Lectio Divina – 2 de enero

La voz del que clama en el desierto

Invocación al Espíritu Santo:

Oh, Espíritu de amor, Espíritu de verdad infunde en mi mente y en mi corazón, un rayo de tu luz para que comprenda el misterio de Dios en mi vida, que, en Jesucristo, promesa del padre, se realiza.

Lectura. Juan capítulo 1, versículos 19 al 28:

Este es el testimonio que dio Juan el Bautista, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: “¿Quién eres tú?”.

Él reconoció y no negó quién era. Él afirmó: “Yo no soy el Mesías”. De nuevo le preguntaron: “¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?”. Él les respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?”. Respondió: “No”. Le dijeron: “Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?”. Juan les contestó: “Yo soy la voz que grita en el desierto: ‘Enderecen el camino del Señor’, como anunció el profeta Isaías. Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: “Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?”. Juan les respondió: “Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias”.

Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

Anunciando a Jesucristo, Juan no se apoderó de la profecía, él, es el icono de un discípulo. ¿Dónde ha estado el origen de esta actitud del discípulo? En un encuentro. El Evangelio nos habla del encuentro de María e Isabel, cuando Juan bailó de alegría en el vientre de Isabel. Eran primos. Quizá se han encontrado después algunas veces. Y ese encuentro ha llenado de alegría, de tanta alegría el corazón de Juan y lo ha transformado en discípulo. Juan es el hombre que anuncia a Jesucristo, que no se pone en el sitio de Jesucristo y que sigue el camino de Jesucristo.

Meditación:

Uno de los aciertos principales de Juan el Bautista, al menos como lo presenta el cuarto evangelio, es el reconocimiento de que no es el Mesías; este elemento nos permite leer dicho pasaje en una doble clave: desde la tentación de sentirnos mesías y desde la pretensión de darle a otros el lugar de mesías.

Casi todos los seres humanos en algún momento hemos tenido la tentación de creernos mesías, de presentarnos como salvadores absolutos. Sin embargo, a ejemplo del Bautista, podemos superarla. De hecho, Juan, además de dejar claro que no es el mesías, sostiene con claridad que no es ningún otro: ni Elías, ni el profeta. Y es que, muy probablemente, en el fondo de cierta pretensión mesiánica, está una carencia de identidad sana y equilibrada.

A la osadía anterior se le puede agregar el problema de la generación de mesías. Los grupos, además de la necesidad de líderes, tienden a fabricar sus propios mesías; quizá por la desesperanza, el desaliento, incluso la desconfianza. Esta situación puede llegar a grado tal, que un pueblo tienda, irreflexivamente, a poner toda su confianza en un líder.

Aprendamos de Juan el Bautista a evitar cualquier tentación de mesianismo personal, así como a identificar las pretensiones mesiánicas de ciertos líderes. Que su ejemplo nos ayude a desempeñarnos como líderes no como mesías, como pastores no como mercenarios, como hermanos no como vasallos.

Oración:

Necesito ser más humilde, Señor, para permanecer cerca de Ti, conociendo y haciendo vida tu Evangelio. Tú eres la única fuente de la santidad, nada puedo ni debo hacer al margen de tu voluntad. De nada me sirve la fama, ni los bienes, lo único que me debe importar es permanecer unido a tu gracia para poder realizar la misión que me has encomendado.

Contemplación:

Toda la misión de Juan el Bautista es recalcar la importancia de Jesús; no la de él. Esto ha de ser la característica más importante de la enseñanza de Jesús: ser humilde que también nos enseñó Juan. Esto significa que debemos enfrentar dos realidades sobre nosotros: que existe una pequeña parte de nosotros que es limitada y pecadora; pero que esto no nos debe impedir ver la mayor parte de nosotros, que es dotada en plenitud por la naturaleza; y más aún, por el regalo de la Gracia.

Por unos momentos, en tus oraciones, permanece con Juan el Bautista, y deja que él te diga lo afortunada/o que eres por haberte encontrado con Jesús. Deja que te cuente sobre su entusiasmo por Jesús.

Propósito:

Ojalá, pues, que seamos dóciles a esta voz que grita en el desierto y sigamos “preparando los caminos del Señor”. Que cuando Cristo venga, nos encuentre a todos con el alma bien dispuesta, prontos para escuchar su palabra, para acoger su mensaje y recibir su salvación.

