Vivir esta vida como preparación para la otra

1.- Dichosos los criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela… Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre. Los cristianos no debemos vivir obsesionados con la muerte, sino con la vida, sí, con esta vida. Porque es en esta vida donde se fragua y se cocina la vida posterior, la vida perdurable, la vida eterna. Sicut vita, finis ita, decían ya los latinos: como es la vida así es la muerte. Por otra parte, esta es una afirmación que comparten todas las religiones, todos los creyentes en la vida eterna. Jesús amó la vida, amó esta vida, curó enfermos, resucitó muertos, se preocupó de los pobres, desvalidos y marginados, lloró ante la tumba de su amigo Lázaro. Sin embargo, o precisamente por eso, nunca olvidó que a este mundo sólo había venido de paso, para salvarle, para cumplir la voluntad de su Padre, volviendo después, ya como persona resucitada, al seno de su Dios para siempre. Cristo luchó mucho en esta vida, se la jugó en su lucha contra el mal, en la predicación y realización de los valores del Reino. Precisamente, porque amó esta vida hasta el extremo es por lo que nunca cedió ante las tentaciones del mal. Vivió siempre en vela, vigilante, arremetiendo contra el mal y defendiendo a muerte los valores del Reino, como si le fuera en esto, como así le fue en ello, de hecho, su propia vida terrestre. Esto es lo que tenemos que hacer los cristianos, los discípulos de Jesús, tomarnos esta vida en serio, haciendo de ella el camino recto y seguro para llegar después, bien preparados, a los brazos de Dios, a la vida eterna. Amemos esta vida, vivámosla en vela, vigilantes, sabiendo, con el poeta, que “este mundo es camino para el otro, que es morada sin pesar y cumple tener buen tino para andar este camino sin errar”.

2.- La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo, al conocer con certeza la promesa de que se fiaban… Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y, de común acuerdo, se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales. Este breve texto del libro de la Sabiduría se refiere a la noche de la liberación, en Egipto, cuando salieron camino de la tierra prometida. Todos los judíos piadosos vieron siempre este momento como el comienzo de una vida en libertad, frente a tantos años como habían vivido como esclavos. Desde entonces, siempre que recordaban este momento, la noche de la Pascua, entonaban himnos de alabanza a Dios, porque sabían que había sido Dios mismo el que los había liberado y el que seguiría siempre protegiéndoles. Pensemos los cristianos de hoy lo que pensemos sobre estos hechos del Antiguo Testamente, lo cierto es que fue la fe en un Dios misericordioso y salvador la que animó siempre al pueblo judío creyente a seguir viviendo con ánimo y esperanza. Es muy importante que la fe en un Dios misericordioso y salvador sea también para nosotros motor y fuerza de vida. La fe debe darnos siempre ánimo y vigor en esta vida, nunca desánimo y desesperanza. Debemos tener respeto a Dios, el máximo respeto, pero nunca tenerle miedo, o pasar de él, por falta de fe, o por temor a su mirada castigadora. Él nos va a proteger y va a guiar nuestros pasos en los momentos más difíciles de nuestra vida. En este año de la misericordia, renovemos nuestra fe y nuestra confianza en un Dios salvador y misericordioso.

3.- Hermanos: la fe es seguridad de lo que se espera, y prueba de lo que no se ve… Con fe murieron todos estos, sin haber recibido lo prometido; pero viéndolo y saludándolo de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en esta tierra. No es fácil tener hoy la fe que tuvieron nuestros padres, nuestros abuelos, y los antepasados de los que se nos habla en esta carta a los Hebreos. Entonces la fe se heredaba, porque se mamaba en los pechos de la madre y de la sociedad. Hoy muchísimos niños nacen y crecen de espaldas a cualquier clase de fe religiosa. Lo que hoy se hereda, mayoritariamente, es la fe en la ciencia y en los científicos, la fe empírica y racional. Estos son los tiempos en los que nos toca vivir a los creyentes de hoy. Pero nosotros, sin renunciar nunca a la fe en una ciencia empírica y racional, debemos profundizar y afianzarnos aún más en una fe religiosa que no sólo no es compatible con la ciencia empírica, sino que la complementa y la agranda. Razón y fe, ciencia y religión, deben ser para nosotros dos fuentes de verdad y de seguridad en nuestro siempre incierto y azaroso caminar por este mundo. Somos peregrinos en esta tierra, caminantes hacia una Jerusalén futura; caminemos con fe, esperanza y amor. Es Dios el que nos espera al final de nuestro caminar, esperándonos, como a hijo pródigo, para acogernos en sus brazos amorosos de Padre.

