Lectio Divina – Solemnidad de Todos los Santos

Bienaventurados…

INTRODUCCIÓN

En esta fiesta celebramos la «bondad» se encuentre donde se encuentre. Es una fiesta de optimismo, porque, a pesar de los telediarios, hay mucho bien en el mundo si sabemos descubrirlo. Es cierto que mete más ruido uno tocando el tambor que mil callando. Por eso nos abruma el ruido que hace el mal y no nos queda espacio para descubrir el bien, que es mucho más fuerte y está más extendido que el mal. (F. Marcos)

LECTURAS BÍBLICAS

1ª lectura: Apo. 7,2-4.9-14.        2ª lectura: 1Jn. 3,1-

EVANGELIO

Mateo 5, 1-12:

Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.»

REFLEXIÓN

Hoy es el día de todos los santos. No de los santos de altar, de aquellos que necesitan milagros para ser reconocidos por el Papa. Son los santos innominados que no necesitan reconocimiento oficial, pero que están reconocidos por el Padre Dios “que ve lo que hay en el corazón de cada uno”.  ¿Cuáles son las características de estos santos?  Veamos:

1.- Los santos son muchos. (1ª lectura). Algunas sectas interpretan los números al pie de la letra y dicen que sólo se salvan los 144 .000 que dice la Biblia. Y no se dan cuenta que es un número simbólico que resulta de multiplicar 12 (tribus de Israel) por 12 (apóstoles) y añadir mil que indica plenitud. Por eso, el mismo texto dice al final que era una multitud tan grande que nadie podía contar. Esto, para nosotros, es muy importante en este día. Si son tantos los santos que nadie puede contar… ¿No voy a estar yo entre ellos? ¿Y mi familia, y mis amigos, y, sobre todo, todos los amigos que tiene Dios?  Por eso hoy el pueblo fiel se desplaza al cementerio a visitar y a rezar a “sus santos”. El templo hoy se traslada al cementerio y cada sepultura queda convertida en un altar.

2.– Lo primero que se necesita para ser santo es dejarse amar por Dios (2ª lectura). ¡Mirad qué amor nos ha tenido el Padre!… En este mundo hay cosas muy bellas que nos invitan a contemplarlas:  las montañas nevadas, los bosques, los mares, la sonrisa de los niños etc. Pero nada tan bello y tan digno de ser contemplado como “el amor que Dios –Padre nos tiene”. Lo primero para ser santo es “sentirse querido por Dios”.  En este maravilloso texto de Juan descubrimos un pasado, un presente y un futuro.

         Pasado: Mirad que amor nos ha tenido. El mejor comentario lo hace San Pablo en la carta a los Efesios cuando dice: “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e intachables ante Él por el amor”.

         En Cristo todos tenemos una pre-existencia. Antes de la creación del mundo el Padre nos ha visto ya en Cristo. Desde toda la eternidad todos hemos sido objeto de unos sueños eternos.

         Presente. ¡Lo somos! Da la sensación de que el apóstol Juan no acabara de creérselo. Es como esos papás que han estado años esperando un hijo y por fin les llega. No caben de alegría y exclaman ¡Somos papás! ¡Lo somos!

         Futuro. “Aún no se ha manifestado lo que seremos”. Para el apóstol el futuro va a ser mucho mejor que el presente y el pasado. Si un Padre, ya en este mundo, nos trata de esa manera ¿Qué hará con nosotros cuando lleguemos al cielo? De un Padre inmensamente poderoso e infinitamente bueno se puede esperar cualquier cosa. ¡Es tiempo de soñar! Una eternidad se pasó Dios soñando en nosotros. ¿Es mucho que nosotros nos pasemos este breve tiempo de la vida soñando en Él? Sabemos que todos nuestros sueños se quedarán cortos.

3.– El santo es aquel que logra ser feliz ya en este mundo. (Evangelio).  Un Dios que tanto nos ama, no espera a que seamos felices sólo después de la muerte. Quiere que seamos felices ya en este mundo, y ya desde aquí, anticipemos la felicidad que nos espera. La causa de nuestra felicidad es que Dios está de nuestra parte. Los pobres pueden ser felices no porque carecen de medios sino porque tienen en su corazón a Dios como suprema riqueza. Y cuando Dios está en el corazón, cambia la vida de las personas: se pone la alegría no en acumular sino en compartir; no en dominar sino en servir; no en ser más importante sino en hacerse humilde, imitando así a Jesús que, cuando pronunciaba las bienaventuranzas, estaba expresando lo que Él estaba viviendo por dentro. Con la irrupción del Reino de Dios este mundo cambiará y los pobres sociológicos serán acogidos como hijos del Padre bueno y hermanos de los que han puesto en sus corazones a Dios como Rey.

