Notas para fijarnos en el Evangelio

• Esta vez son imágenes los que utiliza Jesús para ofrecernos su enseñanza: Dos hermosas imágenes o parábolas: la sal y la luz, dos elementos necesarios para la vida humana:

Vosotros sois la sal de la tierra. (13)
Vosotros sois la luz del mundo. (14)

• Es lo que dice Jesús de sus seguidores de entonces y de ahora: somos como la sal y como la luz.

• Pero tanto unos como otros podemos perder el sentido de lo que somos “ si la sal se vuelve sosa no vale para nada y si la luz la ocultamos ¿a quién alumbrará?”.

• La sal y la luz tienen la finalidad de proyectarse hacia fuera de ellas. No se pueden encerrar en si mismas. Si así lo hacen pierden su función, la esencia de lo que son.

• La sal y la luz son o valen en tanto en cuanto van a incidir en otras realidades.

• La sal es el símbolo de la sabiduría. Y la mejor sabiduría es la Palabra de Dios.

• La luz es opuesta a la tiniebla que es el pecado, el error. San Pablo dice “si en un tiempo erais tiniebla ahora sois luz por el Señor: vivid como hijos de la luz”. (Ef 5,8-9)

• Estos textos nos ayudan a descubrir una de las finalidades más importantes de todo seguidor de Jesús: somos por esencia misioneros, transformadores de la realidad que nos envuelve según el Proyecto de Dios Padre. Pero para ello estamos llamados en primer lugar a ser sal y luz. Como le gusta decir al papa Francisco somos: DISCÍPULOS MISIONEROS. (EG 120)

• Dice la encíclica Redemtoris misio (39): “La Iglesia, pues, tiene el deber de hacer todo lo posible para desarrollar su misión en el mundo y llegar a todos los pueblos”.

• Y san Pablo nos dice: “predicar el evangelio no es para mí ningún motivo de gloria, es más bien un deber que me incumbe. Y ¡ay de mi no predicara el evangelio” (1 Cor. 9, 16)

• Teniendo en cuenta que la luz verdadera es Jesús, así nos lo dice la Palabra de Dios: “Yo soy la luz del mundo”. “La luz brilló en las tinieblas y las tinieblas no la comprendieron” (Jn 1,5) “La luz verdadera que ilumina todo hombre estaba viniendo al mundo…” (Jn 1,9).

• Nuestro primer trabajo es dejarnos iluminar por esa luz de Jesús; llegar a ser, según nos dice San Pablo, “ahora sois la luz en el Señor” (Ef 5, 9). “A fin de que seáis hijos de la luz y del día” (1 Tes 5, 5).

• Nuestro mundo necesita, como siempre, de la luz de Cristo, luz que ilumine nuestro mundo que a veces está absorto por la comodidad, el egoísmo, la violencia o el placer ante todo.

• Jesús afirma: Vosotros sois la luz del mundo… vosotros sois la sal de la tierra.

• ¡Qué responsabilidad más grande la nuestra!

• Jesús nos dice que hemos de alumbrar… Y ello será por medio de nuestras palabras, de nuestras obras, por medio de nuestras vidas.

• “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros, cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de misión: Cristo, de cuya misión somos continuadores, es el «testigo» por excelencia” (Redemtoris Missio nº 42).

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