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Homilía – 2 de enero

En un ambiente de una inmensa expectativa por el Mesías, Juan aparece como una figura rodeada de un prestigio extraordinario; prueba de ello es que las autoridades judías mandan a Betania, desde Jerusalén, a sacerdotes y levitas, que eran personajes cualificados, a preguntarle a Juan si él es el Mesías.

Juan no se envanece por su misión. Niega ser lo que en realidad no es, pero a continuación comienza a dar a conocer lo que es, hablando de Jesucristo, alabándolo entusiastamente, y juzgándose a sí mismo indigno aún de desatar la correa de las sandalias de Jesús.

Toda la fama de que disfrutaba Juan, la pone al servicio de su misión de Precursor del Mesías y, con olvido total de sí mismo, afirma que «es necesario que Juan disminuya para que Jesús crezca»

Cuando cada uno de nosotros ejercemos la misión de apóstoles de Jesús, y Él permite que alguna vez gocemos de algunos éxitos, no podemos envanecernos como si el mérito fuera nuestro. Siempre tenemos que dirigir todo a Dios como les enseña San Pablo a los Efesios: «Han sido salvados por la gracia mediante la fe, y esto no viene de ustedes, sino que es Don de Dios».

Debemos darnos cuenta y aprender de la conducta de Juan. En vez de defenderse, aprovecha la ocasión que se le presenta para dar testimonio de Jesús. Juan siente su responsabilidad de Precursor. Él no tiene otra razón de ser, que dar testimonio del Mesías. No le interesa la opinión que puedan formarse de él los fariseos. No le interesa otra cosa que dar testimonio de Cristo.

Cuánto tiempo perdemos muchas veces los apóstoles, queriendo defender nuestra posición o nuestro criterio, o queriéndonos defender contra las apreciaciones injustas de los demás. Lo interesante para nosotros no es que los demás tengan un concepto elevado de nuestra misión, o que reconozcan nuestra autoridad: lo importante es dar testimonio de Cristo: ejercer el apostolado.

Pero tampoco debemos pensar que para hablar de Jesús nos tenemos que encontrar en situaciones especiales; todas las ocasiones son buenas para hablar de Jesús: Jesús nunca está de más. Su Palabra siempre es positiva.

Pidamos a Jesús que nos conceda la humildad que mostró Juan en su misión, y que nunca abandonemos la misión que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros.

Comentario – 2 de enero

1.- Sigue el tema de los anticristos. Juan llama así a los que no creen en Jesús como el Mesías, el Ungido enviado por Dios, que ha asumido en verdad nuestra carne humana. Y si no creen en Cristo, tampoco creen en Dios Padre. Y al revés, el que confiesa su fe en Cristo, cree también en el Padre. 

En su comunidad se ve que algunos, abandonando la doctrina que habían recibido desde el principio, habían ofuscado su fe en Cristo, tanto con herejías doctrinales como con una práctica descuidada en la vida. Juan quiere que sus lectores estén vigilantes y no se dejen seducir.

El verbo que más veces se repite es «permanecer». Un verbo que habla de fidelidad, de perseverancia, de mantenimiento de la verdadera fe, sin dejarse engañar. Permanecer en la doctrina es permanecer en comunión con Cristo y con Dios Padre, ungidos y movidos por su Espíritu, y ésta es la clave fundamental para que nuestra vida sea un éxito y no tengamos que avergonzarnos en su venida. 

2.- En el evangelio leemos el testimonio que Juan Bautista da de Jesús, siguiendo con la lectura del primer capítulo de Juan.

El Bautista, al que habíamos oído en el Adviento preparando los caminos del Señor, ahora lo señala ya presente en medio de Israel. 

Con toda honradez da testimonio de que él, Juan, no es el Mesías: yo no soy. 

Yo soy la voz que grita. Al que viene detrás de mí yo no soy digno de desatarle la correa de la sandalia. La Palabra es Jesús: Juan sólo es la voz. La luz es Cristo: Juan sólo es el reflejo de esa luz. 

Y anuncia a Cristo: «en medio de vosotros hay uno que no conocéis, que existía antes que yo». 

