Lectio Divina – Miércoles II de Adviento

“Mi yugo es suave y mi carga ligera”

1.-Introducción.

Señor, gracias por ofrecerme tu consuelo, tu compañía, tu infinita misericordia. Yo te ofrezco humildemente mi corazón, mi alma, mi vida entera. Ilumina mi oración porque quiero seguir el camino que me lleve a vivir en plenitud el amor. Jesús, manso y humilde de corazón, moldea mi corazón hasta hacerlo semejante al tuyo.

2.- Lectura reposada del evangelio Mateo 11, 28-30

En aquel tiempo, tomó Jesús la palabra y dijo: Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

3.- Qué dice el texto.

Meditación-reflexión

«Venid a mí». Jesús no tiene casa, ni riquezas, ni prestigio. Nada de estos dones puede ofrecer. Pero sí puede ofrecer lo mejor: su persona. Recordad la escena de los discípulos de Juan ¿qué buscáis?…”Venid y veréis”. Jesús nos hace una preciosa invitación: verle, oírle, experimentarle. Lo que atrae de Jesús es su persona.  Hallaréis descanso. La palabra descanso es “ambigua”. Cuando se muere alguien que ha sufrido mucho, solemos decir ¡Ya ha descansado! Pero el descanso del que habla Jesús es otro. Dios no nos ha creado simplemente para que no suframos, sino para hacernos felices. ¿Y dónde nos encontramos más felices? Cuando estamos cerca de las personas que amamos. El niño es feliz y descansa en los brazos de su madre, y el amigo con sus amigos,  el esposo con su esposa… Y el ser humano ¿dónde encuentra su descanso? El hombre descansa con su Dios. Nuestras vidas son como esas grandes piedras que van rodando por la montaña. Sólo descansan cuando, por la fuerza de la gravedad,  llegan al valle y allí son abrazadas por la tierna hierba y las flores silvestres. En esta vida vamos dando tumbos hasta que descansamos en Dios. “Nos has hecho, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en Ti”. (San Agustín)

Palabra del Papa

“Queridos hermanos y hermanas, hemos gustado la riqueza de esta oración de Jesús. Que también nosotros, con el don de su Espíritu, podamos dirigirnos a Dios en la oración, con confianza de hijos, invocándolo con el nombre de Padre, Abbá.
Pero debemos tener el corazón de los pequeños, de «los pobres en espíritu», para reconocer que no somos auto-suficientes, que no podemos construir nuestra vida solos, que necesitamos de Dios, necesitamos encontrarle, escucharle y hablarle.
La oración nos abre a recibir el don de Dios, su sabiduría, que es Jesús mismo, para llevar a cabo la voluntad del Padre en nuestra vida y encontrar así reposo en las fatigas de nuestro camino”. ¡Gracias!. Benedicto XVI, 7 de diciembre de 2011.

4.- Qué me dice ahora a mí este texto que acabo de meditar. (Guardo silencio)

5.- Propósito

En las dificultades que hoy se me presenten, pedir la ayuda de Dios mi Padre en vez de ser autosuficiente.

6.- Dios me ha hablado hoy a mí a través de sus palabras. Y ahora yo le respondo con mi oración.

Encontrar descanso es algo que todos siempre buscamos, descanso que no significa que van a terminar los problemas y las dificultades de la vida.  Las vamos a tener igual. Pero con Cristo, todo se vive desde diferente perspectiva. Gracias, Señor, por ofrecerme tus ojos para verme; tus oídos para escucharme, tus brazos para estrecharme, tus espaldas para descansarme, la casa de tu corazón para cobijarme.

