Lectio Divina – Lunes XIX de Tiempo Ordinario

“Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres”

1.- Introducción

Señor, a veces. a mí también me atrapa la tristeza como a los apóstoles; pero quiero fijarme en tus palabras: “Al tercer día resucitaré”. Mi tristeza se convertirá en gozo. Los sufrimientos de este mundo son pasajeros, pero la alegría será eterna. Señor, quiero vivir de esperanza.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Mateo 17, 22-27

En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos la Galilea, les dijo Jesús: Al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día. Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: ¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas? Contestó: Sí. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Contestó: A los extraños. Jesús le dijo: Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no darles mal ejemplo, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Se trata del segundo anuncio de la pasión. Si el primer anuncio provocó una fuerte resistencia por parte de los discípulos y especialmente de Pedro, este segundo anuncio no es recibido con oposición, pero sí con “tristeza”.  Sin duda que no leyeron el texto entero. Jesús, en los tres anuncios, siempre termina de la misma manera: «Resucitaré al tercer día». Un cristianismo sin Pascua, un cristianismo sin perspectiva de Resurrección produce escándalo, miedo y tristeza. Y eso ya no es cristianismo. No basta con que Cristo haya resucitado; es necesario que la Resurrección de Jesús esté en la base de toda experiencia de fe. La Resurrección de Jesús no es sólo asunto de la otra vida. La Resurrección de Jesús “penetra en nuestra vida cristiana” y nos hace vivir no como esclavos sino como hijos, es decir, con alegría, con ilusión, con libertad interior. A eso alude Jesús también con el tema del impuesto religioso. Venía del tiempo de Nehemías (s.V a.Xto). Al volver los judíos del destierro de Babilonia se comprometieron a pagar un tributo para el culto del templo de Jerusalén (Neh. 10,33-40). Y Jesús lo pagaba. Pero Jesús quiso dejar muy claro que, una vez resucitado, los cristianos están exentos de las tradiciones judías. Son hijos de Dios que gozan ya de libertad. El cristiano es una persona libre, que no está atado a nada ni a nadie, excepto a su Señor Jesús. Pero el cristiano, libremente, acepta ser esclavo de todos por amor.

Palabra del Papa

“Señor, si yo tengo miedos, hoy quiero ponerlos nuevamente en Ti. Quizá no desaparecerán, pero al menos están en tus manos. Quiero acoger mi vida, mi realidad presente como una ocasión invaluable para agradarte. Hazme entender con la fe, que incluso entre las espinas de la vida hay frutos bellos que jamás se marchitarán. Más aún: que incluso los momentos que serían «dignos» de olvidar, pueden convertirse, con tu gracia, en enseñanzas y experiencias para engrandecer el corazón y caminar hacia la eternidad. Hoy pongo en tus manos mi corazón, para caminar mi vida como Tú. «Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito… Es la otra vía. […], Emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, con mucho amor a Él, nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros». (Homilía de S.S. Francisco, 29 de marzo de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto. (Guardo silencio)

5.-Propósito: Haré presente en este día la Resurrección del Señor y convertiré mi tristeza en gozo.

6.- Dios me ha hablado hoy a través de su Palabra y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, antes de acabar esta oración, quiero agradecerte el haber fundado el cristianismo no sobre la muerte, sino sobre la Resurrección. Por dura que sea la vida, siempre habrá una luz que me marque el camino de la Pascua. A los cristianos nos pueden arrebatar la vida, pero nunca la alegría de vivir. Gracias, Señor, por mi fe en tu gloriosa Resurrección.

ORACIÓN POR LA PAZ.

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, se nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

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Prender fuego

Son bastantes los cristianos que, profundamente arraigados en una situación de bienestar, tienden a considerar el cristianismo como una religión que, invariablemente, debe preocuparse de mantener la ley y el orden establecido.

Por eso, resulta tan extraño escuchar en boca de Jesús dichos que invitan, no al inmovilismo y conservadurismo, sino a la transformación profunda y radical de la sociedad: «He venido a prender fuego en el mundo y ojalá estuviera ya ardiendo… ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división».

