Catequesis para el Domingo de Jesucristo, Rey del Universo.
Archivos diarios: 15 noviembre, 2022
Lectio Divina – Martes XXXIII de Tiempo Ordinario
«Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa»
1.- Oración introductoria.
Señor, Zaqueo era un pecador y él lo sabía; pero no estaba a gusto con su pecado; le pesaba demasiado, no era feliz y buscaba encontrarse con Jesús para poder abrir su vida a un nuevo horizonte. Señor, yo también tengo pecados, pero tal vez el mayor de todos sea el que no tengo ganas de cambiar, no tengo aspiraciones de ser mejor, incluso me encuentro cómodo viviendo como vivo y no siento deseos de encontrarme vivencialmente contigo. Haz, Señor, que cambie, pero no mañana sino hoy,
2.- Lectura reposada del evangelio: Lucas 19, 1-10
“Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».
3.- Qué dice el texto.
Meditación-reflexión.
Observemos la postura de Jesús y la reacción de Zaqueo.
- Jesús le mira. Antes de que Zaqueo mirara a Jesús, Zaqueo se sintió mirado…Y, como dice San Juan de la Cruz, el mirar de Dios es amar. Se sintió amado por Jesús antes de que Zaqueo lo viera. Jesús siempre nos sorprende y nos lleva la delantera.
- Jesús le llamó por su nombre: Zaqueo baja. Qué impresión le debió de dar. Hacía mucho tiempo que nadie le llamaba por su nombre. Le decían de todo: ladrón, corrupto, sinvergüenza, malvado… Para Jesús ese hombre tiene un nombre: Zaqueo. Y, al llamarlo por su nombre, le restituye su dignidad.
- Se invitó a comer en su casa. Hoy debo hospedarme en tu casa. El invitar a uno a casa era signo de amistad, pero el invitarse a comer, sólo se hacía cuando había una enorme amistad. Zaqueo bajó loco de alegría… Notemos que Jesús no le ha dicho nada de su situación: no le ha echado en cara su pecado, no le ha exigido como condición devolver el dinero robado. Simplemente se ha dedicado a amarle y darle toda su confianza… Lo demás vendrá solo.
¿Cómo reacciona Zaqueo?
- Se pone en pie. Hacía mucho tiempo que iba encorvado, con la cabeza baja, se sentía una piltrafa de hombre. Se levanta el hombre con sus derechos, su dignidad, sus posibilidades de ser persona…
- La mitad de lo que tengo lo doy a los pobres. Y doy cuatro veces más de lo que he defraudado. Se ha dicho que, cuando Dios entra por la puerta, los dineros salen por la ventana.
- Se sintió feliz. Lo contrario del joven rico. Con Jesús había descubierto que la riqueza no da la felicidad. La felicidad no está fuera de nosotros sino dentro del corazón. No hay mayor riqueza que un corazón lleno de Dios.
Palabra del Papa
“Y Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevemos a levantar los ojos al Señor, Él siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada. Los invito, que hoy en sus casas, o en la iglesia, cuando estén tranquilos, solos, hagan un momento de silencio para recordar con gratitud y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada misericordiosa de Dios se posó en nuestra vida. Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso. Él ve esa dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma. Es nuestra dignidad de hijo. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida”. (Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2015).
4.- Qué me dice hoy a mí este texto ya meditado. (Silencio)
5.-Propósito: Hoy puede ser un buen día para mí si no dejo mi conversión para mañana.
6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.
Señor, sabemos que Zaqueo era rico, muy rico, pero le costó muy poco desprenderse del dinero cuando se encontró contigo. Con el dinero podía comprar muchas cosas: casas, campos, joyas, pero no podía comprar la paz, la alegría y la felicidad que encontró contigo. De aquí en adelante, el dinero sólo le serviría para ayudar a otros a encontrase contigo. Señor, cuando tanto me cuesta dejar el dinero, mis propiedades, mi confort, mi vida cómoda, es señal de que no me he convertido del todo, no he puesto mi felicidad en ti. ¡Ayúdame a cambiar!