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Idilios sublimes

1.- Hay días, mis queridos jóvenes lectores, que desearía tener espacio y tiempo suficientes, para explicaros los sentimientos, emociones y felicidades, que me proporcionan los textos que la Santa Madre Iglesia nos propone, para la celebración de la misa. Hoy es uno de estos. Hace pocos días fui a Colonia. El corazón de su catedral es el cofre donde se conservan y veneran las reliquias de los Reyes Magos, ya os hablaré de esto, si Dios quiere, el día que toque. Al contemplar el pórtico central de la iglesia, busqué, como siempre hago en tales sitios, la imagen de nuestra madre Eva. Pronto la encontré. Yo sé que es un mito, que no ha existido ninguna mujer en un paraje de la Tierra, a quien se le pudiera llamar por este nombre y ella corresponder con su mirada y dirigirle, a la persona que se las pronunció, unas palabras. Pero la belleza del relato es tal, que no me importa que sea pura imaginación, con pretensiones catequéticas. El personaje Eva me fascina.

3.- La inicial Eva es puro atractivo. Es libertad. Su desnudez, es seguridad de que ningún daño ni peligro acecha. Resume en sí el encanto del petirrojo, la elegancia de la gacela y la espectacularidad de la catedral de Colonia. Y como incorpora en sí misma esta belleza, así como el pajarito, la andarina de cornamenta de perfil de lira o la mole esbelta de la basílica, desaparecerán, ella en cambio, será capaz de trasportar tanta preciosidad a los estadios eternos. Ella, que es espíritu incorporado a la materia corporal sublime. Si no hubiera pecado nunca Eva, me sentiría incómodo en su presencia. Si se hubiera rebelado altiva, no miraría su antipático rostro. Si se hubiera suicidado desesperada, la olvidaría, para no sentirme yo mismo, impregnado de angustia. Pero porque pecó, se disculpó avergonzada y permaneció al lado del que no consideró cómplice sino compañero de esperanza, miro siempre sus imágenes, tratando de que me contagie el proyecto de salvación que oculta en su seno. Desnuda estaba cuando era inmaculada, debió protegerse de inclemencias y miradas lascivas, cuando pecó.

No me importa que el autor inspirado, que de parte de Dios quiera trasmitirme una enseñanza religiosa, mezcle características de la serpiente, un reptil, con las de la lombriz, un anélido. Me importa el gesto de Dios que le proporciona un vestido protector, que le promete a ella, en su linaje, salvación, victoria sobre el mal, aquello que continúa acechándome a mí, aunque de otra manera. Por lo que ella, que es pecadora como lo soy yo, caídos ambos, heridos sin sufrir derrota, se convierte en madre de esperanza que tanto necesitamos todos los hombres.

4.- Después de contemplar el lado derecho del pórtico de la catedral, he dirigido la mirada hacia el centro y allí, como esperaba, he visto la imagen de la nueva Eva. La de limpieza perenne, la transparente, la ingenuidad e inocencia suprema, la que contemplo admirado y sé que me protegerá, si solicito su ayuda. Fuera y dentro, en la Catedral y en las sucesivas iglesias que visitamos, en todas ellas, veo representaciones de la sin par María.

5.- La lectura evangélica de la fiesta de hoy es de un candor sublime y supremo. Permitidme, mis queridos jóvenes lectores, que os hable del lugar donde sucedió el episodio. He pasado muchos días y noches junto a él. He estudiado las pruebas arqueológicas que me han facilitado, es de los lugares que merecen credibilidad total. He celebrado misa, he rezado emocionado muchas veces allí. Con minuciosidad han trabajado los investigadores. Fue preciso derribar el anterior edificio, para sacar a la luz los restos del poblado de escasos 500 habitantes donde vivía aquella chiquilla de no mucho más de doce años, cuando aconteció el prodigio. (Acordaos que en aquella época y cultura, no se vivía la etapa que llamamos adolescencia. De la segunda infancia se pasaba directamente a la juventud). Nadie la enseñaría a leer, no aprendió ciencias sociales ni idiomas, supo simplemente impregnarse de fidelidad a Dios. De tal manera se llenó de esta virtud, que, paradójicamente, toda su interioridad la ocupaba el Señor. De la vivienda de la Virgen en Nazaret, queda muy poco. Tal vez no pueda hablarse de paredes. Desaparecieron, quizá sean las del santuario de Loreto. El ámbito, el espacio, sí que es seguro según la arqueología. (Ahora, durante una temporada, se están efectuando refuerzos en los muros de lo que fue la gruta interior, la habitación dormitorio, que se deterioraba, según me dicen. Las obras durarán unos tres meses). No se podrá estar en el espacio exacto donde ocurrió el prodigio, delante de esta cavidad, donde estaría la vivienda, comedor o «sala de estar», no hemos de ser fetichistas, nada importa que deba uno reflexionar a unos pocos metros de distancia. O en cualquier lugar del mundo que uno se encuentre.

