Lectio Divina – Jueves III de Tiempo Ordinario

Somos iluminados por Cristo para dar fruto generoso

Invocación al Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Tú eres la fuerza que vigoriza nuestro trabajo. Tú el aliento que vivifica nuestra alma. Tú, la luz que ilumina nuestra mente, Tú el motor de nuestras obras. Danos docilidad para seguir tus mandatos y que gocemos siempre de tu protección.

Lectura. Marcos capítulo 4, versículos 21 al 25:

Jesús dijo a la multitud: “¿Acaso se enciende una vela para meterla debajo de una olla o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque si algo está escondido, es para que se descubra; y si algo se ha ocultado, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír, que oiga”.

Siguió hablándoles y les dijo: “Pongan atención a lo que están oyendo. La misma medida que utilicen para tratar a los demás, esa misma se usará para tratarlos a ustedes, y con creces. Al que tiene, se le dará; pero al que tiene poco, aun eso poco se le quitará”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

Tomemos es cuenta que el evangelio de Marcos fue escrito alrededor del año 65, lo que nos indica que la comunidad cristiana ha tenido 32 años para reflexionar acerca de las enseñanzas y la vida de Jesús. Marcos parece reunir varios dichos de Jesús, formando estas dos breves parábolas, la de la lámpara y la de la medida. Con ellas, se ayuda para explicar cómo Cristo continúa desvelando el Reino de Dios. Las parábolas ocultan la luz del Reino a los que no creen, pero la luz de la verdad acabará por ser reconocida.

Meditación:

Con estas dos parábolas, Cristo quiere enseñarnos cómo hay que instaurar su Reino.

La maldad de las personas no viene sola; existen elementos correlacionados que la acompañan; uno de ellos, quizás el más importante, es la oscuridad, o, mejor dicho, el ocultamiento de lo que se hace. Esto corresponde a un elemento universal que aparece en todas las culturas; el ser humano no es ajeno a los escondites o a los espacios oscuros que le sirven para hacer de las suyas, con cierto grado de impunidad.

Como contraparte a este elemento, el evangelio de Marcos propone que el seguidor de Jesús sea una persona de luz. De ahí que sea muy esperanzador que la luz, símbolo de lo bueno, no ilumine sólo ciertos momentos o espacios de la vida, sino que alumbre todo. Pero no se trata de que sólo una dimensión de la persona sea iluminada: toda ella debe ser transparentada integralmente por la luz.

Esta disponibilidad del discípulo es confirmada o ampliada por la certeza de Jesús de que nada existe para que se oculte o se mantenga en secreto eternamente; Jesús sabía que hay ciertos secretos que se prolongan eternamente, no por fidelidad a la Verdad o por el bien de las personas, sino precisamente porque favorecen la mentira y promueven la impunidad de ciertos grupos o personas.

¿Qué comportamientos nuestros están más cerca de la oscuridad que de la luz? ¿Qué podemos hacer para ser más transparentes?

Oración:

Gracias Padre por Cristo, esperanzado sembrador de la semilla del Reino con su palabra de vida. Jesús fue el primer grano de trigo que, muriendo, dio espléndida resurrección para todos. Él es parábola viva de tu amor al hombre. Su optimismo nos contagia y estimula a dar fruto. Haz de nosotros, Señor, el campo de tu sementera, la tierra buena y mullida, con tempero y profundidad, para que prenda, germine y grane la semilla del Reino. Así, nuestra vida, escondida en Cristo como el grano en el surco, culminará en cosecha de eternidad.

Contemplación:

Catecismo de la Iglesia Católica numeral 1216: Este año es llamado iluminación, quienes reciben esta enseñanza, su espíritu es iluminado. Habiendo recibido en el bautismo al verbo, “la luz verdadera que ilumina a todo hombre” (Juan capítulo 1, versículo 9), el bautizado, tras haber sido iluminado, se convierte en “hijo de la luz” y en “luz” él mismo (Efesios capítulo 5, versículo 8).

