Lectio Divina – San Andrés Apóstol

Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres

San Andrés

1.-Oración introductoria.      

Señor, quiero introducirme hoy en la oración con las mismas palabras del evangelio:“paseando Jesús por la ribera del lago, vio a dos hermanos”. Señor, me encanta ese paseo tuyo  por el lago, contemplando las maravillas de la naturaleza: respirando el perfume de las flores, contemplando la belleza de los lirios en primavera, escuchando el canto de los pajarillos. Sólo desde esa sintonía con la naturaleza, puedes mirar con cariño a las personas a las que vas a llamar. Ellas son la cumbre y cima de toda la creación. Señor, llámame hoy también a mí.

2.- Lectura reposada del evangelio: Mateo 4, 18-22

En aquel tiempo, paseando Jesús por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

3.- Qué dice el texto

Meditación-reflexión.

En este relato de vocación nos debemos fijar en cuatro verbos: VER, LLAMAR, SEGUIR, ENVIAR. Comenzamos por el ver.

“Jesús vio a dos hermanos” (v.18). Según San Juan de la Cruz, el “mirar de Dios es amar”. Jesús, antes de llamar, ha mirado a las personas, es decir, las ha amado.

“Los llamó” (v.21).  La llamada es precedida por la mirada. La llamada es un regalo de su amor. Toda vocación es un don que hay que aceptar de buena gana y hay que celebrarlo durante toda la vida.  “Me ha tocado un lote hermoso y me encanta mi heredad” (Salmo 16).

“Y ellos, dejando la barca y a su padre, le siguieron” (v.22). El seguimiento de Jesús lleva consigo unas exigencias: hay que dejarlo todo. Como dos jóvenes que se enamoran ven lo más normal dejar a sus padres  por vivir juntos una nueva vida. Lo que motiva el abandono de personas y cosas es la alegría de haber encontrado la persona que me puede hacer feliz. Aquí la persona con la que uno se encuentra es Jesucristo, el Hijo de Dios.

“Os haré pescadores de hombres”. Toda vocación es para cumplir una misión. Y la misión es hermosa: pescar personas. Ir a la búsqueda de hombres y mujeres que se realicen plenamente. Hombres y mujeres que encuentren el verdadero sentido de sus vidas, que no queden con una vida a medias.

Palabra del Papa

“Recordemos cuando Andrés y Juan encontraron al Señor, y después hablaron con Él aquella tarde y aquella noche. Estaban entusiasmados. Lo primero que hicieron Andrés y Juan fue ser misioneros. Fueron a ver a hermanos y amigos: “¡Hemos encontrado al Señor, hemos encontrado al Mesías!”. Esto sucede inmediatamente, después del encuentro con el Señor: esto viene enseguida. En la exhortación apostólica Evangelii  gaudium  hablé de “Iglesia en salida”. Una Iglesia misionera no puede dejar de “salir”, no tiene miedo de encontrar, de descubrir las novedades, de hablar de la alegría del Evangelio. A todos, sin distinción. No para ganar prosélitos, sino para decir lo que tenemos y queremos compartir con todos, sin forzar, sin distinción. Las diversas realidades que representan a la Iglesia italiana indican que el espíritu de la missio ad gentes debe llegar a ser el espíritu de la misión de la Iglesia en el mundo: salir, escuchar el clamor de los pobres y de los lejanos, encontrarse con todos y anunciar la alegría del Evangelio (Discurso de S.S. Francisco, 27 de noviembre de 2014).

4.- Qué me dice hoy a mí esta palabra ya meditada. (Silencio)

5.- Propósito: Dedicar un tiempo de este día a dar gracias a Dios por la vocación a la que Dios me ha llamado.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, en el día de San Andrés,  quiero escuchar el canto de acción de gracias de tantas personas consagradas que han  sabido decir Sí a tu llamada y están contentas con su vocación. Ellas, libremente, han renunciado a formar un hogar porque hay miles y miles de hogares que les necesitan. No han renunciado al amor humano sino que lo han desviado hacia tantos hermanos pobres y abandonados que no son amados por nadie.

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Comentario – Miércoles I de Adviento

1.- El poema de Isaías ofrece un anuncio optimista: después de la victoria, Dios invitará a todos los pueblos, en el monte Sión, a un banquete de manjares suculentos, de vinos generosos, al final de los tiempos. No quiere ver lágrimas en los ojos de nadie. Se ha acabado la violencia y la opresión.