6.- Se le propuso a María un proyecto. La voz que escuchó en su interior era el eco de la que oyó Eva. La Virgen, como ella al principio, era inmaculada y después del encuentro, continuó siendo inmaculada. Porque la Anunciación fue una prueba, un examen. Dios sometió sus planes salvadores a la libertad de una joven. La mujer, María, se había preparado, sin saberlo, para este instante, con la oración asidua. Se deduce esto de sus palabras. Había aprendido que lo importante es decir sí a Dios. De esta manera uno se realiza, diríamos en lenguaje de hoy. Ella supo ser modesta colaboradora de los proyectos salvíficos y continuó siendo inmaculada. Aquí reside la diferencia entre una y otra eva. Me siento identificado con la primera, pues, como ella, soy pecador, sin haber perdido la esperanza. Soy admirador de la segunda y me siento protegido por ella. Me siento hijo suyo, ya que, al decir sí a que el Mesías se aposentara en su interior, aceptó al Cristo total, del que soy parte. Posteriormente lo ratificó y me siento profundamente agradecido.

7.- Ojala, pudiera ser yo fiel como ella, ojala, me fuera limpiando y haciendo transparente, de tal manera, que los demás pudieran ver a través de mí a Dios. En la vida corriente, lo sucio ensucia y lo limpio, no siempre permanece siéndolo. En el ámbito sobrenatural la limpieza de María, limpia el mundo, borra la contaminación que invade a la humanidad. Perdonadme que en vez de un mensaje, os haya ido comunicando mis pensamientos. Espero sepáis compartirlos conmigo. Esta fiesta no debe dejarnos indiferentes ya que la degradación espiritual es mucho peor que los peligros del cambio climático. María, la Inmaculada, con su transparencia sublime, desempaña lo que enturbiamos nosotros. Chicos lectores, encontraréis en María, la madre que tanto deseáis y que la biológica no consigue ayudaros. Chicas lectoras, encontraréis vosotras lo mismo que ellos, pero además, debéis tratar en todo momento de identificaros con su virtud y feminidad. Mis queridos jóvenes lectores, hoy es un gran día, si somos capaces de captar el contenido de su mensaje.

Pedrojosé Ynaraja

Comentario – Miércoles II de Adviento

1.- En nuestra vida las dificultades nos vienen a veces de fuera. Y otras muchas veces, de dentro: el cansancio, la desilusión, la desorientación. 

Las dos lecturas de hoy nos hablan de los que están cansados, y tanto el profeta como Jesús nos aseguran que Dios quiere ayudar a los desfallecidos comunicándoles su fuerza. Podría haber una duda: Dios es todopoderoso, eterno y creador de los confines del orbe. 

¿A quién le podemos comparar? Por tanto, podríamos pensar que, perfecto en su omnipotencia, seguramente estará muy lejano. El pueblo de Israel tiene la tentación de pensar: «mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa». 

Pero el profeta nos dice lo contrario: Dios está cerca, nos conoce, no ignora nuestros problemas. Está siempre dispuesto a dar fuerza a los débiles y a los cansados. Incluso los jóvenes quedan a veces rendidos, y los guerreros tropiezan y caen: pero el que se fía de Dios renueva sus fuerzas, le nacen alas como de águila, y podrá correr sin cansarse, y marchar sin fatigarse. 

