Lectio Divina – Martes XXX de Tiempo Ordinario

«¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza”

1.- Oración introductoria.  

Señor, leyendo hoy el evangelio, me dan ganas de decirte: hazme pequeño, como ese granito de mostaza. No quiero presumir de saber mucho, de tener mucho, de valer mucho. Quiero presumir de mi pequeñez. Y eso es lo que te ofrezco: “eso poquito que hay en mí”. Tú, Dios Padre, sabrás que vas a edificar “con lo poco que soy”.

2.- Lectura reposada del evangelio Lucas 13, 18-21

En aquel tiempo dijo Jesús: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

 
3.- Qué dice el texto.

Meditación

En estas parábolas Jesús busca el contraste entre lo pequeño de los comienzos y lo grandioso del final. La semilla de mostaza es un granito como la punta del alfiler y, en algunas partes de Palestina llega a convertirse en arbusto  de cuatro metros de altura. Parece que Dios siente inclinación por lo pequeño: Tomó un poco de barro para crear al primer hombre; David, el hijo más pequeño, el que va detrás de las ovejas,  será el rey de Israel. Y es que la “mirada de Dios no es como la del hombre”. Y a la hora de elegir a su madre, Dios elige a María: la humilde, la pequeña, la esclava, la que no cuenta. ¿Por qué nuestros ojos se van detrás de lo grande? Dios, con nuestra pequeñez,  puede hacer maravillas. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar lo pequeño? El futuro de la Iglesia se va a jugar con pequeños grupos de fe y de amor, con la fuerza de su testimonio. Lo importante de la levadura es que se mete “en toda la masa”. Nada se queda al margen de esa fuerza transformadora. Y yo, ¿dejo que el evangelio me penetre del todo y transforme toda mi persona? Dentro de mí puede haber zonas oscuras, parcelas ocultas, donde no ha entrado la fuerza  de la fe. Esas zonas son paganas y se pueden convertir peligrosamente en terreno abonado  para los ídolos.

Palabra del Papa

“La imagen del grano de mostaza. Si bien es el más pequeño de todas las semillas, está lleno de vida y crece hasta volverse ‘más grande que todas las plantas de huerto’. Así es el reino de Dios: una realidad humanamente pequeña y aparentemente irrelevante. Para entrar a ser parte es necesario ser pobres en el corazón; no confiarse en las propias capacidades sino en la potencia del amor de Dios; no actuar para ser importantes a los ojos de mundo, sino preciosos a los ojos de Dios, que tiene predilección por simples y los humildes. Cuando vivimos así, a través de nosotros irrumpe la fuerza de Cristo y transforma lo que es pequeño y modesto en una realidad que hace fermentar a toda la masa del mundo y de la historia”.  (Ángelus de S.S. Francisco, 14 de junio de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito: Aprovecharé el día al máximo sabiendo que nada hay pequeño ante los ojos de Dios.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo quiero aprender de este evangelio la gran lección de la humildad. Quiero aceptarme como soy: con mis limitaciones, mis errores, mis miserias, mis pecados. Eso es todo lo que te puedo ofrecer. Con un poquito de  barro, un día pudiste  hacer un hombre; con este granito de mostaza y este poquito de levadura, hoy Tú puedes hacernos santos.

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Comentario – Martes XXX de Tiempo Ordinario

Lc 13, 18-21

Jesús decía «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿Con qué lo compararé?»

Jesús era muy consciente que el Reino de Dios es un «reino escondido». «Mi Reino no es de este mundo…» Incluso para hablar de él, es preciso buscar comparaciones y proceder por alusiones. Antes de abordar esas «comparaciones» recordemos algunas fórmulas empleadas por Jesús y citadas por san Lucas:

  • «Debo anunciar la «buena nueva» del Reino de Dios» Lucas 4, 43
  • «Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios». Lucas 6, 20
  • «El más pequeño en el Reino de Dios es mayor que Juan Bautista». Lucas 7, 28
  • «A vosotros es dado conocer los misterios del Reino de Dios». Lucas 8, 10
  • «Jesús envió a los Doce a proclamar el Reino de Dios». Lucas 9, 2
  • «El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios». Lucas 9, 62
  • «El Reino de Dios está cerca». Lucas 10, 9-11
  • «Padre, venga a nosotros tu Reino». Lucas II, 2
  • «Buscad el Reino de Dios, y eso se os dará por añadidura». Lucas 12, 31
  • «El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Sabedlo, ya está entre vosotros el Reino de Dios». Lucas 17,21
  • «Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios». Lucas 14, 15
  • «Los niños, y de los que son como éstos es el Reino». Lucas 18, 16
  • «Es más difícil a un rico entrar en el Reino de Dios». Lucas 18, 25
  • «Nadie que haya dejado casa, mujer… por el Reino de Dios, quedará sin recibir el céntuplo». Lucas 18, 29
  • «Jesús, acuérdate de mí cuando vayas a tu Reino». Lucas 23, 42

El reino se parece al grano de mostaza que un hombre sembró en su huerta. Creció; se hizo un árbol.

El Reino de Dios, es pues un «crecimiento»… algo que «brota»; ese crecimiento es incoercible: no se puede parar, porque es la potencia misma de la vida.

¿Me imagino yo quizá el Reino de Dios como algo acabado, estático? O bien, ¿creo que, efectivamente, la Obra de Dios crece «a la manera» de un árbol vivo? ¿Es ésta mi visión de la Iglesia?

Mi vida espiritual, ¿está en expansión, o en regresión? ¿Dios reina siempre más y más en mí? ¿Qué voy a hacer para que el Reino de Dios crezca, en el día de hoy?

La vista no ve crecer un árbol: su crecimiento es imperceptible; de tal manera que todos los días podemos pasar junto a un árbol sin notar que está creciendo. El Reino de Dios crece, sin que muchos se den cuenta de ello. Sólo la Fe nos abre a ese reconocimiento.

El reino se parece a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que toda la pasta acabó por fermentar.

Esta comparación tiene también en cuenta la potencia de transformación del fermento vivo y su invisibilidad: los comienzos son modestos e ínfimos, pero el resultado final es sorprendente.

Cada ama de casa cocía el pan cada mañana. La víspera por la tarde preparaba la pasta; agua, un puñado de levadura todo mezclado con unos treinta Kgs. de harina… Durante la noche la mezcla «fermentaba» y a la mañana estaba a punto de ser metida en el horno.

Así es de potente la acción de Dios; pero se ve poco…

Noel Quesson
Evangelios 1

Jesús creyó en Zaqueo

1. – Este Evangelio es la historia del encuentro de dos hombres que se buscan a través de una muchedumbre que los separa. Una muchedumbre que impide el paso de Jesús por pura curiosidad de conocerle. Una muchedumbre que hace tiempo que ha colgado a la espalda de Zaqueo una etiqueta ya inconmovible de hombre odioso, ladrón, mal israelita, pecador, paria de la sociedad humana y divina. Una muchedumbre que ya ha acorralado a Zaqueo, que, en medio de su poder, se siente aislado. Y tal vez por esa su soledad en sus riquezas es por lo que busca a Jesús.

2. – Aquí hay tres miradas, tres modos de mirar y ver. Zaqueo no puede ver a Jesús y quiere verlo. No es pura curiosidad la que le hace hacer el ridículo ante sus conciudadanos subiéndose a un árbol siendo rico y teniendo autoridad. Quiere ver, como el ciego que grita: “Señor que vea. Como el leproso: “si quieres puedes limpiarme. Desde su acorralamiento social por culpa de su profesión y sus riquezas quiere ver a ese hombre que la multitud le impide ver.

Jesús también quiere ver a Zaqueo y por eso levanta sus ojos y le mira. Al fin Jesús ha encontrado al hombre que la multitud le impedía ver. Jesús no se fía de las etiquetas que le han puesto a Zaqueo. La mirada de Jesús atraviesa aquella corteza de odiosidad y pecado y llega a aquel corazón acorralado y encuentra otra persona. Encuentra a ese Zaqueo aún por descubrir. Es la misma mirada que descubrió al verdadero Pedro en medio de sus negaciones. La misma mirada que amó al joven rico y pudo convertirlo en discípulo si él hubiera querido. Jesús creyó en Zaqueo.

