Lectio Divina – Miércoles XXII de Tiempo Ordinario

“Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario”

1.-Oración introductoria.

Hoy me llama la atención que Jesús, cuando todo el mundo le está buscando, está orando al Padre en los lugares solitarios. A Jesús todo el mundo le busca. Y ¿Por qué a nosotros nos buscan tan poco? La gente busca a Jesús porque “está lleno de Dios”. Jesús lleva algo especial. Se le nota en los ojos brillantes, en su palabra cercana, en su semblante fascinante. Tal vez debemos aprender algo importante: Lo primero de todo, antes de hacer cualquier cosa, la primera cita del día, la debemos tener con Dios.

2.- Lectura reposada del Evangelio: Lucas 4, 38-44

En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero Él, conminaba  y no les permitía hablar porque sabían que Él era el Cristo. Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado. E iba predicando por las sinagogas de Judea.

3.- Qué dice el texto.

Meditación reflexión

Este texto de Lucas, que es común a Marcos (1,21-39) y a Mateo (8, 14-17) ha debido tener un interés especial en la comunidad primitiva ya que se trata de una “jornada-modelo”, es decir, de lo que solía hacer Jesús en un día ordinario. Y se destaca la oración: “Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario”.  Lo primero que hacía Jesús, en una jornada cualquiera, era rezar. Con el estreno del primer rayo de luz, con el estreno de la brisa mañanera, estrenaba su diálogo amoroso con el Padre en un lugar solitario. Jesús, antes de comenzar la misión, incluso  cuando “todos le buscan” necesita estrenar la ternura y el cariño de su Padre. No necesita ir al templo de Jerusalén, ni siquiera orientar su mirada al Templo, sino que “en el silencio”, “en la soledad”, siente una abrasadora cercanía de su Padre. Esto le hará mantenerse durante toda la jornada con paz, con gozo interior, con deseos  inmensos de servir a los hombres “sus hermanos”.  “A la puesta del sol, todos los que tenían enfermos los llevaban”. Jesús trabajaba “de sol a sol”. Pero la caricia del sol de la mañana le mantenía fresco hasta el trabajo fatigoso del sol de la tarde. Entre los enfermos sanados estaba la suegra de Pedro. “Se inclinó a ella” como gesto cariñoso para hablar con ella, interesarse por su salud, y después hacer el milagro. La suegra de Pedro, una vez curada, se puso a servirles. La salud es para hacer el bien a los demás, para servirles mejor.

Palabra del Papa. .

“Señor, no me cansaré de repetirlo y te doy gracias por sostenerme en esta ilusión: te pido un corazón semejante al tuyo, que sepa estimar las cosas con tu percepción, que sepa apreciar las situaciones con tu espíritu, mirar a las personas con tu perspectiva. Dame un corazón que antes se canse de vivir para sí mismo, que de entregarse a los demás. Hazme un corazón sencillo, que no entienda de egoísmos, de «mi tiempo», de los «yo quisiera que», «me gustaría más», «preferiría mejor»… hazme un corazón cuya única ilusión sea amar, sea dar, entregarse, dar testimonio verdadero del Amor. Dame un corazón valiente, que sepa superar los miedos o sobrellevarlos, puesta la confianza en Ti. Un corazón que viva bajo la tensión del darse antes que la del buscarse. Dame un corazón que en entregarse totalmente encuentre su único descanso. Dame un corazón humilde, que sepa aprender de los demás, maravillarse, alegrarse, entristecerse, acompañar y elevar a todos hacia tu Amor”. (Homilía de S.S. Francisco, 24 de marzo de 2016).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.- Propósito: Hoy, antes de hacer nada, iré a orar.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor-Dios mío, me quedo cada día más impresionado de la persona de Jesús, tu Hijo amado. Su jornada es “de sol a sol” y no se cansa.  Su secreto es la oración a ti,  Padre Dios. Le acompañas durante todo el día. ¿Cuándo aprenderé yo a relativizar las cosas y dar más importancia a Dios que a todo lo que hago? Sólo desde Dios puedo ir a evangelizar. Lo mío huele a viejo, a cansado, a repetido. En la predicación de Jesús siempre había un impacto de frescura y  novedad.

ORACIÓN POR LA PAZ.

Señor Jesús, ten piedad de nosotros y concédenos la paz y la unidad, no permitas que nos soltemos de tus manos y danos un corazón capaz de amar como tú nos amas. María Madre nuestra, auxílianos en estas difíciles horas de la tribulación, se nuestra fuerza y consuelo. Cúbrenos con tu manto y que la sangre de tu bendito Hijo nos proteja de todo mal.

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Comentario – Miércoles XXII de Tiempo Ordinario

Lc 4, 38-44

Contemplemos las diversas actividades de Jesús, a través del relato de Lucas.