No nos resulta fácil ver a Jesús como alguien que trae un fuego destinado a destruir tanta mentira, violencia e injusticia. Un Espíritu capaz de transformar el mundo, de manera radical, aun a costa de enfrentar y dividir a las personas.

El creyente en Jesús no es una persona fatalista que se resigna ante la situación, buscando, por encima de todo, tranquilidad y falsa paz. No es un inmovilista que justifica el actual orden de cosas, sin trabajar con ánimo creador y solidario por un mundo mejor. Tampoco es un rebelde que, movido por el resentimiento, echa abajo todo para asumir él mismo el lugar de aquellos a los que ha derribado.

El que ha entendido a Jesús actúa movido por la pasión y aspiración de colaborar en un cambio total. El verdadero cristiano lleva la «revolución» en su corazón. Una revolución que no es «golpe de estado», cambio cualquiera de gobierno, insurrección o relevo político, sino búsqueda de una sociedad más justa.

El orden que, con frecuencia, defendemos, es todavía un desorden. Porque no hemos logrado dar de comer a todos los hambrientos, ni garantizar sus derechos a toda persona, ni siquiera eliminar las guerras o destruir las armas nucleares.

Necesitamos una revolución más profunda que las revoluciones económicas. Una revolución que transforme las conciencias de los hombres y de los pueblos. H. Marcuse escribía que necesitamos un mundo «en el que la competencia, la lucha de los individuos unos contra otros, el engaño, la crueldad y la masacre ya no tengan razón de ser».

Quien sigue a Jesús, vive buscando ardientemente que el fuego encendido por él arda cada vez más en este mundo. Pero, antes que nada, se exige a sí mismo una transformación radical: «solo se pide a los cristianos que sean auténticos. Esta es verdaderamente la revolución» (E. Mounier).

José Antonio Pagola

Comentario – Lunes XIX de Tiempo Ordinario

Mt 17, 22-27

Jesús anuncia su pasión, no inmediata.

Hemos meditado ya ese acontecimiento relatado, por Marcos 8,30 y Lucas 9,44. Mateo lo anota aquí, sin ningún comentario. Ocasión, ésta, para recordarnos que Jesús tenía muy presente el pensamiento de su «muerte». Cada vez que habla de ella es también para anunciar su «resurrección» . Si el misterio pascual tiene tanta importancia en nuestras vidas, la ha tenido antes en la vida de Cristo: es, manifiestamente, la cumbre de su vida y no, un incidente o accidente fortuito. De ahí la importancia de la eucaristía, cuyo «memorial» es.

Los que cobraban el «didracma», tributo anual para el templo, se acercaron a Pedro y le preguntaron: «Vuestro Maestro no paga el impuesto»? «¡Sí, cabalmente!»

Según la Ley, cada judío debía pagar un impuesto destinado a la conservación del Templo y a la ofrenda de los sacrificios. Es significativo que los recaudadores se dirijan a Pedro: aparecía ya como el responsable del grupo.

Es muy significativo también que Pedro responda espontáneamente «sí». Jesús es un ciudadano como los demás, un Israelita piadoso, cumplidor de sus deberes.

Me agrada, Señor, verte mezclado a la vida cotidiana de tus contemporáneos: la ley de encarnación va hasta ese compartir totalmente la vida humana.

Cuando llegó a casa se adelantó Jesús a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón?…»

Ese debía de ser tu método preferido. No das enseguida la «solución», preguntas, haces reflexionar.

Qué bellos debían de ser esos diálogos sostenidos entre Tú y tus apóstoles, a lo largo de los días, cara a los acontecimientos… o al anochecer, en la calma de la casa… Ayúdame también a ser una persona de diálogo, respetuoso, con la opinión ajena, capaz de escuchar, sin imponer mis propias opiniones.

Los reyes de este mundo, ¿a quiénes cobran tributos e impuestos? ¿a sus hijos o a los extraños? Contestó Pedro: «A los extraños» Jesús le dijo: «O sea, que los hijos están exentos…

Una vez más, y a propósito de un pequeño suceso banal, nos adentramos en la psicología profunda de Jesús. Un día había dicho:«…hay aquí más que el Templo…» (Mateo 12, 6). Y, en otra ocasión; «Hay aquí más que Salomón.» (Mateo 12, 42). ¡Pretensión orgullosa e insensata por parte de ese antiguo carpintero de Nazaret! Ahora bien, Jesús afirma hoy que ¡«el Hijo del rey» no paga el impuesto a su padre! Jesús está «en su casia» en el Templo de Dios; normalmente, no tendría pues que pagar el impuesto del Templo.

Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago y echa el anzuelo; toma el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda.

Reconozco aquí un rasgo de tu personalidad, Señor, no quieres dar escándalo. De nada sirve provocar. Es mejor «hacer como todo el mundo» en lo que no hay pecado. En nuestra vida y en la historia de la Iglesia, pueden darse situaciones en las que «habría razón» para obrar de otro modo, pero en las que es más razonable evitar un escándalo eventual, porque uno no sería comprendido.

¡Admirable humildad del Hijo de Dios, que «siendo de condición divina no reivindicó celosamente su igualdad con Dios», dirá San Pablo!

Toma esta moneda de «cuatro dracmas» y págales por mí y por ti.

Pues sí, finalmente Jesús paga el impuesto, para «dos personas», para sí mismo y para Pedro.

Noel Quesson
Evangelios 1

He venido a prender fuego a la tierra

Corramos con constancia la carrera que se nos presenta, fijos nuestros ojos en el promotor y consumador de nuestra fe: Jesús (Heb 12, 2).

Fijos los ojos en Jesús

La carta a los Hebreos se dirige a una comunidad oprimida, con el fin de estimularla a perseverar en el duro combate de la fe. La victoria sólo se alcanza tras dura lucha. Y como modelo supremo de la fe constante, paciente y tolerante, debe presentarse a los ojos de los luchadores fatigados la imagen de Jesús crucificado. Él es el consumador de la fe, porque con su muerte realizó y convirtió en realidad tangible la promesa hecha a la fe. Es el modo de vida de quien quiere ser coherente. Por eso, Jesús no nos deja en paz: me cuestiona sin cesar, tiene palabras admirables que me llegan a lo más íntimo, pero también otras que me irritan, que me molestan, que no entiendo.

¡Jesús es un Hombre de fe,  un creyente fiel!

Sin Él sería vano todo: marchar, correr, luchar, nunca se llegaría a la meta. Jesús es la razón de que sea posible la fe, y es también el garante de que tal fe no quede en el vacío. Jesús sólo pudo y puede ser consumador de la fe porque él mismo es a la vez su promotor, es decir, su iniciador e instigador. Con su ejemplo nos mostró cómo el oprobio y la ignominia, la cruz y la muerte conducen al gozo y gloria eterna. Jesús trabaja con paradojas: al que ha fracasado en su itinerario personal, le da ánimos para fiarse de Dios y le asegura que está muy cerca de Él. En cambio, al que se ha aventurado en el camino espiritual, no le deja en paz nunca.

La fe, como “relación existencial” con Jesús, no puede ser nunca neutral

Más bien es provocativa. Su palabra y su vida nos pone en crisis. No he venido a traer paz sino división. (Lc 12,51). Esto significa que vivir la fe no es decorar la vida con un poco de religión. ¿Creéis que he venido a traer paz a la tierra? No, sino división. (Lc 12, 51). ¿Qué quiso decir Jesús con la palabra división? No incitó a la desunión y discordia, sino que fue ocasión para que las personas, frente a Él se definiesen en su misión. Cuando Jesús hablaba, unos se ponían a favor y otros en contra. Jesús provocaba a la gente y eso ocasionaba el rechazo de muchos, que se negaban a aceptar la provocación.