Y la multitud también tiene su mirada y al ver que Jesús se invita a comer a la casa del pecador echa sobre el mismo Jesús todo el veneno que tiene acumulado contra Zaqueo. Y esa mirada convierte a Jesús en pecador y amigo de pecadores. La multitud ni cree en Zaqueo ni en Jesús. Y Zaqueo al sentir que Jesús cree en él, se convierte a Jesús y a la multitud. La fe que Jesús ha puesto en él le hace descubrir en aquella multitud anónima a hermanos a los que él ha engañado, hermanos a los que ha robado y traicionado. Y alentado por la fe de un Jesús que por él es tenido por y amigo de pecadores toma su decisión de dar la mitad de sus bienes a los pobres y devolver cuatro veces lo que haya defraudado a aquellos hermanos de la multitud. Zaqueo cree en Jesús porque primero Jesús creyó en él.

3. – Esta es también nuestra historia, sea cual sea la vida que llevemos. Sea lo que sea lo que nos acorrala y nos hace desesperar de empezar una nueva vida. Jesús cree en cada uno de nosotros. Jesús ve en lo hondo de nuestro corazón un nuevo yo que pueden salir a flote de lo más profundo de nuestra miseria y pecado. A pesar de todo Jesús sigue siempre creyendo y esperando en mí. Cuando todos han dejado de creer en mí, todavía Jesús sigue creyendo en mí. Para él nunca soy un ser perdido. Dios haga que cada uno sintamos esa mirada confiada de Jesús y nazca en nosotros una fe ciega en él y abramos los ojos a esos hermanos a los con nuestra vida hemos decepcionado.

José María Maruri, SJ

Un regalo de Dios

1. – Los textos evangélicos de estas varias últimas semanas, tomados todos ellos del original de san Lucas, han venido subrayando la tremenda dificultad de los ricos y poderosos para recibir el ofrecimiento salvador de Dios. Para el Evangelio –recordamos–, la riqueza dificulta de manera extrema la apertura del hombre a sus propias necesidades y a las necesidades de sus prójimos; y con ello incapacita al hombre a la búsqueda y petición de la salud de Dios y al encuentro con la justicia y solidaridad humanas.

2. – El texto de hoy, tomado igualmente del evangelio de san Lucas, es un grito de esperanza para los ricos. También los ricos pueden ser salvados por Dios, también a ellos les llega la salvación. Un hombre rico se sube a una higuera para ver a Jesús. Es un gran pecador, pues no en vano es «jefe de los publicanos». Zaqueo era rico y, como ocurre frecuentemente, su riqueza tenía orígenes más que turbios. Y, sin embargo, Jesús se hospeda en la morada de Zaqueo, éste se convierte de sus malos caminos y peores trazas y la salvación de Dios entra en su casa. Jesús sabe que allí donde va, lleva consigo su gracia”. Hoy ha sido la salvación de esta casa». Y esto «porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido».

La salvación que es regalo de Dios no es imposible. Pero es una gracia cara. Hay que pagar un precio grande: la conversión del rico. Una conversión real, no meramente verbal. Una conversión eficaz, no meramente sentimental. Una conversión hacia los prójimos y no sólo hacia un Dios lejano que no compromete a cambiar el modo de la existencia humana. Zaqueo se desprende de la mitad de sus bienes y restituye multiplicado por cuatro cuanto ha robado a los demás. Este es el precio de la autenticidad de la conversión y de su aceptación de la salvación de Dios. El texto subraya, sin duda, la misericordia de Dios que, en Jesús, sale al encuentro del más pecador, cual es el rico; pero destaca, al mismo tiempo, las tremendas exigencias de la conversión. Es un grito de esperanza y un clamor de exigencias. No vale fijar los ojos en lo primero y apartar la mirada de lo segundo…