3.- a) En los primeros días de este nuevo año, los que estamos celebrando en cristiano la Encarnación de Dios en nuestra historia, tenemos motivos para llenarnos de alegría y empezar el año en la confianza. El Dios-con-nosotros sigue siendo la base de nuestra fiesta, y permanecerle fieles la mejor consigna para el nuevo año. 

Hemos aceptado a Cristo Jesús en nuestra historia, en nuestra existencia personal y comunitaria. No por eso sucederán milagros en nuestra vida, pero si Navidad continúa dentro de nosotros, y no sólo en los días del calendario, cambiará el color de todo el año. 

El Señor saldrá a nuestro encuentro cada día, en la vida ordinaria, en los días felices y en los de tormenta, para darnos ánimos y sentido de vivir. 

b) También nosotros experimentamos la presencia, en nosotros mismos y en el mundo que nos rodea, del mal y de lo que podemos llamar «anticristos», 0 sea, lo que no es Cristo, lo que no es su Evangelio, sino el antievangelio. 

Las bienaventuranzas de Jesús no coinciden para nada con las que nos ofrece el mundo. Haremos bien en mantener abiertos los ojos y saber discernir lo que es verdad y lo que es mentira. 

Después de una semana de la Navidad, ¿«permanecemos» en la misma clave de fe y alegría, unidos al Padre y a Cristo, movidos por su Espíritu? ¿o ha sido una celebración fugaz y superficial? 

Ojalá no nos dejemos engañar y Jesús sea el criterio de vida para todo el año que empieza. 

c) Cara a los demás, podemos preguntarnos, siguiendo el ejemplo de Juan Bautista, si somos buenos testigos de Jesús. ¿Somos su voz, su luz reflejada? ¿o nos predicamos a nosotros mismos? ¿sabemos decir, humildemente, «yo no soy»? 

Nuestra misión como cristianos -y más si somos religiosos o sacerdotes- es decir a este mundo: «en medio de vosotros está…». Y ayudarles a que lo conozcan. 

Ojalá, además, nosotros mismos no seamos anticristos: que no enseñemos lo contrario de lo que nos enseña Cristo Jesús.

J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día

¡La gloria del Señor amanece sobre ti!

Mateo comienza y termina su evangelio calificando a Jesús de “rey de los judíos”. Se trata de un rey que nace y muere rompiendo todos los esquemas de las realezas mundanas: nace en un pesebre y muere en una cruz. En el momento de nacer Jesús, unos magos van en busca del “rey de los judíos”. Y en el momento de morir, Pilato ordena poner sobre la cruz un cartel con esa inscripción: “este es el rey de los judíos”. Si estamos hablando de un rey, se comprende que los magos le buscaran en la ciudad de los grandes palacios, o sea en Jerusalén. Se equivocaron de camino y de lugar, porque el rey que había nacido era tan extraño y tan nuevo que sólo podía nacer entre los pobres. Tan extraño y tan nuevo que muere como un malhechor, solidarizándose así con todos los despreciados y marginados de este mundo. En el texto del evangelio de hoy, el evangelista no se refiere a ninguna realeza que no sea la de Jesús. Son las tradiciones populares que han venido después, poniendo mucha imaginación al asunto, las que hablan de reyes. El evangelista sólo conoce a un rey, que es Jesús. Por eso los magos se postran ante él y le adoran.

La fiesta de la Epifanía es un símbolo de la universalidad del Evangelio. Epifanía quiere decir manifestación. Si el Señor no se manifestase, su Encarnación no habría llegado a los hombres. Hasta tal punto está relacionada la Encarnación con la Epifanía o manifestación, que durante tres siglos la Iglesia estuvo celebrando en la noche del cinco al seis de enero el Nacimiento en Belén y la manifestación a los magos. A partir del siglo IV se desdoblaron las fiestas y la primera se trasladó al 25 de diciembre. Pues bien, la manifestación de Dios en Jesús tiene un alcance universal, está destinada a todos los seres humanos. En este sentido resulta interesante que la tradición haya interpretado que estos magos (probablemente unos astrónomos) procedían de los tres continentes entonces conocidos: África, Asía y Europa. El mago negro aparece siempre. En el reino de Jesucristo no hay distinción por la raza o por el origen, no hay diferencias nacionales, ni sociales, ni raciales. Todos somos hijos del mismo Padre. Jesucristo une a todos los pueblos y a todas las personas, sin perder la riqueza de su variedad.

