Vísperas – Martes XXXII de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

MARTES XXXII TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Atardece, anochece, el alma cesa
de agitarse en el mundo
como una mariposa sacudida.

La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
en la penumbra deja su fatiga.

Y rezamos, muy juntos,
hacia dentro de un gozo sostenido,
Señor, por tu profundo
ser insomne que existe y nos cimienta.

Señor, gracias, que es tuyo
el universo aún; y cada hombre
hijo es, aunque errabundo,
al final de la tarde, fatigado,
se marche hacia lo oscuro
de sí mismo; Señor, te damos gracias
por este ocaso último.

Por este rezo súbito. Amén.

SALMO 136: JUNTO A LOS CANALES DE BABILONIA

Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar con nostalgia de Sión;
en los cauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirnos:
«Cantadnos un cantar de Sión.»

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha;

que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Si me olvido de ti, Jerusalén, que se me paralice la mano derecha.

SALMO 137: ACCIÓN DE GRACIAS

Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;
delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario,
daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama;
cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,
al escuchar el oráculo de tu boca;
canten los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es grande.

El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.

Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida;
extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo,
y tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Te doy gracias, Señor, delante de los ángeles.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: HIMNO DE LOS REDIMIDOS

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

Eres digno, Señor, Dios nuestro,
de recibir la gloria, el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y con tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes,
y reinan sobre la tierra.

Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría,
la fuerza, el honor, la gloria, y la alabanza.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Digno es el Cordero degollado de recibir el honor y la gloria.

LECTURA: Col 3, 16

La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.

RESPONSORIO BREVE

R/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.
V/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

R/ De alegría perpetua a tu derecha
V/ En tu presencia, Señor.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ Me saciarás de gozo en tu presencia, Señor.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Haz con nosotros, Señor, obras grandes, porque eres poderoso, y tu nombre es santo.

PRECES

Invoquemos a Cristo, que da fuerza y poder a su pueblo, diciendo:

Señor, escúchanos.

Cristo, fortaleza nuestra, que nos has llamado a la luz de tu verdad,
— concede a todos tus fieles fidelidad y constancia.

Haz, Señor, que los que gobiernan el mundo lo hagan conforme a tu querer,
— y que sus decisiones vayan encaminadas a la consecución de la paz.

Tú que, con cinco panes, saciaste a la multitud,
— enséñanos a socorrer con nuestros bienes a los hambrientos.

Que los que tienen en su mano los destinos de los pueblos no cuiden sólo del bienestar de su nación,
— sino que piensen también en los otros pueblos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Cuando vengas aquel día, para que en tus santos se manifieste tu gloria,
— da a nuestros hermanos difuntos la resurrección y la vida feliz.

Todos juntos, en familia, repitamos las palabras que nos enseñó Jesús y oremos al Padre, diciendo:
Padre nuestro…

ORACION

Puestos en oración ante ti, Señor, imploramos tu clemencia y te pedimos que los sentimientos de nuestro corazón concuerden siempre con las palabras de nuestra boca. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Martes XXXII de Tiempo Ordinario

Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer

1.- Oración introductoria.

Señor, hoy quiero convertir en materia de mi oración una de las últimas palabras del evangelio de este día: “Somos siervos inútiles”. Quiero afincarme en esta gran  verdad: soy un inútil, no sirvo para nada. Y no es que esto sea una falsa humildad, es la pura verdad. ¿Qué hubiera sido de mi vida sin tu gracia, sin tu presencia? Lo dices Tú muy bien: “una casa edificada sobre arena”. Todo lo que hay en mí de sólido, de firme, de consistente, te lo debo a Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 17, 7-10

«¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: «Pasa al momento y ponte a la mesa?» ¿No le dirá más bien: «Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?» ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer».

3.- Qué dice el texto.