Esta imagen la completa poéticamente el salmo: Dios se preocupa de los suyos, perdona, cura, rescata de la fosa, está lleno de gracia y ternura. En este salmo encontramos una de las mejores definiciones de Dios que se repite en el A.T.: «el Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia». 

2.- Pero la cercanía de Dios ha quedado todavía más manifiesta en Cristo Jesús: una cercanía llena de misericordia y comprensión, como en el anuncio del profeta. 

Las palabras de Jesús son un pregón de esperanza: «venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré». Es el aspecto principal de la figura de Jesús. Hace milagros, predica maravillosamente, anuncia el Reino: pero sobre todo atiende a los que sufren, a los desorientados, a los que buscan, a los pobres y débiles, a los pecadores y marginados de la sociedad. Tiene buen corazón. Quiere liberar a todos de sus males. Nunca pasa al lado de una persona que sufre sin atenderla. «Venid a mí, yo os aliviaré». Es lo suyo: libera de angustias y da confianza para vivir. Ofrece paz y serenidad a los que han sido zarandeados de cualquier manera por la vida. A él le tuvo que ayudar un día el Cireneo a llevar la cruz. Pero él había ayudado y sigue ayudando a otros muchos a cargar con la cruz que les ha tocado llevar. 

3.- a) Quién más quién menos, todos andamos un poco agobiados por la vida. Somos débiles y sentimos el cansancio de tantas cosas como llevamos entre manos. La enfermedad del «estrés» es la que más caracteriza al hombre moderno, juntamente con la soledad y la desorientación. Y además nos sentimos muchas veces bloqueados por el pesimismo, el materialismo, la búsqueda de la comodidad, la intransigencia, los rencores, las pasiones, la sensualidad.

El Adviento nos invita a no dudar nunca de Dios. Nos hace el anuncio cargado de confianza: Cristo Jesús vino y sigue viniendo a nuestra historia para curarnos y fortalecernos, para liberarnos de miedos y esclavitudes, de agobios y angustias. No nos sucederán milagros. Pero si de veras acudimos a él, siguiendo su invitación, encontraremos paz interior y serenidad, y fuerza para seguir caminando. 

El Adviento es escuela de esperanza y espacio de paz interior. Porque Dios es un Dios que siempre viene, en Cristo Jesús, y está cerca de nosotros y conoce nuestra debilidad. 

b) Esta imagen acogedora de Cristo debería ser también la que ofreciera a todos la Iglesia, su comunidad, o sea, cada uno de nosotros. Este tiempo de Adviento nos invita a que seamos personas que acogen, que al dolor o a la búsqueda de las personas no responden con legalismos y exigencias, sino con comprensión; personas que infunden paz y regalan ánimos a tantos y tantos que están desfallecidos por el camino; testigos y heraldos de esperanza, que es lo que más falta hace a este mundo. 

En los tiempos actuales, tal vez más que nunca, existe vacío de Dios, poca unidad y armonía en la propia existencia, huida hacia las soluciones más inmediatas y fáciles, olvido de la Buena Noticia de que en Cristo Jesús tenemos la verdadera alegría y la respuesta de Dios a todas nuestras preguntas. Nosotros, los cristianos, deberíamos ser los instrumentos de los que Dios se sirve hoy para infundir más armonía y paz a las personas, recordando nosotros mismos y siendo luego pregoneros para los demás del gran acontecimiento que celebramos, la presencia de Dios en nuestra vida. 

El Adviento no es sólo poesía. Es compromiso de colaboración con el Dios liberador que no quiere esclavitud ni ceguera ni sufrimiento en el mundo.

ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día

María es el gran amor de muchos

1.- El génesis y desarrollo del dogma de la Inmaculada Concepción tiene en España un lugar privilegiado. Durante años, siglos, se aceptaba que la Virgen, desde su concepción ya era inmaculada, sin pecado. El antecedente español bien podría estar en la costumbre de las Iglesias orientales que ya celebraban esa concepción inmaculada en los siglos VII y VIII de nuestra era. Pero fue el Papa IX –beato desde hace poco—quien elevó a la categoría de dogma una muy bella creencia fundamentada en el fervor popular.