Gabriel González del Estal

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Comentario – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

Mt 14, 22-35

Después de la multiplicación de los panes, Jesús obligó a los discípulos a que se embarcaran y que se adelantaran a la otra orilla, mientras El despedía a la gente.

Detalle sorprendente: «¡Obligó a sus discípulos a marcharse!» Es Juan quien explica esa anomalía (Juan 6, 14-15). La gente, maravillada por el milagro, quiso arrastrar a Jesús a una aventura política: proclamarle rey. Jesús conocía demasiado a sus propios discípulos, vinculados a esa misma perspectiva de mesianismo temporal… fácilmente se hubieran unido a esa inoportuna manifestación. Jesús les obligó a que se alejaran de allí y partiesen.

Sí, Jesús se encontró a veces, ante problemas difíciles como ese, solo contra todos.

Después de despedir a la multitud, subió al monte para orar a solas.

Podemos imaginarlo discutiendo paso a paso con los más recalcitrantes, los más entusiastas, que no querían marcharse… «Pero, si yo no he venido para esto… mi Reino no es de este mundo… no estoy encargado de daros de comer todos los días… volved a vuestro trabajo…»

Cansado por esas discusiones, cuando quedó solo, sintió necesidad de orar.

Contemplo en ti esa necesidad de orar que embarga tu corazón. Se ha probado desviarte de tu misión esencial. Por instinto vuelves a ella. Tu papel es espiritual, si bien tiene consecuencias importantes en lo material.

Al anochecer, seguía allí solo.

Te contemplo orando.

¿Tengo yo el mismo deseo de soledad, de estar de corazón a corazón con el Padre? Para ti eso es más importante que todos los triunfos terrenales.

¿Qué le decías al Padre, en ese anochecer? Pensabas quizá en la Iglesia que estabas fundando, y a lo que, en todas las épocas, sería su tentación constante: hacer pasar los medios humanos al primer plano.
¿Creo yo en el valor de la oración? ¡Tiempo humanamente perdido, en apariencia! Pasar tiempo a solas con Dios.

Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, maltratada por las olas, porque llevaba viento contrario.

Esto es realmente una imagen de tu Iglesia, marchando a menudo contra la corriente.

De madrugada se les acercó Jesús andando por el lago. Los discípulos, viéndolo andar por el lago, se asustaron mucho; decían: «¡Es un fantasma!», y daban gritos de miedo.

La duda, el miedo. Sin embargo ¡fue Jesús quien les obligó a embarcar!

Jesús les habló en seguida: «Animo, soy Yo, no tengáis miedo.»

Jesús no se presenta; dice sencillamente: «Soy yo». Jesús inspira confianza, desdramatiza.

Pedro tomó la palabra: «Señor, si eres Tú ¡mándame acercarme a ti andando sobre el agua!» Jesús le dijo: «¡Ven!»

Es una respuesta… a una plegaria audaz…

Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Sálvame, Señor» Jesús extendió en seguida la mano y lo agarró: «Hombre de poca fe ¿por qué has dudado?»

Cuando Pedro se encontrará en otras tempestades, mucho más graves para la Iglesia, en Roma; en las persecuciones que amenazarán la existencia de la Iglesia, recordará esa «mano» que agarró la suya, aquel día en el lago. Pedro es el primer creyente, el primero que haya vencido la duda y el miedo. La Fe, en su pureza rigurosa, va hasta ese salto a lo desconocido, ese riesgo que Pedro asumió más allá de las seguridades racionales: una confianza en Dios solo, sin punto de apoyo. ¡Señor, calma nuestras tempestades! Danos tu mano.

El viento amainó…

Noel Quesson
Evangelios 1

Música – Domingo XIX de Tiempo Ordinario

Entrada: Salvanos, Señor Jesús. CLN A14;Alrededor de tu mesa. CLN A4; El Señor nos llama CLN A5
Introito en latin: Respice Domine   
Misa: En los meses de Julio y Agosto, en zonas con turistas extranjeros se puede cantar la Misa de Angelis
Salmo y Aleluya: Dichoso el pueblo que el Señor se escogió… (Propio)  .
Ofertorio: Señor todo os pertenece (Cantos varios)
Comunión: Señor, yo no soy digno  (Cantos varios); Gustad y ved CLN 518; Yo soy el pan de vida CLL 038;
Final: Gracias, Señor. CLN 604.