Meditación-Reflexión

A primera vista, parece que Jesús aprueba este trato abusivo y arbitrario de este amo. Se sabe que en tiempos de Jesús existía en Israel una esclavitud, aunque más moderada que en el imperio romano (J. Jeremías).Jesús se sirve de una realidad muy cotidiana para que  las gentes que le escuchaban, aprendieran cuál debía ser la disposición de la criatura ante su Creador: Ninguno de nosotros es dueño de su vida. Somos criaturas de Dios; estamos pendientes  de Dios como lo  estuvimos un día del cordón umbilical con nuestras madres. Por eso nuestra actitud profunda ante Dios es de gratitud, de alabanza, de adoración. Por otra parte, en tiempo de Jesús, los fariseos estaban cargados de méritos. Compraban a Dios con sus méritos y despreciaban a los que no los tenían (Ver parábola del Fariseo y publicano). Cuando el Señor nos dice que “somos siervos inútiles” nos quiere elevar a otra categoría superior: la categoría de “hijos” que obran por amor. “Como criaturas de Dios”, lo que debemos hacer, es adorar, alabar y agradecer al Creador; y, “como hijos de Dios”, debemos  amarle y demostrarle nuestro amor con obras. Pero no obras para adquirir méritos y presumir ante Dios y los demás, sino para responder con amor al inmenso amor que Él nos ha tenido. Una madre se desvive por el hijo, se sacrifica por él, pero no le exige nada. Se siente feliz de poder expresarle el cariño que le tiene. Lo lógico es que ese hijo se desviva por su madre como la cosa más normal. El gozar haciendo el bien es la mejor recompensa.

Palabra del Papa

“Porque la fe es un encuentro con Jesús, nosotros debemos hacer lo mismo que hace Jesús: encontrarnos con los demás. Vivimos una cultura del desencuentro, una cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro, la cultura del descarte. Pero sobre este punto os invito a pensar —y es parte de la crisis— en los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, en los niños… ¡la cultura del descarte! Pero nosotros debemos ir al encuentro y debemos crear con nuestra fe una “cultura del encuentro”, una cultura de la amistad, una cultura donde hallamos hermanos, donde podemos hablar también con quienes no piensan como nosotros, también con quienes tienen otra fe. Todos tienen algo en común con nosotros: son imágenes de Dios, son hijos de Dios. Ir al encuentro con todos, sin negociar nuestra pertenencia» (S.S. Francisco, 18 de mayo de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)

5.-Propósito En este día mostrar a los demás un rostro “alegre” y así manifestaré el gozo de servir a mi Señor Jesucristo.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, hoy al terminar mi oración, mi mirada se dirige a María, tu Madre, esa mujer maravillosa que, a pesar de la dignidad que le diste de ser Madre de Dios, sólo se fijó en lo poco que era: “ha mirado la pequeñez de su esclava”. Siempre se sintió pobre, humilde, sencilla, esclava. Haz que yo sepa imitarle.

Esperanza plena para el final

1. Dos mensajes y una promesa. Así puede resumirse el contenido de los textos bíblicos de la liturgia del trigesimotercer domingo del calendario de las celebraciones eucarísticas. Mensaje de trabajo para el común de los cristianos. Mensaje de lucha y persecución para la comunidad de los creyentes. Y esperanza última, definitiva, plena para la hora del final de los tiempos, cuando Dios libere en salvación a los justos y censure a los agentes del mal.

2. La de los creyentes es una vocación de tierra y de tiempo, aguijoneada por la esperanza de que los logros de justicia y de fraternidad serán un día asumidos en las que llamamos salvación. El creyente no se mide por su distanciamiento de la peripecia humana, sino, por el contrario, por sus compromisos con el vivir de los demás hombres. Pablo, en carta a los cristianos de la comunidad de Tesalónica, fustiga a quienes están «muy ocupados en no hacer nada». Y su criterio es terminante: «El que no trabaja, que no coma». Frente a los que tienden a considerar que el ideal cristiano estriba en dedicarse «a lo espiritual», con menoscabo de los afanes del tiempo, al Apóstol –infatigable trabajador del Evangelio– no teme en emplearse en trabajos temporales. «No viví entre vosotros sin trabajar; nadie me dio de balde el pan que comí, sino que trabajé y me cansé día y noche a fin de no ser carga para nadie». «Ya sabéis como tenéis que imitar mi ejemplo». «Quise daros un ejemplo que imitar». El ideal cristiano no consiste en el alejamiento, sino en el compromiso con las realidades temporales.