Catecismo de la Iglesia Católica numeral 26: La fe es la respuesta del hombre a Dios que se revela y se entrega a él. Dando al mismo tiempo una luz sobreabundante al hombre que busca el sentido último de su vida.

Oración final:

Gracias, Señor, por esta meditación que me recordó que debo ser luz para los demás y eso solo lo voy a lograr si Tú vienes a hacer tu morada en mí. Quiero hacer todo movido por el amor, únicamente así tendré la fuerza para amar a los demás con sinceridad, con desinterés, con pureza de intención, sin esperar nada a cambio.

Propósito:

Hacer todo movido por el amor a Dios, con pureza de intención, confiando que con Él todo es posible.

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Homilía – Jueves III de Tiempo Ordinario

La Palabra de Dios, que es la luz, no está para ser encerrada en una caja fuerte, está para ser anunciada.

Ésta es la responsabilidad de cada uno de nosotros, los cristianos.

El cristiano es luz…, el mundo necesita de esa luz.

Por eso cada uno de nosotros, con nuestra conducta, debemos ser ejemplo para el mundo.

No hay nada que arrastre más que el ejemplo.

Las normas y los principios del evangelio, no debemos solamente conocerlos, y reconocer que son la forma ideal de vida, tenemos que hacerlos vida, ¡sin miedo!.

No podemos ocultar la luz del evangelio por cobardía.

Jesús insiste a los suyos que deben ser la luz del mundo.

Es porque el mundo necesita de esa luz.

Y Jesús nos señala una norma de conducta que ayuda a que nosotros podamos ser luz.

Muchas veces juzgamos severamente la forma de obrar de los otros…, juzgamos los móviles y las intenciones que los otros tienen para obrar de esta o de aquella forma.

Pedimos a los demás…, aquello que nosotros mismos no somos capaces de dar.

En cambio…, somos «muy tolerantes» con nosotros mismos…, frecuentemente encontramos infinidad de justificativos para nuestra forma de obrar.

Jesús nos llama en este evangelio a que reflexionemos, porque, así como nosotros juzguemos…, seremos juzgados.

Si queremos que el Señor perdone nuestras faltas, entonces aprendamos a perdonar nosotros.

Si queremos que nos comprendan, tratemos de entender a los demás.

Si queremos que nos amen a nosotros, debemos amar primero.

Jesús con sus enseñanzas, va modelando el estilo de sus discípulos y también el nuestro.

Y es el amor, la base de toda comunidad cristiana. Un amor que no deforme la realidad, pero que acepte al hermano con sus fallas y también con sus virtudes. Un amor que intente comprender siempre.

Pidamos a María que nos ayude a ser la luz que el Señor nos pide que seamos, siendo cada vez hombres y mujeres más justos. Pidámosle que nos enseñe a convivir, a ser más comprensivos, a saber disimular los defectos de los demás, y por sobre todo a saber perdonar.

Comentario – Jueves III de Tiempo Ordinario

Marcos 4, 21-25

a) Otras dos parábolas o comparaciones de Jesús nos ayudan a entender cómo es el Reino que él quiere instaurar. 

La del candil, que está pensado para que ilumine, no para que quede escondido. Es él, Cristo Jesús, y su Reino, lo primero que no quedará oculto, sino aparecerá como manifestación de Dios. Él que dijo «yo soy la Luz». 

La de la medida: la misma medida que utilicemos será usada para nosotros y con creces. 

Los que acojan en sí mismos la semilla de la Palabra se verán llenos, generosamente llenos, de los dones de Dios. Sobre todo al final de los tiempos experimentarán cómo Dios recompensa con el ciento por uno lo que hayan hecho. 

b) Esto tiene también aplicación a lo que se espera de nosotros, los seguidores de Cristo. Si él es la Luz y su Reino debe aparecer en el candelero para que todos puedan verlo, también a nosotros nos dijo: «vosotros sois la luz del mundo» y quiso que ilumináramos a los demás, comunicándoles su luz. 

Creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y a la vez comunicar con nuestras palabras y nuestras obras esa misma luz a una humanidad que anda siempre a oscuras. Pero ¿somos en verdad luz? ¿iluminamos, comunicamos fe y esperanza a los que nos están cerca? ¿somos signos y sacramentos del Reino en nuestra familia o comunidad o sociedad? ¿o somos opacos, «malos conductores» de la luz y de la alegría de Cristo? 

