La paz que trae María Madre

1. – La misa del primer día del Año Nuevo está dedicada a Santa María, Madre de Dios. También en esta fecha se celebra la Jornada de la Oración por la Paz. Para ella El Papa Benedicto ha escrito un discurso que tiene como título: “La libertad religiosa, camino para la paz”, que, sin duda, es muy expresivo y marca el slogan de la jornada. Pero además es que la ausencia de libertad religiosa está siendo una fuente renovada de conflictos, cada vez más crecientes. A María de Nazaret, que además preside la celebración de este primer día del año, le pedimos su potente intercesión para que en el mundo tengamos paz. Y que si es posible que no sean las religiones las causas principales de discordias y violencias.

2. – Tiene un especial significado dedicar la primera celebración litúrgica del año a María. San Pablo alude a la venida del Hijo de Dios, nacido de mujer: María. Y es María, según en el relato de San Lucas, quien recibe el testimonio de alegría de los pastores que obedecieron el mensaje de los ángeles. María sin entender muy bien lo que está ocurriendo los medita todo ello en su corazón. A lo largo de toda su vida la Madre de Jesús repetirá esa observancia silenciosa de la realidad del Hijo de Dios. Es difícil –por no decir imposible– separar de la Redención, el paso salvador de Cristo por la tierra, la figura y los sentimientos de María.

3.- Pienso que María, en esta mañana, nos mirará con indulgencia a esa gran mayoría de personas que, sin duda, llegaremos al templo sin haber dormido mucho y tras celebrar alegre y ruidosamente la llegada del nuevo año. No será María quien esté en contra de cualquier manifestación de sana y gran alegría. Aunque cada uno es libre para organizar su vida como quiera –diríamos como cristianos que lo único, no permisible, es el pecado—parece más que pertinente dedicar tiempo a las celebraciones de estas fiestas.

4.- El nacimiento de Jesús nos llenaba de una alegría profunda, porque Jesús se había hecho presente en nuestras vidas. Y ahora queremos reiterarla al referirnos a las celebraciones del Año Nuevo. El viejo dicho teresiano de que «un santo triste es un triste santo», podría aplicarse a nosotros –rebajando, claro, la condición de santos, que no lo somos– y decir así que un cristiano triste es triste cristiano. No es el cristianismo una religión de tristes y atormentados. Es bueno aprovechar las ocasiones adecuadas para desbordar nuestra alegría en compañía de familiares y amigos.

3. – Aludía al principio a la Jornada de la Paz. Y hay que decir que el cristiano solo puede ser pacífico y hasta pacifista. Debe construir la paz. El mensaje está en las bienaventuranzas. Y es importante que este primer día del año 2011, dedicado a la Santísima Virgen, le pedimos a ella por la paz. Por una paz completa y total que recuerde a las profecías de Isaías. Eso no debe ser una utopía. Y sí una realidad posible. Recemos, hoy día 1, por la paz de todos. En el mundo, en las naciones, en las ciudades, en los barrios, en las familias. Los ángeles de la Nochebuena nos lo dijeron claramente: «… y paz a los hombres que ama el Señor»

Ángel Gómez Escorial

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Lectio Divina – Día VII de la Octava de Navidad

La palabra se hizo carne y habitó entre nosotros

Invocación al Espíritu Santo:

Espíritu de amor, ven e ilumina mi entendimiento y abre mi corazón para comprender el mensaje de Dios que por medio de la Palabra encarnada me quiere transmitir. Para así saber vivir el Evangelio y ser un auténtico cristiano.

Lectura. Juan capítulo 1, versículos 1 al 18.