PREGUNTAS

1.– El hecho de ser muchos los que se salvan, ¿me anima a mí a trabajar por conseguir la santidad?

2.- ¿Estoy convencido de que el camino auténtico para ser santo es dejarme amar por Dios?  ¿Es esto tan difícil?

3.- ¿Estoy convencido de que Dios quiere que seamos felices ya en esta vida?  ¿Estoy dispuesto a experimentarlo siguiendo a Jesús?

ESTE EVANGELIO, EN VERSO, SUENA ASÍ

Jesús no llama felices
a los pobres y oprimidos.
Para esta gente es la vida
un auténtico suplicio.
Quienes carecen de pan,
de trabajo o domicilio,
no pueden vivir felices,
viven tristes y afligidos.
El rico flota en un mar
de placeres y caprichos.
Es amigo de banquetes,
fiestas, lujosos vestidos.
A Jesús le llega al alma
tan duro materialismo;
y manda una voz de alerta
a sus queridos discípulos.
Felices los que comparten
su amor, su pan y su vino
con todos los que carecen
de oficio y de beneficio.
Felices los conformados
con un estilo sencillo
de vida y dejan vivir
a los demás, sin herirlos.
Felices todos que creen
que todo lo han recibido
de Dios gratis; y lo entregan
gratis también a sus hijos.
Son felices, porque el Reino
de los cielos hizo nido
en su corazón y tienen
al Padre Dios como amigo.

(Compuso estos versos José Javier Pérez Benedí)

Anuncio publicitario

Caminos de felicidad

1.- “Al ver Jesús el gentío, subió a una montaña y se puso a enseñarles: Dichosos…” Nadie tal vez como los verdaderos santos, ha tenido tan mala prensa. Los hemos deformado, presentándolos como seres extraños a su propio mundo, o convirtiéndolos en superhombres, alejados de nuestra vida y de nuestros problemas, pero los santos canonizados, como aquellos otros cristianos que brillan por su ejemplo y también los santos de hoy, con quienes nos codeamos a cada paso, han sido hombres y mujeres comunes y corrientes. Fabricados de nuestra misma arcilla y viajeros por un camino semejante en todo al que nosotros pisamos. ¿Qué los hace distintos? Su decisión de buscar a Dios. Su voluntad de realizarse por los caminos de las bienaventuranzas.

2.- El Sermón de la Montaña suena para algunos como un mensaje que trasciende nuestra lógica, pero quizás logre abrir puertas o mover corazones. O lo interpretamos como un poema oriental. Lo hubiera escrito Tagore o Jalil Gibrán unos siglos más tarde. O bien, acercándonos más a su contenido, lo aceptamos como una promesa de futuro. Se trataría de contradecir todos los mecanismos humanos aquí en la tierra para lograr la plenitud en el cielo. Sin embargo todas estas interpretaciones son anticristianas.

Jesús nos dice que los caminos de la felicidad son ocho. Aparentemente contradicen los ideales del hombre. Pero mirando más despacio y comprendidos en el verdadero contexto del Evangelio, nos llevan a una plena realización. Por ellos muchos han cambiado.

–Ser pobre significa preocuparse más de las personas que de las cosas. Mantener el corazón abierto a los verdaderos valores.

–Ser manso es ser equilibrado, correcto en sus relaciones, sin dejarse vencer por el pesimismo o derribar por los reveses de la vida.

–Llorar equivale a preocuparse, quizás de pronto hasta las lágrimas, por los males del prójimo y luchar por ayudarlo.

–Tener hambrey sed de justicia es igual a poner todas las fuerzas personales en favor de lo verdadero y de lo justo.

–Ser misericordioso es dar más de lo que se recibe y dar con alegría, haciendo que el otro crezca y se sienta bien.

–Ser limpios de corazón es desterrar la hipocresía y la malicia. Esto nos hace capaces de admiración y de comunión con todo el mundo y de alegría.

