Vísperas – Jueves II de Tiempo Ordinario

VÍSPERAS

JUEVES II TIEMPO ORDINARIO

INVOCACIÓN INICIAL

V/. Dios mío, ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Tras el temblor opaco de las lágrimas,
no estoy yo solo.
Tras el profundo velo de mi sangre,
no estoy yo solo.

Tras la primera música del día,
no estoy yo solo.
Tras la postrera luz de las montañas,
no estoy yo solo.

Tras el estéril gozo de las horas,
no estoy yo solo.
Tras el augurio helado del espejo,
no estoy yo solo.

No estoy yo solo; me acompaña, en vela,
la pura eternidad de cuanto amo.
Vivimos junto a Dios eternamente.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.

SALMO 71: PODER REAL DEL MESÍAS

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud.

Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre
y quebrante al explotador.

Que dure tanto como el sol,
como la luna, de edad en edad;
que baje como lluvia sobre el césped,
como llovizna que empapa la tierra.

Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran río al confín de la tierra.

Que en su presencia se inclinen sus rivales;
que sus enemigos muerdan el polvo;
que los reyes de Tarsis y de las islas
le paguen tributo.

Que los reyes de Saba y de Arabia
le ofrezcan sus dones;
que se postren ante él todos los reyes,
y que todos los pueblos le sirvan.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Te hago luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta el fin de la tierra.

SALMO 71

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres;
él rescatará sus vidas de la violencia,
su sangre será preciosa a sus ojos.

Que viva y que le traigan el oro de Saba;
que recen por él continuamente
y lo bendigan todo el día.

Que haya trigo abundante en los campos,
y susurre en lo alto de los montes;
que den fruto como el Líbano,
y broten las espigas como hierba del campo.

Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra.

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra.
¡Amén, amén!

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Socorrerá el Señor a los hijos del pobre, rescatará sus vidas de la violencia.

CÁNTICO del APOCALIPSIS: EL JUICIO DE DIOS

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.

Se encolerizaron las gentes,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos, los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.

Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.

Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.

Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos.

Ant. Ahora se estableció la salud y el reinado de nuestro Dios.

LECTURA: 1P 1, 22-23

Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis visto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera.

RESPONSORIO BREVE

R/ El Señor es mi pastor nada me falta.
V/ El Señor es mi pastor nada me falta.

R/ En verdes praderas me hace recostar.
V/ Nada me falta.

R/ Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
V/ El Señor es mi pastor nada me falta.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. A los hambrientos de justicia, el Señor los sacia y colma de bienes.

PRECES

Elevemos nuestros corazones agradecidos a nuestro Dios y Salvador, que ha bendecido a su pueblo con toda clase de bienes espirituales, y digámosle con fe:

Bendice a tu pueblo, Señor.

Dios todopoderoso y lleno de misericordia, protege al papa y a nuestro obispo,
— a los que tú mismo has elegido para guiar a la Iglesia.

Protege, Señor, nuestros pueblos y ciudades
— y aleja de ellos todo mal.

Multiplica, como renuevos de olivo alrededor de tu mesa, hijos que se consagren a tu reino,
— siguiendo a Jesucristo en pobreza, castidad y obediencia.

Conserva el propósito de las que han consagrado a ti su virginidad,
— para que sigan al Cordero divino adondequiera que vaya.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Haz que los difuntos descansen en tu paz eterna
— y que se afiance nuestra unión con ellos por la comunión de los santos.

Ya que por Jesucristo hemos llegado a ser hijos de Dios, acudamos confiadamente a nuestro Padre:
Padre nuestro…

ORACION

Al ofrecerte, Señor, nuestra alabanza vespertina, te pedimos humildemente que, meditando tu ley día y noche, consigamos un día la luz y el premio de la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

Amén.

CONCLUSIÓN

V/. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R/. Amén.

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Lectio Divina – Jueves II de Tiempo Ordinario

Jesús se retiró con sus discípulos

Invocación al Espíritu Santo:

Señor Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas los frutos del Espíritu Santo para comprender tu palabra y tu vida, y que algún día estemos en la felicidad eterna junto contigo. Amén.

Lectura. Marcos capítulo 3, versículos 7 al 12:

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud, procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a donde Él estaba.

Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de aplastarlo.