1.° Reza en público. Al salir de la sinagoga…

Cada pueblo judío tenía una «casa de oración», la Sinagoga… algo así como nuestras iglesias y capillas.
Muy de mañana iba Jesús, como otros muchos judíos piadosos; y allí, sentado en un banco, recitaba de memoria los salmos, balanceándose a derecha y a izquierda, como la Ley recomendaba, a fin que la Palabra de Dios penetrara hasta en los ritmos vitales corporales, como vemos que todavía lo hacen los orientales. Los Salmos… la Ley… Jesús quedó profundamente impregnado de ellos.

Sí, Jesús meditó, reflexionó, rumió las palabras de la Biblia. Ayúdanos, Señor, a que, como Tú, sepamos dar mucha importancia a esa impregnación regular de la Palabra de Dios. Cuando rezo los salmos en particular, ayúdame a rezar en unión contigo pensando que recitaste esas mismas plegarias venerables, cada mañana, en la sinagoga de tu pueblo.

2.° Vive con algunos allegados, algunos amigos. Jesús entró en casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron que hiciera algo por ella.

Cuando estabas en Nazaret, pasabas la mayor parte del día con tu familia. Al empezar tu vida pública, adoptaste otra familia, otra casa, la de Simón Pedro en Cafarnaúm. Allí tenías tus relaciones familiares, las de la vida ordinaria. Mi primer deber, también para mí, es el de prestar atención a aquellos con quienes comparto la vida cotidiana.

Trato de imaginar tu actitud, con las personas que te encontrabas todos los días… Pedro, su suegra…

3.° Hace el bien. Él se inclinó a la cabecera, increpó a la fiebre y se le pasó. Ella levantándose al momento se puso a servirles. Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron y El, aplicándole las manos a cada uno, los iba curando… De muchos de ellos expulsó demonios…
Esa es una de tus ocupaciones esenciales, Señor. Tu evangelio está lleno de enfermos curados y de demonios expulsados.

Has venido al mundo para sanar y salvar.

Por tu sola presencia, el mal retrocede. En este sentido, las enfermedades son un símbolo expresivo: son un ataque al hombre, lo disminuyen al quitarle sus capacidades de acción aparente, hacen daño… y con ello son como una imagen sensible y visible de ese otro mal más interior y menos controlable, que es el pecado. Y , para poner muy de manifiesto que éste es el mal más grave para el hombre, «expulsas a los demonios».

Señor, ayúdame a participar en ese gran combate que es el tuyo.

En lo profundo de mi vida, como en el mundo que me rodea, ¡que sepa yo hacer retroceder el mal y progresar el bien! ¡Que, contigo y como Tú lo hiciste, trabaje para el desarrollo, la felicidad y la promoción de mis hermanos! ¿Qué curación, HOY, puedo yo contribuir a hacer avanzar en mí? ¿en mis hermanos? ¿en la sociedad?

4.° De nuevo, Jesús ora en solitario. Jesús salió y se fue a un lugar apartado y desierto.

Tiene un tiempo para la plegaria pública, en la sinagoga, y un tiempo para la oración solitaria, de corazón a corazón.

5.° Evangeliza. He de anunciarles también la buena nueva del reino…

El mensaje que Jesús siente que ha de proclamar no puede retrasarse. «He de»

No me retengáis. Son tantos los hombres que no han oído aún todas las «cosas buenas» que debo decirles de parte de Dios. Es la sed misionera. Hacer que oigan el evangelio de la salvación los que están todavía fuera de su alcance. ¿Tengo yo ese ardor? ¿Soy cristiano solamente «para mi» ?

Noel Quesson
Evangelios 1

¿Qué quiere decir hoy Jesús?

Renuncias a los bienes – Lucas 14, 25-33

En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo: – Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no lleve su cruz detrás de mí, no puede ser discípulo mío. Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar». ¿O qué rey, si va a dar una batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con vente mil? Y si no, cuando el otro todavía está lejos, envía legados para pedir condiciones de paz. Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío.

Explicación

Hoy el evangelio nos muestra a Jesús diciendo a los que quieren ir con él y ser sus discípulos, que por delante de todo y de todos, incluso los padres, él debe ocupar al primer lugar en nuestro corazón. También dice que hay que estar dispuestos a cargar con una cruz pesada, como es el rechazo, la incomprensión y el desprecio con que nos pueden tratar. Y, por fin, Jesús pide sensatez. Los necios que no miden sus fuerzas para saber si pueden o no con alguna empresa, fracasarán.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Narrador: En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:

Jesús: Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, y a su mujer y a sus hijos, y a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío.

Niño 1: Maestro, eso es muy difícil ¿no crees?

Jesús: Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío.

Niño 2: ¿A qué cruz te refieres?

Jesús: Así, ¿quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?

Niño 1: En eso tienes razón. Nadie comienza a hacer algo si no cómo lo va a hacer.

Jesús: No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: «Este hombre empezó a construir y no ha sido capaz de acabar.»

Niño 2: Sí. Sería un irresponsable.

Jesús: ¿0 qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que le ataca con veinte mil? Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.

Niño 1: Es cierto. A nadie le gusta perder y que le tomen el pelo.

