que el Señor realizará aquello que nos ha prometido: la vida eterna. ¡Así sea!» (S.S. Francisco, catequesis, 12 de febrero de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra de Dios. (Silencio).

5.-Propósito. Decir varias veces al día: me siento feliz con Dios.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Hoy, Señor, necesito darte gracias por ser como eres, por ser un Dios que encanta y seduce, un Dios que no esclaviza, sino que libera, un Dios que solo habla de amor, solo canta canciones de amor, y solo quiere que se le conozca por lo que es y no por lo que los hombres inventan de Él. Ayúdame a no hacer de Ti imágenes incorrectas.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR UCRANIA

Tú que nos enseñaste que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno, ten piedad de nosotros, aleja la guerra y demás violencias malignas y permítenos llegar a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en las armas, sino en un diálogo profundo.

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Comentario – Jueves III de Pascua

Jn 6, 44-51

Nadie puede venir a mí si el Padre, que me ha enviado, no le trae. En los profetas está escrito: “Serán todos enseñados por Dios mismo”. Todo el que escucha las enseñanzas del Padre, viene a mí.

He aquí un pensamiento muy sutil. Sin entrar en ninguna controversia, Jesús afirma buenamente:

— y el papel de la «gracia», iniciativa divina…

— y el papel de la «libertad», correspondencia humana…

«Todos serán instruidos por Dios». ¡Es la acción de Dios! «Todo el que escucha al Padre». ¡Aquí está la parte del hombre! Ambas acciones son necesarias.

«Nadie puede venir a mí si el Padre no le trae» Sería falso tomar esta fórmula en un sentido restrictivo, como si Jesús quisiera decir «son pocos los atraídos»… de hecho Jesús dice inmediatamente, «todos son instruidos por Dios».

En realidad Jesús pone de relieve la necesidad absoluta de la gracia: es necesaria una iluminación interna de Dios para comprender las cosas de Dios, para venir hacia Cristo, para tener la Fe.
Pero, a esta iluminación divina, dada a todos, el hombre puede siempre resistir: sólo aquellos que consienten en «escuchar» al Padre vienen a Jesús. Es el gran misterio de la responsabilidad libre del hombre.
Señor, ¿te escucho yo? ¿te respondo? ¿me dejo instruir y atraer?

Nadie ha visto al Padre, sino Aquel que viene de Dios. Ese ha visto al Padre.

Jesús pretende aportarnos algo más que una ideología; El es la irrupción en la historia humana de una Persona divina; El afirma «venir de Dios»… El afirma «ser el único que ha visto a Dios»…
Por Jesús, estamos introducidos verdaderamente en el dominio de Dios, en el conocimiento de Dios… y ¡le veremos, y viviremos con El!

El que cree en mí tiene la vida eterna. Y o soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, a fin de que quien comiere de él, no muera. Y o soy el pan vivo, que ha descendido del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eternamente.

El primer libro de la Biblia, el Génesis, afirma que Dios había hecho al hombre para la inmortalidad, pues estaba en un «jardín donde había el árbol de la vida». El último libro, el Apocalipsis, afirma que Dios volverá a dar esta inmortalidad: «Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en el jardín de Dios» (Apocalipsis, 2, 7-17).

Ahora bien, Jesús afirma aquí que esta inmortalidad nos está ya devuelta por la Fe, y por la Eucaristía… “Quien come de ese pan no morirá jamás.”

Se podría objetar: pero, ¡los que comen el pan eucarístico mueren como todo el mundo! Pues bien, Jesús afirma que el alimento eucarístico, recibido en la Fe pone al fiel en posición^ ya desde ahora —en el presente— de una vida eterna a la cual la muerte física no la afecta en absoluto. Más que un dogma, más que una moral, más que una ideología, más que un comportamiento humano generoso… el cristianismo es esto: ¡la divinización del hombre! El gozo y la acción de gracias —eucaristía en griego— deberían ser el estado normal de los cristianos. La grande, la gozosa, la «buena nueva» —evangelio en griego—, hela aquí: Dios nos da ¡Su vida eterna!

El pan que Yo daré es mi carne, para la vida del mundo.

Es sobre todo a partir de este párrafo que el conjunto de los comentaristas, ven en este discurso de Jesús, una orientación más explícitamente eucarística: “el pan que Yo daré es mi carne…”

Noel Quesson
Evangelios 1

¿Una religión del club deportivo?