En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios. Ya en el principio Él estaba con Dios. Todas las cosas vinieron a la existencia por Él y sin Él nada empezó de cuanto existe. Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba; el mundo había sido hecho por Él y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron; pero a todos los que lo recibieron les concedió poder llegar a ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre, los cuales no nacieron de la sangre, ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre, sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros. Hemos visto su gloria, gloria que le corresponde como a Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Lectura. Juan el Bautista dio testimonio de Él, clamando: “A éste me refería cuando dije: ‘El que viene después de mí,tiene precedencia sobre mí, porque ya existía antes que yo’ “.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia. Porque la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás. El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha revelado.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

Lo que comúnmente es conocido como el prólogo del cuarto evangelio es, en realidad, un antiguo himno cristiano, a modo de villancico navideño, que expresaba y celebraba la fe de la comunidad joánica en Cristo como Palabra eterna de Dios, su origen intemporal, su categoría divina, su influencia en el mundo y en la historia. El evangelista lo adoptó, pero al mismo tiempo introdujo en él una serie de modificaciones que matizan y completan la profunda teología de dicho himno.

Meditación:

Hoy la Iglesia presenta a todo el mundo su grande y único tesoro: Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, como un niño indefenso. Todos tenemos urgencia de encontrarnos con Él. Las generaciones lo esperaban con ansia. Grandes signos acompañaban su venida. En torno a su cuna se dan cita las virtudes de la humildad, de la sencillez y de la pureza. La riqueza y la pompa del mundo, sin embargo, no lo descubrieron. Por eso, su nacimiento es una fiesta vivida entre contradicciones.

Al hacerse hombre, el Hijo de Dios manifiesta su inmenso amor hacia nosotros, ¡verdaderamente sus planes son grandiosos! Esa grandiosidad no la puede descubrir el mundo con sus criterios de placeres fáciles, sus sueños de honra y de poder.

Porque todo parece suceder en contra de los cálculos humanos: La virginidad de María, en vez de condenarla a una vida estéril, la hace fecunda. Los auxilios especiales de Dios salvan a José de sus dudas al respecto. Imprevisiblemente María y José se tienen que ir a Belén, ciudad natal de José. A pesar de estas circunstancias tan desagradables, que además no les permiten encontrar lugar en el mesón, se va cumpliendo el plan de Dios – como si nada lo pudiera detener: el Hijo de Dios quiere nacer entre la paja y las bestias del campo; su comité de ingreso lo forman algunos pastores.

Todo ello es una señal inequívoca de que nuestro Dios ama de un modo muy especial a los más desamparados y olvidados, a aquellos cuya única riqueza es Dios. Quería darles la seguridad de su cercanía.

Al hacerse niño, Jesucristo se jugó el todo por el todo. No vino para que otros le sirvieran, sino para enseñarnos desde el primer momento de su vida, cómo se ama, cómo se sirve y cómo se perdona. Así nos redimió.

Oración:

Señor que no sea siego a tu Palabra, al conocimiento de Cristo quien nos ha mostrado tu imagen al venir al mundo para darnos la salvación.

Contemplación:

El nombre de Jesús significa que el Nombre mismo de Dios está presente en la Persona de su Hijo hecho hombre para la Redención universal y definitiva de los pecados. Él es el nombre divino, el único que trae la salvación y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a todos los hombres por la Encarnación de tal forma que no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debemos salvarnos (Catecismo de la Iglesia Católica numeral 432).

Oración final:

Jesús, contemplar el misterio de la Navidad me confirma el gran amor que tienes por cada uno de nosotros. Me doy cuenta de que Tú viniste al mundo para amar y para enseñarme a amar. Ayúdame a vivir como Tú en la entrega generosa y delicada a los demás, que mi actitud sea como la de los pastores, que corra presuroso a procurar el bien en todos y en cada uno de los miembros de mi familia.

Propósito:

Trataré de dar testimonio de la venida de Cristo, por medio de mis obras y de mi amor al prójimo.

¡Con buen pie!

En estas fechas, y porque el tiempo discurre imparable como el curso de un río, nos deseamos todo lo mejor. Intentamos mudar de hábitos, de forma de ser, restablecer amistades perdidas, entrar con buen pie –en definitiva- en esta oportunidad que Dios nos da con abundancia de días en el año nuevo. El Papa, desde Roma, imparte la Bendición Urbi et orbi. La Iglesia, sabe y desea que en el nuevo fluir de la historia (que es un año nuevo) Dios acompañe nuestro caminar. Por ello, al comienzo de estas palabras, no puedo menos que desearos: ¡ENTREMOS CON BUEN PIE EN EL AÑO NUEVO!