En la celebración del Bautismo, y luego en su anual renovación en la Vigilia Pascual, la vela de cada uno, encendida del Cirio Pascual, es un hermoso símbolo de la luz que es Cristo, que se nos comunica a nosotros y que se espera que luego se difunda a través nuestro a los demás. No podemos esconderla. Tenemos que dar la cara y testimoniar nuestra fe en Cristo.

«Mantengámonos firmes en la esperanza que profesamos» (´1ª lectura, I) 

«Fijémonos los unos en los otros para estimularnos a la caridad y a las buenas obras» (1ª lectura, I) 

«Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia» (salmo, I) 

«Tú eres el Dios verdadero, tus palabras son de fiar» (1ª lectura, II) 

«La medida que uséis la usarán con vosotros» (evangelio)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 4

Las bienaventuranzas: un camino directo

1.- «Unos turistas querían llegar pronto a un castillo, en la ladera de una montaña. Había varios caminos, todos ellos bastante largos, salvo uno que era un atajo muy corto, aunque extremadamente duro y empinado. No había manera de detenerse a comer o descansar, y la soledad era muy grande, porque casi nadie se atrevía a recorrerlo. Todos menos uno eligieron los caminos largos y fáciles. Pero eran tan largos que se aburrieron y se volvieron, sin llegar a su meta. Otros se instalaban a la sombra, a dormitar y charlar, y se quedaron ahí definitivamente. El que subió solo, por el atajo, paso toda suerte de dificultades, y en el momento en que le pareció que no podía más, se encontró ya en el castillo. Fue el único que llegó».

2. – Esta parábola es un reflejo de nuestra vida como cristianos. Si optamos por el camino fácil nunca llegamos a ser de verdad cristianos comprometidos con el mensaje de Jesús. Nos quedamos en el camino, sin decidirnos a optar radicalmente por El. Las Bienaventuranzas nos recuerdan que somos ciudadanos del cielo. Para llegar a la cima tenemos que escoger el camino directo, el mismo que eligió Jesús. Cuando El proponía el programa de las bienaventuranzas nos estaba mostrando lo que hizo por nosotros: fue pobre de espíritu, lloró por su amigo Lázaro y por Jerusalén, fue sufrido como cordero llevado al matadero, tuvo hambre y sed de justicia y no dudó en proclamarlo, practicó la misericordia y el perdón, fue limpio de corazón, trabajo por la paz y fue perseguido por los poderosos de este mundo a causa de haber defendido la justicia. Jesús nos propone que seamos pobres en el espíritu. No es que la pobreza sea un bien en sí misma, lo que es bueno es el desprendimiento y la disponibilidad del que «elige ser pobre en el espíritu». Este camino es arduo y costoso. Quien lo emprende necesita coraje, decisión, firmeza y constancia, buenos pies y mucho ánimo. No es para apocados y gente «de poco espíritu». Sabemos que hay alguien que sostiene los pasos del que elige este camino, el propio Jesús El siempre va por delante abriendo senderos como luz del mundo y buen pastor. Pero no lo hace todo, sino que cuenta con nosotros , nos exige espíritu de lucha y que aceptemos los riegos que se presentan. No se trata de ser masoquistas escogiendo lo difícil en lugar de lo fácil. Se trata de asumir la opción por el Reino, a pesar de que esto conlleve dureza y esfuerzo. La recompensa es única y da sentido al esfuerzo: la posesión del Reino de los cielos, heredar la tierra, ver a Dios, ser llamado hijo de Dios.