En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban: “Tú eres el Hijo de Dios”. Pero Jesús les prohibía que lo manifestaran.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

La aglomeración de las personas que no se puede detener, nos deja ver la humanidad enferma, pero reclaman un médico que las cure. Los espíritus lo reconocen y lo proclaman Hijo de Dios, pero Jesús rechaza tal proclamación. Quiere que cada uno lo reconozca personalmente a través de un camino de fe, no a través de revelaciones espectaculares que pueden ser ambiguas, es por eso que los exige que no hablen de Él.

Meditación:

Los cristianos deberíamos estar convencidos de que, si bien el conocimiento sobre Jesús es muy importante, debemos reconocer que es insuficiente; junto con esto, es de fundamental importancia una experiencia auténtica de encuentro con él.

El evangelio de hoy evidencia, por una parte, que la claridad teórica sobre Jesús es insuficiente, incluso es traicionera si no se acompaña de la disponibilidad para ser su discípulo. Por eso, la precisión de los espíritus inmundos cuando gritan «Tú eres el Hijo de Dios», suena hueca y falsa, pues lo dicen sólo de palabra; la precisión es sorprendente, pero la falacia es desconcertante. De ahí que el Señor les ordene enérgicamente que no se lo digan a nadie (v. 12). De hecho, el mismo evangelio de Marcos ha venido haciendo un contraste entre los demonios, que tienen bastante claridad sobre quién es Jesús, (1, 24. 34; 3, 11), y los discípulos que, hasta 8, 27ss en adelante, adquirirán, con dificultad, ciertos elementos sobre la identidad de Jesús.

En este contraste, Marcos señala el peligro de saber mucho sobre Jesús, sin tener la disponibilidad necesaria para convertirse en discípulo, asumiendo como proyecto personal y comunitario el proyecto del Reino de Dios,

No despreciemos el conocimiento sobre Jesús, pero tampoco lo aislemos de la importancia de disponernos a un auténtico encuentro con él.

Oración:

Señor Dios, rey de cielos y tierra, dirige y santifica en este día nuestros cuerpos y nuestros corazones para que estemos sanos, que nuestros sentidos, palabras y acciones, según tu ley y tus mandatos; y con tu auxilio podamos ofrecerte hoy en todas nuestras actividades un sacrificio de alabanza grato a tus ojos. Amén.

Contemplación:

En el Antiguo Testamento, el hombre experimenta en la enfermedad su propia limitación y, al mismo tiempo, percibe que esta se haya misteriosamente vinculada al pecado. Pero también la enfermedad es vista con un valor redentor de los propios pecados y ajenos. Y así se vivía ante Dios, de quien el hombre imploraba la curación. Es por eso que debemos procurar estar en gracia para estar sanos.

Oración final:

Cristo, Tú has sido, eres y serás siempre la respuesta definitiva a los más profundos anhelos y aspiraciones de felicidad, porque solo Tú tienes palabras de vida eterna, solo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Si realmente te conociera mi vida sería diferente, para bien. Por eso te pido hoy, Jesús, que no salga de esta oración sin ser profundamente tocado por Ti, porque solo si te llevo dentro, podré arrastrar a otros hacia Ti.

Propósito:

Visitar, lo más pronto posible, a un amigo o familiar enfermo, buscando acercarle a Cristo.

Homilía – Jueves II de Tiempo Ordinario

Durante la vida pública de Jesús, repetidamente la muchedumbre se agolpaba junto a Él para ser curada. El Señor, al hacer estas curaciones, muestra que es Dios y hombre a la vez; cura en virtud de su poder divino, sirviéndose de su naturaleza humana. En efecto, sólo en Jesucristo se realizó la obra de nuestra Redención, y el instrumentos de nuestra salvación fue la Humanidad de Jesús -cuerpo y alma- en la unidad de su persona.

Dios se ha encarnado para salvarnos. A través de la naturaleza humana que actúa la Persona divina del Verbo. Las curaciones que Cristo realizó mientras vivía en la tierra son también una prueba de que la Redención operada por Cristo es una realidad, y no una mera esperanza. Las multitudes de Judea y de las otras regiones de Israel, que se acercan hasta tocar el Maestro, son, de alguna manera, un anticipo de la devoción de los cristianos a la persona de Cristo.