1.- Si la Navidad, ya nos sorprendió con algo sabroso y bueno (el amor de Dios en Jesús), en el primer día del Año Nuevo brilla Aquella que, a la sombra de una gruta, fue portadora de la Vida y de la Verdad: María, que se abrió sin reservas a lo nuevo, a lo desconocido. ¿Cómo? Dejándose conducir por Dios.

En la primicia de este nuevo año la agasajamos: ¡Felicidades por ser Madre de Dios y Madre nuestra! ¡Felicidades María! ¡Ayúdanos a entrar con buen pie, y por rectos caminos en este nuevo año que se nos presenta con diversos interrogantes, incógnitas, desconciertos, incertidumbres o necesidades! ¡Ayúdanos Santa María!

María, aunque Jesús es la LUZ, sabemos que nos va franqueando en el camino para seguir a Jesús o encontrarnos con El. Con tan buena anfitriona (situada en el pórtico del nuevo año) ¿a quién temer? ¿Por qué temer? Ella, como Madre de Dios y Madre nuestra, guía nuestros pasos, sopla a nuestros oídos, anima y alienta nuestra esperanza.

No es lo mismo ir deshojando el calendario dependiendo de nosotros mismos que, el hacerlo, bajo el amparo de una mujer que ha sido bendecida, tremendamente honrada por el mismo Dios.

2.- “El Señor está contigo” Fue el saludo del ángel San Gabriel. Mira por donde, en el nuevo año. Santa María se viene con nosotros. Digámosle desde lo más hondo de nuestras entrañas, con confianza y sin fisuras: “El Señor está contigo….que estés, Tú también Madre, con nosotros”.

Desconocemos lo qué va acontecer en este año 2023. Lo que sí sabemos es con quién podemos caminar y contar: con Dios, con Jesús, con el Espíritu y…con María.

No sabemos a ciencia cierta, qué nos fallará y quién nos faltará en los próximos doce meses, lo que sí podemos estar seguros es de una cosa: ¡Dios no nos va a dejar de lado!

3.- Hoy, junto al clásico “Feliz Año Nuevo,” tendríamos que recuperar, y sin arrojo exclamar:¡DIOS TE BENDIGA! ¡DIOS TE PROTEJA! ¡FELIZ AÑO CON DIOS! Porque, el uno de enero, da lugar al dos y, el dos de enero al tres…y así sucesivamente. ¿Dónde quedarán los buenos deseos? ¿Tal vez en meras aspiraciones de unas horas de euforia?

Que María acompañe nuestro devenir y que, estos próximos 365 días, sean de verdad nuevos, limpios, cristianos, sembrados de alegría, de bondad y de no dejar a un lado a Aquel que nos los regala: DIOS CON NOSOTROS.

Que Santa María, Reina de la Paz, inspire también a nuestros gobernantes y a nosotros mismos, los mejores deseos de trabajar por una paz firme y duradera.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros ahora y siempre. Por los siglos de los siglos. Amén.

4.- ¡POR TANTAS COSAS, MARIA!