Oración de los fieles – Domingo XIX de Tiempo Ordinario

Pedimos al Señor que por su inmensa misericordia nos conceda la gracia de escuchar las peticiones que traemos hoy a su presencia.

R.- DANOS, SEÑOR, LA ESPERANZA Y LA PAZ.

1. – Para que la Iglesia, pueblo santo de Dios, viva en unidad, justicia, paz y amor, acogiendo a todos en sus necesidades. OREMOS

2. – Por el Papa y todos los que tienen responsabilidades en la Iglesia; para que vean en ello una tarea de servicio a todos los hombres y mujeres. OREMOS

3. – Para que el Señor infunda fortaleza a todos los que sufren en el cuerpo o en el alma, y les ayude en su recuperación. OREMOS

3. – Para que llegue a todos los pueblos la paz y la justicia de manera que se vayan destruyendo tantas desigualdades. Y termine, de una vez, la guerra y el terrorismo. OREMOS

4. – Te pedimos por todos los maltratados, los que andan perdidos, los que encuentran cerradas todas las puertas; para que el Señor los conforte con su cercanía y su amor. OREMOS

5. – Para que Cristo, el mayor testigo de la paz, conceda a todas las familias vivir en armonía, en concordia, en entendimiento y les conceda la gracia del perdón y la reconciliación. OREMOS

6. – Por todos los que estamos aquí para que el Señor nos ayude a aceptar con amor tantas situaciones adversas como nos llegan y nos dé su gracia para que las vivamos en aceptación y alegría. OREMOS

Te damos gracias, Padre, porque sabemos que Tú nunca desoyes las peticiones que tus hijos te presentan con fe.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

Lectio Divina – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

“Jesús se va a la montaña Él solo para orar”

1.- Introducción.

Señor, en este rato de oración quiero que me enseñes a creer, a fiarme plenamente de Ti. Mientras Pedro te miraba a Ti, caminaba sobre las olas; cuando comenzó a dejar de mirarte y a confiar en sus propias fuerzas, se hundía. Yo quiero aprender bien la lección: quiero fiarme plenamente de ti y desconfiar totalmente de mí mismo. Haz que cada día me parezca un poco más a ti.  

2.- Lectura sosegada del evangelio Mateo 14, 22-36

En aquel tiempo, después de que se hubo saciado la muchedumbre, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí. La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Jesús les dijo enseguida: ¡Animo, soy yo, no tengáis miedo! Pedro le contestó: Señor, si eres tú mándame ir hacia ti andando sobre el agua. Él le dijo: Ven. Pedro bajó de la barca y se echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: Señor, sálvame. Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: ¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado? En cuento subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios. Terminada la travesía, llegaron a tierra de Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron curados.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión.

Notemos que este episodio sucede inmediatamente después de la multiplicación de los panes y los peces. La gente está entusiasmada con Jesús. Y Jesús se va a la montaña Él solo para orar. Según el evangelio de Juan, quieren hacerlo rey. Pero Él se retira a la montaña. (Jn. 6,15). La gente espera un mesías triunfalista, apoteósico. Y Jesús se esconde porque el Padre tiene otros planes sobre Él. La Iglesia de Jesús se equivoca si sigue un camino distinto del que eligió Jesús. Una Iglesia apoyada en el poder, en el triunfo, en la gloria, en los aplausos del mundo, en la vanidad…no va por buen camino. También me impresiona el verbo que usa el evangelista con los discípulos: Jesús les obligó a entrar en la barca. Jesús adivina el peligro de los discípulos si se quedan con aquellas gentes entusiastas. Les encanta el triunfo del Maestro porque así ellos también un día pueden ser importantes.  Jesús corta por lo sano y se los lleva en la barca. Uno queda impresionado del exquisito cuidado de Jesús para que sus discípulos no se contagien de vanidad, de orgullo, de triunfalismo. Pero, lamentablemente la Iglesia no ha ido por ese camino. Pero, gracias a Dios, desde el Papa San Juan XXIII está cambiando. Y es el Papa Francisco, el que más duramente ataca el boato, las dignidades, el “carrerismo” … Un Papa que ha elegido por nombre Francisco para llevar a la Iglesia por el camino de pobreza y sencillez de San Francisco de Asís.