Los Magos son una retroproyección de algo que sólo ocurrirá después de la resurrección de Cristo, a saber, que el evangelio será acogido por los no judíos, en línea con la última recomendación de Jesús a sus discípulos: “id al mundo entero, anunciad el evangelio a todas las gentes, no sólo en Jerusalén, sino también hasta los confines de la tierra”. Los Magos son aquellos que vienen de los confines de la tierra a adorar al niño, los magos son los extraños al pueblo judío, los que no son de la raza del niño, los alejados. También para ellos ha nacido el hijo de María. Y también a ellos debe llegar la buena noticia del Evangelio.

El Evangelio es para todos los seres humanos, tiene un alcance universal, porque Cristo es lo que, sin saberlo, todos buscamos, ya que él “es principio y modelo de esa humanidad renovada a la que todos aspiran, llena de amor fraterno, de sinceridad y de paz” (Vaticano II). Desde esta perspectiva, los magos que buscan a Cristo representan a la humanidad en búsqueda de paz, verdad y justicia. Representan el anhelo profundo del espíritu humano, la marcha de las religiones, de la ciencia y de la razón humana al encuentro de Cristo.

El evangelista termina su relato notando que, una vez que los magos se han encontrado con Cristo, “regresaron a su país por otro camino”. Lectura espiritual: si tú te has encontrado con Cristo, volverás a tu casa, a tu trabajo, a tus ocupaciones, pero ya no será lo mismo. Volverás de otra manera, por otro camino, con un corazón y un espíritu nuevo.

Fray Martín Gelabert Ballester

Mt 2, 1-12 (Evangelio Epifanía del Señor)

1ª) ¡Dios se revela también a través de su naturaleza!

Unos magos de oriente, se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. 1) Tenemos en la Escritura que fragmentos de singular significación para entender cómo a través de la naturaleza se puede encontrar a Dios. Toda la naturaleza es un vestigio elocuente de la sabiduría, poder y bondad de Dios que dejó plasmados desde la creación. El primer fragmento lo encontramos en el Libro de la Sabiduría 13,1-9: En la grandeza y hermosura de las criaturas se deja ver, por analogía, su Creador… Si fueron capaces de escudriñar el universo ¿cómo no hallaron primero al que es su Señor? El segundo fragmento lo leemos en la carta a los Romanos 1,18-25: Pues lo que se puede conocer de Dios, lo tienen claro ante sus ojos, por cuanto Dios se lo ha revelado. Y es que lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, se ha hecho visible desde la creación del mundo, a través de las cosas creadas. El tercero lo leemos en el prólogo del evangelio de Juan 1,3-4: Todo fue hecho por la palabra y sin ella no se hizo nada de cuanto llegó a existir. En ella estaba la vida y al vida era la luz de los hombres. El evangelista Mateo ha podido inspirarse en el texto del Libro de la Sabiduría para presentarnos a estos sabios-magos dejarse guiar por una estrella. La naturaleza los conduce hacia el Dios Creador y Bondadoso. Y se ponen en camino. El creyente descubre en la Palabra de Dios que él tiene una misión que realizar en la interpretación de la naturaleza. Sabe que es un reflejo de su Dios Creador y Padre y que por lo mismo puede leer en ella su bondad, belleza y sabiduría. Y aprende a respetarla profundamente. Puede ayudar a sus hermanos los hombres empeñados en defender, respetar y proteger la naturaleza. Debe ser el mejor ecologista.

2ª) ¡Había sido anunciado en las Escrituras!