–Construir la paz se logra de muchas maneras. Algunas simples y elementales. Tras más difíciles y complejas. Pero todas colmadas de esperanza y de gratificación.

–Sufrir por la justicia significa soportar las incomprensiones y aún los golpes de muchos que no entienden nuestra buena intención. Luego comprenderán nos alegraremos en compañía.

Jesús, Maestro y Dios verdadero, nos señala caminos eficaces para encontrar la felicidad. Pero la mayoría no tenemos el valor de emprenderlos.

Gustavo Vélez, mxy

Comentario – Martes XXXI de Tiempo Ordinario

Lc 14, 15-24

Jesús estaba a la mesa. Uno de los comensales le dijo: «¡Dichoso el que coma en el banquete del Reino de Dios!»

Leeremos una serie de frases muy propias para cuando se está comiendo alrededor de la mesa. Con ellas tenemos un ejemplo de conversación de Jesús con los que le invitaban o con los que eran invitados con El.

La hora de la comida es un momento importante de la vida humana.

Los evangelios nos relatan muchas de las comidas de Jesús. Nuestras comidas de la tierra son una imagen y un anuncio del «banquete mesiánico» en el Reino de Dios. La eucaristía ha asumido ese simbolismo de la comida.

Jesús dijo: «Un hombre daba un gran banquete y convidó a mucha gente. A la hora del banquete mandó al criado a decir a sus invitados: Venid que ya está preparado.»
Dios invita.

Yo soy el invitado.

Pero todos, en seguida, empezaron a excusarse. El primero dijo: He comprado un campo… Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes… Otro dijo: Me acabo de casar, no puedo ir.

¿Cuáles son mis excusas habituales cuando rehuso la invitación de Dios? ¿Qué contrapongo a lo que Dios espera de mí? ¿Qué es lo que ocupa el lugar de Dios en mi vida?

Entonces el dueño de la casa indignado dijo a su criado: sal corriendo a las calles y plazas de la ciudad y tráete a los «pobres», a los «lisiados», a los «ciegos» y a los «cojos». ¡Y la cosa vuelve a empezar!

Decididamente Jesús está muy empeñado en favor de todos los desafortunados.
¡Ellos son los invitados a la «mesa de Dios»! Los ricos estaban embarazados en sus propiedades -«mi campo»-, sus asuntos -«mis bueyes»-, o su felicidad familiar -«mi esposa»-. Cuando se está satisfecho con lo que uno tiene, no se siente necesidad de nada más.

¡Ser pobre, estar insatisfecho!

¡Señor, que «mis asuntos» no me impidan estar disponible! Ayúdame a estar siempre a punto de responder a tus invitaciones.

El criado dijo: «Señor, todavía queda sitio.» El dueño le dijo: «Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que entren y se me llene la casa.»

¡Qué amasijo más heteróclito!

Cuando se miraron los unos a los otros, vieron un conjunto inverosímil de «lisiados, cojos, algunos con los ojos enfermos, pobres»… aumentado con los «transeúntes» recogidos tal cual por la calle, sin el traje adecuado. ¡Vaya festín elegante!

Tal es la voluntad de Dios. Tal es la «comida» que Dios nos ofrece. Tal debería de ser la Iglesia; abierta a todos los desgraciados de la tierra, a todos los que sufren, y salvadora de todas las miserias.

El mundo moderno no cree que sea siempre posible reunir gente de razas distintas, de todos los niveles sociales, de todas las mentalidades.

Ciertamente, Jesús, en nombre mismo del Padre de todos esos hombres, nos pide aquí, una fraternidad muy difícil. Pero, para ese mundo desgarrado, es urgente que los cristianos tomen conciencia de la originalidad del evangelio y de las responsabilidades que supone el estar bautizados. Hoy a veces se pregunta «qué tienen los cristianos de más que los que no lo son», en qué «se diferencian»: pues bien, la diferencia se halla ¡en esta exigencia extraordinaria de amor universal!

Noel Quesson
Evangelios 1

Los santos de a pie

1.- Ya sabéis que la fiesta de hoy es la de los santos de a pie, los que han esperado juntos en el semáforo, se han saludado en el supermercado, han tomado café en las banquetas contiguas, se han aburrido haciendo cola ante una ventanilla… y a pesar de todo ello han conservado el buen humor repartiendo alegría, entregado su corazón a los demás.

