Jn 1, 29-34 (Evangelio Domingo II de Tiempo Ordinario)

1. ¡Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí porque existía antes que yo!

Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquél de quien yo dije: “Tras de mi viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. En la Iglesia primitiva se planteó un problema grave cuando surgió la secta de los Bautistas. Este fragmento del relato joánico hay que leerlo en este marco. ¿Hay rivalidad entre Juan y Jesús? El evangelista Juan lo resuelve recurriendo a este testimonio que clarifica la situación: Juan está al servicio de Jesús y le prepara el camino. A lo largo del relato encontramos otros datos clarificadores. En este caso el Bautista reconoce que Jesús es anterior a él, no precisamente mayor de edad, sino porque existía antes que él apareciera en la historia, es decir, que Jesús es anterior al tiempo. Es una reflexión muy madurada en los círculos joánicos sobre la identidad de Jesús. Recordemos algunos datos que nos permiten comprender mejor el papel de cada uno (Jn 1,6-8; 3,26-30). He recogidos estos dos testimonios porque describen bellamente la misión de ambos: Jesús y Juan. En el proyecto de Dios no hay rivalidades ni protagonismos que sobrepasen la misión recibida. Ya en sus orígenes surgió la duda de la primacía de Jesús. Las Cartas paulinas así llamadas de la Cautividad tratan de afrontar y resolver este problema que tiene repercusiones importantes en la consecución de la salvación. Hoy como ayer vuelve a surgir el problema de la supremacía y singularidad de Jesús. Los creyentes son invitados a centrar su vida en Jesús y desde él apreciar e interpretar todos los valores humanos y religiosos. La singularidad de Jesús no es excluyente, sino integradora. En la comunidad cristiana y en el concierto de las religiones Jesús debe ser presentado como el camino, la verdad y la vida; como la puerta y el pastor; como la vid verdadera. En él encuentran todos los valores humanos y religiosos su sentido verdadero.

Fray Gerardo Sánchez Mielgo

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