Lectio Divina – Miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario

No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza

1.-Oración introductoria.

Señor, hoy me acerco con cierto miedo a leer tu evangelio. Nos habla de cárceles, de odios, de muertes. Pero hay una palabra tuya que me da mucha paz. “No perecerá ni un cabello de vuestra cabeza”. Detrás de todos males, de todos los atropellos, de toda muerte, hay un Dios Padre que cuida con amor no sólo a sus criaturas sino a lo más pequeño de ellas: sus cabellos. Me emociona un Dios tan grande, creador de todas las galaxias, cuidando un cabello de mi cabeza. Señor, que siempre confíe en Ti.

2.- Lectura reposada del evangelio. Lucas 21, 12-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

Las palabras de este evangelio nos asustan a los cristianos:“seréis odiados por causa de mi nombre”. No somos odiados por el hecho de ser hombres, sino por el hecho de ser cristianos. Nos preguntamos:   ¿Qué hace mal un cristiano para ser odiado? El cristiano es un seguidor de Jesús que “pasó por la vida haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo” (Hech. 10,38). Un  cristiano es una persona que se levanta por la mañana con este programa: hacer todo el  bien que pueda a la gente. Levantaré al que está caído;  alegraré la vida del que está triste; acompañaré al que se siente solo; incentivaré al que está a punto de perder la esperanza. Y todo esto que yo lo he recibido gratis de mi Señor Jesucristo, lo daré también gratis. Si el cristiano hace todo esto, ¿por qué es perseguido? Porque, lamentablemente, también hay personas que, haciendo mal uso de su libertad,  obran lo contrario: se levantan pensando a quién  pueden hacer el mayor daño posible; a quién  pueden destrozar la vida; a quién  pueden dar mayor sufrimiento…Y esto sin importarles nada si ese mal se lo hacen a mayores o a niños; a jóvenes o ancianos. Todo ese inmenso mal que se produce en el mundo cada día, ¿Quién lo puede salvar? ¿Quién lo puede redimir?  ¿Quién lo puede reciclar? ¡Sólo el amor! En la Cruz, Jesús aparece como una inmensa hoguera que arde en llamaradas de amor. Bella y hermosa la tarea de los cristianos, seguidores de Jesús: “Vencer el mal a fuerza de bien” (Ro. 12,21).

Palabra del Papa

“El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de su cabeza”. ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios! Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia. En este momento pienso y pensamos todos, hagámoslo juntos, pensemos en tantos hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos! Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo”. Los saludamos de corazón y con afecto (S.S. Francisco,  Ángelus del 17 de noviembre de 2013).

4.- Qué me dice hoy a mí este evangelio ya meditado. (Silencio)

5.- Propósito. Todo lo que ocurra en este día, aunque me haga sufrir, lo venceré con amor.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de su Palabra. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Señor, yo no me puedo conformar con ser uno más, uno del montón, uno que gasta su vida sin hacer nada de provecho para los demás. Tal vez así, sin  complicarme la vida, podría vivir sin ser perseguido; pero yo quiero vivir como cristiano, No quiero limitarme a no hacer el mal, quiero implicarme en hacer el bien. Así tendré ocasión de dar  testimonio de Ti ante el mundo. Y, sobre todo, quiero vivir cobijado bajo la bondad de un Dios que está tan pendiente de mí que es capaz de contar hasta el último de mis cabellos. ¡Gracias, Dios mío!

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Comentario – Miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario

Lc 21, 12-19

Os echarán mano y os perseguirán; os llevarán a las sinagogas y os meterán en la cárcel.
Jesús anuncia que sus discípulos serán perseguidos, antes de la destrucción de Jerusalén y del Templo.

