Marco: El capítulo 12 se integra en un contexto más amplio: las visiones proféticas. Y dentro de la sección de las visiones proféticas en un bloque que tiene como tema los preliminares del «gran día» de Dios. Este capítulo se compone de dos visiones distintas: el combate de la Serpiente contra la Mujer y su descendencia (1-6 y 13-17), y el combate de Miguel contra la Serpiente.
Reflexiones
1ª) ¡Una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas!
Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida del sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas. La interpretación de la figura de la Mujer es muy rica y unifica diversas significaciones. La Mujer simboliza al Pueblo de Dios, cuyo principio fue Eva y da a luz, con dolor, a los tiempos mesiánicos, como leemos en Miqueas 4,9-10 e Isaías 66,7. La última visión del Apocalipsis representará al Pueblo de Dios puesto de nuevo en posesión del árbol de la vida y del paraíso terrestre. ¿Quiso el autor simbolizar también a la Virgen, nueva Eva, con la imagen de la mujer? Es muy probable, y no pocos intérpretes entre los Padres y posteriores así lo piensan, lo creen y lo expresan. Es muy probable por la conexión que establece la teología joánica, como la de san Lucas, entre María, la Mujer dolorosa del calvario, y la Hija de Sión, representación eminente del Pueblo de Dios. La representación que hace de esta mujer, expresa la plena victoria de la Mujer (Pueblo de Dios y María) sobre el tentador y causante de la muerte. Esta Mujer disfruta ahora de la gloria y participa en el reino glorioso del Hijo. La Iglesia confiesa que María fue asunta al cielo en cuerpo y alma. La reflexión de la Palabra de Dios puede afirmar que así como el Hijo de María murió y resucitó, así también la madre ha vencido la muerte en la resurrección gloriosa como primer fruto en una pura criatura de la resurrección del Hijo. La Iglesia se alegra del triunfo de la Madre sobre la muerte y del enemigo del hombre que causa la muerte.
2ª) ¡La victoria es de nuestro Dios!
La victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías. La lectura de hoy termina con un cántico que celebra las maravillas de Dios venciendo la muerte. El autor del Apocalipsis introduce con frecuencia cánticos en su relato. Es muy probable que estos cánticos sean anteriores a él mismo y sean fruto de la liturgia de la Iglesia. En su mayoría son himnos cristológicos que tienen como destinatario final a Dios y al Cordero sacrificado y vuelto a la vida. Son una expresión de la gloria de Cristo resucitado. El fragmento que proclamamos hoy termina también así: Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el mando de su Mesías. Ha sido perseguido por la Serpiente, pero ha salido vencedor en la resurrección. Y esta realidad se traslada también a su madre, cuya victoria sobre la muerte celebramos hoy como fruto primero de la muerte y resurrección de su Hijo. Por eso la Iglesia se alegra con la victoria del Hijo y de la madre. Y se abre un camino de esperanza para la misma Iglesia y para el mundo: esa es la meta a que conduce la fe en Jesús. Los hombres de nuestro tiempo necesitan este mensaje de victoria sobre la muerte porque esta es el gran enigma que atenaza a los hombres.
Fray Gerardo Sánchez Mielgo