3. A nivel de comunidad cristiana, el Evangelio es claro al afirmar un futuro de luchas y persecuciones para los seguidores de Jesús. «Os echarán mano», «os perseguirán entregándoos a los tribunales y a la cárcel, os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre…», «todos os odiarán por causa de mi nombre». Estas afirmaciones adquieren aún mayor significado cuando se las enmarca en su contexto. Jesús propone este futuro frente a los que «ponderaban la belleza del templo por la calidad de la piedra y los exvotos».

Esto no es un empréstito del lenguaje apocalíptico que hoy ya no habría que tomar en serio, es más bien la consecuencia de que Jesús no ha venido a traer la paz terrena sino la espada y la división hasta en lo más intimo de las relaciones familiares. Lo que su doctrina suscita en la historia, es precisamente la aparición de las bestias apocalípticas. Y cuanto más aumentan los instrumentos del poder terreno, tanto más absolutas llegan a ser las oposiciones. Esto es bastante paradójico, porque Jesús declaró bienaventurados a los débiles y a los que trabajan por la paz; pero justamente su presencia hace que las olas de la historia del mundo se enfurezcan cada vez más. La persona y la doctrina de Jesús es intolerable para la historia y ésta responde de una manera cada vez más violenta. La persecución no es un episodio ocasional sino un «existencial» para la Iglesia de Cristo y parta cada uno de los cristianos. Es importante que, al filo de la lectura, discernamos si los nuestros son criterios de carne y sangre o surgidos de la Palabra.

4. – La promesa de Dios no mira a ahorrar malos tragos en el curso de la historia humana. Se centra en «el día», en este límite que la Sagrada Escritura denomina tantas veces como «el día del Señor». El creyente vive en la esperanza de una justicia trascendente al tiempo, más allá de la destrucción de la carne y de la voracidad del sepulcro. El tema es tan viejo como el hombre. Y tan de rabiosa actualidad como la pregunta que se suscita siempre que el hombre advierte en su entorno la existencia del mal que aquí, en la tierra, queda impune. El creyente, fiado en la palabra de Dios, afirma que en «el día del Señor» los justos serán iluminados por «un sol de justicia que lleva la salud en sus alas», mientras que para los injustos será ése un «día ardiente como un horno», en el que «malvados y perversos serán la paja» y de los que «no quedará ni rama ni raíz».

Aquí tenemos la visión de Jesús sobre la historia del mundo que vendrá después de Él. Jesús ve las constantes teológicas dentro de la historia.

Antonio Díaz Tortajada

Comentario – Martes XXXII de Tiempo Ordinario

Lc 17, 7-10

Jesús decía: «Cuando un criado vuestro, labrador o pastor, vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dirá: «Ven enseguida a la mesa?» No más bien le decís: «Prepárame de cenar, ponte el delantal y sírveme mientras yo como y bebo. Después comerás y beberás tú.»

En primer lugar, dejemos que esa situación nos escandalice. ¡Es algo casi insostenible!
En tiempo de Jesús, esa exigencia y esa dureza debían de ser bastante corrientes… puesto que ninguno de los oyentes parece protestar del: «quién de vosotros…?»

Pero, no seamos fariseos: en nuestro tiempo, ¿no existen en absoluto, situaciones equivalentes… y yo, guardada toda proporción, no tengo con los demás algunas exigencias de ese tipo?

Jesús no justifica esa situación. Hay muchos otros pasajes del evangelio que nos prueban que Jesús está a favor del espíritu de servicio.

Pero se sirve de esa comparación para exponernos una idea importante.