Así ven la historia los ojos de Dios. Con toda la carga poética y humana que tiene la imagen de una comida festiva y sabrosa, regada con vinos de solera, que es una de las que más expresivamente nos ayuda a entender los planes de Dios, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. La comida alimenta, restaura fuerzas, llena de alegría, une a los comensales entre sí y con el que les convida.

El salmo prolonga la perspectiva: el Pastor, Dios, nos lleva a pastos verdes, repara nuestras fuerzas, nos conduce a beber en fuentes tranquilas, nos ofrece su protección contra los peligros del camino. «Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida».

2.- En nadie mejor que en Jesús de Nazaret se han cumplido las promesas del profeta. Con él ha llegado la plenitud de los tiempos.

También él, muchas veces, transmitía su mensaje de perdón y de salvación con la clave de comer y beber festivamente. En Caná convirtió el agua en vino generoso. Comió y bebió él mismo con muchas personas, fariseos y publicanos, pobres y ricos, pecadores y justos. Hoy hemos escuchado cómo multiplicó panes y peces para que todos pudieran comer. Y cuando quiso anunciar el Reino de Dios, lo describió más de una vez como un gran banquete preparado por Dios mismo.

Jesús ofrece fiesta, no tristeza. Y fiesta es algo más que cumplir con unos preceptos o resignarse con unos ritos realizados rutinariamente.

3.- a) Está bien que en medio de nuestra historia, llena de noticias preocupantes de cansancio y de dolor, resuenen estas palabras invitando a la esperanza, dibujando un cuadro optimista, que hasta nos puede parecer utópico.

Podemos y debemos seguir leyendo a los profetas. No se han cumplido todavía sus anuncios: no reinan todavía ni la paz ni la justicia, ni la alegría ni la libertad. La obra de Cristo está inaugurada, pero no ha llegado a su maduración, que nos ha encomendado a nosotros.

La gracia del Adviento y de la Navidad, con su convocatoria y su opción por la esperanza, nos viene ofrecida precisamente desde nuestra historia concreta, desde nuestra vida diaria. Como a la gente que acudía a Jesús y que él siempre atendía: enfermos, tullidos, ciegos. Gente con un gran cansancio en su cuerpo y en su alma. ¿Como nosotros? Gente desorientada, con experiencia de fracasos más que de éxitos. ¿Como nosotros?

b) Tendríamos que «descongelar» lo que rezamos y cantamos. Cuando decimos «ven. Señor Jesús». deberíamos creerlo de veras

El Adviento no es para los perfectos, sino para los que se saben débiles y pecadores y acuden a Jesús, el Salvador. Él, como nos aseguran las lecturas de hoy, compadecido, enjugará lágrimas, dará de comer, anunciará palabras de vida y de fiesta y acogerá también a los que no están muy preparados ni motivados. No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos.

El Adviento nos invita a la esperanza ante todo a nosotros mismos. «Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara: celebremos y gocemos con su salvación». Para que acudamos con humildad a ese Dios que salva y convoca a fiesta. Nos invita a mirar con ilusión hacia delante, a los cielos nuevos y la tierra nueva que Cristo está construyendo.

c) Pero también podemos pensar: nosotros, los cristianos, con nuestra conducta y nuestras palabras, ¿contribuimos a que otros se sientan invitados a la esperanza? ¿enjugamos lágrimas, damos de comer, convocamos a fiesta, curamos heridas del cuerpo y del alma de los que nos rodean? ¿multiplicamos, gracias a nuestra acogida y buena voluntad, panes y peces, los pocos o muchos dones que tenemos nosotros o que tienen las personas con las que nos encontramos? Si es así, si mejoramos este mundo con nuestro granito de arena, seremos signos vivientes de la venida de Dios a nuestro mundo, y motivaremos que al menos algunas personas glorifiquen a Dios, como hicieron los que veían los signos de Jesús.

d) En la Eucaristía nos ofrece Jesús la mejor comida festiva: él mismo se nos hace presente y se ha querido convertir en alimento para nuestro camino. Si la celebramos bien, cada Misa es para nosotros orientación y consuelo, fortalecimiento y vida. Nunca mejor que en la Eucaristía podemos oír las palabras de Jesús: venid a mi los que estáis cansados. Y sentir que se cumple el anuncio del banquete escatológico: «dichosos los invitados a la cena del Cordero». La Eucaristía es garantía del convite final, en el Reino: «el que me come tiene vida eterna, yo le resucitaré el último día».

