Lectio Divina – Martes V de Tiempo Ordinario

Cumpliendo el mandamiento de Dios, damos testimonio de su Reino

Invocación al Espíritu Santo:

Ven, Espíritu Dios Creador, y visita el hogar de tus fieles, haz un templo de gracia su pecho con el don de tu santa presencia.

Tú, el amor que consuela a los hijos como eterno regalo del Padre, Caridad, Fuente viva de gracia, Llama eterna de amor verdadero.

Ilumine tu luz nuestros ojos, y tu amor se derrame en el alma, tu poder nos sostenga en la lucha y renueve las fuerzas cansadas.

Lectura. Marcos capítulo 7, versículos 1 al 13:

Se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros de mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus de mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

Jesús les contestó: “Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, ¡pero su corazón está lejos de mí! Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”.

Después añadió: “De veras son ustedes muy hábiles para violar el mandamiento de Dios y conservar su tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre. El que maldiga a su padre o a su madre, morirá. Pero ustedes dicen: ‘Si uno dice a su padre o a su madre: Todo aquello con que yo te podría ayudar es corbán (es decir, ofrenda para el templo), ya no puede hacer nada por su padre o por su madre’. Así anulan la Palabra de Dios con esa tradición que se han transmitido. Y hacen muchas cosas semejantes a ésta”.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

(Se lee dos o más veces el texto, hasta que se comprenda).

Indicaciones para la lectura:

La gente se reúne de nuevo alrededor de Jesús, y se abre el segundo ciclo de la sección de los panes, sus adversarios no se atreven a enfrentarse con Jesús o con la gente, por eso eligen a los discípulos como blanco de sus críticas. Pero Jesús sale decididamente en su defensa, argumentando desde la escritura y desde el modo de actuar de los fariseos, pone de manifiesto la hipocresía de su observancia realística y concluye con una instrucción a la muchedumbre, estableciendo el principio de la auténtica moralidad: una moralidad fundamentada, no en una piedad externa y ritualista, sino en el corazón y en la decisión consciente del hombre.

Meditación:

La vida podría convertirse en un cumplimiento meticuloso de la ley, normas, compromisos, como hacían los fariseos y judíos. Pero valdría preguntarse en medio de tanta exigencia personal ¿por qué? ¿Por qué tanto empeño y dedicación para ser fieles? ¿Realmente cumplían de esa manera para agradar a Dios? Por la actitud de Jesús su fidelidad era incienso que en lugar de agradar a Dios los alababa a ellos mismos.

Sólo a Dios hay que dar culto, y el verdadero culto consiste en la caridad y amor a Dios, nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 2095. Debe ser aquí, por tanto, donde florezca la exigencia por ser fieles a los compromisos.
El santo Padre, Juan Pablo II escribió que ser cristiano no es en primer lugar cumplir una cantidad de compromisos y obligaciones sino dejarse amar por Dios.

De esta manera, hemos de buscar a Dios para que nuestra jornada no se convierta en una serie de actividades, compromisos, obligaciones sin sentido, porque se tienen que hacer, hechos en ocasiones sin saber por qué se hacen, sino que sean nuestros días un continuo ofrecimiento a Dios de nuestras acciones.

Oración:

Señor Jesús hazme recordar el compromiso que tengo de servirte, ayúdame a no tener otra ley más que la tuya, la que me salve, la que me dé aliento de vida. Tú quieres que no me pierda en las leyes humanas, que no me confunda ninguna cosa terrena, que no me enamore de ellas, Señor te pido tu protección y tu apoyo para saber discernir tus leyes en medio de tantas leyes humanas que están en contra de tu ley de amor.

Contemplación:

El énfasis en la experiencia personal y lo vivencial nos lleva a considerar el testimonio como un componente clave en la vivencia de la fe. Los hechos son valorados en cuanto son significativos para la persona. En el lenguaje del testimonio podemos encontrar un punto de contacto con las personas que componen la sociedad y de ellas entre sí.