Porque Jesús, fue nacido de mujer,
amamos y veneramos el nombre de esa mujer: MARIA
Porque, María, es espejo de la humanidad redimida
bendecimos y suspiramos, en este Año Nuevo,
a la nueva Eva, a Aquella que nos ha dado tanto: A JESUS
Para ser Madre de Dios y Madre nuestra,
no dejó atrás su pobreza ni su sencillez,
su obediencia y su ser maternal
¡Bendecimos tu docilidad, María!
Porque, María, meditaba las cosas sagradas
en lo más hondo de su corazón
bendecimos su memoria, su espíritu y su fe
¡Bendita, Tú, María!
Porque, María, como el sol que amanece
Ilumina los rincones más oscuros de nuestra casa
¡BENDECIMOS TU PRESENCIA, SANTA MARIA!
Porque conservaste en tu corazón
y proclamaste con tus labios las maravillas de Dios
¡BENDECIMOS TU ACCION DE GRACIAS, SANTA MARIA!
Porque María estuvo al pie de la cruz
y porque posiblemente saldrán muchas cruces
a nuestro encuentro en este próximo año
¡BENDECIMOS TU FORTALEZA, MARIA!
Porque, el Señor, apareció a través
de la ventana de tu maternidad
y se coló por el balcón de tu bondad
¡BENDECIMOS TU “SI” y “TU ENTREGA” MARIA
Porque, cuidando y no sacrificando tu pureza,
Dios se instaló en medio de nuestro mundo
¡BENDECIMOS TU SER INMACULADO, MARIA!
¡BENDECIMOS TU NOMBRE¡ ¡SANTA MARIA MADRE DE DIOS!
¡BENDECIMOS TU NOMBRE! ¡MADRE DE TODOS LOS HOMBRES!

Javier Leoz

Las lecciones de él y ella

1.- Hoy por el retrovisor del coche de la vida vemos alejarse el paisaje del año 2022 y se abre ante nosotros el 2023. En el año 2022 hemos corrido tanto sobre el césped de los campos de futbol, entre tarjetas amarillas, rojas y broncas, y, menos mal… con una copa del Mundo ganada. Nos hemos traído un trajín tan grande yendo y viniendo de un tribunal a otro citando y descitando a unos y a otros a declarar, que creo que la mayoría de nosotros sin habernos movido de casa estamos a punto de desfallecer.

Y nos queda a todos la duda de si tenemos un año más o un año menos, si hemos vivido el año 2022 o nos lo han hecho vivir como en la UVI con respiración asistida, entubados y atados a la cama.

Si hemos vivido energéticamente aun subiendo a contracorriente como los salmones o nos han arrastrado corriente abajo como cantos rodados sin vida. ¿No habremos despachado el año 2022 como un aburrido asunto administrativo que con el último sello se archiva?

2.- Algunos políticos y economistas miran al año 2022 con un contenido optimismo que no comparten las amas de casa porque el recibo de luz les va a costar un poco Y la sociedad del bienestar parece alejarse definitivamente con una crisis económica que no para, que no se detiene.

Pero lo importante no es lo que en la bruma del año 2023 nos espera, sino nuestra actitud ante lo que venga. Si vamos a continuar con el pasotismo del año 2022 haciendo del año 2023 una desvaída fotocopia de otros años, a pesar de todo lo que nos está ocurriendo y a pesar de que cada día hay más pobres, más familias en las que ni uno solo miembro de la misma trabaja.

3.- ¿Y dónde vamos a encontrar luz y fuerza para que el año 2023 sea algo nuevo, original en nuestras vidas? Bueno no estamos aquí en una clase de economía, ni de política ni interior ni exterior, no hemos venido a discutir el Tratado de Lisboa, ni de la situación del euro, ni los problemas de la Unión Monetaria. Estamos reunidos como hermanos ante Dios, ante una sencilla Virgen nazaretana con el Niño Dios en sus brazos, que son guía y fuerza de nuestro camino.

¿Y qué lecciones nos dan El y Ella? Que, o empezamos a levantarnos un poco de la vida rastrera humana que vivimos, tratando de vivir en plenitud los valores espirituales, o tendremos que confesar que lo que los obispos de España nos dijeron tantas veces es pura verdad, no nos hemos paganizado.

Y la otra lección, que es la misma aunque parezca distinta es que una sola cosa es necesaria, que con mucho menos de lo que cada uno tenemos se puede ser feliz, porque la felicidad no está en tener mucho, ni aspirar a mundo, sino en saber gozar con agradecimiento de lo poco que tengamos, de vivir con alegría el momento presente.