Palabra  del Papa

“Pedro con el arrojo que le caracteriza le pide casi una prueba: “Señor si eres tú, hazme caminar hacia ti sobre las aguas”; y Jesús le dice “¡Ven!”. Pedro baja de la barca y se pone a caminar sobre el agua, pero el viento fuerte le azota y comienza a hundirse. Entonces grita: “¡Señor, sálvame!”, y Jesús le tiende la mano y lo levanta.Esta narración es una hermosa imagen de la fe del apóstol Pedro. En la voz de Jesús que le dice “Ven”, él reconoce el eco del primer encuentro a orillas de aquel mismo lago y en seguida, nuevamente, deja la barca y va hacia el Maestro. ¡Y camina sobre las aguas! La respuesta confiada y pronta al llamado del Señor hace cumplir siempre cosas extraordinarias… Pedro comienza a hundirse cuando  quita la mirada de Jesús y se deja influenciar por las circunstancias que lo circundan. Pero el Señor está siempre allí, y cuando Pedro lo invoca, Jesús lo salva del peligro. En la persona de Pedro, con sus entusiasmos y debilidades, se describe nuestra fe: siempre frágil y pobre, inquieta y a pesar de todo victoriosa, la fe del cristiano camina hacia el Señor resucitado, en medio de las tormentas y peligros del mundo… (S.S. Francisco, Ángelus, 10 de agosto de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5-Propósito: Compensar cada acto de vanidad con otro de servicio humilde y desinteresado.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, de todo corazón te quiero agradecer el haber entendido mejor,  que tu Iglesia a la que yo pertenezco, tiene que seguir tu camino de humildad, desterrando todo apego a las esclavitudes del mundo. Yo quiero seguir perteneciendo a la Iglesia de Jesús. Para eso necesito fe, no la fe titubeante de Pedro que, a medida que duda, se hunde; sino una fe firme, capaz de apoyarme  plenamente de Ti.

ORACIÓN POR LA PAZ.

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas, de toda  tribulación, sé  nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

Comentario al evangelio – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

El amor que impulsa

¿Fue Pedro un insensato al aventurarse en las aguas, mientras Jesús se acercaba de todos modos a la barca? ¿No eran los otros discípulos más prudentes, prácticos y sensatos? Las únicas respuestas que se me ocurren son las de San Pablo sobre la necedad de la cruz frente a la sabiduría del mundo (cf. 1 Cor 1,18; 3,19) y la santa locura del enamorado que anda por ahí buscando a la amada en el Cantar de los Cantares. A pesar de todos sus defectos, no se puede negar que Pedro amaba al Señor. Y cuando el amor cobra vida y el corazón se dirige al Amado, ¿puede el cuerpo contenerse? Una aventura así prepara a Pedro para una experiencia única con el Señor, una experiencia que se les negó a los otros discípulos debido a su enfoque de «seguridad primero». Y Pedro volvería a saltar de la barca, esta vez sin dudas ni cuidado de ahogarse, cuando el Señor resucitado viene de visita (cf. Jn 21,7).

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

Hoy es martes XVIII de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 14, 22-36):

En aquellos días, cuando la gente hubo comido, Jesús obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba solo allí.

La barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios, zarandeada por las olas, pues el viento era contrario. Y a la cuarta vigilia de la noche vino Él hacia ellos, caminando sobre el mar. Los discípulos, viéndole caminar sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se pusieron a gritar. Pero al instante les habló Jesús diciendo: «¡Ánimo!, que soy yo; no temáis». Pedro le respondió: «Señor, si eres tú, mándame ir donde tú sobre las aguas». «¡Ven!», le dijo. Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús. Pero, viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor, sálvame!». Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?». Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo: «Verdaderamente eres Hijo de Dios».

Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los hombres de aquel lugar, apenas le reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y le presentaron todos los enfermos. Le pedían que tocaran siquiera la orla de su manto; y cuantos la tocaron quedaron salvados.

El texto del Evangelio es amplio en el mensaje que hoy nos revela. Sin embargo, esta pequeña frase: “subió al monte a solas para orar” resuena como clave de lectura, no sólo de lo que se relata a continuación, sino también del compromiso que Jesús tiene por vivir y realizar la voluntad del Padre en todas las circunstancias: “¿Quién arriesgaría su vida por ponerse cerca de mí?”.

Según el relato de este capítulo, las circunstancias vividas en aquellos días y en aquel día, habían sido muy intensos: el asesinato de Juan Bautista, el deseo de Jesús por tener un tiempo para sí mismo en un lugar despoblado y la necesidad de responder a las diversas carencias de un gentío inmenso que le localiza incansablemente…  Sólo le queda la noche… Tiempo y Punto de Encuentro con el Padre. Espacio de búsqueda y de comprensión de lo que está pasando. Soledad y silencio para escuchar al Amor.