1. – No hace mucho tuve la grata sorpresa de tener que parar el coche en un camino regional para dejar atravesar la carretera a un rebaño de ovejas. Esto ya no es tan frecuente como hace 50 años, cuando en Madrid, en la misma calle de Alcalá y en el Paseo de la Castellana eran caminos señalados –cañadas reales—para la emigración de estos simpáticos y malolientes rebaños. Cabezas pegadas a los cuerpos, unas de otras, todas muy apiñadas. Y tras la que se rezaga, o se desvía, sale el perro juguetón, que con cariñoso mordisco, la mete en vereda.

Ser borrego, ir en manada, llevarlos como borregos, tienen un mal significado. Ser un aborregado es ser una persona gris, sin opiniones, ni personalidad…, persona que solo busca el pesebre. Por eso esta parábola en que Jesús es pastor y nosotros las ovejas, puede crear en nosotros un rechazo.

2. – ¿Pretende San Juan que todo cristiano sea en la Iglesia un borrego al que se le permita todo lo más balido de aceptación de todo lo que le impongan? Todo lo contrario. San Juan es el que más señala el enfrentamiento de Jesús con la religión institucionalizada, y al tiempo el que más hace resaltar la nueva jerarquía y la nueva institución. Y esta parábola es decirnos: “Ojo no volvamos a caer en lo que Jesús reprobó”

En la Iglesia sólo Jesús es el verdadero Pastor:

(a) Solo Él conoce a cada uno de nosotros como conocemos a un amigo a un amigo que llama por teléfono por el timbre de voz.

(b) Sólo Jesús ha dado su vida por cada uno de nosotros: “me amó y se entrego a la muerte por mí”.

(c) Sólo Jesús nos comunica su propia vida que se convertirá en nosotros en vida eterna.

Todo al que Jesús haya admitido de esta manera como oveja de su rebaño, sea de la tribu, nación o lengua que sea, sea “judío o gentil”, sea de la religión que sea, ese es cristiano y tiene en sí la vida eterna. Y solo ese es cristiano el que es así admitido por Jesús y conoce a ese Jesús.

3. – Nuestra religión puede haberse convertido en una religión de club deportivo:

(a) Inscritos en el libro de bautismos los viernes.

(b) Cumplidores del reglamento oyendo misa los domingos y no comiendo carne los viernes.

(c) Pagando nuestra cuota de vez en cuando.

“Yo conozco a mis ovejas y ellas escuchan mi voz y me siguen”. Si no hemos llegado a ese íntimo convencimiento, esta íntima experiencia de amor con Jesús, dudemos de nuestro cristianismo.

4. – Como ya no vale ser israelita para pertenecer al pueblo de Dios, tampoco nos vale a nosotros toda una historia de catolicismo, ni nuestras obras de arte, ni nuestros templos, ni creernos en posesión de la verdad. Nada de esto nos hace cristianos.

Muy al contrario, si ese peso de tradición nos acaba convenciendo de que pertenecemos a las 99 ovejas que están muy seguras dentro del redil, que somos el número de los justos, que no necesitan conversión, Jesús nos va a decir que como nosotros estamos ya tan contentitos de nosotros mismos, que Él se va fuera del redil a buscar a esas otras ovejas que no se creen justas, que no están defendidas por redil ninguno, porque en el cielo Dios se alegra más por una de esas perdidas que se convierten que por esas 99 que se creen no tener necesidad de la misericordia del Señor.

No es el Derecho Canónico el que nos hace cristianos es la ley del corazón. Esa ley por la que reconocemos a un Dios que es amor, y que nos hace amar a todos los que ese Dios ama.

José Maria Maruri, SJ

Vida verdadera

Aquí estoy, Señor, con hambre y sed de vida.
Soñando que me lo monto bien,
creyendo que sé vivir,
consumo febrilmente ligeros placeres,
precarias sensaciones arañadas aquí y allá…
Y mi hambre y mi sed no desparecen.
Esto ya no es vida, sino simulacro,
una vida sin calidad de vida.