Cuando Lucas escribía su evangelio, ¡eso ya había sucedido! «Pedro y Juan hablaban al pueblo… El jefe del Templo y los saduceos fueron hacia ellos. Les echaron mano y los metieron en la cárcel hasta el día siguiente», cuenta el mismo san Lucas en los Hechos de los Apóstoles (4,1-3; 5, 18; 8, 3; 12, 4). «Los magistrados de la ciudad de Filipos

dieron orden de que quitaran la ropa de Pablo y de Silas y los apalearan. Después de molerlos a palos los metieron en la cárcel.» {Hechos 16, 22)

Los apóstoles habían pedido señales. Una es ésta: la persecución. La espera del final de los tiempos es una prueba. Esto es lo que predijo Jesús… y no la fecha del fin del mundo.

Os harán comparecer ante Reyes y Gobernadores a causa de mi Nombre.

El Nombre. Jesús, que es:

Signo de contradicción. Nombre que se escarnece. Nombre que se rechaza. El «nombre» es símbolo de la persona. Los mismos apóstoles, que sabían todas esas cosas, porque ya Jesús les había anunciado que sucederían, algunos años más tarde «saldrán del Gran Consejo contentos de haber merecido aquel ultraje por causa del nombre de Jesús (Hechos 5, 41)

Sin embargo, a ellos igual que a nosotros no les gustaban los ultrajes ni tampoco el sufrimiento. Entonces, ¿por qué estaban tan contentos?

Así tendréis ocasión de dar Testimonio.

La persecución es una suerte, un gozo, porque es una ocasión de anunciar la «buena nueva» de Jesús, es una evangelización.

San Pablo repetirá a menudo cuan útiles fueron para él sus encarcelamientos para evangelizar: era un medio paradógico de dirigirse a las más altas autoridades de la época. Paganos influyentes oían así hablar de Cristo: Agripa II (Hechos26,1)… Los procuradores Galión en Corinto(Hechos 18,12), y Félix, y Festo en Cesárea (Hechos 24,1 ;25, 1)… y los jueces y los guardias de la cárcel. «Se ha hecho público en todo el Pretorio que me hallo en cadenas a causa de Cristo» (Filipenses 1, 12)

¿Tengo yo ese mismo optimismo? ¿Sé yo aprovechar algunas situaciones, aparentemente desfavorables, como una ocasión propicia para anunciar la buena nueva?

Testimoniar. Ser testigo.

¡Presentarme como testigo de la defensa en el proceso que el mundo de hoy, y de todas las épocas, hace a Jesús!

Por tanto, meteos en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa: yo mismo os inspiraré palabras tan acertadas que ningún adversario os podrá oponer resistencia ni contradeciros.

¡Pues sí! En ninguno de los tribunales de Imperio, ¡nadie entendía nada! Quedaban muy asombrados, «porque se trataba de hombres sin instrucción» (Hechos 4, 13) Los primeros cristianos no eran, en absoluto, sabios teólogos. Y los judíos cultivados en el helenismo se preguntaban de dónde venía a Esteban su sabiduría. (Hechos 6, 10) Lucas, que escribe esas frases en plena persecución, nos hace partícipes de ese optimismo sensacional de los primeros testigos de la Iglesia primitiva.

Todos seréis detestados por causa de mi Nombre. Pero ni un solo cabello de vuestra cabeza se perderá. ¡Con vuestro aguante y perseverancia conseguiréis La Vida!

Perseverancia. Paciencia. Gozo, a pesar de todo.

¿Estoy yo convencido que yendo hacia mi «fin» voy hacia la «Vida»?

Noel Quesson
Evangelios 1

Me gusta el Adviento

1.- Comenzamos el año litúrgico. Iniciamos el año cristiano con todo lo que debe de suponer de renovación para nuestra vida cristiana. El adviento, por lo menos para mí, es como una nueva oportunidad que Dios nos da para entender y comprender, asimilar y celebrar el gran acontecimiento que ha marcado el rumbo de gran parte de la humanidad: el Nacimiento de Jesús. El adviento es una especie de “repesca” por parte de Dios de aquellos que nos resistimos a verle en las luchas de cada jornada, en las cruces y en las sombras de nuestra existencia. Es un actualizar, como si fuese hoy aquel entonces, el primer adviento que fue el anuncio, de la primera navidad.