Comentario – Martes XXXIII de Tempo Ordinario
Lc 19, 1-10
Jesús atravesaba la ciudad de Jericó. En esto, un hombre llamado Zaqueo, que era «El jefe de los Recaudadores de impuestos romanos» y muy rico…
Una vez más Lucas es el único evangelista que nos aporta esta página… con ella ilustra un tema que le es particularmente muy querido: la conversión de los pecadores.
En esos últimos Kms. de la «subida a Jerusalén», le agrada a Lucas contarnos esa conversión: es un caso verdaderamente difícil, y considerado desesperado. «El Hijo del hombre ha venido a salvar lo que estaba perdido.»
«¡El jefe -de los Recaudadores de impuestos Romanos!» Un hombre odiado entre todos: ¡el que colaboraba con el ejército de ocupación, el que se comprometía con los paganos idólatras, el que oprimía al pueblo sencillo enriqueciéndose a cargo de la gente humilde, el que sacaba provecho de asuntos injustos, el que hacía ostentación de su riqueza y de su lujo… el jefe de los «publícanos» de Jericó, ciudad aduanera en la que los arbitrios de las caravanas procedentes de Arabia debían dejar bonitos dividendos! Para todo el mundo, y sobre todo para los fariseos, ese «Zaqueo» era el hombre al que había que abatir, ¡el pecador definitivamente «perdido», podrido!
Trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Se adelantó corriendo y se subió a una higuera para ver a Jesús que tenía que pasar por allí.
Quiere «ver».
Este hombre, cuya vida está corroída por el dinero, está insatisfecho. Y tiene que superar varios obstáculos. La gente le estorba; no teme parecer ridículo. A toda costa quiere establecer «contacto» con Jesús. Sin que le preocupe su dignidad de jefe de la Tesorería, ¡ se sube a un árbol, ante las miradas irónicas de los que le conocen!
Levantó Jesús la vista y le dijo: «¡Zaqueo!… Baja en seguida: Hoy tengo que alojarme en tu casa». El bajó en seguida y lo recibió muy contento.
Hay que permanecer unos minutos imaginando toda esta escena, tan concreta, tan llena de vida y de movimiento: los pasos… las interpelaciones… los gestos… los rostros… la «alegría»… Jesús hubiera podido dejarle encaramado en su higuera y continuar su camino. Hubiera podido alojarse en casa de alguien más honorable. Al tomar la iniciativa Jesús sabe que está haciendo algo inusitado: un judío piadoso no debiera compartir la mesa de un «publicano» (Lucas 15, 2; 5, 30).
Al ver aquello todos murmuraban: «¡Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador!»
Jesús, que ha pedido que no se den escándalos (Lucas, 17, 1-3) él mismo no duda en escandalizar alguna vez con actitudes no conformes a la opinión corriente de su época. Había dicho un día: «Feliz el que no se escandaliza de mí.» (Lucas, 7, 23)\ ¡Jesús es «salvador» hasta lo chocante!
Zaqueo se puso en pie y le dijo al Señor: «¡Mira! la mitad de mis bienes se la doy a los pobres, y si a alguien le he sacado dinero se lo restituiré cuatro veces.»
Sin comentario. Vuelvo a leer despacio, varias veces, esas palabras.
Jesús le contestó: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, pues también él es hijo de Abraham. En efecto el Hijo el hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»
Con frecuencia Lucas notó el DÍA de HOY de la salvación: (Lucas 2, 11; 3, 22; 5, 26; 13, 32; 19, 9; 23, 43). En el DÍA de HOY Dios quiere salvarme.