3. – Habrá que advertir que, en el Evangelio de san Lucas, la riqueza que Cristo condena no es únicamente la riqueza de los billetes de banco, las cuentas corrientes y las propiedades inmuebles. Para el Evangelio, la riqueza de estos bienes, enfatizada como dios, es representación de todos los otros ídolos ante los cuales declinamos de nuestra libertad y de nuestra solidaridad. La conversión es posible para todo adorador de los ídolos del orgullo, del éxito, de la rutina y pereza, de la carne y el placer; pero el precio que se reclama es la conversión al Señor de la vida, siempre dispuesto al perdón, ciertamente, pero siempre, exigente en la defensa y promoción del bien de la comunidad humana y de la verdadera realización de cada cual.

4. – Esta reflexión traspasa todo el hermoso texto del libro de la Sabiduría, que la liturgia nos trae hoy para nuestra meditación. Dios está muy lejos de las riquezas injustas, originadas en la injusticia y promotoras de nuevas injusticias; pero Dios no es despreciador de la vida. Todo lo contrario. Si fustiga los ídolos del poder y de la riqueza es porque los ídolos matan la vida de los hombres y Dios es amador de la vida. «Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho…» «En todas las cosas está tu soplo incorruptible.» Para el creyente toda la realidad es buena y objeto de su amor y de su gozo.

Todos los hombres tienen derecho a amar la vida; el creyente tiene, además, la obligación. Porque al afirmar que todo proviene de Dios creador, el creyente está afirmando la bondad original de todo lo existente. Por eso, el apóstol reclamará de los creyentes que la espera en el advenimiento de Cristo no se les convierta en excusa para huir de los compromisos de la existencia terrena, a comenzar por el compromiso del trabajo. Al creyente se le exige que ame y goce la vida, pero sin atentar en modo alguno contra la vida y la alegría de la vida de todos los demás.

Antonio Díaz Tortajada

Música – Domingo XXXI de Tiempo Ordinario

Entrada: Pueblo de Reyes CLN 401; Vayamos jubilosos; Pueblo de Dios camina en paz. (Cantos varios)  Salvanos, Señor Jesús. CLN A14;Yo soy la resurrección CLN 466  
Introito en latin: Ne derelinquas me
Salmo y Aleluya: Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey. Señor. (Propio)
Ofrendas: Señor todo os pertenece (Cantos varios)
Aclamación al Memorial: 1CLN-J22.
Comunión: Un mandamiento nuevo (Cantos varios) Unidos, Señor, en caridad CLN 723; En la fracción del pan CLN 05; Antes de ser llevado a la muerte CLN 032
Final: Gracias, Señor, por tu palabra CLN 04

Oración de los fieles – Domingo XXXI de Tiempo Ordinario

Comprendemos Señor, que tu eres nuestra fuerza, sabemos Señor, que Tú eres nuestra inquietud, vemos que sólo Tú puedes llevarnos a los mejores pastos. A Ti te presentamos estás necesidades repitiendo:

R.-TU LO PUEDES TODO, SEÑOR.

1. – Señor, fortalece y asiste al nuestro Padre el Papa Francisco para que guíe con seguridad a toda tu Iglesia. OREMOS

2. – Señor, entra a comer en la casa de tantos que sin saberlo te buscan, sólo tu visita puede dar luz a sus vidas. OREMOS

3. – Señor, corrígenos cuando caemos para que seamos siempre fieles a Ti. OREMOS

4. – Señor, ilumina las acciones de los dirigentes del mundo para que busquen en bienestar y la paz para todos. OREMOS

5. – Señor, hazte presente en todos aquellos que tienen su corazón puesto en las riquezas para que reconociéndote como la perla preciosa dediquen sus fuerzas a seguirte. OREMOS

6. – Señor, Tú que amas a todos, pon tu amor en los matrimonios y en los hogares cristianos para que a la luz de tu amor crezca esa semilla que un día plantaste. OREMOS

7.- Señor, ten en cuenta los deseos, las necesidades y las peticiones personales de todos nosotros presentes en esta Eucaristía y concédelas gracias a tu generosidad infinita. OREMOS

Señor, acoge con tu amor infinito estas súplicas haz que ese amor nos vaya renovando para ser sal en la tierra y luz en el mundo. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor

Amen.