La fe como “combate”, tiene a Jesús como modelo, iniciador y consumador

Tuvo que luchar, porque era humano, aunque fuera Dios. La fe es imprescindible para vivir, para dar sentido a la vida. Pero la fe no es aceptar fórmulas, sino que es un combate entre la vida y la muerte. Jesús no hubiera dado su vida por nosotros, si no hubiera sido un gran creyente. No era un Dios que se pasea por la tierra, sino un creyente verdadero, capaz de Dios en su vida hasta la consumación de todo. En Getsemaní mantuvo ese combate de la fe que le llevará a la victoria

Jesús provoca y compromete con sus palabras

De tal manera que cada persona se tiene que decidir por El o contra El, para que cada uno se decida a seguir el camino que Dios le ha señalado. Jesús nos quiso poner en guardia: seguirlo, podía llegar a dividir y a romper incluso a las familias. Para Él era importante que cada uno decidiese por su cuenta y no se dejase llevar por un falso respeto a los demás. Cada uno por sí mismo ha de tomar la decisión fundamental sobre su vida. Lo que cuenta es vivir la propia vida en coherencia de fe.

Conclusión

Dos imágenes para discernir hoy nuestra fe: “Fuego y División”.Con ellas, Jesús nos provoca para que busquemos nuestro propio camino hacia Dios, y seguirlo será siempre un desafío. Las imágenes de Fuego y División, nos ayudan a cambiar.

a) El fuego de Jesús. ¡He venido a arrojar fuego sobre la tierra, y cuanto desearía que ya hubiera prendido! (Lc 12,49ss). El que está cerca de mi está cerca del fuego. El que está lejos de mi está lejos del reino. (Evangelio Apócrifo). ¿Cuál es este fuego que Cristo quiere poner en la tierra?: Su Misión: La Pasión por Dios y la Compasión por los que sufren. Sin este fuego, la vida cristiana termina extinguiéndose. El gran pecado de los cristianos será siempre dejar que este fuego de Jesús se vaya apagando. ¿Para qué sirve una iglesia de cristianos instalados cómodamente, sin pasión alguna por Dios y sin compasión por los que sufren?

b) División de Jesús. La entrada de Jesús en la historia provoca una subversión radical, porque él es un signo de contradicción, como dijo Simeón. Con su persona, su vida y su doctrina, ha traído la guerra al mundo. Ha llegado el momento de las decisiones. No cabe la neutralidad. La decisión en pro o en contra de Jesús romperá la paz hasta en el seno mismo de las familias. Urge la división para que las personas puedan encontrar una paz digna de tal nombre. ¿Qué quiere decir esto? ¿Qué tienen que ver con su vida y misión? ¿Qué palabras de Jesús no me dejan en paz? ¿Cuáles me irritan? ¿Qué retos encuentro en esas palabras incómodas de Jesús?

Señor Jesús, somos débiles. En tiempos de dificultad tenemos miedo. Nos encerramos en nosotros mismos. Pero tú eres nuestra riqueza en las debilidades que sentimos. Eres luz para nuestros ojos empañados. Eres sabiduría y fortaleza en nuestro caminar indeciso. Eres esperanza para nuestra misión cristiana. Compártenos tu Espíritu para que el testimonio de los creyentes verdaderos sea lo que cuestione este mundo incrédulo

Fray José Antonio Segovia O.P.

Lc 12, 49-53 (Evangelio Domingo XX de Tiempo Ordinario)

El fuego del amor que trasforma el mundo

Y en este ámbito de radicalidades que la lecturas de este domingo ponen de manifiesto, aparece el texto del evangelio de Lucas (12,49-53) con todas sus contradicciones semíticas, con su lenguaje de símbolos, de contrastes orientales: paz-guerra, amor-odio. Jesús profetiza prendiendo fuego al mundo; trayendo una guerra, un combate, mejor, al que invita a participar. Estas palabras de Jesús nos hablan de la radicalidad de su mensaje evangélico. Este es radical porque busca la raíz de las cosas. En todo caso no debemos evitar la pregunta en lo que respecta al qué hacer para llevar a la práctica el seguimiento de Jesús y, en consecuencia, la radicalidad por la que hay que optar. Sabemos que estas palabras se trasmiten en el ámbito de un grupo apocalíptico, radicales itinerantes cristianos de primera hora, al menos en una primera fase, que muestra lo en serio que se tomaron el evangelio de Jesús.