Oración final:

Señor, te pido perdón por mis impaciencias, por mis juicios temerarios sobre los otros, por las veces que no he sido compasivo con los demás, por el sufrimiento que haya podido provocar en los que me rodean. Dame un corazón solicito, misericordioso, caritativo como el tuyo. Gracias por ayudarme a confirmar que esto sólo lo puedo lograr si practico la justicia y caridad, principalmente en mi propia familia.

Propósito:

Dominar mi soberbia y deseo de dominio para dar a Cristo el lugar que le corresponde en mi vida.

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Homilía – Martes V de Tiempo Ordinario

Hoy también podemos caer en la tentación de darle más valor a los preceptos de los hombres que al precepto con mayúscula de Dios, el precepto del amor.

El pueblo judío, con el tiempo, se había cargado de normas, en cuyo origen había estado el cumplimiento de obligaciones para con Dios. Pero en la época de Jesús, muchas de esas normas, eran solo signos exteriores, que perdían de vista lo verdaderamente importante.

Jesús les repite las palabras del profeta Isaías: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.

A Dios no se le puede honrar sólo con manifestaciones exteriores, se le debe honrar en espíritu y en verdad.

Y el Señor, no se pronuncia «contra la ley» ni «contra las exteriorizaciones de la ley». Jesús, fue respetuoso de las leyes de su pueblo, como lo fueron José y María, pero siempre antepuso «el hombre» a la «ley». Siempre antepuso el amor.

A la luz de este evangelio, tenemos que analizar ¿qué ve en nosotros Jesús hoy?

¿Cómo actuamos?. ¿Cumplimos con los ritos sólo exteriormente, o verdaderamente lo que nos mueve es el amor?.

Cumplir con los ritos exteriores cuando son verdaderamente expresión de lo que tenemos en nuestro corazón es realmente bueno y agradable a Dios.

Pero el Señor, nos pide coherencia.

Muchas veces vemos en nuestro pueblo, que se le da demasiada importancia a fórmulas, ritos y costumbres, pero se disocia la religión de la vida.

Eso es lo que Jesús criticó a los fariseos y nos critica también a nosotros hoy.

El Señor quiere y espera de nosotros que pongamos empeño en ser limpios de corazón. Los ritos de purificación, de limpieza del pueblo judío, eran simples manifestaciones exteriores, y Jesús les muestra que lo que verdaderamente es importante no es tener «limpias» las manos, sino el corazón. Centrarse sólo en los ritos es vivir una religión exterior vacía, una religión que reemplaza a la auténtica fe.

El Señor nos quiere libres, dispuestos a cambiar aquello que haya que cambiar, para no perder lo verdaderamente importante. Lo que debe gobernar nuestros actos es el amor al prójimo y la rectitud de intención en toda circunstancia.

Hoy vamos a pedirle a María que nos ayude a ser coherentes y a mantener limpio nuestro corazón.

Martes V de Tiempo Ordinario

Marcos 7, 1-13

a) La tirantez entre Jesús y los fariseos -de nuevo hay algunos que han venido de la capital, Jerusalén- es esta vez por la cuestión de lavarse o no las manos antes de comer.

Ciertamente un tema que a nosotros no nos parece demasiado importante, pero que le sirve a Jesús para dar consignas de conducta a sus seguidores.

Jesús fustiga una vez más el excesivo legalismo de algunos letrados. Del episodio de las manos limpias pasa a otros que a él le parecen más graves. Porque a base de interpretaciones caprichosas, llegan a anular el mandamiento de Dios (que si es importante) con la excusa de tradiciones o normas humanas: «Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

El ejemplo del cuarto mandamiento que aduce Jesús es muy aleccionador. Dios quiere que honremos al padre y a la madre, y que lo hagamos en concreto, ayudándoles también materialmente. Pero se ve que algunos no lo cumplían, bajo el pretexto de que los bienes con los que podrían ayudar a sus padres los ofrecían como una limosna al templo -que resultaba bastante más sencilla, el famoso «corbán», una módica ofrenda sagrada- y con ello se consideraban dispensados de ayudar a sus padres, cosa que evidentemente era más difícil y continuado. Pero Dios, más que los sacrificios que le podamos ofrecer a él, lo que quiere es que ayudemos a los padres en su necesidad.

b) Todos podemos tener algo de fariseos en nuestra conducta.

