Lectio Divina – Miércoles II de Tiempo Ordinario

Levántate y ponte ahí en medio

Invocación al Espíritu Santo:

Te pedimos Señor que nos envíes el Espíritu Santo para que a tu ejemplo estemos siempre dispuestos a realizar tus mandatos que nos haces saber por medio de tu palabra ya que sabemos que tu yugo es suave y tu carga ligera. Amén.

Lectura. Marcos capítulo 3, versículos 1 al 6:

Jesús entró en la sinagoga, donde había un hombre que tenía tullida una mano. Los fariseos estaban espiando a Jesús para ver si curaba en sábado y poderlo acusar. Jesús le dijo al tullido: “Levántate y ponte allí en medio”.

Después les preguntó: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?”. Ellos se quedaron callados. Entonces, mirándolos con ira y con tristeza, porque no querían entender, le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y su mano quedó sana.

Entonces se salieron los fariseos y comenzaron a hacer planes, con los del partido de Herodes, para matar a Jesús. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.
(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

Jesús intenta revelar su propia identidad a través de sus palabras y sus obras, ha concluido en un fracaso y la gente que cuenta o los diligentes judíos cierran sus ojos y se oponen decididamente a él y a su sospechosa pretensión. Pero estos no son los únicos destinatarios de su revelación y de su palabra los discípulos esta aún a su lado y Jesús debe continuar su camino manifestándose.

Meditación:

Para Jesús, la soberanía de Dios queda manifiesta en la plenitud de la vida del ser humano. El cuestionamiento que hace Jesús en Marcos 3, 4: “¿Qué es lo que está permitido hacer en sábado, el bien o el mal? ¿Se le puede salvar la vida a un hombre en sábado o hay que dejarlo morir?”, es una especie de pregunta-culmen que encabeza los relatos anteriores que tienen una clara referencia a la vida de las personas (1, 16-2, 28). Por tanto, la soberanía de Dios queda manifiesta en la plenitud de la vida del ser humano.

Podemos decir, por tanto, que la misión de Jesús (l , 14-15) y la de los discípulos (vv. 16-20), no se da al margen del sufrimiento de las personas (1, 23-45); está al pendiente de curar, aliviar y reintegrar a la comunidad a todos, especialmente a quienes más sufren; su misión incluye no sólo otro modo de tratar a las personas (2, 1-17) sino también un modo mejor de ver las costumbres religiosas y una manera determinante de concebir a la persona.

Esto desestabiliza y provoca el derrumbe de un sistema religioso sostenido, en gran parte, por los fariseos, a base de la exclusión, el sufrimiento creciente de los más pobres y la desgracia de los más sencillos. De ahí que, para los fariseos y herodianos, aquello es intolerable y deciden planear cómo matarlo.

El centro del proyecto de Jesús es la vida, la dignidad de las personas. Busquemos algún compromiso.

Oración:

Dios todopoderoso y eterno, Señor del día y de la noche, humildemente te pedimos la luz de Cristo, verdadero sol de justicia, que nos ilumine siempre nuestras decisiones para que siempre tengamos en cuenta a Dios. Amén.

Contemplación:

Todos los hombres estamos llamados a un idéntico fin, que es el mismo Dios. El amor al prójimo es inseparable del amor a Dios. La importancia del hombre y de hacer el bien es lo más importante a pesar de las leyes que el mismo hombre haya creado (Catecismo de la Iglesia Católica numeral 401).

Oración final:

Señor, ¿seré fiel hoy a tu llamada o como los fariseos rechazaré en la práctica tu mensaje?
Padre mío, ¡que nunca me canse de hacer el bien! Hazme comprender que mi misión se resume en vivir tu amor mediante la práctica auténtica y generosa de la caridad, que mi tarea no es otra que la de predicar y dar a conocer tu amor. Dame la fuerza para empeñarme en esta tarea sin distraerme con otras cosas.

Propósito:

Evitar los convencionalismos y responder, con generosidad, a las necesidades de los demás.

Anuncio publicitario

Homilía – Miércoles II de Tiempo Ordinario

Una vez más en este evangelio se muestra lo que Jesús nos enseña sobre el sábado que era el día que el pueblo judío dedicaba a Dios.

San Marcos nos dice que Jesús miró con ira a los fariseos que le espiaban para ver si curaba en sábado. Para ellos eran más importantes sus leyes y costumbres, que el hombre.