¿Se tendrá que estar agradecido al criado porque ha hecho lo que se le ha mandado?

Pues sí, Señor habría que estarlo.

Pero tu intención, Señor, a partir de esa paradoja es decirnos una idea absolutamente esencial.

Así también vosotros. Cuando hayáis hecho todo lo que Dios os ha mandado…

De modo que es aquí a donde querías llegar.

En ese relato, no se trata de una lección sobre las relaciones sociales, sino una lección sobre las relaciones con Dios.

«Hacer todo lo que Dios ha mandado». En la mente de Jesús es constante ese pensamiento, Dios es su referencia constante. La imagen que se nos da aquí nos orienta hacia un Dios «amo»: es una imagen muy austera y que sería vano oponerla a tantas otras, en las que Jesús nos habla de Dios como de un «padre» amante y servicial que se desvivirá por sus servidores: «¿Qué hará el dueño de la casa? Yo os lo digo, se pondrá en actitud de servicio, hará que se coloquen a la mesa, y, pasando junto a ellos, los servirá.» (Lucas 12, 37)

Pero aquí Jesús insiste en otra cosa. Hay que aceptar esas aparentes contradicciones.
Acepto, Señor, situarme ante ti como un humilde «servidor», atento a satisfacer fielmente los deseos de su amo. Siguiendo el ejemplo de la Virgen y de tantos santos, hacerse el servidor, la servidora de Dios. ¡Dios primer servido! ¡Dios, primero en ser obedecido!

Decid: «Somos servidores inútiles, hemos hecho lo que debíamos hacer.»

Finalmente, esa es la lección esencial: los hombres no tienen ningún derecho a hacer valer ante Dios.

Se sabe que los fariseos ¡habían acabado por persuadirse que a fuerza de buenas obras, adquirían unos derechos sobre Dios, por sus propios méritos! Una parte de la argumentación de San Pablo en la Epístola a los Romanos iba destinada a destruir esa arrogancia.

Era lo que ya decía Jesús, sin grandes argumentos teológicos: no os gloriéis de vuestras obras ante Dios… Cuando habéis hecho lo que Dios manda, decíos, ¡que sólo habéis hecho lo que debíais!

Santa Teresa de Lisieux había comprendido muy bien esa lección capital cuando decía que se presentaría ante Dios con «las manos vacías»

Nadie termina nunca su «servicio». Nunca se ha hecho lo suficiente.

Obrar ante Dios gratuitamente: sin esperar recompensa. Concédenos, Señor, estar a tu servicio desinteresadamente.

Noel Quesson
Evangelios 1

«El final no vendrá enseguida»

1.- En todos los tiempos ha habido la tentación de predecir la fecha del fin del mundo. Hasta san Pablo se pasó un poquito y como resultado aparecieron esos vagos que no trabajaban y vivían a costa de otros porque consideraban que ya no merecía la pena esforzarse por nada.

Los de la Tercer Edad, que estamos aquí, que estamos aquí, recordamos que en nuestros días jóvenes se profetizó el fin inmediato del mundo y no debió suceder porque estamos aquí nosotros.

Ahora mismo, echando una mirada a nuestro alrededor podríamos ver la proximidad las señales de esa proximidad en los atentados de Estados Unidos o en la guerra de Afganistán o en el mar bravo que ha destrozado las costas catalanas o valencianas. E igual pasó años atrás con los terremotos, como el de San Francisco o en las persecuciones de ahora o siempre, como cuando en noviembre de 1989 asesinaron a unos jesuitas en el Salvador por su dedicación a los pobres. Y que decir, también, de toda energía atómica esparcida por arsenales de bombas o, incluso, en las centrales eléctricas, que pueden acabar con todo en un pequeño descuido.

