Lectio Divina – Miércoles XXX de Tiempo Ordinario

Entrad por la puerta estrecha

1.- Oración introductoria.

Señor, la lectura de hoy me parece muy difícil. No la puedo entender. ¿Cómo dices que hay que entrar por la puerta estrecha? ¿Acaso no has rezado tú mismo el salmo que dice: “Tú que en el aprieto, me diste anchura”? (Sal. 4,2). Angustia viene de angosto y Tú quieres que vivamos con el alma “ensanchada” y no “angustiada”. Dame tu luz para descubrir, en esta oración, el profundo significado de tus palabras.

2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 13, 22-30

En aquel tiempo Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Él les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. «Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: «¡Señor, ábrenos!» Y os responderá: «No sé de dónde sois.» Entonces empezaréis a decir: «Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas»; y os volverá a decir: «No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!» «Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos.

3.- Qué dice el texto.

Meditación y reflexión

El famoso especialista en Lucas, François Bovon comienza el comentario a este texto, diciendo: “Si este pasaje se nos hubiera transmitido en un solo fragmento de un papiro, nos daría una imagen muy severa del mensaje de Jesús”. Por eso, él mismo nos advierte de la necesidad de mirar el evangelio en su conjunto y en su contexto. No olvidemos que es precisamente Lucas el evangelio de la bondad y de la misericordia de Jesús, el único que nos trae la más maravillosa de las parábolas: “la del Padre bueno a quien le traiciona el corazón” (Lc.15,11-32). Esto no quita el que debamos tener muy presentes las serias advertencias de Jesús sobre la exigencia de su seguimiento. Por otra parte, la doctrina de los fariseos dominantes en la época de Jesús, decía: “Todo Israel tiene participación en el mundo venidero” (Mishna, Sanhedrin 10,1). Tal vez estas palabras de Jesúsvayan dirigidas a los fariseos de todos los tiempos que se creen “raza escogida” y por el hecho de pertenecer al pueblo de Dios, a la Iglesia, a la institución clerical etc, uno ya está salvado. El único que nos puede salvar es Jesús. Y el único que nos puede decir cuál es el camino seguro para salvarse, es Jesús. Nos podemos preguntar: ¿De verdad dijo Jesús esas palabras? Algunos quieren matizarlas al hablar de unas puertas estrechas, que apenas podían pasar los camellos cuando no llevaban carga, y que les era imposible cuando estaban cargados. Dejemos las palabras como aparecen en el evangelio: “es más fácil que un camello pase por el agujero de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos” (Mc. 10,25). Entonces, ¿Quién puede salvarse? Y dice el evangelio: ¡Nadie! si se trata de salvarse el hombre por sus solas fuerzas. “Pero lo que es imposible a los hombres es posible para Dios” (Lc. 18,27). Por el hecho de ser libres, tenemos muchas puertas delante de nosotros. Pero la puerta de la salvación es una: “Yo soy la puerta”. (Juan 10,9). Y la puerta de Jesús es “la puerta del amor”. Esta puerta del amor, para la mayoría de las personas es ancha, muy ancha, porque a cualquier cosa llaman “amor”. Pero esta puerta se va estrechando a medida que ese amor va ganando en calidad y sublimidad. “Nadie ama más que aquel que da la vida por los amigos”. (Juan 15,13).Jesús nos invita a pasar por la “puerta estrecha” del amor auténtico, del amor gratuito, de amor sacrificado, del amor que realiza y hace crecer a las personas, del amor que nos hace plenamente felices, del amor de Jesús.

Palabra del Papa.