Por ejemplo si somos dados al formalismo exterior, dando más importancia a las prácticas externas que a la fe interior. O si damos prioridad a normas humanas, a veces insignificantes incluso tramposas, por encima de la caridad o de la justicia.

Tal vez nosotros no seremos capaces de perder el humor o la caridad por cuestiones tan nimias como el lavarse o no las manos antes de comer. Ni tampoco recurriremos a lo de la ofrenda al Templo para dejar de ayudar a nuestros padres o al prójimo necesitado. Pero ¿cuáles son las trampas o excusas equivalentes a que echamos mano para salirnos con la nuestra? ¿tenemos también nosotros la tendencia a aferrarnos a la «letra» y descuidar el «espíritu>? ¿en qué nos escudamos para disimular nuestra pereza o para inhibirnos de la caridad o la justicia?

Seria muy triste que mereciéramos nosotros el fuerte reproche de Jesús: «Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi». El concilio Vaticano II llegó a decir que «la separación entre la fe que profesan y la vida cotidiana de muchos debe ser considerada como uno de los errores más graves de nuestro tiempo» (Gaudium et Spes 43, que cita este pasaje de Marcos 7).

«El universo está lleno de tu presencia, pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el hombre, creado a tu imagen» (prefacio común IX)

«A imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó» (1ª lectura, I)

«Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra» (salmo, I)

«Santo es el Señor, Dios del universo: llenos están el cielo y la tierra de tu gloria» («sanctus»)

«Escucha la oración de tu pueblo, cuando recen en este sitio» (1ª lectura, II)

«Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre» (salmo, ll)

«Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi» (evangelio)

J. ALDAZABAL
Enséñame tus caminos 4

Música – Domingo VI de Tiempo Ordinario

Entrada: Reunidos en el nombre del Señor. CLN A9; Como brotes de olivo CLN 528; Te ensalzare Señor. CLN  541; Gloria a Dios para siempre A15 (Apendice: Dies Domini 1)
En latin: Esto mihi in Deum(Canto Gregoriano)
Salmo y Aleluya. Dichoso el que camina  (Propio)
Ofertorio: Señor te ofrecemos (Cantos varios)
Comunión: Gustad y ved. (Cantos varios).En la fracción del pan  CLN 05; Hambre de Dios CLN 013; Unidos en ti CLN 031
Final:  Caminaré en presencia del Señor. CLN 520

Oración de los fieles – Domingo VI de Tiempo Ordinario

Momento crucial en nuestra vida. Elegir a Dios o rechazarlo. Padre nuestro corazón quiere seguirte, pero nuestro pecado nos arrastra lejos de ti. Concédenos tu perdón y danos tu Espíritu para cambiar todo aquello que nos separe de ti:

R.- SEÑOR, QUE TU ESPÍRITU GUIE NUESTROS PASOS.

1.- Por el Papa, los obispos, sacerdotes y laicos, para que caminemos siempre en la Ley del Señor y guardemos sus preceptos, buscándolo día a día de todo corazón. OREMOS

2.- Por los políticos, juristas, empresarios que tienen en sus manos las decisiones importantes para la marcha de este mundo, para que atiendan a las demandas de los más necesitados. OREMOS

3.- Por todos los que están atados al pecado por culpa de sus malas decisiones, para que el Señor les dé fuerza y puedan romper esas cadenas que los alejan del Padre. OREMOS

4.- Por los enfermos y por sus familiares para que el Señor les dé paciencia en la adversidad, sane pronto sus males y su fe se fortalezca con esta experiencia. OREMOS

5.- Por los niños no nacidos para que puedan ver la luz llenos de salud y crezcan bajo la tutela del Espíritu Santo. OREMOS

6.- Por todos nosotros para que reconociendo todo aquello que aún nos ata a este mundo sepamos romper con ello y eligiendo la Vida vivamos siempre alimentados por la Eucaristía y el Perdón de Dios. OREMOS

Padre, ponemos en tus manos estas necesidades que Tu mejor que nosotros conoces. Atiéndelas con generosidad para que un día podamos disfrutar de en tu compañía. Te lo pedimos por tu Hijo Jesucristo Nuestro Señor.