En el contexto de secularismo, laicismo, aconfesionalidad, etc., tan feroz en que nos encontramos más de uno y de dos quisiéramos prodigios y milagros espectaculares que avalasen nuestras tesis, que hiciera más razonable nuestra fe y más demostrables nuestros sentimientos.

2.- Jesús, simplemente, nos invita a que su llegada sea para nosotros motivo de serenidad y de paz, de preparación y de esperanza, de sosiego y de luz.

El 14 de abril de 1912 el Titanic, una lujosa embarcación de 44.000 toneladas, se hundía en su viaje inaugural por el Océano Atlántico. Más de 1500 personas murieron después que un vigía divisara desde la torre un iceberg inesperado y gritara: ¡iceberg a la vista! Era ya demasiado tarde.

Con Jesús pasa tres cuartos de lo mismo. En cualquier amanecer o en el día menos insospechado se presentará en medio de nosotros. Su llegada, ciertamente, causará sorpresa en unos o entusiasmo en otros tantos. Pero al contrario de aquel iceberg, y esa es la diferencia, su aparición será un motivo de alegría y no de muerte aunque su nacimiento deje, en las próximas navidades, indiferente a más de uno.

Mientras tanto; ¿qué hacemos en ese compás de espera? La respuesta nos la trae la lectura de San Pablo: “que rebosemos de amor”. Pero, hasta entonces, ¿habrá vigilantes que nos griten: ¡Cristo a la vista!? ¿Estaremos todos tan distraídos y acomodados en los “camarotes” de nuestra rutina que, tal vez, ni nos demos cuenta que El llega?

3.- ¡Necesitamos estar y ser vigilantes!

-Para escuchar las pisadas de Aquel que viene y percatarnos de su presencia

-Para estar en tensión y vivir los próximos días navideños de diferente manera

-Para dar de beber a nuestro interior algo más que un simple licor

-Para saborear estos aledaños navideños con alegría y esperanza

-Para despertar de nuevo, vigilar los caminos de nuestros días y darles un esplendor optimista a la luz de la Fe

-Para remarcar el auténtico espíritu de las fiestas que se acercan y defenderlas frente al secularismo y consumismo que todo lo invade

-Para analizar lo negativo en el horizonte de nuestra trayectoria y reorientarla hacia el pesebre

-Para no hundirnos bajo el peso de tanto acontecimiento triste y negro que nos hace sentir esclavos de la violencia, del desasosiego, del estrés, de la desesperanza, de la hartura y del pesimismo

4.- Adviento; es posible cambiar nuestro mundo con la fuerza del amor que nos trae Jesús

*Adviento; es un reloj que marca las horas de lo que está por llegar: Jesús

*Adviento; llamada a esperar a Dios y contemplar su rostro aún en medio de la oscuridad

*Adviento; es tiempo de vivir, ya desde ahora, la Buena Noticia que se nos dará en Belén

*Adviento; es no dejar que se hunda nuestra vida en las pequeñas miserias y en el gran océano de la incredulidad y de la frialdad religiosa

*Adviento; es, ciertamente, ir hacia Aquel que viene sin perder el rumbo de nuestro viaje.

5.- Demos gracias a Dios porque cumple lo que promete. Porque salva siempre. Porque habla de mil modos y maneras, con muchos signos, palabras y silencios.

–Demos gracias a Dios porque nos pide algo tan sencillo como poner a punto nuestra vida…estar vigilantes para que El no pase de largo. ¡De cuántos pasará de largo en la Navidad porque, de El, pasarán también de largo!

–¡Rompamos y fundamos tantos grilletes y cadenas que nos mantienen permanentemente maniatados y sin aliento! ¡Cuántos de nosotros nos sentimos presos tras las rejas del mundo!

Me gusta el Adviento, entre otras cosas, porque Dios se hace tremendamente cómplice, libertador y cercano a nosotros.