Esta página es absolutamente ejemplar: se ha visto en ella la pobreza del pecador, su cooperación libre por el deseo de salir de ella, la iniciativa divina, la comida de Jesús con los pecadores, la alegría del perdón, el corazón nuevo y transformado…
Noel Quesson
Evangelios 1
Somos constructores del Reino de Dios
1.- No hay cosa que nos haga más daño que el ver que somos objeto de burla o que se ridiculiza lo que nosotros consideramos sagrado. Muchos cristianos tienen hoy día la sensación de ser perseguidos o denostados por el hecho de vivir según unos criterios y unos valores. Jesús sufrió el escarnio y la burla en el momento del tormento de la cruz. Las autoridades hacían muecas, los soldados le ofrecieron vinagre, uno de los crucificados a su lado le insultaba. Incluso habían puesto un letrero para ridiculizarlo: «Jesús Nazareno, rey de los judíos» Utilizamos sus siglas,»para más INRI», para subrayar una situación de ofensa o de humillación. Hubieran preferido que pusiera: «Este ha dicho soy el rey de los judíos». Todo era un espectáculo esperpéntico. Pero, paradójicamente El era Rey, pero su reino no es de este mundo. ¿Qué querían decir cuando le pidieron por tres veces?: «Sálvate a ti mismo», ¿acaso que hiciera un milagro para bajarse de la cruz, acaso que demostrara su poder o su riqueza, acaso una prueba para demostrar que era el Mesías? Junto a esta humillación lo que más le dolió sin duda a Jesús fue el abandono de los suyos. ¿Cómo debemos responder los cristianos cuando nos sintamos incomprendidos o acusados? Pues con las mismas armas de Jesús: el amor y el perdón. El, simplemente dijo: «Padre perdónales, porque no saben lo que hacen».
2.- Tuvo que ser precisamente un malhechor el que descubriera el reinado de Jesús, tuvo que ser en la cruz…. Algunos no lo reconocieron cuando hacía milagros y él lo reconoció crucificado en un madero. Como dice San Agustín «en su corazón creyó y con la lengua hizo la profesión de fe». Le dijo «Acuérdate de mí, Señor, cuando estés en tu reino». Esperaba su salvación para el futuro y estaba contento con recibirla tras un largo plazo de tiempo. La esperaba para largo, pero el día no se hizo esperar. El Señor le respondió: «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso. El paraíso que el buen ladrón se imaginaba tenía árboles de felicidad, por eso Jesús le dice: hoy estás conmigo en el árbol de la cruz, hoy estarás conmigo en el árbol de la salvación.
3.- Jesús reina sirviendo a toda la humanidad. Su trono es la cruz, su cetro una caña, su manto es una túnica pequeña de color púrpura, su corona es de espinas. En su reino los últimos son los primeros y los primeros los últimos. Ahora comprendemos por qué hace unas semanas nos decía el evangelio que el reino no vendrá espectacularmente, sino que está dentro de nosotros. Tú puedes ser constructor del reino si trabajas por la paz y la justicia, si eres capaz de servir como Jesús, de perdonar como El, de luchar en favor de la vida y de la fraternidad. Cristo es la cabeza del cuerpo de la Iglesia. Nosotros somos sus miembros. Todos los creyentes, no solo los actuales, sino también los que existieron antes de nosotros y los que han de existir después hasta el fin del mundo pertenecen a su cuerpo, del que El es la Cabeza. En este «Cristo total» todos los bautizados asumimos la misión y el destino de Cristo: hacer posible ya aquí la realidad del reino y esperar con confianza que un día resucitaremos con El.
José María Martín OSA
Todos somos objetores de conciencia
1.- Ante Cristo Rey, ante el verdadero Cristo Rey, todos nosotros somos objetores de conciencia. Ser seguidores, pertenecer a la milicia de un Cristo Rey que avanza por el mundo triunfante y glorioso entre sonidos de trompetas y banderas ondeantes, contra eso nuestra conciencia no nos objeta nada.
Pero ser seguidores incondicionales de un Rey que nunca tuvo Reino, ni trono, ni ejército con que defenderse, que, por no tener, ni tiene enemigos, porque ordena amarlos a todos, que niega su realeza cuando la multitud saciada de pan le quiere nombrar Rey, que reprende a sus seguidores por su ambición de mando y les dice que el que quiera tener mando entre ellos se haga esclavo de los demás.
Un Rey que si afirma tener un Reino añade que no es de este mundo, y que solo admite plenamente ser Rey delante de Pilato, apresado, maniatado, insultado.