Es gente necesitada la que acude a Cristo. Y el Señor les atiende por amor, porque tiene un corazón compasivo y misericordioso. Durante los tres años de su vida pública curó a muchos, libró a endemoniados, resucitó a muertos. … Pero no curó a todos los enfermos del mundo, ni suprimió todas las penalidades de esta vida, porque el dolor no es un mal absoluto -como lo es el pecado- y puede llegar a tener valor redentor, si se lo une a los sufrimientos de Cristo.

Jesús realizó milagros que fueron remedio, en casos concretos, de dolores y de sufrimientos, pero eran ante todo un signo y una muestra de su misión divina, de la redención universal y eterna. Y los cristianos continuamos por mandato del Señor su misión: «Vayan y enseñen a todas las gentes, bautizándolas… y enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado» Antes de su Ascensión al Cielo el Señor nos dejó su doctrina, y los sacramentos, para que nos acerquemos a ellos en nuestro camino a la vida sobrenatural.

Este agolparse de la gente se reitera en todos los cristianos de cualquier época, porque Jesús es el único camino para nuestra salvación y el medio insustituible para unirnos con Dios.

La gente anda hoy tan necesitada como entonces. También ahora las vemos como ovejas sin pastor, desorientadas, sin saber a dónde dirigir sus vidas. La humanidad, a pesar de todos los progresos de estos veinte siglos, sigue sufriendo dolores físicos y morales, pero sobre todo padece la gran falta de la doctrina de Cristo. Las palabras del Señor siguen siendo palabras de vida eterna, y esta es la gran necesidad del mundo que tiene hambre de saciar su inquietud con las enseñanzas de Jesús.

En nuestras manos está ese tesoro de la doctrina de Cristo, para darla a conocer en todo momento y ocasión, a través de todos los medio a nuestro. Y esta es la tarea verdaderamente apremiante que tenemos todos los cristianos.

Comentario – Jueves II de Tiempo Ordinario

Marcos 3, 7-12

a) Después de las cinco escenas conflictivas con los fariseos, el pasaje de hoy es una página más pacífica, un resumen de lo que hasta aquí había realizado Jesús en Galilea. 

Por una parte su actuación ha estado llena de éxitos, porque Jesús ha curado a los enfermos, liberado del maligno a los posesos, y además predica como ninguno: aparece como el profeta y el liberador del mal y del dolor. Nada extraño lo que leemos hoy: «Todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo». 

Pero a la vez se ve rodeado de rencillas y controversias por parte de sus enemigos, los fariseos y los letrados, que más tarde acabarán con él. De momento Jesús quiere -aunque no lo consigue- que los favorecidos por sus curaciones no las propalen demasiado, para evitar malas interpretaciones de su identidad mesiánica. 

b) Jesús, ahora el Señor Resucitado, sigue estándonos cerca, aunque no le veamos. Nos quiere curar y liberar y evangelizar a nosotros. Lo hace de muchas maneras y de un modo particular por medio de los sacramentos de la Iglesia. 

En la Eucaristía es él quien sigue hablándonos, comunicándonos su Buena Noticia, siempre viva y nueva, que ilumina nuestro camino. Se nos da él mismo como alimento para nuestra lucha contra el mal. Es maestro y médico y alimento para cada uno de nosotros. 

¿Cuál es nuestra reacción personal: la de la gente interesada, la de los curiosos espectadores, o la de los que se asustan de su figura y pretenden hacerle callar porque resulta incómodo su mensaje? Además, ¿intentamos ayudar a otros a que sepan quién es Jesús y lo acepten en sus vidas?

«Él no cesa de ofrecerse por nosotros, de interceder por nosotros ante ti» (prefacio de Pascua) 

«Vive siempre para interceder en su favor» (1ª lectura, I) 

«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad» (salmo, I) 

«Acéptanos a nosotros juntamente con él» (plegaria eucarística para misas con niños, I) 

«Y junto con él nos ofrezcamos a ti» (plegaria eucarística para misas con niños, II) 

«Te pedimos que nos recibas a nosotros con tu Hijo querido» (plegaria eucarística para misas con niños, lll) 

«En Dios confío y no temo» (salmo, II) 

«Jesús pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el mal» (prefacio común VIII)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 4