Reconstruido internamente, Jesús sale al encuentro de los discípulos, que no se encuentran tampoco en la mejor situación: en la barca, rumbo a la otra orilla, tal y como Jesús les había pedido, los vientos eran contrarios… reconocer la presencia del Maestro en circunstancias adversas es difícil… normalmente le queremos encontrar como “normalmente” ya le hemos encontrado… es normal confundirle con un fantasma… La situación da miedo… y aunque queremos y deseamos profundamente arriesgar la vida por ponernos cerca de Jesús, a veces la fe se nos revela pequeña y frágil, sentimos que nos hundimos, clamamos: “Señor, sálvame”.

La duda hace parte del camino de la fe. Gracias a la duda damos saltos de fe profundamente significativos, nos abandonan nuestras certezas y experimentamos que nos hundimos para nuevamente poder reconocer que Él, realmente es el Hijo de Dios. Y así, entre dudas y certezas continuamos la travesía para llegar a dónde Él tiene que llegar y realizar la misión que Él tiene que realizar. Aunque vivir así, de esta forma, asumiendo la vida de fe, implica abrazar un día muy atareado y una noche como espacio de soledad y silencio, de Punto de Encuentro con el Señor.

Hna. Ana Belén Verísimo García OP

Liturgia – Martes XVIII de Tiempo Ordinario

MARTES DE LA XVIII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común

Leccionario: Vol. III-par.

  • Jer 30, 1-2. 12b-15. 18-22 Por todos tus numerosos pecados te he tratado de ese modo. Cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob.
  • Sal 101. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria.
  • Mt 14, 22-36. Mándame ir a ti sobre el agua.

Antífona de entrada          Sal 105, 17
Sálvanos, Señor. Dios nuestro, reúnenos de entre los gentiles: daremos gracias a tu santo nombre y alabarte será nuestra gloria.

Monición de entrada y acto penitencial
Es de lamentar que el Leccionario haya omitido aquella parte de la observación de Jesús que da el fundamento de este episodio: “¿Y por qué ustedes quebrantan el precepto de Dios en nombre de su tradición (de ustedes)?” (v.3).  Jesús redefine el verdadero sentido de pureza. Uno es puro no por las abluciones rituales, sino por la fidelidad a la ley de Dios. Las tradiciones y costumbres humanas que obstaculizan la ley de Dios deben ser abolidas. Y, además, el espíritu de la ley es lo que realmente cuenta, no la letra.

Yo confieso… 

Oración colecta
OH, Dios,
que inspiras y realizas todo buen propósito,
dirige a tus hijos por el camino de la salvación eterna
y haz que cuantos se entregaron a ti,
abandonándolo todo, sigan a Cristo,
renuncien al mundo y te sirvan a ti
y a sus hermanos con espíritu de pobreza
y humildad de corazón.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles

Reunidos en la unidad, hermanos, para recordar los beneficios de nuestro Dios, pidámosle que inspire nuestras plegarias, para que merezcan ser atendidas.

1.- Por el papa N., por nuestro obispo N., por todo el clero y el pueblo a ellos encomendado. Roguemos al Señor.

2.- Por todos los gobernantes y sus ministros, encargados de velar por el bien común. Roguemos al Señor.

3.- Por los navegantes, por los que están de viaje, por los cautivos y por los encarcelados. Roguemos al Señor.

4.- Por todos nosotros, reunidos en este lugar santo en la fe, devoción, amor y temor de Dios. Roguemos al Señor.

Que te sean gratos, Señor, los deseos de tu Iglesia suplicante, para que tu misericordia nos conceda lo que no podemos esperar por nuestros méritos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
PRESENTAMOS, Señor,
estas ofrendas en tu altar
como signo de nuestro reconocimiento;
concédenos, al aceptarlas con bondad,
transformarlas en sacramento de nuestra redención.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 144, 15
Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú les das la comida a su tiempo.

Oración después de la comunión
CONCEDE, Señor, a tus siervos,
unidos en tu amor y partícipes de un mismo pan,
animarse mutuamente unos a otros
en la práctica de la caridad y de las buenas obras,
para que puedan presentarse en todas partes
como verdaderos testigos de Cristo por su conducta santa.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.