Vísperas – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES XXI TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Éste es el tiempo en que llegas,
Esposo, tan de repente,
que invitas a los que velan
y olvidas a los que duermen.

Salen cantando a tu encuentro
doncellas con ramos verdes
y lámparas que guardaron
copioso y claro el aceite.

¡Cómo golpean las necias
las puertas de tu banquete!
¡Y cómo lloran a oscuras
los ojos que no han de verte!

Mira que estamos alerta,
Esposo, por si vinieres,
y está el corazón velando,
mientras los ojos se duermen.

Danos un puesto a tu mesa,
Amor que a la noche vienes,
antes que la noche acabe
y que la puerta se cierre. Amén.

 

SALMO 29: ACCIÓN DE GRACIAS POR LA CURACIÓN DE UN ENFERMO EN PELIGRO DE MUERTE

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

Te ensalzaré, Señor, porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.

Señor, Dios mío, a ti grité,
y tú me sanaste.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa.

Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo.

Yo pensaba muy seguro:
«no vacilaré jamás»
Tu bondad, Señor, me aseguraba
el honor y la fuerza;
pero escondiste tu rostro,
y quedé desconcertado.

A ti, Señor, llamé,
supliqué a mi Dios:
«¿Qué ganas con mi muerte,
con que yo baje a la fosa?

¿Te va a dar gracias el polvo,
o va a proclamar tu lealtad?
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.»

Cambiaste mi luto en danzas,
me desataste el sayal y me has vestido de fiesta;
te cantará mi lengua sin callarse.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Señor, Dios mío, a ti grité, y tú me sanaste; te daré gracias por siempre.

SALMO 31: ACCIÓN DE GRACIAS DE UN PECADOR PERDONADO

Ant. Dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito.

Dichoso el que está absuelto de su culpa,
a quien le han sepultado su pecado;
dichoso el hombre a quien el Señor
no le apunta el delito.

Mientras callé se consumían mis huesos,
rugiendo todo el día,
porque día y noche tu mano
pesaba sobre mí;
mi savia se me había vuelto un fruto seco.

Había pecado, lo reconocí,
no te encubrí mi delito;
propuse: «Confesaré al Señor mi culpa»,
y tú perdonaste mi culpa y mi pecado.

Por eso, que todo fiel te suplique
en el momento de la desgracia:
la crecida de las aguas caudalosas
no lo alcanzará.

Tú eres mi refugio, me libras del peligro,
me rodeas de cantos de liberación.

— Te instruiré y te enseñaré el camino que has de seguir,
fijaré en ti mis ojos.

No seáis irracionales como caballos y mulos,
cuyo brío hay que domar con freno y brida;
si no, no puedes acercarte.

Los malvados sufren muchas penas;
al que confía en el Señor,
la misericordia lo rodea.

Alegraos, justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo, los de corazón sincero.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. El Señor le dio el poder, el honor y el reino, y todos los pueblos le servirán.

LECTURA: Rm 8, 28-30

Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe —de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego— llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor nos alimentó con flor de harina.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

R/ Nos sació con miel silvestre.
V/ Con flor de harina.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor nos alimentó con flor de harina.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. El Señor derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

PRECES

Invoquemos a Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, y digámosle:

Mira a tus hijos, Señor.

Dios de amor, que has hecho alianza con tu pueblo,
—haz que recordemos siempre tus maravillas.

Que los sacerdotes, Señor, crezcan en la caridad
—y que los fieles vivan en la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Haz que siempre edifiquemos la ciudad terrena unidos a ti,
—no sea que en vano se cansen los que la construyen.

Manda, Señor, trabajadores a tu mies,
—para que tu nombre sea conocido en el mundo.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

A nuestros familiares y bienhechores difuntos dales un lugar entre los santos
—y haz que nosotros un día nos encontremos con ellos en tu reino.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, nos atrevemos a decir:
Padre nuestro…

ORACION

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora empieza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia, para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

¡Estad en vela!

1.-Oración introductoria.

Señor, a primera vista este evangelio me asusta, me produce respeto, incluso miedo. Pero quiero leerlo con la intención con que Tú hablaste de él.  No te va a ti el meter miedo, asustar, intimidar. Todo lo contrario: Nos hablas de tesoros y perlas; de comidas y banquetes; de brisas y no de huracanes; de bodas y no de entierros. Gracias, Señor, porque tu mismo lenguaje me ayuda a vivir.