Sólo Jesús nos dice que: “El final no vendrá enseguida” y en otra parte acalla la curiosidad de sus discípulos el cuándo diciéndoles que eso ni el Hijo del Hombre lo sabe. Las celebres profecías de Malaquías sobre los Papas nos dan como término solamente el reinado del Papa actual y el siguiente, Pedro II

2.- Y ante la posibilidad de algo que no sabemos que va a ser, ni como va a ser, ¿tendremos que vivir con caras largas como imágenes del Greco? Es notable que un domingo como este la oración de la misa pide “vivir siempre alegres”, que es un eco de las palabras del Pablo: “alegraos siempre en el Señor, y os lo vuelvo a decir alegraos, porque el Señor está cerca.

Esas convulsiones de la sociedad y de la naturaleza no anuncian más que la venida gloriosa del Señor ante todos nosotros, la Parusía. Es el traqueteo del tren, el acoplamiento del convoy al dar a luz un mundo nuevo, un orden nuevo, una sociedad nueva, donde no habrá muerte ni dolor.

–como de las ruinas de Nagasaki y Hiroshima nacieron dos ciudades modernas, flamantes, modernas nuevas.

–como del grano de trigo podrido en el surco nace la espiga.

–como del gusano de seda nace la mariposa

–como de la bola de fuego que fue la Tierra nacieron ríos, montes y valles

–un nuevo mundo en que el odio se convierte en amor. La duda en verdad. La discordia en paz. El dolor en placer. La desesperanza en esperanza cumplida. La tristeza en alegría.

3.- “Alegraos, el Señor esta cerca”. Esta cerca el momento del encuentro definitivo de cada uno de nosotros con el Señor. Cuántos de esos seres queridos que convivieron con nosotros ya han llegado con el encuentro del Señor.

–El momento está cerca, el glorioso momento de conocer al Señor cara a cara, de ver la luz en su rostro. Es decir la sonrisa cariñosa del Señor sobre nosotros.

–El momento está cerca de que esa luz del Señor saque a flote lo que ya llevamos dentro de nuestro corazón, que se manifieste lo que somos: hijos verdaderos del Señor. Que nos invada esa vida eterna que llevamos dentro de nuestro corazón. Que se manifieste lo que somos, hijos verdaderos del Señor, que nos invada esa vida eterna que llevamos contenida en nosotros, vida eterna que nos da la Fe y la Eucaristía: “El que cree en Mí tiene vida eterna”. “El que come mi carne tiene vida eterna.

Vivamos alegres nuestra vida ordinaria. Perseverad porque el Señor esta cerca, muy cerca de cada uno de nosotros.

José Maria Maruri, SJ

Cuando falla la esperanza

1.- El gran templo debajo del que estaban cobijadas esperanzas e ilusiones (fe y religiosidad, moral, ética y valores que nos parecían inamovibles) se tambalea de repente en nuestra tierra. Parece como si el evangelio de este día: “llegará el día en que no quede piedra sobre piedra” viniese ahora a hacerse realidad. Como si de repente lo que era bueno se tornase en malo y lo que era pecado ahora resultase ser virtud.

2. – Llegaban entonces, en el Antiguo Testamento y también en tiempos de Jesús (y también ahora) profetas de tercera y cuarta categoría. Agoreros falsos que nos anuncian un nuevo mundo en contra de lo establecido; en contra de la vida; en contra del amor bien entendido; en contra de la presencia de Dios allá donde muchos la desean, la piden y la quieren para sus hijos.

Resulta paradójico que esta democracia nuestra, que enarbola los derechos más fundamentales en la libre expresión, se cierre en banda para que, por ejemplo nuestros obispos, libremente también puedan manifestar sus opiniones a la hora de defender sus posiciones en temas de gran calado social, religioso o ético. Incluso a algún prelado que otro se le ha llevado ante los tribunales por si, por sus declaraciones, era susceptible de ser enrejado. “Por mi causa os perseguirán”.