Ante un Cristo Rey así todos somos objetores de conciencia… como Pedro que conmina al Señor diciéndole: “Quítate eso de la cabeza, Señor, esas cosas no pasarán contigo”
2.- Y, sin embargo, el Reino de Cristo recibe el marchamo de autenticidad en la cruz, donde un ladrón pide el ingreso en las filas de su Reino y un soldado romano reconoce en su muerte que “realmente era hijo de Dios”
Ciertamente que Cristo como Hijo de Dios Infinito posee en Sí mismo la majestad suprema, sobre la que no puede haber ni otro Rey ni Señor. Y precisamente por su Majestad Infinita no necesita de armiños, ni coronas, ni cetros, ni banderas, ni ejércitos, ni himnos. Todo eso lo necesitan los hombres para suplir con el boato externo lo que falta a la pequeñez de la persona.
— El Hijo de Dios sigue siendo tan Rey con un harapo por manto, una corona de espinas, un cetro de caña y un himno lleno de insultos de los judíos.
— El Señor seguirá siendo tan Señor en las tinieblas del Viernes Santo como en lo más alto de la gloria del Cielo.
— Un Señor así al que nada ni nadie puede empequeñecer, a quien nadie puede arrebatar su Reino. Un Cristo así acaba con todas nuestras objeciones de conciencia. Mirando nosotros a los reyezuelos que hemos servido nos hará exclamar, como san Francisco de Borja: “Jamás serviré a un Señor que se me pueda morir.”
3.- El Reino de Cristo está ya dentro de nosotros: Reino escondido y silencioso.
* Donde un corazón perdona a su enemigo, allí está triunfando Cristo Rey.
* Donde un enfermo acepta su enfermedad incurable, allí esta triunfa Cristo Rey.
* Donde en medio de la pena se acepta la pérdida de un ser querido, allí vence Cristo Rey.
* Donde un perseguido por su Fe y por la Justicia es alevosamente asesinado y muere en testimonio de los que siempre ha defendido, allí los ángeles gritan un viva Cristo Rey de victoria.
* Donde una persona cualquiera gasta su vida en el cumplimiento sencillo de sus obligaciones de padre o de madre, de hermano o de hermana, de hijo o de hija, allí reina Cristo Rey en el silencio y en lo oculto del alma, como triunfa Cristo Rey en el silencio y en lo oculto del Sagrario.
Que este Cristo Rey, carne de nuestra carne y hueso de nuestros huesos, que vive entre nosotros acabe con todas nuestras objeciones de conciencia.
José María Maruri, SJ
Música – Jesucristo, Rey del Universo
Entrada: Hoy sería recomendable tener una buena ambientación musical antes de la Misa,
Gloria y honor a ti. CLN A8; Lauda Ierusalem (Cantos varios), Aleluya., El Señor es nuestro Rey. CLN 515;Hacia ti, morada santa (1CLN-016);
Introito en latin: Dignus es Agnus
Misa de Angelis.
Salmo: Qué alegría cuando me dijeron y Aleluya (Propio)
Ofrendas: Christus vincit o música instrumental.
Santo: 1 CLN-I 7.
Comunión: Tu Reino es vida (1 CLN-511).Altísimo Señor (popular); Gloria y honor a ti CLN 160; Cantemos al amor de los amores (1 CLN-O 8).
Final: Himno del Jubileo: Cristo ayer y Cristo hoy (Cantos varios)
Oración de los fieles – Jesucristo, Rey del Universo
La semilla del Reino ya está entre nosotros. Ahora nos toca a nosotros la extensión de este Reino. Elevemos nuestras súplicas al Padre para que nos atienda en las dificultades de este trabajo:
R.- AYÚDANOS A EXTENDER TU REINO.
1.- Padre acompaña a tu siervo el Papa Francisco, para que nunca se canse de sembrar la semilla del Reino. OREMOS.