Como el del kiosco de los periódicos siempre alegre y sonrientes con todos. Ese doctor que recorre los pisos pobres de nuestro, al parecer, rico barrio de Salamanca (**) y se despide de los ancianitos con un beso en la frente. O esas dos ancianitas, de 95 y 92 años que salen juntas a la calle y la de 95 la que cuida de la de 92. O la anciana enferma de la calle de Serrano que siempre que entro en su habitación me dice con una cara iluminada por la alegría: “Padre, le he estado esperando toda la semana…”

2.- Y este pueblo sencillo y bueno, que la polución ambiental, ni la polución moral, ha conseguido, ni conseguirá nunca exterminar. Ese pueblo bueno es una multitud que nadie puede contar, ha dicho el Apocalipsis, no tiene número los que entran con naturalidad en eso que llamamos cielo, muy a pesar de que los curas nos hayamos empeñado en enviar a los más al infierno.

3.- Todos estos santos, de nuestra talla y cercana promoción, les despedimos con aquellas palabras “¡Descansen en paz!” Y es verdad que descansan de sus enfermedades y dolores, de estrecheces y problemas, pero su cielo festivo que hoy celebramos no puede ser un puro descansar, no hacer nada, como sería el ideal de esas personas que parece que han nacido cansadas.

Esa multitud no puede ser una multitud de pasotas, aunque se cambie el rock duro que escuchan con el Santo, Santo, Santo, que dicen, cantan. Eso sería aburridísimo y como dijo aquel: para eso es mejor irse a la otra parte con gente más divertida…

4.- Este “descansen en paz” le recuerda a uno otro “y descansó al séptimo día” del Dios Creador.

a) ¿Es que Dios está el paro todos estos cinco o quinientos millones de años que dicen los científicos que lleva existiendo todo esto? Digo, millón arriba, millón abajo.

b) En realidad el Dios creador en sus tiempos de jornada intensiva hizo lo más fácil. Total, deshilachar unas cuentas nubes, emplumar algunos pájaros o tirar al agua unos cuantos peces, pintarrajear unas cuantas yerbas y flores, y al final, hacer un monigote de barro y de un soplido darle vida humana. ¿Qué es eso para Dios?

c) Es en su jubilación anticipada, es en el descanso del séptimo día cuando empezaron sus problemas con los millones de hijos que empezaron a poblar la tierra, porque tras cada hijo se le fue el corazón y desde entonces no ha parado de inventar nuevos caminos de cariño hacia sus hijos, los hombres. Los ha buscado por montes y valles como a la oveja perdida. Los ha curado como médico bueno. Los ha conducido por barrancos y sendas de montaña como buen pastor y ha perdido su vida en el empeño de reunirlos a todos en una gran familia de hermanos. Total que ese descanso del séptimo día ha sido como suelen ser las vacaciones de verano para las amas de casa, que vuelven a casa más cansadas que cuando se fueron.

5.- Pues el “descansen en paz” de la fiesta del cielo tiene que ser un descanso lleno de energía, lleno de nuevas ilusiones y amores, porque si en el cielo no vamos a amar más y mejor que aquí, ¿para qué queremos ir al cielo?, para odiar basta ya la tierra.

El evangelio jamás habla del descanso eterno sino de eterna. Y vida para Dios y para el hombre es amor al que se le pueden sacar facetas siempre nuevas. Descanso de nuestros seres queridos que es vida siempre llena de ilusiones, novedades y sorpresas. ¡Así merece la pena ir al cielo!

(**) Barrio céntrico de Madrid, que lleva el nombre del Marqués de Salamanca, autor del ensanche de Madrid en el Siglo XIX. Está considerado como muy selecto. En sus calles están las tiendas más exclusivas de las grandes marcas. En la calle de Serrano, importante arteria comercial está la parroquia de San Francisco de Borja, regentada por jesuitas, y donde el padre Maruri trabaja pastoralmente. Pero, obviamente, también hay casas sencillas y hasta pobres.

José María Maruri, SJ

¿De dónde vienen? ¿A dónde van?

1.- Eran dos preguntas, que un niño, lanzaba a su padre cuando el pequeño contemplaba atónito y expectante, el paso de miles y miles de jóvenes que participan en un gran maratón.

