Comentario – Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario

Lc 12, 39-48

Si el dueño de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón… Estad también vosotros preparados: pues cuando menos lo penséis llegará el Hijo del hombre.
Para el creyente, la historia no es un perpetuo volver a empezar; sigue una progresión que jalonan unas «visitas» de Dios, unas «intervenciones» de Dios, en días, horas y momentos privilegiados: el Señor ha venido, continúa viniendo, vendrá… para juzgar el mundo y salvarlo.

Es verdad que los primeros cristianos esperaron, casi físicamente, la última venida -la Parusía de Jesús… la deseaban con ardor y rogaban para adelantar esa venida: «Ven, Señor Jesús» (I Corintios 16, 22; Apocalipsis 22, 17-20). Las nuevas plegarias eucarísticas, desde el Concilio, nos han retornado esa bella y esencial plegaria: «Esperamos tu venida gloriosa… esperamos tu retorno… Ven, Señor Jesús». Pero, ¿puede decirse que esas plegarias han entrado efectivamente en nuestras vidas?

Por otra parte, no debemos estar solamente a la espera de la última venida de Jesús, la de nuestra propia muerte, la del fin del mundo. Porque, nunca se repetirá bastante, que las «venidas» de Jesús son múltiples, y nada ostentosas… incluso ¡podemos no verlas! podemos ¡rehusarlas! «Vino a su casa y los suyos no lo recibieron» (Juan 1, 11) y Jesús lloró sobre Jerusalén «porque la ciudad no reconoció el tiempo en que fue «visitada» (Lucas 19,44). El Apocalipsis presenta a Jesús preparado a intervenir en la vida de las

Iglesias de Asia si no se convierten (Apoc. 2, 3). Y cada discípulo es invitado a recibir la «visita íntima y personal» de Jesús: «He ahí que estoy a la puerta y llamo: si uno me oye y me abre, entraré en su casa y tomaremos la «cena» juntos» (Apocalipsis 3, 20)

«Llegará cuando menos lo penséis…»

Oh Señor, ayúdame a pensarlo. Despierta mi corazón para esos encuentros contigo.

Pedro le dijo entonces: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos en general?» El Señor responde: «¿Dónde está ese administrador fiel y sensato a quien el Amo va a encargar de repartir a los sirvientes la ración de trigo a sus horas? Dichoso el tal empleado si el Amo al llegar lo encuentra en su trabajo.

Después de invitar a cada cristiano a la vigilancia, Jesús, contestando a Pedro, hará una aplicación particular de la parábola o los «responsables de comunidades», que deben ser «fíeles y sensatos». Sí, el servidor de los sirvientes es solamente un administrador, no es el amo… llegará el día en que tendrá que rendir cuentas. Su papel esencial es «dar a cada uno el alimento a sus horas»

Así pues, toda la Iglesia tiene que estar en actitud de «vigilancia»… cada cristiano, pero también y ante todo cada responsable. El Reino de Dios ya está inaugurado. Referirse a ese Reino -que ciertamente no estará «acabado» más que al Fin- no supone para la Iglesia un proyectarse en un futuro de ensueño, sino aceptar el presente

como esperanza, y contribuir a que ese presente acepte y reciba el Reino que ya está aquí.
«Dichoso el servidor si su amo al llegar le encuentra en su trabajo.»

Ayúdame, Señor, a estar en mi trabajo cada día y a captar tu presencia.

Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le pedirá.

La pregunta de Pedro podía quizá significar que, en su interior, se sentía muy seguro del Reino, y que no tenía nada que temer ya que había sido elegido responsable… La respuesta de Jesús va enteramente en sentido contrario: cuando mayor sea la responsabilidad, tanto más serán también las cuentas a rendir. Notemos, empero, la sutileza del pensamiento: el juicio dependerá del grado de culpabilidad… se puede ser inconsciente del daño causado y eso disminuye nuestra responsabilidad, dice Jesús. Ayúdanos, Señor.

Noel Quesson
Evangelios 1

Anuncio publicitario

Lectio Divina – Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario

A quien se le dio mucho se le reclamará mucho

1.- Oración introductoria.