Jesús se les enfrenta directamente, para hacerles ver que la interpretación rigorista de la ley les había hecho endurecer sus corazones.

Son el amor y la misericordia los que constituyen el corazón de la ley y ellos lo habían olvidado. Con la acción de misericordia de Jesús hacia el enfermo, nos ha querido enseñar a nosotros, que no hay nada que pueda prevalecer sobre la ley del amor y la misericordia.

Si Jesús miró con indignación a los fariseos, que eran incapaces de compadecerse del hombre que estaba sufriendo, y por otra parte se creían muy religiosos, nos debe mirar con desagrado a nosotros que hemos convertido el evangelio en una lista de devociones y prácticas.

Nos hemos olvidado de la vida y muchas veces, pasamos frente al enfermo, al desamparado, sin preocuparnos de él.

Nuestra religión formal, nos equipara a aquellos fariseos y maestros de la ley.

Para Jesús, el criterio era el hombre y su servicio.

Cuando nuestra religión es solo para salvarnos, no sirve.

Al meditar cada día el evangelio, debemos fijarnos en las actitudes de Jesús y procurar reproducirlas en nuestra vida.

Así seremos hombres y mujeres libres, llenos de amor a Dios, pero también disponibles siempre al servicio de nuestro prójimo.

No hay límites ni fronteras para hacer el bien, para compartir, para la solidaridad con los hombres y mujeres de buena voluntad.

Hoy vamos a pedirle al Señor que nos dé un corazón dócil, siempre dispuesto a la bondad, capaz de brindar comprensión, y especialmente en este día vamos a poner atención a nuestras actitudes, para ver si realmente nuestro amor a Dios, también se muestra en el amor a los demás, en el trato cordial con nuestra familia con las personas que nos rodean. Si nuestro amor a Dios, se manifiesta en estar atentos a las necesidades materiales o espirituales de los que nos rodean.

Pidamos a María, que a ejemplo suyo, en nuestra vida nuestras acciones sean hechas con amor y por amor, sabiendo descubrir en los que están junto a nosotros la imagen de Dios.

Comentario – Miércoles II de Tiempo Ordinario

Marcos 3, 1-6

a) De nuevo Jesús quiere manifestar su idea de que la ley del sábado está al servicio del hombre y no al revés. 

Delante de sus enemigos que espían todas sus actuaciones, cura al hombre del brazo paralítico. Lo hace provocativamente en la sinagoga y en sábado. 

Pero antes pone a prueba a los presentes: ¿se puede curar a un hombre en sábado? Y ante el silencio de todos, dice Marcos que Jesús les dirigió «una mirada de ira», «dolido de su obstinación». 

Algunos, al encontrarse con frases de este tipo en el evangelio, tienden a hablar de la «santa ira» de Jesús. Pero aquí no aparece lo de «santa». Sencillamente, Jesús se enfada, se indigna y se pone triste. Porque estas personas, encerradas en su interpretación estricta y exagerada de una ley, son capaces de quedarse mano sobre mano y no ayudar al que lo necesita, con la excusa de que es sábado. ¿Cómo puede querer eso Dios? 

Al verse puestos en evidencia, los fariseos «se pusieran a planear el modo de acabar con él». 

b) ¿Es la ley el valor supremo? ¿o lo es el bien del hombre y la gloria de Dios? En su lucha contra la mentalidad legalista de los fariseos, ayer nos decía Jesús que «el sábado es para el hombre» y no al revés. Hoy aplica el principio a un caso concreto, contra la interpretación que hacían algunos, más preocupados por una ley minuciosa que del bien de las personas, sobre todo de las que sufren. Cuando Marcos escribe este evangelio, tal vez está en plena discusión en la comunidad primitiva la cuestión de los judaizantes, con su empeño en conservar unas leyes meticulosas de la ley de Moisés. 

La ley, sí El legalismo, no. La ley es un valor y una necesidad. Pero detrás de cada ley hay una intención que debe respirar amor y respeto al hombre concreto. Es interesante que el Código de Derecho Canónico, el libro que señala las normas para la vida de la comunidad cristiana, en su último número (1752), hablando del «procedimiento en los recursos administrativos y en la remoción o el traslado de los párrocos», que parece un tema árido, a resolver más bien con leyes canónicas exactas afirme que se haga todo «teniendo en cuenta la salvación de las almas, que debe ser siempre la ley suprema en la Iglesia». Estas son las últimas palabras de nuestro Código. Detrás de la letra está el espíritu, y el espíritu debe prevalecer sobre la letra. La ley suprema de la Iglesia de Cristo son las personas, la salvación de las personas. 

«Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec» (1ª lectura, I ) 

«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento» (salmo, I) 

«Tú vienes hacia mí armado de espada, lanza y jabalina, yo voy hacia ti en nombre del Señor» (1ª lectura, II) 

«Bendito el Señor, mi Roca, mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo» (salmo, II) 

«Le dijo: extiende el brazo. Lo extendió y quedó restablecido» (evangelio)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 4

¿Qué me quiere decir hoy Jesús?

Vuelta a Galilea y primeros discípulos – Mateo 4, 12-23

Al enterarse Jesús que habían arrestado a Juan se retiró a Galilea. Dejando Nazaret se estableció en Cafarnaúm, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplio lo que había dicho el profeta isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del jordan, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló». Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: -convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. Psando junto al lago de Galilea vio a dos hermanos, a Simon, al que llaman Pedro, y a Andrés, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: -Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Y pasando adelante vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zabedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.

Explicación

Un día pasaba Jesús junto al lago de Galilea, y se encontró con Pedro y Andrés, y les invitó a que se fuesen con él. Ellos dejaron de pescar, pues eran pescadores, y le siguieron. Jesús entonces comenzó a predicar a la gente que se convirtiese, pues el Reino de los cielos estaba muy, muy cerca.

Fr. Emilio Díez Ordóñez y Fr. Javier Espinosa Fernández

Comentario al evangelio – Miércoles II de Tiempo Ordinario

TÚ DECIDES: LIBRE TE QUIERO

El evangelio de hoy sigue contemplando el modo en que Jesús entiende el sábado o mejor aún, cómo entiende al ser humano. Me pregunto si realmente siempre había en la sinagoga algún enfermo o necesitado de ayuda, o si planeaban hacerse más visibles justo por ser sábado y así, provocar la acción de Jesús.
¿Dónde está el límite entre provocar la transgresión de la ley o transgredirla por fidelidad a aquello que defiendes?

Fíjate que al final, el único que “hace algo” en sábado es el propio tullido y no Jesús. Él sólo sugiere, permite, anima… Es el mismo hombre el que extiende su brazo por sí mismo. Es el resultado de entrar en “la onda” de Jesús: su misterio, su fuerza, su libertad… Si te dejas alcanzar por Él, antes de darte cuenta, estarás “extendiendo el brazo” en sábado y no te preguntarás nunca más si vivir plenamente está permitido en sábado o no.

Recordémoslo con la poesía de Agustín García Calvo:

Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.


Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.


Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.


Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.

Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.
Pero no mía.

Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Rosa Ruiz Aragoneses

Meditación – Miércoles II de Tiempo Ordinario

Hoy es miércoles II de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 3, 1-6):

Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.

Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: «Ven y colócate aquí delante.» Y les dijo: «¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?» Pero ellos callaron. Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: «Extiende tu mano.» El la extendió y su mano quedó curada.

Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

Estamos casi en los comienzos del evangelio de Marcos (capítulo 3) y Jesús se enfrenta ya a la oposición de los representantes religiosos de su pueblo.

La escena impresiona, por la tensión que subyace en el relato de Marcos, anunciada desde el comienzo. Jesús sabe que están esperando el momento propicio para poder acusarlo. Y este día lo tienen muy fácil. En la sinagoga hay una persona con una mano paralizada. Jesús viene realizando curaciones y será probable que también en esta ocasión lo haga, aunque sea sábado, y no esté permitido curar, según la interpretación de la ley que hacían sus contemporáneos.

Contemplamos la escena:

Jesús, al que le invade la ira por la dureza de corazón de sus paisanos, no cede ante el riesgo que corre. Cura al hombre de la mano paralizada. Tiene muy claro que lo que hay que hacer siempre es aquello que busca el bien y la salvación de las personas.

La gente que está en la sinagoga. Aquí ni siquiera nos dicen, como en otros pasajes, que quedaron asombrados y dieron gracias a Dios por la intervención de Jesús. El clima es hostil hacia Él. El prototipo de la “buenagente”, tan aferrados a las propias convicciones que se incapacitan para poder discernir el bien del mal, y convierten en mal el bien más precioso sólo porque no coincide con sus opciones, opiniones, puntos de vista… ¿Nos ocurre a nosotros, quizá, algo de esto?