El padre, cariñosamente lo cogió en brazos, lo puso en sus hombros y le contestó: “vienen desde muchos kilómetros atrás; y, mira hijo mío, van todos hacia aquel lugar donde les espera un premio”

El niño prosiguió: ¿y quienes son papá? El padre, ya sin respuesta, se limitó a musitar: “son gente anónima hijo mío. Sólo en su casa les conocen. Nosotros hemos venido para aplaudirles y, si podemos, iremos poco a poco para verles en la meta”

Esta parábola refleja perfectamente la Solemnidad de Todos los Santos. Una muchedumbre inmensa, de hermanos nuestros, que han desfilado por delante de nosotros sin otro objetivo que el llegar hasta el final de sus vidas con criterio de fe.

Unos, oficialmente, fueron subidos al podium de la santidad. Otros, llegando más que de sobra hasta el colofón del itinerario, lo hicieron tan calladamente, tan humildemente que fueron obsequiados por el mismo Dios.

La festividad de todos los santos tiene aire de deportividad. Son hombres y mujeres que no se han quedado quietos. Que han ofrecido su cara por Cristo. Padres y madres, jóvenes y niños que, sin saberlo nosotros, hicieron de su vida un canto a Dios y un seguimiento constante a Jesús. ¿Escollos, zancadillas, traiciones? Ya lo creo que las tuvieron.

¡Corrieron! ¡Ya lo creo que lo hicieron! Fueron apoyándose y aleccionándose en los 8 mojones de las bienaventuranzas.

– Cuando les persiguieron: no se escondieron ni se echaron atrás

– Cuando sus nombres fueron difamados, pensaron que la memoria de los hombres dura muy poco. Que lo importante era el juicio de Dios

– Cuando fueron reclamados para llorar y compartir la mala suerte de algunos, no lo dudaron, y lejos de derramar lágrimas de cocodrilo o de echar migajas, se condolieron amargamente y se desnudaron en su bienestar por el bien de otros.

– Cuando fueron tomados por tontos, pensaron en que “los pobres de espíritu” son los que dan con la puerta que conduce hacia el cielo.

– Cuando tuvieron tentación de abandono, el horizonte de la fe les atraía de tal manera que, sin quererlo, se convirtieron a Dios con todo el corazón y con toda el alma

2.- La Fiesta de Todos los Santos es la fiesta del triunfo de aquellos que, han corrido y corrido, por la senda trazada por Dios. Tuvieron, por qué no decirlo, algún que otro defecto, pero la constancia y la lucha contra el cansancio, hicieron de ellos –no unos ídolos de madera- y sí unos modelos de referencia para vivir y estimular la fe de muchos hombres y mujeres.

En este día, miremos todos, un poco, hacia el firmamento. ¿No los veis? ¿No los sentís? ¿No los escucháis? Son, además de los conocidos y reconocidos por la iglesia, miles y miles de rostros santos; labios que proclaman la gloria de Dios; corazones que disfrutan amando al gran Amado; manos que vitorean con palmas en sus manos por haber llegado a un término al cual nosotros, con las pistas que ellos nos han dejado, estamos llamados a conquistar, disfrutar y visionar.

3.- Hermanos, como decía Leon Bloy, “el único día triste en la vida es aquél en el que nos resignamos a no ser santos”. Que esta solemnidad sea para nosotros una motivación para pasar de la mediocridad a la perfección; para desterrar el desencanto y, en cambio, optar por el afán de superación en nuestra vida cristiana.

Ojala, que cuando cerremos nosotros los ojos a este mundo, alguien –en el cielo o en la tierra- pueda interrogarse sobre nosotros: ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Qué han hecho para ir tan de blanco y tan contentos?

Fiesta de Todos los Santos…y, lo bueno de todo ello, es que todos tenemos alguna semilla que otra de santidad. Intentemos descubrirla.

4.- ¿LO MEJOR? ¡LOS SANTOS!

Sobresalieron en lo que el mundo despreciaba
Lucieron con las luces que la tierra cortocircuitaba
Levantaron la mano, por aquellos que la escondieron
Hablaron, cuando muchos callaban

¿LO MEJOR DE LA IGLESIA? ¡LOS SANTOS!
En tiempos de cobardía, fueron valientes para profesar la fe
En horas amargas, Cristo fue dulce en su paladar.
En el calvario de muchos ellos, apenas dos palabras pronunciaron: os perdono

¿LO MEJOR? ¡SI! ¡LOS SANTOS!
En la oscuridad, pasaron como estrellas refulgentes
En la mediocridad, intentaron alcanzar la perfección
En la incomprensión, miraban a la cruz del gran incomprendido
En la persecución, recordaban –una y otra vez- la advertencia del Evangelio