Señor, dame la fuerza de tu Espíritu para profundizar en tu Palabra, para hacerla actual, para escucharla hoy para mí. Y te pido que me hagas comprender que “se me ha dado mucho” y debo responder con generosidad a tanto regalo, tanto mimo que he recibido de Ti. Miro mi vida tejida toda ella con hilos de tu amor y me avergüenzo de lo tacaño que he sido contigo. Pero quiero cambiar y ser responsable. Quiero que mi respuesta esté a la altura de los sueños que Tú, desde toda la eternidad, has tenido sobre mí.

2.- Lectura reposada del Evangelio. Lucas 12, 39-48

Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?» Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: «Mi señor tarda en venir», y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles. «Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más.

3.- Qué dice el texto.

         Meditación-reflexión

En el evangelio, además de las bienaventuranzas ya clásicas hay otras muchas, no menos importantes. Por ejemplo, cuando Jesús dice: “Bienaventurados los que sin ver, creyeren”. Los primeros cristianos necesitaron apariciones para creer, pero Jesús nos habla de una bienaventuranza especial para los que creen, sin necesidad de apariciones. Otra bienaventuranza maravillosa es la que tenemos en el evangelio de hoy: “Dichoso a quien Dios, cuando llegue, encuentre cumpliendo su deber”. El Señor quiere que nuestro encuentro con Él no lo limitemos a lo extraordinario, a lo que se sale de lo normal. Al Señor le encanta encontrarse con nosotros en lo cotidiano, en lo que hacemos cada día, con la mirada puesta en el Padre Dios que cada día nos envía el sol, el aire, la lluvia, y sobre todo, el amor. Hubo un tiempo en la Iglesia primitiva en el que se creía que la última venida del Señor ya estaba cerca. Y por eso se vivía más en el “más allá” que en el “más acá”. Pero fue precisamente el evangelista Lucas el que retrasó esa venida. Desde entonces el mundo se nos ofrece como tarea: debemos continuar la obra de Jesús que “pasó por la vida haciendo el bien”. Lo nuestro es “humanizar” la sociedad abriendo caminos de libertad, de solidaridad, de responsabilidad y de fraternidad. Y esto superando la “cultura del miedo” (J. Delumeau) e imponiendo la cultura del amor y de la alegría.

Palabra del Papa

“Representa una responsabilidad. Y Jesús ha dicho: «Al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más». Por lo tanto, preguntémonos: en esta ciudad, en esta Comunidad eclesial, ¿somos libres o somos esclavos, somos sal y luz? ¿Somos levadura? O ¿estamos apagados, sosos, hostiles, desalentados, irrelevantes y cansados? Sin duda, los graves hechos de corrupción, surgidos recientemente, requieren una seria y consciente conversión de los corazones, para un renacer espiritual y moral, así como un renovado compromiso para construir una ciudad más justa y solidaria, donde los pobres, los débiles y los marginados estén en el centro de nuestras preocupaciones y de nuestras acciones de cada día. ¡Es necesaria una gran y cotidiana actitud de libertad cristiana para tener la valentía de proclamar, en nuestra Ciudad, que hay que defender a los pobres, y no defenderse de los pobres, que hay que servir a los débiles y no servirse de los débiles!” Homilía de S.S. Francisco, 31 de diciembre de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.-Propósito: Vivir este día haciendo lo que tengo que hacer, pero con alegría y amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Ya ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy quiero acabar mi oración pidiéndote algo tan sencillo como esto: “Hacer sencillamente en este día lo que tengo que hacer”. Y este mi deber lo voy a realizar no con pereza, no con rutina, no con cara larga sino con una inmensa alegría al saber que así puedo escuchar de tus labios una bienaventuranza que nos puede sonar a nueva: la bienaventuranza de la cotidianidad.

El Señor nos quita la angustia

1.- Habéis contemplado la iglesia al entrar decorada con los carteles del DOMUND. Es una obra pontificia a punto de cumplir ochenta años, solo le faltan dos, y al ser pontificia pues se celebra en todo el mundo. El Domingo Mundial de la Propagación de la Fe –de ahí viene la palabra DOMUND—es un toque de atención para pensar en hermanos muy lejanos que no conocen a Cristo y, sobre todo, en aquellos hombres y mujeres que muy alejados de sus casas intentan trabajar en la mejora personal de muchas personas de lugares remotos. Jesucristo quería el bien de todos y el bien de todos es ese desarrollo personal que hace a la gente más feliz. Nuestros misioneros y misioneras no solo enseñan el rostro de Jesús, ayudan a que, en general, gente muy pobre mejore sus vidas. Este año el slogan del DOMUND responde a la siguiente frase: “Es la hora de tu compromiso misionero”. Es bastante clara y tajante. Pues eso. Llegamos –hoy y siempre—a un compromiso solidario con nuestros hermanos que trabajan por la paz y la felicidad de muchas personas.