La persona a la que Jesús cura. Alguien que, en principio, no ha pedido nada; que quizá prefería pasar desapercibido en aquel clima tenso… pero que accede a la petición de Jesús y se “expone”: Ponte ahí en medio.

De todos los que aquel día se encontraron con Jesús en la sinagoga, se diría que sólo a él le ha llegado la salvación. ¿Y nosotros? ¿queremos exponer nuestras zonas de parálisis, dejar que Jesús las toque y las sane?

Hna. Gotzone Mezo Aranzibia O.P

Liturgia – Miércoles II de Tiempo Ordinario

MIÉRCOLES DE LA III SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar

  • Heb 7, 1-3. 15-17. Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec.
  • Sal 109. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
  • Mc 3, 1-6. ¿Está permitido en sábado salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?

Antífona de entrada Sal 95, 1. 6
Cantad al Señor un cántico nuevo, cantad al Señor toda la tierra. Honor y majestad le preceden, fuerza y esplendor están en su templo.

Monición de entrada y acto penitencial
La función de las leyes es ordenar las relaciones dentro de la comunidad, de tal modo que se guarden los derechos de Dios y de la gente con la que convivimos, y para hacernos conscientes de nuestras propias responsabilidades. Sin embargo, la experiencia nos muestra que es una tentación humana permanente convertir las leyes en algo absoluto, hasta llegar a hacer a las personas esclavas de la ley, en vez de que la ley sea servidora de las personas. Jesús nos recuerda hoy la prioridad de las personas y de la comunidad humana por encima de la letra de la ley.

Yo confieso…

Oración colecta
DIOS todopoderoso y eterno,
orienta nuestros actos según tu voluntad,
para que merezcamos abundar en buenas obras
en nombre de tu Hijo predilecto.
El, que vive y reina contigo.

Reflexión
El pasaje evangélico concluye una serie de controversias con sus habituales adversarios que, obstinados en su cerrazón ante la verdad, deciden darle muerte. Se nos ofrece aquí, además, una elocuente aplicación de lo enunciado anteriormente por Jesús en relación al reposo sabático. A enfrentarse están ahora la actitud rigorista de los insensibles letrados –y, en general, de la “opinión pública” de su tiempo– con la actitud compasiva de Jesús. Él se declara abiertamente a favor del enfermo y de que vuelva a llevar una vida en plenitud.

Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Dios nuestro Padre, y pidámosle humildemente que atienda las oraciones de su Iglesia, que suplica por la unión de todos los cristianos.

1.- Para que los cristianos entiendan los mandamientos como puertas que nos llevan a sentirnos libres del pecado y del mal,  y como caminos para servir a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor.

2.- Para que los legisladores de las naciones dicten leyes que sean verdaderamente humanas y sirvan al bien común de todos, roguemos al Señor.

3.- Que el Día del Señor, el domingo,  sea para nosotros una ocasión especial para crecer en el amor de todos nuestros seres queridos, para visitar a los enfermos y para servir a los necesitados, roguemos al Señor.

Dios omnipotente y eterno, que quieres la unión de tus hijos dispersos, mira con bondad las ovejas de tu rebaño; y, ya que nos ha consagrado un solo Bautismo, haz que estemos también unidos por la plena confesión de una sola fe y por los lazos de una intensa caridad. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
SEÑOR, recibe con bondad nuestros dones
y, al santificarlos,
haz que sean para nosotros
dones de salvación.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Sal 33, 6
Contemplad al Señor y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará.

Oración después de la comunión
CONCÉDENOS, Dios todopoderoso,
que cuantos hemos recibido tu gracia vivificadora
nos gloriemos siempre
del don que nos haces.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Beata Beatriz de Vicencia

Beatriz de Vicencia fue fundadora de un monasterio de benedictinas, en el siglo XIII.

Era casada y de familia muy rica. Sus padres eran personas influyentes en la ciudad de Ferrara. Al quedar viuda, Beatriz decidió, contra la voluntad de sus padres, abrazar la vida monástica. Fundó entonces en Ferrara un monasterio. Vivió el resto de sus días con simplicidad, en obediencia a Dios y en el desapego de sí misma.

Murió el 18 de enero de 1262 y fue beatificada el 23 de julio de 1774 por Clemente XIV.