¡Inúndame con tu espíritu Señor!
Invocación al Espíritu Santo:
Espíritu Santo, eres el alma de mi alma, te adoro humildemente.
Ilumíname, fortifícame, guíame, consuélame. Y en cuanto corresponde al plan eterno Padre Dios revélame tus deseos. Dame a conocer lo que el Amor eterno desea en mí. Dame a conocer lo que debo realizar. Dame a conocer lo que debo sufrir. Dame a conocer lo que con silenciosa modestia y en oración, debo aceptar, cargar y soportar.
Sí, Espíritu Santo, dame a conocer tu voluntad y la voluntad del Padre. Pues toda mi vida no quiero ser otra cosa que un continuado perpetuo Sí a los deseos y al querer del eterno Padre Dios.
Lectura. Mateo capítulo 3, versículos 13 al 17.
Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Pero Juan se resistía, diciendo: “Yo soy quien debe ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a que yo te bautice?”. Jesús le respondió: “Haz ahora lo que te digo, porque es necesario que así cumplamos todo lo que Dios quiere”. Entonces Juan accedió a bautizarlo.
Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía, desde el cielo: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”.
Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).
Indicaciones para la lectura:
Mateo responde a la situación de su comunidad mostrando a Jesús como el mesías, explicando que la Iglesia es heredera de la misión de Israel.
Para los cristianos confrontados con el judaísmo, la respuesta sigue residiendo en que Jesús es el Mesías, pero aquí se debe realizar una aclaración muy importante: Jesucristo es el mesías, el elegido para sufrir dando su vida por nosotros y reinar desde la Cruz.
Meditación:
No es lo mismo ser bueno, que hacer el bien. Y no es un Simple juego de palabras. La diferencia entre una manera de actuar y la otra es, prácticamente, abismal. Más aún, a causa del Bautismo, cada cristiano, más que estar angustiado por ser (o parecer) bueno, debería preocuparse con seriedad por hacer el bien. El mejor ejemplo lo tenemos en Jesús, presentado por Pedro en casa de Cornelio (Hech 10, 34-38).
Podemos señalar en esta perspectiva bautismal, que hacer el bien define a la persona. Cuando Pedro, en casa de Cornelio -un oficial romano- quiere explicar quién es Jesús, dice que fue alguien que hizo el bien. No podía haber definido mejor a Jesús que dejando claro que había vivido para los demás, que había pensado en la felicidad de los otros.
De ahí que para Lucas esto solo es posible desde la unción por el Espíritu (Hech 10, 38); solamente por la unción del Espíritu, Jesús y desde él todo cristiano, no se guía por lo que le gusta. Y es que casi todo aquello que nos agrada está en relación con lo que nos deja cierto grado de satisfacción personal; sin embargo, sería un gran error vivir sólo de gustos, aunque muchos de éstos sean buenos. Por eso, la unción del Espíritu en Jesús, supuso asumir convicciones para realizar el bien, no en razón de sentirse a gusto, Sino porque las personas con las que entraba en contacto, lo necesitaban.
Esta bondad extrema de Jesús reflejaba que Dios estaba con él; Jesús con todo esto, no sólo manifestaba que tenía una relación profunda con Dios, sino que realmente estaba ungido por el Espíritu, dejando entrever la presencia de Dios en todo lo que hacía.
Procuremos, más que preocuparnos por nuestra tranquilidad, hacer el bien con autenticidad.
Oración:
Señor Jesús ven a nuestra vida y bautízanos con Tu Espíritu, llénanos del fuego de Tu Amor, transmite en nuestra vida tu luz inagotable y que todo nuestro ser esté siempre abocado a servirte de la manera en que Tú lo decidas.
Contemplación:
“El bautismo confiere al que lo recibe la gracia de la purificación de todos los pecados. Pero el bautizado debe seguir luchando contra la concupiscencia de la carne y los apetitos desordenados. Con la gracia de Dios lo consigue […]” (Catecismo de la Iglesia Católica numeral 2520).
Propósito:
Rezar un misterio del rosario, pidiéndole a María la gracia de sentirme verdaderamente hijo de Dios que vive la cultura del encuentro con los demás.