Lectio Divina – Martes I de Cuaresma

La oración debe ser un diálogo con nuestro padre que nos ama y sabe lo que necesitamos

Invocación al Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Divino, manda tu luz desde el cielo, Padre amoroso del pobre, don, en tus dones esplendidos; luz que iluminas las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descaso en nuestros esfuerzos, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas, y reconforta en los duelos.

Lectura. Mateo capítulo 6, versículos 7 al 15:

Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando ustedes hagan oración, no hablen mucho, como los paganos, que se imaginan que a fuerza de mucho hablar serán escuchados. No los imiten, porque el Padre sabe lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes pues, oren así:

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,
venga tu Reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en tentación
y líbranos del mal.

Si ustedes perdonan las faltas a los hombres, también a ustedes los perdonará el Padre celestial. Pero si ustedes no perdonan a los hombres, tampoco el Padre les perdonará a ustedes sus faltas”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

El texto del evangelio de mateo es una verdadera catequesis en la que se propone una nueva forma de orar en contraste con la oración de los fariseos y de los paganos. El modelo de la oración cristiana es el Padrenuestro, no es solo una oración, sino una escuela de oración, en la que los discípulos deben aprender a orar y a dirigirse al Padre Celestial.

Meditación:

Jesús, cuando enseña el Padre Nuestro a sus discípulos, y a nosotros a través de ellos, nos da la pauta y el camino para que nuestra oración sea escuchada por Dios: “No charléis mucho con los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados…”.

Quiere decir que la oración que elevemos a Dios tiene que ser sencilla, hecha con el corazón, pensando en Dios y sus intereses, no en nosotros mismos.

Por ejemplo, Es diferente orar pidiendo que me vaya bien en los negocios, aunque haya que pasar por encima de mi prójimo, a decirle a Dios en la oración que me dé la fuerza para superar esa actitud de odio o disgusto contra el tipo que ayer me gritó en la tienda cuando fui a comprar algo de despensa.

En el primer ejemplo la petición está hecha en base a mis propios intereses y nada más. En el segundo, en cambio, la petición es justa porque se quiere superar un defecto propio por amor a Dios y el prójimo y no por amor a mí mismo ni mis cosas.

Ahora, Dios es infinitamente misericordioso. Pero también infinitamente justo. Por eso Jesús nos advierte que cuando queramos ser perdonados tenemos que perdonar a los que nos ofenden, si es que queremos ser perdonados por Dios. Cada vez que vamos al confesionario le pedimos perdón a Dios por haberle ofendido en la persona de nuestro hermano. Y nos lo da. ¿Es que acaso no vamos a perdonar las ofensas que recibimos siendo nosotros perdonados por lo que hacemos contra Dios, que siempre es más grave? ¿Es justo que seamos siempre perdonados sin nosotros perdonar ni una vez?

Por tanto, vivamos hoy y siempre coherentemente con Dios y nuestros hermanos en Cristo.

Oración:

Padre, te pedimos que nos concedas el don de sentirnos hijos tuyos y que al orar saber tener un verdadero dialogo contigo, de padre amoroso que nos sabe escuchar y sabe lo que necesitamos, te pedimos que, en esta oración del padre nuestro, que tu hijo Jesucristo nos enseñó nos concedas fe y fortaleza para seguir el camino hacia ti, enséñanos a pedirte lo que es para bien de nosotros mismos. Tú que nos escuchas y nos quieres como un padre. Amén

Contemplación:

El catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el numeral 2756: La oración del Padrenuestro nos la enseño y nos la dio el Señor Jesús, Esta oración que nos viene de Jesús es verdaderamente única: ella es “del Señor” Es el maestro de nuestra oración.

El documento de Aparecida nos dice en el numeral 255: La oración personal y comunitaria es el lugar donde el discípulo, alimentado por la palabra y la Eucaristía, cultiva una relación de profunda amistad con Jesucristo y procura asumir la voluntad del padre. La oración diaria es un signo del primado de la gracia en el itinerario del discípulo misionero. Por eso, “es necesario aprender a orar, volviendo siempre de nuevo a aprender este arte de los labios del maestro.