Hoy, más que nunca, los católicos necesitamos salir de la comodidad del templo para predicar con el ejemplo y con el testimonio. No podemos contentarnos con vivir una fe de catacumbas modernas. Hay muchos interesados en que el cristianismo viva atrincherado en los templos, en las sacristías y, como mucho, en el foro interno de cada uno: son las catacumbas modernas que algunos intentan construirnos para que la iglesia ni se vea, ni hable, ni se oiga, ni se manifiesta públicamente. Parece como si en el traído y llevado laicismo estuviera el secreto para preservar el esplendor de la verdad y de los tiempos modernos. ¿Qué intereses se esconden detrás de ello?

2.- ¡Llegará el tiempo en que no quede piedra sobre piedra! Para reconocer el señorío de Dios no es preciso encorsetarlo en las cuatro paredes de una iglesia. Porque, el momento está cerca, los cristianos hemos de aprender a vivir en medio de contradicciones y de dificultades. A dar el “do” de pecho por la causa de Jesús. A trabajar sin desmayo para que podamos decir en verdad que el sueldo de los trabajadores de la mies nos lo ganamos tan dignamente como un obrero después de estar en la cadena, un día y otro también, durante ocho horas seguidas.

En el fondo nos falta un poco de esperanza. Hace tanto tiempo que el Señor subió a los cielos que, el final de todo, parece estar cada día más lejos. Hace tanto tiempo que no vemos signos visibles de su presencia que corremos el riesgo de morirnos arrojando al suelo las lanzas de la vigilancia activa. Hace tanto tiempo que esperamos, que nos hemos aburrido de mirar hacia el cielo esperando divisar rayos y centellas que denoten la inminente llegada de Jesús.

En el fondo estamos también faltos de fortaleza. Una fe que no es fuerte es muy difícil anunciarla y proponerla a quien la rechaza. La sociedad opulenta, el hombre de hoy, es como un dique donde choca, frente a frente, la fe con la duda, la caridad con el individualismo, la fraternidad con el odio, Dios con la ciencia. Estamos en época de persecución de “guante blanco” como me decía un amigo sacerdote. Ya no son necesarias las mazmorras; ahora, a la iglesia, se le amordaza en los medios de comunicación social. Ya no son imprescindibles los circos romanos; ahora a la iglesia se le ridiculiza y se le asaetea desde diferentes medios poderosos con lanzas y dardos sangrantes. Ahora a la iglesia se le juzga, no con las manos atadas, pero sí desde el tribunal del poder donde algunos se sienten amos y señores de la verdad, de la ciencia, de la cultura y del hombre, de la razón y de la ética. ¿Qué haremos cuando no dejemos títere con cabeza, mundo sin moral y al hombre sin sentimientos?

3. Tiempos difíciles pero, tiempos, que merecen la pena ser vividos con fe y esperanza sabedores que hemos de ser sal y no salero, luz y no sol, gotas de agua y no océano. ¿Qué por qué digo esto? Porque en muchas ocasiones la Iglesia, en algunas circunstancias, lo hemos tenido tan fácil que hemos olvidado que la evangelización es un camino de espinas y no de rosas, un camino de propuestas y no de imposiciones, un camino de conversión y no de mera religiosidad, un camino de valentía y no de repliegue. Para ello hay que volver a ser levadura y sal, azúcar y no azucarero, evangelio viviente y no una Biblia cerrada en el cómodo estante de la sala de estar. Con nuestra perseverancia salvaremos, no los muebles, y sí nuestras almas.

Javier Leoz

Seguro de vida, ¿o regalo de Dios?

1.– Para los judíos del tiempo de Jesús el Templo de Jerusalén representaba la seguridad. Con tal de cumplir las leyes y acudir al Templo se «justificaban» ante Dios. Era para ellos el fundamento de su práctica religiosa. Y Jesús se atreve a decir que no quedará de él piedra sobre piedra. Cuando Lucas escribe su evangelio ya se ha producido la destrucción del Templo de Jerusalén. Fue el emperador Tito quien ordenó que fuera arrasado en el año 70. Por tanto, lo que se narra como algo apocalíptico, como algo que va a suceder, en realidad ya se ha producido.

