¡La estancia en Cafarnaúm un signo prometedor de universalidad!
La decisión de Jesús de fijar su residencia en Cafarnaúm es un símbolo significativo de su plan evangelizador. Importa la significación simbólica porque Cafarnaúm es una ciudad fronteriza entre el pueblo de Israel y el mundo pagano. En esta ciudad existe una red de control de mercancías. En esta ciudad hay muchos recaudadores de impuestos. Abierta al mundo pagano, es un signo prometedor de la llegada del Evangelio al mundo gentil, aunque en su día. Mateo anuncia pero espera a presentar la realidad después de la resurrección de Jesús que es cuando envía a los apóstoles a evangelizar a todas las gentes. Precisamente en el discurso misionero (capítulo 10), Mateo insiste en que los apóstoles no han de ir a los gentiles, sino que deben dirigirse a las ovejas perdidas de Israel. Anuncio y cumplimiento en dos etapas distintas: la etapa del Jesús que vive entre los hombres es para reunir a las tribus de Israel; la etapa del Jesús resucitado que ha recibido todo poder en el cielo y en la tierra que supone el derribo de todos los muros de separación. Entonces será posible la oferta del Evangelio a todas las gentes porque el Señor de la tierra es Jesús resucitado y puede enviar embajadores y mensajeros suyos por todos su dominios. La estancia en Cafarnaúm no será estable y cerrada. Jesús va a adoptar una forma nueva de proclamación de la Palabra de Dios: la itinerancia. Será un itinerante permanente durante su ministerio. Es una característica que le permite alcanzar a pueblos y aldeas para anunciarles la Buena Nueva de la presencia ya de la Soberanía de Dios. La misión de la Iglesia es universal. Hemos de repetirlo una y otra vez porque es necesario ofrecer al mundo la realidad universal, en todos los planos y gentes, de la Iglesia. Sólo así será creíble su existencia y su mensaje a los hombres de toda cultura o nación. Los discípulos actuales de Jesús son invitados a seguir prestando una profunda y sincera adhesión a la persona de Jesús, y a su Evangelio liberador, consolador y esperanzador como respuesta eficaz y válida para las necesidades que aquejan a nuestro mundo. Es urgente y necesario este compromiso real, palpable y convincente con el Evangelio.
Fray Gerardo Sánchez Mielgo