¿LO MEJOR? ¡POR SUPUESTO QUE LOS SANTOS!
En el fondo del mar eclesial, son la mejor perla preciosa
En la azotea de nuestras iglesias, la joya más valiosa
En el testimonio vivo del Evangelio, las páginas más conmovedoras
En la sencillez que alcanza al mismo cielo, su encarnación más viva y real

¿LO MEJOR? ¿SERÁN LOS SANTOS LO MEJOR DE NUESTRA IGLESIA?
Se rodearon de lo que el mundo odiaba: verdad y discreción
Se armaron de lo que el mundo burlaba: la oración
Se refugiaron en un gran secreto que muchos olvidan: la Eucaristía
Se engrandecieron, y ese es su gran don, sin darse cuenta de ello

¿LO MEJOR? ¡SIN DUDA! ¡TODOS LOS SANTOS!
Los de color blanco y rojo, los de amarillo y azul
Mujeres y hombres, niños y jóvenes, madres y padres
Que, fieles al Evangelio, han sido –con su propia tonalidad-
Destello de un nuevo mundo
Valentía y decisión: ¡Cristo ante todo!
Firmeza y convencimiento: ¡Dios principio y final!
Caridad y humildad: ¡El hermano es fotografía del Señor!
Contemplación y silencio: ¡La oración es comunión con Dios!

¿LO MEJOR? ¡DE TODO LOS SANTOS LO PRIMERO!
No son de madera; hablan con la misma fuerza de su partida de este mundo
No son de madera; pero sigue ardiendo su espíritu en medio de nosotros
No son de madera; pero calientan los motores de muchas almas
No son de madera; pero han sido cortados para completar la cruz de Cristo
No son de madera; pero siguen fortaleciendo el techo de muchas personas
No son de madera; pero siguen brotando en miles de carismas y cristianos

¿LO MEJOR? ¿ESTAMOS SEGUROS?
Por supuesto, pero…..no los olvidemos.
Al fin y al cabo….han excavado muchos caminos
Para que, tarde o temprano, elijamos cualquiera de ellos
Para ir al encuentro definitivo con Cristo.
Amén.

Javier Leoz

La revolución de los santos anónimos

1.- La historia universal está llena de nombres de grandes generales que vencieron en grandes batallas. De los miles de soldados que pagaron con su vida la victoria nadie se acuerda. Por eso, en ocasiones levantamos un monumento y lo dedicamos al soldado desconocido. Algo parecido quiere hacer hoy la Iglesia Católica con la fiesta de todos los santos. Dedicamos esta fiesta al recuerdo de tantas personas anónimas que testimoniaron con el ejemplo de su vida su fe religiosa. Madres y padres que trabajaron en el anonimato de la casa, o del campo, o de la empresa, regalando sudor y amor, pendientes siempre de la familia y del trabajo y de la sociedad. Empleados y jornaleros fieles y cumplidores, mujeres explotadas y generosas, pobres luchadores y valientes, cristianos, en definitiva, que supieron hacer de su fe el motor y la palanca para luchar con amor contra el mal y la injusticia. Todos ellos supieron renunciar a muchas diversiones justas y a muchos gastos superfluos, a muchas comodidades y a muchos descansos, para conseguir así, con el ejemplo de su fe, y con una lucha sostenida, que su familia y la sociedad en la que vivían pudieran tener una vida más digna y más de acuerdo con los designios de Dios. Su lucha y su esfuerzo no fueron muchas veces debidamente reconocidos, ni mucho menos recompensados. Vivieron y murieron anónimamente; podemos afirmar que su vida fue, en muchos casos, un sacrificio, un lento martirio aceptado por amor que sólo floreció y fructificó después de la muerte. Si la vida del cristiano es siempre una revolución contra el mal, la revolución que vivieron y sufrieron tantos santos anónimos a los que hoy celebramos, debe servirnos de guía y estímulo a los cristianos que ahora queremos seguir luchando con las armas del evangelio contra la injusticia y contra el mal en el mundo.