Oración final:

Jesucristo, ¡Venga tu Reino! Esta es la aspiración de mi vida, que tu Reino se establezca y se realice en este mundo, iniciando en mi propia persona. Por eso te doy gracias por esta oración, permite que sepa escucharte, sentirte y seguirte.

Propósito:

Cuando se me presente una tentación para hacer o consentir el mal, rezaré de inmediato un padrenuestro.

Anuncio publicitario

Homilía – Martes I de Cuaresma

Jesús nos alienta a una conversación íntima y sencilla con nuestro Padre Dios: «entra en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre». El Señor nos dice que no hacen falta muchas palabras, pero sí, que nuestras peticiones sean hechas con humildad y confianza.

Los católicos estamos acostumbrados a rezar el Padrenuestro. No existen idiomas en los que esta llamada Oración de Jesús no haya sido traducida a lo largo de los dos mil años de historia.

Muchas veces hemos reflexionado sobre nuestra filiación divina y las siete peticiones que hacemos en esta oración. El Catecismo de la Iglesia Católica dedica un capítulo entero a la oración que el propio Jesús nos enseñó.

Pero hoy vamos a leer un Padrenuestro que es realmente original, porque está pensado para que lo rece el propio Dios. Y al escuchar esto, la primera pregunta que nos surge, un poco alarmados es: ¿Es que Dios puede rezarse un Padrenuestro a sí mismo?

La idea es de alguien que siempre sorprendió por su manera original de enfocar las cosas: el Padre José Luis Martín Descalzo, un sacerdote español que lleva escritos una gran cantidad de libros.

Pero volvamos al tema central: ¿Cómo puede rezar Dios un Padrenuestro? Martín Descalzo encontró la forma: mostrar el revés de la trama, hablando de Padre a hijo. El Padrenuestro de Dios, se titula:

Hijo mío que estás en la tierra, preocupado, solitario, tentado: yo conozco perfectamente tu nombre, y lo pronuncio como santificándolo, porque te amo. No, no estás solo, sino habitado por mí, y juntos construimos este reino del que tú vas a ser el heredero. Me gusta que hagas mi voluntad, porque mi voluntad es que tú seas feliz, ya que la gloria de Dios es el hombre viviente. Cuenta siempre conmigo y tendrás el pan para hoy. No te preocupes, sólo te pido que sepas compartirlo con tus hermanos. Sabes que perdono todas las ofensas, antes incluso que las cometas. Por eso te pido que hagas lo mismo con los que a ti te ofenden. Para que nunca caigas en la tentación, tómate fuerte de mi mano y yo te libraré del mal, pobre y querido hijo mío.

Millones y millones de cristianos han rezado diariamente durante todas sus vidas la oración del Padrenuestro, y todos han recibido por ella luz, alivio, consuelo, orientación y fuerza. Solo es necesario que cuando la rezamos, lo tratemos de hacer de un modo consiente, confiado y sincero. Siempre vamos a recibir las gracias de nuestro Padre Dios.

Comentario – Martes I de Cuaresma

­

Mateo 6, 7-15

Jesús nos enseña a orar. A la palabra que desciende de Dios, eficaz y viva -es siempre Dios el que tiene la primera palabra, el que tiende puentes, el que ofrece su comunión y su alianza-, responde ahora la palabra que sube a él, nuestra oración.

Ante todo Jesús nos dice que evitemos la palabrería cuando rezamos: no se trata de informar a Dios sobre algo que no sabe, ni de convencerle con argumentos de algo que no está seguro de concedernos.

A continuación Jesús nos enseña la oración del Padrenuestro, la «oración del Señor», que se ha convertido en la oración de la Iglesia, de los que se sienten hijos («Padre») y hermanos («nuestro»), la oración que se ha llamado con razón «resumen de todo el evangelio».