Consideramos que el espíritu de la radicalidad de estas palabras de Jesús permanece y debe mantener su vigor en medio del realismo que sin duda nos apremia. La radicalidad obedece a una mentalidad, a unas circunstancias, que no pueden ser las mismas para el s. XXI. Jesús era un hombre de su tiempo que usaba también el lenguaje de su tiempo. Él hablaba sirviéndose de metáforas, imágenes y comparaciones entendidas en aquella época. Porque ¿a dónde nos llevaría una interpretación literal del evangelio de hoy, o un dicho como «si alguno viene a mi y no odia a su padre, a su madre, a su mujer, a sus hijos, no puede ser discípulo mío» (Lc 14,26), cuando él mandó amar a todos, incluso a los enemigos? No se puede pedir amar a los enemigos y “odiar” a los padres o hermanos, ¡sería absurdo! Pero el espíritu de lo que Jesús quería expresar permanece: frente a este mundo, el evangelio es un signo de contradicción. Hay que amar, no odiar; pero el amor, frente a este mundo injusto y de desamor, es una guerra. Lo será siempre. En realidad es una guerra en la que no caben medias distintas y en la que los lazos familiares pueden saltar por los aires.

No es posible olvidar que estamos hablando desde la analogía, del contraste y el simbolismo. Los profetas itinerantes, casi como unos filósofos cínicos para algunos, se expresaban así: ¿los míos o Jesús? ¿yo o el evangelio? Son palabras proféticas que siempre mantendrán su vigencia, sin que las rebajemos a lo inútil. Algunos han hablado del “terrorismo” o el “fundamentalismo” de la ética cristiana. Es posible que los conceptos de actualidad puedan resultar explicativos… pero no es ni terrorismo ni fundamentalismo, sino que cuando el evangelio se vive con radicalidad nuestra vida no puede ser como siempre, como se ha aprendido de los “nuestros”, porque los “nuestros” pueden estar lejos del proyecto profético de Jesús. Lo que se ha mamado en nuestro ámbito no siempre es lo mejor. Los “nuestros” son más nuestros cuando vivimos la radicalidad del amor y eso trae fuego a la tierra. A los nuestros los amamos, pero sin renunciar a lo que Dios desea. Eso lo vivió Jesús como experiencia liberadora que quiso trasmitir a los suyos, para cambiar una religión “nuestra” que no tenía vida. Y si “los nuestros” no nos aceptan en esta guerra de amor, desde el evangelio y con el evangelio, seguirán siendo los nuestros, pero no haremos lo que ellos quieren. Los nuestros, a veces, piden odio o venganza: ahí está la guerra, el fuego del evangelio. Esa fue la experiencia del profeta de Galilea.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Heb 12, 1-4 (2ª lectura Domingo XX de Tiempo Ordinario)

Jesús, un creyente de verdad

La segunda lectura viene a completar aspectos de la liturgia del domingo anterior y del famoso c. 11 de la carta sobre el tema de la fe; la fe como combate en el largo caminar del pueblo cristiano que peregrina hacia el futuro. Pero el autor de la carta sabe presentar bien las cosas y habla de Jesús como de nuestro modelo, superando a todos los antepasados, y por eso se le llama « iniciador y consumador de nuestra fe». Esto se debe interpretar en el sentido con el que Jesús, en las tentaciones, en Getsemaní, tuvo que mantener ese combate de la fe que le llevará a la victoria. No lo tenía todo conquistado, tuvo que luchar, era humano, muy humano, aunque fuera Dios. Este aspecto es, cristológicamente hablando, muy sugerente y siempre se habla de Jesús como si no hubiera tenido fe, confianza, emunah en Dios. Eso sería negar la humanidad de Jesús, la fuerza de la realidad de la encarnación.

Eso significa, pues, que la fe es imprescindible para vivir, para dar sentido a la vida. La fe, por tanto, no es aceptar fórmulas, sino que es un combate entre la vida y la muerte, entre la vida ética y la vida sin sentido. Es de esa manera como se presenta a Jesús, en ese combate que le lleva hasta dar la vida. El autor trata de ser práctico o parenético: Jesús no hubiera dado su vida por nosotros, para vencer el pecado del mundo, si no hubiera sido un gran creyente. No era un “dios que se pasea por la tierra”, sino el creyente verdadero “capaz de Dios” (capax Dei) en su vida hasta la consumación de todo. El antagonismo contra el pecado (usa el verbo antagônidsomai) se ha convertido en la fuerza transformadora de su vida y esa debe ser la actitud cristiana para el autor de Hebreos.

