Lectio Divina

La limpieza del corazón

Invocación al Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Santo creador, a visitar nuestro corazón, repleta con tu gracia viva y celestial, nuestras almas que tú creaste por amor.
Tú que eres llamado consolador, don del Dios altísimo y Señor, vertiente viva, fuego, que es la caridad, y también espiritual y divina unción.

En cada sacramento te nos das, dedo de la diestra paternal. Eres tú la promesa que el Padre nos dio, con tu palabra enriqueces nuestro cantar.
Nuestros sentidos has de iluminar, los corazones enamorar, y nuestro cuerpo, presa de la tentación, con tu fuerza continua has de afirmar.

Lejos al enemigo rechaza, tu paz danos pronto, sin tardar, y siendo tú nuestro buen guía y conductor, evitemos así toda sombra de mal.
Concédenos al Padre conocer, a Jesús, su hijo comprender, y a ti, Espíritu de ambos por amor, te creamos con ardiente y sólida fe.

Al Padre demos gloria, pues es Dios, a su Hijo que resucitó, y también al Espíritu consolador por todos los siglos de los siglos, honor. Amén.

Lectura. Marcos capítulo 1, versículos 40 al 45.

Se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!”. Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.

Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.

Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a Él de todas partes.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

El tema central del evangelista es tratar de expresarnos la identidad de Jesús, porque él es consciente y sabe que muchos de los seguidores no saben quién es Jesús.
Nos quiere presentar a Jesús como el mesías esperado, por eso la insistencia en los milagros.
La comunidad de los cristianos comenzaba a desfallecer y Marcos viene con estas palabras alentadoras: Cristo sana nuestras necesidades, además de que sigue llamando a los que él quiere.

Marcos hace realce al discipulado y la misión de los seguidores de Cristo.

Meditación:

Las personas, a veces, estamos más preocupadas por la buena reputación que por la solidaridad con nuestros hermanos que más sufren. En el pasaje de hoy, Marcos presenta a Jesús priorizando la cercanía solidaria ante un leproso, antes que la observación de ciertas normas de buena imagen.

Recordemos que el leproso (Lev 1 3, 45), además de andar con las vestiduras desgarradas, desgreñado, con la barba tapada e ir gritando que era impuro, tenía que vivir en las afueras del pueblo. Esto lo convertía, automáticamente, en excluido; cualquier persona que lo tocara, quedaba impura de acuerdo a las leyes judías.

Jesús prefiere ser solidario con aquel leproso, lo purifica, y, además, asume las consecuencias de su actitud: ahora tiene que andar como si fuera un leproso, en lugares solarios y afuera del pueblo (Mc I, 45). Sin embargo, «la gente seguía acudiendo a él de todas partes»

La buena reputación nos preocupa a todos; sin embargo, convenzámonos de que no debe ser la preocupación principal de nuestra vida. Lo primero es la fidelidad a los principios, que debe generar solidaridad con las personas más excluidas.

Como cristianos, como Iglesia, no debería preocuparnos la buena reputación. Al ocuparnos de la fidelidad a los valores del Evangelio, puede que perdamos poder, pero ganaremos en autoridad moral y sobre todo en fidelidad al proyecto de Jesús.

Oración:

Gracias, Padre, porque Jesús, curando los leprosos, nos mostró que el amor no margina a nadie, sino que regenera la persona, restableciéndola en su dignidad. Cada sanación de Cristo nos habla de su corazón compasivo y nos confirma en la venida de tu amor y de tu reino. Gracias también por tantos hombres y mujeres entregados a la fascinante tarea de amar a sus hermanos y liberar a los pobres y marginados de la sociedad. Sacia su hambre de justicia y sostenlos en su empeño; y a nosotros impúlsanos a seguir el ejemplo de Jesús.

Contemplación:

“[…] También por ello, los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia […]” (Catecismo de la Iglesia Católica numeral 2448).

Oración final:

Jesús, ¡cuánto podrías hacer conmigo si me dejara transformar por Ti! ¡Sería un instrumento que Tú podrías usar para comunicar a los hombres tus tesoros y tus gracias! Jesús, ayúdame a vivir tu Evangelio y a sentir el apremio de cumplir con tu mandato misionero.

Propósito:

Revisar mi programa de vida espiritual para concretar medios que me acerquen más a Cristo.

Anuncio publicitario