Y esto nos abre las puertas del corazón el único camino cristiano que es pasar por el año 2023 haciendo el bien a los demás. Siendo la sonrisa de Dios en el mundo, siendo las manos visibles de Dios en el mundo, siendo el corazón de Dios en el mundo.

4.- ¿Queréis saber por qué creo yo que estamos llevando un cristianismo tan debilucho y amodorrado? Porque no comemos. El Señor nos dejó dicho que su cuerpo y su palabra son pan, era judío, si quería dar importancia a lo que decía nunca debió decir pan sino cordero el alimento más típico de su cultura. Pero lo llama pan, porque el cordero era alimento de las grandes fiestas y el pan de cada día.

¿Os imagináis cómo estaríamos vosotros y yo sin comer nada desde el domingo pasado? A gatas, pues a gatas estamos llevando nuestro cristianismo por habernos empeñado en comer sólo los domingos, necesitamos todos… un esfuerzo espiritual grande, comulgando entre semana, leyendo meditativamente los evangelios ¿Redoxon Complex? Eso es lo que necesitamos. Un buen reconstituyente.

José María Maruri, SJ

Jornada Mundial de la Paz

1.- Es de justicia comenzar el año deseándonos lo mejor, mucha felicidad y que la podamos compartir con los que más queremos. Es la manera de expresarlo que tiene el libro de los números en la primera lectura que hemos escuchado:

“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor se fije en ti y te conceda la paz”

Es un deseo lleno de esperanza para todos nosotros, que podamos seguir descubriendo a Dios cerca de nosotros, y que el Señor nos conceda la paz.

2.- Precisamente este primer día del año la iglesia lo dedica de manera especial a pedir por la paz, y el Papa escribe un mensaje para este día, que este año lleva por título: “Libertad religiosa, vía para la paz”. Por eso también nosotros en esta Eucaristía hacemos una oración especial por la paz. Aunque parezca que no hay guerras, porque no salen por la televisión, es necesario pedir por la paz, en primer lugar, de cada uno de nuestros corazones. Que esa paz elimine los sentimientos de odio y rencor que puedan haber en nosotros. Ya sabéis que Gandhi decía que “la paz del mundo comienza en tu corazón”.

3.- También en este primer día del año ponemos a Santa María como intercesora, para que nos consiga la paz que necesitamos. Es el primer día del año y se lo dedicamos a ella, a la Madre de Dios, a la Reina de la Paz, para que bendiga también todos nuestros esfuerzos y deseos de paz. La escena del Evangelio también nos trae sentimientos de paz. Volvemos a Belén, al pesebre, a contemplar “a María, a José, y al niño acostado en el pesebre”. Nos unimos a los pastores en este momento de adoración, contemplando esta escena, sintiéndonos parte de ella, como aquella gente sencilla que supo ver en aquel niño a todo un Dios que venía a nacer entre nosotros. También damos gloria a Dios, como los pastores, por haberle descubierto en nuestras vidas, por haber dejado que Dios nazca, un año más, en nuestros corazones. Ese niño llena nuestros corazones y nuestras vidas de paz, de su paz. “La paz os dejo, mi paz os doy”. Una paz verdadera y para siempre.

4.- En este primer día del año, en el que todo son buenos deseos, pedimos a Dios que seamos capaces de llevar adelante en nuestras vidas no nuestros propios proyectos y deseos, sino los que Él tiene para nosotros en este año nuevo que comenzamos. Que seamos dóciles al Espíritu que sopla entre nosotros, que sepamos descubrirle animando nuestras vidas, a nuestras familias y amigos. Que en todo lo que hagamos, hagamos como los pastores en el pesebre: que descubramos a Dios en medio de nuestros quehaceres y que le demos gloria y alabanza con nuestras acciones y con nuestras vidas.