2.- Lectura reposada del evangelio.  Mateo 24, 42-51

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del Hombre. ¿Dónde hay un criado fiel y cuidadoso, a quien el amo encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas? Pues dichoso ese criado, si el amo, al llegar, lo encuentra portándose así. Os aseguro que le confiará la administración de todos sus bienes. Pero si el criado es un canalla y, pensando que su amo tardará, empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo hará pedazos, como se merecen los hipócritas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

En este evangelio el Señor nos habla de “vigilancia”. ¿Por qué hemos de estar vigilantes? Porque alguien importante va a llegar y debemos estar atentos a recibirlo. Ese personaje importante que va a llegar no es un enemigo, no es un fantasma, es Jesús, mi amigo, mi tesoro, mi vida. Este nos ha enviado a “trabajar en su viña”. La mejor manera de esperarlo es trabajando a gusto, estando contentos y satisfechos con aquello que hacemos, disfrutando de tener un Dueño tan maravilloso que no se limita a pagarnos un jornal sino a darnos la viña por herencia.  Por otra parte, no es lo mismo la espera de un soldado, agazapado en su trinchera, esperando con verdadero miedo el ataque del enemigo, que la espera de la esposa de un marinero que lleva ya meses sin volver a casa. En el primer caso, la espera está amenazada por la zozobra y la angustia; en el caso de la esposa la espera se convierte en expectación, nostalgia, júbilo ante el encuentro inminente. “El reino de los cielos es semejante a un rey que celebra las bodas de su hijo” (Mt.22, 2) Tal vez nos dé miedo lo del ladrón en la noche. Oigamos esta bonita interpretación de Dolores Aleixandre: “Lo mismo que un ladrón viene en busca de algo valioso y se las arregla para encontrar el momento más oportuno, también Dios vendrá a buscarnos como quien se apodera de un tesoro, porque eso somos para Él. Y vendrá a buscarnos en el mejor momento”.

Palabra del Papa

“La vigilancia permanente se consigue con la práctica constante de la oración y con el examen de conciencia. La fuerza nos la dan el Espirita Santo, la Eucaristía, la lectura y meditación de la Palabra. El premio consiste en tener paz en el alma, serenidad en nuestra mente y felicidad en el corazón. «Es esa virtud tan difícil de vivir: la esperanza, la más pequeña de las virtudes, pero la más fuerte. Y nuestra esperanza tiene un rostro: el rostro del Señor resucitado, que viene “con gran poder y gloria”, que manifiesta su amor crucificado, transfigurado en la resurrección. El triunfo de Jesús al final de los tiempos, será el triunfo de la Cruz; la demostración de que el sacrificio de uno mismo por amor al prójimo y a imitación de Cristo, es el único poder victorioso y el único punto fijo en medio de la confusión y tragedias del mundo”. (S.S. Francisco, Angelus15 de noviembre de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito. Trabajar hoy con mucha alegría porque trabajo en la viña del Señor.

6.- Dios me hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy quiero acabar mi oración dándote gracias por las cosas tan bonitas que he meditado. Me siento feliz trabajando en tu viña. Con un “patrón así” da gusto trabajar. Espero tu venida última, pero con mucha paz, con alegría, con verdadero anhelo. Me gustaría acabar mi vida como Santa Teresa: Esposo mío, ¡hora era ya de que nos viéramos!

ORACIÓN POR LA PAZ

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, se nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

Comentario – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

Mt 24, 42-51

Terminaremos esta semana la lectura continua de san Mateo.

Las tres páginas propuestas hasta el sábado inclusive las incluye san Mateo en un gran discurso de Jesús sobre el «Fin de los Tiempos» -Escatología

Velad…

Convendría citar por entero el sermón 22 de Newman sobre la «vigilancia». He aquí algunos extractos:
«Jesús preveía el estado del mundo tal como lo vemos hoy, en el que su ausencia prolongada nos ha inducido a creer que ya no volverá jamás… Ahora bien, muy misericordiosamente nos susurra al oído que no nos fiemos de lo que vemos, que no compartamos esa incredulidad general… sino que estemos alerta y vigilantes».

