1.- Hay días, mis queridos jóvenes lectores, que desearía tener espacio y tiempo suficientes, para explicaros los sentimientos, emociones y felicidades, que me proporcionan los textos que la Santa Madre Iglesia nos propone, para la celebración de la misa. Hoy es uno de estos. Hace pocos días fui a Colonia. El corazón de su catedral es el cofre donde se conservan y veneran las reliquias de los Reyes Magos, ya os hablaré de esto, si Dios quiere, el día que toque. Al contemplar el pórtico central de la iglesia, busqué, como siempre hago en tales sitios, la imagen de nuestra madre Eva. Pronto la encontré. Yo sé que es un mito, que no ha existido ninguna mujer en un paraje de la Tierra, a quien se le pudiera llamar por este nombre y ella corresponder con su mirada y dirigirle, a la persona que se las pronunció, unas palabras. Pero la belleza del relato es tal, que no me importa que sea pura imaginación, con pretensiones catequéticas. El personaje Eva me fascina.
3.- La inicial Eva es puro atractivo. Es libertad. Su desnudez, es seguridad de que ningún daño ni peligro acecha. Resume en sí el encanto del petirrojo, la elegancia de la gacela y la espectacularidad de la catedral de Colonia. Y como incorpora en sí misma esta belleza, así como el pajarito, la andarina de cornamenta de perfil de lira o la mole esbelta de la basílica, desaparecerán, ella en cambio, será capaz de trasportar tanta preciosidad a los estadios eternos. Ella, que es espíritu incorporado a la materia corporal sublime. Si no hubiera pecado nunca Eva, me sentiría incómodo en su presencia. Si se hubiera rebelado altiva, no miraría su antipático rostro. Si se hubiera suicidado desesperada, la olvidaría, para no sentirme yo mismo, impregnado de angustia. Pero porque pecó, se disculpó avergonzada y permaneció al lado del que no consideró cómplice sino compañero de esperanza, miro siempre sus imágenes, tratando de que me contagie el proyecto de salvación que oculta en su seno. Desnuda estaba cuando era inmaculada, debió protegerse de inclemencias y miradas lascivas, cuando pecó.
No me importa que el autor inspirado, que de parte de Dios quiera trasmitirme una enseñanza religiosa, mezcle características de la serpiente, un reptil, con las de la lombriz, un anélido. Me importa el gesto de Dios que le proporciona un vestido protector, que le promete a ella, en su linaje, salvación, victoria sobre el mal, aquello que continúa acechándome a mí, aunque de otra manera. Por lo que ella, que es pecadora como lo soy yo, caídos ambos, heridos sin sufrir derrota, se convierte en madre de esperanza que tanto necesitamos todos los hombres.
4.- Después de contemplar el lado derecho del pórtico de la catedral, he dirigido la mirada hacia el centro y allí, como esperaba, he visto la imagen de la nueva Eva. La de limpieza perenne, la transparente, la ingenuidad e inocencia suprema, la que contemplo admirado y sé que me protegerá, si solicito su ayuda. Fuera y dentro, en la Catedral y en las sucesivas iglesias que visitamos, en todas ellas, veo representaciones de la sin par María.
5.- La lectura evangélica de la fiesta de hoy es de un candor sublime y supremo. Permitidme, mis queridos jóvenes lectores, que os hable del lugar donde sucedió el episodio. He pasado muchos días y noches junto a él. He estudiado las pruebas arqueológicas que me han facilitado, es de los lugares que merecen credibilidad total. He celebrado misa, he rezado emocionado muchas veces allí. Con minuciosidad han trabajado los investigadores. Fue preciso derribar el anterior edificio, para sacar a la luz los restos del poblado de escasos 500 habitantes donde vivía aquella chiquilla de no mucho más de doce años, cuando aconteció el prodigio. (Acordaos que en aquella época y cultura, no se vivía la etapa que llamamos adolescencia. De la segunda infancia se pasaba directamente a la juventud). Nadie la enseñaría a leer, no aprendió ciencias sociales ni idiomas, supo simplemente impregnarse de fidelidad a Dios. De tal manera se llenó de esta virtud, que, paradójicamente, toda su interioridad la ocupaba el Señor. De la vivienda de la Virgen en Nazaret, queda muy poco. Tal vez no pueda hablarse de paredes. Desaparecieron, quizá sean las del santuario de Loreto. El ámbito, el espacio, sí que es seguro según la arqueología. (Ahora, durante una temporada, se están efectuando refuerzos en los muros de lo que fue la gruta interior, la habitación dormitorio, que se deterioraba, según me dicen. Las obras durarán unos tres meses). No se podrá estar en el espacio exacto donde ocurrió el prodigio, delante de esta cavidad, donde estaría la vivienda, comedor o «sala de estar», no hemos de ser fetichistas, nada importa que deba uno reflexionar a unos pocos metros de distancia. O en cualquier lugar del mundo que uno se encuentre.
6.- Se le propuso a María un proyecto. La voz que escuchó en su interior era el eco de la que oyó Eva. La Virgen, como ella al principio, era inmaculada y después del encuentro, continuó siendo inmaculada. Porque la Anunciación fue una prueba, un examen. Dios sometió sus planes salvadores a la libertad de una joven. La mujer, María, se había preparado, sin saberlo, para este instante, con la oración asidua. Se deduce esto de sus palabras. Había aprendido que lo importante es decir sí a Dios. De esta manera uno se realiza, diríamos en lenguaje de hoy. Ella supo ser modesta colaboradora de los proyectos salvíficos y continuó siendo inmaculada. Aquí reside la diferencia entre una y otra eva. Me siento identificado con la primera, pues, como ella, soy pecador, sin haber perdido la esperanza. Soy admirador de la segunda y me siento protegido por ella. Me siento hijo suyo, ya que, al decir sí a que el Mesías se aposentara en su interior, aceptó al Cristo total, del que soy parte. Posteriormente lo ratificó y me siento profundamente agradecido.
7.- Ojala, pudiera ser yo fiel como ella, ojala, me fuera limpiando y haciendo transparente, de tal manera, que los demás pudieran ver a través de mí a Dios. En la vida corriente, lo sucio ensucia y lo limpio, no siempre permanece siéndolo. En el ámbito sobrenatural la limpieza de María, limpia el mundo, borra la contaminación que invade a la humanidad. Perdonadme que en vez de un mensaje, os haya ido comunicando mis pensamientos. Espero sepáis compartirlos conmigo. Esta fiesta no debe dejarnos indiferentes ya que la degradación espiritual es mucho peor que los peligros del cambio climático. María, la Inmaculada, con su transparencia sublime, desempaña lo que enturbiamos nosotros. Chicos lectores, encontraréis en María, la madre que tanto deseáis y que la biológica no consigue ayudaros. Chicas lectoras, encontraréis vosotras lo mismo que ellos, pero además, debéis tratar en todo momento de identificaros con su virtud y feminidad. Mis queridos jóvenes lectores, hoy es un gran día, si somos capaces de captar el contenido de su mensaje.
Pedrojosé Ynaraja
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