Lectio Divina – San Bartolomé

¡Hemos encontrado: a Jesús”

1.- Introducción.

Señor, Bartolomé se encontró con Felipe y éste lo llevó a Jesús. Hoy quiero comenzar mi oración dándote gracias por los encuentros que he tenido con hombres y mujeres que me han ayudado en mi camino de fe. ¿Qué hubiera sido de mí si no hubiera sido por mis padres, el párroco de mi pueblo, religiosas, laicos comprometidos?… Gracias, Señor, por tantas personas que pusiste en mi camino y me ayudaron a encontrarme contigo.

2.- Lectura reposada del evangelio: Juan 1, 45-51

En aquel tiempo, Felipe encuentra a Natanael y le dice: Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado: a Jesús, hijo de José, de Nazaret. Natanael le replicó: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Felipe le contestó: Ven y verás. Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño. Natanael le contesta: ¿De qué me conoces? Jesús le responde: Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Natanael respondió: Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel. Jesús le contestó: ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores. Y le añadió: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre.


3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

“Aquel de quien escribieron Moisés y la Ley y los Profetas lo hemos encontrado” Debajo de estas sencillas palabras se descubre la alegría, el entusiasmo, el asombro, el impacto que ha producido en Felipe el encuentro con Jesús. Esta experiencia tan singular y gratificante, no se la puede guardar sino que tiene necesidad de comunicarla. Natanael es un tanto escéptico: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Pero Felipe no intenta convencerlo con palabras. Apela a la fuerza de la experiencia; Se limita a decirle: “Ven y verás”.  Y claro que vio, y quedó admirado de Jesús. El mejor piropo que le pudo echar Jesús fue éste: “Un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Estas palabras indican que Jesús se ha encontrado muchas veces con falsos israelitas, con fariseos hipócritas, con hombres de quienes uno no se puede fiar. Pero Natanael es distinto. Natanael se extraña de las palabras de Jesús: “Te vi cuando estabas debajo de la higuera”. Esta frase alude a la costumbre que tenían los judíos de leer la Biblia, a la puerta de su casa, con tranquilidad, y  a la sombra de una higuera, para protegerse del sol.  Las palabras de Jesús: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre” aluden a la escala de Jacob (Gn. 28,12). Al evangelista Juan no se le escapa el anunciar a Jesucristo como la “verdadera escala de Jacob”, el verdadero “Revelador del Padre”, el único “Mediador” entre el cielo y la tierra.

Palabra del Papa.

«Ven y lo verás». Cada uno de nosotros ha llegado a conocer a Cristo gracias a otra persona. Un sacerdote nos bautizó y nos da los demás sacramentos; en casa o en la parroquia nos enseñaron el catecismo; seguramente algún amigo o amiga en concreto nos ha atraído más hacia la fe… En cada cristiano, a lo largo de los siglos, se repite el evento de Felipe, Natanael y Jesús. Gracias, Señor, por todos aquellos que me han llevado a Ti. ¿Qué sería de mí sin la ayuda de mis papás, de los sacerdotes, de mis amigos y hermanos en la fe? Gracias, Jesús, porque entraste en mi vida gracias a las personas que amo y sé que me aman; gracias por ser ese tesoro que he recibido de otros. Gracias, por la oportunidad de venir y verte, de conocerte más de cerca y de descubrir tu amor. Gracias porque, siendo el Hijo de Dios, has querido vivir entre nosotros. Quien ha conocido a Cristo, ha recibido el mayor don de esta vida”. (Homilía de S.S. Francisco, 18 de enero de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.- Propósito. Buscar un lugar tranquilo y leer un trozo de la Biblia.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al terminar hoy mi oración, te pido que me des “el celo”  de Felipe que tiene prisa por comunicar la fe en Jesús; la “sinceridad” de Natanaél y su afición por leer la Palabra de Dios. Y la experiencia de alegría desbordante de los dos al encontrarse con JESÚS.

ORACIÓN POR LA PAZ

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, se nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

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Comentario – Miércoles XXI de Tiempo Ordinario

Mt 23, 27-32

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que sois semejantes a sepulcros blanqueados!…

En aquel tiempo se encalaban las tumbas, para que resultaran muy visibles y no se las tocara descuidadamente contrayendo así una «impureza legal».

Siempre el mismo formalismo: ¡como si se pudiera pecar sin saberlo, simplemente haciendo «materialmente» una cosa prohibida!

…que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. Jesús fustiga aquí la distancia que hay en nosotros entre el «parecer» y el «ser»… entre lo que dejamos que aparezca de nuestras vidas, y lo que ocultamos. Jesús es el único santo, el único que puede exponer tales exigencias sin ser hipócrita.