2.- La victoria es de nuestro Dios. La muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda nación, raza y lengua han vencido ya a la muerte y gozan, con sus vestiduras blancas y con palmas en sus manos, de la presencia de Dios. Son los santos anónimos a quienes las fuerzas del mal, los enemigos de Dios, les maltrataron, les hicieron sufrir una gran tribulación, pero ellos supieron luchar contra el mal, resistieron, no se acobardaron, y con la fuerza que Dios les dio vencieron al mal. Es el triunfo de Dios, la victoria del bien sobre el mal. Los santos anónimos, como la muchedumbre del Apocalipsis, no tienen nombres conocidos, ni hazañas escritas en la historia, pero están vivos y triunfantes ante Dios. Ellos nos invitan a la lucha y al esfuerzo, al amor y a la generosidad, a la defensa de los auténticos valores del evangelio; ellos son un canto a la esperanza, a la victoria final de nuestro Dios.

3.- Ahora somos hijos de Dios. Los cristianos llamamos todos los días a Dios Padre nuestro y nos gusta creer que somos sus hijos. Lo difícil es vivir como auténticos hijos de Dios. Porque la carne, que es débil, se rebela constantemente contra el espíritu, el cuerpo nos arrastra y nos empuja hacia los placeres materiales y, en muchos momentos, actuamos más como nietos del mono que como hijos de Dios. Así es nuestra pobre realidad. Pero es verdad que somos hijos de Dios y nuestro deber es trabajar cada día para comportarnos como tales. En el plano de nuestra conducta diaria, el vivir como hijos de Dios es más una tarea a realizar, que una realidad ya conquistada. Nuestra vocación es vivir como hijos de Dios, pero cada día comprobemos la enorme distancia que nos queda por recorrer para conseguirlo.

4.- De ellos es el reino de los cielos. La razón primera y última por la que pueden considerarse bienaventurados los pobres, los que lloran, los sufridos, los que tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz y los perseguidos por causa de la justicia, es porque de ellos es el reino de los cielos. Pero yo creo que no debemos poner, sin más, el reino de los cielos en la otra vida y decirles a los que sufren y a los perseguidos por causa de la justicia que tengan paciencia en esta vida, porque la felicidad les llegará después en la otra. Yo creo que Jesús de Nazaret y su Padre y nuestro Padre Dios quieren que todas las personas seamos felices también aquí, mientras vivimos. Y no hay duda de que si todos nos comportáramos y viviéramos como auténticos hijos de Dios, viviríamos de verdad, felices y bienaventurados. Lo que tenemos que hacer los cristianos, si de verdad queremos que el reino de Dios empiece a realizarse ya en esta vida, es vivir nosotros como auténticos hijos de Dios y trabajar arduamente para que el mundo en el que vivimos sea un poco más bueno cada día. Es la revolución cristiana, siempre pendiente.

Gabriel González del Estal

Música – Domingo XXXII de Tiempo Ordinario

Entrada: Acuérdate, Señor, de tu Iglesia CLN A18; Pueblo de reyes CLN 401; Hacia ti, morada santa (1CLN-016); Somos un pueblo que camina (1CLN-719).
Introito: En latin: Gaudeamus omnes
Misa: de Angelis
Gloria: de Palazón
Ofrendas: Ciudadanos del cielo CLN-709.  
Salmo y Aleluya: Estos son los que buscan al Señor  (Propio)
Comunión: Cerca de ti, Señor (popular)CLN 702; Bienaventurados (1CLN-736). Dichosos para siempre CLN 737
Final: Iglesia peregrina CLN 408.

Oración de los fieles – Domingo XXXII de Tiempo Ordinario

Jesús nos promete hoy que seremos como ángeles. Y queremos, con ayuda del Padre Dios, merecer, un día, reunirnos ante la visión de la luz del rostro de quien nos ha creado para Si.

Y respondemos:

R.- ESCÚCHANOS, PADRE

1.- Por todo el pueblo de Dios que encabezado por el Papa camine hacia la perfección que nunca cambia. OREMOS

2.- Por el obispo de nuestra diócesis (…) y por todos los obispos de la tierra, junto a los sacerdotes y diáconos, para que conduzcan a su rebaño a la alegría que nunca cesa. OREMOS

3.- Por los gobernantes de todo el mundo y por los encargados de la economía, para que actúen con justicia y caridad. OREMOS

4.- Por los profesores, investigadores y artistas, para que con su saber y creatividad muestren las maravillas que Dios Padre ha creado. OREMOS

5.- Por los matrimonios cristianos, y todos los matrimonios, para que sepan educar a sus hijos con verdad y amor al prójimo. OREMOS

6.- Por los pobres, los enfermos, los abatidos, los solitarios, los inmigrantes y todos aquellos que alguna vez sienten una dura soledad, para que reciban el amparo y la ayuda de todos los hermanos y hermanas. OREMOS

7.- Por todos nosotros, presentes en esta Eucaristía, para que los frutos de amor, esperanza y fe, llenen nuestras vidas siempre. OREMOS

Padre recibe estas plegarias que te presentamos con alegría, humildad y fe. Y que te sean agradables en todo momento.