El Padrenuestro nos educa a una visión equilibrada de nuestra vida. Se fija ante todo en Dios. Dios es el centro, no nosotros: Padre… santificado sea tu nombre… hágase tu voluntad… venga tu Reino. Luego pide para nosotros: el pan de cada día… el perdón de las ofensas… que no caigamos en la tentación… que nos libre de mal.

Jesús hace, al final, un comentario que destaca la petición más incómoda del Padrenuestro: hemos pedido que Dios nos perdone como nosotros perdonamos. Se ve que, para Cristo, esta historia de nuestra relación con Dios tiene otros protagonistas que tal vez no nos resultan tan agradables: los demás. Jesús nos enseña a tenerlos muy en cuenta: «si perdonáis, también os perdonará… si no perdonáis, tampoco os perdonará».

a) Uno de los mejores propósitos que podríamos tomar en esta Cuaresma, siguiendo la línea que nos ha presentado Isaías, sería el de abrirnos más a la palabra de Dios que baja sobre nosotros. Es la primera actitud de un cristiano: ponernos a la escucha de Dios, atender a su palabra, admitirla en nuestra vida, «comerla», «comulgar» con esa palabra que es Cristo mismo, en la «primera mesa», que se nos ofrece en cada Eucaristía.

Ojalá a esa palabra que nos dirige Dios le dejemos producir en nuestro campo todo el fruto: no sólo el treinta o el sesenta, sino el ciento por ciento. Como en el principio del mundo «dijo y fue hecho»; como en la Pascua, que es el comienzo de la nueva humanidad, el Espíritu de Dios resucitó a Jesús a una nueva existencia, así quiere hacer otro tanto con nosotros en este año concreto.

b) A la palabra descendente que acogemos le responde también una palabra ascendente, nuestra oración.

Cuando nosotros le dirigimos la palabra a Dios, él ya está en sintonía con nosotros. Lo que estamos haciendo es ponernos nosotros en onda con él, porque muchas veces estamos distraídos con mil cosas de la vida. En eso consiste la eficacia de nuestra oración.

Sería bueno que estos días leyéramos, como lectura espiritual o de meditación, la parte IV del Catecismo de la Iglesia Católica: qué representa la oración en la vida de un creyente, cómo oró Jesús, cómo rezó la Virgen María y, sobre todo, el sabroso comentario al Padrenuestro.

Doble programa para la Cuaresma, imitando a Cristo en los cuarenta días del desierto: escuchar más la palabra que Dios nos dirige y elevarle nosotros con más sentido filial nuestra palabra de oración. Para que nuestra oración supere la rutina y el verbalismo, y sea en verdad un encuentro sencillo pero profundo con ese Dios que siempre está cercano, que es Padre, que siempre quiere nuestro bien y está dispuesto a darnos su Espíritu, el resumen de todos los bienes que podemos desear y pedir. También nosotros podemos decir, como Jesús en la resurrección de Lázaro: «Padre, yo sé que siempre me escuchas».

«Como baja la lluvia y empapa la tierra y la fecunda, así será mi palabra» (1ª lectura)

«Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha y lo salva de sus angustias» (salmo)

«No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (aclamación)

«Vosotros rezad así: Padre nuestro del cielo…» (evangelio)

«Si perdonáis a los demás sus culpas, también vuestro Padre os perdonará a vosotros» (evangelio)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 2

Música – Domingo II de Cuaresma

Entrada: Me invocarán. CLN. A 12; Dios es fiel CLN 117; Nos has llamado al desierto (CLN 126; Camina pueblo de Dios CLN 726
En Latin: Tibi dixit cor meum.
Misa: Misa de Cuaresma (Canto Gregoriano)
Salmo Responsorial – Antes del Evangelio: Que tu misericordia, Señor
Ofertorio: Attende Domine CLN. 101 (o guardar silencio)
Santo: CLN-I 2.
Aclamación al Memorial: 1 CLN-J 1.
Comunión: Grande es tu ternura (Cantos varios)  Oigo en mi corazón: CLN  540; Llorando los pecados  CLN 110. Desde lo hondo CLN 529
Final: Tú eres el Dios que nos salva (Liturgia de  las  Horas. Vísperas de Cuaresma)

Oración de los fieles – Domingo II de Cuaresma

Nos llamas, como a Abraham, a dejar nuestras comodidades, pero nuestra fe es débil. Confiamos en que tu misericordia nos fortalezca ante la prueba. Repetimos:

R.- DANOS TU MISERICORDIA, SEÑOR.