“Jesús, sé bien que la puerta es estrecha, que el camino es difícil. Veo mi vida y me entra un poco el miedo porque muchas veces prefiero mi comodidad. Muchas veces me conformo con una vida mediocre. Tantas veces me olvido de Ti. Y otras tantas no vivo el mandamiento del amor. Y sé bien que eres justo y me reconozco pecador, ¿qué puedo hacer? ¿Qué puedo pensar al ver que cada día sigo siendo una oveja desobediente y perezosa? ¿Qué te puedo decir cuando Tú sabes bien que soy como ese hijo que se marcha de casa con la herencia y la despilfarra? Pues sí, soy así. Pero creo que Tú me puedes curar. Jesús, pongo en tus manos mi pecado, mi debilidad. Aquí me tienes. Quiero seguir luchando. Pondré todo lo que esté de mi parte para entrar por la puerta angosta. No me conformaré con vivir en la mediocridad. Creo que puedo cambiar, pero no puedo solo. Dame tu gracia y tu luz para que sepa dónde caminar. «La Iglesia no nace aislada, nace universal, una y católica, con una identidad precisa pero abierta a todos, no cerrada, una identidad que abraza al mundo entero, sin excluir a nadie. La madre Iglesia no le cierra a nadie la puerta en la casa. A nadie, ni siquiera al más pecador, a nadie, y esto por la gracia y la fuerza del Espíritu Santo. La madre Iglesia abre sus puertas a todos porque es madre.» (Homilía de S.S. Francisco, 24 de mayo de 2015).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito. Hoy me comprometo a amar al estilo de Jesús, es decir, a fondo perdido.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, al acabar este rato de oración debo agradecerte que me has aclarado todas mis dudas. La puerta estrecha es la puerta del amor. Y el amor es lo único que no cansa, no agobia, no esclaviza, con tal que sea verdadero amor. ¿Cómo poder ser felices sin amar y ser amados? Pero un amor egoísta nos envilece; en cambio un amor gratuito y sacrificado como el de Jesús, nos ennoblece, nos eleva, nos enriquece, nos hace felices. Señor, ¡danos siempre de ese amor!

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Comentario – Miércoles XXX de Tiempo Ordinario

Lc 13, 22-30

Camino de Jerusalén, Jesús enseñaba en los pueblos y aldeas que iba atravesando.

Jesús está en camino, «viaja».

Es uno de los términos preferidos por Lucas, lo utiliza ochenta y ocho veces, sobre las ciento cincuenta empleado en todo el Nuevo Testamento. Pablo, del que Lucas será el compañero, es, también, como Jesús un gran viajero. Este término expresa la condición de los Apóstoles: son unos itinerantes, personas llenas de dinamismo apostólico, que se desplazan, visitan a las familias en sus casas y de ciudad en ciudad. Y yo, ¿soy un «instalado»? o ¿un activo?

Uno le preguntó: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?» Jesús dio esta respuesta: «Esforzaos para abriros paso por la puerta estrecha…»

Ser activo. Esforzarse.

Efectivamente, ser cristiano, no supone reposo.

Porque, muchos intentarán entrar y no podrán.

Se apretujan ante la puerta. Sólo podrá entrar el que se decida a empujar ¡y a dar codazos!
El que quiere ganar una competición deportiva, concentra todas sus energías, en los últimos minutos, para llegar el primero a la meta.

Jesús nos invita a hacer el máximo esfuerzo, a concentrar todas nuestras fuerzas para «salvarnos».
Condena pues la malicia y la pereza.

Señor, líbrame de mis entorpecimientos, de ese volumen de inercia que pesa sobre mí. No se entra por la puerta de la salvación eterna sin empeño y a ciegas.

Una vez que el dueño de la casa, cierre la puerta…

Existe un tiempo favorable para la «salvación»… Jesús ha abierto la puerta del cielo. Pero un día, el plazo que se nos ha dado para esforzarnos a entrar, se acabará.

Jesús quiere invitarnos a la «decisión»: no hay que dejarlo para después. ¿Cuándo tiempo me queda a mí? Vivir cada día como si fuera el día del Juicio. Vivir en plenitud cada día como si fuera el último. Esta era la divisa del P. Carlos de Foucauld.

El dueño de la casa os dirá: «No sé quién sois». Y si replicáis: «Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras calles.» Responderá: «No sé quiénes sois. Alejaos de mí los que practicáis el mal.»

