1.- “Yendo Jesús de camino, alguien le dijo: Te seguiré adonde vayas. Jesús le respondió: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nido. Pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. San Lucas, Cáp.9. En todas las culturas, la vida del hombre se ha comparado con un camino. No extraña entonces que Jesús haya explicado la adhesión a su persona y a su doctrina, como un seguimiento detrás de sus pasos. Un proyecto que reviste diversas circunstancias, según las personas y los tiempos. San Lucas nos presenta una galería de candidatos a ese seguimiento del Señor, quien atravesaba la provincia de Samaria, camino de Jerusalén. Hacía con sus discípulos un atajo por territorio enemigo, lo cual estaba prohibido por la ley, pero acortaba buen trecho la jornada. En varias ocasiones, Jesús prefirió el sentido común a las normas.
2.- Entonces se le presentó al Maestro un voluntario. “Te seguiré adonde vayas”, le dice. El judío de entonces no exigía demasiadas comodidades, pero aún así, fue desalentadora la respuesta del Señor: “Las zorras tiene madrigueras y los pájaros, nido. Pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”. Un segundo candidato es llamado directamente por el Maestro, quien le dice: “Sígueme”. Pero éste pide una prórroga para ir a enterrar a su padre. No se trataría de llevarlo al cementerio, un deber de lógica piedad, sino de acompañarlo hasta el fin de sus días. El Señor le responde: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vete a anunciar el Reino de Dios”. Como diciéndole: Tú puedes conquistar un nivel superior de existencia, mientras los demás se quedan en la muerte.
Otro personaje sale al encuentro del Señor: “Te seguiré, asegura, pero déjame primero ir a despedirme de mi familia”. Jesús le responde con una frase que ha hecho carrera en la enseñanza cristiana: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”. Había observado el Maestro que quienes guían los bueyes, al roturar el campo, miran siempre adelante. No vale recordar las anteriores circunstancias. No hemos de imitar a los judíos en el desierto, que añoraban las cebollas de Egipto.
3.- Para seguir al Señor es necesario afrontar ciertas rupturas. Lo cual ha de entenderse no tanto como rechazo al mal, sino como búsqueda de la excelencia. Pues las condiciones que nos rodean no siempre son malas. Ni todos los bienes materiales, o los vínculos de familia, nos apartan del Evangelio. Pero llega el momento en que Jesús nos llama a un más calificado cristianismo. ¿Entonces hemos de mudar de oficio y de lugar? En ciertas ocasiones. Los apóstoles, de pescadores del lago se convirtieron en pescadores de hombres. Quizás nosotros nos quedaremos en el lago, pero dándole otro sentido, otro rumbo a nuestro proyecto de vida.
Algún nuevo san Lucas podría ahora presentarnos otra galería: La de aquellos que, sin ser noticia quizás, hicieron en silencio lo que tenían que hacer. Allí tal vez puedes mirarte, entre quienes sirvieron a los demás con silenciosa perseverancia. Nunca vendieron su conciencia. Buscaron al Señor, a pesar de sus propias pequeñeces. Reconstruyeron su vida después de las catástrofes. En fin, comprendieron que creer es seguir a Jesús, paso a paso, aún en tiempos de crisis.
Gustavo Vélez, mxy