Aquí estoy, Señor,
con hambre y sed de vida.
Pero acostumbrado a lo light
lo auténtico solo entra con filtros.
Demasiado cauto para saborear triunfos.
Demasiado razonable para correr riesgos.
Demasiado acomodado para empezar de nuevo…

Y mi hambre y sed no desparecen.
Esto ya no es vida, sino simulacro,
una vida sin calidad de vida.
Aquí estoy, Señor, con hambre y sed de vida.
Sin pedirte mucho, para no desatar tu osadía;
amando solo a sorbos, para no crear lazos;
rebajando tu Evangelio,
para hacerlo digerible;
soñando utopías sin realidades;
caminando tras tus huellas, sin romper lazos.
Y mi hambre y sed no desparecen.
Esto ya no es vida, sino simulacro,
una vida sin calidad de vida.
Silba, Señor, tu canción, como buen pastor;
que se oiga por las lomas y colinas,
barrancos y praderas.
Despiértanos de esta siesta.
Defiéndenos de tanta intolerancia.
Condúcenos a los pastos de tu tierra.
Danos vida verdadera

Florentino Ulibarri

Notas para fijarnos en el Evangelio

• Las autoridades religiosas judías le han exigido a Jesús una respuesta unívoca sobre su persona. Jesús les responde desvelándoles el contenido y el origen de su misión: he venido a dar vida eterna y a proteger, y tiene la garantía del Padre, con quien sintoniza en unidad de acción y de naturaleza.

• Pastor, en el antiguo oriente, es el gobernante; en el Antiguo Testamento a Dios le llaman “pastor de Israel”…. El trasfondo de este texto de Juan es la tradición judía reflejada en Ez 34 y Zac 11,4-17; 13, 7-9.

• El sentido de bueno (Jn 10, 11.14) quedaría mejor expresado diciendo: «Yo soy el Pastor, el bueno» No es un juego de palabras. Bueno se dice de Jesús del mismo modo que los Evangelios dicen que la semilla cayó en tierra buena (Mt 13, 8), o que el novio guardó el vino bueno para el final (Jn 2, 10), o que el árbol bueno da frutos buenos (Mt 7, 17). Dicho esto, y leyendo Ez 34, 1ss, nos damos cuenta de que están los pastores que se apacientan a ellos mismos (Ez 34, 2) y el pastor bueno. Dios mismo (Ez 34, 11-16; Jn 10, 1ss), cuya bondad se ha manifestado en Jesús de Nazaret (Tt 3, 4).

• Este texto del capitulo 10 de Juan es recogido por los tres ciclos litúrgicos… y es recogido como texto pascual en la medida en que la liturgia y la fe consideran al Resucitado como el pastor diferente que entrega la vida por sus ovejas y así es como las pastorea. Así, Jesús es pastor porque entrega su vida por las ovejas, porque no se lucra de ellas. Es, de algún modo, el anti-pastor, el dador de vida. Por eso mismo, sus ovejas no son tales, porque con la vida que les da logran su total autonomía sin depender ya ni siquiera del pastor.

• En este capítulo, el evangelista pone en labios de Jesús esta expresión, “yo soy el buen pastor” (Jn 10, 11.14), por hablar de Él mismo y de su relación con nosotros, los discípulos. “Escuchar su voz” y ser “reconocidos por Él” (27): la relación entre Jesús y sus discípulos está basada en el amor. Un amor personal. Un amor que viene del Padre (30). La adhesión a Jesús, “del cual escuchan la voz” (27), es la característica de los discípulos. Ser discípulo es estar unido a Jesús, no sólo imitar su estilo de vida.

• Vida eterna (28): vida sin fin, plena, definitiva… participación de la vida de Dios. No se refiere tanto a la duración de la vida sino a la calidad de la misma. Eso es justamente lo que hace que los que construyen la vida en los criterios de Jesús “ni se pierden… ni nadie los arrebatará de mis manos”.

• “Les doy vida eterna”: el creyente, por Jesús, logra ir dando sentido a su vida hasta saber andar en la barahúnda de los avatares…. Estos anhelos (Jesús cumple su promesa) se viven hoy en debilidad.

• La persona es autónoma… este es un concepto muy moderno, que hoy la situamos al margen de Dios. Para nosotros es autonomía por la capacidad que Dios ha sembrado en el fondo de la existencia, también es don del Padre para Jesús (“Mi Padre… me las ha dado”). Saberse don de Jesús es una garantía total de éxito puesto que si la persona es don para Jesús es seguro que el éxito vendrá en toda su fuerza. Se está queriendo indicar la indestructible conexión que existe entre la vida del Resucitado y la del creyente. Su participación de nuestra existencia lo es desde dentro no desde el simple acompañamiento sino desde el trabajo común por un logro común.

• La garantía: el Padre. Dios se convierte en certeza máxima del éxito humano, Él triunfa en nuestro propio logro. La Resurrección de Jesús ha realizado la unión indisoluble entre el Padre, Jesús y el creyente.

• La unidad del Padre y de Jesús (“somos uno”) no es tanto en el orden de la teología sino en el de la vida: el Padre y Jesús unen sus fuerzas para hacer que triunfe el proyecto de Dios sobre la vida. La unidad en el amor fraterno es un fruto, que hace falta cosechar (Jn 15,1-17), de la comunión de amor que une el Padre y el Hijo.