Herodes convocó a los letrados del país y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: en Belén de Judá. El Dios Creador que ha dejado su impronta en la naturaleza, es también el Dios Revelador. Cuando los magos llegan a Jerusalén entra en juego la Palabra revelada. El recurso a Miqueas (5,1) orienta sus pasos hacia Jesús. La Escritura sabe que el Dios Creador y el Dios Revelador es el mismo pero en actuaciones distintas y complementarias que se entretejen armónicamente. Es un proceso pedagógico excelente. Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad y ofrece a todos el camino para llegar a él. Los magos-sabios representan a toda la gentilidad llamada y convocada mediante la naturaleza y por la palabra de Dios a encontrar y reconocer en Jesús al único y universal Salvador. Mateo retrotrae la experiencia de la evangelización entre los gentiles, tarea post-pascual, hasta los orígenes de Jesús en cuanto hombre. Los magos son las primicias de la humanidad que camina en la búsqueda de Dios. Su significación desborda los límites del relato evangélico para alcanzar horizontes insospechados. En un mundo que parece paganizarse, el creyente no puede perderse en lamentos estériles sino poner manos a la obra y seguir su tarea de búsqueda de Dios. Los hombres buscan a Dios, sin ser conscientes de ello; y necesitan identificar al Dios Creador, que se esconde en todos sus inventos con el Dios Revelador que está a las puertas de sus espíritus. Son necesarios los evangelizadores que sepan interpretar los signos visibles del Dios Creador y del Dios Revelador.

3ª) ¡Ellos se pusieron de camino, encontraron a Jesús y le adoraron!

Se pusieron en camino, y de pronto la estrella comenzó a guiarlos… Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría… y cayendo de rodillas lo adoraron. Los signos de la naturaleza y la luz de Palabra revelada les condujo al objetivo de su camino. Y encontraron al Rey que buscaban. Al único Rey que centra la atención del relato evangélico. Herodes no es realmente un rey, sino un lugarteniente de Dios (en este caso a todas luces indigno de tal misión). Y los sabios-magos son buscadores a través de los signos de la naturaleza. El hallazgo del Rey verdadero, Jesús, les llenó de profunda alegría porque su búsqueda dio el resultado apetecido. Y, al encontrarle, lo adoraron como a su Señor. Mateo reserva la adoración siempre para expresar el reconocimiento en Jesús de su ser superior y no simplemente humano. Adorar es reconocer al único Dios y Señor. Aquel niño es el Señor verdadero. Lucas lo expresó por medio del anuncio de los ángeles y Mateo lo relaciona con este bello y dramático relato de la visita de los magos-sabios. Los hombres, necesitan urgentemente llegar al centro de sus vidas y sus búsquedas. Nosotros tenemos la misión de ser instrumentos que les dirijan hacia Jesús para encontrar lo que necesitan realmente.

Fr. Gerardo Sánchez Mielgo

Ef 3, 2-3. 5-6 (2ª lectura Epifanía del Señor)

1ª) ¡El don gratuito de la misión de Pablo!

Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. El autor de esta carta presenta la imagen de Pablo recibiendo el don gratuito de su misión universal. Pablo es un mediador de la gracia que Dios ha tenido siempre dispuesta para ofrecerla también a los gentiles. El mismo ha experimentado la gratuidad, la sinceridad y la ternura del amor misericordioso de Dios al llamarle de perseguidor de la Jesús en sus seguidores a pregonero de su Hijo Jesucristo Salvador de todos. Este rasgo de la vocación de Pablo debe despejar cualquier duda sobre nuestras capacidades para realizar la tarea de evangelización. Cuando Dios anda por en medio todo es posible.

2ª) ¡El misterioso plan de Dios alcanza también a los gentiles!

Se me dio a conocer por revelación el misterio que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos: que también los gentiles son coherederos. La manifestación del plan de Dios aparece ya de alguna manera en las primeras promesas de salvación (paraíso: Gn 3,15; Noé). Aunque es en la vocación de Abraham (Gn 12) donde se hace presente con toda su fuerza como promesa de futuro: en ti serán benditas todas las naciones de la tierra. Aquella lejana promesa se ha hecho realidad en Jesús que puso en paz todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, por la sangre de su cruz (Cl 1,20). Y Pablo ha sido elegido a proclamar por todo el mundo este misterioso pero espléndido plan de Dios. También las naciones, los gentiles, son llamados a participar de las promesas hechas a Israel y realizadas en Jesús. Es necesario recordar brevemente la situación a que habían llegado las relaciones de Israel con el mundo gentil. Varios siglos antes de la venida de Cristo Jesús se habían cerrado herméticamente las vías de comunicación espiritual entre ambos. Israel se había atrincherado en la Ley y los gentiles eran considerados como «malditos». Pero en la llamada a Abraham se había anunciado que en él serían benditas todas las naciones. Pablo conoce, por revelación, este plan misterioso. Por eso tiene la seguridad de que Dios le ha revelado el misterio, objeto y contenido esencial de su misión: abrir las puertas por medio del evangelio a todas las naciones para que tengan acceso libre a la salvación realizada por Jesús. También los gentiles son coherederos, no participantes de algunas migajas que pudieran caer de la mesa de los invitados de Israel. Realidad profundamente consoladora para toda la humanidad. El Evangelio no tiene fronteras por eso los creyentes que viven inmersos en este momento tomen en serio la urgencia de una evangelización sin fronteras comenzando por nuestro propio alrededor. Hoy es necesario sentirnos todos coherederos del mismo reino futuro para construir juntos la etapa presente e histórica de este Reino de Dios en el mundo.