Proclamar el evangelio del Reino

1.- En esta frase del evangelio de Mateo está resumido el proyecto de Jesús de Nazaret y, asimismo, el proyecto de los verdaderos seguidores de Cristo, el proyecto de los cristianos de todos los tiempos: proclamar el evangelio del Reino. ¿Cómo entendía y ponía en práctica Jesús la proclamación del Reino? Si atendemos al contexto de la frase nos damos cuenta enseguida de que no se trata sólo de una proclamación verbal. La frase completa es: recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. El curar las enfermedades y dolencias del pueblo no era algo añadido y accesorio a la proclamación del Reino; era la manera propia y particular que tenía Jesús de proclamar el Reino, era el signo y la señal humana más clara de que el Reino que Jesús estaba predicando se estaba haciendo ya presente en la Galilea de los gentiles. Jesús de Nazaret estaba haciendo ya presente en la tierra el Reino de Dios. Sí, no se trataba sólo de enseñar en las sinagogas el evangelio del Reino, se trataba también y sobre todo de poner en práctica ese Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Esa es la misión de los cristianos de todos los tiempos: anunciar con la palabra el evangelio de Jesús y ponerlo en práctica con la vida.

2.- El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. Es el mismo texto de Isaías que leíamos en el día de Navidad: el pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. La luz les venía ahora de la Galilea de los gentiles. ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Sí, porque es Dios el que lo hace, un Dios que ha escogido un pueblo pequeño y una carne débil para hacerse presente entre los hombres, para ser nuestro Enmanuel. Todos nosotros somos frecuentemente país en tinieblas y andamos en sombras de muerte. Nos oprime el yugo de nuestros pecados y la vara de los que intentan equivocarnos. Jesús de Nazaret quiere ser una luz grande para nosotros, quiere romper y quebrantar el bastón de los que nos intimidan y amenazan. Si somos fieles al evangelio de Jesús, si proclamamos con valentía su Reino, con nuestras palabras y con nuestras obras, él acrecerá en nosotros la alegría y aumentará en nosotros el gozo.

3.- Poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir. Parece que los primeros cristianos de Corinto andaban frecuentemente a la greña. Más o menos como nosotros ahora. Pablo les reprende una y otra vez. ¿Nos reprendería también hoy Pablo a nosotros? Nosotros hablamos ahora mucho de la necesidad de rezar y de hacer algo para conseguir la unidad de las iglesias cristianas. Si todos los cristianos nos consideramos seguidores del mismo Jesús de Nazaret, y si todos llamamos Padre al mismo Dios, ¿por qué nos cuesta tanto unirnos? ¿No será porque, muchas veces, anteponemos nuestros intereses particulares, étnicos, culturales y hasta económicos, al único interés religioso que debe guiar nuestras palabras y nuestras obras? Y ¿cuál puede ser ese único interés religioso sino el de proclamar el evangelio del Reino, con nuestras palabras y con nuestra vida entera?

4.- Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos. En definitiva, se trata siempre de lo mismo: de convertirse al evangelio. Sólo una persona convertida puede predicar el evangelio del Reino, porque sólo una persona convertida puede entrar de verdad en ese Reino. Jesús de Nazaret ya estaba haciendo presente el Reino, él mismo era el Reino, pero necesitaba seguidores para que el Reino de Dios fuera proclamado por generaciones y generaciones. Los seguidores de Jesús deberemos proclamar el Reino con el mismo espíritu y de la misma manera que lo hizo el Cristo: predicándolo con nuestras palabras y haciéndolo presente con nuestras obras. Obras, sobre todo, de justicia y de misericordia, curando las enfermedades y dolencias que este injusto e inmisericorde mundo nuestro, siembra y produce, una y otra vez. Enfermedades y dolencias que el egoísmo de los más fuertes siembra y produce en el cuerpo y en el alma de los más débiles. ¡Con cuánta alegría y con cuánto gozo recibirían el evangelio del Reino las personas y los pueblos más empobrecidos y marginados de la tierra, si nosotros se lo proclamáramos con el Espíritu de Jesús de Nazaret!