5.- Que ese deseo de felicidad que todos nos expresamos en estas fechas por el año nuevo recién inaugurado sea también una realidad desde nuestro esfuerzo y dedicación por vivir la fraternidad y seguir construyendo el Reino de Dios cada día del nuevo año 2023. Que nos podamos encontrar como hermanos en la Eucaristía y que podamos llevar a la vida de nuestros hermanos y hermanas lo que aquí contemplamos y descubrimos. ¡Feliz año nuevo a todos!

Pedro Juan Díaz

Santa María, Reina de la paz

1.- En este primer día del año 2023 la Iglesia nos invita a los católicos a celebrar la festividad de Santa María, Madre de Dios, y el día internacional de la paz. Socialmente, todos nos sentimos invitados a celebrar, en la calle y en las casas, el día de Año Nuevo. Es bueno que nosotros, los católicos, tengamos presente en este día los tres motivos indicados. Empezando por el primero, pondremos el año bajo la advocación y la protección de Santa María, madre de Dios y madre nuestra. Porque es nuestra madre, queremos escuchar su palabra, y su silencio, e imitar su ejemplo de vida. Ella supo vivir siempre en paz con Dios, con su familia y con sus vecinos, porque se dejó siempre guiar por el amor a Dios y al prójimo, el mandamiento nuevo que nos daría su hijo. Nosotros queremos vivir este año 2023 con mucha paz y, consecuentemente, con mucho amor. Con amor de madre, que es el amor que más dura y que nunca falla. El amor de madre no es un amor exclusivo de las buenas madres, es el amor al que debemos aspirar todas las personas, niños, jóvenes y adultos, hombres y mujeres. Es el amor entendido como don, como regalo generoso, como entrega, como servicio desinteresado y constante. Si vivimos con este amor tendremos paz y sembraremos paz.

2.- Que el Señor se fije en ti y te conceda la paz. Es esta una oración que hacía todo buen israelita, y es una oración y un deseo que debemos hacer hoy nuestro todas las personas de buena voluntad. Queremos que el Señor conceda la paz, su paz, a todos nuestros familiares y amigos, y a todas las personas que quieran recibirla, al mundo entero. Hoy es la jornada mundial de la paz. ¡La paz de Dios! El salmo 84 nos dice que la justicia y la paz se abrazan, se besan. Queremos una paz que sea fruto de la justicia, no una paz impuesta violentamente por la fuerza de las armas o por la fuerza del dinero. No queremos la paz de personas que viven aplastadas por el poder político, o social, o económico. No queremos la paz de los cementerios. Queremos la paz de los cuerpos y de las almas, la paz material y la paz espiritual. Sabemos que esta paz de Dios no la podemos conseguir plenamente mientras vivamos en esta tierra, pero debemos aspirar cada día a acercarnos un poco más a ella. Tampoco la vamos a conseguir con nuestras solas fuerzas humanas, necesitamos la ayuda de Dios. Por eso, vamos a pedirle hoy a Dios que, por intercesión de su madre, Santa María, se fije en nosotros y nos conceda la paz.

3.- ¡FELIZ AÑO NUEVO A TODOS! Seguro que todos y cada uno de nosotros deseamos hoy un feliz año 2023 a familiares, amigos y conocidos. Interiormente se lo deseamos a todo el mundo. Hoy estas palabras «feliz año nuevo» van a ser palabras repetidas y repetidas en todas las principales lenguas del planeta tierra. La felicidad es un anhelo íntimo y supremo que todos llevamos dentro. ¡Qué felices seríamos si todos viviéramos en paz y en armonía! Desear a todos un feliz año nuevo es desear a todos un año lleno de paz y vivido con auténtico amor, con verdadero amor cristiano. Le pedimos a Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, que nos conceda a todos un año 2023 lleno de paz y vivido con mucho amor.

Gabriel González del Estal

Bendita entre las mujeres

1.- CUANDO DIOS HABLA. «El Señor habló a Moisés…» (Nm 6, 22).- Qué verdad es que, como dice la epístola a los Hebreos, Dios habló muchas veces y de muchas maneras a los hombres a lo largo y lo ancho de la Historia. Resulta asombroso que El se acerque hasta el hombre y le hable para comunicarle cuanto de un modo o de otro contribuye a su salvación… Algunos filósofos han dicho que Dios es un Ser tan alto y sublime que es falso que se digne intervenir en la vida de los hombres. Eso es una verdad a medias, lo cual es la peor de las mentiras.