Javier Leoz

Recuperemos la esperanza

1.- El tiempo de Adviento es un canto a la esperanza, no al pesimismo. En la Carta a los Romanos se nos dice que la salvación está cerca. El juicio es para la salvación, no para la condenación. El libro de Isaías nos habla de un nuevo orden mundial en el que «de las espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas». ¿Pero cuándo sucederá esto? A veces nos cansamos de esperar, nos derriba la impaciencia. Jesús nos pide en este domingo que estemos preparados en vela, para «el día del Señor». No se trata de la destrucción, el día del Señor significará la inauguración de los tiempos nuevos, tiempos mesiánicos en el que reinará «la paz», el don de todos los dones (salmo 121).

2. – La esperanza es una virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como realización plena de nuestro proyecto personal y comunitario, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Esperanza es tener certeza de que Dios tiene cuidado del mundo y lo ama. Se manifiesta en la paz que produce y en la confianza de que el mundo entero y nuestra vida están en buenas manos, pues Dios tiene un designio de bondad para cada hombre. No es algo vulgar el optimismo, verlo todo de color de rosa. Abraham es modelo de esperanza: «esperando contra toda esperanza creyó y fue hecho padre de muchas naciones» (Rom 4, 18). Isaías es el profeta de la esperanza «Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor». En Adviento hay otros personajes de la esperanza: San Juan Bautista, Santa María de la Esperanza y San José de la Esperanza: dice el Evangelio que le costó comprender lo que Dios le pedía, «pero hizo lo que le había dicho el ángel». Nuestra esperanza se fundamenta en Jesucristo, el Enmanuel, «Dios con nosotros». El es nuestra justicia, el Príncipe de la Paz.

3. – Juan Pablo II en la «Nuevo Milenio Ineunte» nos invita a caminar con esperanza. No es fácil, a veces, tener esperanza:

—Se apagan las luces ante imágenes terribles como el 11 M, o la matanza de la escuela de Beslán. Y nos acostumbramos, lo peor es acostumbrarse…..

—Nos desalentamos y nos sentimos incapaces e inseguros. ¿Qué podemos esperar ante las decisiones de los poderosos?

—Es difícil caminar con esperanza en una cultura desmotivada, escéptica, donde los soñadores reciben palo tras palo.

—Ante la velocidad y el vértigo de nuestras vidas, sólo pensamos en el presente: el fin de semana, el partido del domingo.

–El pesimismo, la cobardía, la autosuficiencia, el escepticismo, el vivir mirando sólo el presente, el quejarse de todo, el fatalismo, el quererlo todo ya y no tener paciencia.

4. – Es en este mundo donde tiene que brillar la esperanza cristiana. Dice un proverbio: «Si uno sueña solo, es sólo un sueño; si sueñas con otros es el amanecer de una nueva humanidad. Recuperemos las razones para la esperanza:

–La conciencia ciudadana universal que exige un cambio: «otro mundo es posible»

–El movimiento cívico universal en favor de la justicia y de la paz.

–El voluntariado, sobre todo de los jóvenes, fruto de la solidaridad.

–Los esfuerzos para humanizar la globalización.

Seamos hombres y mujeres, esperanzados y esperanzadores. Jesucristo es el fundamento de nuestra esperanza. Es la hora de recuperarla.

José María Martín OSA

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Estad alerta para no ser sorprendidos – Mateo 24, 37-44

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: – Lo que pasó en tempo de Noé, pasará cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucedrá cuando venga el Hijo del Hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre

Explicación

Hoy Jesús nos avisa: Estad despiertos y espabilados y permaneced atentos, pues yo llegaré en cualquier momento, de repente, como pasó cuando el diluvio que nadie se lo esperaba, y si estáis distraídos no os daréis cuenta y pasaré de largo.

Evangelio dialogado

Te ofrecemos una versión del Evangelio del domingo en forma de diálogo, que puede utilizarse para una lectura dramatizada.

PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO – CICLO”A”

NARRADOR: Las personas a menudo se olvidan de Dios, sus vidas se vuelven tristes, sin sentido. Ya no sueñan, ni desean lo mejor: están cansados. Y por eso Jesús decía a sus discípulos:

JESÚS: ¿Recordáis lo que pasó en tiempos de Noé?

NARRADOR: Jesús se refería a cómo había poca gente que cumpliera con su obligación. No les gustaba trabajar, ni estudiar. Eran mentirosos, ladrones, se peleaban, decían palabrotas. ¡Total, un asco de personas! Jesús insistió:

JESÚS: ¿Y qué sucedió?

APOSTOL 1º: Que cuando menos lo esperaban… ¡Llegó el diluvio y se los llevó a todos!

NARRADOR: En efecto, sólo Noé y su familia se portaban como es debido; ellos eran los únicos responsables. Por eso, Jesús, les dijo a todos con energía:

JESÚS: Pues vosotros debéis hacer lo mismo.

NARRADOR: Los apóstoles empezaron a preocuparse y, uno tras otro, se preguntaron:

APOSTOL 1º: ¿Es que vendrá otro diluvio?

APOSTOL 2º: ¿Y hemos de estar pendientes siempre a ver si viene?

NARRADOR: Jesús, con paciencia, les aclaraba todas las cuestiones y les dijo:

JESÚS: No he dicho eso, pero debéis actuar y comportaros siempre como si llegase vuestro Señor.

NARRADOR: A los apóstoles les resultaba todo aquello muy complicado. Por eso uno se atrevió a decir:

APOSTOL 1º: Maestro, ¡nos pides demasiado!

APOSTOL 2º: Además… ¡Nosotros somos pequeños y te seguimos!

NARRADOR: Jesús puntualizó y dijo con energía:

JESÚS: Lo digo para todos: pequeños y mayores… ¡Estad atentos! ¡Velad!

NARRADOR: Los Apóstoles veían lo imposible que era estar siempre atentos, sin distraerse. Veían que con frecuencia se descuidaban un poco de sus obligaciones. Jesús les alertaba y decía:

JESÚS: Comprended que si supiera el dueño de la casa a qué hora llega el ladrón, vigilaría y no se dejaría robar. Así que … ¡Vigilad!

NARRADOR: Los Apóstoles vieron que Jesús hablaba bien en serio. Entendieron, que no tenían más remedio que hacer lo que el Maestro mandaba: ¡Vigilar, estar despiertos! Y Jesús les aclaró:

JESÚS: Yo os digo que podéis cumplirlo, y que es la única manera para ser completamente felices.

NARRADOR: En el fondo, no es tan mala cosa lo que les pedía. Hace que te mantengas despierto. Y así aprovechas bien cada instante de tu vida. Plenamente convencidos comenzaron a proclamar todos juntos, a una, con Jesús:

APÓSTOLES: ¡Mirad! ¡Vigilad! Pues no sabéis cuándo es el momento.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario

Superar el miedo

¿Cuál es el mandato más repetido y persistente de Dios en las Escrituras? Supongo que es el mandato de no preocuparse. Cada vez que Yahvé o un ángel del Señor se aparece a un ser humano, sus primeras palabras son «No tengas miedo». Después de la resurrección, estas palabras se convierten en una garantía más positiva: «La paz sea con vosotros». Casi todos los actos humanos de maldad surgen de un miedo muy arraigado. En el Evangelio de hoy, hablando de las persecuciones que esperan a sus discípulos, Jesús les dice que no se preocupen, sino que confíen en él. Para un alma que se ha confiado en las manos de Dios, nada puede ser una tragedia. Jesús mismo nos ha dado el ejemplo, al encomendar su espíritu en las manos de su Padre, desde la cruz. Quien pueda dejarse caer así en la confianza, encontrará anulada la ley de la gravedad y se encontrará en las palmas de Dios.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Lucas (Lc 21, 12-19):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Os echarán mano y os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y cárceles y llevándoos ante reyes y gobernadores por mi nombre; esto os sucederá para que deis testimonio. Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros, y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza. Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Duro, muy duro, es el panorama que indica Jesús a sus discípulos: persecuciones, cárceles, traiciones de padres, parientes, hermanos, matanzas, odios…Aunque a algunos seguidores de Jesús les ha tocado sufrir de esta manera, no a todos sus seguidores a lo largo de la historia les ha tocado, nos ha tocado, padecer estas desdichas. Pero sí es verdad que a lo largo de estos XXI siglos de cristianismo siempre ha habido adversarios y enemigos de los cristianos. El primer ejemplo lo tenemos en Jesús que fue ajusticiado injustamente en una cruz. Pero a todos los cristianos nos espera lo que le sucedió a Jesús después de su muerte, nos espera la resurrección a una vida de total felicidad, porque en medio de todas nuestras diversas circunstancias vitales, Jesús nunca nos dejará de su mano y “ni un caballo de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas”… y resucitaremos a una vida de total felicidad y para siempre. 