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Adviento y Navidad día tras día

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Predicación de Juan el Bautista – Mateo 3, 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando: – Convetíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Este es el que anunció el profeta Isaías diciendo: Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y mei silvestre. Y acudía a él toda le gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: – Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a escapar de la ira inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones pensando: «Abrahan es nuestro padre», pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahan de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y chado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego. El tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.

Explicación

Cuando Jesús iba a comenzar a predicar, Juan bautista, que era primo suyo, predicaba: «preparad el camino del Señor». Es como si con una gran excavadora quitáramos todos los obstáculos para que Jesús venga hasta nosotros.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – San Andrés

El ejemplo de Andrés

Como observó el Papa Benedicto XVI, el propio nombre del apóstol Andrés indica cierta apertura cultural en su familia, pues su nombre no es hebreo, sino griego. Esta apertura caracteriza su propia naturaleza. Era un buscador de la Verdad, como se desprende de su condición de discípulo de Juan el Bautista. Cuando Juan señala a Jesús como el Cordero de Dios, está dispuesto a seguir a Jesús y quedarse con él. Más tarde, se dirige a su hermano Simón (Pedro) para compartir la buena noticia y llevarlo a Jesús (cf. Jn 1,40-43). En la multiplicación de los panes, Andrés es quien se fija en el muchacho que lleva unos pocos panes y peces, y avisa a Jesús sobre él (cf. Jn 6,8-9). Cuando unos griegos querían conocer a Jesús, Andrés, junto con Felipe, los conduce a Jesús (cf. Jn 12,20-22). Así, Andrés nos enseña en qué consiste la auténtica labor misionera: llevar a la gente a Jesús. También nos enseña cómo ser misioneros en el contexto determinado de nuestra vida.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – San Andrés Apóstol

Hoy celebramos la memoria de san Andrés.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 4, 18-22):

En aquel tiempo, caminando por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres». Y ellos al instante, dejando las redes, Le siguieron. Caminando adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Y ellos al instante, dejando la barca y a su padre, le siguieron.

El Evangelio de hoy nos relata el encuentro de Jesús con varias personas en su contexto y quehaceres cotidianos. Jesús les invita a ser parte de su grupo más próximo: aquellos que, conviviendo con Él, se empapan de una propuesta de vida que no se limita a cambiar sus vidas, sino que los transforma en mensajeros de Dios. Un mensaje que será y es proclamado con la vida y con la palabra.

Impresiona la presentación sintética de la llamada y de la respuesta. Llamada y respuesta radical, que implican, por un lado, dejar algo importante (sus redes) y, por otro, un movimiento (seguirle). 

“Y pasando adelante vio a…”. Jesús llama a unos y a otros… llama para vivir con Él y para enviarlos a predicar el Reino de Dios. El Maestro llama a cada uno de nosotros y a muchas personas que todavía no se han encontrado con Él de forma experiencial. O que no han reconocido su voz…

Pablo nos recuerda que sólo a través del anuncio explícito de nuestra fe, de acompañar, de ofrecer tiempos y espacios de encuentro, podemos escuchar y reconocer su voz, podemos encontrarnos con Jesús. Sólo con el compromiso de quien es enviado, a toda la tierra le llega la buena noticia de Dios.

Hoy, nosotros somos sus mensajeros. La Iglesia es fiel a su identidad en la medida en que predica con el testimonio y con la palabra que Jesús es el Señor. Lancémonos en esta apasionante aventura y, la monotonía, la rutina y “las pocas ganas” desaparecen dando lugar a una vida cotidiana llena de sentido y sabor. 

Hna. Ana Belén Verísimo García OP

Liturgia – San Andrés Apóstol

SAN ANDRÉS, apóstol, fiesta

Misa de la fiesta (rojo)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Gloria. Prefacio de los apóstoles. Conveniente la Plegaria Eucarística I. No se puede decir la Plegaria Eucarística IV.

Leccionario: Vol. IV

  • Rom 10, 9-18. La fe nace del mensaje que se escucha, y la escucha viene a través de la palabra de Cristo.
  • Sal 18. A toda la tierra alcanza su pregón.
  • Mt 4, 18-22. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.

Hoy no se permiten las misas de difuntos, excepto la exequial.


Antífona de entrada          Cf. Mt 4, 18-19
El Señor, paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, Pedro y Andrés, y los llamó: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».

