Homilía – Conversión de San Pablo

Hoy la Iglesia festeja la Conversión de San Pablo a las puertas de Damasco. San Pablo, siendo judío, era también ciudadano romano. Desde su infancia fue educado conforme a la doctrina de los fariseos. Se destacó inicialmente como implacable perseguidor de las primeras comunidades cristianas.

Su conversión, ocurrió de modo inesperado camino a Damasco, cuando lideraba una persecución contra los cristianos de aquella ciudad. Jesús resucitado, se le apareció, lo derribó del caballo y le habló.

Las palabras de Jesús, le llegaron a Pablo al alma, y su mundo de odio contra Cristo se transformó en amor y entrega incondicional.

Este episodio ocurrió allí por el año 36, y desde entonces, Pablo dedicó toda su vida al servicio de Cristo, anunciando el Evangelio de Jesucristo y el misterio de su pasión y resurrección, y murió mártir, por Cristo.

Pablo es sin duda una de las principales figuras del cristianismo

Vamos a pedirle hoy al Señor, poder decir como Pablo en su Carta a Timoteo:

Sé de quién me he fiado y estoy firmemente persuadido de que tiene poder para asegurar hasta el último día, en que vendrá como juez justo, el encargo que me dio.

San Pablo recibió el llamado de Jesús y se convirtió. Fue su ferviente defensor durante toda su vida. No importó su pasado, no importó que hubiese sido el enemigo acérrimo del Señor, no importó nada. El encuentro con Jesús lo transformó, y comenzó su vida de seguimiento incondicional a Cristo.

El Señor quiere mostrarnos hoy también a cada uno de nosotros, que como a San Pablo, Él nos elige para seguirlo. Quizás no nos tiene que derribar del caballo, pero seguramente que nosotros también estamos necesitando que nos sacuda un poco de todo este mundo en que vivimos, que nos aleja del verdadero camino.

Digámosle hoy a Él que nos llame a seguirlo. Queremos también nosotros decir como San Pablo, con fe: Vivo de la fe en el Hijo de Dios, que me amó hasta entregarse por mí.

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