Este pasaje del evangelio nos muestra a Jesús, acompañado tal vez de sus dos primeros discípulos, los que habían sido discípulos de Juan el Bautista, que se pone en marcha hacia su tierra Galilea.
Tal vez allí podrá anunciar el Reino con mayor libertad y lejos del control de las autoridades del templo y de los fariseos.
Y en ese lugar va a buscar a un hombre llamado Felipe y lisa y llanamente le dice: sígueme.
Y Felipe…, lo siguió. Llama la atención en este pasaje, cómo Jesús, «va a buscarlo».
Jesús, no lo encontró por casualidad, la mejor traducción de este texto del evangelio, dice que Jesús va a buscarlo.
Y Felipe lo sigue con gusto y hace algo más, va a traerle un nuevo compañero, Natanael.
Probablemente ambos, Felipe y Natanael, esperaban la salvación. Felipe era de Betsaida, que era una pequeña ciudad comercial, en la que vivían judíos y gentiles.
Este pasaje del evangelio nos deja a nosotros también una enseñanza, porque Jesús nos llamó también a nosotros, nos buscó, probablemente muchas veces. Jesús nos llama para acompañarlo, para ser sus testigos en el mundo concreto en que vivimos. Y nosotros deberíamos tener la misma disposición de Felipe y simplemente seguir al Señor.
Pero además, Felipe tiene una actitud a imitar. Felipe no se guarda a Jesús para él. Felipe quiere compartir con su amigo Natanael la alegría de haber encontrado a Jesús.
Y Natanael le responde con frialdad
«¿Cómo va a salir nada bueno de Nazaret?»
Nazaret era una aldea insignificante, que no había dado ningún personaje importante y Natanael piensa que entonces tampoco Jesús puede ser nada bueno.
La actitud de Felipe es no entrar en discusiones. Le dice simplemente «Ven y lo verás».
Y consigue su propósito, porque ni bien Natanael ve a Jesús y Jesús lo reconoce, Natanael tiene para con él una maravillosa profesión de fe, lo reconoce al «Señor» como «Hijo de Dios» y «Rey de Israel».
La profesión de fe de Natanael se debe a que conocía las escrituras y esperaba la llegada del Hijo de Dios.
Nosotros muchas veces, no encontramos a Dios, porque lo desconocemos, desconocemos las Sagradas Escrituras, que nos hablan de él.
Pero también desconocemos a Dios porque no intentamos entrar en contacto con él
Por eso Felipe nos dice a nosotros hoy, como le dijo a Natanael hace casi 2000 años, Ven y lo verás.
Esa decisión de ir, es responsabilidad nuestra.
Hoy vamos a pedirle al Señor que nos busque, así como los buscó a Felipe y a Natanael, nosotros también queremos seguirlo.