Gabriel González del Estal

Notas para fijarnos en el Evangelio

• El relato nos presenta el comienzo del ministerio de Jesús en Galilea, que tiene como pistoletazo de salida el arresto de Juan Bautista. (12)

• Su ministerio empieza con el anuncio de la proximidad del Reino del cielo (de Dios) en Cafarnaún la “Galilea de los gentiles” (15)

• Por lo que nos dicen los Evangelios no parece que Jesús tuviera mucho éxito en Cafarnaún. La misión de Jesús, el anuncio de su Evangelio es universal. ¿No nos está diciendo con ello Dios que la predicación del Evangelio, el anuncio de la Buena Nueva del Reino no puede reducirse en lugares cálidos sino que ha de realizarse también en la intemperie, donde está la vida de la gente?

• En la persona de Jesús ha llegado el tiempo de la salvación.

• Esta cercanía de Dios, este anuncio de la proximidad del Reino en una muy Buena Noticia, es algo maravilloso que además exige una respuesta: la conversión “Convertíos, que el Reino de Dios está cerca” (17). Es la respuesta que Dios nos pide ante la cercanía del Reino.

• Conversión que consiste en un cambio de sentir y pensar, en un cambio de vida, en poner a Dios en el centro de nuestra vida. Conversión que por una parte es don de Dios y por otra parte es tarea nuestra. Vivir el Reino de Dios supone tratar de asumir las actitudes y comportamientos de Jesús, sus gestos y palabras y eso pide una conversión profunda para todo ser humano

• Este relato que nos describe los primeros pasos del ministerio público de Jesús y nos narra la llamada de los primeros discípulos, que nos representan a todos nosotros (18.21)

• Dios llama, es Él quien toma la iniciativa y nos está diciendo que Jesús desde el principio trabaja para constituir una comunidad, un grupo de personas corresponsables. Jesús no quiere actuar en solitario, se deja acompañar por sus discípulos. De ahí la importancia de la comunidad. A lo mejor pecamos con frecuencia de personalismos y nos cuesta entrar en una dinámica de comunidad.

• Jesús no espera pacientemente que se interesen por Él o por el Reino, es Él quien toma la iniciativa y sale al encuentro. Los discípulos son el prototipo de respuesta que Dios espera: la prontitud. La llamada de Jesús es a seguirle, esto es lo fundamental (20.22).

• La respuesta fue inmediata e incondicional. La respuesta que consiste en seguirlo, es la invitación fundamental de Jesús: seguirlo para compartir su obra y su misión.

• Sabemos que el seguimiento de Jesús no les fue nada fácil, permanentemente tuvieron que convertirse al estilo y manera de ser de Jesús. ¿Nos cuesta seguir a Jesús?

• La profesión de estas dos parejas de hermanos se convierte en metáfora del nuevo estilo que Jesús les ofrece: atraer a mujeres y hombres a Jesús, «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres» (19).

• Para concluir, el texto nos ofrece un sumario de lo que fue la vida pública de Jesús: enseñaba, proclamaba la cercanía del Reino y curaba enfermos (23). Podríamos decir que la vida de Jesús se resumía en gran medida en dos prácticas: enseñar y curar, (también oraba, y mucho…). Para ser creíbles es preciso que las palabras vayan acompañadas de obras. Así lo he- mos de hacer sus seguidores de hoy.

En nombre de nuestro Señor Jesucristo poneos de acuerdo y no andéis divididos (1Cor 1, 10)

Estas palabras de san Pablo
¿no nos las estará también diciendo Dios ahora a nosotros?
Así las escucho como Palabra de Dios dirigidas a mí.

Señor Jesús, desde un principio
en alguna o en muchas comunidades
de seguidores tuyos existieron
tensiones, enfrentamientos, personalismos…
Es el pecado que se mete
por cualquier resquicio.
Y ese pecado permanece, lo tocamos,
lo sufrimos.

Pablo constata unos hechos
“Me he enterado por los de Cloe
de que hay divisiones entre vosotros”.
Es el hecho de la revisión de vida
al que hay que poner la luz
de la Palabra y de la vida de Jesús.

Celebramos estos días
el Octavario de la Unión de los Cristianos
porque los cristianos andamos divididos.
Los que te seguimos, Señor Jesús,
no estamos unidos,
hay distintas iglesias cristianas.
Es también otro hecho de vida.
Ello es un escándalo mayúsculo.

¿Cómo podemos ser testigos tuyos
si estamos divididos?
Esta realidad nos invita a la humildad
y a reconocer los pecados históricos
que arrastramos.