Es verdad que Dios es sublime, trascendente, muy distinto de nosotros. Pero ello no quiere decir que se desentienda de sus criaturas, que no pueda ni quiera comunicarse con el hombre. Al contrario, precisamente por la grandeza de su amor, por la inmensidad de su sabiduría, ha querido perdonar al hombre su pecado y hacerlo hijo suyo. Y para estar muy junto a nosotros, se hecho carne en el seno de una virgen y ha nacido pequeño, para que así su cercanía sea amable y atractiva.

2.- CON LA CONFIANZA Y EL ABANDONO DE UN NIÑO. «Así que ya no eres esclavo, sino hijo…» (Ga 4, 7) El que está en pecado es un esclavo del demonio. Por eso es llamado Príncipe de este mundo, porque tiene dominio sobre quienes se apartan de Dios y de su bendita Ley, dejándose llevar de sus malas inclinaciones. Es una esclavitud a veces sutil, dando incluso la impresión de que el pecador goza de libertad absoluta, haciendo en cada momento lo que le da la gana. Pero es mentira, no hace lo que quiere sino lo que sus inclinaciones le sugieren, aunque ello sea algo que va en contra de los demás o de sí mismo.

Esa es la realidad que la experiencia nos da a conocer. Si el hombre se abandona a sus instintos, acaba convirtiéndose en un ser egoísta y cruel, que sólo busca su provecho personal e inmediato… Pero Dios ha querido que su Hijo sea hijo de mujer, para que nosotros, los nacidos de mujer, seamos hijos de Dios. Así lo atestigua en nuestro interior la fuerza del Espíritu Santo que nos impulsa de modo irresistible a decir ¡Padre!, con toda la confianza y el abandono que un niño pequeño tiene con su padre.

3.- EL SILENCIO CLAMOROSO DE MARÍA.«Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón» (Lc 2, 19) La Virgen estaba ruborizada y llena de asombro. Ella guardó silencio cuando el Arcángel le anunció de parte de Dios que sería la madre del Redentor. Ella lo creyó firmemente, pero no se atrevió a decir nada, ni siquiera San José. Era algo tan íntimo y tan grandioso que lo guardaba celosamente en su interior, callada y serena ante el Misterio que en su seno tomaba cuerpo. Pero el Señor irá desvelando su secreto. Primero será San José quien en sueños se entera del prodigio de la Encarnación del Verbo.

Luego Isabel descubrirá que ante ella está la Madre del Mesías y la llamará bendita entre las mujeres. Más tarde serán los pastores quienes en la noche llegarán con sus ofrendas y sus cantos. Ellos contarán que los Ángeles les han anunciado el nacimiento de aquel Niño, el Rey de Israel. Luego Simeón y Ana… La Madre de Jesús callaba y lo contemplaba todo en lo más íntimo de su ser, sin encontrar palabras para expresar sus sentimientos, sin poder decir nada que expresara su entrañable y profunda dicha.

Antonio García-Moreno

María, la Madre de Jesús

Después de un cierto eclipse de la devoción mariana, provocado en parte por abusos y desviaciones notables, los cristianos vuelven a interesarse por María para descubrir su verdadero lugar dentro de la experiencia cristiana.

No se trata de acudir a María para escuchar «mensajes apocalípticos» que amenazan con castigos terribles a un mundo hundido en la impiedad y la increencia, mientras ella ofrece su protección maternal a quienes hagan penitencia o recen determinadas oraciones.

No se trata tampoco de fomentar una piedad que alimente secretamente una relación infantil de dependencia y fusión con una madre idealizada. Hace ya tiempo que la psicología nos puso en guardia frente a los riesgos de una devoción que exalta falsamente a María como «Virgen y Madre», favoreciendo, en el fondo, un desprecio hacia la «mujer real» como eterna tentadora del varón.