3.- El que sigue el camino fácil no acaba de llegar a la meta porque no termina de comprometerse con la causa. Esto es lo que nos pasa a la mayoría de los cristianos: que no acabamos de entrar por el camino auténtico. No encontraremos nunca la felicidad que buscamos ni haremos realidad el Reino si ponemos una mano en el arado y volvemos la vista atrás. Nos seducen otra «felicidades» más fáciles y rastreras en lugar de escoger la senda empinada. De esta manera nos convertimos en antitestigos… Jesús invierte los valores de este mundo, lo pone todo al revés. Su mensaje es revolucionario, aunque se haya querido manipular la exigencia radical del Evangelio. Vivimos instalados en la sombra del camino o dando vueltas a elucubraciones teológicas, cuando lo único verdaderamente importante es el seguimiento de Jesucristo. No hay duda de que el que quiera seguirle tiene que estar dispuesto a vivir de otra manera, a seguir otro camino. Pero tiene la seguridad de que va a ser feliz. Nos criticarán, se meterán con nosotros, seremos rechazados, viviremos a contracorriente, pero estaremos contentos porque estamos en el camino del Reino. Puede que nos faltan las fuerzas, puede que no lleguemos a vivir plenamente el ideal del Sermón del Monte, pero no debe asaltarnos nunca el desánimo ni la desesperanza, pues la cima está cerca y un día llegaremos.

José María Martín, OSA

La propaganda de Jesús

1.- También nosotros tenemos nuestras bienaventuranzas. Nosotros llamamos dichosos:

–al que tiene mucho dinero

–al que le toca el quinielón (1)

–al que tiene influencia y poder

–al que por ser famoso aparece en las revistas y en la televisión

–al que goza de la vida y se divierte en grande

–al que no tiene problemas

–al que no se complica la vida con preocupaciones ajenas.

Estas son nuestras bienaventuranzas. Vuestras y mías. Y si no lo son todas, si algunas de ellas. ¿O no?

O Jesús se engaña o nos engañamos nosotros, porque Jesús dice que son más felices los pobres, los desprendidos, que los que viven esclavos del ansía de tener.

**los mansos (no dice los apocados, porque mansedumbre y energía no están reñidos) que los vengativos o los que guardan todas

**los que lloran con el que llora, que los encerrados en su propio egoísmo y felicidad

**los que tienen hambre de equidad, de que todos seamos hermanos, que los hambrean por dominar a los demás.

**los que imitan a Dios rico en misericordia con su mano siempre extendida para apoyo del que Le necesita, que el que se cruza de brazos ante la miseria material o espiritual de los demás.

**los sinceros, los íntegros de corazón, los que no han convertido su corazón en cloaca, porque no hay dicha en el dolo, la mentira, la impureza.

++que es más feliz el que siembre paz entre los desavenidos, que el que fomenta rencillas.

++que es infinitamente feliz el que por pasar por el mundo dejando estela de luz, es incomprendido y hasta perseguido y asesinado.

¿Tendremos que llevar a Jesús ante los tribunales por falsa propaganda, por prometer la felicidad por causas que no la producen?

2.- En otras palabras: lo que Jesús nos viene a decir es que todas esas felicidades nuestras son infantiles.

–y que el niño se divierta con su juguete no es malo, lo malo es que ese niño crezca y siga jugando sin poner interés por las cosas propias de su edad.

–los niños de dos o tres años son majísimos, son muñecos, lo malo sería que al paso de los años ese niño siguiera siendo un muñeco.

–lo malo es querer crecer en falso para aparentar la altura que no se tiene, es ponerse zancos para crecer sin crecer, es ponerse una gran cabezota para aparentar más inteligencia.

–es convertir la vida en una gran mascarada de gigantes y cabezudos que acaba en un rincón de la vida donde se amontonan olvidados los zancos, la cabezota y los harapos con que tratamos de encubrir nuestra pequeñez

–cuando nuestra felicidad no viene de dentro de nuestro corazón acaba vacío como piso desalquilado y abandonado.

3.- Nuestra propia experiencia nos dice que Jesús no nos engaña en la propaganda del artículo que nos vende.

**porque todos somos más felices dando al que necesita, que ansiando tener más.

**perdonando que buscando venganza

**tratando de mantener la paz familiar que echando leña al fuego.

Esta es la felicidad del Reino de Dios, que es Reino de Justicia de amor y de paz.

