Lectio Divina – Miércoles V de Pascua

“Separados de mí no podéis hacer nada”

1.- INTRODUCCION

Señor, hoy necesito que me hagas entender vivencialmente esta relación que se da entre la vid y los sarmientos. Una misma sangre de vida divina corre debajo de mi piel. Mi pobre, frágil y menesterosa vida humana está sostenida y alimentada por la Vida, la vida eterna. Sin Ti yo no soy nada. Contigo, tengo la misma vida de Dios. Deja que en esta oración caiga de rodillas y adore “desde el tiempo” tu Eternidad; “desde mi finitud”, tu Infinitud y “desde mi pequeñez” tu Inmensidad.

2.- Lectura reposada del evangelio. Juan 15, 1-8

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios gracias a la Palabra que os he anunciado. Permaneced en mí, como yo en vosotros. Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y lo conseguiréis. La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto, y seáis mis discípulos».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

Lo esencial de nuestra vida cristiana no es saber que estamos unidos a Cristo como los sarmientos a la vid. Lo importante es vivirlo, experimentarlo, disfrutarlo. Separarse es arrancarse. Algo duele por dentro cuando me separo de Jesús. Separarse es “secarse”. Algo terrible pasa en mi vida cuando me separo de Jesús. ¿Para qué sirven unos sarmientos separados de la vid? Sólo para alimentar el fuego. Ningún tipo de madera es tan desechable, tan improductiva. Sin Cristo, mi vida se va apagando, se va secando, se va muriendo. En cambio, el sarmiento unido a la vid, echa yemas, pámpanos, uvas. ¡Qué vida tan llena! Por otra parte, en la vida práctica, una vid sin sarmientos tampoco produce frutos. ¡Qué responsabilidad tan enorme! Dios ha querido salvar el mundo contando conmigo. Si me separo de Jesús, ¡qué decepción para Dios! Esperaba frutos sazonados y dio agrazones. (Is, 5,4). Y el agrazón es la fruta que no ha madurado, la que deja un sabor amargo. ¿Es ése el sabor que voy a dejar a Dios, de mi paso por este mundo? A veces confundo el “fruto” con el “éxito”. El ´éxito” es visible y el tener éxito puede llevarme a la vanidad y la soberbia. “El fruto auténtico” es invisible. Sólo lo ve el Padre que ve en lo escondido. Haz que yo siempre me goce de la alegría que produce el poder agradar al Padre.

Palabra del Papa

“Jesús es la vid y a través de Él –como la linfa en el árbol– hace llegar a los sarmientos el amor mismo de Dios, el Espíritu Santo. Es así: nosotros somos los sarmientos, y a través de esta parábola, Jesús nos quiere hacer entender la importancia de estar unidos con Él. Los sarmientos no son autosuficientes, sino que dependen totalmente de la vid, en la cual se encuentra el manantial de la vida de ellos. Así es para nosotros los cristianos. Insertados con el bautismo en Cristo, hemos recibido de Él gratuitamente el don de la vida nueva y podemos quedarnos en comunión vital con Cristo”. (Homilía de S.S. Francisco, 3 de mayo de 2015).

4.- Qué me dice este texto hoy a mí. (Guardo silencio).

5.- Propósito. Detenerme, a lo largo del día, y quedar sorprendido al constatar que por mis venas circula la misma vida de Dios.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, quiero agradecerte el que me hayas hecho partícipe de tu misma vida. Lo único que me interesa es disfrutar de ese divino don que Tú me has dado. Y lo único que pretendo es dar buenos frutos, frutos sazonados de buenas obras. Quisiera morir como Tú: Con serenidad, con paz, tomando entre las manos el libro de la vida para cerrarlo diciendo: ¡Misión cumplida! Y después descansar para siempre en los brazos del Padre.

ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO POR UCRANIA

Tú que nos enseñaste que a la diabólica insensatez de la violencia se responde con las armas de Dios, con la oración y el ayuno, ten piedad de nosotros, aleja la guerra y demás violencias malignas y permítenos llegar a soluciones aceptables y duraderas a esta crisis, basadas no en las armas, sino en un diálogo profundo.

Anuncio publicitario

Comentario – Miércoles V de Pascua

Jn 15, 1-8

Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador.

La imagen de la viña era tradicional en la Biblia, para traducir el amor de Dios para con su pueblo: Isaías 5, 1; Jeremías 2, 21; Ezequiel 15, 2; Oseas 10, 1; Salmo, 80, 9. La «viña» era el pueblo de Dios». Cuando Jesús dice: «Yo soy la verdadera viña», afirma: «Yo soy el verdadero pueblo de Dios, el nuevo Israel».