Personalmente, lo que más me llama la atención del culto y respeto por Maria de Nazaret, la Madre de Jesús, es el tierno amor que le dispensan millones de fieles en todo el orbe. Y que sin entrar de otras significaciones sublimes que llevan a la reverencia y a la adoración, tales como pueden ser la fuerza, el poder y la belleza de Dios, en el caso de Maria es un amor de los fieles que está presente en mucha gente. Es una Madre, es un Auxilio permanente, es una valedora y una conversadora frecuente en el ánimo y en la conciencia de esa innumerable multitud de fieles cristianos. Y me parece que lo que le hace más Reina de todos, es, precisamente, ese amor vivo que circula por los corazones de muchos. Y ante eso tendrían menos importancia cuestiones, tal vez, más profundas, o de factura más teológica o cristólogica. Y, por favor, no se mire este comentario con la lupa de la exactitud o de la ortodoxia. Es, mejor o peor dicho, una explosión de amor…

2.- El relato de Lucas sobre la Anunciación es uno de los más bellos de todo el Evangelio. Eso yo implica ternura y admiración. En el encuentro entre el Ángel y la Muchacha se da como un gran vértigo, positivo y bello. La eternidad y la temporalidad se juntan en un momento en que, sin duda, tuvo que acontecer una gran perturbación cósmica. Es José Luis Martín Descalzo quien “desmiente” que hubiera juegos de estrellas, ni que las flores aparecieran de improviso en la zona cercana a donde se producía el encuentro entre Maria y el Gabriel, el Arcángel de Dios. Todo trascurrió con la suavidad de un hecho que bien podría haber parecido a un afortunado espectador imparcial, un suceso corriente. Y, sin embargo, Dios por medio de un Ángel reiniciaba un episodio nuevo de la Creación y todo a través de una niña, de una jovencita que no pasaba de los 14 años.

3.- Jesús dijo una vez que “os reconocerán como discípulos míos por como os amáis” Y bien podría decirse que a muchos se les descubrirá que son discípulos cabales del Señor, por el amor que demuestran en toda hora y en todo momento por María. Algunos enemigos del catolicismo han tendido a exagerar con malicia las razones, profundas, sobre el sentimiento que los católicos tenemos por María. Se ha llegado a decir que recibe más adoración que el propio Jesús, que el mismo Dios. Y si bien es cierto que en esto de los ritos, puede acontecer alguna exageración entre los católicos, la realidad es que María es siempre como un universo de amor y entrega. En la cercanía profunda de Dios y de su Hijo. No por encima. “Y ella guardaba todas estas cosas en su corazón”. Supo de algo muy importante, inconmensurable, solo propio de un Dios que se había hecho hombre: la generosidad divina de buscar vías de redención para una humanidad que estaba en peligro.

Maria, como todo ser humano, tuvo que tener momentos difíciles y muy duros. Los tuvo Jesús en ese momento previo a todo que fue la oración del Monte de los Olivos, donde pudo ver y aprehender todos los pecados de la humanidad. Maria, a su vez, vio que las respuestas de la realidad eran muy difíciles y que, obviamente, una espada la estaba partiendo el corazón.

4.- Una vez más la fiesta de la Inmaculada es como una importante realidad dentro del Adviento. Es anuncio de que María, nuestra Señora, va a ser protagonista notable de esos días en los que el Salvador va a venir al Mundo. Ella, obviamente, es su Madre, pero también es como camino y pauta, libro y enseñanza. Y termino yo, aquí, como empezaba. Son esos millones de hermanos y hermanas que demuestran y explayan su amor tierno por Maria lo que da a esta fiesta de la Inmaculada Concepción una importancia fundamental. Y ojalá que el amor que se acoge al seno maternal y virginal de Maria sea vehículo y símbolo de un mayor amor entre todos. Dios es amor. Dios es esperanza, como ha querido decirnos el Papa Benedicto en su última encíclica.