Es en vano llamar a esa puerta cuando ha pasado el plazo. De nada sirve creer que se tienen privilegios.

Incluso la convivencia a la mesa de Jesús, ¡no es un «seguro»

Haber comido y bebido en Presencia de Jesús no basta. Haber «comido su carne y bebido su sangre» no basta. San Pablo llegará a decir que eso puede ser una razón suplementaria de condenación. (I Corintios 10, 1-11)

Señor, ayúdanos a tomar en serio esa decisión que esperas de nosotros.

Seréis echados fuera. Entonces vendrán de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios.

Nadie podrá acusar a Dios, si no entra a sentarse en el banquete eterno… porque tienen entrada aun los paganos de todos los puntos cardinales del mundo, según las innumerables profecías que se hicieron es ese sentido (Isaías 25, 6.8; Salmo 106, 3).

El pertenecer a una u otra raza no determina la entrada al Banquete escatológico: judíos y paganos se sentarán a la misma mesa… Abraham, Isaac, Jacob, los Profetas, y los paganos venidos de todos los diversos países. Una sola condición es necesaria: haber reconocido a Jesús y haber tomado la decisión de seguirle por la Fe.

¿Serán pocos los que se salvarán? Jesús no quiso contestar a esa pregunta que podría ocultar fácilmente una «buena conciencia»; si toda la humanidad está salvada, se puede estar tranquilo… si sólo se salvan unos pocos… ¿A qué esforzarse…? Jesús nos deja, en la incertidumbre: para El sólo cuenta la decisión personal que cada uno tome.

Noel Quesson
Evangelios 1

Arriesgarse por los pecadores

1. – Jesús es el ejemplo deseado para todos nosotros. Lo decimos y lo repetimos continuamente. Pero, ¿es cierto? Somos capaces de llegar, incluso de lejos, hasta donde Él llega para, por ejemplo, salvar un pecador. Cuando Jesús de Nazaret decide ante toda la población de Jericó irse a hospedarse a casa de un pecador la gente le mira mal y murmura. ¿Iríamos nosotros a ese sitio sucio o de mala fama para ayudar a alguien? Pues, lo más probable es que no lo hiciéramos. Y no porque no tuviéramos ganas de ayudar a esa persona que vive en ese ambiente tan mal visto. No lo haríamos porque tememos, sobre todo, la crítica de la sociedad. Defendemos nuestro buen nombre. E importa más la fama que la salvación de un hermano.

Zaqueo era en Jericó un ser odiado. Era jefe de recaudadores de impuestos. Personas puestas al servicio de los invasores romanos y que además explotaban a la gente que no podía pagar sus impuestos, quedándose con sus haciendas. Era poderoso. Pero, era físicamente muy poco agradable. Y tan bajito, tan bajito que para poder ver a Jesús, rodeado de la multitud, tuvo que subirse a un árbol. Y la decisión de encaramarse a la higuera –no muy fácil, propia de un niño e impropia de un hombre poderoso— es lo que le salvó para toda la Eternidad. La mirada de Jesús le convirtió desde el primer momento. Y además el Maestro, ante toda la multitud, se autoinvitó a residir en la casa de Zaqueo. Y esto se parece al arrojo de aquel que abandona las 99 ovejas para buscar una perdida. ¿No hubiera sido mejor que pensara en la seguridad de las otras 99? No, claro; que no. Y es igual para nosotros tenemos una responsabilidad grave si no hacemos todo lo que está en nuestra mano para ayudar en la conversión de un pecador. Incluso, para ello hemos de asumir esfuerzo y riesgos. Además, sabemos que el Señor estará con nosotros cuando lleguen esos peligros y nos ayudará en nuestro cansancio.