Resumiendo: este texto quiere poner de relieve la certeza de que la vida cristiana, por la fuerza del Resucitado, llegará a la plenitud. Ninguna debilidad conseguirá frustrar el propósito de Dios sobre lo humano.

Comentario al evangelio – Jueves III de Pascua

Predicar en el desierto

La obra de la evangelización es asunto del Espíritu Santo o, como dice Jesús, del Padre y su Providencia: “nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre…” Pero esa obra se realiza por la mediación humana que empieza en la encarnación del Verbo, en Cristo, y se prologa por medio de su cuerpo que es la Iglesia. En nuestro testimonio cristiano tenemos que sabernos instrumentos de esa Providencia del Padre, de esa guía del Espíritu Santo y, definitiva, del ministerio del mismo Cristo, del que nos alimentamos en la Eucaristía (en la doble mesa de la Palabra y el Pan y el Vino). Y como los caminos de Dios no son los de los hombres (cf. Is 55, 8) la obra de la evangelización transcurre por caminos paradójicos y, humanamente, no siempre comprensibles desde criterios de éxito y eficacia. El ángel del Señor (el Espíritu Santo) envía a Felipe a un lugar desierto y a un hombre sin futuro (un eunuco). He aquí un buen ejemplo de ese anuncio del evangelio por extraños caminos, en apariencia infecundos, incapaces de dar fruto. No es infrecuente escuchar críticas a la inutilidad de ciertas vocaciones y de ciertas misiones. ¿Qué hacen los monjes y monjas de clausura, ahí, encerrados, orando, cuando hay tantas cosas que hacer, tantas necesidades que atender? ¿Qué pintan esos misioneros en territorios musulmanes, en los que ni siquiera pueden anunciar el evangelio? También los que trabajamos en lugares como Rusia hemos escuchado esos reproches: ¿qué hacemos en “territorio ortodoxo”, donde apenas hay católicos, cuando en nuestros viejos países, que alguna vez fueron cristianos, hay tanto que hacer y tan pocas vocaciones? Es el ángel del Señor el que envía a Felipe al camino de Gaza, que, le dice, está desierto. Y Felipe no pregunta: “¿a qué?”; simplemente, va. Y conversa con un eunuco, un hombre-desierto, sin futuro. Pero es que donde actúa el Espíritu del Señor y hay hombres que lo secundan el desierto se convierte en un jardín (cf. Is 53, 3) y los eunucos, excluidos por la Ley de la asamblea del Señor (cf. Dt 23, 2), engendran vida: “No diga el eunuco: soy un árbol seco. Pues así dice el Señor: respecto a los eunucos que guardan mis sábados y eligen aquello que me agrada y mantienen mi alianza, yo he de darles en mi templo y en mis muros un monumento y nombre mejor que hijos e hijas; nombre eterno les daré que no será borrado” (Is 56, 3-5).

Hay esterilidades aparentes que acaban siendo más fecundas que las fecundidades de este mundo (basta recordar a Isabel y, más aún, a María), cuando nos sometemos en fe a la acción del Espíritu, confiamos en la Providencia del Padre de Jesús y somos capaces de escuchar a los ángeles. La Eucaristía alimenta esas actitudes y debería reflejarse en nuestra capacidad de testimoniar nuestra fe hasta el en desierto, allí donde, en apariencia, no hay esperanza.

José M. Vegas cmf

Meditación – Jueves III de Pascua

Hoy es jueves III de Pascua.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 6, 44-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío: «Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado, Y yo lo resucitaré en el último día. Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”. Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

