Homilía – Lunes VI de Tiempo Ordinario

Hay gente, que fuera de sus ideas y gustos, no ven nada de lo que habría que ver.

Así son estos fariseos que piden pruebas a Jesús.

No ven los frutos de la presencia de Cristo, no ven el cambio en los corazones humanos…, no ven las curaciones…, no ven los milagros.

Esa gente, probablemente había escuchado a Jesús, y sin duda, la palabra del Señor era convincente, era clara…

Sin embargo, los fariseos discutían con Jesús, no aceptaron su palabra, no creyeron en Jesús.

¿Por qué?

Porque al Señor no se lo puede aceptar con la mente, si previamente no se le ha abierto el corazón.

Ellos habían escuchado a Jesús, pero querían ver…

Le piden a Jesús, signos de su poder, pero Jesús, no se los da.

Jesús respeta la libertad de esa gente …, y la nuestra….. de creer o no en Él y por eso no hace los milagros que le piden. Jesús no quiere imponerse por la fuerza de los milagros.

Los judíos pedían un signo…

El mundo de hoy está pidiendo a los cristianos que sean verdaderos signos de Cristo.

Por eso a la luz de este evangelio, tenemos que preguntarnos si con nuestra vida estamos mostrando a Cristo.

Tenemos que mirarnos seriamente y pensar si los demás pueden ver a Cristo en nosotros.

Dice el Evangelio que Jesús suspira profundamente y se pregunta: ¿Por qué esta generación pide un signo?

Esa gente reclamaba un signo, cuando en realidad tenían delante de ellos, no al signo, sino a la realidad signada.

Hoy también mucha gente espera ansiosamente señales externas, apariciones…, fenómenos que en la mayoría de los casos no tienen mucho de religiosos, y que no agregan nada a lo que Cristo nos reveló.

La verdadera señal que deberíamos esperar, es el testimonio de los cristianos. La verdadera señal que el mundo debe esperar es el amor, que distingue a los cristianos.

Por eso no debemos esperar manifestaciones extraordinarias de Dios, sino encontrar a Dios en nuestra vida. Y ser nosotros signos de la presencia salvadora de Dios en el mundo de Hoy.

Somos nosotros los que debemos dar al mundo que nos rodea el signo de lo que somos.

Si el mundo moderno es ateo, no es porque rechace a Dios, lo que rechaza es la falsa imagen de Dios, que nosotros le presentamos. Y rechaza esa imagen porque es falsa. Y una imagen falsa no convence a nadie.

Hoy vamos a pedirle perdón al Señor, por nuestra falta de autenticidad. Por no ser lo que parecemos, ni parecernos a lo que deberíamos ser.

En nuestro actuar muchas veces ni nos parecemos a Cristo, ni somos de Cristo.

Por eso vamos a pensar en este día en cómo nos comportamos, en forma individual y cómo nos comportamos cuando actuamos en grupo, cómo se comporta nuestra comunidad.

¿Verdaderamente reflejamos a Cristo?

Si en nuestra comunidad, si entre nuestra gente hay mucha gente que necesita de señales, de apariciones, a lo mejor es debido a que nosotros no fuimos capaces de darle al Jesús auténtico.

Que María nuestra madre, no ayude a que surja de nosotros Cristo.

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