«Debemos no sólo «creer», sino «vigilar»; no sólo «amar», sino «vigilar»; no sólo «obedecer», sino «vigilar»; vigilar ¿por qué? Por ese gran acontecimiento: la venida de Cristo…

«¿Sabéis qué es estar esperando a un amigo, esperar su llegada y ver que tarda en venir? ¿Sabéis qué es estar con una compañía desagradable, y desear que pase el tiempo y llegue el momento en que podáis recobrar vuestra libertad? ¿Sabéis qué es tener lejos a un amigo, esperar noticias suyas, y preguntarse día tras día qué estará haciendo ahora, en ese momento si se encontrará bien?… Velar a la espera de Cristo es un sentimiento parecido a éstos, en la medida en que los sentimientos de este mundo son capaces de representar los de otro mundo…»

Velad, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela… También vosotros estad preparados: porque en el momento que menos penséis, vendrá el Hijo del hombre.

También el Padre Duval ha traducido maravillosamente esta espera en su canción.
«El Señor volverá, lo prometió, que no te encuentre dormido aquella noche.

«En mi ternura clamo hacia El: Dios mío, ¿será quizá esta noche?

«El Señor volverá, espéralo en tu corazón, ¡no sueñes en disfrutar lejos de Él tu pequeña felicidad!»

¡Jesús «viene»!

Y nos advierte: ¡velad! porque vengo cuando no lo pensáis. Podríais malograr esa «venida», esa cita imprevista, esta visita-sorpresa. Y para que nos pongamos en guardia contra nuestras seguridades engañosas, Jesús llega a compararse a un «ladrón nocturno». Inseguridad fundamental de la condición humana.

Jesús «vendrá»… al final de los tiempos en el esplendor del último día. Jesús « vendrá»… a la hora de nuestra muerte en el cara a cara de aquel momento solemne «cuando se rasgará el velo que nos separa del dulce encuentro». Pero… Jesús «viene»… cada día, si sabemos «estar en vela». No hay que esperar el último día. Está allí, detrás del velo. Viene en mi trabajo, en mis horas de distensión, de solaz. Viene a través de tal persona con quien me encuentro, de tal libro que estoy leyendo, de tal suceso imprevisto… Es el secreto de una verdadera revisión de vida.

¿Dónde está ese «empleado» fiel y sensato encargado por el amo de dar a su servidumbre la comida a sus horas? Dichoso el tal empleado si el amo, al llegar lo encuentra cumpliendo con su obligación…

Sí, «velar», atisbar «las» venidas de Jesús, ¡no es estar soñando! Es hacer cada uno el trabajo de cada día, es considerarse, de alguna manera, responsable de los demás, es darles, cuando se requiera, su porción de pan, es amar. En verdad eso concierne, muy especialmente, a los «jefes de comunidad», en la Iglesia o en otra parte. Y ¿quién no es jefe de una comunidad? Familia, equipo, grupo, clase, despacho, empresa, sindicato, club, colegas, clientes, etc. Darles, cuando es oportuno, lo que esperan de mí.

Noel Quesson
Evangelios 1

La humildad es andar en verdad

1.- Esta frase que dijo Santa Teresa de Jesús, en su Morada sexta, es una definición de “verdad” acertada y pedagógicamente muy útil. Porque frecuentemente pensamos que ser humildes es creernos menos o peores de lo que, en verdad, somos, o, por el extremo opuesto, pensar que somos más y mejores de lo que, en verdad, somos. La humildad, como virtud humana y cristiana, debemos considerarla en una triple dirección: hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia Dios. La peor equivocación es la que cometemos hacia nosotros mismos. Porque si nos creemos más o mejores de lo que, en verdad, somos, nos manifestaremos como tales, equivocándonos nosotros mismos y haciendo el ridículo ante los demás. La humildad delante de los demás debe llevarnos a pensar en el otro como una persona a la que queremos ayudar y a la que amamos de verdad. La humildad hacia los otros es siempre una virtud generosa y positiva, porque busca comprender y disculpar, antes que juzgar y condenar. La humildad ante Dios es, para los verdaderamente creyentes, una virtud relativamente fácil de practicar. Porque, aunque ante nosotros mismos nos creamos y ante los demás nos manifestemos como mejores o peores de lo que, en verdad somos, ante Dios fácilmente nos ponemos en nuestro verdadero sitio: como criaturas débiles y frágiles que necesitamos de su continua ayuda y protección.