Todos juntos elevamos nuestras plegarias a Dios Padre quien concede, por la gracia de su Hijo, todo lo que le pidamos y rogamos por las necesidades de todos los hombres y mujeres de la tierra. Y respondemos

R.- PADRE SANTO, ESCÚCHANOS

1. – Por el Papa Francisco y por todos los obispos de la Iglesia, para que sean siempre pastores solícitos con los fieles. OREMOS.

2. – Por los sacerdotes, diáconos, ministros, catequistas y laicos comprometidos en el servicio de los hermanos, para que nunca, con la ayuda del Espíritu, desfallezcan en su misión. OREMOS.

3. – Por los gobernantes y aquellos que detentan el poder económico, para que todos sus esfuerzos vayan dirigidos al bienestar, corporal y espiritual, de todos, OREMOS.

4. – Por las víctimas del terrorismo y de la violencia, para que Dios les acoja en su Reino y consuele a sus familiares por tan dolorosa pérdida. OREMOS

5. – Por los enfermos, los abandonados, los solitarios, los tristes y por aquellos que nunca nadie se acuerda de ellos. OREMOS.

6. – Por nosotros mismos, que acudimos con fe cada semana a la Eucaristía, esperando que Dios nos conceda la conversión verdadera. OREMOS.

Acepta, Dios Padre Nuestro, esas oraciones que con fe y humildad te presentamos hoy.

Por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén

Comentario al evangelio – Martes XXX de Tiempo Ordinario

Dios de las pequeñas cosas

Es una inclinación humana natural imaginar a Dios como el más grande, el más grandioso y el más espectacular. Imaginar que Dios es así, de alguna manera, nos hace compensar nuestra pequeñez y creaturismo. Y a causa de esa imaginación, echamos de menos a Dios cuando se presenta ante nosotros en las formas menos esperadas. Miramos a Dios hacia arriba; pero, como observó un sabio gurú, «la gente se pierde de ver a Dios porque no está dispuesta a mirar hacia abajo»; y a mirar alrededor, tal vez. Dios y su Reino siguen a menudo la dinámica del grano de mostaza y de la levadura en las parábolas del Evangelio de hoy: pequeños, sutiles, casi invisibles; pero siguen transformando el mundo a su alrededor. Por la misma lógica, para formar parte de este Reino, no tenemos que hacer cosas espectaculares; basta con hacer cosas pequeñas con gran amor: Como un marido y una mujer que se respetan y se cuidan mutuamente y hacen las pequeñas cosas para que la vida de todos sea un poco más fácil y feliz.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Martes XXX de Tiempo Ordinario

Hoy es martes XXX de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 13, 18-21):

En aquel tiempo, Jesús decía: «¿A qué es semejante el Reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Es semejante a un grano de mostaza, que tomó un hombre y lo puso en su jardín, y creció hasta hacerse árbol, y las aves del cielo anidaron en sus ramas». Dijo también: «¿A qué compararé el Reino de Dios? Es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo».

Jesús nunca dijo qué era el Reino de Dios, tan sólo expresó su realidad con imágenes y mostró sus signos liberadores. “¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?”  Para responder a la pregunta, el Maestro presenta dos parábolas: la del grano de mostaza y la de la levadura.

La primera parábola habla de un hombre que siembra una semilla de mostaza y que crece hasta llegar a ser un inmenso árbol que alberga los pájaros (18-19). El Reino de Dios no viene como se espera, con todo su esplendor y de repente, sino que va creciendo poco a poco. La imagen nos habla en primer lugar de lugar de crecimiento, de una semilla imperceptible se hace un árbol enorme; y, en segundo lugar, de protección, puesto que el árbol se convierte en alojamiento de los pájaros.