Para todos son válidas, Señor Jesús,
las palabras, los consejos que tu amigo Pablo
les dio a los de Corinto
y que ahora nos los está diciendo a nosotros:
“Estad bien unidos con un mismo pensar y sentir…
porque andáis divididos diciendo:
Yo soy de Pablo, yo soy de Apolo,
Yo soy de Pedro, yo soy de Cristo.
¿Está dividido Cristo?
¿Ha muerto Pablo en la cruz por vosotros?
Habéis sido bautizados en nombre de Pablo?”

Tú, Señor Jesús, eres nuestra referencia.

Señor Jesús, recuerdo ahora tus palabras
en la Última Cena con tus Apóstoles;
aquella noche en la que Tú te entregarías
por toda la humanidad;
Tú, lleno de amor por nosotros,
en un momento denso de diálogo personal con Dios Padre
Tú le dijiste al Padre pidiéndole por nosotros:
“Te pido que todos sean uno,
Padre, lo mismo que Tú estás en mí y yo en Ti,
que también ellos estén unidos a nosotros,
de este modo, el mundo podrá creer
que Tú me has enviado”

La meta es estar unidos a Ti y al Padre,
la meta es formar
con el Padre, el Hijo y el Espíritu una unidad.

Se trata de un Proyecto a alcanzar,
a ir realizando en el día a día.

Señor Jesús,
ayúdanos a ser constructores de unidad
allí donde nos encontremos:
en el interior de nuestras familias,
en nuestros pueblos y barrios,
en los distintos ámbitos de trabajo,
en cada una de nuestras respectivas comunidades parroquiales,
en nuestras Diócesis, en la ACG…

Te pedimos, Señor Jesús,
que tus seguidores no andemos divididos
y que cuantos te reconocemos
como el Hijo amado del Padre
vivamos la fraternidad y la unidad.

Señor, Jesús,
que los cristianos sepamos superar
esas divisiones históricas que arrastramos
y que un día, no lejano,
podamos compartir la misma Eucaristía.

Perdona, Señor Jesús,
todo lo que hacemos que va contra la unidad.
Perdona, Señor Jesús,
nuestras divisiones,
nuestros individualismos,
nuestras faltas de diálogo.

Haz, Señor Jesús, que las palabras de Pablo:
“poneos de acuerdo y no andéis divididos”
sean objetivo permanente de trabajo
para cada uno de nosotros.

Notas sobre el contexto y algunos términos

• No es indiferente que Jesús empiece su misión en Galilea (12) en lugar de hacerlo en el centro social y religioso de Israel. Se trata de una región en la que había poblaciones judías y no judías (=”paganas”). Y Jesús quiere que el Evangelio –“la Buena Nueva” (23) de que “está cerca el Reino de los cielos” (17)- llegue a todo el mundo, a “toda Galilea” (23) y “a todos los pueblos” (Mt 28,19).

• Sobre el término “gentiles” (15) que aparece en la cita de Isaías (Is 8,23-9,1), hay que tener presente que el Antiguo Testamento (Is 2,2-5; Jr 16,19-21; Za 14,16-19) distinguía entre el pueblo de Israel –que como “pueblo” se ha comprometido a adorar al Señor, el único Dios- y los “gentiles” –adoradores de otros dioses-.

• El Señor escogió a Israel para hacer de él “su pueblo” y darle la misión de llevar la “luz” (16) de la Ley a los pueblos extranjeros. Las demás naciones eran llamadas a “convertirse” al Señor y a venir a Jerusalén a adorarlo. En el Nuevo Testamento se realizan las profecías del Antiguo Testamento cuando, por la “acción” (19,23) de los cristianos (19), los no judíos, es decir, los pueblos “gentiles”, reciben el anuncio del Evangelio (17.23): anuncio por el cual se convierten, también, en “pueblo”, el cual “vio una luz grande” (16), Los “magos de Oriente” son la primicia de esta incorporación (Mt 2,1- 12). Pablo reconocerá que el anuncio del Evangelio convierte a los “paganos” en justos por la fe (Rm 9,23-33).

• De acuerdo con la costumbre judía, que evita pronunciar el nombre de Dios, el Evangelio de Matero usa casi siempre el “Reino de los cielos” (17) en lugar de “Reino de Dios” (con excepciones: 6,33; 12,28; 19,24; 21,31.43).