Mi Padre es el viñador. En el «pueblo de Dios de hoy», es decir, en la Iglesia, Dios está manos a la obra. El viñador cuida su viña. ¿Qué hace este viñador?

Todo sarmiento que no lleve fruto, mi Padre lo cortará… Todo el que de fruto, lo podará para que dé más fruto…

La comparación del viñador es muy realista: en invierno corta toda la madera seca la echa al fuego… y poda una parte de la madera buena a fin de que la savia se concentre y dé mayor número de racimos…

Si una viña no es podada, ¡acaba por no dar más que hojas! Cuando se la poda, la viña «llora’, dicen los viñadores… algunas gotas de savia fluyen antes de que se cierre la cicatriz de la madera. Y los haces de sarmientos recogidos son testigos de todo lo que un buen viñador ha tenido que sacrificar, ¡para que la vid dé «más» fruto!

Imagen muy penetrante del trabajo de Dios en su Iglesia. Poda, limpia, purifica. Esto hace sufrir alguna vez. Pero es para que la cosecha sea más abundante y mejor.

Permaneced en mí, y Yo en vosotros.

El verbo «permanecer» se pronunciará ocho veces en esta página.

La imagen: estamos unidos a Jesús como los sarmientos «a» la vid.

La idea: «permanecemos en El», estamos vitalmente unidos a El. De Cristo a nosotros circula una sola savia, discurre una misma vida.

Orar largamente a partir de esta revelación…

Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no permanecieseis en mí. Sin mí no podéis hacer nada. Los sarmientos secos son amontonados y se los arroja al fuego para que ardan.

El sarmiento no puede «vivir» sino en la vid. Sin este enlace, muere. Tampoco yo no «vivo» sino en la medida de mi unión vital a Cristo.

Yo soy la vid, y vosotros, los sarmientos. El que permanece en mí y Yo en él, ese da mucho fruto.
La mayoría de los comentaristas atribuyen una tonalidad eucarística a esta alegoría de la «vid»: la «vid» de vida» es paralela al «pan de vida»… en los dos pasajes Jesús insiste sobre el tema «permanecer en El» (Juan, 6-16)… el «vino eucarístico» recuerda la Vid de donde procede.

Dios nos comunica su vida.

Pero esto va mucho más allá de lo que podríamos imaginar: Por extensión podría traducirse «Yo soy la viña, y vosotros, mis sarmientos». Jesús se ve como la «viña» entera (el todo)… de la cual nosotros formamos parte.

San Pablo, reflexionando sobre esta imagen de la viña, y pensando en la eucaristía dirá que «somos los miembros del Cuerpo de Cristo».

En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto.

Mucho… Mas todavía… Son palabras adecuadas a Dios. El Padre «nos poda» para esto, ha dicho Jesús. ¿Me dejo yo podar? ¿Que fruto doy? ¿Es abundante? ¿Es suficiente?

Dios es infinito. Sin fin. En el amar, nunca se llega al fin.

Noel Quesson
Evangelios 1

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Anuncio del envío del Espíritu Santo – Juan 14, 23-29

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos; – El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado ahora que estoy a vuestro lado; pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el padre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho. La paz os dejo, mi paz os doy: No os la doy como la da el mundo. Que no tiemble vuesro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: «Me voy y vuelvo a vuestro lado». Si me amarais os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda sigáis creyendo.

Explicación

Si me amáis, dice Jesús a sus amigos, guardaréis mi Palabra, y mi Padre os amará. Y mi Padre y yo ocuparemos vuestro corazón, que será, también, nuestra casa, donde vivamos. Os dejo mi Paz. Os doy la Paz. Vivid en Paz.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Sexto Domingo de Pascua –C- (Jn 14,23-29)

Niño1: Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros que te amamos?

Jesús: Guardad mi palabra.

Niño2: ¿Y eso por qué?

Jesús: Porque mi padre os amará y vendremos a vosotros y haremos morada dentro de vosotros.

Niño1: ¿Y si no guardamos tu palabra? ¿Qué te indicamos con eso?

Jesús: Que no me amáis.

Niño2: ¿No te parece que lo que dices es muy fuerte?

Jesús: La Palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Niño1: Algunas veces cuesta entenderte, Maestro.

Jesús: No os preocupéis, mientras esté a vuestro lado os seguiré hablando. Y cuando yo no esté, será el Espíritu Santo que enviará el Padre en mi nombre, el que os enseñe.

Niño2: ¿Y si se nos olvida lo que nos has dicho?