1. – Por el Papa, los obispos, sacerdotes y todos aquellos que “salieron de su tierra” para servir al Señor, para que muestren a sus fieles el camino hacia la tierra prometida. OREMOS

2. – Por los dirigentes de las naciones para que, acogiendo la palabra del Señor, practiquen el derecho y la justicia. OREMOS

3. – Por los que sufren el hambre o la enfermedad para que poniendo los ojos en la misericordia del Señor, Él los reanime y los libre. OREMOS

4. – Por los que han tenido que salir de su tierra, en busca de una oportunidad para que encuentren la acogida y el calor necesario. OREMOS

5. – Por todas aquellas almas que viven en momentos de prueba para que la Transfiguración del Señor les haga ver la Gloria que Dios nos tiene destinada. OREMOS

6. – Por todos que nos sentimos cristianos para que como nos urge Pablo, tomemos parte en los trabajos del evangelio. OREMOS

Padre acoge estas súplicas y hazte presente en nuestro corazón para que estemos atentos a las palabras de tu Hijo.

Te lo pedimos por el mismo Jesucristo Nuestro Señor

Amen.


Señor Dios Padre Nuestro, tu Hijo Unigénito quiso mostrar a sus discípulos su Gloria en el Monte Tabor. Nosotros te pedimos que, con tu amor y benevolencia, nos muestres tu Reino, aquí en la tierra. Y con ese conocimiento de paz y de entrega podamos ayudar a los hermanos. Y respondemos

R.- MUESTRANOS TU REINO

1.- Por el Papa Francisco, por todos los obispos, sacerdotes y diáconos para que sepan conducir al rebaño a ellos encomendado a fuentes tranquilas y en horas de sosiego. OREMOS

2.- Por los gobernantes del todo el mundo para que busquen el bienestar de sus pueblos y la paz entre todas las naciones OREMOS

3.- Por los educadores, maestros, profesores universitarios, para que basen sus enseñanzas en la paz y en el amor de Cristo OREMOS

4.- Por los más pobres, por los ancianos sin medios y poca salud, por los enfermos incurables y crónicos, para que encuentren en los hermanos alivio a sus dolores y problemas OREMOS

5.- Por las mujeres que han pensado abortar, para que reciban amor que les lleve a querer a su hijo no nacido, información para que descubran el error del aborto y para que, un día, su hijo nacido sea el apoyo en su vejez. OREMOS

6.- Por todos nosotros, presentes en la Eucaristía, que caminamos con paz y amor en esta cuaresma a la espera de asistir a los misterios sublimes de nuestra fe. OREMOS

Padre Bueno y pacífico, danos lo que con fe y humildad te pedimos en este día

Por Jesucristo nuestro Señor

Amen.

Comentario al evangelio – Martes I de Cuaresma

Me gustaría ser “palabra de Dios”, como dice Isaías hoy en la primera lectura. Me gustaría saberme “palabra suya”, nacida de su boca y de su corazón y tener así la seguridad de que no volveré a Él vacía. ¡Es tan fácil, a veces, sentir que vamos huecos por el mundo! No el vacío del pobre, del sencillo, del que sabe que nada tiene y todo le es regalado. No. El vacío de quien queda hueco, de quien no profundiza en nada, de quien pasa por la vida haciendo una lectura “por encima”, sin que quede nada dentro.