Jesús: Lo mismo vosotros: el que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXII de Tiempo Ordinario

Toque de curación

Aunque vivimos en una época en la que el tacto se ve con recelo y miedo -ya sea por las historias de abusos o por la pandemia-, el tacto humano cura física, psicológica y espiritualmente. En algunas culturas existe la tradición de que los niños toquen los pies de sus padres y maestros para pedir su bendición y que éstos les bendigan poniendo sus manos sobre sus cabezas. ¡Qué espectáculo tan conmovedor! «Jesús puso las manos sobre cada uno y los curó». No fue necesario que Jesús hiciera nada más que imponer sus manos suavemente sobre ellos y susurrar una oración. Nosotros también podemos hacer lo mismo y sanar a los que nos rodean: una suave mano en el hombro o un cálido abrazo cuando alguien está dolido, una palmadita en la espalda cuando alguien hace algo bueno, la imposición de nuestras manos y una oración sobre los que están enfermos – estos gestos hacen increíbles milagros en sus vidas.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Miércoles XXII de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XXII de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 4, 38-44):

En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.

Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Hoy vemos a Jesús realizar varios milagros curando a la suegra de Pedro, a los enfermos que le traían, a algunos endemoniados… no es de extrañar que los de ese pueblo quisiesen que se quedase siempre con ellos. Pero Jesús tenía horizontes más amplios, “también a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado”.

Vemos que Jesús, en este pasaje y en otros con más claridad, no desea que le tengan como un milagrero y que le acepten como tal. No quiere que se queden con sus milagros, sino con su persona, con su mensaje, que acepten a Dios como Padre, a él como amigo, a los demas como hermanos… y que el amor reine entre ellos.

Y ese mensaje lo quiere extender a cuantos más pueblos mejor. Y al morir y resucitar, pide a sus apóstoles que lo extiendan por todo el mundo, porque es la mejor noticia que cualquier hombre, de cualquier nación y tiempo puede recibir para que su corazón se inunde de vida y vida en abundancia.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Liturgia – Miércoles XXII de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XXII SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par

  • 1Cor 3, 1-9. Nosotros somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificio de Dios.
  • Sal 32. Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad.
  • Lc 4, 38-44.Es necesario que evangelice también a las otras ciudades, pues para esto he sido enviado.

Antífona de entrada          Cf. Eclo 36, 15-16
Señor, da la paz a los que esperan en ti, escucha las súplicas de tus siervos y llévanos por el camino de la justicia.

Monición de entrada y acto penitencial
La paz y la justicia son aspiraciones permanentes de los hombres de todos los tiempos. El cristiano, con el auxilio de Cristo, Príncipe de la paz, es llamado a ser constructor de la justicia e instrumento de paz en medio del mundo. Para ello, pidamos en esta eucaristía los dones de la justicia y la paz.

• Tú, que has sido enviado a sanar los corazones afligidos. Señor, ten piedad.
• Tú, que te acercabas a los enfermos y los curabas. Cristo, ten piedad.
• Tú, que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios,
que manifestaste que serán llamados hijos tuyos los amantes de la paz,
concédenos instaurar sin descanso aquella justicia
que puede garantizar una paz firme y verdadera.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
A Dios Padre, fuente y origen de todo bien, elevemos hoy nuestras súplicas confiadas, en nombre de Jesucristo, el Príncipe de la paz.

1.- Por la Iglesia, para que sea, cada vez más, un vivo testimonio de paz y justicia, para que todos los hombres se animen con una nueva esperanza. Oremos.

2.- Por los cristianos, para que trabajemos sin desfallecer por establecer en el mundo cauces de justicia, cuyo fruto es la paz. Oremos.

3.- Por los gobiernos de las naciones, para que crezcan en solidaridad y justicia, olviden los recelos y fomenten la mutua confianza, depongan las armas y trabajen por el diálogo y la paz. Oremos.

4.- Por los que son víctimas de las injusticias, las guerras, el terrorismo y toda clase de violencia, para que, instaurada la paz, puedan recuperar una vida acorde con la dignidad de toda persona. Oremos.

5.- Por nosotros, congregados alrededor del altar, para que, por nuestra convivencia fraterna, seamos en nuestro entorno testigos de la verdadera paz y justicia que nos brinda el Evangelio y que solo Cristo nos puede dar. Oremos.

Concédenos, oh, Dios, que en todos los pueblos de la tierra se instaure el reino de justicia y de paz de tu Hijo. Él, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR, que el sacrificio salvador de tu Hijo, Rey pacífico,
ofrecido bajo estos signos sacramentales que significan la paz y la unidad,
sirva para fortalecer la concordia entre todos tus hijos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión       Mt 5, 9
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Señor,
tu espíritu de caridad para que,
alimentados con el Cuerpo y Sangre de tu Unigénito,
fomentemos con eficacia la paz entre todos que él mismo dejó.
Por Jesucristo, nuestro Señor.