2.- Padre asiste a todos los gobernantes de la tierra para que como David sean pastores de sus pueblos. OREMOS
3.- Padre manda tu Espíritu a cada uno de los hogares de este mundo para que descubran que es tu Amor, el Reino que están llamados a construir. OREMOS
4.- Padre acoge con compasión a todos aquellos que sufren, dales tu consuelo y transforma sus sufrimientos en gozo. OREMOS
5.- Padre que sea la tierra ese Reino de Paz que tu Hijo vino a traer, una Paz que esté fundada sobre la justicia. OREMOS
6.- Padre que nuestra Eucaristía de hoy, que non congrega, sea oblación de alabanza y reconocimiento del poder de Tu Reino. OREMOS
Padre, escucha estas plegarias y aquellas que llevamos en nuestros corazones, no dejes de atenderlas y concede a tu pueblo todo lo necesario para construir tu Reino.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Amen.
Señor Dios Padre Nuestro, en unos tiempos confusos y difíciles, donde hay ausencia de paz y de concordia, de amor y libertad, te invocamos con amor, esperanza y fe, para que, como decimos en el Padrenuestro:”Venga a nosotros tu Reino. Y respondemos unidos:
R. – ESPERAMOS TU REINO
1.- Por toda la Iglesia de Dios para que sepa perseverar en la búsqueda de Tu Reino. OREMOS
2.- Por el Papa Francisco para que con su conocimiento profundo de las cosas de Dios sepa mostrar el camino indeleble hacia el Reino. OREMOS
3.- Por los gobernantes de todos los países de la tierra para que lleven a las gentes que gobiernan hacia la paz y la concordia. OREMOS
4.- Por los educadores de primaria, por los catequistas de los más pequeños para que sepan, con alegría, mostrar el Reino a los que empiezan. OREMOS
5.- Por los pobres, los enfermos, los ancianos, los solitarios, los abandonados, lo que no tienen casa, para que la llegada, inminente, del Reino de Dios, cure todas sus heridas. OREMOS
6.- Por todos nosotros, unidos en esa plegaria universal que es la Eucaristía de todos los domingos, para que sepamos reconocer que el Reino ya está dentro de nosotros. OREMOS
Acepta, Creador y Rey del Universo, las plegarias que con fe te presentamos
Por Jesucristo Nuestro Señor
Amen.
Comentario al evangelio – Martes XXXIII de Tiempo Ordinario
Zaqueo estaba ansioso por ver a Jesús, pero no podía hacerlo debido a la multitud. Así que tuvo que subirse a un árbol y vislumbrar a Jesús. El resto es historia. Formar parte de una multitud nos ayuda a sentirnos uno con los demás y a formar parte de una realidad mayor. Sin embargo, también puede impedirnos un encuentro personal. Las multitudes pueden ser manipuladoras y conducir al «pensamiento de grupo», impidiéndonos una verdadera visión de la realidad. Esto también puede aplicarse a las cuestiones de fe. Aunque es esencial y útil formar parte de un grupo, también es necesario tomarse un «tiempo libre» para dedicarlo a la oración, la reflexión y el encuentro personales. Hay que encontrar a Dios tanto en la comunidad como en la cámara sagrada del alma. ¿Qué tan difícil ha sido para ti retirarte del ajetreado mundo de tu vida y pasar algún tiempo -un día o una semana- a solas con el Solo?
Paulson Veliyannoor, CMF
Meditación – Martes XXXIII de Tiempo Ordinario
Hoy es martes XXXIII de Tiempo Ordinario.
La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 19, 1-10):
En aquel tiempo, habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa». Se apresuró a bajar y le recibió con alegría.
Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador». Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo». Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido».
El precioso relato evangélico de hoy lo hemos escuchado hace unas semanas en el evangelio del domingo. Es de los que confortan e infunden alegría y esperanza.
Zaqueo es uno de los prototipos de pecador en la sociedad judía de su tiempo. Jefe de publicanos (cobradores de impuestos) y muy rico (cobrando más de lo estipulado en los impuestos), estaba descalificado por definición por los poderes religiosos de su pueblo.
Ocurre que Jesús llega a su pueblo, Jericó, y él tiene verdadero deseo de verlo. Así que, a pesar de que es bajito y Jesús está rodeado de una masa de gente que le impide verlo, encuentra la solución subiéndose a un árbol bajo el cual iba a pasar Jesús.