Ángel Gómez Escorial

Se llamaba María

1.- “En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a un virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David. La virgen se llamaba María”.San Lucas, Cáp. 9. Como dice un autor: «María fue una mujer del pueblo, pobre, sencilla y humilde. Ayudó a todo el mundo, pero no hizo milagros. Trabajó de criada en casa de su parienta Isabel y allí le cantaba a Dios que se había fijado en ella. Se casó con el carpintero de Nazaret porque estaba enamorada de él y así es como le gusta a Dios que se case la gente. Dio a luz al Mesías en un pesebre de animales y a pesar de eso, no dejó de sentirse persona, amparada por Dios. Crió a su niño dándole el pecho y partiéndosele el corazón porque le dijeron que no todos lo iban a querer. Fue emigrante en Egipto donde tuvo que exiliarse, porque Herodes buscaba al Niño para matarlo. Cuando volvió del extranjero no se dio importancia. En Nazaret procuró ser buena esposa, buena madre, buena vecina con todos. Ayudó a Jesús a crecer en la experiencia de la vida y en la experiencia de Dios. Dejó libre a su hijo para que se fuera de casa a anunciar la buena nueva. Por todo esto podemos llamar a María compañera de camino, amiga, hermana, madre nuestra».

2.- Algunos piensan que la devoción a nuestra Señora ha desaparecido de la Iglesia. Creemos más bien que ha cambiado de signos como el arte, como la arquitectura de nuestros tiempos, como la liturgia. Antes mirábamos a María como a una reina soberana y distante. Ahora la sentimos como una madre atenta y bondadosa.

3.- Antes ensalzábamos sobre todo su virginidad y su maternidad divina, hoy nos atraen su humanidad y su autenticidad. Ayer nuestra súplica era prolongada alabanza de sus privilegios. Ahora le pedimos simplemente que nos ayude y nos acompañe. Corríamos en otra época a sus altares, resplandecientes de luces y de flores. Hoy sabemos que está a todas horas con nosotros. Nos basta una sencilla imagen, una medalla… Antes escogíamos entre sus diversos nombres y advocaciones. Ahora la llamamos María, Ella, La Virgen y le hablamos con palabras comunes y corrientes. La devoción a nuestra Señora brota espontáneamente cuando aprendimos en el hogar qué es amor, qué es ser madre, qué es ser mujer.

4.- Esta experiencia es como el hueco en la piedra de una ermita, donde es posible fabricar un nido. Ningún valor religioso se cosecha de paso, en los libros o en los acontecimientos de la vida, si sus raíces no se nutren en una vivencia de familia: su nombre para un hijo, un recuerdo de infancia defendido cuidadosamente. Sabiamente la Iglesia nos presenta la historia de la Anunciación en estos días antes de Navidad. Ojalá anunciemos que Cristo llega hasta nosotros. Viene por el Ministerio de una Madre Virgen que se llama María.

Gustavo Vélez, mxy

No hay Adviento sin esperanza, ni Navidad sin María

1.- Si alguna representación atractiva nos trae a la memoria cualquier pinacoteca mariana, es precisamente la de la Inmaculada Concepción. La piedad popular, adelantándose a la decisión oficial, intuyó y creyó desde siglos antes que, María, era una criatura privilegiada. Una mujer sin mancha. Aquella que, brindándose generosamente y en cheque blanco para Dios, permaneció pura, radiante, bella… ¡Cuántos piropos podríamos expresarle en este día! Entre todos, el mejor, el Misterio que celebramos en este 8 de diciembre: ¡Inmaculada! ¡Sí; Madre! ¡Tú fuiste, eres y serás Inmaculada!