Todo hombre es pecador, todo predicador es pecador… Todos los que critican tan severamente a los demás son, también, pecadores…

La hipocresía toma todas las formas, incluso la de acusar a los demás de ser hipócritas: «los cristianos no son mejores que los demás…»

A veces se siente la tentación de replicar: «Y Ud. señor, señora, ¿es Ud. perfecto, Ud. que exige que lo sean los cristianos? Ante esa rigurosa exigencia de verdad, nos sentimos pequeños, reconocemos nuestros propios límites. No se trata tampoco de exhibir a plena luz nuestras miserias. Este exhibicionismo podría ser, a su vez, un modo de hipocresía dándoselas de listo para aparentar la justificación de nuestros defectos. Sacar las inmundicias delante de la piedra de la tumba no es lo que Jesús recomienda, sino la conveniencia de purificar lo de dentro de la misma manera que se ha embellecido el exterior.

Señor, que para el interior de nuestros corazones tengamos el mismo afán de purificación y de hermosura que tenemos para nuestras apariencias.

¡Ay de vosotros escribas y fariseos que edificáis los sepulcros de los profetas y adornáis los monumentos de los justos y decís: «Si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no habríamos colaborado con ellos para derramar la sangre de los profetas!»

Una tras la otra, cada generación dice lo mismo: «Si hubiéramos estado allí, lo hubiéramos hecho mejor que vosotros…» «Considerad, vosotros, los adultos, cuan lamentable es la sociedad que nos habéis legado…» «Ah, si nos dierais las responsabilidades, veríais…»

¡Y nos cargamos a nuestros antepasados y nos cargamos a los judíos… y creemos que nosotros no hubiéramos crucificado a Jesús!

¡Resulta una terrible hipocresía creerse mejor que su propio padre, considerarse entre los justos! cuyas tumbas se adornan en los cementerios.

Hay así una hipocresía inconsciente en el hecho de mirar desde arriba las páginas sombrías de la historia de la Iglesia al creer que somos nosotros los que, por fin, hemos purificado la fe… y que el cristianismo de nuestros antepasados dejaba mucho que desear. «Con nosotros renacerá la Iglesia», dicen algunos. Ingenua pretensión.

Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los profetas ¡Colmad, también vosotros la medida de vuestros padres!

Todo este capítulo 23 del evangelio de san Mateo, que hemos leído, es sombrío, pesimista, trágico. Quizá su violencia nos excede; pero no puede suprimirse del evangelio. Es como un escalpelo que abre las llagas. El peligro estaría en aplicarlo sólo a las llagas de los demás.

Y, para Jesús, ciertamente fue trágico: será «asesinado».

Noel Quesson
Evangelios 1

Comentario al evangelio – San Bartolomé

Jesús omnisciente

¿Qué hacía Natanael (Bartolomé) bajo la higuera? No lo sabemos con certeza. Sin embargo, hay indicios en el Antiguo Testamento. Cuando Dios establezca su reino de paz, la gente «se sentará bajo sus propias vides y bajo sus propias higueras» (Miq. 4:4), indicando un tiempo de paz y confianza, libre de miedo. No era una práctica inusual que los eruditos leyeran y estudiaran la ley bajo las higueras, y en raras ocasiones, incluso que rezaran. El erudito Al Garza señala que en el diccionario siríaco se menciona que la madre de Natanael lo puso bajo una higuera para salvarlo cuando Herodes estaba en un alboroto matando niños para deshacerse del niño Jesús. Jesús, en su infinita sabiduría, conocía el íntimo vínculo entre la higuera y Natanael, y no es de extrañar que los rígidos estereotipos de este último sobre cualquier cosa buena en Belén estallaran inmediatamente y reconociera al Mesías en Jesús.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – San Bartolomé

Hoy celebramos la fiesta de san Bartolomé, apóstol.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 1, 45-51):

En aquel tiempo, Felipe se encontró con Natanael y le dijo: «Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret». Le respondió Natanael: «¿De Nazaret puede haber cosa buena?». Le dice Felipe: «Ven y lo verás». Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño». Le dice Natanael: «¿De qué me conoces?». Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Le respondió Natanael: «Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel». Jesús le contestó: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores». Y le añadió: «En verdad, en verdad os digo: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».

El evangelio nos habla del primer encuentro de Natanael o Bartolomé con Jesús. Tiene sus notas personales. Es Felipe quien le habla y le lleva hasta Jesús. Jesús sorprende a Natanael reconociéndole como “un israelita de verdad, en quien no hay engaño”. Sigue el pequeño diálogo, y al final Natanael reconoce a Jesús como alguien distinto y por encima de los demás hombres: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”. Y quedó unido a Jesús para el resto de sus días como uno de sus apóstoles.