2.- El oído atento a la sabiduría se alegrará. Para el autor de este libro, la sabiduría produce siempre humildad y alegría. La ciencia puede inflarnos y contribuir a que nos creamos más de lo que, en verdad, somos, pero la sabiduría a la que se refiere el libro del Eclesiástico nos pone en nuestro verdadero sitio ante nosotros mismos, ante los demás y ante Dios. El hombre verdaderamente religioso es más sabio que científico, por muy científico que sea. La sabiduría es comprensión de toda la realidad a la luz de la verdad, es decir, a la luz de Dios; la ciencia se limita a informarnos sobre la realidad concreta que manejamos y en que, empíricamente, vivimos. Lo ideal es que la ciencia nos lleve también a la sabiduría. El científico humilde fácilmente se convierte en sabio, pero el científico soberbio hace de su ciencia un obstáculo para llegar hasta Dios. La verdadera sabiduría produce verdadera alegría, interior y profunda, mientras que la ciencia, sin humildad, tiende a producir hinchazón y vanidad.

3.- Vosotros os habéis acercado al Mediador de la Nueva Alianza. La Antigua Alianza se manifestó entre nubarrones y tormentas, la Nueva Alianza se ha manifestado en la vida, muerte y resurrección de nuestro señor Jesucristo. Nosotros, los cristianos, somos hijos de la Nueva Alianza, somos hijos de Dios y amigos, no siervos, de Jesús de Nazaret. Debemos vivir en la alegría, no en el temor, de la presencia de un Dios cercano y encarnado. Un Dios que nos quiere sabios, humildes y sencillos, hermanos de todos los hombres, sin distinción de raza, lengua o color.

4.- El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido. Tanto este texto evangélico de san Lucas, como el texto del Eclesiástico que hemos leído, se refieren directamente a una humillación y a un enaltecimiento social, de cara a los demás. Los dos textos se refieren a situaciones reales, que ocurren frecuentemente entre personas que asisten a una reunión social. La experiencia de cada día nos dice que apreciamos más al que se manifiesta con sencillez y humildad, que al que actúa con soberbia o arrogancia. Pero la frase vale también para la humildad con nosotros mismos y ante Dios. Si nos creemos más de lo que, en verdad, somos, fácilmente caeremos en desánimos o depresiones y si creemos que Dios nos trata peor de lo que merecemos, estaremos siempre tentados a pensar que Dios es injusto con nosotros y se debilitará nuestra confianza en Dios. Leamos y meditemos muchas veces la frase de Santa Teresa de Jesús y pidamos al Señor que nos ayude a ser sencillos y humildes de verdad.

Gabriel González del Estal

Y tú ¿a cuántos has cedido tu puesto?

En estos tiempos
con tantas brechas y diferencias,
indignación y protesta,
llenos de espacios protegidos
y basureros que se esconden,
de banquetes a lo grande
y comedores sociales,
de mansiones para perderse
y pisos que se pierden,
de desahucios sin contemplaciones
y fondos buitre…

En estos tiempos en los que vivimos,
o quizá solo malvivimos,
con trabajos precarios
y míseros salarios,
con derechos humanos
solo para unos privilegiados,
con emigrantes, exiliados, desplazados
y refugiados por todas partes,
con tanta gente silenciada
que no deja de oírse…

En estos tiempos que muchos aplauden
y otros desean que cambien,
con plazas y puestos que no se discuten,
poltronas y sillones para pagar favores,
corrupción en todas las sedes,
cajas B para reírse de la buena gente,
crisis para cargar a otros los desmanes,
cambios para que nada cambie
y trajes muy elegantes
para cubrir tanta podredumbre…

En estos tiempos, es hora de preguntarse
por nuestros puestos, leyes y dignidades:
Y tú, ¿cuántas veces has dejado el asiento a otro?
¿A cuántos has acogido sin juzgarlos por su aspecto?
¿A quiénes invitas a estar contigo?
¿Con quiénes compartes banquete y camino?
¿A quiénes abres tu corazón, casa y piso?
Y tú, ¿cómo te rozas con pobres y excluidos?
¿Para qué usas tus dones y títulos?
¿Has decrecido o sigues aferrado a tu sitio?…

En estos tiempos, Señor,
¡qué extraños resultan tus consejos
y el ser discípulo!