Amen


Hoy el Salmo nos invita a llevar una vida intachable, guardar los mandatos de Dios y caminar en su presencia. Pero los avatares de la vida nos hacen desfallecer. Le pedimos al Padre fuerzas para andar ese camino:

R.- PADRE, DANOS TU FUERZA PARA CAMINAR.

1.- Concede Padre, tu fuerza y sabiduría para que siga guiando a tu Iglesia en estos momentos tan difíciles de su Historia. OREMOS

2.- Por el mundo, para que todos entendamos que la confrontación y el recelo son frutos del egoísmo y nos abramos a Aquel que es Amor para que nos ayude en nuestro caminar. OREMOS

3.- Concede Padre tu Luz a todos aquellos que andan extraviados cumpliendo solo la letra de la Ley para que comprendan que están llamados a un cumplimiento íntegro en el Amor. OREMOS

4.- Por los necesitados, los pobres, los inmigrantes, los que viven el dolor de la enfermedad o la separación, para que el Señor los acoja y reconforte en su adversidad. OREMOS

5.- Por los niños y los jóvenes, para que no tengan miedo a la hora de apostar por Cristo, y vivan siempre bajo la protección amorosa del Padre. OREMOS

6.- Por todos nosotros y nuestra comunidad para que estemos atentos a las asperezas que se producen y las cortemos de forma radical ayudados por la gracia de Dios. OREMOS

Padre, te pedimos que acojas y atiendas estas súplicas que por medio de tu Hijo Jesucristo te presenta. Por Él que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Amen

Comentario al evangelio – Martes V de Tiempo Ordinario

Algunos lectores del Génesis, observando que Dios declara que las hierbas y semillas servirán de alimento, mientras que de los animales no dice otro tanto, han querido entender que por naturaleza el hombre debiera ser vegetariano. Los rebuscamientos son siempre arriesgados. Lo que el Génesis enseña con seguridad es que el hombre no debe dar culto a la tierra y lo que contiene, sino ser dueño de ello, o al menos guardián, como se dirá en el capítulo siguiente.

El autor del Génesis, varios siglos antes de nuestra era, está liberado de todo fetichismo, tiene una mentalidad “sanamente secular”. Nada es divinizado por él, excepto, en cierta medida, el hombre mismo; éste es imagen de Dios, porque tiene inteligencia y voluntad (no por emanación, parecido físico, etc.) y porque es señor de lo que existe a su alrededor: “someted”, “dominad”, “os servirá…”. ¡Qué buen correctivo para unos tiempos en que, contradictoriamente, junto a la increencia crecen los fetichismos, animismos y tabúes! La divinización del cosmos, esperanza de los cristianos (“Dios lo será todo en todo”: 1Cor 15,28; cf. Rm 8,21), es de otro orden.

Jesús participa de esa mentalidad “secular”: las cosas materiales no son portadoras de impureza o pecado. Lo exterior puede ser signo de algo interior, pero puede también estar vacío. La práctica de restregar bien vasos y ollas es en sí misma indiferente; pero se convierte en algo negativo, malo, cuando se toma por un acto de religión o de ética que acalla otras llamadas más profundas.

El evangelista hace una observación de gran interés, quizá algo caricaturesca: los judíos se purifican bien “cuando vuelven del mercado”. Allí se han rozado con toda clase de gentes, quizá con judíos inobservantes y hasta con paganos, han tocado objetos que no se sabe por quién han sido elaborados, etc.; y el judío “puro” se siente incómodo, por si se ha “contaminado”, y se lava y restriega. Aquí el choque con Jesús es inevitable: él ha superado la distinción puro-impuro (“Vio Dios que todo era muy bueno”), que quizá solo sirve para nutrir orgullo interior y menosprecio del prójimo.

Jesús siente y actúa de otra forma. Como portador de salud (de “pureza”, si se quiere), vive “en salida”, hacia aquello que hay que sanar y limpiar; no le importa “mancharse” él, que la única suciedad peligrosa es la que nos embarra el corazón.