Y como vivimos, así rezamos… ¡Qué difícil es que nuestra oración sea honda y evangélica cuando pasamos temporadas de superficialidad, crítica gratuita o cerrazón en nuestras propias ideas y pensamientos! Con razón Jesús, que nos conoce bien, nos recomienda en el evangelio no usar muchas palabras al orar. Que es tanto como invitarnos a que nuestra vida y nuestra oración se acompañen mutuamente, se hagan una sola cosa y, así, no volvamos a Dios vacíos, huecos…

No hace falta inventar nada. Sólo decid: “Padrenuestro…” Es la oración de todos los cristianos. Es la oración de la sencillez que, quizá, a fuerza de tanto repetirla mecánicamente, la hemos vuelto hueca y vacía. Decía Simone Weil que “el Padrenuestro es a la oración lo que Cristo es a la humanidad. No cabe pronunciarla con atención plena en cada palabra sin que un cambio, quizás infinitesimal pero real, se opere en el alma”. Ojalá sea cierto. Ojalá Dios nos conceda la gracia de no pasar por la vida y por Él huecos.

Rosa Ruiz

Meditación – Martes I de Cuaresma

Hoy es martes I de Cuaresma.

La lectura de hoy es del evangelio de Mateo (Mt 6, 7-15):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo,
danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».

«Dijo Jesús a sus discípulos…» porque los hombres de buena fe deseaban poder comunicarse con Aquel que sabían era la Fuente de todo bien, el dador de toda petición,  el Padre poderoso y bueno que nos  ama y se compadece, precisamente porque Él » sabe lo que nos hace falta » y desea ardientemente que nos acerquemos a Él para seguir derramando Su gracia  y sabe mejor que nadie lo que nos hace falta, mas,  como padre amoroso desea que le pidamos, que le manifestemos nuestra Confianza , sabe cómo dirigirnos con esa libertad de Hijo… por eso Jesús nos enseña a decir «Padre que estás en los cielos” reconociendo que  está por encima y lo puede todo y que se le debe toda alabanza y honor y gloria; que necesitamos su Reino, porque  la añoranza de paz y de justicia es fuerte en medio de nosotros y nuestro corazón necesita la Vida que nos ofrece, porque estamos configurados para ese Reino que también es la «Voluntad del Padre», pues su Amor nos la manifiesta para nuestro bien,  porque la mayor libertad se manifiesta en la capacidad de hacer la voluntad de Otro …

Y nuestra naturaleza necesita el alimento cada día para fortalecerse, pero también ese Alimento «Pan» que alimenta más y mejor porque construye y cimenta la Vida eterna. Sin duda este punto enlaza con la necesidad de cada corazón, porque hay mucha hambre.

El perdón. Qué inquieto está el hombre que tiene la deuda del perdón, ya sea de ida o de vuelta; porque estamos hechos para la comunión y es la meta de nuestro camino.  ¡cuántas veces la tentación aparece sinuosa con engaños y mentiras sobre uno mismo y sobre la realidad, sobre el entorno etc. Y sí, es necesaria y urgente la ayuda del Señor para librarnos del mal. Es importante hacer esta oración, la que Jesús nos enseña, para estar unidos al Padre y poner en sus manos el ‘cada día, cada instante y cada necesidad. La ORACIÓN por excelencia.  

¿Qué encuentras en el Padrenuestro para que sea la oración por excelencia?

Dominicas de Lerma

Liturgia – Martes I de Cuaresma

MARTES DE LA I SEMANA DE CUARESMA, feria

Misa de la feria (morado)

Misal: Antífonas y oraciones propias. Prefacio Cuaresma.

Leccionario: Vol. II

  • Is 55, 10-11. Mi palabra cumplirá mi deseo.
  • Sal 33. Dios libra a los justos de sus angustias.
  • Mt 6, 7-15. Vosotros orad así.

Antífona de entrada          Sal 89, 1-2
Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación. Desde siempre y por siempre tú eres Dios.