2. – Tal esfuerzo es nuestra vocación y a ello se refiere san Pablo en su Carta a los Tesalonicenses. Confirmar nuestra vocación no es otra cosa que actuar coherentemente con lo que Cristo Jesús nos ha enseñado. La condición de cristiano no es sólo acudir al templo una –o muchas, da igual—vez por semana. Esta vocación es servir a los demás, vestirlos, alimentarlos, si lo necesitan; consolarlos si es necesario y, por supuesto, ayudarles a entender el camino del Reino de Dios que el Señor Jesús nos muestra. Pablo, además, aconseja a los hermanos de Tesalónica que no crean en fantasías y cuentos esotéricos. No está mal el consejo, el cual también es útil para nosotros, hoy. Y es que muchos de los hoy nos acompañan dan importancia a adivinaciones y horóscopos. Y ya se sabe esa anécdota muy repetida –y verdadera—por muchos periodistas: que cuando el trabajo del colaborador que hace los horóscopos no llegan, los escriben los propios periodistas. Naturalmente, sin saber y como una broma.

3. – “Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho; si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado. Y ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido?” Estas palabras del Libro de la Sabiduría son importantes. Y es que si Dios nos ha creado es porque nos amaba antes de ser algo y por eso el mal, el sufrimiento, el dolor y la misma muerte –como diría también Pablo—no viene de Él. Es producto de nuestro pecado y de la maldad que reside en el interior del hombre como secuela del pecado original. Y esa tendencia al mal es lo que explota el Maligno, nuestro enemigo. A veces –y en estos tiempos—cuesta trabajo escribir tales juicios. Pero son así. El Mal esta cerca de nosotros y nos engaña.

En fin; Jesús busca a Zaqueo. Y todos nosotros también. Pero hemos de correr delante de la multitud, sin importarnos lo que digan de nosotros o del propio Jesús para reunirnos con Él y abandonar el camino equivocado. Y es que en definitiva vivimos tiempos duros y difíciles. Y no son dichos tiempos para falsas vergüenzas.

Ángel Gómez Escorial

Sube y baja del árbol, y verás

1.- Constantemente y desde diversas instancias se nos invita a subir cuanto más arriba mejor. Como si desde la altura se asegurarse la claridad de los horizontes o la certeza de miras.

-Sube en tu status profesional y ganarás más

-Sube en prestigio y lograrás ser influyente

-Sube en conocimientos y tendrás el poder

Son, entre otros muchos, los grados que hay que alcanzar en el árbol del mundo para vivir según los cánones del mundo: cuanto más subas mejor estarás y mejor vivirás

Pero Jesús nos dice lo contrario; ¡baja! Si quieres verme baja de tus seguridades y de tu “estar en la higuera”.

Zaqueo, tal vez muy al contrario que muchos de nosotros, quería ver a Jesús. Tenía todo pero le faltaba el cariño de la gente, la paz del corazón y el conocer cara a cara a Cristo. Poco o nada le debió costar el dar un brinco del sicómoro y presentarse como lo que era, como un pecador, ante aquel personaje del que tantas cosas había oído pero que, por su pobre vida, tan lejos estaba de lo que Jesús predicaba y exigía a sus amigos.

2. Han pasado muchos siglos desde aquel suceso. Lo que no ha caducado es la misericordia ni la iniciativa de Dios que, un día y otro, sale a nuestro encuentro para que demos un salto de tantos árboles que el mundo pone delante de nosotros y que, lejos de permitir una visión más nítida de Dios, su frondosidad nos ciega y nos distancia del camino de la fe.

2.- ¡Baja de ahí! Estamos en un momento delicado en el cristianismo de occidente. Necesitamos despertar y hacer despertar de nuevo el interés por Jesucristo.