Yendo más allá de las circunstancias personales, que cada uno sabrá, todos los cristianos, de cualquier época, tenemos unas notas comunes en nuestro encuentro con Jesús. Con su ayuda, le descubrimos que además de ser hombre es Dios, y le confesamos como el Hijo de Dios, descubrimos que sus palabras son especiales, que llevan a la vida y a la vida eterna, que nos indican el verdadero camino para que nuestro corazón rebose de luz, de esperanza, de ilusión. Le reconocemos como el que nos ha amado hasta el extremo, el que vivió su vida terrena en función de nosotros y fue capaz de morir por nosotros para regalarnos su evangelio. Le reconocemos como el que nos ha ofrecido su amistad y, a partir de ahí, le vivimos como el mejor amigo que tenemos. Le reconocemos como la verdad, como el que nos ha regalado su potente luz poniéndonos en bandeja todas las verdades, todas las indicaciones que necesitamos para vivir con sentido nuestra vida. Le reconocemos como el que nos espera después de nuestra muerte para invitarnos al banque de su amor, al banquete de la felicidad total y para siempre. Ciertamente tenemos a Jesús como nuestro Camino, nuestra Verdad y nuestra Vida.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Liturgia – San Bartolomé

SAN BARTOLOMÉ, apóstol, fiesta

Misa de la fiesta (rojo)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio de los apóstoles. Conveniente la Plegaria Eucarística I. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. IV

  • Ap 21, 9b-14. Sobre los cimientos están los nombres de los doce apóstoles del Cordero.
  • Sal 144. Tus santos, Señor, proclaman la gloria de tu reinado.
  • Jn 1, 45-51. Ahí tenéis un israelita de verdad, en quien no hay engaño.

Antífona de entrada          Sal 95, 2-3
Proclamad día tras día la victoria de Dios, contad a los pueblos su gloria.

Monición de entrada y acto penitencial
Hoy es la fiesta de san Bartolomé, apóstol, a quien san Juan designa en su Evangelio con el nombre de Natanael. Nacido en Caná de Galilea, fue presentado por Felipe a Cristo Jesús en las cercanías del Jordán, donde el Señor lo invitó a seguirlo, agregándolo a los Doce. Después de la Ascensión del Señor, es tradición que predicó el Evangelio en la India y que allí fue coronado con el martirio.

Yo confieso…

Se dice Gloria.

Oración colecta
AFIANZA en nosotros, Señor,
aquella fe con la que san Bartolomé, apóstol,
se entregó sinceramente a tu Hijo
y concédenos, por sus ruegos,
que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Hermanos, edificados sobre el cimiento de los Apóstoles, oremos al Padre por su pueblo santo diciendo:

1.- Por la Iglesia, una, santa católica y apostólica, para que se edifique y crezca hasta llegar a la plenitud de Cristo. Oremos.

2.- Por el Papa, sucesor de Pedro: para que presida en caridad las Iglesias de occidente y oriente. Oremos.

3.- Por los marginados, por los encarcelados, por los que sufren a causa de la fe en Cristo o de sus convicciones religiosas: para que encuentren ayuda, consuelo y liberación. Oremos.

4.- Por la paz y la solidaridad universales: para que se destierren las guerras, se acaben las discordias y reine la armonía entre los hijos de un mismo Padre. Oremos.

5.- Por los que celebramos los misterios de la Pascua del Señor: para que nos alegremos de compartir su pasión para desbordar de gozo el día en que se manifestará su gloria. Oremos.

Señor Dios nuestro, tú has instruido a todos los pueblos con la predicación del apóstol san Bartolomé, concede a cuantos celebramos hoy su fiesta ser, como él fue testigos de tu verdad ante el mundo. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
AL celebrar la fiesta del apóstol san Bartolomé,
te pedimos, Señor,
que alcancemos, por su intercesión, tus auxilios,
ya que en su honor te ofrecemos este sacrificio de alabanza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de los apóstoles.

Antífona de comunión          Cf. Lc 22, 29-30
Yo preparo para vosotros el Reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino, dice el Señor.

Oración después de la comunión
EN la fiesta de tu apóstol san Bartolomé
hemos recibido, Señor,
la prenda de la eterna salvación,
te pedimos que sea para nosotros
auxilio para la vida presente y la futura.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición solemne
Dios todopoderoso,
que los estableció sobre el fundamento apostólico los bendiga
por la intercesión del glorioso apóstol Bartolomé
R/. Amén.

Él, que quiso instruirlos
con la doctrina y los ejemplos de los apóstoles,
los ayude a ser ante todos los hombres
testigos de la verdad.
R/. Amén.

Que la intercesión de los santos apóstoles,
que los instruyeron en la sólida doctrina de la fe,
os permita a todos vosotros, alcanzar la herencia eterna.
R/. Amén.

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.
R/. Amén.