El primer criterio para comprobar la «verdad cristiana» de toda devoción a María es ver si repliega al creyente sobre sí mismo o si lo abre al proyecto de Dios; si lo hace retroceder hacia una relación infantil con una «madre imaginaria» o si lo impulsa a vivir su fe de forma adulta y responsable en seguimiento fiel a Jesucristo.

Los mejores esfuerzos de la mariología actual tratan de conducir a los cristianos a una visión de María como Madre de Jesucristo, primera discípula de su Hijo y modelo de vida auténticamente cristiana.

Más en concreto, María es hoy para nosotros modelo de acogida fiel de Dios desde una postura de fe obediente; ejemplo de actitud servicial a su Hijo y de preocupación solidaria por todos los que sufren; mujer comprometida por el «reino de Dios» predicado e impulsado por su Hijo.

En estos tiempos de cansancio y pesimismo increyente, María, con su obediencia radical a Dios y su esperanza confiada, puede conducirnos hacia una vida cristiana más honda y más fiel a Dios.

La devoción a María no es, pues, un elemento secundario para alimentar la religión de gentes «sencillas», inclinadas a prácticas y ritos casi «folclóricos». Acercarnos a María es, más bien, colocarnos en el mejor punto para descubrir el misterio de Cristo y acogerlo. El evangelista Mateo nos recuerda a María como la madre del «Emmanuel», es decir, la mujer que nos puede acercar a Jesús, «el Dios con nosotros».

José Antonio Pagola

Comentario al evangelio – Día VII de la Octava de Navidad

Al final, todo comienza…

En este último día del año, recordamos los comienzos. Porque cada final es un nuevo comienzo, hasta que lleguemos a Aquel que nunca termina. Dedica hoy un tiempo a repasar el año que pasa. Las esperanzas y los sueños con los que comenzó. Los retos y preocupaciones que temías. ¿Se han cumplido todos? Si las cosas fueron mejor de lo que habías soñado, da gracias a Dios por ello. Si fueron peores, bueno, lo has superado y, por lo tanto, sigue dando gracias a Dios. Siempre hay un nuevo comienzo. Siempre podemos empezar de nuevo. Agárrate al dedo de Dios y prepárate para un nuevo comienzo. Y recuerda:

En el principio era el Verbo. El Verbo estaba con Dios.
Al final es el Verbo hecho carne. Y, en Él, estamos con Dios.
Es sólo el principio.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – Día VII de la Octava de Navidad

Hoy es el día VII de la Octava de Navidad.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 1, 1-18):

En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.

Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Éste vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por Él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz.

La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de Él y clama: «Éste era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, Él lo ha contado.

Rico, muy rico en verdades sublimes este conocido prólogo del evangelio de San Juan. Destaquemos algunas de ellas. La primera y principal, de la que parten las demás, es que la Palabra, Jesús,  ha venido hasta nuestra tierra. Todo un Dios que viene hasta nosotros  y nos ofrece lo que más necesita nuestra persona. “En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres”. Vida y luz, una luz que disipa nuestras tinieblas. Lo pasamos mal cuando no vemos claro, cuando las oscuridades prevalecen sobre las claridades. Dios nos ha dotado a los hombres de libertad y usando de ella podemos cometer el enorme error de rechazar a Jesús y la vida y la luz que nos brinda. Pero a cuantos le reciben, y nosotros queremos recibirle “les da el poder de ser hijos de Dios, si creen en su nombre”.  Enorme el amor que Jesús nos tiene que le lleva a hacernos hijos de Dios. Dios para nosotros no es en primer lugar el Omnipotente, el Altísimo, sino nuestro Padre, el que nos ama y cuida de nosotros, y  al que podemos dirigirnos sin temor, sin miedo porque es nuestro Padre. Toda la vida es distinta y mejor si Dios es nuestro Padre entrañable.

Fray Manuel Santos Sánchez O.P.