José María Maruri, SJ


(1) En España, las quinielas son las apuestas deportivas benéficas referidas al fútbol

Dios es rico pero sólo para los pobres

Las tres lecturas de la Palabra de Dios forman hoy más que nunca una unidad. En el centro aparece el Evangelio con las bienaventuranzas. Sólo son comprensibles desde la figura y destino de Jesús ¿Perteneces o no al Reino de Dios que se anuncia? Esta podría ser la idea clave que da sentimiento a toda la liturgia de este domingo. ¿Cuáles son los valores que yo debo tener para saber si pertenezco al Reino de Dios o no? Los criterios de Dios, y El quiere que formen parte de su Reino los pobres, los humildes, los que tienen la búsqueda de la justicia como ideal que orienta su vida. Así nos lo dice el profeta Sofonías en la primera lectura. Y lo proclama en una época en que, para el pueblo, ser rico significaba ser bendecido por Dios; ser fuerte y poderoso significaba ser bendecido por Dios. Pero los criterios de Dios no son nuestros criterios. Bien claramente lo subraya san Pablo en la segunda lectura.

2.- Dios, dice san Pablo, en la primera carta a los cristianos de Corinto, ha escogido a los necios del mundo para confundir a los sabios; ha escogido a las gentes bajas del mundo, a los despreciados de nuestra sociedad, para anular a los poderosos y a la aristocracia. Dios es rico pero sólo para los pobres. Dios quiere «darle vuelta a la tortilla» de nuestra sociedad para que, quien, dentro de la comunidad cristiana, se gloría de algo, tenga que gloriarse sólo en Dios, en lo que Dios le ha dado, en lo que Dios ha hecho en él, y no en méritos propios de ninguna clase. (¡Qué bien lo dice la Santísima Virgen María en el canto del Magnificat!)

En el Evangelio viene el test del Reino de Dios. Las bienaventuranzas son ese test. La interpretación que se dé a las bienaventuranzas cambia radicalmente si se las considera una por una o más bien como bloque. Y son un bloque. Son el metro o test para comparar nuestros criterios: ¿Son nuestros criterios los del Reino de Dios o son los criterios del «mundo»? Si creemos que se puede ser rico, siempre sonriente, apoyado por el poder y sus instituciones, siempre con el estómago lleno, bien considerado socialmente… y bendecido por Dios, pertenecemos al «mundo», no al Reino de Dios. Si creemos que se puede ser pobre y feliz (como los primeros cristianos), si creemos que se puede sufrir y ser feliz (como los primeros cristianos, que sufrían y eran felices, porque sufrían por Cristo, porque sufrían por ser cristianos); si creemos que se puede ser perseguido por la justicia y ser feliz (como los primeros cristianos, perseguidos por ser justos y perseguidos por los representantes de la justicia); si creemos que se puede pasar hambre y ser feliz ( como los primeros cristianos, que eran pobres y lo compartían todo por amor)… pertenecemos al Reino de Dios, porque entonces nuestros criterios son los del Reino.

3.- Si leemos la versión de Lucas nos damos cuenta inmediatamente de que en la Iglesia primera no fueron entendidas las bienaventuranzas en una forma suavizada o diplomática. Lucas no quiere, por ningún motivo, que creamos que «bienaventurados los pobres» puede ser entendido de tal manera que los ricos resulten ser los bienaventurados. María lo había dicho de otra manera, pero con la misma idea, en el Magníficat. El miembro que en la Iglesia cambie las bienaventuranzas en otro sentido es que se ha pasado al grupo de quienes no entrarán en el Reino de Dios.

La Iglesia no puede presentarse como rica o como aliada a los ricos sino al precio de traicionar a Cristo, su esposo y Señor, al precio de traicionar su misión de anunciar y hacer presente el Reino de Dios. En cada momento de nuestra vida o de la historia del pueblo, las bienaventuranzas deben ser el metro y test con el que podemos medir si nuestros valores, o nosotros, o la Iglesia, nos hemos cambiado de bando y seguimos siendo o ya no somos del bando de Cristo. Con las bienaventuranzas comienza todo ese torrente de criterios «cristianos», es decir: Criterios de Cristo, que es el «sermón del monte». El Evangelio según san Mateo coloca ese «sermón» en un monte justamente para acentuar la similitud entre lo que ocurrió con Moisés en el Sinaí y lo que hace el nuevo Moisés-Jesús. Esa paridad entre los dos Moisés aparece en Mateo desde los evangelios de la infancia, igual que en san Pablo Jesús es llamado «nuevo Adán», con Jesús empieza una nueva creación, un nuevo Israel, una nueva alianza, el Reino de Dios.