Monición de entrada y acto penitencial
Andrés debió ser un buscador de Dios. Primero siguió a Juan el Bautista; después, cuando Juan señaló a Jesús, se cambió a Jesús. Trajo a varias personas o grupos a Jesús: a su hermano Pedro, a algunos griegos que buscaban a Jesús; en la multiplicación de los panes se dio cuenta del muchacho que tenía los panes y los peces y lo acercó a Jesús. La tradición nos dice que fue apóstol en los Balcanes y en el sur de Rusia; es patrono de la Iglesia de Constantinopla. Con Andrés, llevemos a la gente a Jesús.

            Yo confieso…

Se dice Gloria.

Oración colecta
SEÑOR, humildemente pedimos a tu majestad

que, así como san Andrés, apóstol de tu Iglesia,
brilló como predicador y pastor,
sea también nuestro perpetuo intercesor delante de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Pidamos ahora, hermanos, al Señor nuestro Dios, que escuche la oración de la Iglesia, reunida para celebrar el martirio del apóstol san Andrés, primer discípulo de Jesús y, confiando en su poder, supliquémosle confiadamente.

1.- Para que demos constantemente gracias al Señor, porque haber encontrado a Jesús, el Mesías y nuestro Salvador, roguemos al Señor.

2.- Para que muchos, alrededor del mundo reconozcan y acojan a Jesús como quien da sentido de sus vidas, roguemos al Señor.

3.- Para que, por el modo como vivimos, los otros reconozcan y acojan en fe a Jesucristo, roguemos al Señor

Escucha nuestras oraciones, Padre de bondad; danos la luz de tu Espíritu y la fuerza de tu amor para que sigamos a tu Hijo con prontitud y generosidad y demos testimonio del Evangelio ante todos los hombres. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
DIOS todopoderoso,

concédenos agradarte con estos dones
que hemos traído en la fiesta de san Andrés,
y, al aceptarlos, haz que renueven nuestra vida.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de los apóstoles.

Antífona de comunión          Cf. Jn 1, 41-42
Dijo Andrés a su hermano Simón: «Hemos encontrado al Mesías, que significa Cristo». Y lo llevó a Jesús.

Oración después de la comunión
SEÑOR, la comunión de tu sacramento nos dé fortaleza

para que, a ejemplo del apóstol san Andrés,
compartiendo la muerte de Cristo,
merezcamos vivir con él en la gloria.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
Vuelve, Señor,

hacia ti el corazón de tu pueblo;
y Tú que le concedes tan grandes intercesores
no dejes de orientarle con tu continua protección.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Bendición sobre el pueblo
Dios todopoderoso,

que los estableció sobre el fundamento apostólico los bendiga
por la intercesión del glorioso apóstol San Andrés.
R./ Amén. 

Él, que quiso instruirlos
con la doctrina y los ejemplos de los apóstoles,
los ayude a ser ante todos los hombres
testigos de la verdad.
R./ Amén. 

Que la intercesión de los santos apóstoles,
que los instruyeron en la sólida doctrina de la fe,
os permita a todos vosotros, alcanzar la herencia eterna.
R./ Amén. 

Y la bendición de Dios todopoderoso,
del Padre, del Hijo + y del Espíritu Santo,
descienda sobre vosotros y permanezca para siempre.
R./ Amén.

Lectio Divina – Martes I de Adviento

«Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra”

1.- Oración introductoria.

Señor Jesús, permite que hoy una mi oración a la tuya y diga contigo al Padre: ¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por este momento que me concedes para dialogar contigo! ¡Gracias, porque me revelas los misterios de tu Reino! Gracias porque te manifiestas a los pobres y sencillos.  Te amo, Señor. Ayúdame a ser hoy sencillo, manso y humilde de corazón.

2.- Lectura del evangelio. Lucas 10, 21-24

         En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Volviéndose a los discípulos, les dijo aparte: «¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-Reflexión

Nuestros ojos se van detrás de las personas importantes, de los que cada día salen en los medios, de los famosos de turno. Pero la mirada de Dios es distinta. Y eso lo ha mantenido a lo largo de 4000 años de historia Sagrada. Ha mirado a la viuda de Sarepta  que sólo tenía “un poco de leña, un poco de harina, un poco de aceite”. Y, a la hora de buscar rey para su pueblo, Dios se acuerda de David el hermano más pequeño, el que está cuidando el rebaño, David. Y a la hora de elegir a su madre no va a buscarla ni a la sabia Grecia ni a la poderosa Roma sino a Nazaret un pueblo insignificante, sin historia “Y es que la mirada de Dios no es como la mirada de los hombres”. Los poderosos, sabios y entendidos, están demasiado ocupados en sus cosas como para abrir espacios que no sean de su interés. La sencillez conquista y «subyuga» a Dios. Él se enamora de quien es pobre, pequeño y humilde.