Seamos libres en relación con las cosas; respetémoslas sin que ellas nos dominen. Vivamos libres de temores, que llevamos en nosotros nada menos que la imagen de Dios y participamos de su señorío.

Severiano Blanco cmf

Meditación – Martes V de Tiempo Ordinario

Hoy se martes V de Tiempo Ordinario.

La lectura de hoy es del evangelio de Marcos (Mc 7, 1-13):

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar. Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.

Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?»

Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos. Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres.»

Y les decía: «Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte. En cambio, ustedes afirman: Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte… En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre. Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!»

Jesús tiene claro cual es su misión: ha sido enviado para librar al hombre de la esclavitud del pecado. Se mensaje es conciso, para que nadie se llame a engaño.

Si hay algo que no le gusta es la hipocresía, la doblez de corazón, la incoherencia de vida, la falta de autenticidad… todo esto se puede esconder debajo de un profundo discurso espiritual o en un aferrarse a normas y tradiciones, dejando de un lado lo importante. Cada uno que revise su vida con sinceridad, y vea en qué debe cambiar.

En el Evangelio Jesús reprocha a los fariseos su hipocresía: honra a Dios con los labios, pero su corazón está lejos. Hoy Jesús podría denunciar también la hipocresía que en la que viven muchos cristianos, pero a la inversa, honran a Dios en el corazón, pero con los labios lo niegan. Muchas veces los cristianos no se muestran como tal en sus ambientes de trabajo o estudio por miedo a ser rechazados o a que se burlen  de ellos.  Pueden llegar incluso a mofarse de algunas cosas de la fe para no ser señalados como retrógrados. Sufren en su interior pero no son valientes para ser fieles a su misión de dar testimonio de Cristo con su vida y su palabra donde se encuentren,

Pidamos al Señor la gracia de no acobardarnos. Sabemos que “quién pierde su vida la encontrará”, ánimo salgamos a la calle a anunciar el Evangelio. No nos quedemos en la sacristía.

MM. Dominicas

MARTES DE LA V SEMANA DE TIEMPO ORDINARIO, feria

Misa de la feria (verde)

Misal: Cualquier formulario permitido. Prefacio común.

Leccionario: Vol. III-impar.

  • Gén 1, 20 – 2, 4a. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
  • Sal 8. ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
  • Mc 7, 1-13. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres.

Antífona de entrada          Cf. Jdt 13, 18-19
El Señor Dios altísimo te ha bendecido, Virgen María, entre todas las mujeres de la tierra, porque ha sido glorificado tu nombre de tal modo que tu alabanza está siempre en la boca de todos.

Monición de entrada y acto penitencial
Hermanos, poniéndonos silenciosamente en la presencia del Señor Jesús, reconozcamos humildemente nuestros pecados, y pidámosle perdón por todas las veces que no hemos sido fieles a los valores del Reino que Él nos enseñó.

• Tú que nos quieres y valoras. Señor, ten piedad.
• Tú que comprendes nuestra debilidad. Cristo, ten piedad.
• Tú que nos ayudas a encontrar la paz. Señor, ten piedad

Oración colecta
OH Dios,
que con inefable providencia elegiste a san José
como esposo de la santísima Madre de tu Hijo,
concédenos que merezcamos tener
como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Reflexión
San Marcos reúne aquí los principales elementos de la “nueva ética” de Jesús. Él, al evocar la gran tradición de los profetas, quiere de los suyos una pureza auténticamente religiosa (Cfr. Is, 29, 13). Él exige un comportamiento no basado sólo en exterioridades, fruto, por ejemplo, de tradiciones puramente humanas –e incluso hasta tramposas– como en el caso del famoso «corbán». Para Él no es la superficie lo que más cuenta, sino el interior, el «corazón» como profundidad del alma. Por algo Jesús exime de cualquier «precepto humano» cuando éste es contrario a la ley de Dios.

Oración de los fieles
Antes de acercarnos a participar en la mesa del Señor presentemos a Dios Padre nuestra oración por nosotros y por todos los hombres.

1.- Para que la Iglesia cada día con más gozo la Buena Noticia del Evangelio. Roguemos al Señor.