4.- Terminemos preguntándonos: ¿Queremos pertenecer al Reino de Dios o no? ¿Queremos pertenecer al bando de Cristo o al bando del «mundo”? ¿Cuáles son nuestros criterios? ¿Son, dentro de nuestra Iglesia, los criterios para definir quién es miembro y quién no, los criterios de Dios?, ¿los criterios del Evangelio? ¿Lo son, siquiera, para asumir cargos y responsabilidades dentro de ella? ¿No tendríamos que escuchar lo que en el Apocalipsis se dice en la Iglesia de Éfeso?: «Tengo una cosa contra ti: Que ya no tienes el mismo amor que al principio». ¿No sería horrible que tuviéramos que escuchar nosotros lo que se dice allí a la Iglesia de Sardes?: «Sé que estás muerta aunque tienes fama de estar viva». Peor aún, no tendríamos que oír, dirigido a nosotros, lo dicho a la Iglesia de Laodicea: «Sé que no eres frío ni caliente… voy a vomitarte de mi boca».

Antonio Díaz Tortajada

Bienaventurados…

Señor Jesús,
gracias porque tus Palabras me animan:
¡Bienaventurados! ¡Dichosos! ¡Felices!
¡Qué bonito!
Si eso es lo que quiero,
es lo que me gustaría que todos alcanzasen.

No nos aplasta ni nos entristece
lo que nos dices.
Tus Palabras, Señor Jesús, son aire fresco
de esperanza, novedad permanente.
Como Tú decías, esencia del Reino de Dios;
aunque, a decir verdad, no cuadran
en mi mundo, desentonan totalmente.
Por lo menos así me lo parece,
eso es lo que veo,
no lo comprendo y me de pena.

¡Qué pocos se las creen! y a lo mejor
¡Qué pocos son los que las viven!
¿Las vivo yo?
Alguna y a ratos, no permanentemente.

Tú, Señor Jesús,
sabes que hemos sido hechos para ser felices.
Igual que el cántaro es para el agua,
y el balón para rodar,
así hemos sido hechos para la felicidad;

por eso andamos ansiosos
en busca de esa perla preciosa.

Lo que sucede es que los caminos que tomamos
son muy diferentes;
más aún, totalmente opuestos.

Cuando me paro y me fijo en tu Persona
en tus acciones, en tus reacciones,
en tu manera de vivir
descubro que Tú viviste cada una
de estas Bienaventuranzas:

Tú, Señor Jesús, fuiste pobre,
por eso dijiste que ”el hijo del hombre (Tú)
no tenía donde reclinar su cabeza”

Tú fuiste misericordioso
y le dijiste a Pedro que te preguntó:
¿cuántas veces tenía que perdonar… siete veces?
Y Tú le dijiste:
”no siete veces… sino setenta veces siete”

Tú fuiste pacífico.
Y cuando después de Resucitado te hacías ver
y te presentabas ante tus discípulos siempre
les saludabas con estas palabras:
“La paz a vosotros”

Tú propuesta no fue la revancha sino el perdón,
para aquellos que te martirizaban
por eso le pides a Dios Padre:
“perdónales que no saben lo que hacen”

Seguramente una vez vividas por Ti
cada una de las Bienaventuranzas

Tú nos las ofreces
como expresión de tu vivencia,
como testamento de tu sabiduría,
como camino a recorrer
por cada uno de los que queremos
ser tus seguidores.

Gracias, Señor Jesús,
por ese aire fresco, nuevo, diferente
que nos traes.

