Todavía son actuales, todavía sirven

1.- Los que biológicamente somos viejos, pero creemos llevar a cuestas un saco de espíritu juvenil, observamos con preocupación, con cuanta frecuencia se maneja abusivamente a la juventud. Se nos manipuló también a nosotros, cuando lo éramos. En esta etapa de la vida se pega fácilmente el idealismo. El entusiasmo es una especie de combustible que le impulsa. Dotados de él, se nos animó un día a quiméricas empresas. Comprobamos entonces decepcionados, que algunos de los que nos habían agitado interiormente, se entregaron al enchufismo y abandonaron aquello que nos habían dicho era merecedor de total entrega. Pasaron los tiempos, se animó a otros jóvenes a protestar por peligros nucleares que se avecinaban en nuestra tierra, pero que no llegarían. ¡Cuantos chicos contemplaron que habían servido de espectaculares e inútiles pantallas, para que se auparan socialmente, muchos de los impulsores de aquellas campañas! El mayo francés fue otro momento que permitió a algunos de sus aparentes líderes a colocarse después en influyentes puestos de dominio. El crecimiento del agujero de ozono vino más tarde… ¿para qué seguir? Recuerda uno estas etapas y comprueba cuantas ingenuas energías juveniles se han gastado sin provecho y cuantos chicos y chicas han quedado en la cuneta de la vida, amargados, desilusionados, espiritualmente consumidos y quemados.

2.- Mis queridos jóvenes lectores, espero hayáis comprendido lo que os quería decir. Me gustaría que pensarais cada uno, o discutierais en grupo, estas cuestiones. No os oculto que si han salido muchos lesionados por estas manipulaciones, la constante de lo que ocurrió luego, al acabar, siempre fue lo mismo: continuar entregados al consumismo. Decepcionados, aquella gente joven, no abandonó la calle y no dejó de comprar y atesorar. Nuestra sociedad no progresaría si no pudiera aumentar constantemente el Producto Interior Bruto. Buena parte de él está formado de cosas superficiales, no necesarias, pero apetecibles por capricho.

Desde esta situación quisiera que pensarais el programa que ofrece Jesús. Vaya por delante que el texto del evangelio de hoy no es la trascripción, al pie de la letra, de lo que dijo el Maestro. El evangelista nos ha trasmitido un resumen. Sabemos que cuando se reunían al aire libre, las predicaciones del Señor eran densas, largas y atractivas. Lo eran tanto, que la gente no tomaba precauciones y si no fuera por Él, en alguna ocasión hubieran pasado mucha hambre aquellas multitudes. No nos ha legado un documento taquigráfico, ni una cinta magnetofónica, ni un DVD de aquella época, con textos exactos. Tal vez sea mejor así. Nos ha llegado la idea, el programa, sin precisión de lugares o de tiempos, de manera que podremos aplicarlos mejor a nuestra realidad.

3.- No sabemos de qué dinero disponía aquella gente. No sabemos cuantas monedas se debían poseer, para ser considerado rico. Mejor que mejor, ahora nosotros oímos que Jesús nos dice que seremos felices si nuestra vida transcurre por derroteros pobres, y por allí debemos descubrir caminos propios. O abrirlos valientemente, si es necesario. Se nos da una dirección, nosotros movidos por estos criterios, debemos abrir sendas. Comprobaremos sorprendidos que, en medio de dificultades, nuestra vida, comparada con la gente del entorno, vale mucho más la pena de vivirla así. Nos sentiremos ricos en vitalidad y comprobaremos que, respecto a aquellos que escogían siempre el dinero, nosotros les ganamos en satisfacción interior. Recordamos entonces que se había dicho: felices los pobres.

Escogen algunos, caminos de placer, de satisfacción. Huyen de las posibles penas que pudieran encontrar por el camino. Quien evita siempre y por sistema el sufrimiento, nunca alcanza la satisfacción plena de su vida. No nos encamina el Señor por vías masoquistas. Tampoco quiere que anestesiemos nuestra sensibilidad. En el dolor, en la compasión, en el compartir, encuentra uno el consuelo, que es una manera de vivir paz interior. El Señor había anunciado: felices los que lloran.

No se trata de ir por el mundo en búsqueda constante de deshacer entuertos, como hacía aquel. Pero es preciso no perder la sensibilidad ante las injusticias que ahogan al pobre, al sencillo, al ingenuo. El seguidor del Señor debe ser un rebelde. Pero su rebeldía no debe ser para aprovecharse con egoísmo. ¿Qué observáis que ahoga a los pequeños? ¿Qué veis que machaca a los indefensos? Fijaos en el entorno de los emigrantes forzosos o de los mayores abandonados al paro laboral, encontrareis motivos para luchar por defenderlos. Seguramente vosotros sabréis otros terrenos que exigen brega. El Maestro dijo: felices los que tienen hambre y sed de justicia.

4.- No puedo alargarme. Si sois agudos en vuestra mirada, si sois perspicaces, si sois generosos, descubriréis y haréis vuestra la enseñanza de Jesús. Pasaréis por penas, os marginarán tal vez. No tengáis prisa, no os juzguéis precipitadamente. Esperad que pase la tribulación. Cuado amanezca en vuestra alma, os sentiréis satisfechos de encontraros allí donde el seguir al Señor os ha conducido. Y os sentiréis felices

Os he hablado al principio de proposiciones que se han hecho a la juventud y que han servido para manipularla. Os recordaba antiguos programas o mítines, que hoy al recordarlos dan pena e indignan. Las bienaventuranzas se proclamaron hace dos mil años. Todavía son actuales, todavía sirven, todavía su cumplimiento hace felices a muchos, que no sienten amargura. Y es que los cielos y la tierra pasarán, las campañas políticas, las seudo ecológicas y las reivindicativas también, se olvidarán las patrañas, pero las directrices del Señor siempre gozarán de actualidad. Y es que el Señor es misterio pero a nadie engaña.

Pedrojosé Ynaraja

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