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.

Liturgia – Miércoles XXXIV de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA XXXIV SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-par.

  • Ap 15, 1-4. Cantaban el cántico de Moisés y el cántico del Cordero.
  • Sal 97. Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios omnipotente.
  • Lc 21, 12-19. Todos os odiarán a causa de mi nombre, pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá.

Antífona de entrada          Cf. Sal 27, 8-9
El Señor es fuerza para su pueblo, apoyo y salvación para su Ungido. Salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad, sé su pastor por siempre.

Monición de entrada y acto penitencial
Nuevamente nos hemos reunido, convocados por Cristo, para celebrar nuestra fe. Hemos recibido la fe y tenemos el compromiso de que sea luz para la humanidad, porque Dios nos quiere activos y entregados.

Por eso ahora, comencemos la celebración de la Eucaristía reconociendo que en el seguimiento de Jesucristo a menudo somos infieles; pidiendo por ello el perdón y la misericordia de Dios.

• Tú, que quieres que todos los hombres se salven. Señor, ten piedad.
• Tú, que te ofreciste al Padre en sacrificio por nosotros. Cristo, ten piedad.
• Tú que enviarás tus ángeles para reunir a los elegidos. Señor, ten piedad.

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
que desbordas con la abundancia de tu amor
los méritos y los deseos de los que te suplican,
derrama sobre nosotros tu misericordia,
para que perdones lo que pesa en la conciencia
y nos concedas aun aquello que la oración no menciona.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Oración de los fieles
Presentemos, hermanos, todas las intenciones que llevamos dentro del corazón a Dios Padre, que nos llama a una vida sin fin.

1.- Para que la Iglesia muestre con sus actitudes el rostro de Dios que sale al encuentro del hombre y quiere vivir en intimidad con cada uno. Roguemos al Señor.

2.- Para que el Señor suscite en el seno de la Iglesia vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras que den fe de la salvación universal. Roguemos al Señor.

3.- Para que los que tienen en su mano el gobierno de nuestra patria no se dejen seducir por los falsos atractivos del poder y la ambición. Roguemos al Señor.

4.- Para que los enfermos y quienes los cuidan encuentren en Cristo paciente consuelo y fortaleza, y experimenten el gozo de la salvación. Roguemos al Señor.

5.- Para que nosotros, que nos alimentamos de Jesús Eucaristía, adquiramos un corazón sensato y vivamos en constante acción de gracias. Roguemos al Señor.

Dios y Padre nuestro, que tienes contados hasta los cabellos de nuestra cabeza, concede a tu pueblo aquellos dones que te pide y danos fuerza para dar en todo momento testimonio de ti. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor,
este sacrificio de reconciliación y alabanza
y concédenos que, purificados por su eficacia,
te ofrezcamos el obsequio agradable de nuestro corazón.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 144, 15
Los ojos de todos te están aguardando, Señor; tú les das la comida a su tiempo.

Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Dios todopoderoso,
que nos alimentemos y saciemos en los sacramentos recibidos,
hasta que nos transformemos en lo que hemos tomado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.