Gracias, Señor Jesús,
por tu valentía.
No pretendes agradar al auditorio
sino que nos dices la verdad,
aunque a veces nos duela o nos desconcierte.

Ayúdame, Señor Jesús,
a saber vivir con ilusión alguna de esas
Bienaventuranzas.
Ayúdame a saber mostrar a mi mundo,
donde me encuentre,
que no hay otro camino tan verdadero
de felicidad como el que Tú me ofreces.

Yo te pido, Señor Jesús,
por los que hoy, en nuestro mundo,
son pacíficos, misericordiosos,
limpios de corazón, humildes,
perseguidos por causa de la justicia…
para que no se cansen ni se desanimen.

Su victoria está asegurada.
Y ya que tratan de seguirte que sepan vivirlo
como Tú quieres que lo vivan.
Que encuentren sentido a sus vidas,
que son como levadura en la masa.

Y, Tú, Señor Jesús, haz que sepamos,
como Tú hacías, penetrados de tu Espíritu,
trabajar por un mundo en el que se llore menos,
en el que todos tengan lo que necesitan
para vivir dignamente,
en el que no haya injusticias,

en el que no existan guerras,
en el que no se necesite el perdón
porque no hay ofensas, etc.
Así sea.

Notas para fijarnos en el evangelio

• Jesús, como maestro, sube a la montaña lugar de encuentro con Dios (que recuerda a Moisés en el Sinaí… Éx 19) y se sienta en la cátedra, (en el suelo) impartiendo su experiencia basada en su relación con el Padre y el Espíritu.

• Jesús en sus enseñanzas ofrece el sentido de la vida, el Proyecto de Dios para la humanidad. Los discípulos, la humanidad de seguidores suyos le escucha, se deja penetrar por sus enseñanzas.

• La palabra que más repite Jesús en su enseñanza desde lo alto de la montaña es “bienaventurados”, “dichosos”, “felices”. ¿No es eso también lo que todo el mundo, (todos nosotros) afanosamente pretende?

• ¿Por qué Jesús repite tantas veces felices, dichosos? ¿No será ese el deseo de Dios para la humanidad? ¿No hemos sido creados para ser felices, como Proyecto de Dios Padre? Pero para alcanzar esa meta es preciso recorrer un camino, aveces lleno de obstáculos.

• El mensaje de Jesús es positivo, es un camino de plenitud, alegría, esperanza: ese es Proyecto de Dios, el contenido del Reino de Dios. No es un código de deberes sino el anuncio de dónde está el tesoro escondido por el que vale la pena renunciar a todo.

• En esta serie de Bienaventuranzas encontramos lo que supone el seguimiento de Jesús, las actitudes básicas de cuantos siguen a Jesús.

• Las Bienaventuranzas presentan un camino paradójico de felicidad: felices los pobres, los humildes, los de corazón misericordioso, los que trabajan por la paz, los que lloran, los perseguidos, los limpios de corazón.

• Fácilmente podemos constatar que Jesús encarnó cada una de las Bienaventuranzas: fue pobre, sufrió, tuvo hambre, fue misericordioso, construyó paz, era limpio de corazón, etc. ¿Quiénes son para nuestro mundo los felices? ¿Quienes son para nosotros? ¿Son también los mismos que para Jesús?

• La felicidad que Jesús nos propone es una felicidad del ser, no del tener: ser misericordioso, pacífico, solidario, sediento de justicia…

• El mensaje de las Bienaventuranzas no es un mensaje de resignación, sino una propuesta de compromiso para trabajar por la paz, para no dejar que las cosas nos posean ni nos aprisionen sino que pongamos por encima de todo a las personas y por tanto que seamos capaces de compartir, para ser reconciliadores, para ser sensibles al dolor de nuestro mundo y tratar de aportar esperanza…

• Por dos veces aparece la expresión «Reino de los Cielos» (3. 10), tema central en la predicación de Jesús.