2. – Y si hablamos de conversión quiero referirme al Salmo 33. «Cuando uno grita, el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias». Este verso del Salmo 33 resume aspectos de la conversión de muchos. Tenemos testimonios al respecto. Dios suele responder a los gritos angustiados de sus hijos y ya el salmista hace casi 5.000 años vio el resultado de la acción divina. Es una muestra más de la ternura del Señor que se comunica con sus hijos y les responde. El hilo argumental de las lecturas en este Domingo Treinta del Tiempo Ordinario es la petición del pecador y la respuesta salvífica de Dios. El Señor escucha. Pero, además, la perseverancia humilde de los pecadores mueve a Dios a la ayuda generosa y constante. El libro del Eclesiástico habla de la oración constante del débil, del marginado, del pobre, del oprimido, del huérfano y de la viuda. Es obvio que este texto se parece mucho al Salmo 33 y responde a ese conocimiento pleno del pueblo judío –ocultado después por la dictadura farisaica– de Dios como Padre lleno de ternura, que no olvida a sus hijos y que los cura sus angustias.

2.- La parábola del fariseo y del publicano, narrada por San Lucas, plantea uno de los temas más importantes de la vida religiosa y una característica fundamental del cristianismo. Jesús aprueba la humildad y angustia del publicano, doblado por el peso de sus pecados y reprueba la actitud orgullosa y autocomplaciente del fariseo. Y como en otros muchos aspectos del mensaje de Jesús se plantea una gran paradoja, porque, de hecho, un seguidor optimo de la doctrina puede sentirse satisfecho de su actividad religiosa y utilizar como elemento de autoestima el esfuerzo que «le cuesta ser bueno». Pero ahí aparece el gran peligro porque sin la ayuda permanente de Dios no podemos acometer nuestro camino de bondad. Además, toda persona con gran experiencia en el camino religioso sabe de los cambios internos y de como, en cualquier momento, se «alborota el gallinero» hacia caminos que parecían terminados.

También, surgen subjetivismos que nos engañan. El Maligno utiliza el engaño como principal arma. Si uno es capaz de considerarse como autor exclusivo de su camino de perfección, desprecia la ayuda de Dios y la solidaridad con los hermanos, está entrando en una senda de pecado. Alguien le está engañando, hasta el mismo. En la vida cotidiana tampoco podemos utilizar esa especie de personalismo exclusivo. ¿No resulta absurdo que un hombre se situara ante el resto y dijera que todo lo que es –y va ser– se lo debe a si mismo? Por un lado estará la intervención de sus padres en la procreación, luego de sus maestros en lo educativo, pero también de sus colaboradores en el trabajo, de sus jefes o de sus empleados. Y, como no, de la propia vida: el transcurso de los días –el paso del tiempo– que es lo que más enseña. Para nosotros los creyentes estará, además, el papel educador y paciente de Dios. Pero, en fin, si la pura pretensión humana de exclusividad en todo lo hecho, resulta más que ridícula, como no lo va a ser en mayor grado esa misma pretensión exclusiva en el terreno de nuestras relaciones con el Señor. Solo podemos acercarnos a Dios con humildad, porque nuestra pequeñez no permite otra cosa. En los momentos posteriores a cometer un pecado surge amargura y desconcierto, pero sobre todo aparece un gran desvalimiento debido a lo ínfimos que somos. Será Dios, quien con su ternura y fortaleza, nos explique las Escrituras y parte para nosotros el Pan.

3. – San Pablo escribe en la Epístola de hoy su testamento y se lo dirige a Timoteo. Contrasta con la pujanza y fuerza del verbo paulino de otras cartas. Pablo ya es viejo y no espera otra cosa que llegar a la meta. Es, tal vez, más humilde que en otras ocasiones y, por ello, más entrañable. «Pero el Señor me ayudó –dice Pablo– y me dio fuerzas para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran todos los gentiles. Él me libró de la boca del león. El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo.» Pablo a pesar de su fortaleza, no se olvida de la ayuda del Señor. Y es que lo que evitará que entremos en caminos de valoración loca de nuestras posibilidades es no perder en ninguno de los casos la presencia de Dios. Toda la esencia de ser cristiano es vivir en presencia del Señor. Y eso solo se consigue con la oración continuada humilde. No es difícil. Lo dificultoso será, sin embargo, esa estéril soledad de nosotros mismos, enfrentada a la cálida ternura de Dios.