Fray Gerardo Sánchez Mielgo

Is 60, 1-6 (1ª lectura Epifanía del Señor)

1ª) ¡Epifanía, fiesta de la luz!

¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti! 1) Estas palabras enmarcadas en su momento histórico entrañan un mensaje de especial significación. Jerusalén destruida; el pueblo diezmado; los exilados que vuelven de Babilonia después de más de cincuenta años de exilio. Decir y proclamar este mensaje a un pueblo que vive en esas circunstancias es singularmente esperanzador. Dios tiene su proyecto y lo lleva adelante. Una vez más nada puede oponerse a sus planes, porque distan de los nuestros como el cielo de la tierra. La gloria del Señor amanece sobre ti es lo mismo que decir Dios se manifiesta como poderoso ejecutor de sus planes en favor de tuyo. Este primer pensamiento de profeta-poeta urge a los creyentes a levantar su ánimo y a experimentar el consuelo de Dios sin límites y entregarlo luego a los demás como un regalo, porque como regalo lo hemos recibido. Dios quiere seguir amaneciendo en la Iglesia y en el mundo y para ello quiere necesitar nuestra colaboración comprometida y gozosa.

2ª) ¡Dios desde Jerusalén es la luz de todos los hombres!

Y caminarán los pueblos a tu luz; los reyes al resplandor de tu aurora. Levanta la vista en torno, mira: todos ésos se han reunido, vienen a ti: tus hijos llegan de lejos. Magnífica promesa la de Dios para su pueblo y para la humanidad. Hasta de los confines de la tierra son convocados a disfrutar de la salvación de Dios. Esta expresión es propia del Segundo Isaías, que es, básicamente, un profeta-poeta de la misma escuela y del mismo círculo de pensamiento que el Tercer Isaías. Estas imágenes tan bellas tienen una misma significación: a pesar de la pequeñez y estrechez en que se encuentra el pueblo, tiene un destino universal abierto al futuro. El profeta-poeta, una vez más, quiere levantar la esperanza de su pueblo. El pueblo reunido de nuevo en Jerusalén será un signo de esperanza para todos los hombres incluidos en el proyecto de Dios. La comunión de la Iglesia y de los creyentes entre sí es el signo de que Dios está en medio. Es el signo insustituible de nuestro testimonio en medio del mundo. Jesús nos ha llamado a ser luz del mundo y sal de la tierra. Esta realidad ha sido anticipada por el profeta-poeta Isaías y sigue teniendo actualidad.

3ª) ¡La gran peregrinación de los pueblos en la búsqueda de Dios!

Cuando vuelquen sobre ti los tesoros del mar, y te traigan las riquezas de los pueblos… Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro. El profeta-poeta se imagina la acción salvadora de Dios visualizada en una gran peregrinación de los pueblos y de sus reyes dirigiéndose a Jerusalén, ciudad del gran Rey y Señor que es nuestro Dios. La visita de un rey siempre iba acompaña de la ofrenda de sus dones propios del país de donde procedía. Evidentemente se trata de una imagen para significar la dilatación y universalidad de la acción de Dios. Estos dones ofrecidos dieron origen a la tradición sobre los dones de los reyes a Jesús. Nuestra colaboración al proyecto de Dios ha que tener dos características: generosidad y universalidad. Lo que tenemos entre manos, nuestras cualidades y posibilidades, eso es lo que espera el Señor que pongamos a contribución y disposición de nuestros hermanos.