• En cada Bienaventuranza hay una tensión entre la situación presente y la que está a punto de brotar. El Reino se hace presente en forma germinal en los misericordiosos, en los limpios de corazón, en los pacíficos…

Comentario al evangelio – Santos Timoteo y Tito

La liturgia de hoy recuerda a los santos Timoteo y Tito. Fueron discípulos predilectos de San Pablo y a ellos les escribe unas cartas cuyas enseñanzas nos ayudan a conocer mejor los afectos y sentimientos tan humanos del gran apóstol Pablo. Le dice a Timoteo: “tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día”. Pablo lo quería como un padre quiere a su hijo.

 Y en esta carta de hoy yo descubro también la importancia de la familia en la transmisión de la fe cristiana. Pablo se llena de alegría “refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú”.

Podemos situarnos en aquellos primeros años de evangelización de Europa en medio de persecuciones y viendo al gran apóstol Pablo encarcelado en Roma esperando ser presentado ante el tribunal del Emperador que lo condenó a ser decapitado. Hoy nos parece imposible que las comunidades cristianas hayan podido resistir tanto sufrimiento. Pero la sangre de los mártires ha sido siempre y será semilla de nuevos cristianos. Decía el Cardenal Narciso Jubany recordando el martirio del Obispo Irurita de Barcelona: “En la historia humana hay un gran misterio: el de la persecución del mal contra el bien. Jesucristo nos da la razón de ese misterio. El martirio pertenece a la misma esencia de la identidad cristiana. Sin el martirio no existiría la Iglesia. El misterio de la persecución hace que la perversidad humana aborrezca a quienes llevan estampado el nombre de Dios en su vida”.

Sabemos de tantos miles de cristianos asesinados por su fe en Jesús  también hoy día en Irak, Siria y otros lugares. Es el testimonio de estos hermanos nuestros el que nos mantiene despiertos.

Jesús envió a los setenta y dos discípulos como un anticipo y ensayo de la misión universal que en realidad comenzó después de Pascua. Pero este envío hecho por Jesús nos hace ver la urgencia que Él tenía de que su mensaje llegara a todas partes. “Id al mundo entero y proclamad el evangelio a toda la creación”, les dirá Jesus. Para realizarlo cuenta con la buena voluntad y la vocación evangelizadora de cada uno de sus discípulos.

Recordemos que cuando hacemos el bien, estamos evangelizando. Y cada vez que nosotros ponemos en práctica lo que enseñamos a los demás,  la fe verdadera crece en esta tierra, pues “las palabras convencen, pero sólo los ejemplos arrastran”.

Carlos Latorre

Meditación – Jueves III de Tiempo Ordinario

Hoy es jueves III de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 4, 21-25):

Jesús decía a la multitud:

«¿Acaso se trae una lámpara para ponerla debajo de un cajón o debajo de la cama? ¿No es más bien para colocarla sobre el candelero? Porque no hay nada oculto que no deba ser revelado y nada secreto que no deba manifestarse. ¡Si alguien tiene oídos para oír, que oiga!»

Y les decía: «¡Presten atención a lo que oyen! La medida con que midan se usará para ustedes, y les darán más todavía. Porque al que tiene, se le dará, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene.»

Somos una luz encendida por Cristo. Creer en Cristo es aceptar en nosotros su luz y comunicar con nuestras palabras y obras esa luz a una humanidad que sin Él, anda a oscuras.

Somos una luz puesta en lugar visible que descubre: injusticias, corrupción… Nuestra luminosa vida de cristianos debe denunciarlas.

Somos una luz que sirve a otros en la solidaridad con los pobres, las luchas por la liberación, el cuidado de los más débiles: niños, enfermos, ancianos; en la ternura y fidelidad de los esposos

Haz brillar la luz de la verdad: Si tienes, esperanza, solidaridad, capacidad de compartir, sentido comunitario, anhelo de justicia y paz, misericordia, capacidad de perdonar, Dios te dará todo eso con creces.

«¡Atención a lo que estáis oyendo!». Jesús a todos llama a la conversión: Si estás lleno de egoísmo y codicia, de orgullo, indiferencia, dureza de corazón, cosecharás en tu vida las consecuencias de esa maldad.

Que tu fe ilumine el sentido de la vida.

Fr. Isidoro Crespo Ganuza O.P