Roma está de fiesta. Es un 21 de enero. La procesión ya está en la calle. Se oyen cantos de alabanza en honor de santa Inés.
La plaza Navona, repleta de fieles. Como todos los años, turistas y peregrinos que llegan desde muy lejos, para cumplir la promesa con la santa romana. La plaza Navona tienen el privilegio de ser llamada plaza de Santa Inés, pues allí se levanta la iglesia que lleva este nombre, en el mismo sitio donde estuvo la prisión de la niña, una de las santas más populares de la antigüedad cristiana.
Hay otra iglesia, antiquísima, que también está de fiesta: una de las siete basílicas primitivas de Roma, situada fuera de la ciudad, en el sitio que ocupó la sepultura de la niña sobre las catacumbas de la vía Nomentana, construida en tiempo de Constantino el Grande a pedido de su hija Constanza.
A esta basílica son llevados el 21 de enero, todos los años, para ser bendecidos por el abad de los canónigos de Letrán, dos corderos que se ponen bajo el cuidado de las monjas benedictinas y con cuya lana tejen los palios que los papas remiten a los arzobispos.
Hay una doble etimología de la palabra Inés. Si deriva del latín «agnes», de «agnus», significa «cordero» y si proviene del griego «agnós», significa «pura».
Se cree que nació hacia el año 290. Los padres de la santa eran cristianos, ricos y nobles. Procopio, hijo del gobernador de Roma, no era cristiano y amaba a Inés. A sus requerimientos ella contestaba: «Imposible, Procopio: debo ser leal a otro Esposo».
El gobernador la llamó a su presencia. Al enterarse de que era cristiana, la amenazó: «Dos caminos tienes: aceptar a mi hijo o morir en los más crueles suplicios». En realidad, lo que quería era asustarla. Ante la negativa, comenzaron las torturas.
El hijo del gobernador quería huir con Inés. Más al presenciar sus sufrimientos, cayó de pronto muerto.
Entonces lloró y rogó el afligido padre: «Inés, tú qué sabes realizar milagros, devuélveme a mi hijo».
La leyenda dice que la niña rogó y el joven volvió a la vida.
Pero acusada de hechicera por los sacerdotes de los ídolos, murió en el martirio el 21 de enero del año 304.
Los grandes padres de la Iglesia ensalzan su nombre. Los primeros relatos de su martirio son del siglo IV: en ellos la historia se mezcla con la leyenda. Un siglo más tarde, ésta se enriquece con nuevas anécdotas.
Santa Inés es patrona de las Hijas de María, de las jovencitas y de los jardineros.
Se la representa como una joven doncella, con la palma del martirio y un cordero. Casi todas sus reliquias se conservan en la basílica de la vía Nomentana. En Francia hay algunas y también, desde el año 1372, en Manresa (España)