Si la primera parábola es protagonizada por un hombre en ámbito rural, ahora Lucas, cual evangelista de la paridad, nos presenta una mujer en ámbito doméstico que introduce levadura en la masa (20-21). La cantidad de masa con la que la mujer trabaja es descomunal: tres medidas, (saton), 30 Kg según Flavio Josefo.  En el AT las medidas desproporcionadas expresan la llegada de Dios, anuncian una epifanía. Así Sara cuando cocina para los visitantes (Gn 18,19), Gedeón cuando hace pan para el ángel del Señor (Jc 6,19) o Ana presenta sus ofrendas al templo (1 Sm 1,24).

Con ambas parábolas Jesús muestra paradójicamente que el Reino, que empieza como algo pequeño (semilla/levadura), acaba creciendo (árbol) y llegando a todas partes (gran masa). La primera de ellas nos dice que el Reino crece poco a poco, pero llega a ser algo grande y se convierte en protección, resguardo y abrigo. Con la segunda parábola, la de la levadura, se nos habla del Reino como una experiencia transformadora de la realidad. Las dos imágenes están cargadas de esperanza; el Reino, poco a poco sin que se note, va creciendo y transformando nuestro mundo en la medida en que vivimos sus valores. ¿Creo que el Reino está presente en nuestro mundo y vivir sus valores nos hace bien a los seres humanos? ¿Lo anuncio en mi predicación?

Hna. Mariela Martínez Higueras O.P.

Liturgia – Martes XXX de Tiempo Ordinario

MARTES DE LA XXX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido, Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par.

  • Ef 5, 21-33. Es este un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.
  • Sal 127. Dichosos los que temen al Señor.
  • Lc 13, 18-21. El grano creció y se hizo un árbol.

Antífona de entrada          Cf. Rom 5, 5; 8, 11
El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que habita en nosotros.

Monición de entrada y acto penitencial
La Iglesia, iluminada con la luz del Espíritu Santo, desde sus orígenes, actúa siempre bajo su inspiración y movida por su fuerza. El Espíritu Santo vive y actúa en cada uno de nosotros, miembros vivos de esta Iglesia, y nos comunica la fuerza capaz de superarlo todo, de transformarlo todo: el amor. Es el Espíritu Santo que anima nuestra fe cuando escuchamos la Palabra, inspirada por él a los autores sagrados, y el que nos congrega en la unidad del Cuerpo de Cristo, cuando comulgamos de un mismo pan y de un mismo cáliz.

Yo confieso…

Oración colecta
OH Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos gustar lo que es bueno según el mismo Espíritu y gozar siempre de su consuelo. Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles

Oremos, ahora, unidos al Señor. Él nos ofrece su amor y viene entre nosotros para salvarnos.

1.- Para que el Espíritu del Señor viva en su Iglesia. Roguemos al Señor.

2.- Para que los que sufren puedan recibir la Buena Noticia de su liberación. Roguemos al Señor.

3.- Para que cuantos sienten su corazón desgarrado encuentren quien los acompañe y consuele. Roguemos al Señor.

4.- Para que llegue a todos la gracia que el Señor nos ha prometido. Roguemos al Señor.

5.- Para que en nuestra patria brote la justicia. Roguemos al Señor.

6.- Para que entre todos los pueblos pueda renacer la alegría y la paz. Roguemos al Señor.

7.- Para que nuestra fidelidad a la voluntad del Padre nos convierta en sus activos colaboradores en la construcción del mundo que Él desea. Roguemos al Señor.

Padre, que colmas de bienes a los hambrientos у despides vacíos a los ricos. Ven entre nosotros y haznos cada vez más fieles a tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SANTIFICA, Señor, nuestras ofrendas y purifica nuestros corazones con la luz del Espíritu Santo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 67, 29. 30
Confirma, oh, Dios, aquello que has realizado en nosotros, desde tu santo templo que está en Jerusalén.

Oración después de la comunión
QUE la efusión de tu Espíritu Santo purifique, Señor, nuestros corazones y los haga fecundos con su penetrante rocío. Por Jesucristo, nuestro Señor.