Monición de entrada y acto penitencial
Dios proclama su palabra al pueblo de muchas maneras: primeramente, con su “palabra-en-acción”, es decir, sus intervenciones y obras salvadoras; en segundo lugar, sus palabras escritas en la Biblia. Y sobre todo, Dios nos habla y proclama su Palabra-Viva, Jesucristo.
La palabra de Dios puede oírse realmente y encontrar resonancia eficaz solamente cuando toma carne y sangre -cuando se “en-carna”- en la vida de la persona y vibra con pensamiento y sentimiento humanos. Si es así, uno puede responder a ella con palabras orantes de reconocimiento y gratitud, y con la oración-hecha-vida de las buenas obras. La oración es nuestro eco a la palabra de Dios, y lo mismo son nuestras buenas obras. A la palabra de Dios respondemos, en oración y en acción, con nuestra palabra a Dios. 

• Señor, ten misericordia de nosotros.
— Porque hemos pecado contra Ti.
• Muéstranos, Señor, tu misericordia.
— Y danos tu salvación.

Oración colecta
Señor, mira, con amor a tu familia 
y a los que moderan su cuerpo 
con la penitencia, 
aviva en su espíritu 
el deseo de poseerte. 
Por nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión
La palabra «Padre» –tan familiar y confiada– ilumina todo el estilo de orar de Jesús. Es la misma palabra que brotaba de las infinitas profundidades del corazón del «Hijo», y que debe manifestar la nueva realidad y el corazón renovado de los «hijos de Dios». Sabemos que cada vez que nos dirigimos a Dios Él es feliz de escucharnos. La condición indispensable para ser atendidos es precisamente esta real e insustituible confianza filial en el Señor. Confianza indisolublemente unida al sincero deseo de vivir en paz con todos.

Oración de los fieles
Oremos, hermanos, al Señor nuestro Dios, que conoce muy bien de qué tenemos necesidad antes que se lo pidamos.

1.- Para que sepamos ser y hacer eco de la palabra de Dios en nosotros mismos, en nuestra oración y en el bien que hacemos a nuestros hermanos, roguemos al Señor.

2.- Para que estemos siempre muy cercanos a la Palabra Viva de Dios, Jesucristo mismo, y que él sea el centro de nuestra vida, roguemos al Señor.

3.- Para que todos nosotros seamos hombres y mujeres de oración, que oremos pidiendo no solamente por nuestras necesidades personales, sino también por las de la Iglesia y las del mundo, roguemos al Señor.

Dios todopoderoso y eterno, refugio en toda clase de peligro, a quien nos dirigimos en nuestra angustia; te pedimos con fe que mires compasivamente nuestra aflicción, líbranos de la pandemia que nos asola, concede descanso eterno a los que han muerto, consuela a los que lloran, sana a los enfermos, da paz a los moribundos, fuerza a los trabajadores sanitarios, sabiduría a nuestros gobernantes y valentía para llegar a todos con amor glorificando juntos tu santo nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
Dios y Señor nuestro, creador todopoderoso, 
acepta los dones que tu mismo nos diste 
y transforma en sacramento de vida eterna 
el pan y el vino que has creado 
para sustento temporal del hombre. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Prefacio de Cuaresma

Antífona de comunión          Sal 4, 2
Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú, que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración.

Oración después de la comunión
Que esta eucaristía nos ayude, Señor, 
a vencer nuestro apego a los bienes de la tierra 
y a desear los bienes del cielo. 
Por Jesucristo, nuestro Señor.

Oración sobre el pueblo
Oh Dios,
que tus fieles se robustezcan con tu bendición;
sé para ellos consuelo en la tristeza,
paciencia en la tribulación y defensa en el peligro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

San Hilario

Cuando sólo era diácono tuvo una intervención muy especial en el concilio de Éfeso actuando como legado del papa san León I, en el 449. No firma la deposición de san Flaviano, patriarca de Constantinopla. Tan mal se pusieron las cosas en aquél concilio – el del latrocinio- que llegó a temer las iras de los adversarios y huyó llevando la apelación de Flaviano al papa. (Este texto se descubrió en el 1882).