Y aquí recibe Zaqueo la gran noticia de ese día: “Baja de prisa, que necesito quedarme en tu casa”.
Jesús va más allá de lo que el autor del Apocalipsis nos decía en la primera lectura: “Estoy a la puerta y llamo”. No sólo está a la puerta, sino que se autoinvita para hacerse presente en nuestra casa y cambiar radicalmente nuestra vida.
Zaqueo lo recibe lleno de alegría y, ante las murmuraciones de la gente que veían con malos ojos que Jesús entrara a casa de un pecador, pone de manifiesto públicamente la transformación que se da en su vida con la llegada de Jesús a ella: va a compartir su fortuna, que ya no es su “riqueza”.
El relato termina con una frase de Jesús, aplicable no sólo a Zaqueo, sino a todos cuantos consienten en vivir esta experiencia de las formas más variadas, a lo largo de los tiempos: “HOY ha sido la salvación de esta casa… porque el hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido”
¿Qué mejor noticia podemos recibir?
Liturgia – Martes XXXIII de Tiempo Ordinario
MARTES DE LA XXXIII SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria
Misa de la feria (verde)
Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.
Leccionario: Vol. III-par.
- Ap 3, 1-6. 14-22. Si alguien escucha la puerta, entraré en su casa y cenaré con él.
- Sal 14. Al vencedor le concederé sentarse conmigo en mi trono.
- Lc 19, 1-10. El Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Antífona de entrada Sal 46, 2
Pueblos todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo.
Monición de entrada y acto penitencial
El mes de noviembre es un mes dedicado tradicionalmente a rezar por las almas del purgatorio. Nosotros hoy, siguiendo esta piadosa y venerable costumbre de la Iglesia, ofreceremos a Dios nuestro Señor el Sacrificio de la Eucaristía por el eterno descanso de los fieles difuntos, para que gocen todos ellos de la luz y de la felicidad que no tienen fin.
Y para celebrar dignamente estos sagrados misterios, pidamos perdón a Dios por nuestros pecados.
• Tú, el primero y el último. Señor, ten piedad.
• Tú, que vives para siempre. Cristo, ten piedad.
• Tú, que tienes las llaves de la vida y de la muerte. Señor, ten piedad.
Oración colecta
OH Dios,
Creador y Redentor de todos los hombres,
concede a tus siervos el perdón de sus pecados,
para que consigan, por medio de nuestras súplicas,
la misericordia que siempre desearon.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Oración de los fieles
Sabiendo que Dios escucha siempre al que se acerca a Él con un corazón humilde, elevémosle nuestras plegarias por todas nuestras necesidades.
1.- Por la Iglesia; para que sea signo de esperanza en un mundo herido por la violencia, la secularización y el hedonismo. Roguemos al Señor.
2.- Por las comunidades cristianas; para que el Señor suscite en ellas nuevas vocaciones que le glorifiquen. Roguemos al Señor.
3.- Por nuestros gobernantes; para que acaben con la corrupción y den serenidad y garantías a todos los hombres de nuestra patria. Roguemos al Señor.
4.- Por los fieles difuntos; para que Dios les conceda el gozo y la paz del descanso eterno. Roguemos al Señor.
5.- Por todos los que participamos de la Eucaristía; para que, con espíritu humilde y corazón pobre, reconozcamos su salvación. Roguemos al Señor.
Oh Dios, que no haces acepción de personas, escucha nuestra oración y abre nuestros ojos a la luz de la fe, para que podamos glorificar tu nombre. Por Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las ofrendas
OH, Dios,
que actúas con la eficacia de tus sacramentos,
concédenos que nuestro ministerio
sea digno de estos dones sagrados.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 102, 1
Bendice, alma mía, al Señor y todo mi ser a su santo nombre.
Oración después de la comunión
SEÑOR,
que nuestras súplicas ayuden a tus siervos,
para que les purifiques de toda culpa por este sacrificio,
y los hagas partícipes de la salvación eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.