Ante tal Misterio, embelesados por tal beldad y enigma, asentimos e inclinamos no solamente nuestra cabeza, sino que observamos en todo ese Misterio la mano de Dios, su poder, su gracia y –sobre todo- ciertas cualidades, internas y externas, que lograron cautivar el corazón y el amor de Dios: la sencillez de la Virgen, su obediencia y docilidad, su transparencia y su fe, su alegría junto a su confianza, fueron determinantes para que Dios clavase sus ojos en Ella. ¿Inmaculada? ¡Por supuesto! ¡Mil veces Inmaculada! ¡Por siempre y para siempre, Inmaculada! Dios, así la quiso y, el pueblo creyente, así lo vivimos, cantamos, festejamos y celebramos: ¡PURISIMA!

2.- Ella, en medio del Adviento, da color y calor como nadie a este tiempo de esperanza. Es una mujer que con su “sí”, la noche de Belén nos pregonará una gran noticia: la salvación tiene un rostro, Jesús. Es la Señora que, abriéndose gratuitamente para Dios, hará posible que Jesús ilumine la oscuridad del mundo; que Jesús nos traiga el amor inmenso de Dios; que Jesús sea amado y seguido por todos nosotros.

-¡Bendita sea la Inmaculada Concepción de María! Ante un mundo excesivamente picante y libertino, María, refleja la contracorriente de todo ello. Es posible pensar en limpio; es posible creer en el amor sin farsa; es posible creer en Dios, sin exigir nada a cambio; es posible mirar sin desear con segundas o terceras intenciones; es posible fiarse sin dudar; es posible ser libre, sin esclavizarnos ante nada ni ante nadie.

-¡Bendita sea la Inmaculada Concepción! Sin Ella, y no es ningún dislate, no hubiera existido aquel primer adviento ni esperanza para los hombres y mujeres que aguardaban la llegada del Señor. Sin Ella, aquel deseado adviento, hubiera tardado ¡quién sabe cuanto! en llamar a las puertas de los que querían y anhelaban la presencia de Dios en el mundo.

Pero, con María, con su ser inmaculado, todo se tiñe con el esplendor de la esperanza, la oración y el vigor de la fe. Si el Adviento es esperanza, María, es surtidor del que gustamos en vaso limpio y cristalino lo que estamos llamados a vivir en la próxima Navidad: al mismo Dios.

3. Es imposible, y no lo olvidemos, disociar o desviar a María de los próximos días que vamos a celebrar. El adviento es el mes de María por antonomasia. No será el mes de las flores, pero qué duda cabe, son horas en las que los ojos de todos sus hijos se clavan en Ella. ¿Por qué? Entre otras cosas porque ha sido la “tocada” por Dios. La enamorada del Padre. La elegida, desde hace muchos siglos, para ser morada de Dios en la tierra.

*Porque Ella ha sido bendecida con toda la perfección, es motivo para ser admirada.
*Porque Ella ha sido colmada y llena toda la gracia de Dios, es motivo para ser querida y ensalzada
*Porque Ella ha sido llena del Espíritu Santo, es motivo para ser reverenciada

Sí; amigos. ¡Inmaculada! Nos acompaña en medio de nuestras flaquezas y fragilidades. Es un espejo en el que nos podemos mirar para reparar nuestro hoy, y buscar un mañana mejor. Por ello mismo, la Inmaculada, nos sigue cautivando. Despierta en nosotros admiración y un deseo de superarnos a nosotros mismos para llegar hasta Dios. En medio de nuestro barro, malandanzas y mediocridades, María surge como el amor irreprochable; como la solidez de una fe inquebrantable hacia el Padre; como un camino sembrado de vida y de verdad; como un lienzo que no conoce sino los trazos pensados y dibujados por Dios.

4.- Hermanos: Se acerca la Navidad. Al pesebre hay que entrar humildemente. En el portal hay que arrodillarse con fe. A Belén se va con la atracción del amor de un Dios que nos trae felicidad para todos.