Ángel Gómez Escorial

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

El publicano y el fariseo – Lucas 18, 9-14

En aquel tiempo dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás: – Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el décimo de todo lo que tengo. El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquel no. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

Explicación

Para hablar con Dios debemos hacerlo con sencillez. Eso quiere decir Jesús cuando cuenta esta historia a sus amigos : Dos hombres fueron al templo a orar. Uno de ellos se puso muy adelante y dijo : Te doy gracias Dios, porque no soy como los demás, ladrones, mentirosos y tramposos. Yo pago los impuestos religiosos y cumplo con la ley del ayuno. El otro, escondido en el fondo del templo, decía : Oh Dios, perdóname que soy un pecador !. El primero no fue escuchado. El segundo sí.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

Narrador: Entre los que se acercaban a Jesús a escuchar sus enseñanzas, había gente de toda clase, de distinta religión, ricos y pobres; y Jesús oía toda clase de conversaciones.

Publicano: Vosotros los fariseos sois unos creídos. Os creéis más que los demás, porque habéis estudiado. Unos orgullosos… eso es lo que sois.

Fariseo: A vosotros sí que no os quiere nadie. Mucha envidia es lo que tenéis. Sí, envidia porque somos más listos que vosotros y más buenos. Vosotros sois malos y pecadores, y no se puede hablar con vosotros.

Narrador: Este era el tono, que amenazaba proximidad de tormenta. La cosa se iba poniendo muy seria. ¡Eh! amigos, escuchad… ¡Eh! escuchad. Creo amigos que os va a venir muy bien, pero que muy bien, lo que dice Jesús. Escuchad, por favor.

JESÚS: Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo.

Narrador: Los fariseos eran personas que se sabían de carretilla la Ley de Moisés, y presumían de cumplirla al pie de la letra.

JESÚS: El otro era un publicano.

Narrador: Los publicanos se encargaban de cobrar los impuestos, que exigía Roma. Por eso el pueblo no les tenía cariño, y los fariseos los despreciaban… Pero, oigamos lo que dice Jesús.

JESÚS: El fariseo, en pie, en medio del templo, oraba así: ¡Oh Dios!, te doy gracias porque no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros. Tampoco soy como ese publicano. Yo ayuno dos veces por semana y entrego al templo una parte de todo lo que gano, como manda la ley.

Narrador: El otro, el publicano, se había colocado en un rincón del templo, de rodillas, sin atreverse a levantar la cabeza. Escuchemos…

JESÚS: El publicano oraba así: ¡Dios mío!, ¡Dios mío! ten compasión de mi porque soy un pecador.

Narrador: Y Jesús dirigiéndose a todos los que le escuchaban, les dijo:

JESÚS: Os digo, que el publicano volvió a su casa estando a bien con Dios y el fariseo no. Porque todo el que se cree importante será humillado y el que se humilla será importante ante Dios.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario

Mayor responsabilidad

La Iglesia católica es una entidad que ha recibido y sigue recibiendo muchas críticas y golpes. Tomemos el caso del tema de los abusos sexuales. Incluso cuando las investigaciones muestran que la prevalencia de los abusos sexuales es la menor entre el clero católico en comparación con otras empresas públicas y privadas, el mundo es el que más se enfada con la Iglesia, ¡y con razón! Porque, como señala hoy Jesús, se exigirá mucho al que ha recibido mucho. Dada la gran responsabilidad de liderazgo espiritual y moral que se le ha confiado a la Iglesia y la gracia que se le ha concedido para ello, se espera una mayor responsabilidad de ella y de sus ministros. Como se dice, la mujer del César debe estar por encima de toda sospecha. La Iglesia, al ser la esposa de Cristo, debe estar a la altura de éste. Esto se aplica no sólo en el ámbito afectivo, sino en todos los ámbitos de intervención; y esto se aplica no sólo al clero, sino a todo cristiano. Porque cada uno de nosotros ha recibido gracia sobre gracia.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XXIX de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 12, 39-48):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora iba a venir el ladrón, no dejaría que le horadasen su casa. También vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre». 