Fray Gerardo Sánchez Mielgo

Comentario al evangelio – 2 de enero

Cada quien tiene sus traumas particulares y, a veces, no es uno, sino que son legión. Siendo yo estudiante, un psocólogo nos hizo un test. No sé qué varemos nos aplicó. Pero como conclusión a mi me dijo que era emotivo, no activo y secundario. Lo de emotivo y lo de secundario no me llamaba la atención, ni me hacía daño, pero lo de “no activo” me llego al alma. Me molestó y me fastidió. Y desde entonces se ha convertido para mí en caballo de batalla. He tratado de negarlo, exhibiendo el aval de mi laboriosa vida. He tratado de ocultarlo, por supuesto, no de manera consciente, pero sí de una manera muy real. Más de una vez, he hecho gala de una agenda repleta de compromisos, como si  el trabajo y la actividad fueran lo más importante y significativo de mi vida. Estaba convencido de que no era así, pero me sentía obligado a dar el pego. Si no fuera exagerar, diría que me vendía a la actividad, para recoger la buena imagen.

Frente a esta forma de actuar, lo que más me llama la atención en Juan Bautista y lo que más me admira de él es que no quiere aparecer como lo que no es. Anda en verdad y a esto se le llama autenticidad en toda tierra de garbanzos. Juan es un hombre auténtico, que no vive de apariencias. Un hombre de una sola pieza, que llama al pan, pan y al vino, vino. Que habla de lo que es y no se da pisto de ningún tipo. Que no se adula a sí mismo, ni adula a los demás. Es un hombre de una sola pieza que pone a las personas y a las cosas en su sitio. Ni tiene empacho ninguno en decir a la cara que el bautiza con agua, ni lo tiene en decir que, en medio de ellos, hay uno que no conocen, que existía antes que él y al que no es digno de desatar las sandalias. Si humildad es andar en verdad, Juan es un una persona autentica, humilde y verdadera.

Uno de los rasgos de nuestra mejor navidad, ésa que podríamos celebrar a día de hoy, apegados a lo concreto, tendría que ver con esas facetas humanas que practicaba Juan: la autenticidad, la verdad y la humildad.

Ciudad Redonda

Meditación – San Basilio Magno y San Gregorio Nacianceno

Hoy celebramos la memoria de los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 23, 8-12):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Vosotros no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro; y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar «Directores», porque uno solo es vuestro Director: el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor. Pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado».

Hoy celebramos la memoria de los santos Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno, ambos obispos y doctores de la Iglesia, en el siglo IV. Fueron íntimos amigos, viviendo una fraternal amistad hasta la muerte: compartieron la vida eremítica y cultivaron la filosofía y la teología en los años de las disputas cristológicas.

San Gregorio Nacianceno, relatando los orígenes de la mutua amistad, escribe: «Yo acompañaba a mi gran Basilio, no solamente por veneración, sino también porque me daba cuenta de la firmeza de su carácter y de la oportunidad de sus palabras (…). Esto fue el proemio de nuestra amistad; de aquí brotó la chispa de nuestra comunión: éramos una sola cosa y mirábamos lo mismo. Las esperanzas que nos conducían eran idénticas».

¿Qué miraban? ¿Cuál era la esperanza que los mantuvo unidos siempre? La respuesta es Jesucristo, pues Él es el maestro y el guía: «Vosotros no os dejéis llamar «Rabbí», porque uno solo es vuestro Maestro (…). Ni tampoco os dejéis llamar «Directores», porque uno solo es vuestro Director: el Cristo» (Mt 23,8-10). En el nombre de Cristo encontraban su unión: «Nuestro gran nombre consistía en el hecho de que éramos cristianos, y así nos llamaban» (San Gregorio).

Algunos «profetas del pensamiento» del siglo XIX aseguraban que el progreso de la ciencia y de la técnica inducirían «automáticamente» la paz en el mundo. La historia reciente no les ha dado la razón: el «saber» que no conoce a Dios es parcial, difícilmente sabe del amor y fácilmente aboca a la separación. La paz, la fraternidad, no son hijos de la ciencia ni de la técnica, sino un don del Amor de nuestro Padre-Dios. Y, de hecho, fue en el nombre de Cristo que Basilio y Gregorio -hombres de ciencia y pensamiento- llegaron a ser hermanos. «Vosotros sois todos hermanos. [No] llaméis a nadie «Padre» vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo» (Mt 23,8-9).