Hace una semana le escuchábamos a Jesús decir a Nicodemo: “… el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni adónde va; así es todo el que ha nacido del Espíritu”. Y, en efecto, así ocurrió con los discípulos en la primera Iglesia: lo hemosescuchado en el relato de Hechos de hoy. Felipe, impulsado por el Espíritu, se encuentra con el etíope a quien anunciará la Buena Nueva de Cristo Resucitado y al que bautizará. Y de nuevo, llevado por el Espíritu, aparecerá en otro lugar, para seguir anunciando el Evangelio. De otras maneras, quizás, pero también hoy en la Iglesia sigue habiendo hombres y mujeres que nacen de nuevo, del Espíritu, y llevados por él, siguen dando testimonio de la Vida Nueva en Cristo en todos los rincones del mundo, hasta en los más oscuros y perdidos. En Jesús, el que murió y resucitó por todos, encontramos el alimento que hace nacer en nosotros esa Vida Nueva, que a su vez se convierte en nosotros en pan multiplicado que podemos llevar donde el Espíritu nos lleve para que otros puedan encontrar también la fe, el amor, la esperanza que necesitan. Jesucristo es el Pan de Vida Eterna, sí. Los que hemos tenido la suerte de gustarlo y hemos recibido su Espíritu, ahora hemos de llevarlo, multiplicado, a tantos y tantas que hoy andan en la oscuridad, en la desesperación o en el engaño de falsos sentidos para la vida, de falsos dioses. Sólo Él da verdadero sentido a la vida; sólo Él es fundamento y origen de una Vida realmente plena, a la que ni la muerte podrá poner fin. Llevemos este mensaje, esta alegría, a tantos y tantas que en este mundo asolado por tantas“pandemias” buscan sentido sin encontrarlo. Transmitamos Vida Nueva. Dejémonos llevar por el Espíritu sin miedo (…)

Javier Goñi

Liturgia – Jueves III de Pascua

JUEVES III DE PASCUA, feria

Misa de feria o de la memoria (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Pascual

Leccionario: Vol. II

  • Hch 8, 26-40. Mira, agua. ¿Qué dificultad hay en que me bautice?
  • Sal 65.Aclamad al Señor, tierra entera.
  • Jn 6, 44-51. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo.

Antífona de entrada           Cf. Ex 15, 1-2
Cantemos al Señor; gloriosa es su victoria. Mi fuerza y mi alabanza es el Señor, él fue mi salvación. Aleluya.

Monición de entrada y acto penitencial
Lucas presenta en el Libro de Los Hechos la conversión del tesorero de la reina de Etiopía muy en paralelo con la de los discípulos de Emaús. Éstos habían escuchado la explicación de las Escrituras por parte de Cristo acerca de sí mismo, y entonces reconocieron y encontraron realmente al Señor, vivo y resucitado, al partir el pan, en la eucaristía. El etíope había recibido explicación de las Escrituras sobre el cordero sacrificado y sobre la buena nueva de la resurrección de Jesús.
En el evangelio, Cristo habla de nuevo de sí mismo como pan de vida que hay que aceptar con fe, y promete dar el pan de su propia carne en la eucaristía para la vida del mundo, para la vida eterna.

• Tú, que eres el pan vivo bajado del cielo. Señor, ten piedad.
• Tú, que nos has devuelto la vida. Cristo, ten piedad.
• Tú, que no rechazas nuestras súplicas. Señor, ten piedad.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
concédenos experimentar más de cerca tu amor,
que, por tu bondad, hemos conocido con mayor profundidad
en estos días de Pascua,
y afianza en el testimonio de la verdad
a quienes has librado de las tinieblas del error.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Jesús es el camino para llegar al Padre. Apoyados en su mediación oremos confiadamente.

1.- Por la Iglesia, para que aumente el número de los llamados a consagrar sus vidas al servicio de Dios y de los hermanos. Roguemos al Señor.

2.- Por los diáconos de la Iglesia, para que el Espíritu Santo los colme de fe y sabiduría y sean servidores fieles de la Palabra y de la caridad. Roguemos al Señor.

3.- Por los organismos internacionales que trabajan por solucionar el problema del hambre en el mundo, para que encuentren el apoyo y la colaboración de todos. Roguemos al Señor.

4.- Por nosotros, que participamos en la eucaristía, para que vivamos también en comunión plena con todos los que creen en Jesucristo. Roguemos al Señor.

Escúchanos benigno, Señor y Dios nuestro. Atráenos hacia tu Hijo para que, en él, consigamos la vida eterna. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
DIOS todopoderoso y eterno,
concédenos experimentar más de cerca tu amor,
que, por tu bondad, hemos conocido con mayor profundidad
en estos días de Pascua,
y afianza en el testimonio de la verdad
a quienes has librado de las tinieblas del error.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Prefacio pascual

Antífona de comunión          Cor 5, 15
Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. Aleluya.

Oración después de la comunión
A
SISTE, Señor, a tu pueblo
y haz que pasemos del antiguo pecado
a la vida nueva
los que hemos sido alimentados
con los sacramentos del cielo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
M
ULTIPLICA, Señor,
sobre tus fieles la gracia del cielo,
y así quienes te alaban con los labios
te alaben también con el corazón y con la vida,
y ya que cuanto somos en don tuyo,
sea también tuyo todo cuanto vivamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.