Florentino Ulibarri

Notas sobre el texto, contexto y pretexto

• Los fariseos observan a Jesús (1) y Jesús también los observa a ellos (7). Entre estos dos versículos, están los versículos 2-6 que la liturgia se salta (Lc 14, 2-6), en los cuales se n os dice que Jesús, «observado por ellos» (1), se decide a curar un hombre. Lo hace descaradamente, por iniciativa propia, preguntando los concurrentes si es permitido o no de curar en sábado (Lc 14, 3). En el capítulo anterior (Lc 13, 10-17) encontramos una escena muy parecida. Entonces el evangelista acaba diciendo: «Todos sus adversarios quedaron avergonzados». La gente, en cambio, se alegraba de todos los prodigios que hacía (Lc 13, 17). Esta situación, sin duda, provoca que ahora los adversarios «le observan» detalladamente (1).

• Que Jesús comiera en casa de un fariseo que lo invita, lo hemos encontrado otras veces antes (Lc 7, 36 y Lc 11, 37).

• Entre el v. 1 y el v. 24 de este capitulo 14, Lucas une varios fragmentos que tienen en común el tema del banquete (vv. 7-11. 12-14. 15. 16-24).

• Concentrándonos en la escena de hoy (7-14), Jesús tiene una enseñanza a propósito del que hacen los invitados (8-11) y otro a propósito de quien invita (12-14).

Comentario al evangelio – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

Ars Moriendi

Es una gran ironía que los seres humanos vivan como si la muerte le ocurriera a otro. Por supuesto, sabemos que somos mortales; pero de alguna manera, vivimos como si fuéramos a vivir en esta tierra para siempre. La conciencia de nuestra mortalidad o la falta de ella influye en nuestro modo de vida. Como dijo Samuel Johnson, la perspectiva de la muerte concentra maravillosamente la mente de un ser humano. En épocas anteriores, muchos monjes solían cavar sus propias tumbas y sentarse en ellas a meditar. Incluso en estos días, algunas órdenes contemplativas continúan la práctica de que cada monje prepare su propia tumba. Esto les da perspectiva. Quien es consciente de la muerte y de la realidad de dar cuenta de su vida al Creador se mantendrá despierto y estará alerta en todo lo que haga. Esa persona no será encontrada en falta cuando llegue su hora de encontrarse con el Señor de la Vida.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

Hoy es jueves XXI de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 24, 42-51):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene e! ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa.
Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.
¿Quién es el criado fiel y prudente, a quien el señor encarga de dar a la servidumbre la comida a sus horas?
Bienaventurado ese criado, si el señor, al llegar, lo encuentra portándose así. En verdad os digo que le confiará la administración de todos sus bienes.
Pero si dijere aquel mal siervo para sus adentros: “Mi señor tarda en llegar”, y empieza a pegar a sus compañeros, y a comer y a beber con los borrachos, el día y la hora que menos se lo espera, llegará el amo y lo castigará con rigor y le hará compartir la suerte de los hipócritas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes».

Jesús nos habla del final de los tiempos (“la venida del Hijo del hombre”) y de que hemos de estar preparados para ello. Y lo ilustra con  parábolas, que son un toque de atención: el señor de la casa se puede ausentar, pero está alerta para proteger sus intereses (¿somos también nosotros cuidadosos para que no nos traicione nuestra conducta descuidada o nuestra indiferencia?)

Jesús habla también de dos mayordomos, uno fiel (y por eso es premiado), otro malvado (que merece castigo). Jesús muestra con ello una crítica a los dirigentes de Israel; pero más allá de ese reproche a un grupo concreto, la parábola quiere hacernos a todos una advertencia escatológica: mientras se espera la venida del Señor, conviene adoptar la actitud del mayordomo fiel. Es verdad que la tardanza que menciona el relato muestra que la comunidad de Mateo ya no espera que esa venida sea inminente (sin duda la segunda generación cristiana comienza a relajarse), pero el Señor vendrá y hay que vivir según sus enseñanzas. La fecha es lo de menos. Lo que importa es vivir atentos y estar siempre disponibles y dispuestos.

Esa venida definitiva del Señor, ¿tiene algo que ver con nuestra vida presente? Y esa advertencia de Jesús, ¿nos hace despertar de nuestra somnolencia?

Fray Emilio García Álvarez O.P.

Liturgia – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

JUEVES DE LA XXII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par.

  • 1Cor 1, 1-9. En él habéis sido enriquecidos en todo.
  • Sal 144. Bendeciré tu nombre por siempre, Señor.
  • Mt 24, 42-51. Estad preparados.