Fray Miguel de Burgos Núñez

Jer 38, 4-10 (1ª lectura Domingo XX de Tiempo Ordinario)

La palabra profética no se pudre

Esta primera lectura nos relata el famoso pasaje biográfico (aunque escrito por sus discípulos) de la experiencia amarga del profeta Jeremías en una cisterna, de esas cisternas que recogen el agua en Jerusalén para poder subsistir. Un día el profeta había hablado precisamente contra el pueblo, especialmente contra sus dirigentes, que prefieren a otros dioses, otros proyectos, y comparaba esta actitud con el cambio entre beber de la fuente de agua viva o beber de las cisternas, donde el agua no corre. Incluso el rey Sedecías es impotente contra ellos. La situación de Jerusalén era catastrófica, y un grupo poderoso cerraba los ojos a la realidad que el profeta veía venir, no porque aceptase la derrota de Babilonia que estaba llegando, pero tampoco era partidario de echarse en manos de otro poderoso como Egipto. 

Dios, Yahvé, es la fuente viva, y los otros dioses, las cisternas agrietadas y de aguas estancadas (Jer 2,13). Ahora, quiere decirnos el texto, recibe el profeta su merecido por hablar contra la clase dominante, por proclamar la palabra de Dios y no acomodarse a los mandatos humanos. Pero los profetas aman lo propio, su religión, pero de otra manera. Los otros, los opositores, los situados, quieren encerrar la palabra de vida en una cisterna para ver si se pudre. Pero la palabra profética nunca muere. Alguien se compadece de Jeremías, y el rey, quizá por respeto, lo permite liberar. 

Fray Miguel de Burgos Núñez

Comentario al evangelio – Lunes XIX de Tiempo Ordinario

Muerte e impuestos

«La muerte y los impuestos son las dos únicas certezas de la vida», decimos. Pues bien, Jesús menciona ambas en el evangelio de hoy. El modo práctico en que Jesús menciona su muerte debe hacernos reflexionar. Jesús puede hablar así porque sabe que su muerte a manos de sus enemigos forma parte del gran designio de Dios, y se siente a gusto con él. Le libera para vivir su vida con tal plenitud que también se siente a gusto viviendo la vida de un ciudadano terrenal con sus «exigentes» demandas. Ernest Becker, en su brillante libro Denial of Death (La negación de la muerte), sostiene que toda empresa del ser humano es un esfuerzo por negar la muerte. Mientras que esta negación nos ha proporcionado grandes avances en la ciencia y la tecnología, ¡cuánto más grandes serían nuestros logros, especialmente al servicio de la solidaridad humana, si pudiéramos aceptar serenamente la realidad de la muerte y vivir nuestras vidas en consecuencia!

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Santo Domingo de Guzmán

Hoy celebramos la memoria de santo Domingo de Guzmán.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 9, 57-62):

En aquel tiempo, mientras iban caminando, uno le dijo: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le dijo: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza». A otro dijo: «Sígueme». El respondió: «Déjame ir primero a enterrar a mi padre». Le respondió: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el Reino de Dios». También otro le dijo: «Te seguiré, Señor; pero déjame antes despedirme de los de mi casa». Le dijo Jesús: «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios».

Hoy contemplamos como las recomendaciones de Jesús se realizaron en santo Domingo de Guzmán. Hijo de una acomodada familia castellana que asentó las bases de su fe profunda, tuvo un gran deseo de llevar una intensa vida cristiana, por lo cual ingresó en la comunidad de los canónigos regulares de Osma. Cuando acompañaba a su obispo a una misión en Dinamarca y en Roma, descubrió los estragos que las herejías de cátaros y albigenses hacían entre el pueblo de Dios, y vio clara la vocación a la que Dios le llamaba: el estudio y profundización de la Filosofía, la Teología y la Sagrada escritura para poderse dedicar a la predicación a los herejes y al pueblo, para convencer e ilustrar la fe de unos y otros. Así, fundó en Toulouse una nueva forma de orden religioso en el que tienen un gran papel tanto el estudio como la pobreza: es la Orden de Predicadores, conocida también con el nombre de Dominicos.