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amén


En este domingo San Pablo nos anima a que tengamos la constancia de Cristo, pero también nos asegura que el señor nos dará fuerzas para ello. Así te pedimos Dios nuestro:

R.- DANOS TU FUERZA, SEÑOR

1. – Por el Papa Francisco, obispos, sacerdotes y diáconos para que la Palabra de Dios siga el avance glorioso que comenzó en tiempos de los primeros discípulos. OREMOS

2. – Por todos los dirigentes del mundo para que descubran que Dios les pide un servicio preocupado por todas las personas de sus pueblos en especial de los más desfavorecidos. OREMOS

3. – Por todos aquellos que sufren por seguir y difundir la palabra de Dios, para que el ejemplo de los Macabeos y todos los demás mártires, sea aliento en sus sufrimientos. OREMOS

4. – Por todos aquellos que aún no han descubierto que el verdadero Amor y la vida verdadera es la que nos viene de Cristo, y andan viviendo en distinta dirección, para que descubran el verdadero sentido de sus vidas. OREMOS

5. – Por todos los que están enfermos, por los que viven necesitados de lo material, por los que están lejos de sus hogares, para que el Señor alivie sus sufrimientos. OREMOS

6. – Por todos nosotros para que un día el Dios de la resurrección nos haga partícipes de la Vida que Cristo ha ganado para sus hermanos. OREMOS

Padre acoge con bondad las plegarias que humildemente te presentamos. Por Nuestro Señor Jesucristo que contigo vive y reina por los siglos de los siglos.

Amén

Comentario al evangelio – Solemnidad de Todos los Santos

Comunión de los Santos

Una pregunta con la que a veces se encuentra un religioso es: «¿Cuántos miembros hay en su Congregación?». Uno de mis compañeros tiene una respuesta preparada: «Más de 7.000 miembros». Si la respuesta sorprende al que pregunta, que puede, por tanto, poner una mirada incrédula, mi amigo le explica: «Sí, somos más de 7.000. Hay unos 4.000 en el cielo, y 3.000 aquí en la tierra». Y, ¡esa es la verdad! Tenemos que contar necesariamente cada una de las almas que nos precedieron, ya sean miembros de nuestras familias biológicas, religiosas o comunidades de fe. Siguen viviendo y relacionándose con nosotros; siguen ejerciendo su ministerio de intercesión por nosotros.

La solemnidad de la Comunión de los Santos nos recuerda que pertenecemos a una familia muy grande, parte de la cual está en el cielo y sigue siendo miembro del Cuerpo vivo de Cristo. Si lo profesamos en nuestro Credo, debemos hacer de ello una realidad con la que nos relacionamos, también en nuestra vida cotidiana.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Solemnidad de Todos los Santos

Hoy celebramos la solemnidad de Todos los Santos.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 5, 1-12a):

En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».

La primera bienaventuranza lo es no sólo en orden numérico, sino también esencial. Porque ella misma recoge todas las demás bienaventuranzas. ¿Quiénes son los mansos, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz? Aquellos que verdaderamente son «pobres en el espíritu». La pobreza del espíritu va más allá de la simple pobreza material. Aún más, nos libra de una posible visión maniquea que sitúa la virtud en una situación externa que no ha sido elegida voluntariamente por nosotros. El pobre de espíritu es aquel que vive conforme a Dios y ha cargado con su cruz. Aquel que configura su vida desde la cruz, en donde Cristo está crucificado con todos los que lloran, con aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Ser pobres en el espíritu no es una elección fácil, porque implica aceptar que nos puedan insultar, calumniar e incluso perseguir. Si de verdad creemos que la victoria es del Cordero, la tristeza de la persecución no es nada comparado con la alegría de la salvación.

Fr. Antonio Rafael Medialdea Villalba O.P.