Antífona de entrada          Cf. Sal 16, 15
Yo aparezco ante ti con la justicia, y me saciaré mientras se manifestará tu gloria.

Monición de entrada
Durante tres semanas y media oiremos, en la primera lectura, pasajes de la primera carta de San Pablo a los Corintios. En esta carta Pablo tiene que afrontar problemas prácticos de una joven comunidad cristiana en territorio pagano, en particular:  su división interna en facciones, deslices de moralidad, relaciones con paganos, el papel de los carismas,  y fe en la resurrección de Jesús, tan difícil de aceptar para los griegos.  En el saludo de hoy, les recuerda a los cristianos de Corinto cómo han llegado a ser ricos en Cristo.
Especialmente a los líderes de la comunidad, el Señor les dice que, a su venida, él debería encontrarlos haciendo lo que se supone deben hacer, es decir, sirviendo a la comunidad con amor.

Yo confieso…

Oración colecta
SEÑOR Dios nuestro:
Afirmamos con fuerza que creemos en ti,
pero corremos el peligro de olvidar
que la sinceridad de nuestra fe
debe ser avalada por las obras.
Ayúdanos a ser siervos sabios y fieles,
de fe firme y de ferviente amor,
que sigamos el ejemplo de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Oración de los fieles
Presentemos ahora nuestras súplicas confiadas a Dios Padre todopoderoso, y roguémosle que escuche las oraciones de los que se reúnen en su nombre.

1.- Para que estemos atentos a la presencia de Dios en nuestro mundo, reflejada en la bondad y solidaridad de la gente, roguemos al Señor.

2.- Para que estemos bien despiertos para percibir el amor que Dios nos muestra, y que lo hace crecer en nosotros en cada eucaristía, roguemos al Señor.

3.- Para que sepamos vivir en esperanza, apoyados en la certeza de que tanto nuestro compromiso en favor de la justicia y el amor, como nuestro convencido servicio a los hermanos son necesarios para instaurar el reino de Dios en nuestro mundo, roguemos al Señor.

Escucha nuestras plegarias, Padre, y haz que la tu palabra nos ayude a entender y amar a nuestros hermanos; para que no nos convirtamos en jueces presuntuosos e injustos, sino en trabajadores incansables de bondad y de paz. PorJesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR Dios nuestro:
Así como el cuerpo está muerto sin el alma,
este pan y este vino permanecen sin vida
si no son animados por tu Espíritu.
Te pedimos que des vida a estos dones
por el poder del Espíritu Santo,
para que el amor de Cristo inspire nuestras vidas
para servirte a ti y a los hermanos;
y haznos disponibles
para encontrar en todo momento
a nuestro Salvador, Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 83, 4-5
Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor del universo, Rey y Dios mío. Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.

Oración después de la comunión
SEÑOR Dios nuestro:
Tú nos ha llamado a la vida
para ser felices nosotros mismos
y para hacer felices a los demás.
Haznos intensamente conscientes
de nuestra responsabilidad para con los otros.
Ayúdanos a ser fieles siervos,
cuya fe en ti se haga visible
en obras de sincero amor,
mientras esperamos con gozo
la venida gloriosa
de Jesucristo nuestro Señor.

Laudes – Jueves XXI de Tiempo Ordinario

LAUDES

JUEVES XXI TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Señor, ábreme los labios.
R/. Y mi boca proclamará tu alabanza

INVITATORIO

Se reza el invitatorio cuando laudes es la primera oración del día.

SALMO 94: INVITACIÓN A LA ALABANZA DIVINA

Ant. Venid, adoremos al Señor, porque él es nuestro Dios.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendición al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.

Durante cuarenta años
aquella generación me asqueó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso».»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

Comienzan los relojes
a maquinar sus prisas;
y miramos el mundo.
Comienza un nuevo día.

Comienzan las preguntas,
la intensidad, la vida;
se cruzan los horarios.
Qué red, qué algarabía.

Mas tú, Señor, ahora
eres calma infinita.
Todo el tiempo está en ti
como en una gavilla.

Rezamos, te alabamos,
porque existes, avisas;
porque anoche en el aire
tus astros se movían.

Y ahora toda la luz
se posó en nuestra orilla. Amén.

SALMO 56: ORACIÓN MATUTINA DE UN AFLIGIDO

Ant. Despertad, cítara y arma; despertaré a la aurora.