Palabra autorizada del Papa

“Dios ha escondido todo a aquellos que están demasiado llenos de sí mismo y pretenden saberlo ya todo. Están cegados por su propia presunción y no dejan espacio a Dios. Uno puede pensar fácilmente en algunos de los contemporáneos de Jesús, que Él mismo amonestó en varias ocasiones, pero se trata de un peligro que siempre ha existido, y que nos afecta también a nosotros. En cambio, los “pequeños” son los humildes, los sencillos, los pobres, los marginados, los sin voz, los que están cansados y oprimidos, a los que Jesús ha llamado “benditos”. Se puede pensar fácilmente en María, en José, en los pescadores de Galilea, y en los discípulos llamados a lo largo del camino, en el curso de su predicación.» (Papa Francisco, Mensaje del santo padre Francisco para la 88ª Jornada Mundial de las Misiones 2014)

4.- Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. (Silencio)

5.-Propósito. Disfrutaré con las pequeñas cosas de este día.

Según Santa Teresa, la humildad es la verdad. Voy a ser humilde siendo sincero conmigo mismo, sin aparentar lo que no soy.

6.- Dos me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

                  Señor, la auténtica vida de oración es aquella que me lleva a conocerte, amarte, seguirte e imitarte. ¡Qué gran privilegio! ¡Qué inmensa alegría! No te pido una gran sapiencia, ayúdame a aceptar, con la sencillez de un niño, lo que quieres de mí. Sólo quiero crecer en mi amistad contigo y eso significa que necesito una confianza inquebrantable en tu infinito amor.

Comentario – Martes I de Adviento

1.- La hermosa imagen del tronco y del renuevo le sirve a Isaías, el profeta de la esperanza, para anunciar que, a pesar de que el pueblo de Israel parece un tronco seco y sin futuro (en tiempos del rey Acaz), Dios le va a infundir vida y de él va a brotar un retoño que traerá a todos la salvación. 

Jesé era el padre del rey David. Por tanto el «tronco de Jesé» hace referencia a la familia y descendencia de David, que será la que va a alegrarse de este nuevo brote, empezando por las esperanzas puestas en el rey Ezequías. La «raíz de Jesé» se erguirá como enseña y bandera para todos los pueblos. 

Esta página del profeta fue siempre interpretada, por los mismos judíos -y mucho más por nosotros, que la escuchamos dos mil años después de la venida de Cristo Jesús- como un anuncio de los planes salvadores de Dios para los tiempos mesiánicos. 

El cuadro no puede ser más optimista. El Espíritu de Dios reposará sobre el Mesías y le llenará de sus dones. Por eso será siempre justo su juicio, y trabajará en favor de la justicia, y doblegará a los violentos. En su tiempo reinará la paz. Las comparaciones, tomadas del mundo de los animales, son poéticas y expresivas. Los que parecen más irreconciliables, estarán en paz: el lobo y el cordero. 

Son motivos muy válidos para mirar al futuro con ánimos y con esperanza. El Salmo 71 hace eco a este anuncio alabando el programa de justicia y de paz de un rey bueno, destacando sobre todo que en sus intenciones entra la atención y la defensa del pobre y del afligido. 

2.- En Cristo Jesús se cumplieron estas esperanzas.

Así como en la escena de su bautismo en el Jordán apareció el Espíritu, en forma de paloma, que se posaba sobre él, proclamando su mesianidad, del mismo modo en la página que hemos escuchado el Espíritu le llena de alegría. Jesús se deja contagiar del buen humor de los suyos, que vuelven de un viaje apostólico y cuentan lo que han hecho en su nombre. 