Pero lo importante es la enseñanza que quiere dar el evangelista. El Templo no es lo importante, tampoco el mero cumplimiento de la ley, pues Jesús predicó que no es Jerusalén ni en Garizín donde debemos dar culto a Dios, sino «en espíritu y en verdad». En nuestra religión cristiana también nos hemos montado «otros templos», otras normas que nos «aseguran la salvación».

Es más fácil pedir que te digan qué es lo que tienes que cumplir y asegurar así la salvación, que identificarse con Cristo, dejar que El te transforme y estar dispuesto a seguirle con todas las consecuencias. Lo primero no cuestiona tu vida, lo segundo transforma tu vida y te convierte en hombre nuevo. La fe es una aventura arriesgada y emocionante, no es un cumplimiento cómodo y seguro de normas sin implicación de tu persona.

2- ¿Cuál es la clave de tu vida cristiana? En clave «religiosa» se llega a la religión por tradición o herencia; en clave de «fe», se llega por decisión personal y libre. La religión puede convertirse en una forma de pensar que acomodo a mi vida, o bien es una forma de vivir que me compromete. En clave religiosa la referencia soy yo y mis necesidades; en clave de fe la referencia es Jesús y estoy dispuesto a hacer su voluntad. Las verdades pueden convertirse en simples doctrinas que hay que saber, sin embargo para el seguidor de Jesús la única verdad es Jesús y la escucha de su Palabra. Puedo ser un cristiano que considera el culto como un conjunto de ritos a los que hay que asistir, o por el contrario para mí el culto es la celebración gozosa de la experiencia de Jesús en mi vida. Puedo considerar la Ley como un conjunto de normas que hay que cumplir, o darme cuenta de que la auténtica Ley del cristiano es vivir en el amor. La Iglesia puede ser para mí una institución jurídica, o más bien una comunidad de hermanos. ¿Es para ti la fe un seguro de vida, o es un regalo, un don gratuito de Dios que celebras con entusiasmo? Pregúntate: ¿en qué clave se sitúa tu vida cristiana, en la «religiosa», o en la de la «fe»?

3.– La palabra de Dios nos habla del final de los tiempos con una literatura apocalíptica, que no ha que entender al pie de la letra. Tanto el evangelio como la primera lectura del profeta malaquías nos hablan de catástrofe, enfrentamientos, divisiones, guerra y destrucción. Sin embargo, lo importante es el mensaje final en ambas lecturas: «iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las alas», «ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». Es un mensaje de esperanza, el juicio será para la salvación, no para la condenación. Ya está demasiado lleno el mundo de agoreros, el cristiano tiene que ser portador de esperanza y perseverar confiando, siempre en el Señor. Y mientras tanto, no quedarse con los brazos cruzados, esperando el fin del mundo como les ocurría a los fieles de la iglesia de Tesalónica. Pablo les insta a trabajar para ganarse el pan de cada día. Es así como Dios nos quiere, como personas esperanzadas y esperanzadoras, consciente de su misión de transformar este mundo hasta convertirlo en el auténtico Reino de Dios.

José María Martín, OSA

Música – Domingo XXXIII de Tiempo Ordinario

Entrada:  Acuérdate, Señor de tu Iglesia CLN A18;  En medio de nosotros CLN A7; Reúne Señor a tu Iglesia CLN 750; Iglesia peregrina CLN 408
Introito en latin: Domingo 33 Dicit  Dominus
Salmo y Aleluya: El Señor llega para regir la tierra con justicia
Ofrendas: Señor, todo os pertenece (Cantos varios)
Santo: 1CLN-I4
Comunión: Señor, yo no soy digno (Cantos varios); Yo le resucitaré  CLN.038); Una espiga dorada. CLN-202; Oh tú que duermes CLN 220; Al atardecer de la vida CLN 719
Final: Por ti, mi Dios (1CLN-404)­

Oración de los fieles – Domingo XXXIII de Tiempo Ordinario

Te pedimos Dios Padre Nuestro que aceptes nuestras súplicas en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir.