De María, es difícil imitar su ser Inmaculado, su fortaleza, su valentía, su entregarse hasta el final. Que por lo menos, en estos días de Adviento, la calquemos siendo hombres y mujeres de esperanza. Dejando que el corazón, se llene de un inmenso amor –como el de Ella- para volcarlo ante el Misterio de Dios en Navidad.

Porque, sin María, no hay Adviento ni esperanza; pero con María, toda la vida es un permanente Adviento. Con Ella, nos viene el que nos hace falta para levantarnos y seguir apostando por un mundo desde Dios: JESÚS. ¡Felicidades, Inmaculada!

Javier Leoz

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Pregunta del Bautista y testimonio de Jesús – Mateo 11, 2-11

En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras de Cristo, le mandó preguntar por medio de dos de sus discípulos: – ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús les respondió: – Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia la Buena Noticia. ¡Y dichoso el que no se siente defraudado por mí! Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: – ¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O que fuiteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que viven con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis, a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepara el camino ante ti». Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista, aunque el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él.

Explicación

Juan, el Bautista, estaba en la cárcel, y mandó a dos discípulos a preguntar a Jesús si era el Mesías. Jesús les dijo: Mirad como cuido de los enfermos, de los leprosos, de los pobres. ¿No es esto lo que esperábais? ¿no es esto una buena noticia?

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles II de Adviento

Bienvenidos, perdedores

El mundo se deleita con los héroes y las personas de éxito, especialmente con aquellos que se enfrentaron a circunstancias difíciles y ganaron. Los oradores motivacionales salpican sus charlas con historias de esas personas. Sin embargo, por cada persona que triunfa, hay cientos que viven sus vidas rotas, derrotadas, olvidadas. ¿A quién le cuentan sus historias llenas de lágrimas? ¿Quién escuchará sus sueños rotos y sentirá sus lágrimas calientes? El mundo no tiene tiempo para los perdedores. Afortunadamente, ¡Cristo sí lo tiene! Jesús les ofrece un hombro sobre el que llorar, un pecho en el que descansar, un corazón en el que volcar su angustia. Jesús está dispuesto a aligerar su carga con una mano amiga, una palabra tranquilizadora, un abrazo consolador. Fue una escena así la que convirtió a Edith Stein a la fe católica: la escena de una mujer que entraba en una iglesia para pasar un rato con el Señor antes de volver al aburrimiento de sus tareas cotidianas.

Paulson Veliyannoor, CMF

Meditación – San Ambrosio

Hoy celebramos la memoria de san Ambrosio.

La lectura de hoy es del evangelio de Juan (Jn 10, 11-16):

En aquel tiempo, Jesús habló así: «Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. Pero el asalariado, que no es pastor, a quien no pertenecen las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, y el lobo hace presa en ellas y las dispersa, porque es asalariado y no le importan nada las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen a mí, como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre y doy mi vida por las ovejas.

Hoy admiramos la figura de san Ambrosio (c. 340-397) cuya elección como obispo de Milán fue del todo peculiar. A la muerte del obispo arriano Auxencio, la elección del nuevo obispo de Milán se presentaba muy complicada, pues los partidismos y una fuerte división hacían temer lo peor; por esta razón llamaron a la policía de la ciudad, con Ambrosio al frente, para garantizar el orden. Ambrosio se estaba preparando para recibir el bautismo…

En un momento de debate y polémica se oyó una voz: «¡Ambrosio, obispo!». Los aplausos fueron unánimes y, ante la multitud que le aclamaba, no tuvo más remedio que aceptar la elección. En pocos días recibió el bautismo y las órdenes sagradas, y así llegó a ser el más insigne obispo de Milán. 

—San Ambrosio cultivó el estudio de la teología, expuso la doctrina cristiana en sermones magistrales y fomentó la liturgia, por todo ello se hizo acreedor del título de Doctor de la Iglesia. ¡Fue un pastor excelente a imagen del “Buen Pastor”!

REDACCIÓN evangeli.net