+ Rev. D. Josep VALL i Mundó

Liturgia – San Basilio Magno y Gregorio Nacianceno

SANTOS BASILIO MAGNO Y GREGORIO NACIANCENO, obispos y doctores de la Iglesia, memoria obligatoria

Misa de la memoria (blanco)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio de Navidad o del común.

Leccionario: Vol. II

  • 1Jn 2, 22-28. Lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros.
  • Sal 97. Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios.
  • Jn 1, 19-28. El que viene detrás de mí.

Antífona de entrada          Eclo 44, 15. 14
Los pueblos hablarán de su sabiduría, la asamblea proclamará su alabanza y su nombre vive por generaciones.

Monición de entrada
Basilio (330-379) llevó inicialmente una vida monástica y redactó las reglas que todavía en la actualidad observan los monjes del Oriente y luego (370) fue obispo de Cesarea, su ciudad natal. Por su actividad y sus escritos ocupa un lugar de honor en la Iglesia o defensor de los pobres, de la libertad de la Iglesia y de la integridad de la fe. Gregorio, el teólogo (330-389/390), amigo de Basilio, compartió con él la vida de estudiante monje. Durante un año y medio, allá por 381, fue obispo de Constantinopla, como su carácter no lo disponía a la actividad se retiró a su ciudad natal, Nacianzo. Allí vivió entregado a la contemplación de Dios y a la composición de profundas obras teológicas.

Acto penitencial
Nosotros también estamos llamados, como los santos Gregorio y Basilio, a la santidad de vida; sin embargo, fallamos a menudo en nuestro camino hacia ella. Por eso, iniciamos la celebración de los sagrados misterios de la Eucaristía pidiendo perdón a Dios por nuestros pecados.

• Tú eres la Palabra de Dios hecho hombre. Señor, ten piedad.
• Tú eres la imagen de Dios invisible. Cristo, ten piedad.
• Tú eres el Santo de Dios. Señor, ten piedad.

Oración colecta
OH, Dios,
que te has dignado instruir a tu Iglesia
con el ejemplo y doctrina
de los santos obispos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno,
haz que aprendamos humildemente tu verdad
y la vivamos fielmente en la caridad.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión
Juan el Bautista – curtido en la soledad del desierto y fortalecido por una vida austera- trata de ocultarse y, por eso mismo, busca casi desaparecer tras la figura de aquel que luego habrá de presentar al mundo. Él muestra entonces toda su humildad al definirse a sí mismo tan sólo como «la voz que clama en el desierto» (Is 40, 3). Lo único que de ahora en adelante contará en su vida será la noble misión de prepararle al Mesías un pueblo bien dispuesto, predicando un bautismo de penitencia.

Oración de los fieles
Oremos al Señor.

1.- Para que la Iglesia sepa dar respuesta a quienes preguntan por Cristo. Roguemos al Señor.

2.- Para que los hombres descubran los signos de la presencia de Dios en el mundo. Roguemos al Señor.

3.- Para que la Buena Noticia sea predicada en todo el mundo, hasta los últimos confines de la tierra. Roguemos al Señor.

4.- Para que nosotros permanezcamos siempre en comunión con Cristo y demos, a través de nuestras obras, testimonio de su venida al mundo. Roguemos al Señor.

Acuérdate, Señor, de tu misericordia y fidelidad a favor de nosotros. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
ACEPTA, Señor, este sacrificio de tu pueblo,
y haz que aquello que ofrecemos a tu gloria
en honor de los santos Basilio Magno y Gregorio Nacianceno,
nos sirva para la salvación eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión           Cf. 1 Cor 1, 23-24
Nosotros predicamos a Cristo crucificado: fuerza de Dios y sabiduría de Dios.

Oración después de la comunión
DIOS todopoderoso,
que la mesa celestial
robustezca y acreciente la fuerza de lo alto
en quienes celebramos la festividad de los santos Basilio y Gregorio,
para que guardemos íntegro el don de la fe
y caminemos por la senda de la salvación
que se nos ha revelado.
Por Jesucristo, nuestro Señor.