Jesús: Él también os lo recordará. Amigos, la paz os dejo, mi paz os doy.

Niño1. No será tu paz como la del mundo. Ya ves qué panorama.

Jesús: Estad tranquilos, pues mi paz no es como la del mundo.

Niño2: No podemos evitarlo, Jesús, tenemos miedo, estamos acobardados.

Jesús: ¿Por qué?

Niño1: Porque nos has dicho que te vas.

Jesús: Sí, pero volveré pronto a vuestro lado.

Niño2. Pero no será lo mismo, te queremos con nosotros. ¡Cómo no vamos a estar tristes si te vas!

Jesús: Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre. Porque el Padre es más que yo.

Niño1: ¿Y por qué nos dices eso ahora?

Jesús: Para que cuando suceda, sigáis creyendo.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles V de Pascua

Sin Cristo, no hay camino que nos lleve a la verdad, no hay vida que nos lleve a plenitud. Permanecer en Él es la clave y el reto del cristiano. Y en este desafío resuenan aquellas palabras, cuando, en soledad, toma conciencia del Cáliz que ha de beber: “¿Duermes? ¿No has podido velar ni siquiera una hora? Velad y orad…” (cf. Mc 14, 37b-38a).

Velar es permanecer en Él, es dejar que Él permanezca en nosotros; saber ver que está ahí contigo. O que, al menos, al despertar de nuestros despistes cristianos, podamos decirle: “Perdona, no me había dado cuenta de que estabas ahí”. Velar es permanecer en el camino, no cesar en la búsqueda de la verdad, comprometerse para que triunfe en este mundo la vida. Y para velar, para permanecer en Él, es necesario orar. Orar para conservar en el corazón sus palabras y pedir, alabar, adorar, agradecer, conversar… lo que deseemos, de forma que se haga la voluntad del Padre y abunden los frutos del Reino.

Así, si vivimos injertos en la vid de Cristo, cualquier “altercado”, “discusión” o “tensión” que se manifieste en la comunidad cristiana, en la familia o en la comunidad religiosa, podrá encaminarse hacia su superación, como sugieren los Hechos de los Apóstoles en la primera lectura de hoy. Con Él es posible. No nos “durmamos”, ni un segundo, pensando qué ocurriría si lo intentáramos sin Él.

Ciudad Redonda

Meditación – Miércoles V de Pascua

Hoy es miércoles V de Pascua.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 15, 1-8):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».

En el evangelio de hoy comenzamos a compartir el capítulo 15 de san Juan, los versículos del1 al 8. Vemos que el Señor se nos sigue revelando para que lo conozcamos, para que nos encontremos con él. Entonces, nos dice algo de él y algo también de nosotros. Comenzamos el discurso, el anuncio de Jesús sobre la vid y los sarmientos. Jesús nos dice que Él es la vid verdadera, que el Padre es el viñador y nosotros somos los sarmientos, las ramas de esa vid. Tratemos de llevarlo a nuestra vida y de trabajarlo un poco, por eso fíjate bien en las palabrasque usa Jesús:

EN PRIMER LUGAR, ANÍMATE A PERMANECER EN DIOS EN SERIO

A veces cuesta caer en la cuenta de que todo lo que hacemos y pensamos tiene que ser en clave de seguimiento del Señor. Porque claro, puede pasarte esto de vivir tu vida en “compartimientos estancos”, ¿no? Este es mi espacio de trabajo, este es mi estudio, esta es mi familia, estos son mis amigos, esta es mi parroquia, mi apostolado, mi grupo, mi vida de fe. Y no nos animamos a integrar nuestra vida. Yo creo que el permanecer tiene que ver con esto, con dejar que el Señor esté en todo lo que hago. Cada vez que renegás y querés volver alo de antes, sin jesús, lo único que te queda es frustración y la amargura. Permanecer en Jesús implica mantener un dialogo con Él, es un estar “con Él y “en Él” constante que te ayuda a revisar tu andar cotidiano. El permanecer en Jesús es querer entrar siempre en relación con él. Por eso hoy preguntate: ¿estoy viviendo mi vida integrada, unida en Jesús, o aDios lo dejo entrar solamente en algunos aspectos?