Desde Roma escribe a la emperatriz Pulquería dándole información precisa de lo ocurrido. También intervino en la cuestión controvertida entre griegos y latinos sobre la fijación de la fecha común para celebrar la fiesta de la Pascua. Hilario sucedió al papa san León en la Sede de san Pedro a finales del 461. Y en los siete años que duró su pontificado gobernó la Iglesia dedicándose por entero y con firmeza a asentar principios teóricos y prácticos en materia de disciplina y jurisdicción. Era la puesta en marcha de ese funcionamiento interno que la Iglesia había de ir tejiendo en el tiempo buscando el bien de los pastores y de los fieles y para la mejor difusión del Evangelio. De modo especial hubo de intervenir en la corrección de abusos por parte de altos eclesiásticos en las Galias, como es el caso del obispo Hermes, usurpador de la sede narbonense, sin mediación del arzobispo Leoncio. También tomó decisiones en el caso de Mamerto, en Viena, que consagraba obispos sin conocimiento del metropolitano. Y para no ser menos, corrigió igualmente abusos cometidos en España, en la provincia arraconense, donde algún obispo abandonó a su grey y fijó arbitrariamente su residencia en lugar diferente, algún otro interfería en labores pastorales ajenas y además existían consagraciones ilegales de obispos.

El deseo que el papa expresa en la carta dirigida a Leoncio es trabajar «en pro de la universal concordia de los sacerdotes del Señor, procuraré que nadie se atreva a buscar su propio interés, sino que todos se esfuercen en promover la causa de Cristo». En estos asuntos solía usar una forma colegiada de gobernar inclinándose a promover encuentros de obispos, más o menos numerosos, que le asesoraran sobre las cuestiones difíciles, le ayudaran a mirar cada problema desde distintos ángulos y le proporcionaran elementos de juicio suficientes para poder tomar decisiones justas con el ministerio y con las personas. En Roma fomentó el culto, edificó capillas en la basílica constantiniana de Letrán, construyó un monasterio dedicado a san Lorenzo y dejó testimonio de la devoción agradecida que profesó al Apóstol y evangelista san Juan a quien atribuyó siempre la gracia de haber sido librado de la ira de los hombres, cuando el Latrocinio de Éfeso.

Murió el último día de febrero del año 468.

San Hilario conocía bien al hombre; ese espíritu humano que es proclive a pactar con la soberbia, la comodidad, el afán de poder y el bien que reportan las riquezas; eso tan común de lo que no están exentos ni los jerarcas de ayer, ni los de hoy. Su fortaleza de entonces con disposiciones claras, supongo que ayudará a los que profetizan, santifican y mandan a estar bien vigilantes en su esfuerzo personal de fidelidad al Evangelio. De ese modo no hay peligro de que el servicio a la Iglesia que comporta el ministerio se pervierta convirtiéndose en instrumento de lucro personal.

Lectio Divina – Lunes I de Cuaresma

Espero en la bondad del Señor

Invocación al Espíritu Santo:

Dios, envíame también a mí tu Espíritu Santo para que me deje llevar hacia ti desde este día fatigoso y decepcionante. Tú me has mostrado hoy que no puedo construir sobre mi capacidad, sobre mi voluntad, sobre mi acción, que no puedo vivir del éxito y el reconocimiento, sino solo a partir de tu amor, para poder dormir en paz, sostenido por tus brazos benévolos, en medio de la calma que me proporcionaron tus ángeles que tú me enviaste para mostrarme tu cercanía caritativa.

Lectura. Mateo capítulo 25, versículos 31 al 46

Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre, rodeado de su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Entonces serán congregadas ante él todas las naciones, y él apartará a los unos de los otros, como aparta el pastor a las ovejas de los cabritos, y pondrá a las ovejas a su derecha y a los cabritos a su izquierda.

Entonces dirá el rey a los de su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre; tomen posesión del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo; porque estuve hambriento y me dieron de comer, sediento y me dieron de beber, era forastero y me hospedaron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, encarcelado y fueron a verme’. Los justos le contestarán entonces: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o encarcelado y te fuimos a ver?’ Y el rey les dirá: ‘Yo les aseguro que, cuando lo hicieron con el más insignificante de mis hermanos, conmigo lo hicieron’.