2.- Para que los jóvenes sean una fuerza renovadora de la Iglesia. Roguemos al Señor.

3.- Para que quienes gobiernan los pueblos sean iluminados por el Evangelio. Roguemos al Señor.

4.- Para que los pobres y los que pasan hambre encuentren ayuda en sus necesidades. Roguemos al Señor.

5.- Para que Dios nos conceda tener un corazón puro y sincero. Roguemos al Señor.

Escucha, Padre, nuestra oración, y derrama tu gracia sobre todos los hombres, para que evitemos toda maldad que sale de dentro y mancha nuestro corazón. Por Jesucristo nuestro Señor.

Oración sobre las ofrendas
RENOVADOS con este sacramento de vida,
concédenos, Señor,
vivir siempre en justicia y santidad,
a ejemplo y por la intercesión de san José,
tu servidor fiel y obediente
en la realización de tus grandes misterios.
Por Jesucristo nuestro Señor.

Antífona de comunión          Cf. Lc 1, 8
Me felicitarán todas las generaciones, porque Dios ha mirado la humildad de su esclava.

Oración después de la comunión
FORTALECIDOS, Señor,
con el alimento del cielo,
te pedimos humildemente reconocer de palabra
y seguir con nuestras obras a tu Hijo,
nacido de la Virgen fecunda, al que hemos recibido en este sacramento.
Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Santa María de la Providencia

Eugenia María José Smet, fundadora de las auxiliadoras de las almas del purgatorio, quien al profesar en religión tomó el nombre de María de la Providencia, nació en Lila (Francia), el 25 de marzo de 1825, en una familia muy piadosa, que disfrutaba de un relativo bienestar.

A los once años ingresó en el convento del Sagrado Corazón de su ciudad natal, donde permaneció hasta los dieciocho, y allí nació su permanente afán por ayudar a las almas del purgatorio. Al regresar a su hogar se dedicó a la protección de los indigentes y al adorno y limpieza de las iglesias de los alrededores. En 1853 reunió a un grupo de personas y les comunicó su proyecto de organizar una confraternidad de oraciones, que en breve tiempo llegó a contar con quinientos miembros, y que había de transformarse en congregación para la ayuda y el rescate de las almas de purgatorio.

Muchas dificultades le salieron al paso, sobre todo de las autoridades religiosas locales. Eugenia María no se arredró y escribió al papa, quien le mandó su bendición. Con ello, el arzobispo de Cambrai y el obispo de Belley patrocinaron su obra; Eugenia María se convirtió en superiora de un grupo de jóvenes acordes con su proyecto.

A principios de 1857 se hallaba en París, organizando un grupo.

El 1° de julio de ese año cada una de las congregantes tomó un nuevo nombre; el de Eugenia María fue cambiado por María de la Providencia, en la que nunca dejó de confiar. Como carecían de capellán, el superior de la Compañía de Jesús les envió al padre Basuiau, quien las dirigió espiritualmente. En 1858, en un acto presidido por el arzobispo de París, profesaron las primeras veintiocho novicias. A partir de ese momento, el número de postulantes fue creciendo.

En 1863, la madre María, como superiora general, realizó su primera fundación en la ciudad de Nantes. Tres años después el padre Basuiau partió hacia China.

El vicario apostólico de Kiang-Nan solicitó en 1867 la fundación de una casa en China. En octubre de ese año partieron para dicho lugar las primeras hermanas, y posteriormente las siguieron otras. De distintos países llegaron pedidos de nuevas fundaciones.

El 26 de agosto de 1867 la madre María de la Providencia recibía la confirmación de la congregación que le enviaba el sumo pontífice.

Desde hacía tiempo la fundadora padecía agudos dolores, producidos por una enfermedad incurable. No por eso cejó en su actividad. Tuvo todavía fuerzas para organizar un nuevo convento en Bruselas, pero sus energías disminuían. La guerra franco-prusiana de 1870 aumentó sus congojas. Pudo sacar a sus novicias de París, antes que los alemanes la sitiaran, y enviarlas a Nantes y a Bruselas.

La madre María de la Providencia murió en 1871.