-Hay muchos cristianos que viven como si nunca hubieran tenido un encuentro personal con Jesús: son los cristianos que viven en el árbol de la indiferencia

-Existen otros tantos cristianos que iniciaron un despegue en la fe pero las dificultades los enfrió: son aquellos que viven enzarzados en el árbol de la eterna duda

-Viven otros cristianos pero que se sienten muy seguros de sí mismos, conocedores de todo y endiosados por sí mismos: son aquellos otros que se sienten salvados en el árbol del “yo hago todo bien y no me hace falta misa, evangelio, ni iglesia”

3. Serían insuficientes todas las especies de la botánica para señalar lo que nos distancia del camino recto que desea y quiere para nosotros Jesús y el mismo Dios. Es bueno, de vez en cuando, que alguna sacudida que otra nos lance al suelo de nuestras falsas seguridades para que entendamos que como mejor se vive es con los pies en la tierra y que a Dios, como mejor se le ve, es bajando de tantos árboles que nos hacen creernos dueños y señores de todo lo que somos, pensamos, sentimos y trabajamos.

Eso sí, hay árboles sagrados desde los cuales podemos contemplar y vivir muy bien y con abundancia de fruto en la presencia del Señor:

-el árbol de la eucaristía nos permite contemplar la entrega de Jesús

-el árbol de la oración nos hace tener visión personal de Dios

-el árbol de la caridad nos abre los ojos ante la realidad sufriente que nos rodea

-el árbol de los sacramentos nos despierta los sentidos para gustar las cosas de Dios

-el árbol de la iglesia desde donde vemos la grandeza de ser y de vivir como familia e hijos de Dios, etc.

4.- Os leo esta sugerente oración:

Jesús, Zaqueo quería distinguirte, verte,
pero la gente se lo impedía.
¿Sabes, Jesús?,
eso mismo me pasa a mi muchas veces:
la gente me impide verte.
No sé verte, conocerte, entre la multitud
de los que me ofrecen otras cosas…
Entre tanto jaleo en el que vivo metido,
no hay medio de verte…
Jesús, me cuesta mucho… me tapan,
no te veo…
Claro, Jesús, me tendría
que subir, marchar corriendo como Zaqueo,
escapar de todas esas cosas de ahí abajo
que me impiden verte.
Abajo, a ras de tierra, no se ve nada.
Jesús, quiero subir, para poder verte.
Subir al árbol de la oración diaria
donde se te ve,
subir al árbol de tu Palabra, donde se te oye,
subir al árbol de tus Sacramentos, donde
se te percibe y regalas el banquete de tu gracia,
subir al árbol del silencio donde se te siente…
Entre esta multitud de cosas
que no me dejan pasar, no te veo, no te distingo…
Tengo que subir, subir… y también bajar para poder verte.
Amén.

Javier Leoz

Comentario al evangelio – Miércoles XXX de Tiempo Ordinario

Requisitos de acceso

Cariño, encogí a los niños es una película de comedia de ciencia ficción de 1989, en la que un invento de un científico encoge accidentalmente a los niños a tamaños miniatura. Quizá seamos los adultos los que necesitemos encogernos, y conscientemente, si queremos pasar por la «puerta estrecha». Si nuestras almas se han vuelto demasiado obesas al alimentarse del «mundo» (en el sentido juanino), tal vez queramos ayunar un poco para estar a la medida de la puerta de entrada al Reino. Para que nuestras almas alcancen el tamaño manejable, como vimos ayer, no necesitamos ejercicios aeróbicos sobrehumanos: basta con hacer las pequeñas cosas de la vida con fidelidad. Pablo sugiere algunos de esos sencillos ejercicios: honrar a los padres, ser un buen ejemplo para los hijos, cumplir los deberes con empeño, hacer el bien, respetarse mutuamente, temer al Señor. En otras palabras, cuida los Mandamientos, y las Bienaventuranzas serán tuyas.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Miércoles XXX de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XXX de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 13, 22-30):

En aquel tiempo, Jesús atravesaba ciudades y pueblos enseñando, mientras caminaba hacia Jerusalén. Uno le dijo: «Señor, ¿son pocos los que se salvan?». El les dijo: «Luchad por entrar por la puerta estrecha, porque, os digo, muchos pretenderán entrar y no podrán. Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, os pondréis los que estéis fuera a llamar a la puerta, diciendo: ‘¡Señor, ábrenos!’. Y os responderá: ‘No sé de dónde sois’. Entonces empezaréis a decir: ‘Hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas’, y os volverá a decir: ‘No sé de dónde sois. ¡Retiraos de mí, todos los agentes de injusticia!’. Allí será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abraham, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el Reino de Dios, mientras a vosotros os echan fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios. Y hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos».