Entonces dirá también a los de su izquierda: ‘Apártense de mí, malditos; vayan al fuego eterno, preparado para el diablo y sus ángeles; porque estuve hambriento y no me dieron de comer, sediento y no me dieron de beber, era forastero y no me hospedaron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y encarcelado y no me visitaron’.

Entonces ellos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de forastero o desnudo, enfermo oencarcelado y no te asistimos?’ Y él les replicará: ‘Yo les aseguro que, cuando no lo hicieron con uno de aquellos más insignificantes, tampoco lo hicieron conmigo’. Entonces irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee el texto dos o más veces, hasta que se comprenda).

Indicaciones para el texto:

El discurso de la venida del Hijo del hombre concluye con esta impresionante visión del juicio que tendrá lugar al final de los tiempos. Será, ante todo, un acto de discernimiento en el que aparecerán con claridad las diversas actitudes. Lo más sorprendente y llamativo es la medida que se utiliza, a saber, la actitud de amor o indiferencia ante los necesitados, en los que se hace presente el Señor. Los discípulos de Jesús son quienes reconocen y socorren en el pobre y necesitado.

Meditación:

Los enemigos de Cristo y de su Iglesia han logrado desfigurar la verdadera esencia y raíz del cristianismo. Algunos creen que el cristianismo consiste solo en rezos y posturas piadosas. Esto, indudablemente, tiene su valor y es un medio válido para vivir la fe, pero no es lo único ni lo esencial.

Cristo, el día de hoy, nos viene a recordar cuál es la esencia de su mensaje: la caridad. La caridad no como mera filantropía, sino como verdadero amor a Dios que vive realmente en mi prójimo. Jesús nos lo dice clarísimo “a mí me lo hicisteis”, y además con ejemplos prácticos. Esta caridad brota naturalmente del amor a Dios. Si amo a Dios no puedo dejar de amar a mi hermano.

Además de los actos externos, la caridad se aplica a la palabra. Sí, este es uno de los campos más difíciles, pero también de los más hermosos. No basta conformarnos con no criticar a los demás, que ya sería bastante. Hace falta hablar bien de mi prójimo, promover lo bueno y silenciar lo malo, forjar el hábito de la benedicencia. No hace falta inventarse virtudes y cualidades donde no las hay, pero sí reconocer y hablar de las que tiene mi hermano.

Suena bonito, pero cuesta. Haz la prueba de hablar bien de tus hermanos tres veces al día, verás cómo no es tan fácil. Pero Dios lo quiere, y, sobre todo, recuerda que Dios vive en tu prójimo.

Oración:

Señor Dios, tú has constituido a tu Hijo Jesús juez universal. Él vendrá al final de los tiempos para juzgar a todas las naciones. Él viene cada día a nosotros de mil formas y nos pide que lo acojamos. Lo encontramos en la Palabra y en el partir del pan. Y lo encontramos también en los hermanos partidos y desfigurados por el hambre, la opresión, la injusticia, la enfermedad, el rechazo de la sociedad. Abre nuestros corazones para saber acogerlo en el hoy de nuestra vida, para ser por Él acogidos en la eternidad del cielo. Amén.

Contemplación:

Catecismo de la Iglesia Católica numeral 1020: El cristiano que une su propia muerte a la de Jesús ve la muerte como una idea hacia Él y la entrada en la vida eterna. Cuando la Iglesia dice por última vez las palabras de perdón de la absolución de Cristo sobre el cristiano moribundo, lo sella por con una unción fortificante y le da a Cristo en el viatico como alimento para el viaje.

Oración final:

Jesucristo, no debo temer a la muerte porque ella es el paso que me acerca a lo que más he buscado en mi vida: gozar en plenitud de tu presencia. La vida es corta y tengo que aprovecharla para amarte y servirte, fortaleciéndome diariamente con la oración y los sacramentos. Confío en Ti y te digo que puedes venir a buscarme cuando Tú quieras, como Tú quieras y donde Tú quieras.

Propósito:

Acercarme diariamente a la comunión, sacramental o espiritualmente.