EN SEGUNDO LUGAR, SABER QUE SIN ÉL, NADA PODEMOS HACER

Dice el Señor: “porque separados de mí, nada pueden hacer”.Sin Jesús no podemos dar fruto,sin el Señor, todo se vuelve cuesta arriba, todo se torna más difícil. Ponete a pensar que a veces nuestras tristezas, nuestras locuras, nuestras crisis, nuestras cosas más raras, nos pasan cuando nos alejamos de Dios. Pero no es Dios que se aleja, soy yo el que me alejo. Diosnunca se aleja, Dios nunca puede alejarse porque está perdidamente enamorado de vos, porque es Padre y vos sos su debilidad. Pero somos nosotros los que nos apartamos, los que nos volvemos insensibles o no sé qué nos pasa, que dejamos de buscarlo y de reconocerlo. Élsiempre está junto a vos, incluso mientras escuchás este audio. Por eso la insistencia del Señor, por eso el pedido de que no te apartes, de que no te seques, porque con Dios todo es posible. ¿Estás confiando verdaderamente en Jesús?

POR ÚLTIMO, ANIMATE A DESCUBRIR LOS FRUTOS

Quien está cerca del Señor ve los frutos. De hecho, Jesús lo dice en otra parte del evangelio: “por los frutos los reconocerán”. El tema es empezar a descubrirlos, porque a veces los frutosno son los que esperabas. Y, de repente, Dios cambia tus planes por unos mejores. ¿Querés ver frutos en tu vida? Bueno, viví con capacidad de asombro, porque Dios toma lo tuyo y hace maravillas. Que tengas un buen día y que la bendición de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo, te acompañe siempre. Amén.

P. Matías Burgui

Liturgia – Miércoles V de Pascua

MIÉRCOLES V DE PASCUA, feria

Misa de la feria (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Pascual.

Leccionario: Vol. II

  • Hch 15, 1-6. Se decidió que subieran a Jerusalén a consultar a los apóstoles y presbíteros sobre esta controversia.
  • Sal 121.Vamos alegres a la casa del Señor.
  • Jn 15, 1-8.El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante.

Antífona de entrada           Cf. Sal 70, 8. 23
Llena estaba mi boca de tu alabanza para poder cantar. Te aclamarán mis labios, Señor. Aleluya.

Monición de entrada y acto penitencial
Injertados por el bautismo en Cristo, que es la vid verdadera, y por lo tanto, llamados a ser uno en él, por vocación y por nuestro mismo ser cristiano, con frecuencia nos desintegramos en grupos y facciones a causa de nuestra procedencia de tierra y cultura,  de regionalismos y diferencias de lenguaje, orígenes y clases sociales, raza y color, actitud o talante conservador o progresista… — Así mismo ocurría en la Iglesia primitiva: cristianos discriminados a causa de su origen pagano, facciones incluso entre los de origen judío. — ¿Somos nosotros acaso algo mejores? No es de extrañar que demos poco fruto… — Que el Señor nos pode y purifique y nos una a todos en Cristo, como sarmientos de la misma vid.

• Tú, que eres la vid verdadera. Señor, ten piedad.
• Tú, que quieres que permanezcamos en ti. Cristo, ten piedad.
• Tú, que nos llamas a dar fruto abundante. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios, que amas la inocencia
y la devuelves a quien la ha perdido,
atrae hacia ti los corazones de tus siervos,
para que nunca se aparten de la luz de tu verdad
los que han sido liberados de las tinieblas del error.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Presentemos al Padre nuestras súplicas, en nombre del Señor Jesús.

1.- Para que se acuerde de los que se han consagrado al ministerio pastoral en su Iglesia. Roguemos al Señor.

2.- Para que conceda espíritu de justicia y de paz a los que gobiernan las naciones. Roguemos al Señor.

3.- Para que los pobres y los necesitados puedan disfrutar también de los bienes de la tierra. Roguemos al Señor.

4.- Para que todos nosotros vivamos en comunión con Cristo y con los hermanos. Roguemos al Señor.

Padre santo, acógenos en nombre de Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro, y concédenos permanecer unidos a él, y dar fruto abundante de vida. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
CONCÉDENOS, Señor,
alegrarnos siempre por estos misterios pascuales,
y que la actualización continua de tu obra redentora
sea para nosotros fuente de gozo incesante.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio pascual I

Antífona de comunión
Ha resucitado el Señor e ilumina a los que hemos sido redimidos con su sangre. Aleluya.

Oración después de la comunión
E
SCUCHA, Señor, nuestras oraciones
para que el santo intercambio de nuestra redención
nos sostenga durante la vida presente
y nos dé las alegrías eternas.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
TE pedimos, Señor,
que guardes a tu familia concédele en tu bondad incesante,
para que se encuentre libre de toda adversidad
bajo tu protección y viva entregada a ti con sus buenas obras.
Por Jesucristo, nuestro Señor.