Dijo Pedro: «Señor, ¿dices esta parábola para nosotros o para todos?». Respondió el Señor: «¿Quién es, pues, el administrador fiel y prudente a quien el señor pondrá al frente de su servidumbre para darles a su tiempo su ración conveniente? Dichoso aquel siervo a quien su señor, al llegar, encuentre haciéndolo así. De verdad os digo que le pondrá al frente de toda su hacienda. Pero si aquel siervo se dice en su corazón: ‘Mi señor tarda en venir’, y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer y a beber y a emborracharse, vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles.

»Aquel siervo que, conociendo la voluntad de su señor, no ha preparado nada ni ha obrado conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes; el que no la conoce y hace cosas dignas de azotes, recibirá pocos; a quien se le dio mucho, se le reclamará mucho; y a quien se confió mucho, se le pedirá más».

Tenemos que reconocer que hay palabras y hay parábolas de Jesús que nos cuestan entender. Algo de esto nos sucede con el pasaje evangélico de hoy. Parece que la idea central es que debemos estar preparados para cuando llegue el Hijo del Hombre hasta nosotros. Pero la pregunta clave es quién es Jesús para nosotros. Si para nosotros Jesús es el Hijo de Dios, el que ha venido hasta nosotros en un acto de sublime amor, el que nos ha ofrecido y nos sigue ofreciendo su amistad, su luz, su cuerpo, su sangre, su persona… nunca pensaremos en su venida hasta nosotros con el miedo y el desasosiego que se teme la llegada de un ladrón a nuestra casa. Nunca le veremos ni le esperaremos como a ese el amo severo que nos va pedir cuentas detalladas de nuestra actuación y si fallamos nos despedirá de su lado…

No tendremos ningún miedo a qué hora viene el Hijo del hombre. Todo lo contrario, ansiaremos con profundo gozo, con una gran ilusión, que regrese, y poder seguir disfrutando de su amor, de su palabra, de su compañía…

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Liturgia – Miércoles XXIX de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XXIX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Para la feria cualquier formulario permitid; Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par.

  • Ef 3, 2-12. El misterio de Cristo ha sido revelado ahora: también los gentiles son coherederos de la misma promesa.
  • Salmo: Is 12, 2-6. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador.
  • Lc 12, 39-48. Al que mucho se le dio, mucho se le reclamará.

Antífona de entrada          Cf. Sal 27, 8-9
El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad, sé su pastor por siempre.

Monición de entrada y acto penitencial
Hermanos, al comenzar la celebración sacramental del sacrificio de Cristo que da gloria a Dios y perdona los pecados, reconozcámonos pecadores y pidamos perdón a Dios por nuestras faltas y debilidades.

            Yo confieso…

Oración colecta
MUÉSTRATE propicio, Señor,
a los deseos y plegarias de tu pueblo;
danos luz para conocer tu voluntad
y la fuerza necesaria para cumplirla.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Dirijamos nuestras súplicas confiadas al Señor, nuestro Dios, rico en misericordia para todos los que lo invocan.

1.- Por la Iglesia. Roguemos al Señor.

2.- Por las vocaciones sacerdotales y religiosas. Roguemos al Señor.

3.- Por el progreso de nuestro país. Roguemos al Señor.

4.- Por los enfermos y ancianos. Roguemos al Señor.

5.- Por los que nos hemos reunido aquí, por nuestros familiares y amigos, y por los que esperan que nos acordemos de ellos en nuestra oración. Roguemos al Señor.

Oh Dios, que quieres que amasemos riquezas ante ti, escucha nuestras oraciones y haz que no nos dejemos dominar por la codicia y el egoísmo, sino que siempre busquemos lo que vale ante Ti. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,
este sacrificio de reconciliación y alabanza
y concédenos que, purificados por su eficacia,
te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 144, 15
Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú les das la comida a su tiempo.

Oración después de la comunión
TE suplicamos, Dios todopoderoso,
que concedas a quienes alimentas con tus sacramentos
la gracia de poder servirte
llevando una vida según tu voluntad.
Por Jesucristo, nuestro Señor.