Misericordia, Dios mío, misericordia,
que mi alma se refugia en ti;
me refugio a la sombra de tus alas
mientras pasa la calamidad.

Invoco al Dios altísimo,
al Dios que hace tanto por mí:
desde el cielo me enviará la salvación,
confundirá a los que ansían matarme,
enviará su gracia y su lealtad.

Estoy echado entre leones
devoradores de hombres;
sus dientes son lanzas y flechas,
su lengua es una espada afilada.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Han tendido una red a mis pasos
para que sucumbiera;
me han cavado delante una fosa,
pero han caído en ella.

Mi corazón está firme, Dios mío,
mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa;
despertaré a la aurora.

Te daré gracias ante los pueblos, Señor;
tocaré para ti ante las naciones:
por tu bondad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que es más grande que los cielos;
por tu fidelidad, que alcanza a las nubes.

Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Despertad, cítara y arma; despertaré a la aurora.

CÁNTICO de JEREMÍAS: FELICIDAD DEL PUEBLO REDIMIDO

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor,
anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como un pastor a su rebaño;
porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor:
hacia el trigo y el vino y el aceite,
y los rebaños de ovejas y de vacas;
su alma será como un huerto regado,
y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas;
alimentaré a los sacerdotes con enjundia,
y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. «Mi pueblo se saciará de mis bienes», dice el Señor.

SALMO 47: HIMNO A LA GLORIA DE DIOS EN JERUSALÉN

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.+

Grande es el Señor y muy digno de alabanza
en la ciudad de nuestro Dios,
+ su monte es santo, altura hermosa,
alegría de toda la tierra:

el monte Sión, vértice del cielo,
ciudad del gran rey;
entre sus palacios,
Dios descuella como un alcázar.

Mirad: los reyes se aliaron
para atacarla juntos;
pero, al verla, quedaron aterrados
y huyeron despavoridos;

allí los agarró un temblor
y dolores como de parto;
como un viento del desierto,
que destroza las naves de Tarsis.

Lo que habíamos oído lo hemos visto
en la ciudad del Señor de los ejércitos,
en la ciudad de nuestro Dios:
que Dios la ha fundado para siempre.

Oh Dios, meditamos tu misericordia
en medio de tu templo:
como tu renombre, oh Dios, tu alabanza
llega al confín de la tierra;

tu diestra está llena de justicia:
el monte Sión se alegra,
las ciudades de Judá se gozan
con tus sentencias.

Dad la vuelta en torno a Sión,
contando sus torreones;
fijaos en sus baluartes,
observad sus palacios,

para poder decirle a la próxima generación:
«Éste es el Señor, nuestro Dios.»
Él nos guiará por siempre jamás.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios.

LECTURA: Is 66, 12

Así dice el Señor: «El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies: ¿Qué templo podréis construirme o qué lugar para mi descanso? Todo esto lo hicieron mis manos, todo es mío —oráculo del Señor—. En ése pondré mis ojos: en el humilde y el abatido que se estremece ante mis palabras.»

RESPONSORIO BREVE

R/ Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.
V/ Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

R/ Guardaré tus leyes.
V/ Respóndeme, Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Te invoco de todo corazón, respóndeme, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Sirvamos al Señor con santidad, y nos librará de nuestros enemigos.

Benedictus. EL MESÍAS Y SU PRECURSOR. Lc 1, 68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando la misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sirvamos al Señor con santidad, y nos librará de nuestros enemigos.

PRECES

Demos gracias a Cristo, que nos ha dado la luz del día, y supliquémosle, diciendo:

Bendícenos y santifícanos, Señor.

Tú que te entregaste como víctima por nuestros pecados,
—acepta los deseos y proyectos de este día.

Tú que nos alegras con la claridad del nuevo día,
—sé tú mismo el lucero brillante de nuestros corazones.

Haz que seamos bondadosos y comprensivos con los que nos rodean,
—para que logremos así ser imágenes de tu bondad.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

En la mañana haznos escuchar tu gracia,
—y que tu gozo sea hoy nuestra fortaleza.

Fieles a la recomendación del Salvador, digamos con filial confianza:
Padre nuestro…

ORACION

Dios todopoderoso y eterno, humildemente acudimos a ti al empezar el día, a media jornada y al atardecer, para pedirte que, alejando de nosotros las tinieblas del pecado, nos hagas alcanzar la luz verdadera que es Cristo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.