Si en nuestras instituciones escolares, los profesores dijesen con cierta antelación a los alumnos las preguntas que les iba a poner en el examen… podemos sospechar que la inmensa mayoría aprobaría, incluso con buena nota.

Jesús, nuestro Maestro y Señor ha sido capaz de decirnos a lo largo de su predicación la pregunta que nos va a hacer en nuestro examen más importante, en el examen final de nuestra vida. Nos asegura que ese examen va a versar sobre el amor, si hemos amado a nuestros hermanos, si hemos dado de comer al hambriento, de beber al sediento, de dar posada al peregrino… Jesús es bien claro, no es de esos profesores que ponen preguntas raras, que ningún alumno se espera. 

Esta reflexión viene a cuento porque en el evangelio de hoy “uno le preguntó: Señor ¿serán pocos los que se salven? La respuesta de Jesús está resumida en estas dos frases suyas: “Esforzaos en entrar por la puerta estrecha” (que nosotros sabemos que es la puerta del amor), y para poner un tanto de suspense, añade: “Mirad: hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Liturgia – Miércoles XXX de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XXX SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par.

  • Ef 6, 1-9. No como quien sirve a los hombres, sino como esclavos de Cristo.
  • Sal 144. El Señor es fiel a sus palabras.
  • Lc 13, 22-30.Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Antífona de entrada          Mt 18, 19-20
Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos, dice el Señor.

Acto penitencial
Por los sacramentos de la iniciación cristiana, bautismo, confirmación y eucaristía, nos hemos incorporado a Cristo, formando con él un solo cuerpo, que es la Iglesia. En este cuerpo hay una gran diversidad de miembros, con sus funciones específicas, gracias a la variedad de dones que Dios reparte. Esta diversidad no sólo no se opone a la unidad, sino que contribuye al crecimiento y fortaleza de la propia Iglesia.

Yo confieso…

Oración colecta
DIOS todopoderoso,
haz que tu Iglesia permanezca siempre
como la muchedumbre reunida
por la unidad del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
que manifieste al mundo el misterio de tu unidad
y santidad y lo conduzca a la perfección de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Oremos, ahora, esperanzadamente por nosotros y por todos los hombres.

1.- Para que en la vida de todos haya más amor. Roguemos al Señor.

2.- Para que en todas las regiones del mundo haya más paz. Roguemos al Señor.

3.- Para que en las relaciones entre los hombres haya más justicia y más solidaridad. Roguemos al Señor.

4.- Para que exista un reparto más justo de la riqueza. Roguemos al Señor.

5.- Para que los que sufren enfermedad o soledad encuentren fuerza y esperanza. Roguemos al Señor.

6.- Para que Jesucristo sea conocido y amado en todas partes. Roguemos al Señor.

7.- Para que venga a nosotros el reino de Jesucristo. Roguemos al Señor.

Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y renuévanos. Condúcenos, a nosotros y a todos los hombres, hacia tu reino. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Oración sobre las ofrendas
AL celebrar el memorial del amor infinito de tu Hijo,
te rogamos humildemente, Señor,
que el fruto de su acción salvadora sirva,
por el ministerio de tu Iglesia,
para la salvación de todos los hombres.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. 1Cor 10, 17
El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo porque participamos del mismo pan y del mismo cáliz.

Oración después de la comunión
OH, Dios,
que en este sacramento admirable
fortaleces y consuelas a la Iglesia,
concede a tu pueblo permanecer unido a Cristo
por medio de estas realidades santas,
para construir en libertad tu reino eterno
en las tareas temporales que realiza.
Por Jesucristo, nuestro Señor.