Comentario al evangelio – Jueves II de Tiempo Ordinario

LA RELIGIÓN DEL TRUEQUE

Todas las tradiciones espirituales nos recuerdan que nuestro comportamiento habitual con la divinidad sigue el mismo patrón que seguimos con las personas. Es decir, nos recuerdan que si quieres saber cómo es tu trato con Dios, a quien no ves, sólo tienes que mirar con verdad y lucidez cómo van tus relaciones humanas.

La carta a los Hebreos y el modo en que aplica a Jesús el título de Sacerdote (algo que históricamente sabemos que no quiso ser, al menos al estilo del sacerdocio judío), insiste también en uno de los modos más habituales y peligrosos de relacionarnos con Dios: el trueque o intercambio casi comercial… Es decir: te ofrecemos sacrificios y Tú, Dios, nos ayudas. Más aún: ni siquiera podemos ofrecerte sacrificios personalmente, sino que necesitamos mediadores “oficiales” porque nosotros no somos dignos de relacionarnos directamente contigo.

Con Jesús, este íntimo convencimiento, saltó por los aires. Por eso no fue un sacerdote como entendía el pueblo y a la vez, por eso podemos llamarle con razón Sumo Sacerdote, el Único en todo caso, que media entre Dios y nosotros. Ahora bien: su mediación no solo no nos deja fuera sino que al contrario: nos incluye personalísimamente para que cada uno entremos libremente en relación con Dios y ofrezcamos la vida, no cosas ni animales.

El convencimiento de Jesús era tal, que prohibía severamente que hablasen de Él si lo hacían en esos términos: si nos curas, venimos a Ti… si nos das de comer y multiplicas los panes, te seguiremos hasta el final…

El problema es que, siempre, antes o después, pero siempre, Dios deja de sanar y dar de comer y consolarnos. Y es entonces, cuando la mayoría abandonamos o incluso llegamos a pedir que lo crucifiquen. Nuestra fe no es una religión de trueque. Jesús no lo vivió así.

¿Crees que Jesús es el Hijo de Dios? Créelo también cuando aparentemente no recibas bien alguno. Cuando ofrecer tu vida no parezca que te devuelva nada bueno. Es la señal del discípulo…

Rosa Ruiz Aragoneses

Meditación – Jueves II de Tiempo Ordinario

Hoy es jueves II de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 3, 7-12):

Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar, y lo siguió mucha gente de Galilea. Al enterarse de lo que hacía, también fue a su encuentro una gran multitud de Judea, de Jerusalén, de Idumea, de la Transjordania y de la región de Tiro y Sidón. Entonces mandó a sus discípulos que le prepararan una barca, para que la muchedumbre no lo apretujara.

Porque, como curaba a muchos, todos los que padecían algún mal se arrojaban sobre él para tocarlo. Y los espíritus impuros, apenas lo veían, se tiraban a sus pies, gritando: «¡Tú eres el Hijo de Dios!» Pero Jesús les ordenaba terminantemente que no lo pusieran de manifiesto.

Termina este pasaje evangélico después de señalar la admiración por parte de muchos de su enseñanza y de sus milagros con una afirmación que llama la atención, pues los espíritus inmundos, los que le rechazan, afirman su identidad de Hijo de Dios, y por otra parte, no les deja que lo publiquen, que lo comuniquen.

Espíritus inmundos son los que viven de afirmaciones, pero, esas afirmaciones,  no tienen ninguna repercusión en su vida. Son los que viven con mediocridad espiritual. Algo de lo que los seguidores de Jesús debemos liberarnos, hoy día, si queremos hacer realidad como el Papa Francisco nos está invitando: la renovación pastoral.

Si queremos salir de la mediocridad espiritual en la que estamos situados, tenemos que centrar  nuestra vida en Jesús, en su actuación y en sus palabras. Todos los pasajes evangélicos que leemos nos invitan a entrar en un proceso de cambio de seguimiento de Jesús  y de identificarnos con su proyecto. Tienen que ser leídos en actitud de conversión y de evangelización. Anunciar lo que Jesús nos enseñó de su Padre, nos impulsa a vivir la vida con sentido. Una actuación a favor de los marginados nos invita a tratar de no marginar, sino de acoger. Esta conversión tiene que ser permanente.

Fr. Carlos Oloriz Larragueta O.P.