1. – La misa del primer día del Año Nuevo está dedicada a Santa María, Madre de Dios. También en esta fecha se celebra la Jornada de la Oración por la Paz. Para ella El Papa Benedicto ha escrito un discurso que tiene como título: “La libertad religiosa, camino para la paz”, que, sin duda, es muy expresivo y marca el slogan de la jornada. Pero además es que la ausencia de libertad religiosa está siendo una fuente renovada de conflictos, cada vez más crecientes. A María de Nazaret, que además preside la celebración de este primer día del año, le pedimos su potente intercesión para que en el mundo tengamos paz. Y que si es posible que no sean las religiones las causas principales de discordias y violencias.
2. – Tiene un especial significado dedicar la primera celebración litúrgica del año a María. San Pablo alude a la venida del Hijo de Dios, nacido de mujer: María. Y es María, según en el relato de San Lucas, quien recibe el testimonio de alegría de los pastores que obedecieron el mensaje de los ángeles. María sin entender muy bien lo que está ocurriendo los medita todo ello en su corazón. A lo largo de toda su vida la Madre de Jesús repetirá esa observancia silenciosa de la realidad del Hijo de Dios. Es difícil –por no decir imposible– separar de la Redención, el paso salvador de Cristo por la tierra, la figura y los sentimientos de María.
3.- Pienso que María, en esta mañana, nos mirará con indulgencia a esa gran mayoría de personas que, sin duda, llegaremos al templo sin haber dormido mucho y tras celebrar alegre y ruidosamente la llegada del nuevo año. No será María quien esté en contra de cualquier manifestación de sana y gran alegría. Aunque cada uno es libre para organizar su vida como quiera –diríamos como cristianos que lo único, no permisible, es el pecado—parece más que pertinente dedicar tiempo a las celebraciones de estas fiestas.
4.- El nacimiento de Jesús nos llenaba de una alegría profunda, porque Jesús se había hecho presente en nuestras vidas. Y ahora queremos reiterarla al referirnos a las celebraciones del Año Nuevo. El viejo dicho teresiano de que «un santo triste es un triste santo», podría aplicarse a nosotros –rebajando, claro, la condición de santos, que no lo somos– y decir así que un cristiano triste es triste cristiano. No es el cristianismo una religión de tristes y atormentados. Es bueno aprovechar las ocasiones adecuadas para desbordar nuestra alegría en compañía de familiares y amigos.
3. – Aludía al principio a la Jornada de la Paz. Y hay que decir que el cristiano solo puede ser pacífico y hasta pacifista. Debe construir la paz. El mensaje está en las bienaventuranzas. Y es importante que este primer día del año 2011, dedicado a la Santísima Virgen, le pedimos a ella por la paz. Por una paz completa y total que recuerde a las profecías de Isaías. Eso no debe ser una utopía. Y sí una realidad posible. Recemos, hoy día 1, por la paz de todos. En el mundo, en las naciones, en las ciudades, en los barrios, en las familias. Los ángeles de la Nochebuena nos lo dijeron claramente: «… y paz a los hombres que ama el Señor»
Ángel Gómez Escorial