Y respondemos:

R.- EN TI ESPERAMOS, SEÑOR

1.- Por el Papa, los obispos, los sacerdotes, los diáconos, para que la Gracia y Sabiduría de Dios, les acompañe siempre en todas los avatares. Y especialmente te pedimos hoy por el Obispo de nuestra Diócesis (…) y todo el presbiterio diocesano. OREMOS

2.- Por los gobernantes de todo el mundo, para que sepan conducir a sus conciudadanos, por caminos de paz y concordia OREMOS

3.- Por los investigadores, los economistas y todos aquellos quienes con su trabajo cooperan en el bienestar humano, para que en su esfuerzo por el bien común reciban la ayuda de Dios y el reconocimiento de los hermanos, OREMOS

4.- Por todos los que trabajan en la formación, en la educación en general, en la catequesis de niños y adultos, para que sepan enseñar con acierto y así puedan hacer más felices a quienes confían en ellos. OREMOS

5.- Por los pobres, los perseguidos, por los que se encuentran envueltos en graves conflictos en sus países o en sus familias, para que la comprensión y la caridad de todos les lleguen cuanto antes. OREMOS

6.- Por nosotros, aquí presentes en la Eucaristía, y por nuestros familiares y amigos, para que la gracia y el amor de Dios impregnen nuestras vidas. OREMOS

Señor, recibe estas plegarias que con fe, esperanza y amor te presentamos

Por Jesucristo Nuestro Señor

Amen


Es ahora el tiempo crucial, ya no hay más tiempo. Pidamos al Señor nuestra conversión, para que podamos dar fruto. Hoy repetimos:

R.- SEÑOR, CONVIERTE NUESTRO CORAZÓN.

1. – Señor, te pedimos por nuestro Santo Padre Francisco, para que sea ejemplo de laboriosidad para todos nosotros. OREMOS

2. – Señor, te pedimos por los que rigen las naciones, para que sea el amor el vínculo de unión entre ellos y hacia el pueblo. OREMOS

3. – Señor, da una nueva oportunidad a aquellos que andan extraviados y que Jesús, el Buen Pastor, los traiga sobre sus hombros. OREMOS

4. – Señor, en este día te pedimos por nuestro obispo y sacerdotes diocesanos, y por todos aquellos que trabajan en esta iglesia doméstica. OREMOS

5. – Señor, te pedimos por los enfermos y todos los que viven con ellos para que sea esa enfermedad motivo de conversión. OREMOS

6. – Señor, te pedimos por los que hoy nos reunimos en torno a tu mesa para que tu Palabra sea luz continua en nuestro caminar. OREMOS

Señor, tu lo puedes todo y estás pendiente de tu pueblo aunque no lo merezcamos. Concédenos estas necesidades si ello permite que nos acerquemos más a tu Reino.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Amen.

Comentario al evangelio – Martes XXXII de Tiempo Ordinario

Demandar a Dios

Hace unos años, un hombre de 27 años, Raphael Samuel, demandó a sus padres por haberle dado a luz sin su consentimiento. Creía que tenía derecho a no nacer. En definitiva, se trata de reclamar los propios derechos, incluso cuando las reclamaciones son un insulto a la inteligencia. Pero, ¿no hacemos nosotros reclamaciones similares, si no las mismas, ante Dios? Es como si Dios nos debiera algo. Pedro preguntó a Jesús: «Lo hemos dejado todo por ti; ¿qué nos toca?». Santiago y Juan reclamaron el derecho a sentarse a su derecha y a su izquierda. Olvidamos convenientemente que, en esencia, somos criaturas y somos nosotros quienes le debemos a Dios. Si Dios nos ha elevado a la categoría de hijos e hijas suyos, es un acto de pura gracia. Como anuncia deliciosamente Pablo: «Ahora ha aparecido la gracia de Dios». Esta gracia no la merecemos, sino que se nos da generosamente.

Paulson Veliyannoor, CMF