Y lleno de esta alegría y de esta sabiduría del Espíritu, pronuncia una de sus frases llenas de paradoja e ironía: sólo a los sencillos de corazón les revela Dios los secretos del Reino. Los que se creen sabios, resulta que no entienden nada. En Jerusalén había doctores de la ley, pero Jesús, un buen día, alabó el gesto de aquella mujer anónima, pobre, que echaba unos céntimos en el cepillo del Templo. Los sencillos de corazón son en verdad los sabios a los ojos de Dios. Es lo que también dirá María de Nazaret en su canto del Magníficat: a ella la ha mirado Dios con predilección porque es humilde y es la sierva del Señor, del mismo modo que llenará de sus bienes a los pobres, y a los ricos los despedirá vacíos. 

3.- a) También ahora, en un mundo autosuficiente, orgulloso de los progresos de la ciencia y la técnica, sólo entran de veras en el espíritu del Adviento los sencillos de corazón. No se trata de gestos solemnes o de discursos muy preparados. Sino de abrirse al don de Dios y alegrarse de su salvación. Y esto no lo hacen los que ya están llenos de sí mismos. 

La alegría profunda de la Navidad la vivirán los humildes, los que saben apreciar el amor que Dios nos tiene. Ellos serán los que llegarán a conocer en profundidad al Hijo, porque se lo concederá el Padre. No se contentarán de una alegría exterior y superficial: sabrán reconocer la venida de Dios a nuestra historia. Mientras que habrá muchos «sabios» para los que pasará el Adviento y la Navidad y no habrán visto nada, saturados de su propia riqueza que no conduce a la salvación. O le seguirán buscando en los libros o en los hechos milagrosos. 

b) ¿Seremos nosotros de esas personas sencillas que saben descubrir la presencia de Dios y salirle al encuentro? ¿mereceremos la bienaventuranza de Jesús: «dichosos los ojos que ven lo que véis?». Cristo Jesús quiere seguir «viniendo» este año, a nuestra vida personal y a la sociedad, para seguir cumpliendo el programa mesiánico de paz y justicia que está en marcha desde su venida primera, pero que todavía tiene mucho por recorrer, hasta el final de los tiempos. Porque la salvación «ya» está entre nosotros, pero a la vez se puede decir que «todavía no» está del todo. 

c) En el mundo de hoy hay muchas personas que esperan, muchos corazones que sufren y buscan: ¿cómo notarán que el Salvador ya ha venido, y que es Cristo Jesús? ¿quién se lo dirá? ¿qué profeta Isaías les abrirá el corazón a la esperanza verdadera? 

También hoy, como en el panorama que dibuja el profeta, el mejor signo de la venida del Mesías será si se ve más paz, más reconciliación y más justicia, en el nivel internacional y también en el doméstico, en cada familia, en cada comunidad religiosa, en la parroquia, en nuestro trato con las demás personas, aunque sean de diferente carácter y gusto. Así podremos anunciar que el Salvador ya está en medio de nosotros, que es Adviento y Navidad. Y del tronco que parecía seco brotará un renuevo, y dará fruto, y nos invitará a la esperanza. 

d) En cada Eucaristía, además de hacer memoria de la Pascua del Señor, y de dejarnos llenar de su gracia y su alimento, también lanzamos una mirada hacia el futuro: «mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo». El «ven, Señor Jesús» lo cantamos muchas veces después del relato de la institución eucarística. Como dijo Pablo, «cada vez que comáis y bebáis, proclamáis la muerte del Señor hasta que venga». 

La esperanza nos hace mirar lejos. No sólo a la Navidad cercana, sino a la venida gloriosa y definitiva del Señor, cuando su Reino haya madurado en todo su programa. 

J. ALDAZABAL
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Adviento y Navidad día tras día

Música – Domingo II de Adviento

Entrada: A ti Señor (Apéndice)  El Dios de Paz. CLN. 1; Vamos a preparar el camino CLN. 17; Preparemos los caminos (Liturgia de las Horas) Adviento-Nº 5      
Introito en Latín: Populus Sion.
Misa: de Adviento
Corona del Adviento: Ven Señor. CLN 15
Aleluya: Que en sus dias florezca la justicia.
Ofertorio: Se puede guardar silencio o cantar un canto de Adviento: o Rorate. CLN 32
Santo:  I 4.
Aclamación al Memorial: Anunciamos tu muerte (1 CLN-J 2).
Comunión: Palabra que fue luz  CLN 18;Esperamos tu venida CLN. 19; Alegría de esperar CLN. 4
Después de la Comunión: Marana tha (Liturg de las horas) Adviento Nº  2;
Final: Un pueblo que camina CLN. 7; Ven, ven Señor. CLN. 9