En Domingo y sus seguidores se cumple lo que dice Jesús: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58), porque la itinerancia caracterizará la vida de la nueva orden, dado que los frailes no quedarán recluidos en un monasterio, sino que podrán ser trasladados a otros conventos según las necesidades. «Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios» (Lc 9,62). Mirando siempre hacia delante, Domingo no se durmió en la añoranza de dulces épocas pasadas.

Conforme a lo que explican los escritos de la historia de la Orden de Predicadores, el ideal de Domingo fue éste: «Hablaba con Dios o de Dios». Muy buena lección para cualquier cristiano.

Rev. D. Joaquim MESEGUER García

Liturgia – Santo Domingo de Guzmán

SANTO DOMINGO DE GUZMÁN, presbítero, memoria obligatoria

Misa de la memoria (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio común o de la memoria.

Leccionario: Vol. III-par.

  • Ez 1, 2-5. 24-28c. Era la apariencia visible de la Gloria del Señor.
  • Sal 148. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.
  • Mt 17, 22-27. Lo matarán, pero resucitará. Los hijos están exentos del impuesto.

O bien: cf. vol. IV.


Antífona de entrada          Cf. Eclo 15, 5
En medio de la asamblea le abrirá la boca, y el Señor lo llena del espíritu de sabiduría y de inteligencia, lo revestirá con un vestido de gloria.

Monición de entrada y acto penitencial
Hoy es la memoria de santo Domingo, presbítero, que nació en Caleruega, hacia el año 1170. Siendo canónigo de Osma, se hizo humilde ministro de la predicación en los países agitados por la herejía albigense y vivió en voluntaria pobreza, hablando siempre con Dios o acerca de Dios. Deseoso de una nueva forma de propagar la fe, fundó la Orden de Predicadores, para renovar en la Iglesia la manera apostólica de vida, y mandó a sus hermanos que se entregaran al servicio del prójimo con la oración, el estudio y el ministerio de la Palabra. Su muerte tuvo lugar en Bolonia, en Italia, tal día como hoy, el año 1221.

Yo confieso…

Oración colecta
TE pedimos, Señor, que santo Domingo de Guzmán,
insigne predicador de tu verdad,
ayude a tu Iglesia con sus enseñanzas y sus méritos,
e interceda piadosamente por nosotros.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Al celebrar estos sagrados misterios, pidamos al Dios de la salvación que escuche misericordiosamente nuestras plegarias.

1.- Para que conceda a la Iglesia la libertad y la paz. Roguemos al Señor.

2.- Para que se digne establecer y conservar la justicia en todas las naciones. Roguemos al Señor.

3.- Para que descubra a los poderosos que mandar es servir. Roguemos al Señor.

4.- Para que dé a los súbditos una obediencia sin servilismo. Roguemos al Señor.

5.- Para que perdone a los pecadores, proteja a los justos, consuele a los que sufren y dé la salud a los enfermos. Roguemos al Señor.

6.- Para que despierte en nosotros el amor a los pobres y el deseo del cielo. Roguemos al Señor.

Oh, Dios, que derramas sobre los corazones de tus fieles el don de la caridad; concede a tus siervos la salud del alma y del cuerpo para que vivan en tu amor, cumpliendo tus mandatos. Por Jesucristo nuestro Señor. 

Oración sobre las ofrendas
ATIENDE, Señor, en tu bondad,
por intercesión de santo Domingo,
las súplicas que te dirigimos,
y, por la eficacia poderosa de este sacrificio,
fortalece con la ayuda de tu gracia
a los defensores de la fe.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Lc 12, 42
Este es el siervo fiel y prudente a quien el Señor puso al frente de su servidumbre para que reparta la ración de alimento a sus horas.

Oración después de la comunión
QUE tu Iglesia, Señor,
reciba con espíritu de total entrega
la eficacia del sacramento celestial
con que nos has alimentado
en la fiesta de santo Domingo de Guzmán,
y el que resplandeció por su palabra
nos ayude con su intercesión.
Por Jesucristo, nuestro Señor.